1. Estado de ánimo fatal
Lectura:
Éxodo 11
“Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante de
Faraón; pues Jehová había endurecido el corazón de Faraón, y no
envió a los hijos de Israel fuera de su país”
— Éxodo 11:10
2. Cuando Faraón se negó a dejar que el pueblo de Israel saliera de Egipto, miles de inocentes
egipcios murieron debido a la terquedad de éste. Es probable que la gran ira que Moisés sintió
al salir de la presencia de Faraón (Éxodo 11:8) fuera causada porque sabía lo estaba por
sucederle a los primogénitos de Egipto esa primera noche de la Pascua. Iba a ser una noche
de devastación y dolor porque el gobernante estaba en un estado de ánimo fatal.
Es fácil para mí condenar la desobediencia obstinada de Faraón a Dios pero me es muy difícil
enfrentar mi propia desobediencia. Sin embargo, este pasaje me obliga a preguntarme,
«¿Acaso mi actitud estará asfixiando a alguien cercano a mí, al punto de matarlo?»
Oswald Chambers dijo: «De tapa a tapa, la Biblia insiste en el derecho a la vida. En tanto yo
no asesine a nadie directamente la ley no puede tocarme, pero, ¿habrá alguien que dependa
de mí y a quien no le esté dando el derecho a la vida incluso de la manera más insignificante?
¿Alguien con quien esté disgustado y que no haya perdonado? «Todo aquel que aborrece a
su hermano es homicida» (1 Juan 3:15).»
Nuestros corazones se endurecen por medio de las repetidas negativas a rendirnos a Dios.
Pero también pueden ablandarse por medio de la obediencia. Cuando le decimos que «sí» a
Dios, el resultado es un alivio y una liberación que da vida a nuestras familias, colegas y
amigos.
¿Cuál es mi estado de ánimo hoy?
4. Lectura Bíblica: Éxodo 11
Anunciada la muerte de los primogénitos
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Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón y sobre Egipto, después de la cual él
os
o dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo. 2 Habla ahora al pueblo, y que
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cada uno pida a su vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro. 3 Y Jehová dio
gracia al pueblo en los ojos de los egipcios. También Moisés era tenido por gran varón en la tierra
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de Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón, y a los ojos del pueblo. 4 Dijo, pues, Moisés:
J
Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto, 5 y morirá todo
primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el
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primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias. 6 Y habrá gran
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clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá. 7 Pero contra todos los hijos
de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para que sepáis que
J
Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas. 8 Y descenderán a mí todos estos tus
siervos, e inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de ti; y después
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de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de Faraón. 9 Y Jehová dijo a Moisés:
F
Faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto. 10 Y Moisés y
Aarón hicieron todos estos prodigios delante de Faraón; pues Jehová había endurecido el corazón
de Faraón, y no envió a los hijos de Israel fuera de su país.
Reina Valera Revisada (1960). 1998 (electrónica ed.) . Sociedades Bíblicas Unidas: Miami
5. Biblia del diario vivir.
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11.9 , 10 Usted puede preguntarse cómo Faraón pudo ser tan tonto para ver el poder milagroso de
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Dios y aun así no escuchar a Moisés. Pero Faraón ya había tomado una decisión mucho antes de que
comenzaran las plagas. No podía creer que hubiera alguien más grande que él. Esta creencia
obstinada tuvo como resultado un corazón tan duro que ni siquiera una gran catástrofe pudo inmutarlo.
Finalmente, debido a la más grande de todas las calamidades, la pérdida de su hijo, se vio forzado a
reconocer la autoridad de Dios. Pero aun entonces quería que Dios saliera, que no gobernara su
nación. No debemos esperar a que sucedan grandes calamidades para dirigirnos a Dios, sino que
debemos abrir nuestro corazón y nuestra mente en su dirección ahora.
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11.10 ¿Endureció Dios en realidad el corazón de Faraón y lo forzó a hacer el mal? Antes de que
comenzaran las diez plagas, Moisés y Aarón anunciaron lo que Dios haría si Faraón no permitía salir al
pueblo. Pero su mensaje sólo hizo que Faraón se pusiera más terco, estaba endureciendo su propio
corazón. Al hacer esto, desafió tanto a Dios como a sus mensajeros. Con las seis primeras plagas, el
corazón de Faraón se endureció más. Después de la sexta plaga, Dios dictó su fallo. Tarde o
temprano, la gente mala sería castigada por sus pecados. Cuando fue evidente que él no cambiaría,
Dios confirmó la decisión soberbia de Faraón y estableció las consecuencias dolorosas de sus
acciones en la práctica. Dios no forzó a Faraón para que lo rechazara; más bien, le dio toda
oportunidad posible para que cambiara de parecer. En Ezequiel 33.11 Dios dice: «No quiero la muerte
del impío».