Este salmo pide a Dios que luche contra los enemigos del autor y lo proteja de sus perseguidores, que intentan dañarlo sin motivo. El salmista desea que sus enemigos sean humillados y confundidos, y caigan en las trampas que ellos mismos tendieron. Finalmente, el salmista se alegrará en la victoria de Dios sobre sus adversarios.

1. SALMO 35 (34)
1
Ataca, Yahvé, a los que me atacan,
combate a los que me combaten;
2
embraza el escudo y la adarga, y
disponte a socorrerme: 3
blande la lanza
y la pica contra mis perseguidores.
Dime: «Soy tu salvación».
4
Queden confundidos y avergonzados
todos; los que atentan contra mi vida.
Retrocedan humillados los que
maquinan mi mal. 5
Sean como paja
ante el viento, acosados por el ángel del
Señor; 6
su camino, tiniebla y
resbaladero, perseguidos por el ángel
de Dios.
7
Me tendían redes sin motivo, cavaban
una fosa para mí. 8
¡Que les sorprenda
una ruina imprevista, que se enreden en
la red que tendieron y se hundan en la
fosa que excavaron!
9
Y yo me alegraré en Yahvé, gozaré con
su victoria. Amén.
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