30. Y entró otra vez en la sinagoga, y estaba allí un hombre
que tenía seca una mano. Y lo observaban, por si lo
sanaríaen sábado, para que lo acusaran. Dice al hombre
que tenía la mano seca: Ponte° en el medio. Y les dice:
¿Es lícito en sábado hacer bien o hacer mal; salvar una
vida, o matar? Pero ellos callaban. Y mirándolos en
derredor con enojo, profundamente entristecido por la
dureza de sus corazones, dice al hombre: Extiende la
mano; y él la extendió, y quedó restablecida su mano. De
inmediato salieron los fariseos y tramaron con los
herodianos un complot contra Él para que lo mataran.
Mr 3.1–6.