1. Sibila Camp
Introducción a la Investigación Periodística y al Periodismo de Opinión
TP N° 4
(Fecha de entrega miércoles 15 de Octubre de 2014)
1) Conformar equipos de 3 integrantes.
2) Cada miembro debe proponer un personaje para realizar una entrevista.
3) El equipo seleccionará uno de los personajes propuestos y justificará su elección a partir
de los valores periodísticos que evidencien y la factibilidad para llevar adelante la
producción de la entrevista.
4) La entrevista deberá incluir paratexto completo (volanta, título y bajada). Además
contará con una introducción de diez líneas que consigne características del personaje
(físicas, de personalidad, datos de su trayectoria o biografía…) y del contexto en el que se
realiza la entrevista (clima, tiempo, espacio…). El cuerpo se desarrollará en forma de
pregunta-respuesta con una extensión máxima de cuarenta líneas. Recordar realizar la
edición tanto de las preguntas como de las respuestas (pulir el texto, no se trata de
transcribir fielmente rasgos de la oralidad).
5) Cada integrante asumirá un rol en el equipo: entrevistador, redactor, corrector.
s: “A Marita Verón le echaron el
ojo, creyeron que podía dar buena
plata”
POR GABRIELA CABEZÓN CÁMARA
2. Aquellos días. Marita Verón y su hija, en 1994. La joven desapareció en Tucumán en abril de 2002./TELAM
Dice que no es un hecho de una sola dimensión, que todo emerge de diversos
“contextos”, que la justicia “es lineal” y que cualquier hecho social, y
específicamente todo lo que pasó en el juicio por la desaparición de Marita
Verón, es mucho más complejo. Incluso para su biografía: hasta hace un par de
meses, Sibila Camps fue periodista de Clarín. Podría haberse jubilado dos años
antes, pero quiso seguir trabajando sólo para dar cuenta del juicio del caso que
cubrió durante casi una década, que terminó sin encontrar ningún culpable y que a
la mayor parte de los argentinos nos pareció ignominioso. A Camps también y eso,
desplegado, mirado con zoom, leído hasta en los fallidos, es lo que cuenta en su
libro, que se llama La Red.
Es la historia de un juicio desde el inicio de las investigaciones. También podría
llamarse “la trama” porque es el resultado de un trabajo obsesivo, artesanal,
incansable: tejió Camps voces, documentos e historias. Las voces de los acusados,
de los testigos, de los agentes de la ley –desde la policía hasta el gobernador,
pasando por el aparato judicial–, los documentos recogidos o descalificados en el
proceso y las historias de esos diversos “contextos”. Ahí apuntó la primera pregunta
de esta entrevista, pero es pertinente empezar por el final:
En ese juicio no se logró averiguar la verdad. ¿Qué creés vos, después
de años de investigación, que pasó con Marita Verón?
3. Le echaron el ojo, consideraron que podía dar buena plata, la marcaron, la
entregaron a una red de trata, la llevaron, se supone que a una fiesta en Alderete,
que es al noreste de la ciudad de Tucumán, cerca, se escapó en mal estado o la
dejaron ir, y por eso la vieron deambulando algunos vecinos de zonas rurales, dos y
tres días después del secuestro. Alguien avisó en la comisaría de La Ramada, que es
un paraje del departamento de Alderete, el jefe de la comisaría mandó a levantarla,
la metió en un colectivo de media distancia, la llevaron a Tucumán, ahí la fueron a
buscar.
¿La Policía la devolvió a los secuestradores y/o la vendió a otros?
Sí. Y después la tuvieron un tiempo en Tucumán, la llevaron a La Rioja, la volvieron
a llevar a Tucumán, la volvieron a llevar a La Rioja, y en La Rioja la tuvieron
yirando por los tres prostíbulos de Liliana Medina. En un momento uno de los hijos
de ella, el Chenga Gómez –acusado de proxenetismo, se ve que es de familia– , la
tomó como su propiedad, le hizo un hijo. La siguieron explotando, la drogaron
permanentemente y lo más probable es que la hayan matado, por los indicios de un
par de lapsus durante el juicio.
¿Cuáles fueron esos “lapsus”?
Uno, cuando terminó de declarar Andrea D., la chica de Misiones que estuvo ocho
años secuestrada. Liliana Medina pidió declarar, negó todo, y dijo: “yo no hice con
Marita Verón lo que supuestamente dicen que hacía, que yo mataba a todo el
mundo”, y nadie la había acusado nunca de haber matado a Marita Verón. Ese es
uno. El otro es de Roberto Flores, el abogado de Gonzalo Gómez, el mellizo del
Chenga. En su alegato, el fiscal dijo que si no hubiera sido porque un abogado avisó
de un allanamiento “hoy Marita Verón estaría entre nosotros”. No se había
identificado al abogado que alertó a los proxenetas. Días después, Roberto Flores
dijo: “¿A usted le parece señor presidente que un abogado puede ser cómplice de
un secuestro como dice el señor fiscal, que si no fuera por este abogado que avisó
del allanamiento Marita Verón hoy estaría viva?”, así que, pienso que es muy
probable que la hayan matado. Como han matado a otras también, y no sabemos
donde están los cuerpos.
La Red es un libro que puede leerse como un policial-periodístico: tiene suspenso,
intriga y también muchísima información. Como es una red la de este delito
4. aberrante, la trata y la esclavitud sexual del mujeres y nenas, todo se trama con
todo y surge de esos “contextos” de los habla Camps al principio de esta nota.
¿Cuáles? El del “miedo profundo que impera aún hoy en Tucumán y que viene de
mucho antes que la dictadura”: se refiere a la matriz económica de la provincia, los
ingenios de latifundistas, señala la periodista, latifundios en donde surgió la
leyenda del “Perro familiar”, una especie de bestia demoníaca que se comía a los
cosecheros rebeldes, a los que en vez de obedecer, luchaban. Esa leyenda, como
otros “espantos” –seres terroríficos– tienen tantos siglos como la opresión y son
tan originarias de Tucumán como la famosa casita de la Independencia, nombre
que llevó el operativo represivo de la dictadura en la región, uno de los más feroces.
Al terrorismo de Estado le siguió la policía “brava” y a esa policía, la mafia de los
Ale, –cuyo jefe, “La Chancha” fue acusado de ser uno de los líderes de la red de
trata y explotación sexual que secuestró a Marita–. A eso se le suma otro
“contexto”: “ el compadrazgo ”. Todo el mundo conoce a todo el mundo pero,
claro, algunos son más conocidos que otros: así, cuenta Camps, encontrar trabajo
no tiene nada que ver con los méritos propios y ni siquiera con ser una persona
decente, sino con los parentescos. Si uno le acota que acá también, ella dirá que allá
es peor, que se puede vivir con un criminal en la casa de al lado y saludarlo y
charlar con él como con cualquiera: “Está naturalizado”. Lo que también naturaliza
y oculta es el lenguaje. En el mundo prostibulario, el eufemismo se nutre del
paradigma de la familia: –Es un lenguaje que encubre el delito, no solo lo
naturaliza. No es una jerga marginal, es un lenguaje si se quiere hasta burgués:
el “marido”, por ejemplo, no es el hombre que uno elige para compartir la vida:
así le dicen al que te explota, al fiolo. Las mujeres entre sí, del mismo marido, del
mismo proxeneta, son llamadas “cuñadas”.
“Madrina” se le dice a la reclutadora, a la que te entrega. Todo el lenguaje está
tergiversado, se usa la palabra “prostituirse” como si fuera una elección libre. Me
impactó mucho cuando veía que los jueces no entendían el lenguaje que hablaban
las víctimas, hubo unas jornadas de capacitación previas al juicio pero no fueron ni
los fiscales, ni los jueces, ni sus secretarios. Y por otro lado, cuando los jueces o los
fiscales les preguntaban, hablaban el lenguaje jurídico y las chicas no los entendían.
Cómo no van a saber que personas poco letradas no los iban a entender
si les hablan con un lenguaje técnico...
5. Yo me planteo, por esto y tantas otras cosas que relato en el libro: ¿había una
voluntad previa de absolver?, ¿había una predisposición para hacerlo? No quiero
adelantar lo que está al final del libro, pero yo creo que sí, por lo menos a los
Rivero.
Los Rivero son María Rivero, la ex esposa de la Chancha Ale, que llegó a ser
presidenta del Club Atlético Tucumán, una institución importante en la provincia y
el país, y dirigió la empresa de remises “5 estrellas”, con más autos y, dicen, más
poder de fuego que la misma Policía, y su hermano, acusado de explotar
sexualmente a su propia esposa. La Red cuenta una historia sórdida.
De todo lo que escuchaste en el juicio, ¿qué fue lo que más te
conmovió?
Recuerdo una historia que nos hizo llorar a varias de las periodistas que estábamos
allá. Es la de la madre de una chica, María Alejandra, que había sido captada siendo
menor de edad. Daniela Milhein la llevó a los prostíbulos y después la retuvieron.
Me conmovió cuando la madre contó las veces que fue a tratar de recuperarla y no
pudo porque no tenía plata para pagar el rescate. Y cuando terminó diciendo que la
chica estuvo unos años apartada de la prostitución y después volvió: hizo lo que
había aprendido a hacer. Otro momento muy conmovedor, pero ya fuera del juicio,
fue una charla con el compañero de Marita, David Catalán. El decía: “yo sé que
cuando termine el juicio va a aparecer” como si fuera algo mágico; él sabe
exactamente lo que pasó, por supuesto, pero tenía la ilusión de que aparecería. Otra
cosa que me impactó, la cuento en el libro, es que David lleva siempre en la moto
una hoja canson número 5 donde hay un dibujo que le había hecho Marita cuando
estaba embarazada, un sol flamígero, con una dedicatoria. Con su hijita, Micaela,
que todavía no había cumplido los 14 años, acordaron tatuarse los dos ese dibujo en
la espalda. Después de insistirle mucho a la abuela, Micaela se hizo el tatuaje. Un
día, en un cuarto intermedio, los acusados y sus abogados buscaron una tableta y
ampliaron el avatar de Twitter de Micaela donde mostraba el tatuaje. Entonces las
acusadas, Daniela Milhein y Liliana Medina sobre todo, empezaron a bromear
diciendo: “y después nosotras somos las prostitutas…”, es decir: el homenaje de
una niña a su madre desaparecida fue interpretado con la mirada que esas mujeres
–ambas prostituidas desde muy jóvenes– recibieron siempre desde afuera y que
terminaron haciendo propia. En ese momento un fotógrafo observó y dijo: “¿no
tendríamos que decírselo a la defensora de menores?”. Me golpeó la naturalización
6. del uso de la mujer, la idea de que todo lo que hace una mujer es para “provocar a
los hombres”.
7. del uso de la mujer, la idea de que todo lo que hace una mujer es para “provocar a
los hombres”.