1. LA NIÑA DE LA ESQUINA
Estaba en mi habitación durmiendo. Abrí los ojos, y, en una
esquina del cuarto, vi una niña vestida con una bata blanca,
descalza, y una larga cabellera negra que le cubría la cara. Cerré
los ojos aterrado, muerto de miedo. Cuando los volví a abrir, no
había nada. Ni los muebles, ni los libros, ni mis pósters, todo se
había ido. Pero ella seguía allí.
Sonó un teléfono. Me di cuenta de que el teléfono estaba a mi
lado. También había un charco de sangre y una espantosa y espesa
niebla. Sentí horror, escalofríos, pánico, estaba agotado. Lo cogí y
oí una voz femenina que decía: “Detrás de ti, no corras. No tiene
ojos, pero te ve. No abras la puerta.”
No sabía qué hacer: quedarme allí con esa niña tan
aterradora o abrir la puerta y aventurarme a encontrar algo mucho
peor que la situación anterior. Cosa que era muy poco probable.
Abrí la puerta temblando. Al otro lado estaba mi madre. La
abracé. Estaba empapado en sudor. Mi madre me acompañó de
nuevo a la cama. Que terrible pesadilla... Suerte que sólo era un
sueño y los sueños… sueños son, como dijo Calderón.
Ll.S.M
6é C 2014- 15