1. Al menos 90 personas, en su mayoría civiles, murieron este sábado en actos violentos en Siria,
anunció el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), una ONG con sede en el Reino
Unido.
La norteña provincia de Idleb pagó el tributo más alto con 12 civiles muertos en bombardeos,
señala el OSDH. En Damasco, siete de los 12 civiles muertos fueron víctimas de francotiradores. Y
por primera vez, en Bab Tuma, un barrio cristiano del casco antiguo de Damasco, un matrimonio y
su hijo fueron asesinados por "hombres armados desconocidos", según el OSDH.
Además se encontraron los cuerpos de dos habitantes en su casa del barrio de Midan, en el sur de
Damasco, sin que se sepa cuándo murieron.
Midan fue escenario de combates violentos entre rebeldes y unidades de las fuerzas especiales y
de la Guardia Republicana, que el viernes retomaron el control del barrio.
En la provincia meridional de Deraa fallecieron cuatro civiles y tres rebeldes. La rebelión perdió a
siete combatientes en Homs, una ciudad del centro de Siria y símbolo de la "revolución". Y los
bombardeos sobre Rastan, en la provincia de Homs, se cobraron la vida de cuatro civiles.
El jueves fue el día más mortífero en Siria desde el comienzo de la contestación popular en marzo
de 2011 con más de 300 muertos, en su mayoría civiles. Lo que comenzó como una protesta por
derechos básicos ha degenerado en un complejo conflicto geopolítico regional y en una
fragmentación étnica y religiosa de la sociedad siria que ha impedido la formación de una
oposición coherente y unida contra el régimen alauita de Bashar al Asad, quien aún cuenta con
apoyo de grupos minoritarios del país.
En entrevista publicada por al diario israelí Haaretz, un general que desertó de las fuerzas del
Ejército Sirio Libre indicó que Al Asad recibe ayuda directa de Irán, Hezbolá y las milicias chiitas
iraquíes de Muqtada al Sadr, además del blindaje diplomático ruso. Las fuerzas opositoras reciben
apoyo financiero y militar de Qatar y Arabia Saudita y tienen su base de operaciones en Turquía.
Se agrega al coctel la posible presencia de grupos jihadistas y de Al Qaeda, en especial el frente Al
Nusra, que ha asumido la autoría de varios atentados en la capital.
2. Las potencias occidentales fuera de condenar la matazón no han podido convencer a sus pares
ruso y chino en el Consejo de Seguridad de llevar a cabo algún tipo de acción contra Al Asad, y lo
único que hay es el moribundo plan de paz de la Liga Árabe y Naciones Unidas liderado por el
exsecretario del organismo Kofi Annan, plan de alcance limitado y nulos resultados a la fecha. No
se vislumbra una solución política pues todas las líneas rojas han sido rebasadas por la brutalidad
del régimen, impidiendo que pueda iniciarse una negociación con la muy fragmentada oposición,
que incluye en sus filas a la Hermandad Musulmana, exiliados, comunistas, nacionalistas árabes y
organizaciones locales.
Al Asad ha logrado llevar el conflicto al terreno de su elección, una cuasi guerra civil donde puede
justificar el desaforado uso de la fuerza contra la población. Nadie puede darse el lujo de perder. Si
Al Asad cae, Irán pierde su aliado en el mundo árabe y de carambola reduciría significativamente
su influencia en Líbano y en Irak. El movimiento palestino Hamás ya desertó del campo sirio-iraní y
se plegó a sus hermanos suníes. Si Al Asad prevalece, Arabia Saudita y el mundo árabe suní van a
enfrentar a un envalentonado Irán que apoya a minorías chiitas y a otros grupos radicales.
Geopolíticamente es demasiado lo que está en juego