Este documento critica el proceso para aprobar la reelección del presidente como inconveniente y dañino. Argumenta que el presidente ha abandonado su propuesta original de cambio y purificación de la política, y en su lugar ha adoptado las mismas prácticas corruptas que criticaba. Señala varios ejemplos como los problemas legales de su hermano, la manipulación de cargos públicos y la adjudicación caprichosa de contratos, mostrando que se ha alejado del camino propuesto inicialmente. Concluye que este proceso ha dañado la cred

1. UN PROCESO INCONVENIENTE EDGAR PAPAMIJA Cuando aparentemente falta un último paso para la aprobación de la segunda reelección del actual Presidente, hay que decir con toda claridad que estamos llegando al final de un proceso inconveniente a todas luces. De este proceso todo el mundo sale mal librado pues deja detrás de sí un camino signado por el abuso, el atropello y la disolución de los valores, y esa no es una senda ideal para acceder al poder. En primer lugar, si comparamos las propuestas de Uribe I con lo que está ocurriendo, nos encontraríamos que la nueva versión del Presidente - candidato, no solo ha caído en los mismos errores que le atribuyó a quienes ejercían la política en ese momento, sino que muchas de sus acciones, harían palidecer a sus contradictores de entonces. Cuántos antioqueños que votaron entusiasmados por las eliminación de prácticas dañinas en el ejercicio de la política, hoy asisten al espectáculo circense que el mentor de Uribe lll, es uno de los más caracterizados representantes de ese círculo, y que impávido,desde el Ministerio de Justicia, entorpece con su presencia la acción de los jueces en los líos de su hermano, conocido de marras por los paisas. Cuántos colombianos creyeron que con Uribe se iba a purificar y a dignificar el ejercicio de la política. Tantos, que en su primera elección casi todos la vieja clase política estuvo en contra suya, y hoy en contraste, todos están a su lado. Una de dos: o no eran tan malos, como decía Uribe, o Uribe se volvió como ellos. Yo me inclino por la segunda opción pues fue triste ver de cerca la mutación del candidato del cambio al candidato cambiado. Para nadie es un secreto y lo es mucho menos para quienes conocemos de cerca los avatares de la política, que las adhesiones del Congreso tienen un costo y ese costo se ha pagado con largueza. Los líos de las Notarías, los líos de la Yidispolítica, los nombramientos en el exterior, la manipulación de la carrera administrativa, la simulación de meritocracia, la distribución de contratos, etc., son muestra fehaciente que se abandonó el camino propuesto en las primeras de cambio. Incluso para muchos es claro que los auxilios parlamentarios cambiaron de forma, para convertirse en proyectos adjudicados caprichosamente en los consejos comunales o a través de los parlamentarios que se benefician de esa adjudicación. Para ser más claro: si la política de la transparencia quedó en manos de Bernardo Moreno y Roy Barreras, apaguen y vámonos. Todo esto muestra claramente el tortuoso camino recorrido para llegar a la aprobación de una segunda reelección, sin contar con los males causados a la credibilidad, a la Justicia, a las Instituciones, puestas todas al servicio de la campaña. Ni la Federación de Cafeteros se estaba escapando. Que quede claro que nadie en el exterior ve con buenos ojos este proceso. Hemos ratificado nuestra condición de “Banana Republic”, y nadie entiende en qué nos podemos diferenciar de Ecuador, Bolivia, Honduras, Irán y ahora de Afganistán. Ojalá el Presidente o mejor la primera Dama, que parece la sensatez del régimen, logre imponer su voz sobre la de los áulicos de Palacio que han demostrado hasta la saciedad, que más que la reelección de Uribe la que les preocupa es su propia reelección. Cuando Uribe propuso un cambio, las encuestas poco le favorecían hasta que la sensatez se impuso. Lo único deseable es que ahora suceda lo mismo.