El documento contrasta el presidencialismo y el parlamentarismo como regímenes democráticos que conducen a consecuencias políticas distintas. Explica que los sistemas parlamentarios surgieron en las monarquías europeas donde el poder se transfirió gradualmente al parlamento, mientras que los sistemas presidencialistas surgieron en las primeras repúblicas como Estados Unidos, que rechazaban la monarquía y aristocracia.