3. El jovencito Michael Berg conoce por azar a una
mujer que lo dobla en edad, Hanna Schmidt,
trabajadora del tranvía de la ciudad, y pronto
comienza entre ellos un particular “affaire” sin
discurso, una aventura erótica y (levemente) amorosa
en la que no parece haber lugar para otra cosa que los
hechos. Michael y Hannah viven en un mundo sin
lenguaje, o donde el lenguaje ha sido sustituido por
rituales. Y la forma en la que la voz del narrador (el
propio Michael, una vez que toda la historia y la post-
historia ha concluido) cuenta la novela parece más
preocupada por dar cuenta de esa ausencia que por
construir algo en su lugar.