La princesa Ziruma vivía en la Alta Guajira y era conocida por su belleza. Sin embargo, maltrataba a sus criadas y disfrutaba de sus privilegios sin esfuerzo. Un día, mientras se bañaba en un río durante una tormenta, las criadas se refugiaron de la lluvia y Ziruma quedó atrapada en un hueco profundo que se llenó de agua. Con el tiempo, se convirtió en un árbol llamado trupío cuyo fruto calma la sed.