2. Asistencia a los
enfermos
pobres
Las Cofradías de la Caridad,
fundadas en 1617 por Vicente de
Paúl, tienen por objeto asistir a
los enfermos pobres,
proporcionándoles alimento y
remedios, y disponiéndolos a
bien morir o a bien vivir.
3. Las dificultades halladas por las Damas
de la Caridad, en particular en París,
para desempeñar todas “las más bajas
tareas necesarias para el alivio de los
enfermos pobres”* hacen que Vicente
de Paúl y Luisa de Marillac se
cuestionen sobre el futuro de ese
servicio
*La Compañía de las Hijas de la Caridad en sus Orígenes:
Documentos, Editorial CEME, Santa Marta de Tormes, Salamanca,
2003. (D.440)
4. reunir a las muchachas campesinas en una comunidad
para vivir diariamente su fe en el encuentro del pobre.
La venida de Margarita Naseau y de
otras campesinas, deseosas de
consagrarse al servicio de los enfermos
pobres, encamina a Luisa hacia la
realización de una iniciativa original y
audaz:
5. Fueron las primicias de todas las Sociedades
de Vida Apostólica. Louise explicó al
Procurador General el propósito de la recién
creada Compañía y expresó su reacción: "Fui
ayer de pasada a ver al señor Procurador
General...Me preguntó qué pretendíamos ser
regulares o seculares; le di a entender que
no pretendíamos sino esto último; me dijo
que eso era algo sin precedentes" (SLM, 313).
El 29 de noviembre de 1633,
funda la Compañía de las Hijas
de la Caridad
6. La ayuda proporcionada por las Hermanas a
los diferentes enfermos debe ser eficaz,
porque, escribe Luisa, "la salud es el más
precioso tesoro de la vida". Bajo su dirección,
las Hermanas aprenden a conocer las plantas
medicinales, a preparar polvos, tisanas y
decocciones, a hacer sangrías y curas...
Los conocimientos se transmiten de una a
otra; la observación atenta de los actos
realizados por los cirujanos y médicos es
también fuente para aprender el modo de
actuar.
Formar a las Hermanas en la
asistencia sanitaria
7. Este trabajo junto a los
enfermos desprovistos de
dinero, a menudo
abandonados, es exigente,
rudo.
Luisa insiste en que las
Hermanas vayan, a pesar
de todo, a ver a los enfermos
en sus casas, y que estén
atentas a los que no sé
atreven a pedir ayuda.
8. Pero Luisa ruega a las Hermanas que no acepten tal
cosa, con mucha humildad, por respeto a la libertad
del enfermo: “¿Qué será del ejercicio de las Señoras
de la Caridad, si se obliga a sus enfermos a que
vayan al hospital? Ya verá usted que los pobres
vergonzantes van a verse privados del socorro que
era para ellos la comida ya preparada y las
medicinas, y que la pequeña cantidad de dinero que
se les proporcionaba ya no se empleará en sus
necesidades. Estamos obligadas, tanto como lo
podamos, a través de nuestras caritativas
advertencias, a impedir que esto ocurra" (SLM, 508).
Algunas Cofradías de la Caridad
proponen hacer venir a los enfermos que
viven lejos a una especie de hospitalito,
situado en el barrio, lo cual evitaría
recorrer largas distancias a pie o
montadas en un mulo.
9. Como Cristo vino a los hombres para
anunciarles el amor de Dios, la Hija de la
Caridad va a casa de los pobres para
compartir ese mismo amor: “Sean muy
afables y bondadosas con sus pobres; ya
saben que son nuestros señores a los
que debemos amar con ternura y
respetar profundamente. No basta con
que tengamos estas máximas en la
memoria, sino que hemos de
demostrarlo con nuestros cuidados
caritativos y afables” (SLM, 316).
Cuidar a los
enfermos con amor,
en sus casas
10. Fuente:
“Luisa de Marillac, una mujer comprometida”
[Este artículo apareció en el Volumen II de En tiempos de San Vicente de Paúl … y
hoy, Editorial CEME, Santa Marta de Tormes (Salamanca), España, 1997, p. 257-272.
La obra citada fue traducida del francés por Martín Abaitua, CM (Au temps de St.
Vincent-de-Paul... et aujourd 'hui), Animation Vicentienne, 16, Grande rue Saínt-
Michel, Toulouse, Francia ... esta obra no se atribuye a ningún autor, pero en la
Introducción se indica que los artículos fueron escritos por varios autores].
Imágenes: Archivo de imágenes de la Universidad Depaul