1. Tres por cuatro metros de encierro. En una esquina, las astas del ventilador insisten en sofocar el calor, sin resultado. La desnudez de dos cuerpos se descubre gracias a la tenue luz que se filtra caprichosamente por la ventana. Antonio camina hacia el baño. Ella quiere decírselo pero se arrepiente. Él le parece tan torpe, que es imposible verlo en el plan de educar a un hijo. No debe saber nada; para él un embarazo es problema de mujeres y por ello deben cuidarse. Lina se levanta y camina hasta la puerta del baño para darle un beso con el que marca su silencio.
2. Con el paso de los días, las jaquecas y el malestar son cada vez más insoportables. La mamá de Lina empieza a sospechar. Después de estar sentada alrededor de dos horas frente al teléfono de su casa, Lina decide llamar a Antonio. Necesita alivianar su carga, entregándole una parte. Antonio escucha todo sin pronunciar palabra, hasta que los labios dejan escapar su sentencia: “tienes que abortar”