1. ¿Para qué molestarse con la
iglesia?
Lectura:
Efesios 4:1-16
“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las
buenas obras; no dejando de congregarnos”
— Hebreos 10:24-25
2. Winston Churchill dijo una vez que él prefería relacionarse con la iglesia como un arbotante: La
apoyaba desde afuera. (Un arbotante es un apoyo externo que refuerza las paredes de las
antiguas catedrales). Intenté esa estrategia por un tiempo, después de llegar a creer la doctrina
cristiana sinceramente y de comprometerme con Dios.
No estoy solo en esto. Son menos las personas que asisten a la iglesia los domingos que las
que afirman que siguen a Cristo. Algunas se sienten estafadas por alguna experiencia anterior.
Otras simplemente «no sacan nada de la iglesia». ¿Para qué molestarse?
Hoy, apenas podría imaginar mi vida sin la iglesia. La iglesia ha llenado una necesidad en mí
que no puede satisfacerse de ningún otro modo. Un líder de la iglesia primitiva escribió: «El alma
virtuosa que está sola . . . es como el carbón encendido que está solo. Más que calentarse, se
enfriará».
El cristianismo no es una fe puramente intelectual e interna. Sólo puede vivirse en comunidad. A
un nivel profundo, percibo que la iglesia contiene algo que necesito desesperadamente. Siempre
que abandonaba la iglesia por algún tiempo, descubría que era yo quien sufría. Mi fe se
marchitaba, y la costra que era la coraza del desamor crecía sobre mí, cubriéndome. Más que
calentarme, me enfriaba.
Y así, mis andanzas lejos de la iglesia siempre me traían de vuelta a ella.
3. Reflexión:
La iglesia no es un circulo selecto para unos cuantos, sino
un centro espiritual abierto para todos
4. Lectura Bíblica: Hebreos 10
El sacrificio de Cristo quita el pecado
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Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.
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Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por
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la sangre de Jesucristo, 20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a
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través del velo, esto es, de su carne, 21 y teniendo un gran sacerdote sobre la
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casa de Dios, 22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de
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fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con
agua pura. 23 Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra
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esperanza, porque fiel es el que prometió. 24 Y considerémonos unos a otros
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para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de
congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y
tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.
Reina Valera Revisada (1960). 1998 (electrónica ed.) . Sociedades Bíblicas Unidas: Miami
5. Biblia del diario vivir.
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9.23 En cierto modo no entendemos de forma total en que el tabernáculo terrenal fue un reflejo y un
símbolo de las realidades celestiales. Esa purificación de las cosas celestiales puede más bien
interpretarse como una referencia a la obra espiritual de Cristo por nosotros en el cielo (véase la nota
en 8.5 ).
8
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9.24 En medio de las referencias a sacerdotes, tabernáculos, sacrificios y otros conceptos que nos
resultan desconocidos, llegamos a la descripción de Cristo como nuestro mediador que se presenta por
nosotros ante Dios. Podemos identificarnos con esa función y sentirnos alentados por ella. Cristo está
de nuestra parte al lado de Dios. Él es nuestro Señor y Salvador. Él no está allí para convencer o
recordarle a Dios que nuestros pecados fueron perdonados, sino para presentar nuestras necesidades
y también nuestro servicio a Él como una ofrenda (véase 7.25 ).
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9.24–28 Todas las personas mueren físicamente, pero Cristo murió para que nosotros no tuviéramos
que morir espiritualmente. Podemos tener una maravillosa confianza en su obra de salvación a nuestro
favor, quitando nuestro pecado pasado, presente y futuro. Él perdonó nuestros pecados del pasado;
cuando murió en la cruz, Él se inmoló una vez para siempre ( 9.26 ); Él nos envió el Espíritu Santo para
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ayudarnos a enfrentar el pecado presente; Él se presentó por nosotros en el cielo como nuestro Sumo
Sacerdote ( 9.24 ); y ha prometido regresar ( 9.28 ) y resucitarnos a una vida eterna en un mundo en
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que no se permitirá el pecado.