Este documento habla sobre cómo los cristianos son la sal de la tierra y la luz del mundo según las enseñanzas de Jesús en Mateo 5. La sal purifica, preserva y desinfecta, por lo que los cristianos deben predicar el evangelio. Si dejan de hacerlo, dejan de ser útiles. También deben ser la luz que ilumina el mundo con sus buenas obras para que otros glorifiquen a Dios. Finalmente, anima al lector a mantenerse cerca de Dios a través de la oración y la lectura