1. Serie: Actitudes de fe y confianza para el nuevo año
“Renovando el compromiso”
Por Alexander Dorado Albán
Lectura para la Meditación
17
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino
de los cielos se ha acercado. 18 Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos
hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el
mar; porque eran pescadores. 19 Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores
de hombres. 20 Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron. 21 Pasando
de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la
barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. 22 Y ellos,
dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron. MATEO 4:17-22
Estamos terminando un año ministerial, y ya nos estamos preparando para un nuevo
año, que está por comenzar, y estamos convencidos en la Familia Centi que será un
año maravilloso, porque representa el Cumpleaños Quincuagésimo de la Cruzada
Estudiantil y Profesional de Colombia, 50 años de Ministerio Teoterapico, las Bodas
de Oro de la Familia de la Teoterapia, lo que será, a lo largo del año, una gran
celebración.
Dice, “desde entonces comenzó Jesús a predicar”; y así como el Señor, a partir del
Uno de Enero, nosotros comenzaremos el nuevo año ministerial, la pregunta es, ¿con
que visión? ¿Con que actitud? ¿Con que motivación? ¿Con que ganas? ¿Con que
pasión, vamos a comenzar este nuevo año ministerial? De allí la importancia, de
recargar baterías, si es que por alguna razón, están descargadas; hay que decirle al
Espíritu Santo, que nos llene con su aceite las lámparas, para que estemos
encendidos todo el año entrante. Hay que renovar fuerzas, cargar energías, para el
asumir el desafío que se viene por delante, vienen cosas grandes, y hay que estar
bien equipados, con suficiente combustible y oxígeno.
Dice que “andando junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado
Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran
pescadores”. Y por unos minutos, piense ya no en terceros, sino en Usted, en lo
2. que era su vida, tal vez un par de años atrás, cinco, o diez años, antes de
encontrarse con Jesús, recuerde como era su vida entonces. La vida de estos dos
hombres era esa, la que esta descripta en el versículo 18. Yo he estado en el mar
de la Galilea, y he visto escenas similares, y he tomado unas fotos maravillosas que
parecen una postal; unas imágenes hermosas que vale la pena ampliar; son unas
fotos bellísimas que he logrado captar con mi lente; y esa imagen, era la vida de
esos hombres. ¿En qué consistía su diario vivir? En levantarse cada día, ir al Mar de
la Galilea, subirse en la barca y echar la redes para pescar y volver a su casa; y así
todos los días. Y a pesar que esa imagen es un bellísimo paisaje, pero si la
multiplicamos por mil veces, ya no nos impresiona ni asombra tanto, porque se
vuelve cotidiano; lo que quiero decir, es que la vida a uno se le puede convertir en
“paisaje”; más de lo mismo cada día, la misma foto, la misma imagen, la misma
situación; la vida se le puede volver un paisaje que no cambia; la misma historia, la
misma rutina; muy bonito una vez o la primera vez, hasta algunas veces, pero
multiplicado por mil, ya no parece tan bonito. Y eso era lo que les esperaba a
estos pescadores por el resto de su vida. Eso era lo que ellos iban a vivir los
próximos 50, 70 o 100 años de vida; era exactamente lo mismo, todos los días,
hacer lo mismo; pararse, ir a la barca y pescar, y volver a la casa; y de ese
esquema de vida, de esa rutina nunca se iban a salir.
Hoy en día, cuando yo miro, 28 años atrás, doy gracias a Jesucristo, porque él me
tomo de una vida común y corriente, y la convirtió en una gran aventura. Y eso es
lo que el Señor hace, que personas ordinarias tengan vidas extraordinarias. Esa
mañana. Simón y Andrés, nunca se imaginaron, lo que a partir de ese día, iba a
pasar con sus vidas. Un día, hace 28 años, le dije al Señor, “Entra a mi vida, y has
de mi la persona que tú quieres que yo sea”. Y resulta que los pensamientos de
Dios no son nuestros pensamientos, ni sus caminos son nuestros caminos, por eso,
nunca se alcanza imaginar, que puede llegar a ser Dios de nosotros; que planes
soberanos y maravillosos tiene para nuestra vida.
Mi familia pago mis estudios universitarios, para que yo llegara a ser un arquitecto,
pero en los planes de Dios estaba que yo le sirviera, como un embajador de la
teoterapia, mis estudios no fueron en vano, porque el Señor hizo de mí, un
arquitecto social; pero eso no estaba en mis planes sino en los de Él, que son
muchísimo mejores a los míos, no hay punto de comparación. Y cada aventura que
3. el Señor nos ha permitido vivir, ha sido maravillosa. Porque lo que el ofrece es una
vida sin límites, fuera de esquemas o paradigmas sociales; “lo que ojo no vio, ni oído
oyó, ni ha subido en corazón de hombre, que son las cosas que Dios ha preparado
para los que le aman”. Y está demostrado, que a las personas las estresa más la
tediosa y aburridora rutina que el activismo.
Ese hombre, que les decía “venid en pos de mí y os hare pescadores de hombres”,
era un extraño, un desconocido, un forastero; pero había en él, una extraña unción,
una rara autoridad, un liderazgo, un don de arrastre, una personalidad magnética,
una mirada, unas palabras que los sedujeron desde el primer momento. Y les dijo:
“les hare pescadores de hombres”; algo que nadie más podría hacer por ellos. Era
una oferta única, una invitación que nadie más le volvería hacer ni estaría en
capacidad de cumplirla. Y dice, “Ellos entonces, dejando al instante las redes, le
siguieron”. La mejor decisión que tomaron, la mejor decisión que un día tomamos,
fue haberle dicho: “¡Si Señor! Ven a mi vida, transfórmala, revoluciónala, has de mí
una persona nueva, has de mi esa persona que tú quieres que yo sea; cámbiame
Señor, sácame de esa rutina, de ese esquema de vida en el que estoy; dame una
nueva forma de vida”.
Lo que nunca se imaginaron, era que a partir de ese día, desde ese momento, en
que se decidieron por el Señor, ya nunca más, volverían a vivir según las
costumbres de la tierra, sino que empezarían a vivir según las costumbres del cielo;
ese día, el reino de los cielos se acercó para ellos, y desde entonces, desde ese
instante, comenzarían a vivir según los valores eternos. El Señor iba a revolucionar
esas vidas; iba a tomar esos hombres simples, comunes y corrientes, ordinarios, del
vulgo, sin letras, analfabetos, toscos, temperamentales, rudos, burdos, groseros,
conflictivos, irascibles; los iba a convertir en los agentes de cambio que
transformarían el mundo del primer siglo; en los que hasta hoy en día son los pilares
de la fe; hombres que serían molde, modelo y ejemplo de la humanidad.
Dice, “Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su
hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó.
22
Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron”. Y también ellos,
como Simón y Andrés que “dejando al instante las redes, le siguieron”; solo que aquí
hay algo adicional. ¿Dónde y con quién estaban ellos? En la barca y con su padre.
¿Y que estaban haciendo? Remendando sus redes. Las redes ni siquiera eran de
4. ellos, sino de su padre; y esa la situación de muchos, se dedican a resolver
problemas ajenos, ni siquiera propios. Cuando pienso en esto y miro atrás, debo
reconocer algo, que uno no ha dejado nada por el Señor, que es más lo que ha
recibido y de lo que se ha librado; porque cuando está en enredado en los negocios
del mundo, uno se la pasa “remendando redes”; se la pasa uno resolviendo
problemas, viendo cómo se gana “el pan de cada día”; pero lo más triste, haciendo
algo que no está de acuerdo a lo que Dios le pide. Y esa es la historia de muchos,
que no han decidido hacer sociedad con Dios, enredados en los negocios de la vida,
remendando redes; hoy cosen una red y mañana se les rompe otra; hoy resuelven
un problema y mañana aparece otro; hoy pagan una deuda y mañana están
entrando en otra; hoy salen de un “chicharrón”, pero mañana les surge uno más
“peludo”; y esa es la vida de la gente separada de Dios, saltando matojos, saltando
como monos de rama en rama; desesperados, angustiados; ahogando las promesas
de Dios por los afanes de la vida y los negocios de este mundo. Llega un
momento, en que uno tiene que tomar una decisión, no pasarse la vida remendando
redes; luchando por la vida. Porque hay una realidad que dijo el Señor: “separados
de mi nada podéis hacer”.
El asunto no es solo conducirse por los caminos de Dios sino marchar a su paso,
andar a su ritmo. Y estos hombres, no se quedaron pesándolo, sino que “al instante
dejaron las redes”. No se quedaron pensándolo, ni lo dejaron para después, no se
fueron con rodeos y cavilaron, no postergaron la respuesta para cuando “estuvieran
listos”, sino tomaron la decisión de inmediato. Ahora bien, es justo hacer una
precisión: ¿Qué dejaron Simón y Andrés? Las redes. Y, ¿Qué dejaron Jacobo y
Felipe? La barca y a su Padre. Se podría pensar que ellos dejaron más, no solo en
valor económico sino sentimental. Además, se podría pensar que es más fácil dejar
solo unas redes, que dejar una barca y al padre; sin embargo, dejar es cuestión de
actitud. ¿Sabe porque, muchas personas no han respondido al llamado de Dios?
Porque no se han dispuesto a dejar; porque para recibir hay que dejar; para anunciar
el reino de los cielos, hay renunciar al mundo; y a veces eso cuesta, porque está
apegado a las cosas materiales, a situaciones y a personas. De ninguna manera
vamos a decir, que está mal tener afectos hacia el padre o la madre; pero una cosa
es tener honra y afecto y muy distinto es tener dependencia o apego. O el temor a
dejar al padre, pensando en quien va a responder por él.
5. Y aunque esta es la excusa de muchos, no podemos olvidar la promesa de Dios, “no
he visto un justo, que habiendo dejado, padre, madre, hermanos, hermanas, bienes,
tierras, por mí y por mi causa, no reciba en esta vida cien veces más; y en lo
postrero, la vida eterna”. Ellos dejaron y al instante le siguieron. Viene un año
maravilloso, y tenemos que tomar decisiones. Quiero invitarle a que el uno de
enero, en el primer devocional del año, vuelva a Mateo 4, revise su llamado, su
compromiso, revise porque está aquí, cuál es su compromiso; como le ha ido con
Dios; si ha sido buen negocio para Usted hacer sociedad con Dios; si por haber
dejado las redes, la barca, al padre, ha tenido falta de algún bien. Este dispuesto a
renunciar a aquellas cosas que le alejan de Dios, de sus caminos, de los planes que
él tiene para Usted, que lo enredan, que lo separan de la vida que él le ofrece.
No puedo imaginarme como hubiera sido mi vida separado de Dios; han sido 28
años maravillosos; por supuesto ha habido problemas, porque estos hacen parte de
la vida, pero han sido más las bendiciones y las satisfacciones, y de todos esos
años, los mejores han sido los últimos; dejando constancia, que el Señor siempre
tiene cosas mejores, en la medida en que vamos avanzando. Es tiempo de renovar
el llamado, el compromiso; pídale al Señor que le regale una nueva promesa frente
al llamado que el le ha hecho; pero la mejor decisión, es hacer sociedad con Dios y
hacerlo de una vez, sin rodeos, sin esperas. Lo contrario, es una vida de rutina, el
mismo paisaje, el mismo vaivén de las olas; y la vida sigue igual, enredados, y
remendando redes. Pero meterse en serio con el Señor, es una vida revolucionaria,
de gloria en gloria, de triunfo en triunfo, de testimonio en testimonio; como decía el
Dr. Néstor Chamorro, “de lo bueno a lo mejor y de lo mejor a lo excelente”. Cada
día es un nuevo día, un nuevo desafío, un nuevo reto, nuevas satisfacciones; mucho
más en el año que viene, los 50 años de la familia.