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MENSAJES DE JESÚS PARA EL TIEMPO DEL FIN – Evangelismo Sábado por la Mañana V 1
04. MILLONES PERDIDOS POR PROFECÍA INCOMPRENDIDA
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1 MENSAJES DE JESÚS PARA EL TIEMPO DEL FIN
“Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y
he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo. Amén.” (Mateo 28:20)
2 Evangelismo sábado por la mañana
3 MILLONES PERDIDOS POR PROFECÍA
INCOMPRENDIDA
4 Rechazar las profecías del Antiguo Testamento acerca de la muerte
de Jesús nos dirige a la perdición. Millones de cristianos cometen
este grave error.
5 Hace varios años un abogado de Nueva York declaró que se haría
cristiano si alguien realmente pudiera demostrarle que Jesucristo
resucitó de entre los muertos. Un amigo clérigo le respondió:
“Estaré encantado de entregarte evidencia concluyente sobre este
aconteciimento”, y más tarde le entregó un manuscrito con
argumentos fácticos y convincentes sobre el tema.

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6 Una semana más tarde, cuando el abogado le devolvió el
manuscrito, declaró: “Sin lugar a dudas, creo en la evidencia
histórica de testigos creíbles, que Jesucristo resucitó de entre los
muertos”. Y añadió: “pero hoy no soy más cristiano que cuando
recibí la evidencia hace una semana.” Hablando en un tono más
bajo dijo: “He descubierto que mi mayor problema no está en mi
mente, sino en mi corazón.”
7 Este hecho básico de la naturaleza humana fue declarado
enfáticamente por Dios a través de Jeremías hace mucho tiempo,
Jeremías 17:9: “Engañoso es el corazón más que todas las
cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Pero es un hecho que
cada persona necesita descubrir por sí mismo.
8 ILUSTRACIÓN: Necesitamos ser como el hombre que cruzó a pie
el valle de los muertos en las Islas del Mar del Sur. Cuando llegó a
un pequeño refugio del otro lado, se volteó para mirar hacia atrás.
Se sorprendió al notar lo torcido que había estado su camino en la
arena. Su intención había sido caminar derecho y estaba casi
seguro de que así lo había estado haciendo. La naturaleza humana
es así. Mientras avanzaba, exclamó introspectivamente: “Esa es la
historia de mi vida. Torcido en cada paso y camino.”
9 Sin embargo, pocas horas después, cuando volvió a mirar de nuevo
sus huellas, no había ni una sola marca. ¡Sus pisadas habían
desaparecido! La marea borrado el sendero tortuoso. Eso es
exactamente lo que Jesucristo hace con nuestro pasado infeliz si se
lo permitimos.
10 Su promesa es, Isaías 44:22: “Yo deshice como una nube tus
rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo
te redimí.” Su sangre preciosa derramada sobre la cruz del
Calvario, como una marea tranquila, lava toda mancha de pecado
en nuestras vidas.

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11 Esto se logra mediante dos factores simples pero profundos.
Efesios 2:8, 9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la
fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.” Dos procesos—la
gracia y la fe—son mencionados aquí como los elementos básicos
del don de la salvación que Dios nos ofrece. La gracia se define
comúnmente como “favor inmerecido” o podemos decir,
12 “Amor en acción.” Es obvio que si fuera meritorio o ganado, no
sería un favor, sino una recompensa de pago. Sin embargo, la
gracia de Dios y la salvación misma son un regalo. El pecado tiene
paga, pero no hay paga por hacer lo bueno. El infierno roba, la
tierra vende y paga salarios, pero el cielo sólo da.
13 ILUSTRACIÓN: Se cuenta la historia de un francés orgulloso que
cayó bajo el disgusto de la reina Isabel I de Inglaterra. La reina, sin
embargo, cedió y decidió perdonar al ofensor. Lo llamó ante su
presencia y brevemente declaró su intención de mostrar gracia con
la condición de que la parte ofensora se comprometa a corregir sus
errores y hacer lo correcto. “Eso no sería gracia en absoluto, su
Majestad,” respondió el ofensor. “Si se basa en mi bondad sería
una recompensa, no gracia.” “Entonces te perdono
incondicionalmente,” dijo la reina. Inclinándose el ofensor sonrió
amablemente y dijo: “Su Majestad, esa es la gracia de una reina, y
le agradezco.” La gracia siempre viene de arriba, de lo mayor a lo
menor. Es el papel de Dios en la salvación de la humanidad.
14 La fe, por otra parte, siempre busca hacia arriba. El menor busca al
mayor, y este es el papel del hombre en la salvación. La fe es a
veces equiparada con la creencia, y de hecho las dos palabras
creencia y fe se traducen de la misma palabra griega original en el
Nuevo Testamento. ¡Así que la fe cristiana no significa
principalmente creer en un número de cosas! En esencia, significa
una disposición individual de mente y corazón hacia Jesucristo. La
fe no sólo cree en algo, o en todo o en cualquier cosa, cree en una
persona, y esa Persona es Cristo. La fe también es compromiso.

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15 Leighton Ford dijo: “La creencia no es fe sin evidencia sino
compromiso sin reservas. La creencia involucra el intelecto. El
deseo involucra las emociones. El compromiso involucra la
voluntad.
16 Así, el hombre entero está involucrado en un acto de fe propia.
Entonces la fe es en realidad lo que sabemos, cómo nos
sentimos, y lo que hacemos acerca de Jesucristo.
17 Así, la fe se convierte en acción, y la acción es fe
comprometida.” Billy Graham, World Aflame, p. 153. Cuando
la gracia de Dios desciende, se encuentra con la fe del hombre a
través de Jesucristo, entonces el don de salvación es nuestro. La
gracia nos trae la justificación, el perdón y la remisión de todos
nuestros pecados pasados. ¡Pero es muy importante recordar que la
gracia no es un permiso para pecar en el futuro! La remisión y el
permiso están más alejados que los polos. Son como el este y el
oeste extendidos hasta el infinito. Pero el problema de hoy es que
la iglesia cristiana parece estar confundida entre la relación de la
gracia de Dios con su ley. No debería ser así, pero lo es.
18 ILUSTRACIÓN: Imaginemos que estamos en el centro de una
gran ciudad en una intersección transitada a plena luz del día en
medio de una manifestación. Suena un disparo y al voltearnos
vemos una nube de humo mientras un hombre gime y cae al suelo.
El asesino, todavía con el arma en la mano, no intenta escapar y se
queda allí hasta que llegue la policia. Su confianza es asombrosa.
Mientras se acercan para arrestarlo, él responde: “No me pueden
tocar, estoy bajo la gracia.”

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19 Y de su bolsillo saca un papel con las palabras, “salvo por gracia”.
“Ya ve, oficial, no estoy atado por la ley. ¡Ahora estoy bajo la
gracia!” El policía le responde: “¡No señor! ¡No estás bajo la
gracia, eres una desgracia, ven conmigo!”
20 ¿Quién sería tan tonto para hacer algo así? Y sin embargo, la
realidad es más extraña que la ficción. Hay creyentes que dicen
estar bien informados pero que utilizan este mismo argumento para
cubrir la transgresión de la ley de Dios. Incluso citan las Escrituras
para apoyar su punto de vista, pero es un punto de vista que no
vale la pena apoyar, ¡porque convierte a la gracia en desgracia!
21 Aquí está el error fatal que destruirá a millones: vivir
deliberadamente en pecado, mientras se profesa estar bajo la
gracia. La Biblia dice en Romanos 6:14: “Porque el pecado no se
enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la
gracia.” La enseñanza aquí es simple. Proclama la victoria sobre el
pecado y la libertad de la condenación para quienes estén bajo la
gracia de Jesucristo.
22 Necesitamos recordar lo que realmente es el pecado. Juan dijo en 1
Juan 3:4: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la
ley; pues el pecado es infracción de la ley.” Así que el pecado del
cual Pablo nos habla en Romanos 6:14—la transgresión de la ley—
será ajeno a la vida de quien está bajo la gracia de Jesucristo. Esta
es la enseñanza del texto. La gracia librará de condenación y
capacitará al hombre para obedecer a Dios.
23 El capítulo 6 de Romanos se enfoca en este tema. Pablo dice que
un cristiano no debe pecar. Es decir, no debe violar la ley de Dios.
Las siguientes declaraciones del capítulo seis de Romanos trazan el
tema de la victoria sobre el pecado, la transgresión de la ley de
Dios para quienes estén bajo la gracia. Romanos 6: 1-23: “¿Qué,
pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la
gracia abunde? ¡En ninguna manera!...

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24 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido,
a fin de que no sirvamos más al pecado…
25 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero
vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues,
el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis
en sus concupiscencias…
26 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis
bajo la ley, sino bajo la gracia... Porque la paga del pecado es
muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús
Señor nuestro.” La gracia de Dios es la respuesta al problema del
pecado. No sólo perdona el pasado, sino que eleva al hombre de su
pecado y lo capacita para obedecer a la voluntad de Dios en el
futuro.
27 Así que Romanos 6:14: “Porque el pecado no se enseñoreará de
vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”, no está
en contra de la obediencia a la ley de Dios. Sino que proclama el
perdón por los pecados pasados y poder para vencer el pecado en
el futuro. Aquí no se está concediendo ningún permiso para
transgredir.
28 La expresión “no estáis bajo la ley” podría significar una de dos
cosas muy diferentes. Es por eso que muchos se confunden. Podría
significar, bajo la jurisdicción de la ley. O, por otro lado, podría
significar bajo la condenación de la ley. La primera es la posición
de cada ciudadano en este país.

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29 La segunda es la situación de unos poco—el grupo criminal que ha
transgredido la ley en vez de vivir alegremente bajo su
jurisdicción.
30 El hombre que se encuentra bajo la jurisdicción de la ley goza de la
libertad y los privilegios de su ciudadanía. Pero el hombre que
transgrede la ley se encuentra bajo sujeción, y con justa razón, para
proteger a la sociedad.
31 Romanos 8:1: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los
que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la
carne, sino conforme al Espíritu.” Pablo nos dice que no hay
condenación para los cristianos; él no dice que no hay ley. La
gracia quita la condenación de la ley; pero no le quita su
jurisdicción. Le da al hombre que la recibe, libertad y poder para
obedecer. Esto es salvación.
32 ILUSTRACIÓN: ¿Quién predica más gracia? Un caballero culto
había asistido a varias reuniones evangelísticas y parecía estar
disfrutando del programa. Una noche se presentó en la puerta del
auditorio como un predicador del evangelio y pidió la oportunidad
para discutir un poco más sobre algunos temas que se habían
presentado. Pronto se juntó con el evangelista en un rincón
tranquilo y dijo: “Realmente me gustan las reuniones. Estoy de
acuerdo con casi todo lo que he oído desde la plataforma. ¡Los
bosquejos proféticos han sido emocionantes y maravillosos!
33 “Sólo hay una cosa que me preocupa acerca de los adventistas del
séptimo día. Ustedes no creen ni predican acerca de la gracia de
Dios, enseñan la salvación por ley que, por supuesto, es contraria
al evangelio.” El evangelista quedó un poco asombrado. La
pregunta era cómo ayudar al hombre a entender la verdadera
postura. “Señor, creo que está confundido. Perdóneme por decir

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esto, pero es usted, no nosotros, el que enseña la salvación por la
ley. Y además, los adventistas del séptimo día creen en la gracia
tres veces más que usted!”
34 El hombre se alarmó y muy emocionado dijo: “¡Eso es ridículo!
¿Por qué dice eso? ¿Qué está tratando de decir? ¿Cómo piensa
probar eso?” “Bueno,” dijo el evangelista, “¿cuándo comenzó la
gracia?” “En la cruz.” “Muy bien, ¿cómo se salvaban los hombres
antes de la cruz?” “Ellos vivían en la dispensación de la Ley,
nosotros vivimos en la dispensación de la gracia. ¡Desde la cruz
todo es diferente! Antes de Jesús era Ley, después de la cruz es
sólo gracia.”
35 “Ya veo, es así”, dijo el evangelista mientras trasaba rápidamente
un diagrama en una hoja de papel. En el extremo izquierdo de una
larga línea de tiempo marcó la caída del hombre en pecado. Dos
tercios del camino sobre la línea colocó la cruz del Calvario, y en
el extremo derecho marcó el segundo advenimiento. “Ahora,
¿cuántos años de gracia hemos tenido?—¡Ya veo, tú piensas que
dos mil años solamente desde la cruz! ¿Y cuántos años de
salvación por la ley? ¡Cuatro mil años desde la caída del hombre
hasta la muerte de Cristo en el Calvario!”
36 “Muy bien, pero simplemente no puedo creer en eso. Sería como
enseñar que hay dos maneras de alcanzar la salvación, pero yo
estoy seguro de que sólo hay una. Y esa es la salvación por gracia
mediante la fe en Jesucristo. Los adventistas del séptimo día
enseñan que los hombres que vivieron antes de la Cruz, aguardaron
con fe al Redentor venidero y fueron salvos al esperar en Él y que
desde la cruz los hombres son salvos al mirar hacia atrás al
Calvario. La Biblia apoya este concepto.”
37 Romanos 5:20, “mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la
gracia.” Aquí Pablo se refiere a que cuando Adán transgredió, se
ofreció gracia para atender la emergencia. Así que desde el mismo
principio, la gracia que es mayor que el pecado, fue puesta a
nuestra disposición.

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38 Esto implica seis mil años de gracia, en comparación a sus dos mil
años de gracia desde la cruz. Así que en cuanto al tiempo,
¡nosotros enseñamos seis mil años de gracia en comparación a sus
dos mil años.
39 Y en cuanto a la salvación por la Ley, nunca hubo un tiempo en
que los hombres pudieran ser salvos por guardar la Ley, ya sea
antes de la cruz o después de la cruz. Creemos que la Biblia nos
apoya en este punto de vista. ¡La salvación siempre ha sido y
siempre será del Señor, y por gracia solamente! Pero según su
confesión, usted enseña cuatro mil años de salvación por la Ley y
dos mil años de salvación por gracia.
40 Pablo dice, “porque la gracia de Dios se ha manifestado para
salvación a todos los hombres” (Tito 2:11). Tenemos que
entender que esto no se limita al tercio de los hombres que
nacieron después de la cruz. Esta idea dividiría el cielo. Por un
lado estarían aquellos que trabajaron para llegar al cielo guardando
la ley, y sabemos que eso es imposible. Por otro lado, estarían
quienes fueron salvos por gracia después de la cruz. Pero la Biblia
dice que sólo estarán en el cielo quienes hayan sido salvos por
gracia por medio de la fe. Esta es la enseñanza de las Escrituras, y
la fe de los Adventistas del Séptimo Día.”
41 Podríamos pasar mucho tiempo analizando la manifestación de la
gracia de Dios en los tiempos del Antiguo Testamento, pero unas
breves referencias serán suficientes. Génesis 6:8: “Pero Noé halló
gracia ante los ojos de Jehová.”

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42 Dios le dijo a Moisés, Éxodo 33:12,19: “Sin embargo, tú dices:
‘Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también
gracia en mis ojos.’ … Y le respondió: ‘Yo haré pasar todo mi
bien delante de tu rostro, ...
43 ... y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré
misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para
con el que seré clemente.’”
44 Proverbios 3:34: “Ciertamente él escarnecerá a los
escarnecedores, y a los humildes dará gracia.” Así que los
santos del Antiguo Testamento no se hicieron santos por su cuenta.
Son trofeos de la gracia de Dios. Fueron salvos porque creyeron en
Dios y abrazaron la promesa de un Redentor que vendría a expiar
el pecado. El cielo no estará dividido. Todos los que se salven
serán salvos por la gracia de Jesucristo. Debería ser obvio que si
durante cuatro mil años la gente se salvaba sin la necesidad de
Jesús, Dios no habría necesitado dar a Su hijo para sufrir y morir.
45 Hechos 4:12: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay
otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos
ser salvos.” La cruz del Calvario estableció de una vez por todas
dos grandes hechos. Primero, estableció la naturaleza inmutable y
eterna de la ley del cielo para el hombre. Pues la gracia de Cristo
sería innecesaria si la ley de Dios ya no se aplicara. Cuando un
acusado es procesado ante un tribunal terrenal, sólo hay dos cosas
que él puede hacer. Él y su abogado, pueden buscar, y quizás
hallar, un resquicio legal para asegurar su libertad. Pero si después
de examinar los estatutos y de considerar la acusación es obvio que
no existe tal resquicio, su único recurso es pedir gracia. Puede
alegar circunstancias atenuantes y solicitar misericordia.

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46 El hecho de que Jesús murió para proveer una base de misericordia
para el pecador muestra que la ley de Dios es inmutable. En
segundo lugar, el Calvario establece de una vez por todas la
maravillosa doctrina de la gracia trascendente de Dios.
47 En la cruz podemos contemplar las profundidades insondables del
amor divino, la amplitud de la compasión de Cristo por los
perdidos, y la longitud a la que ese amor estuvo dispuesto a ir para
abrir una vía de escape.
48 ILUSTRACIÓN: Es como la historia del rey cuyo amigo fue
condenado por traición. Su primer impulso fue vetar la convicción,
renunciar a la ley terrenal a la cual su amigo había sido condenado.
Pero sus consejeros señalaron que eso conduciría al caos. Reinaría
la anarquía. Para la seguridad de todos, la ley debía permanecer fija
e inmutable. ¿Qué podría hacer ahora?
49 El rey tenía un hijo joven y fuerte. Ofrecería a su hijo a morir en
lugar de su amigo. La oferta no fue aceptada. Pero si lo hubiera
sido, ciertamente habría establecido de una vez por todas dos
hechos seguros. Uno, que la ley terrenal era fija e inmutable, y dos,
que el amor del rey por su amigo era profundo y genuino.
50 La muerte de Jesús por los pecadores establece estos dos grandes
hechos en relación a la ley de Dios y a su amor.
51 La función de la ley es a menudo mal interpretada. Usar la ley
como medio para alcanzar la salvación es ilegal. Ese nunca ha sido
su propósito. La ley es un detector de pecado. Su propósito es

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advertir el peligro del pecado y guiar a los hombres en los caminos
de la vida correcta. La ley no ofrece perdón por la transgresión.
Tampoco proporciona poder para obedecer. Simplemente señala lo
correcto y lo incorrecto. Romanos 4:15: “Pero donde no hay ley,
tampoco hay transgresión.”
52 Romanos 5:13: “Pues antes de la ley, había pecado en el
mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado.”
Debido a que la ley de Dios permanece, los hombres siguen siendo
culpables de sus transgresiones. Es el pecado el que exige un
Salvador. Es el Salvador quien provee la gracia. La gracia es la
base del evangelio, y predicar el evangelio es el deber de la iglesia.
Para cuidar de la iglesia tenemos el ministerio, pero todo el sistema
falla si quitamos la ley de Dios. Perdemos demasiado porque
donde no hay ley, no hay pecado. Y sin pecado, no hay necesidad
de un Salvador; sin Salvador, no hay gracia; sin gracia, no hay
evangelio; sin evangelio, no hay iglesia; y por lo tanto, ¡no hay
necesidad de servir en el ministerio! El predicador que no predica
sobre la ley está socavando su propio ministerio.
53 ILUSTRACIÓN: Tal vez una simple ilustración nos ayude a
comprender que donde no hay ley no hay transgresión.
Imaginemos que hoy alguien viene a este lugar de reunión a
arrestarme por predicar el evangelio. Hay muchos lugares donde
esto no sólo podría suceder sino que sucede. ¡Gracias a Dios que
no está sucediendo aquí! Pero imaginémoslo. Y que mañana sería
acusado ante el juez de la corte local por haber predicado el
evangelio en este lugar.
54 Imaginemos que después de escuchar la acusación, el juez dice:
“La libertad de religión y de expresión están garantizadas bajo la
constitución de este país. Y como no hay ley que prohiba la
predicación, no se ha cometido ningún crimen y, por lo tanto, yo
extiendo mi gracia y te ofrezco un perdón.” ¿Debo aceptar su
gracia o debo rechazar ese perdón? Puesto que no hay ley en contra
de la predicación del evangelio y no he cometido ningún delito, no
estoy condenado. Entonces, ¿qué necesidad tengo de gracia?

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55 Como ves, la gracia de Jesucristo es innecesaria si la ley de Dios
ya no se aplica. Mientras que la razón básica de la gracia es
proporcionar perdón por la transgresión del hombre, Pablo dice
que también ofrece ayudar al hombre a obedecer.
56 Romanos 1:5: “Y por quien recibimos la gracia y el apostolado,
para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su
nombre.”
57 Romanos 16:26 repite que el propósito del evangelio es “para
que obedezcan a la fe”. Esto significa que Dios no se propone a
dar Su gracia a quien no tenga la intención de obedecer Su ley.
58 ILUSTRACIÓN: Supongamos que un gobernador estatal decide
liberar a un criminal en medio de su sentencia. El hombre ha
tenido un comportamiento ejemplar, así que se le prepara el
perdón. Pero antes de otorgarlo, el gobernador decide sabiamente
conversar con el prisionero para averiguar cuál sería su reacción
ante la posibilidad de recibir un perdón. “¿Qué es lo primero que
harías si yo ahora mismo pusiera en tus manos un perdón para
dejarte en libertad?” Con una mirada asesina y en tono de odio, el
asesino le responde: “Mi primer trabajo sería encontrar al juez que
me sentenció, para ponerme a cuentas con él con uno o dos
balazos!”
59 ¿Podría el gobernador entregar ese perdón bajo tales
circunstancias? ¿Sería sabio liberar a un hombre cuya confesión no
revela intención alguna de obedecer a la ley en el futuro? ¡Debo
decir que no! Pueden estar seguros de que se despedirá del
detenido, retirará su gracia y destruirá el formulario de perdón. ¿Y

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qué sentido tendría Dios extendiendo el perdón a personas que no
tienen la intención de hacer Su voluntad?
60 La gracia de Dios no anula su ley. Pero pone al hombre salvo bajo
la doble obligación de hacer la voluntad del Padre. Estamos
automáticamente obligados a obedecer, porque Él es nuestro Dios
y nosotros somos Sus criaturas. Pero en segundo lugar, la gratitud
nos debería motivar a amarle, servirle y obedecerle en todo deber
revelado porque ha perdonado nuestras transgresiones y nos ha
redimido por su gracia.
61 ILUSTRACIÓN: Se cuenta la historia de un oficial del Salvation
Army (Ejército de Salvación) que se llamaba Tucker. Él predicó en
la ciudad de Chicago sobre la suficiencia total de la gracia de Dios
en Jesucristo. Tras una presentación interesante y conmovedora, el
predicador testificó sobre la gracia y la bondad de Dios en su
propia vida.
62 Entonces, un hombre desconocido se puso de pie y pidió la
palabra. “Está muy bien y muy maravilloso que usted, señor
Predicador, se levante y hable sobre la gracia de Dios, sobre cómo
Dios le ha ayudado y el gozo que encuentra al estar en comunión
con Él. Pero, ¿qué hay de mí? ¿Podría usted hablar de la misma
manera si su corazón se hubiera roto porque su mujer fue
arrebatada por la muerte, y su casa estuviera vacía y fría, y en su
soledad sus hijos se juntaran a su alrededor llorando por su madre
que nunca volverá? ¿Cómo puede la gracia de Dios ayudar a un
hombre en una situación como la mía?”
63 Bueno, el predicador hizo todo lo posible por ser comprensivo y
ponerse en la situación del hombre necesitado. Respondió con
amabilidad y ánimo. Pero sus palabras de alguna manera parecían
no dejar huella. El extraño estaba convencido de que el predicador
no lo entendía perfectamente, que no podía compartir su
experiencia y que ni siquiera la gracia de Dios podía ayudarlo con

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el dolor que estaba experimentando.
64 Pero la verdad es más extraña que la ficción, y en cuestión de días
el predicador también se hundió en el valle de sombra. Su
compañera de vida murió repentina y trágicamente en un accidente
ferroviario. Fue velada en la misma sala de reuniones donde el
predicador recientemente había dado su sermón sobre la gracia de
Dios. La sala de reuniones estaba repleta para el servicio fúnebre, y
se ofrecieron oraciones fervientes y el consuelo de las Escrituras a
los afligidos. Al final del servicio el predicador se puso de pie y
caminó con confianza hacia la plataforma para estar junto al
cuerpo de su difunta esposa. Colocando la mano sobre el ataúd,
miró a la audiencia y entre lágrimas sonrió.
65 Luego dijo: “Hace dos semanas estuve aquí predicando y
testificando sobre la suficiencia de la gracia de Dios en Cristo
Jesús. Aquellos que estuvieron presentes recordarán que al final
del servicio un hermano profundamente dolido me hizo algunas
preguntas profundas. No estoy seguro de que mis respuestas fueran
enteramente satisfactorias, pues nunca había experimentado las
situaciones que él mencionó. Pero si ese hermano está en la casa de
Dios esta tarde, creo que ahora le puedo dar una respuesta más
comprensiva. Espero pueda satisfacer su necesidad. ¡Quiero
testificar que la gracia de Jesucristo es suficiente para mí aún en
este momento! Usted me preguntó si mi esposa fue tomada de
mí—así ha sido—y si mis hijos estaban llorando y pidiendo una
madre que nunca volverá—lo estan haciendo—¿Podría decir que
Jesús ayuda, que Jesús consuela, que la gracia de Dios es
suficiente?
Mi hermano, permítame asegurarle que no sólo es suficiente, es
abundante, porque me está ayudando ahora. ¿Puede Jesús consolar,
borrar las lágrimas del dolor y llenar el corazón de alegría y paz
incluso en la hora más oscura de la tierra? Mi respuesta es sí, mil
veces sí, porque Jesús me está consolando ahora”.

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66 Hubo movimiento en la parte de atrás de la sala de reuniones y una
voz respondió: “Si Jesucristo le puede ayudar así, si Su gracia es
suficiente para usted hoy, entonces debe ser suficiente para mí
también.” Y moviéndose por el pasillo, el hombre entristecido
cayó de rodillas ante el altar para recibir la gracia de Dios y entró
en gozo.
67 Y ahora, al hacer nuestra oración final, ¿podemos levantar las
manos con fe para recibir la gracia de Dios nuevamente?
68 Llamado y oración.

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