El sacerdote visita a un hombre enfermo a pedido de su hija. El hombre le cuenta que ha estado orando solo sentado frente a una silla vacía donde se imagina a Jesús, siguiendo el consejo de un amigo. Antes de morir pacíficamente, el hombre se recuesta la cabeza en la silla vacía. El sacerdote desea que todos puedan irse tan pacíficamente como este hombre.