2. Hace quince años atrás, era una niña
mimada que pasaba el día con
juguetes y un triciclo.
A pesar de ser pequeña, sentía que una
buena compañía me hacía falta.
Con el paso del tiempo, al cumplir los
seis años, mi madre me citó y me dijo:
3. ¡Hija, vas a tener una hermanita!
Y yo, salté de emoción.
Ya no tendría que jugar sola
y contaría con otra personita
que hiciera mis días más alegres
y entretenidos.
4. En la espera de mi
hermanita, aprovechamos
de pasear y preparar cada
detalle para su llegada.
Pensamos en el nombre, en
el color de su pieza y en
cómo le enseñaría a jugar.