Los acueductos eran las "tuberías" de los romanos utilizadas para transportar agua entre ciudades e introducir agua corriente en los lugares más importantes. Estaban construidos de materiales simples como piedra, arena y madera, e incluían un aislante para evitar fugas de agua. Tenían dos o tres plantas por las que circulaba el agua de manera altamente eficiente a través de arcos consecutivos.