Este documento resume la historia de Jeroboán, a quien Dios le prometió darle diez tribus de Israel mientras que a Salomón le dejaría una tribu. Jeroboán cayó en la tentación de crear becerros de oro para adorar a Dios en lugar de ir a Jerusalén, desobedeciendo el mandamiento divino. Más adelante, un profeta predijo la destrucción del altar de Jeroboán, lo cual se cumplió tres siglos después bajo el reinado de Josías. El profeta sufrió las consecuencias de
2. “La rebelión de Jeroboán tuvo lugar cuando Salomón
estaba construyendo los terraplenes para cerrar la
brecha en el muro de la ciudad de David, su padre.
Jeroboán se había ganado el respeto de todos, de modo
que cuando Salomón vio su buen desempeño lo puso a
supervisar todo el trabajo forzado que se realizaba
entre los descendientes de José.
Un día en que Jeroboán salía de Jerusalén, se encontró
en el camino con el profeta Ahías de Siló, quien llevaba
puesto un manto nuevo. Los dos estaban solos en el
campo. Entonces Ahías tomó el manto nuevo que llevaba
puesto y, rasgándolo en doce pedazos, le dijo a
Jeroboán: "Toma diez pedazos para ti, porque así dice el
Señor, Dios de Israel: Ahora voy a arrancarle de la
mano a Salomón el reino, y a ti te voy a dar diez tribus.
A él le dejaré una sola tribu, y esto por consideración a
mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que he escogido
entre todas las tribus de Israel"…
Salomón, por su parte, intentó matar a Jeroboán, pero
éste huyó a Egipto y se quedó allí, bajo la protección del
rey Sisac, hasta la muerte de Salomón”
1ª de Reyes, 11: 27-32, 40 NVI
3. LA ORDEN DE DIOS
“Y si prestares oído a todas las cosas
que te mandare, y anduvieres en mis
caminos, e hicieres lo recto delante
de mis ojos, guardando mis estatutos
y mis mandamientos, como hizo David
mi siervo, yo estaré contigo y te
edificaré casa firme, como la edifiqué
a David, y yo te entregaré a Israel”
(1ª de Reyes, 11: 38)
LA TENTACIÓN
“Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora
se volverá el reino a la casa de David,
si este pueblo subiere a ofrecer
sacrificios en la casa de Jehová en
Jerusalén; porque el corazón de este
pueblo se volverá a su señor Roboam
rey de Judá, y me matarán a mí, y se
volverán a Roboam rey de Judá”
(1ª de Reyes, 12: 26-27)
¿Fue
obediente o
cedió ante la
tentación?
4. “Al ordenar este cambio, Jeroboam pensó
apelar a la imaginación de los israelitas
poniendo delante de ellos alguna
representación visible que simbolizase la
presencia del Dios invisible. Mandó, pues,
hacer dos becerros de oro y los colocó en
santuarios situados en los centros
designados para el culto. Con este
esfuerzo por representar la Divinidad,
Jeroboam violó el claro mandamiento de
Jehová: "No te harás imagen, … no te
inclinarás a ellas, ni las honrarás." (Exo. 20: E.G.W. (Profetas y Reyes, cp. 7, pg. 73-74)
¿Son buenas las innovaciones
en la adoración? ¿Hasta qué
punto nos pueden desviar
estas innovaciones del claro
mandato divino?
5. Dios envió a un profeta de la tribu de
Judá para condenar la idolatría de
Jeroboam con la siguiente profecía:
“Altar, altar, así ha dicho Jehová: He aquí que a la casa de
David nacerá un hijo llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti
a los sacerdotes de los lugares altos que queman sobre ti
incienso, y sobre ti quemarán huesos de hombres. Y aquel mismo
día dio una señal, diciendo: Esta es la señal de que Jehová ha
hablado: he aquí que el altar se quebrará, y la ceniza que sobre
él está se derramará” (1ª de Reyes, 13: 2-3)
Como prueba del cumplimiento de
la profecía, el altar se quebró. Tres
siglos después, Josías profanaría
este templo quemando huesos
humanos sobre él.
6. El mensajero fiel
confirmó su profecía con
una segunda señal al
rogar a Dios que sanase
la mano del rey que
había quedado seca.
7. LA ORDEN DE DIOS
“Porque así me está
ordenado por palabra de
Jehová, diciendo: No
comas pan, ni bebas agua,
ni regreses por el camino
que fueres” (1ª de Reyes, 13: 9)
LA TENTACIÓN
“Y el rey dijo al varón de
Dios: Ven conmigo a casa,
y comerás, y yo te daré
un presente” (1ª de Reyes, 13: 7)
¿Fue
obediente o
cedió ante la
tentación?
8. “Pero el varón de Dios dijo al rey: Aunque me dieras la mitad de tu casa, no
iría contigo, ni comería pan ni bebería agua en este lugar” (1ª de Reyes, 13: 8)
“El ofrecimiento del rey no era movido
por la gratitud sino era calculado. La
aceptación de la hospitalidad y del
presente habría implicado a los ojos del
pueblo que el profeta paliaba la
conducta del rey, y habría servido para
destruir la solemne impresión que había
hecho el profeta. También habría
creado una impresión desfavorable en
cuanto a su carácter y misión.
La rotunda negativa a recibir el presente
ofrecido por el rey colocó al profeta en
terreno ventajoso e hizo una profunda
impresión tanto sobre el rey como
sobre el pueblo” (CBA, sobre 1ª de Reyes, 12: 8)
Nuestra obediencia no
debe estar condicionada
a los regalos que nos
puedan ofrecer.
Debemos hacer el bien
porque es nuestro deber
obedecer a Dios, sin
esperar nada a cambio.
9. LA ORDEN DE DIOS
“Porque por palabra de Dios me
ha sido dicho: No comas pan ni
bebas agua allí, ni regreses por
el camino por donde fueres”
(1ª de Reyes, 13: 17)
LA TENTACIÓN
“Y el otro le dijo, mintiéndole:
Yo también soy profeta como
tú, y un ángel me ha hablado
por palabra de Jehová,
diciendo: Tráele contigo a tu
casa, para que coma pan y
beba agua” (1ª de Reyes, 13: 18)
¿Fue
obediente o
cedió ante la
tentación?
10. “Entonces volvió con él, y comió pan en su
casa, y bebió agua” (1ª de Reyes, 13: 19)
Mientras estuvo en dificultades ante el rey Jeroboam,
este varón se mantuvo firme ante la tentación.
Ahora, relajado (y descansando antes de que su misión
hubiese acabado), cede ante la tentación.
Cuanto más cómodos y tranquilos estemos, más sutiles
serán las tentaciones y más fácil será ceder ante ellas.
Las tentaciones no cambian tanto como las formas en
que se nos presentan.
11. Aunque nuestra desobediencia no siempre traiga consigo una condenación inmediata por
parte de Dios, en este caso el varón de Dios sufrió inmediatamente las consecuencias de su
desobediencia.
Que la muerte del varón de Dios fue un decreto divino se puede ver en el hecho de que el
león solamente le atacó a él, dejando con vida al asno y permaneciendo tranquilamente
junto al cuerpo, sin devorarlo.
12. El anciano profeta mentiroso quería vivir entre dos mundos: el actual y el venidero.
Por un lado, deseaba hacer su propia voluntad y no le importaba transgredir los
mandamientos de Dios cuando esto le convenía. De esta forma, podía tener lo mejor
que este mundo le pudiese ofrecer.
Por otro lado, deseaba ser bendecido por Dios y asegurarse así un lugar en el mundo
venidero. Una prueba de ello es que quiso ser enterrado junto al varón de Dios para
que, cuando Josías destruyese el altar, sus huesos no fuesen tocados (2ª de Reyes, 23:
15-18). Así manifestaba que creía en el cumplimiento de la palabra del profeta.
13. Este tipo de personas que tienen un corazón
dividido son una piedra de tropiezo para la
Iglesia porque, aparentando ser
verdaderamente religiosos, desvían a los
creyentes de la verdadera obediencia.
Estudiemos la Biblia y
mantengamos una comunión
personal con Dios para poder
mantenernos firmes ante las
enseñanzas presentadas por
estos falsos maestros.
14. “Nuestra primera tarea tiene que ver con nuestro
propio corazón. Debemos practicar los principios
verdaderos que conducen a la reforma. El
corazón se debe convertir y santificar; en caso
contrario, no tendremos relación con Cristo.
Mientras nuestro corazón esté dividido, jamás
estaremos preparados para servir en esta vida o
en la futura. Como seres inteligentes, necesitamos
sentarnos a pensar si realmente estamos
buscando el reino de Dios y su justicia. Lo mejor
que podemos hacer es meditar seria y
sinceramente en si estamos dispuestos a hacer el
esfuerzo necesario para obtener la esperanza y
lograr el cielo que aguarda al cristiano. Si por la
gracia de Cristo llegamos a la conclusión de que
realmente lo queremos, la siguiente pregunta
será: ¿Qué debo abandonar en mi vida para que
no me sea una piedra de tropiezo?”
E.G.W. (Cada día con Dios, 9 de febrero)