1. Universidad Peruana Los Andes
Sede – La Merced
Escuela Profesional: Administración
Tema: TICS 2
Estudiante: Carlos Rojas Huamán
Título: Día de La Madre
Docente: Edith Quispe
Chanchamayo - 2016
2. DIA DE LA MADRE
Mientras algunos atribuyen la celebración del Día de la Madre a una estrategia mercadotécnica y comercial, la realidad es
que su origen tuvo un sentido muy diferente.
Las celebraciones por el día de la madre se iniciaron en la Grecia antigua, en las festividades en honor a Rhea, la madre de
Júpiter, Neptuno y Plutón.
El origen del actual Día de la Madre se remonta al siglo XVII, en Inglaterra. En ese tiempo, debido a la pobreza, una forma
de trabajar era emplearse en las grandes casas o palacios, donde también se daba techo y comida.
Un domingo del año, denominado «Domingo de la Madre», a los siervos y empleados se les daba el día libre para que
fueran a visitar a sus madres, y se les permitía hornear un pastel (conocido como «tarta de madres») para llevarlo como
regalo.
Esta celebración se desarrollaba colectivamente, en bosques y praderas.
Aunque algunos colonos ingleses en América conservaron la tradición del británico Domingo de las Madres, en Estados
Unidos la primera celebración pública del Día de la Madre se realizó en el otoño de 1872, en Boston, por iniciativa de la
escritora Julia Ward Howe (creadora del «Himno a la república»). Organizó una gran manifestación pacífica y una
celebración religiosa, invitando a todas las madres de familia que resultaron víctimas de la guerra por ceder a sus hijos
para la milicia.
3. Tras varias fiestas bostonianas organizadas por Ward Howe, ese pacifista Día de la
Madre cayó en el olvido. Fue hasta la primavera de 1907, en Grafton, al oeste de
Virginia, cuando se reinstauró con nueva fuerza el Día de la Madre en Estados
Unidos, siendo Ana Jarvis, ama de casa, quien comenzó una campaña a escala
nacional para establecer un día dedicado íntegramente a las madres
estadounidenses.
En memoria de una madre
Luego de la muerte de su madre en 1905, Jarvis decidió escribir a maestros,
religiosos, políticos, abogados y otras personalidades para que la apoyaran en su
proyecto de celebrar el Día de la Madre, en el aniversario de la muerte de su propia
progenitora, el segundo domingo de mayo.
Tuvo muchas respuestas, y en 1910 esta fecha ya era celebrada en casi todo Estados
Unidos.
En 1914, el Presidente Woodrow Wilson firmó la proclamación del Día de la Madre
como fiesta nacional, que debía ser celebrada el segundo domingo del mes de mayo.
La primera celebración oficial tuvo lugar un día 10 de mayo, por lo que este día fue
adoptado por muchos otros países del mundo como la fecha del «Día de las
Madres».
4. En México, los aztecas ya honraban la maternidad
A la madre de Huitzilopochtli
Honrar la maternidad también fue característica de las culturas que poblaron
Mesoamérica antes de la Conquista. Una de ellas, la azteca, rendía culto a la madre de su
dios Huitzilopochtli, la diosa Coyolxauhqui o Maztli, que según era representada por la
luna.
La mitología cuenta que durante la creación del mundo fue muerta a manos de las
estrellas, que celosas, le quitaron la vida para que no diera a luz a su hijo Huitzilopochtli,
quien representaba al sol, sin embargo, éste sí pudo nacer, venciendo a las tinieblas.
Los indígenas rendían especial tributo a esta diosa y dedicaron a ella hermosas esculturas
en oro y plata, que no sólo revelan profundo sentido artístico sino la importancia tan
grande que ellos concedían a la maternidad.
La peregrinación al Tepeyac
El más representativo de estos rituales era el celebrado a mediados de la primavera, en el
cerro del Tepeyac, con el fin de honrar a la madre de los dioses, Tonatzin, cuyo nombre
significa «nuestra madre venerable».
Los festejos a la maternidad entre los aztecas eran de carácter sacro. Peregrinar desde
distintos puntos del antiguo México para honrar a Tonatzin, era un acto de comunión
cósmica y una ceremonia de reconocimiento a la propia madre.
5. Tonatzin, como dice la historiadora Bibiana Dueñas, «era “la Madrecita”, y tenía
por mayor atributo la vida; ella la daba. De allí su importancia y su fuerza más
grande. Era el elemento vital de la sangre y, por lo tanto, también la guerra y la
muerte eran sus atributos». En las fiestas se le invocaba como «madre de las
divinidades, de los rostros y los corazones humanos». Tonatzin aparecía
muchas veces, según cuentan, como una señora vestida elegantemente de
blanco; de noche gritaba y pregonaba.
También cuentan que traía una cuna a cuestas, como quien trae a su hijo en
ella; iba al mercado y se acomodaba entre las otras mujeres; más tarde
desaparecía, abandonando la cuna por ahí. Cuando las otras mujeres advertían
la cuna estaba olvidada, se asomaban a ella y encontraban un pedernal, con el
cual se hacían sacrificios en su honor.