1. Se trata del último fragmento del tercer y último acto de la obra dramática: “Historia de una
escalera”, escrita en 1949 por Antonio Buero Vallejo. Buero pertenece al realismo social, una
corriente estética que logra encuadrar hechos ficticios en un determinado ámbito y ambiente con el
propósito de expandir el conocimiento de los problemas sociales y las vivencias de los hombres.
En la obra aparecen muchos personajes, incluso, se pueden distinguir tres generaciones distintas. Sin
embargo, en este fragmento solo aparecen Fernando, hijo, y Carmina, hija.
* Fernando, hijo: es soñador (“Nos marcharemos de aquí”; “nos apoyaremos”…), embaucador (“en unos
años me haré un buen aparejador. Ganaré mucho dinero y me solicitarán todas las empresas
constructoras”…) e igual que su padre, ya que tiene las mismas ilusiones, y los mismos propósitos,
pero, como él, no los lleva a cabo.
* Carmina, hija: es crédula, ilusa y apocada. Buero reflejo en ella la situación que sufrían las mujeres
de la época, que se dejaban llevar e influir por los hombres. (Fernando, hijo: “me ayudaras, ¿verdad?
Dime que si, por favor. ¡Dímelo!... Carmina, hija: ¡te necesito, Fernando! ¡No me dejes!)
Además hay que destacar la importante presencia de Carmina y Fernando, los padres de los
jóvenes, que no intervienen en este fragmento, pero sí que son nombrados en las acotaciones. Ya que
sus hijos repiten la misma historia de amor que ellos hace 30 años.
La obra transcurre durante treinta años (entre el primer y segundo acto, transcurren diez años, y
entre el segundo y el tercero, veinte). No obstante, durante todo este tiempo, el escenario es el
mismo (el rellano de una escalera de casa de familia al que abren cuatro puertas,), Es muy importante
el casinillo, espacio que da intimidad y se producen las conversaciones más trascendentes de la
historia. Pasados los treinta años, apenas se notan los cambios (las paredes blanqueadas, puertas con
timbres eléctricos…). Buero transmitió con ello la vida monótona y rutinaria de la sociedad de la
posguerra.
Las acotaciones, aclaraciones que sustituyen la figura del narrador, son escasas, pero a su vez
bastante extensas, Se pueden diferenciar en ellas dios funciones : una descriptiva (“Se contemplan
extasiados”); y otra con tendencias narrativas (“Sube”.”baja despacio”…
La lengua literaria de la obra es sencilla y directa, con escasos recursos literarios, y acorde con el
personaje y el momento. Observamos la presencia de algunos coloquialismos, como los apelativos
cariñosos con los que Fernando, hijo, se dirige a Carmina, hija. Aparecen a menudo muchas
exclamaciones por se un momento de confesiones lleno de emotividad.
Entre las figuras literarias utilizadas por Buero, podemos destacar las metáforas (“abandonaremos
este nido de rencores y brutalidad”). Sin embargo, son más abundantes y frecuentes las expresiones
coloquiales: “¡Pequeña!”, “mi adorada mujercita”…Además abundan en el texto frases en imperativo en
Fernando, que muestran su carácter dominante (“Me ayudarás a subir, a dejar para siempre esta casa
miserable”; “Dime que si”)
En conclusión, vemos cómo Buero, al pertenecer al realismo social, se muestra más preocupado por el
contenido de su obra que en utilizar una lengua literaria compleja y abundante en recursos estéticos,
aunque nunca descuida el empleo correcto de la misma.
Guaci Martín Medina, 2º B BAC