2.
Son aquellos principios que mediante su práctica
permite a los seres humanos tener una relación con
Dios o con tras deidades; en un sentido más específico
estos valores posibilitan a cada individuo mantener
una relación Dios –hombre, alimentada a partir de la
creencia de cada individuo en cuanto a su creación y sus
prácticas. Los valores espirituales van desarrollando al
hombre a lo largo de su vida y le brinda un valor interior
que puede generar o influir en los valores morales; dado
que estos significan las buenas costumbres y la moralidad
de una cultura.
Valores Espirituales
3. Oración
La Oración cristiana es una
relación entre Dios y el hombre en
Cristo. Es acción de Dios y del
hombre; brota del Espíritu Santo y
de nosotros, dirigida al Padre, en
unión con el Hijo de Dios hecho
hombre. La oración es un diálogo
personal con Dios, como entre un
padre y un hijo, o dos amigos. Es
necesario amar la oración, anhelar
los ratos de diálogo con Él. La
oración es cristiana porque nos
une a Cristo y se extiende por la
Iglesia que es su Cuerpo. La
oración es parte esencial de
nuestra formación como
cristianos; promueve la fe, cultiva
el amor y nutre la esperanza. La
oración en el hogar hace de las
familias, pequeñas Iglesias. Dios
llama al ser humano y la oración
4. Vida Espiritual
La vida de oración es el
fundamento de toda vida
espiritual. La vida espiritual es la
unión personal y constante con
Dios. Es la identificación de
corazón con la Voluntad de Dios,
teniendo los mismos sentimientos
de Cristo. La vocación del
cristiano se realiza a través de la
vida espiritual. Los sacramentos
promueven la vida espiritual y
ayudan a seguir el ejemplo de
Jesucristo. Para la vida espiritual
es indispensable la Celebración
Eucarística, centro de la vida
cristiana y, fortaleza para construir
la familia en Cristo. La lectura de
la Biblia hecha con constancia nos
hace crecer en la vida espiritual.
La devoción a nuestra Madre
Santísima es un elemento básico
5. La Santidad
Pensamos, a veces, que la santidad es
privilegio de los elegidos o los llamados
a consagrar su vida a Dios. Ser santo es
la misión de cada cristiano. A través del
Bautismo hemos sido llamados a la
santidad, que es la presencia de Dios en
el corazón del creyente. Todos los fieles
cristianos, de cualquier estado o
condición, son llamados a la plenitud de
la vida cristiana y a la perfección de la
caridad. El camino de la santidad de los
cristianos comienza en los deberes
diarios y en la familia, con pequeños
actos de amor, en el matrimonio, el
sacerdocio, la vida religiosa, el trabajo,
el descanso, la escuela, etc. La Santidad
en el cristiano es obra de Jesús que nos
enseña a amar a Dios sobre todas las
cosas y al prójimo como a nosotros
mismos. Cristo, a través de su Iglesia,
nos guía en el camino de la santidad. Si
6. Estado de Gracia
La Gracia es un don de Dios que
recibimos en el Bautismo,
gratuitamente, a través de los
méritos de Jesucristo, quien con su
muerte y resurrección nos devolvió
la vida sobrenatural. En Cristo
redentor y salvador, la imagen de
Dios en el hombre ha sido
restaurada y ennoblecida. El estado
de gracia es estar en amistad con
Dios. Perdemos nuestro estado de
gracia cuando pecamos. Dios lo
restaura por medio de la oración y
el sacramento de la confesión.
Todos los hombres somos llamados
a un mismo fin que es Dios. El
cristiano realiza su vocación dentro
de la Iglesia en comunión con
todos los bautizados.
7. Compromiso
• Dar testimonio de vivir
la fe con alegría, que
facilite la práctica de la
vida espiritual.
• Asistir a Misa los
domingos y
confesarnos
frecuentemente para
vivir en gracia.
• Acercar a los hijos a la
oración en familia y a
la participación en
nuestra parroquia.
• Encomendarnos a
Nuestra Madre
8. ¿Como es tu
relación con Dios?
Son aquellos principios que mediante
su práctica permite a los seres humanos
tener una relación con Dios o con otras
deidades; en un sentido más específico
estos valores posibilitan a cada individuo
mantener una relación Dios –
hombre, alimentada a partir de la
creencia de cada individuo en cuanto a su
creación y sus prácticas. Los valores
espirituales van desarrollando al hombre a
lo largo de su vida y le brinda
un valor interior que puede generar o
influir en los valores morales; dado que
estos significan las buenas costumbres y
la moralidad de una cultura.
9.
El tener una relación personal con Jesucristo comienza al
momento de darnos cuenta de nuestra necesidad de Él,
admitiendo que somos pecadores, arrepintiéndonos de nuestros
pecados, y pidiéndole que entre a nuestros corazones para ser la
autoridad en nuestras vidas. Dios, nuestro Padre celestial,
siempre ha deseado estar cerca de nosotros y tener una relación
personal con nosotros. Antes que Adán pecara en el Huerto del
Edén (Génesis capítulo 3), tanto él como Eva conocían a Dios
íntimamente, a nivel personal. Ellos caminaban con Él en el
Jardín y hablaban directamente con Él. Debido al pecado del
hombre, fuimos separados de Él. Él es perfecto, y no puede
vivir entre el pecado. Antes que Jesús muriera en la cruz, la
gente tenía que sacrificar animales cuando pecaba, porque la
Relación
10. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que
siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Romanos 5:8
11.
Dios
Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que
en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna.
Juan 3:16
12. Debemos incluir a Dios en nuestra vida diaria, de la misma manera que lo
haríamos con cualquier otro miembro de nuestra familia, solo que éste sería
¡muchísimo más importante que cualquiera! Debemos orarle a Él, leer Su
Palabra, y meditar en sus versos en un esfuerzo por llegar a conocerlo mejor y
estar dispuestos para hacer Su voluntad. Debemos orar por sabiduría, que es
uno de los más grandes bienes que podemos tener. Debemos llevarle nuestras
peticiones a Él, haciéndoselas en el nombre de Jesús. Jesús dijo, “No me
elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para
que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que
pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo de.” (Juan 15:16) Jesús es quien nos
ama lo suficiente como para dar Su vida por nosotros, y Él es quien formó el
puente sobre el abismo que había entre Dios y nosotros. Y Dios es quien envió
a Jesús para hacerlo; ellos son Uno y el Mismo, y ambos merecen todo nuestro
honor, alabanza y adoración.
Lo que un gran número de gente no sabe, ni se da cuenta, o no le interesa, es
que Jesús nos dio el regalo más asombroso – la oportunidad de pasar la
eternidad con Él y Dios el Padre si es que creemos, o confiamos en Él.
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en
Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 6:23). Dios envió a Su Hijo para que
llevara nuestro pecado, fuera muerto, y luego fuera levantado nuevamente,
obteniendo Su victoria sobre el pecado y la muerte. “Ahora, pues, ninguna
condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan
13. El Espíritu Santo también es Dios; Él es esa “parte” que nos ha sido dada como
nuestro Consolador. Jesús dijo antes de morir: “Si me amáis, guardad mis
mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador; para que esté
con vosotros para siempre: El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede
recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con
vosotros y estará en vosotros.” (Juan 14:15-17), y después de que Él murió, el
Espíritu Santo se volvió accesible para todos los que sinceramente buscan
recibirlo. Él es quien ahora vive en los corazones de los creyentes y jamás los
dejará. Él nos aconseja, nos enseña las verdades, y cambia nuestros corazones.
Sin la obra del divino Espíritu Santo, no tendríamos la habilidad para luchar
contra el mal y las tentaciones. Pero puesto que lo tenemos en nosotros,
comenzamos a producir el fruto que viene de permitir que el Espíritu nos
controle: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, y
templanza (Gálatas 5:22-23).
Esta relación personal con Jesús nos es tan difícil de obtener como podríamos
pensar, y no hay una fórmula misteriosa para conseguirla. Tan pronto como nos
convirtamos en hijos de Dios, recibimos al Espíritu Santo quien comenzará a
trabajar en nuestros corazones. Debemos orar sin cesar, leer la Biblia y unirnos a
una iglesia de creyentes bíblicos; todas estas cosas nos ayudarán a crecer
espiritualmente. Confiando en Dios para que nos ayude día con día y creyendo
que Él es nuestro sustentador, es la forma de establecer una relación con Él.