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Por Moshé Rozén
Desde Nir Itzjak, Israel
Siria: sobrevendrá una primavera democrática
tras el vendaval?
El presidente sirio, Bashar al Assad, incrementa la virulenta ola represiva contra
las movilizaciones populares: la estrategia de Damasco se sostiene en la absurda ilusión
que puede perpetuar su dominio apelando a la masacre de sus opositores; la realidad
marca otro rumbo: la espiral de violencia se ve estimulada por el deseo de venganza y
sublevación. De marzo a noviembre más de 3500 sirios perdieron la vida en los
cruentos enfrentamientos. Nabil Al Arabi, secretario de la Liga Arabe, negocia con el
canciller sirio, Walid Al Mualem, la intervención de observadores que registren el
acontecer en las calles sirias. Pero no hacen falta observadores para determinar que el
país ya está hundido en un sangriento caos: a pesar de la hermética censura impuesta por
Assad, desde teléfonos celulares y cámaras ocultas, se revelan al exterior los
testimonios fotográficos del cruel accionar del régimen de Damasco.
Los últimos días parecen indicar que el vecino sepentrional de Israel se encuentra
sumido en una crisis de imprevisibles consecuencias.
El sábado (19 de noviembre) las tropas sirias efectuaron un vasto operativo de
secuestro de opositores en zonas que limitan con Turquía, añadiendo así un eslabón de
hostilidad a la ya tensa relación entre Damasco y Ankara.
Lo propio sucede con la persecución contra minorías étnicas como los kurdos.
En todo el territorio sirio se registran insurrecciones de colectivos varios como los
musulmanes shiitas y sunitas (los sunitas son la población mayoritaria en ese país).
El sector más amenazado por la revuelta popular es la secta alawi hegemonizada
por Assad.
El padre de Bashar, Hafez, disolvió hace medio siglo –septiembre de 1961- la
unión entre Siria y Egipto, cuando percibió que la alianza con El Cairo debilitaba el
poder de los alawi.
Una década después, Hafez Al Assad, como su hijo ahora, afianza su control
eliminando opositores y depurando las filas del partido Baath.
Bashar Al Assad trata de vislumbrar su futuro
2. Asad padre en las paredes
Es importante que nuestros lectores recuerden que la Unión Soviética apadrinó al
régimen y le suministró el vasto arsenal armamenticio que facilitó la aventura militar
siria contra Israel en octubre de 1973: este dato explica la actual negativa moscovita a
una intervención internacional que evite la guerra civil. O sea: la Rusia actual heredó el
modelo expansionista del régimen anterior y visualiza en el dictador de Damasco un
aliado que limita la incidencia europea y norteamericana en Oriente Medio.
Estados Unidos –Hillary Diane Clinton dixit- considera que estamos en la recta
final del proceso revolucionario sirio. Probablemente, la Secretaria de Estado esté en lo
cierto, pero es más riegoso apostar a lo que sucederá luego del derrumbe de Bashar.
El mapa geopolítico de nuestro tiempo no se asemeja al medieval
A río revuelto, ganancia de pescadores: el desastroso panorama sirio fortalece la
potencia de Irán y del Islam fundamentalista, por dos motivos básicos; primeramente, el
pefil de estabilidad interna que intenta demostrar Teherán y –en segundo término- el
asolador clima político y social en Damasco, desvía la atención del crecimiento de Irán
como potencia nuclear y su incesante apoyo a grupos islamistas armados como Hizbulá
en Líbano y el gobernante en Gaza, Hamás.
Noviembre de 2011
El autor es corresponsal en Medio Oriente de
"Revista Horizonte para una Convivencia" (Buenos Aires)