La temperatura de una CPU debe mantenerse dentro de un rango para funcionar correctamente. Si la temperatura supera los valores máximos, puede causar problemas como lentitud, fallas o apagados repentinos. Las temperaturas ideales son menores a 60°C durante el uso normal y entre 30-40°C cuando el PC no está en uso. Las fallas de temperatura son difíciles de diagnosticar y pueden causar problemas esporádicos como apagados.