1. El pasado viernes 14 de Diciembre nos anoticiamos de otra trágica noticia que protagonizaba
una escuela de Estados Unidos. Un tiroteo en Connecticut que arrojaba un saldo de 28
víctimas, 20 de ellas niños que concurrían a dicho establecimiento.
Estos escenarios de asesinatos masivos, seguidos de suicidio no son nuevos en esta población:
la masacre de Collumbine hacia 1999, la tragedia del centro comercial de Arizona en 2011, el
tiroteo del cine de Colorado durante la proyección de la última película de Batman a principios
del verano pasado, son solo algunos ejemplos.
Cada vez que ocurre un hecho de tal magnitud se reabre el mismo debate: ¿Cómo es posible
que personas con tal nivel de peligrosidad accedan al uso de armas? ¿Cuáles son los controles
que se llevan a cabo antes de entregar un arma a un ciudadano?
La portación y uso de armas es una responsabilidad de gran magnitud. Los requisitos que debe
reunir el portador deben ser lo suficientemente estrictos con el fin de asegurar la seguridad de
sí mismo y de otros.
La evaluación de personalidad, manejo de emociones y habilidades cognitivas debe incluirse
como uno de los controles necesarios y claves previos a brindar una licencia. Para que puedan
usarse con los recaudos y seriedad necesaria, deben implicarse en dichos procedimientos no
solo quienes utilizarán el arma, sino también quienes lo autorizan. La responsabilidad es de
todos. Y es grande.
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