Las ciudades renacentistas se caracterizaron por su planificación urbana racional y simétrica, con calles anchas y rectas y plazas públicas centrales. También se construyeron nuevos edificios públicos majestuosos como palacios, iglesias y universidades siguiendo los estilos arquitectónicos clásicos de la antigua Roma y Grecia que enfatizaban la simetría y las proporciones armónicas. Estas características reflejaban los ideales renacentistas de orden, racionalidad y belleza.