El documento argumenta que el discurso feminista moderno se basa en mentiras y falsedades. Afirma que las mujeres españolas viven más tiempo que los hombres, controlan la mayor parte de los ingresos familiares y constituyen la mayoría de los estudiantes universitarios, por lo que la idea de que son víctimas oprimidas es absurda. También sostiene que los hombres ocupan los trabajos peores y se suicidan más, por lo que no son privilegiados. Concluye que el feminismo contemporáneo se aleja del humanismo