1. Murió José Saramago. Tenía 87 años
El escritor portugués José Saramago, premio Nobel de Literatura, falleció este
viernes a los 87 años en la localidad de Tiaz, Islas Canarias.
Foto: Roman Von Eckstein | Télam
José Saramago murió el viernes 18 de junio de 2010
El autor de libros mundialmente reconocidos como "Ensayo sobre la ceguera", "El evangelio
según Jesucristo" o "La balsa de piedra" falleció a las 12.45 GMT aproximadamente, según
dieron a conocer los medios españoles.
Saramago naciól 16 de noviembre de 1922 en Azinhaga, un pequeño poblado de Ribatejo
(Portugal), a 100 kilómetros de Lisboa, con el nombre José de Souda, el cual fue cambiado
luego por el apodo de su familia paterna, Saramago, que el funcionario del Registro Civil
añadió al inscribirlo.
Además de la literatura, fue cerrajero, mecánico, editor y periodista. En este último ámbito
destacó su labor como director adjunto del "Diario de Noticias", de Lisboa.
En 1947 publicó su primera novela, "Tierra de pecado" y en 1969 se afilió al Partido
Comunista Portugués. Tras una larga pausa de casi veinte años, porque no tenía "nada que
decir", según él mismo dijo, Saramago incursionó en la poesía entre 1966 y 1975 y publicó
"Poemas posibles", "Probablemente alegría" y "El año de 1993". Asimismo, publicó piezas
teatrales como "La noche" (1979) y "¿Qué haré con este libro?" (1980).
En 1991 publicó "El Evangelio según Jesucristo", el cual le valió duras criticas de El
Vaticano, así como el veto en 1992, cuando la novela se retiró de la lista de candidatas al
Premio Literario Europeo. Sin embargo, la obra recibió el prestigioso Premio de la
Asociación de Escritores de Portugal dos años después.
No obstante este reconocimiento, tuvo múltiples problemas que lo llevaron a trasladar su
residencia a la isla de Lanzarote, en el archipiélago español de las Canarias.
2. En 1998 recibió el Premio Nobel de Literatura gracias a una obra que profundiza en temas
como la muerte, el consumo, la sociedad de masas, el sistema democrático o la idea de la
muerte, entre otros.
UN HOMBRE LLAMADO SARAMAGO
“Caín”, la última novela de José Saramago me llego un día de lluvia y el sobre que contenía el
libro venía medio desecho, pero la tinta de bolígrafo es por fortuna resistente y la dedicatoria no
había sufrido daños. También llovía hace dieciocho años en Bad Homburg, un lugar cercano a
Frankfurt donde, cada año, empezaba realmente la Feria del Libro, la mítica Buchmesse,
durante una cena ofrecida por Ray-Güde Mertin, nuestra agente literaria. Y en esa tarde de
lluvia, mientras todos bebíamos estupendos vinos alemanes, mientras escritores y editores de
todo el mundo nos encontrábamos, tocábamos, narrábamos lo que en ese momento nos
ocupaba, nadie se percató de que el timbre de la casa no funcionaba.
De pronto, uno de los camareros se acercó a la anfitriona y le susurró: “en la puerta hay un
hombre llamado Saramago”. Entonces entró ese hombre flaco acompañado de un ángel llamado
Pilar, ese hombre que miraba a los ahí reunidos con ademanes de estar perdido, hasta que
reconoció al novelista uruguayo Mario Delgado Aparaín y ambos se fundieron en un abrazo. A
partir de ese momento se formó el rincón de los latinoamericanos que tratábamos de responder
a las mil preguntas que nos hacía José Saramago, que sabía de nuestros países más que muchos
de nosotros mismos.
José Saramago entendía la solidaridad como un hecho consustancial a vivir, nadie se jugó tanto
por tantas causas justas y en tan poco tiempo. Los que alguna vez lo invitamos a Chiapas, a los
campamentos del Tinduf, a la Araucanía, a cualquier territorio del continente americano donde
se precisara, no un mensajito esperanzador carente de médula, sino un discurso fuerte sobre los
derechos humanos, la justicia y la dignidad de los pobres, sabíamos que lo más probable es que
aceptara, poniendo en juego su propia salud y su precioso tiempo de escritor enorme.
José Saramago llegó a todos los lugares a los que creyó que tenía que llegar. Supo definir mejor
que nadie lo que significaba ser un comunista en el confuso siglo XXI: es una cuestión de
actitud, dijo, una cuestión de ética frente a los acontecimientos y la historia.
Y ahora llueve también en Asturias cuando la radio me informa del deceso de ese hombre
llamado Saramago, cuyo ejemplo es un icono de la decencia social, y autor de libros que
permanecerán en la memoria de los siglos.
3. Será dura y difícil la senda de los preocupados por la ética sin la presencia de José Saramago.
Será duro saber que no está cuando precisemos de su voz alentadora en las mil batallas
pendientes contra un sistema feroz. Pero sé que una voz en nuestras conciencias, en los
momentos de dudas o peligros, nos recordará que con nosotros todavía sigue el ejemplo de ese
hombre, de ese hombre llamado Saramago.
*Luis Sepúlveda es escritor y colaborador de Le Monde Diplomatique. Gijón, 18 de junio de
2010.