1. Cap. 4
Ninguno de los dos fuimos a la escuela lo que quedaba de la semana;
Grace como siempre recibía varias llamadas de sus amigas, yo claro no
recibí nada más que apuntes de tareas que Brian me llevaba.
-Sí, sí. Oye, tengo que colgar… Sí, luego te hablo, adiós –dijo ella colgando
el celular-.
En eso sonó el timbre de la casa, y como nadie se levantaba tuve que ir
yo. Abrí la puerta y estaba él. Intenté cerrar la puerta, pero puso su pie
para impedirlo.
-¿Puedes venir conmigo? –dijo Will tomando mi brazo-
-No quiero… -dije mirando hacia otro lado-
Hizo caso omiso a mi respuesta y me arrastró hacia afuera de la casa,
hasta llegar a una banca en un lugar poco concurrido cerca de ahí.
-Está bien, ya… -me zafé ¿Qué quieres? –dije mirándolo algo irritado-
-Hablar contigo, eso quiero –me miró serio-.
-Pues ya estamos hablando…
-¿Porqué? –pregunta viéndome fijo-
-¿Porqué qué?
-Es que no entiendo… -se rasca la cabeza- No sé porqué actúas de esa
forma tan… -suspiró- tan cortante e indiferente, Tyler.
¿No estaba molesto conmigo? ¿Acaso venía para arreglarlo todo?
-Yo…
Como de costumbre, las palabras no surgían de mi boca. Me exasperé y lo
miré. Tenía que decirle lo que en verdad pensaba.
-¿William, nosotros qué somos? –dije sin observarlo-
Aquella pregunta pareció sorprenderle, puesto que, al verlo de reojo, noté
que él también me observaba, pero con los ojos muy abiertos.
2. -¿Que qué somos? –dijo sonando algo fastidioso-
Yo asentí esperando su respuesta.
-Tyler, ¡Nosotros somos pareja! –dice abrazándome fuerte-
-¿Pareja? –dije con tono confundido-
No me lo esperaba, era obvio. ¿Qué pensaba? Pues que diría algo como
“Amigos con derecho” o simplemente que no dijera nada.
Él me besó la mejilla y sonrió. Yo lo abracé sin poder evitar sonreír.
-Tyler, te amo.
¿Me ama? ¿Enserio?
-También yo te amo –dije sonrojándome-.
Una ventisca me provocó estornudos por el resfriado y nos tuvimos que
regresar a mi casa. Él se quedó ahí por un buen rato, unas 2 o 3 horas creo,
hasta que empezó a oscurecer y llamaron de su casa. ¿Cómo saben qué
está aquí? Bueno, creo que es porque aquí pasa la mayor parte del
tiempo. Me pregunto si nuestros padres sospechan algo.
No podía haber algo que me hiciera más feliz de lo que me hizo él hoy.
Grace no se veía molesta con él, de hecho parecía no importarle que
saliéramos. Empiezo a creer que está tramando algo.
Me quedé hasta las 12 en la computadora platicando con él y con Brian.
Brian últimamente ha estado hablando mucho conmigo, y bueno, no es
raro pero… pero es algo irritante. Me intenta sacar temas de conversación
de todo.
-Al final todo salió bien, Ty –dijo Grace dándole una mirada de reojo a mi
cuarto y después mirándome a mí-.
Yo me sobresalté porque no pensé que estuviese despierta, y después
asentí y sonreí. Ella cerró mi puerta y se fue a su cuarto.
A la mañana siguiente, era un sábado según recuerdo, había despertado
tarde, bajé y descubrí que todos habían desayunado y que no había
nadie en casa. Mis padres fueron a recoger a mis tíos, quienes como
siempre vienen de sorpresa a la casa; Grace se había ido con sus amigas a
3. hacer un “trabajo en equipo”. La verdad yo no le creo, y pienso que tiene
suerte de que mamá sea tan buena y la deje salir siempre.
Me hice de almorzar, ya eran las 12, y entonces recibí una llamada.
-¿Hola? –dije aún con voz adormecida-
-Buenos días Tyler –dijo él con su voz animosa-
-Hola Will –sonreí de lado imaginándolo-, ¿Qué haces?
-Bueno, voy a tu casa –dijo con toda seguridad-.
-¿Y quién te dijo que podías venir? –dije en tono arrogante-
Se oyó que se abrió la puerta y lo vi entrar.
-Nadie –dijo entrando a la casa, haciéndome brincar del susto-
William se rió de mí y se cubrió la cara con ambas manos. Cuando
comencé a fastidiarme lo dejé solo y me fui a comer a la sala. Unos
minutos después, me siguió, ya un poco más serio.
-¿Terminaste? –lo miré hastiado-
-Lo siento Ty.
-Idiota –me levanté y fui a lavar mis trastos sucios-.
-¿Tienes planes para hoy? –dijo caminando a mi paso-
-¿Quedarme en la casa a leer es un plan? –dije cínico-
-Salir conmigo hoy sí –sonrió-. ¿Quieres ir al cine?
-¿Al cine? –lo miré curioso-
-Si, al cine –me repitió-.
-Vamos al muelle…
-¿Al muelle? –me miró curioso-
-Si, al muelle –le repetí, imitándolo-.
-Bueno…
4. Se podría decir que el día estuvo normal, fuimos al muelle, vimos algunos
patos, les arrojamos pan y asustamos a las gaviotas. Después, Will me llevó
a comer… bueno, me llevó al parque cerca de ahí y comimos una
ensalada. Obviamente no me dejó pagar mi parte, ni mucho menos la
suya.
Me regresó a casa a las 7, le había dejado a mi madre un recado de
dónde estaba. No me dijo nada, pero estaba seria. Decidí no preguntarle
nada e irme directo a mi cuarto. Cuando subí, noté que Grace no estaba.
Su puerta del cuarto estaba entreabierta y las luces apagadas. Tal vez y
eso era lo que le preocupaba a mi mamá, porque ya era un poco tarde
para que estuviera afuera. Me metí a mi cuarto y escuché música hasta
quedarme dormido.
Desperté en la madrugada cuando escuché unos ruidos que venían de la
sala, una discusión. Olvidé apagar la luz, así que en cuanto abrí los ojos
estos empezaron a lagrimear de ardor. Me tallé y apagué el foco sin hacer
mucho ruido y con la misma salí del cuarto para saber qué pasaba.
En cuanto me asomé por las escaleras, pude notar de qué se trataba.
-No puede ser posible Grace –oí cómo mi mamá le gritaba a mi hermana-.
Es la 1 de la madrugada, ¿cómo te atreves a llegar a estas horas? –nunca
la había escuchado gritarle así a nadie, así que me resultó algo extraño-
Me asomé un poco más y pude notar que mi hermana estaba
tambaleándose, al parecer estaba ebria, lo cual es muy extraño, porque
ella no toma.
-Ya, no armes tanto escándalo por unos números en el reloj –le contestó la
menor arrastrando las palabras y con un tono de burla-.
-No vuelves a salir, ¿me escuchaste? ¡No vuelves a salir!
Mi hermana subió las escaleras con algo de dificultad, casi cayéndose y
carcajeándose de la risa, y al verme en la cima no pudo evitar sonreír más.
-¿Escuchando conversaciones ajenas? –me miró con dificultad y
recargándose en la pared-
Suspiré y fui a cargarla, recibiendo patadas y manotazos de su parte, para
tratar de soltarse. La llevé a su cuarto y la recosté, notando cómo
5. resbalaban unas lágrimas de sus ojos y corrían por sus mejillas algo rosadas.
En sus labios se asomaba una media sonrisa burlona, que más que alegre,
parecía amarga. Sus ojos de pronto se posaron en los míos, mirándome de
forma agresiva, mientras se paraba y se acercaba a mí. Al final, dijo
observándome con sorna: “No vales ni una mierda, maldito joto”.
Terminando de articular aquello, soltó una carcajada y se aventó a la
cama con una gran sonrisa, como si hubiera logrado algo, como si hubiese
ganado un premio.
Yo la miré fulminante, con ganas de responderle, pero la verdad no tenía
caso. Y me sentí tan humillado que no tuve ni ganas de contestar.
Me fui a mi cuarto y le puse el seguro a la puerta al cerrarla. No tenía idea
de qué estaba pasando ni porqué, tampoco tenía ganas ni valor de
averiguarlo.