Antes de una batalla, los soldados se retiran por miedo a las grandes tropas enemigas. El primer intento de convencerlos de luchar fracasa debido a la falta de convicción y pensamiento individualista del orador. Sin embargo, el segundo intento tiene éxito porque el orador usa un tono adecuado, apela a los sentimientos de libertad y situación de los soldados, logrando generar empatía y conseguir su apoyo.