La población europea se distribuye de manera desigual, con mayores densidades en Inglaterra, Países Bajos, Bélgica y Alemania, mientras que los extremos septentrional y oriental son menos poblados debido a su clima más frío. Además, la población europea está muy envejecida, con un 16% de personas mayores de 65 años, frente al 8% en 1950, debido a bajas tasas de natalidad y una esperanza de vida cada vez mayor.