Clara es una mujer de 60 años que vive sola después de que le amputaron la pierna izquierda. Su hijo Rubén trata de animarla a usar una prótesis y volver a caminar, pero ella se niega. Un día, unos renacuajos en un frasco se caen al piso y empiezan a morir, lo que la inspira a Clara a probar la prótesis y salir de la casa para liberar a los renacuajos en la laguna.
1. Sinopsis 3 “Renacuajos”
En las afueras de Concepción, Chile. Zona rural, en una casa
junto a una laguna, vive solitaria Clara Millar, 60 años,
amputada de la pierna izquierda hasta la rodilla. La herida
ha cicatrizado, pero los deseos de vivir disminuyen. Está
postrada en su cama y la obsesiona observar, los frascos que
tiene al borde de la ventana, como le crecen patas a los
renacuajos.
Su único hijo, Rubén, profesor de enseñanza básica, le trae
una pierna ortopédica para convencerla que vuelva a caminar,
pero se niega a usarla y no está dispuesta a mostrarse
incompleta. Rubén deja la pierna ortopédica junto al velador,
camina a paso de hormiga desde la cama hasta la puerta y
comenta que ella siempre dijo: “que cuando estamos
encerrados, si hay fe, humildad, a un par de pasos siempre
hay una salida”. Abre las cortinas y la ventana para cambiar
de aire, así la señora no se sofoca con malos pensamientos.
Se queda observando los renacuajos, acusa que hay algunos
muertos y le extraña que los otros no hagan nada por escapar,
de seguro así morirán todos. Clara, se sienta en la cama y
comenta que quizás es su opción. Rubén la increpa y afirma
que su opción sería si estuvieran en la laguna, libres y
apostando por la vida. Clara le pide que la deje sola y ella
sabrá lo que es mejor. Rubén se queda un instante en
silencio, se acerca y le comenta que su esposa comenzó con
trabajo de parto. Clara sonríe tímidamente y Rubén se va.
Clara observa el lugar, su mirada se fija en la ventana donde
la cortina se desliza entre los frascos. Se soba las manos,
le da calor con su boca y se cubre con las cobijas hasta la
cabeza. Se oye el ruido de un frasco que cae al piso. Clara
se descubre el rostro, observa a la ventana, falta uno de los
frascos, en el piso los renacuajos están tirados sobre la
madera húmeda y se arrastran moribundos. Clara se asoma a ver
y con dificultad se levanta de la cama, va hasta la ventana,
toma el frasco, se gira y cae sentada en el piso. Recoge uno
a uno los renacuajos y se queda un momento con la mirada fija
en la pierna ortopédica que está a un costado del velador.
Clara se coloca la pierna ortopédica y apoyada en una muleta
sale de casa. Lleva el frasco hasta la laguna y libera a los
renacuajos.