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            Brana
             Malla nº 1 Axón 1, Axón 1a.




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                  Tempestad
                              Axón 1




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Elbio Aparisi Nielsen                           Tempestad




   Aparisi Nielsen, Elbio
   Brana “Tempestad”

   Vizcaya, España, 2009.
   470 págs. 21x15cm.

   ISBN 979-865-06-3734-7
   1. Narrativa CDD 863




Hecho el depósito que prevé la ley 11.273
2009 Copyright todos los derechos reservados.
ISBN 979-865-06-3734-7




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                        Libro Bíblico: San Mateo

       El entró en la barca, y sus discípulos le siguieron.
Y de repente se levantó una tempestad tan grande en el mar
         que las olas cubrían la barca, pero él dormía.
 Y acercándose, le despertaron diciendo: -¡Señor, sálvanos,
                       que pereceremos!
Y él les dijo: -¿Por qué estáis miedosos, hombres de poca fe?
        Entonces se levantó y respondió a los vientos...




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                        Prólogo




Bienvenido a la Brana, debes saber que aquí al
escritor se lo llama “moderador” y al lector
“concatenador”, al igual que al libro lo llamamos
“axón”. También debes saber que el tránsito de la
lectura es el viaje, aunque esto último puedes
llamarlo como quieras, yo lo llamo “viaje” porque
lo ejemplifico rápidamente con un viaje en metro,
en donde los capítulos son estaciones, en algunas
de ellas habrá combinaciones en las cuales
podremos continuar nuestro viaje por otra
inflexión de camino. A mi me recuerda a elige tu
propia aventura, pero lo interesante de esta
cuestión es que la aventura habla sobre una
supuesta realidad, en la que todas las historias se
cuentan por quienes son los “moderadores”,
dependiendo de la cantidad de capítulos del axón
será la cantidad de personas que moderan desde
su punto de vista lo que sucede, el trabajo del
concatenador es viajar eligiendo inflexiones para
continuar viviendo la historia, que decididamente
es infinita, ya que son sucesos unos tras otros
que se enlazan y actualizan, por lo que un
concatenador puede pasarse una vida en la brana
navegándola o viajando en ella, nutriéndose.
Desde ese primer punto partimos, es probable

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que te interese ser moderador o concatenador al
mismo tiempo y una de las dos, si todo sigue en
su curso, pronto o ya mismo puedes estar
disfrutando de la Brana en su formato ampliado,
éste, repito, es una primera versión que consta
de tres axones, los dos primeros de 35 capítulos
cada uno y el tercero de ocho. Sentirás
emociones que te oprimirán por lo asfixiante o te
llenarán de orgullo por la valentía, como te he
dicho antes, ser concatenador te sumerge en una
historia que no termina, depende de ti por donde
la sigas, podrás encontrar misterios sin resolver y
pasar delante de algo o alguien que luego será
algo que no esperabas, todo es posible ya que no
se limita al sistema sintáctico que propone el ocio
actual y lo hace desde la distancia de la dispensa
comercial, es ocio por el hecho mismo, pero nutre
de valores, que sí quieres tienes mucho por
aprender y si moderas quizás por enseñar.
Puede caer en el fracaso como todo, o no, ¿quién
decide eso?, yo al menos seguiré ya que me
proporciona un sabor más amplio y emocionante
el recorrer cada uno de sus recovecos.
Nuevamente, bienvenido a la Brana, aquí no
hallarás géneros cerrados y delineados por las
plantillas eficaces de la industria, eres libre, es
arte, es ocio, somos humanos, ¿qué más
podemos pedir?

                        Elbio Aparisi Nielsen
                                         julio del 2009.



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                        A ti, nuevamente.




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           Tempestad
            Axón 1b




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Llevo tres días intentando estudiarme, pienso
mientras existo, veo mi película sin edición tras
mis globos visionarios, me golpeo mientras
pienso, la realidad se contrae en esta máquina
ocular y algo confusa. Mis ojos perciben lo que
desean de esas ondas de luz reflejadas por los
objetos que me rodean diariamente, mis ojos,
sus retinas fotosensibles seguramente me
engañan en la percepción de esa realidad impura
e imperfecta que se representa primariamente
ante mis ojos.
Pienso discontinuamente frases sueltas, luego mi
voz interior que me ordena cada día un objetivo,
que se incumple la mayoría de las veces. Cada
segundo que vivo dialogo internamente con
alguien que no existe, al menos para mis ojos. El
ego me hace más luchador, más odiado y odioso.
Pienso nuevamente y reflejo en mis ojos lo
inteligible, la auténtica realidad, mi razón, o la de
Platón.

Es Diciembre y llegan los días de lluvia, frío,
viento, olas de quince metros e inundaciones
varias. Llevo algunas horas en el campo de fútbol
de un colegio, nos han evacuado, la ría ha

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rebalsado esta mañana, mi casa se eleva del
nivel del bienandante en unos 12 metros, es un
cuarto piso, se han salvado mis novelas, mi piano
y mi ordenador, no ha sucedido lo mismo con mi
vecino director de cine del tercero izquierda. Lo
ha perdido todo, absolutamente todo.
Lo tengo a mi lado, junto a él, su mujer y la perra
vieja olorosa. Se oye el agua destruirlo todo,
también vemos los relámpagos destellar uno tras
otro, estamos muertos de miedo.

Me dice mi vecino: - ¿Cómo se puede ser tan
insensible?, te pones a ver internet por el móvil
mientras nosotros lloramos por todo lo que
perdimos, eres un desagradecido, un egoísta.
Hemos perdido todos nuestros recuerdos, las
fotos de nuestros sobrinos pequeños, mi cámara
de cinta.
Le digo a mi vecino: - Lo siento, pero yo no he
perdido nada.
Me dice: - Serás cabrón, hijo de...
Le digo suavemente: - Podrías haber subido tus
cosas a mi piso.
Me dice: - Sabes que estábamos en el parque
rodando.
Le digo: - ¿Y tú, mujer? _ ella está abrazada al
brazo derecho de él, abre sus ojos y me mira.
Me dice: - ¿De qué coño hablas?, ¿de qué coño
habla este tío?_ suelta a su mujer.
Su mujer dice: -Y yo que sé, sabes como es,
siempre hace ruido y no podemos ver ni la


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televisión tranquilos, habla por hablar, ni caso.
Le digo: - Debería de haber estado en casa antes
del suceso.
Dice mi vecino: - Eso es verdad, hoy no tenías
nada que hacer, con todo esto no he pensado en
nada, eres un puto enfermo, hemos perdido todo
y tu insinuando que mi mujer ha hecho algo
indebido. Si no nos conoces de nada, vete,
¡anda!, déjanos tranquilos, puto cabrón de los
cojones.
Le digo: - Mi enfermedad brota a la realidad por
momentos, son números, quizás los veas, a no
ser que te falten los ojos.
Me dice: - Déjame tranquilo, no respondo de mí,
puto subnormal.
Su mujer dice: - Basta, ¡es suficiente!, no sigas,
los policías nos miran y no quiero irme de aquí,
es un puto desastre allí fuera. ¿No oyen cómo
muere la gente y los edificios caen?
Pienso: - Puta asquerosa, como me enoje suelto
todo. Siempre lo mismo, no voy a reírme de este
pequeño humano, pero si voy a hacerlo de esta
ingrata.

Llegan más afectados, somos miles, seremos
muchos en unas horas, parece no terminar
nunca. El bullicio casi no nos permite
escucharnos, prefiero apartarme y sentarme con
una mujer negra, ella mira el suelo y habla sola.

Le digo a la negra: - Hola, voy a sentarme aquí si


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no te importa, es que allí no hay quién los
aguante, son vecinos de mi portal pero estoy
mejor aquí, contigo.
Me dice: - Yo no entiendo.
Le digo: - Yo tampoco entiendo lo que sucede.
Me dice: - Yo no entiendo.
Le digo: - ¡Vale!, yo tampoco.

Cruzo mis piernas y junto mis manos emulando
su postura, cierro los ojos, no quiero utilizar mis
sentidos innecesariamente. Dejo mis oídos
activos, mi olfato identifica olor a agua podrida,
excremento humano y algunos vómitos, se me
presentan en la seudo negritud de mis ojos
cerrados unas letras, luego unas palabras,
comienza un relato, suele aparecerme en mi
mente relatos mientras viajo, como o trabajo, es
normal, suele ser por la tarde, no sé su horario
de llegada porque no miro el reloj, es que tengo
uno en mi muñeca pero infinitamente quieto en
las tres de la tarde de un 21.




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- Hola cariño... si... ¡sí!... quédate tranquila,
estamos los seis muy bien, no te preocupes,
saluda a la abuela con muchos besos... no... no
puedes... hija, que no puedes venir, todavía sigue
lloviendo y las inundaciones continúan... que
no... si, son los gritos del cielo, te lo he dicho
siempre, la naturaleza no nos quiere aquí, nos
odia demasiado, tuvo paciencia pero ya no creo
que podamos seguir como antes... cariño debo
dejar de hablar, no tenemos buena señal y no te
oigo claro... te queremos, cuida a tu abuela y
limpia la casa, ayúdale. Mañana hablamos, si no
llamamos quédate tranquila... si hija, lo
haremos... todos aquí lo han perdido todo, somos
unos afortunados... no podíamos negarnos a
evacuar, todo el pueblo lo ha hecho... si todo está
donde tiene que estar... tus fotos, libros y los
pósters... si hija... te queremos... los gemelos
preguntan por ti... adiós hija.

Me duelen los huesos, tengo mucho frío, mi
marido cuida a los gemelos, los otros dos se han
dormido solos, debo conseguir algo para comer,
mis hijos duermen de hambre.

- Cariño voy a por algo para comer, vuelvo en

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unos minutos_ le digo a Fran el amor de mi vida.
- Deja, voy yo, coge a los gemelos, yo me
encargo, mírate._ me dice con su mirada perdida.
- Bien, pero ve con cuidado, mira toda la gente
como está, no sabes que pueden tener, por favor
no los toques._ le aconsejo porque es un
descuidado.
- Habla bajo, por favor, ten cuidado con lo que
dices, por favor Soledad que sabes tú lo que han
sufrido todas estas personas, ahora vuelvo, no se
muevan por nada._ le digo a mi mujer algo
desorientada.

¿Cómo el dinero puede cambiar tanto a las
personas?, si es que no puedo con su manera de
ser. Las puertas se acaban de abrir, entran otros
cientos de evacuados, que duro es esto, pensaba
que en la oficina sufría tortura, pero que sé yo de
todas estas vidas, si pudiese los ayudaría. Mi
casa     se   ha    salvado     de   milagro,    los
desprendimientos del monte no han destruido ni
mis árboles del jardín, la huerta sigue en pie, con
mucho agua en sus pequeños canales de
irrigación pero nada más preocupante. Los tres
chalets siguientes se han deshecho como el
chocolate en la leche caliente, me encantaría uno
ahora mismo, es que llevo sin picar algo al menos
siete horas, me hace ruido el estómago, yo puedo
vivir cuarenta días sin comer, pero mis gemelos
no, debo conseguir algo, lo que sea. Ese hombre
de gafas debe saber algo.


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Elbio Aparisi Nielsen                     Tempestad




- Disculpe_ digo interrumpiendo suavemente su
meditación.
- ¿Qué?_ dice mirándome con miedo.
- Nada, tranquilo, es solo que deseo saber si
tiene algo de comer, algunas galletas, algo
pequeño para mis gemelos, es que llevan sin
comer muchas horas y no son muy fuertes,
¿tiene algo?
- No lo conozco señor, no se moleste, pero
tampoco conozco a sus gemelos, y no me
interesa, perdone, no tengo nada que me sobre,
llevamos horas, todos, estas miles de personas al
igual que sus gemelos llevan horas sin comer, lo
siento, es cruel, lo que ha sucedido hoy..._ me
dice con tranquilidad de los sesenta, le
interrumpo.
- Bien, gracias, adiós_ me alejo dos pasos y digo
por lo bajo. - ¡Que te den por el culo!, maldito
gurú de la estupidez._ cierro mis puños muy
fuerte, me siento indignado, todas estas
cabecitas también carecen de alimentos, puedo
ver gente en peor estado, llenas de lodo en sus
rostros. En la televisión recuerdo haber visto sus
rostros, similares, en muchas de mis mañanas
minutos antes de marchar a la oficina, qué tipo
de insensibilidad tenía, hablaba con mis agentes
financieros de la empatía y no tenía ni la más
remota idea, me duele la cabeza y los ojos se me
cierran de miedo. El estruendo es demasiado
fuerte, todavía recorre mi mente, todos gritan,


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Elbio Aparisi Nielsen                      Tempestad



hay algunos que son muy agudos, supongo que
son niños y niñas desesperados. A quién voy a
preguntar si tiene comida, soy un idiota, nadie
dejará de comer por mis gemelos, menos por mí,
veo algunos policías agrupados en una esquina,
me cuesta mucho llegar a ellos, es que nadie
quiere moverse de su sitio por miedo, huelo
excrementos, sus heces puedo verlas, por dios,
que clase de humanidad hemos creado, no
soporto mi voz interior. Se quejan, debo llegar a
ellos, si piso a alguien pido perdón, seré cordial
todo lo que pueda.
- Perdonen, son policías, ¿verdad?_ me acerco
lentamente.
- No estamos de servicio._ me dice uno de ellos
fuerte y mirándome a los ojos.
- Pero llevan uniformes._ les digo a todos, intento
no mirar al que me acaba de hablar.
- No entiende, ya no somos policías aquí dentro._
vuelve a hablarme con una arrogancia inútil,
sonríe y mira a sus compañeros buscando la
aprobación.
- Los uniformes representan lo que son, al menos
mientras trabajan._ lo digo con tranquilidad, no
puedo enfadarme son varios y más grandes que
yo.
- No trabajamos, hemos dejado de ser policías,
solo tenemos los uniformes porque ha sido la
evacuación al momento de terminar nuestros
turnos de trabajo, no podemos hacernos cargo de
una responsabilidad tan grande, aquí solo somos


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hombres, o usted es el mismo que en su trabajo
señor ...
- Francisco es mi nombre, y no, no traigo el
trabajo de oficina, no soy broker de bolsa aquí,
no serviría de nada, hablamos de supuestos, de
información, especulamos. Pero la labor de
ustedes es a tiempo completo, o me dirán que no
actúan de oficio. _ me sincero.
- No, esto es un desastre natural, o lo que sea
que es, no tenemos fuerzas aquí dentro, nuestros
uniformes pueden ser un problema en un futuro,
entienda, aquí todos somos evacuados, pero
tenga claro algo, esto no va bien, y tarde o
temprano      comenzará      nuestra     verdadera
esencia._ termina de decirme mientras mira a
sus colegas, estos naturalmente lo acompañan
con el gesto afirmativo y de pesadumbres
fusionado en sus rostros.
- No voy a acompañar lo que dice, no estoy de
acuerdo, un oficio debe ser un oficio, un modo de
vida.
- Y usted que mierda sabe, es un broker de bolsa,
no sabe más que forrarse de dinero con el ajeno,
especulando, o cree que no comprendemos lo
que significa ser broker, son unos embaucadores,
uno putos ladrones, eso es lo que es, y si quiere
que actuemos de oficio, podemos hacerlo
inmediatamente con usted señor Francisco
broker, marche, ahora mismo, a ordenar a miles
de personas lo imposible, busque personas que lo
intenten y verán lo que es morir desmembrados


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entre la multitud.

Veo lo que hay, son miles de organismos ansiosos
de nutrir sus necesidades básicas, mis hijos, debo
volver, esto es un mar de personas, y la marea
puede cambiar de lugar a mi familia, me costaría
mucho encontrarlos.




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¿Qué persona puede sentirse tan ínfima para
hablar así?, no paran de discutir, y de verdad es
que estoy juntando energía para darle un
puñetazo en su nariz, es que no puedo escuchar
como le habla de esa manera, no es nadie aquí
dentro. Algo tengo que decir.

- Vuelve a tu país, ¡vamos!, ¡vete!, muere sola
ahí fuera, boliviana de mierda, si hace dos días
usaban taparrabos y lanzas, venga vete de aquí._
lo dice el de gafas y sin pelos, ella calla por
temor, nadie es capaz de intervenir.
- Mira, o dejas a esta mujer, inservible, o te las
vas a ver conmigo, ¿Qué te sucede?._ lo digo
mientras lo enfrento.
- Esto no es contigo, es con esta indígena, ¡qué
se pire de aquí!, que no tiene papeles, que está
chupando las ayudas de todos nosotros, y mírala,
tirada aquí, quejándose.
- Tu no tienes nada que hacer aquí, enséñame tu
documento de identidad._ le grito y revisa sus
bolsillos.
-¿No los tienes?, ahora quién es indocumentado,
maldito ingrato, tu no tienes idea de lo que sufre
esta gente, como viven, no sabes nada. Eres

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autónomo, seguramente, no me lo niegas, pues,
eres un zángano que especula con el seguro de
desempleo, si no quieres que te mate, vete.
-Gracias señor._ me dice por lo bajo la joven.
-Si vuelve a hablarte así, me llamas, ¿sí?_ le digo
mientras alzo la cabeza en busca de mi mujer.

Llevo seis horas buscándola y no aparece, nos
han separado al momento de la evacuación y no
la encuentro desde entonces.

-Perdone, ¿ha visto a esta mujer? _ pregunto a
cada uno que me mira cuando camino, pienso
que quizás al ser observadores de la catástrofe
recuerden algunos rostros. Hay un grupo de
policías en la esquina discutiendo con un señor,
mejor busco por otro sitio, hay miles de personas
que pueden ser mi mujer. En verdad estoy algo
cansado para seguir buscando, es que ha sido un
día terrible, mi mujer y yo hemos perdido a
nuestro hijo hace exactamente dos días, nos ha
hallado sin fuerzas esto y no sé que puede hacer
mi mujer si no me tiene cerca.

Apunto mi nombre varias veces en una hoja y la
rompo en pedazos para dejar mi nombre y
apellido en manos de algunos observadores,
están avisados, si ven a una mujer parecida le
dirán que la estoy buscando, al gritar mi nombre,
supongo que tendré más posibilidades de acierto.
Estoy realmente desesperado, vivo para ella, no


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Elbio Aparisi Nielsen                    Tempestad



hay nadie más. Mi hermano vive pero no me
importa que es lo que hace, si vive bien por su
vida, y si no lo hace también, mi hijo ha
desaparecido y no ha sido capaz de llamar
siquiera, un bastardo, es lo que es.

El campo de fútbol se estremece, ruge el acero
de su estructura, quiere estallar en millones de
partes, moriríamos todos, lo sé. He oído que ha
cesado la lluvia, el cielo parece darnos tregua,
pero los truenos no hacen más que comenzar, me
llega un comentario de un ciclón en la costa, de
olas de treinta metros, estamos a salvo si no
desborda el mar, hay muy poco tiempo. Las luces
se apagan, está oscureciendo fuera, la gente se
alarma sobremanera, son niños gritando, suenan
a rugidos de almas en pena. Tengo los pies
mojados, frío y no tengo abrigo, mis gafas se
empañan y el pelo me molesta en los ojos, me
duele la espalda, al ayudarme a ingresar al
helicóptero me han dañado la espalda, es
punzante y constante, no puedo doblarla.

Los policías discuten, puedo oirlo, se ha
marchado quién les reprochaba, hablan entre
ellos, no puedo descubrir cuales son sus
intenciones, hay demasiada gente en mis lagunas
auditivas, generan más vibraciones, el sonido se
transforma en distorsión absoluta, pierdo mi don.
Mi mujer y mi hijo, mi mujer sola con nuestro
hijo en su espalda, pegado queriendo seguir en


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Elbio Aparisi Nielsen                    Tempestad



su alma por siempre.
-Ana, ¡Ana!, ¿Dónde estás Ana?_ ya no puedo
resistirlo, extraño a mi pequeño, ¿quién podrá
devolverlo?, el tiempo me corrompe por dentro,
por qué despojarlo del tiempo y del espacio.
Sueño con que su alma sea radiación y se
convierta en nueva vida, en algún rincón del
universo, siendo realmente vida, estoy algo
aturdido, pongo en mis oídos tela de mi camisa.
He recuperado mi tranquilidad, al menos lo que
queda de ella, intento agudizar mi visión, la
noche se acerca y mi mujer sigue perdida, que
más da si no la oigo buscándome, de igual
manera el gentío gritando no me lo permitiría,
me convenzo, necesito recuperar energía, me
recuesto sobre tierra y pasto deshecho por la
muchedumbre, recuerdo aquellos conciertos
salvajes con Ana, los Stones, sonrío y me
duermo, pienso en luces y colores. Ana es un
blancuzco acuoso, más bien leche. Mi hijo es roca
y olor a agua dulce.




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                        4


Estoy aterrorizado, los relámpagos me hacen
daño, mis ojos fallan, mi cabeza no se agota, me
duele el cuello. Creo que debimos marchar a
tomar ese bendito café con leche, si hubiera
molestado a mis compañeros no estaríamos aquí
llenos de agua, lodo, sudados de miedo y
queriendo sonreír, intentamos ser aquellos
músicos heroicos del Titanic, somos unos simples
policías aterrados y sonrientes. Nos rescataron al
finalizar el turno, nuestras familias no están aquí,
han sido evacuadas y llevadas a las torres
circulares del centro, han tenido suerte, es una
zona más elevada, aquí moriremos en unas
horas, el agua lo corroe todo, recuerdo todos mis
muertos, mis acciones, sus manos frías, sus
bocas     abiertas,    sus    cuerpos    calcinados,
desmembrados en la carretera. No hago más que
ver sus muertes en mi vida todos los días, tengo
el uniforme, tengo sus muertes impregnadas, es
automático, desearía lo contrario.
Dice: - Perdonen, son policías, ¿verdad?_ se
acerca lentamente.
Digo: - No estamos de servicio._ lo miro
fijamente.
Dice: - Pero llevan uniformes._ nos mira a todos,
el niño bien, camisa de polo.

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Digo: - No entiende, ya no somos policía aquí
dentro._ estoy harto de las misma preguntas una
y otra vez, aborrezco a los acomodados, aquí
morirá como nosotros, ahogado.
Dice: - Los uniformes representan lo que son, al
menos mientras trabajan._ maricón de mierda,
pero si habla bajo porque nos teme, tiembla, odio
a la gente insegura, deberían aceptar la muerte
antes, dejarían de temblar y mearse tanto.
Me susurra mi compañero: - Ves a la izquierda,
hay un hombre golpeando a una mujer, ¿hacemos
algo?
Lo miro determinante y digo: - Ni se te ocurra
moverte de aquí.
Dice: - Francisco es mi nombre.
Digo palabras después: - ... verán lo que es morir
desmembrados entre la multitud.

El diluvio de la santa Biblia, no la leí, no sé más
que lo esencial, el agua lo cubre todo, esto no
puede asemejarse, pero mi mundo si se llena de
agua, y el de toda esta gente. La humanidad
pierde un hombre de ley, pero si hay millones en
el mundo, nada me hace especial para seguir
viviendo, mis hijos me ven poco, mis trastornos
no hacen más que comenzar, en unos años estaré
tirando balas al aire y quizás suicidándome por lo
que vi. No soy pintor, no puedo hablar más que
de lo que puedo ver, salvé vidas, recompuse
otras, vi apagarse muchas más, el mundo o la
humanidad juntos no pierden nada, seguirán, es


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Elbio Aparisi Nielsen                      Tempestad



obvio, sano, natural y propio de mi especie. Pero
aún así me duele sentirme muerto, aunque sepa
lo inútil que soy o insignificante. No hay nada
más importante que morir, quiero verlo supremo,
al menos moriría en una catástrofe, sería una
justificación, pensarán que he intentado salvar
vidas, lo hice antes, lo pensarán, pero no será
una satisfacción, mi mujer con la pensión y el
seguro aguantarán unos años, luego deberá
buscar nueva vida. Y este hijo de puta que se
llena los bolsillos con dinero de otros, me dice
que debo ejercer mi deber, no sabe cuanta gente
sigue viviendo gracias a mi, cuantos asesinos han
vuelto a sus celdas. Tampoco sabe los que he
matado silenciosamente para limpiar las calles,
me río de esa rata de oficina que firma en un
minuto y ganas más dinero que yo en un año
entero. No envidio a la gente lista, no lo haría,
oficios como dice el, son oficios, todo el día a
todas horas. Lo mataría ahora mismo, quién me
condenaría, mis compañeros matan al que
intente tocarme, lo sé, fueron mis alumnos. No
hay mejor momento para la tiranía que este,
formaría un ejercito de asesinos brutales,
podríamos hacer el trabajo sucio de la naturaleza
antes, podríamos comer de sus cuerpos, al final
el canibalismo fue una condición inicial y nuestra.
Mis oídos zumban.
Digo al de mi derecha: - Esto no tiene buena
pinta, ¿no sientes como sacude?, la estructura
aguantará unas horas, como siga así fuera lo


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Elbio Aparisi Nielsen                    Tempestad



tenemos claro.
Dice el de mi derecha: - ¿Qué podemos hacer?,
somos cientos de miles, no tenemos tantas balas
señor.
Digo al de mi derecha: - ¿Qué?, estúpido, calla,
hablo de nosotros, si queremos salvarnos
tenemos que subir a los más alto, en esa
perspectiva veremos como seguir, mientras tanto
debemos darnos prisa.
Dice el de mi izquierda: - Hay un camino, la
gente no se ha percatado, pero debemos ir uno a
uno y reunirnos dentro, los tubos de aire nos
llevarán a la primer estructura luego subir será
mucho más fácil, pero no deben vernos.
Dice el de mi derecha: - ¿Qué sugieres?
Digo: - Ve tu primero, luego iré yo y me
seguirán.
Dice el de la izquierda: - Debemos invertir las
camisas, nos verán los escudos, las gorras, lo
lamento, deberán tirarlas, a partir de ahora
somos invisibles.
Digo: - Lo seguiré a unos cinco metros de
distancia, chequeé cada diez metros.




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Elbio Aparisi Nielsen                     Tempestad




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Si llega el agua nos vamos a morir, mi perra ha
muerto, no puedo morirme sin decirle a Jeremy
que no voy a volver a casa, me espera desde
siempre en Kent, estará viendo la televisión en el
sofá. Ojalá que ningún periódico haga eco de la
noticia, al menos hasta que no se desate el
desastre, que lo sepa cuando esté bajo el agua.
Le debo tres euros a mi vecina -sonrío- fue una
tarde que fuimos a tomar dos cervezas y la
invité, hablamos durante dos horas, hacía tiempo
que no bebíamos y recordábamos tanto, cuando
casi nos marchábamos el camarero hizo la seña,
reí inocentemente, claro, me olvidaba de pagar y
no tenía dinero. No volví a verla, es la hermana
que mi madre no me dio.
Escucho los susurros del policía... "Lo seguiré a
unos cinco metros de distancia, chequeé cada
diez metros".
Creen que no oigo nada de lo que dicen, en
verdad mis oídos fueron un don desde mi
nacimiento, puedo reconocer notas en donde el
resto oye sonidos, la naturaleza y nuestros
movimientos son música en mis oídos, a su vez,
tengo el don de seleccionar lo que deseo
escuchar. Estos hispanos creen que por ser policía
tendrán un camino más fácil que el resto, es

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Elbio Aparisi Nielsen                      Tempestad



verdad - le contesto a mi voz interior- que
trabajan en esto, pero no aquí, las posibilidades
son escasas, para gente como yo, son imposibles.
Prefiero seguir recordando los ojos de Jeremy,
son tristes, los veo mirando televisión. Lo extraño
-lloro sola, nadie me mira, no se apiadan de mi
condición- no puedo culparlo a él, quiso que haga
algo por mí, viajar sola, por mi culpa ha muerto
nuestra perra, la amaba, la ama, aún no lo sabe.
Todos mis pensamientos son tuyos mi amor,
estás dentro mío, eres mis piernas, mi fuerza, mi
naturaleza repetida en otro género humano.
Jeremy no sé como decirte esto, quiero decirlo,
aquél día, ese último beso antes de marchar no
tuvo nada que ver con mi accidente, no lo hagas
más, por favor, sal de casa, camina que yo no
puedo, ni podré, tócale el timbre a nuestra
vecina. Hablé mucho con ella de tí, le conté lo
divertido que eres, tus sonrisas a la mañana al
levantarnos, sabe el color de tus calcetines
preferidos. Creo que por dentro ella está
enamorada de tí, hace unas semanas se lo dije,
le confesé mis intenciones, de verdad no creí
morirme, no pensé en ello, pensé en tí, en que
vuelvas a disfrutar de tu aire, no eres el mismo
por mí. El azar, la ingobernable fuerza que nos
condiciona ha hecho hoy que esté en esta ciudad,
he perdido el autobús al aeropuerto por falta de
rampas para discapacitados. ¿Suerte?, creo que
ella estará el día de la noticia del desastre.
Sé - espero que sea parecido al menos - qué vas


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Elbio Aparisi Nielsen                     Tempestad



a llorar tirado en el suelo de la sala con un
teléfono en tu mano derecha, con el que atiendes
siempre. Doroty tocará la puerta, sabrá de mi
muerte y tú la invitarás por cortesía - Te conozco
- A beber al menos un té. Yo sé muy bien qué el
dolor los unirá, se besarán, se arrepentirán, no
hablarán por meses y cuando el tiempo lo cure
todo, serán una familia hermosa, tal como lo
acabo de ver, serás ese hombre que amo desde
que me robaste el corazón en la iglesia.
Nadie me ayuda, todos miran desorientados, veo
sus espaldas, sus pies, el estadio se hace
increíblemente enorme, esos policía tendrán un
trabajo muy duro, si suben alto y rápido quizás
se salven. ¡Ay!, me han golpeado la espalda, me
duele al respirar, me falta el aire, se han
percatado del camino, no hay tiempo, creo.
Quiero descansar, deseo que ellos - mi familia -
sepan aceptar mi viaje.
- Señora, ¿se encuentra bien?_ me dice un joven
hispano.
- Yo no comprender español... gracias... gracias.
_es lo único que aprendí a pronunciar.
- Venga, yo la ayudaré_ me alza, no peso como
antes, bajé mucho el último año.
- ¡No ¡Nou! ¡off!¡get off!_ me suelto y caigo al
cesped nuevamente, me he embarrado aún más.
Agito mis manos, no deseo ayuda de nadie, no
voy a vivir.
- Por favor señor, ¿me entiende?_ intenta volver
a cogerme. - Déjeme señor por favor, va a morir


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aquí._ entiendo muerte en su boca y afirmo con
mi rostro.
- Morir, morir._ le repito al joven hispánico, tiene
que entenderme.
-¿Quiere morir aquí?_ morir entiendo.
- ¡Yes!, ¡Sí!, ¡morir!_ le repito sus palabras, no
puedo hacer nada más, selecciono su voz entre el
bullicio imposible, tiene un registro precioso.
- ¡Pero, señora!, no puedo dejarla sola aquí._ me
recuesto, cruzo mis brazos, no quiero mirarlo,
quizás así marche, no podrá aguantar más, el
acero ruge como una estampida inminente.
Gritan muchas mujeres y algunos niños,
selecciono un rango de onda, ¡qué dulces esas
voces!
Ya se ha ido, supongo que tendré una sinfonía,
puedo elegir sus movimientos, oigo las hojas
mecerse despacio, otras rápido, los árboles se
agitan, puedo olerlos, las nubes tienen sonido, el
viento, incluso la luz del sol. Vibra mi cuerpo, y
no es la gente que me golpea, sospecho que no
podré     aguantar     mucho    más,    ¡ay   Dios!,
¡enfermos!, ¿cómo puede Dios haber creado
tanta gente?, ¡los odio! Jeremy no mueras por
mí, ¡por favor! - lloro y se me estremecen los
dedos de mis manos - dile a Doroty que me
amabas, que quieres olvidarme, ¡te amo mi
amor!
El lodo tapa mi tobillos, no siento su temperatura,
es algo fría y olorosa, me falta el aire, me falta el
aire, tengo sed, me falta el aire, por favor no


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Elbio Aparisi Nielsen                    Tempestad



quiero morir, aire, aire, por favor, Dios, aire,
tengo sed, no siento mi cabeza, no puedo mover
mi ojos, ¡por Dios!, me asfixio, ¡aire!, me
palpitan los pulmones... -creo que es el
momento-.




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¿Qué miras? ¿tengo algo?, hay una distancia
mínima entre mis ganas de ir a romperte la nariz
o quedarme sentado pensando en como
destrozarte los dedos, uno a uno. Nunca tuve
miedo, ni el día que el gitano me amenazó con
dos palabras "luego vuelvo", bueno en realidad si
tuve     miedo.    No   tengo    intenciones  de
arrepentirme... ¿Qué mierda mira ese hijo de
puta? ... voy a decirle algo es que no soporto
todos los gritos sin sentido de la gente y menos
la mirada despectiva de un anciano.
- ¿Pasa algo?_ le digo.
- ¿A mí?, no ¿ lo conozco?
- Digo, lleva mirándome fijo bastante tiempo,
¿piensa qué soy un ladrón? ¿tiene miedo de mí?_
lo sacudo para que responda, no me importa su
vejez.
- Pero ¿qué hace?, si no lo conozco de nada._ me
dice con nervios, puedo olerlo, me resulta tan
familiar.
- No, es eso, me mira, piensa, hace juicios y
luego seguramente teme por su vida o la de su
nieto. _ le digo, mientras, él, abraza a su
pequeño nieto.
- Deje a mi nieto en paz, ¿no tiene bastante con
lo qué sucede?, déjenos tranquilos, ha muerto

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Elbio Aparisi Nielsen                      Tempestad



toda nuestra familia, estamos solos y usted nos
intenta molestar, no podemos más, déjenos por
favor señor, ¡han muerto todos Dios bendito!,
quedamos él y yo, el resto en la mesa del
parque. Festejábamos nuestras bodas de oro, no
entiendo, no avisaron en la radio, nada, por favor,
déjenos tranquilos.
- Es que... yo he pensado que... no... _
entrecorto mis palabras mientras pienso en decir
algo sensato, no puedo hablar, pienso en mi
madre.

Llora el niño, los dos como niños, en sus polos
opuestos, su nieto está condenado a la vida
solitaria, me recuerda a mí. Estoy sentado, y me
creo que soy un estúpido ser humano, un
desperdicio, si pudiese tirar mis ojos al aire para
verme como me miran lo haría. Soy un cuarentón
de mierda que se cree joven, aburrido de seguir
una moda que desapareció hace años, me miran
siempre, nunca pensé hasta hoy, pero, me
miraron cuando era niño por mi mis ojos, luego
me miraron porque perdí a mis padres y
hermanos, más tarde me miraron porque maté a
un policía, siempre me miraron, hoy un viejo me
mira y yo me enfermo de los nervios. Soy una
mierda, un irrespetuoso con mi propio futuro, ese
niño llora como lloro yo, por dentro. Siento
lástima de como desperdicié mi vida, pero ¿qué
puedo hacer?, escribir una tesis sobre la
explicación del gravitón o pintar para un museo


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Elbio Aparisi Nielsen                       Tempestad



no me devolverá ese tiempo que seguramente
me traerá a este lugar nuevamente, soy un inútil
mental, nada hay que hacer.

- ¡Este!, ha golpeado al anciano y al niño._ dice
una señora gorda y muy sucia gritando como si
quisiera comerme vivo.
- ¿Usted ha agredido a aquellas personas? _ me
pregunta un gorila negro.
- Si y no, he creído que me miraba mal el
anciano, pero, ¡solo fue un sacudón!, no he hecho
nada más, estoy arrepentido, aunque me muero
de ganas de no arrepentirme para darte una
buena paliza negrata.
- Es un pobre diablo, déjelo señora, estaré a unos
metros, ¿ve? somos seis, cualquier persona que
se acerque me avisa y yo u otro compañero se
encargará, no llore, tranquila. _ el negro calma a
la señora, estoy rojo, siento calor en mis mejillas,
tengo todo el cuerpo preparado para matar aquí
mismo, me da placer pensarlo. Le cortaría la
cabeza a ese cabrón de mierda. Se ha quedado
tranquilo, a decir mejor, son muchos y muy
grandes.
- Se ha salvado, hay gente buena, si fuera toda
como tí, malnacido, el mundo sería peor que
esto.
- ¿Peor?, no mira a su alrededor, no ve a ese
señor muerto a unos metros, seguramente no
quiere creer que en breve lo estará también, es
que de miedo se caga, y cuando pasen una horas


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Elbio Aparisi Nielsen                      Tempestad



más, morirá de miedo._ la miro a los ojos para
que se mee encima.
- Es una mala persona, Dios sabrá que hacer con
su alma._ me habla de un buen escritor.
- ¡Basta!, ven aquí, ¡tú!, ven aquí te digo._ es
una voz angelical la que me llama, me atrae más
que la vieja gorda y sucia.
- ¿Puedes callar estúpido?, no puedes hablar así,
esa gente está muriendo por centenares, ¿no
hueles sus cuerpos?, quédate aquí._ su voz calza
a la perfección con su boca.
- ¿Nos conocemos?_ le digo.
- No, te he visto solo, luego gritándole al anciano
con el niño y ahora a punto de ser apaleado por
un grupo de pandilleros. ¿Quieres morir?
- No lo sé.
- Pues morirás en unos minutos, pude verlo, a no
ser que corras. ¡Sabía que aparecerías!
- Tu eres la de médium, me vi esa serie bastante
tiempo, no, no, eres la que ve fantasmas o mata
vampiros, tu no puedes ver el futuro, menos
presentir algo tan grande.
- La intuición es tan fiable como la razón, no
discutiré, solo quiero esperar sentada, y tu no
debes representar malestar cerca de donde yo
me encuentro. Odio el odio, y tu lo generas con
facilidad, pero no eres nada dañino, lo sé.
- No me conoces de nada, ¿quién te crees qué
eres?, no hay un mundo de héroes, ¡despierta!,
soy un hijo de puta, he matado, ¿eso lo sabes?
- Si, sé de tu madre, pero no deseo hablar, quiero


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Elbio Aparisi Nielsen                     Tempestad



esperar a que llegue la pleamar y dejar de
respirar, llevo mucho tiempo esperando este
momento.
- ¿Cómo sabes de mi madre?
- No se nada que no sepas, lo que representa en
ti, puedo escucharlo, me lo dices con tus
recuerdos.
- Eres una enferma mental.
- No, no lo soy, y lo sabes. También sabes que
eres puro por dentro, debes redimirte, escapar,
en unos minutos el agua nos aniquilará, corre y
salvarás tu vida.
- Mi madre ...
- Tu colgante en el pecho habla por si solo.
- Pero si lo llevo por dentro...
- ¡Vete!, vive en el monte hasta encontrar la paz,
deja tu alma en la madera y volverás a ver a tu
madre. ¡Vete!

Corro, como nunca antes, respiro muy mal, toda
esa gente me choca, los golpeo, corro recto como
si la dirección me la marcase esa mujer preciosa
y angelical. Entre mi ropa puedo palpar el
colgante, corro y grito alertando que algo va a
pasar, todos gritan, el estadio tiembla, siento en
cada paso como se raja la tierra. Pienso en mi
madre, ella me sacará de aquí, no quiero mirar
hacia atrás puede ser muy peligroso, escuché
alguna vez que si hablas con el diablo no puedes
mirar hacia atrás, ese acto podría significar
perder mi alma y no volver a ver a mi madre.


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Elbio Aparisi Nielsen                     Tempestad



Corro, los choco, me golpean fuerte, nada me
duele, ellos son miles y miles moviéndose en
distintas direcciones.

- Lo seguiré a unos cinco metros de distancia,
chequeé cada diez metros... _ sé que debo
frenar, ese no me engaña, es policía encubierto
sabe algo, lo voy a seguir, es él. Puedo oír su
respiración, su miedo, no nos separan más que
unos centímetros, en una situación normal no
podría estar tan cerca de un policía, pero aquí no
sabe quién lo toca, lo rozan cientos de veces en
minutos, camina lentamente, sabe de algún
camino, no me engaña. Ratón negro caza a gato
azul. Veo su señal, parece que ese asiento tiene
una tapa, la ha abierto y han pasado dos. Solo
debo esperar, ¡ah!, han caído dos tubos de acero
sobre decenas de personas, han muerto, por Dios
que asco.




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Elbio Aparisi Nielsen                     Tempestad




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Me apena saber que ella está en Italia y yo aquí,
en avión serían dos horas de vuelo, no puedo
asegurarlo, si pueden ser dos horas de vuelo,
siempre me sucede los mismo, lo primero que
sale al final es lo que es siempre. No sé si se ha
casado, llevo años sin saber de mi pequeña.
Oigo a mis espaldas.
- ¿Cómo se puede ser tan insensible?, te pones a
ver internet por el móvil mientras nosotros
lloramos por todo lo que perdimos, eres un
desagradecido, un egoísta. Hemos perdido todos
nuestros recuerdos, las fotos de nuestros
sobrinos pequeños, mi cámara de cinta._ dice el
de gorra naranja y gafas, parece indignado.
- Lo siento, pero yo no he perdido nada._ dice el
del móvil táctil.
- Serás cabrón, hijo de..._ dice acomodándose su
gorra naranja, más indignado.
- Podrías haber subido tus cosas a mi piso._
contesta irónico el de camisa nueva.
- Sabes que estábamos en el parque rodando._
dice el de gorra naranja mientras mira al césped
calmando sus ansias de golpearlo, supongo.
- ¿Y tu mujer? _ ella está abrazada al brazo
derecho de él, abre sus ojos y lo mira.

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Elbio Aparisi Nielsen                    Tempestad



Dejo de oír.

No me interesa hablar con nadie, si son
homínidos en su entorno, no hacen más que
gritar y moverse de un lado a otro, los
inanimados han pasado a otro estado, y los
temerosos orinan, defecan e intentan dormir.
Esos destellos intermitentes me gustan, no había
visto en mi vida tormenta tan hermosa, recuerdo
a Usoa en la ría, íbamos algunos días por la
mañana,     nos    levantábamos     pronto,   nos
enroscábamos, buscaba su piel caliente no
importaba la estación del año. Metía mi mano en
su axila, solo en una, con la restante frotaba su
pijama de lana, por dios puedo sentir esa
sensación. Dormíamos media hora, hasta que me
pedía con su voz de niña -nunca le cambió- que
hiciera el café y las tostadas, podía vivir
durmiendo, pero con ella y su calor armónico,
perfecto, mío. Paseábamos por el casco antiguo
de la ciudad, nos gustaba sonreír, por la mañana
-no miento- sonreíamos siempre, en las escaleras
que había al costado de la ría nos sentábamos a
hablar sobre lo próximo, éramos prudentes, no
hacíamos daño, teníamos montado un mundo
nuestro, nos fundíamos, éramos un ente, solo
pedíamos por dentro, sin confesarnos, que durara
toda la vida que se pueda, no pudimos evitar
hablar de la vejez, pensamos adorarnos siempre.
Algo no quiso que sea así, no creo en el destino,
prefiero pensar que fue un descuido mío, olvidé


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Elbio Aparisi Nielsen                       Tempestad



varias veces mantenerme en nuestro mundo, sin
leyes, sin arbitrariedades, sin intermediarios, me
equivoqué y lo pago caro. Veo todos sus rostros
ensangrentados y llenos de lodo, marrón y rojo,
rojo y marrón, ese niño con su abuelo, no me
entristece la gente, no es mi mundo este, no
tengo mundo, no busco la excusa de una
insignificante tragedia natural, para satisfacer mis
necesidades de culpa y exigencias. Mi mundo
también se destruyo por un descuido, y lo
lamente tanto.
Puedo ver sus ojos en los míos, sentir ese calor,
Usoa debo esperar a morir, no me llames antes,
no tendríamos nada si lo hago, deja, el tiempo es
tiempo, allí ni siquiera existe, quedaran horas, yo
estoy aquí, recordando.

Oigo detrás la voz del de camisa, siguen. - Mi
enfermedad brota a la realidad por momentos,
son números, quizás los veas, a no ser que te
falten los ojos.

¿Números?, números, la secuencia de Sara, he
olvidado la secuencia, ella si la necesita. Allí son
7 horas hacia el futuro, debe saber que no estoy
allí, joder, que hago, los números, sin la
secuencia no podrá hacer nada, debo enviarle el
texto de alguna forma, ese de camisa debe
darme el móvil al menos el texto llegará o
quedará en algún sitio del éter.



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Elbio Aparisi Nielsen                     Tempestad



- Perdone... señor ... perdone._ creo que no me
oye, está pensativo, ha terminado de discutir con
la pareja, parece algo enfadado.
- ¿Qué?_ me grita desaforado sin saber que no
era el de gorra naranja, creo.
- Me urge una necesidad muy importante...
- Pues vaya lejos, no soporto tanta mierda
cerca._ me interrumpe sin sentido.
- Es que no me entiende, le explico, debo enviar
una secuencia de números, Sara, mi hija debe
recibir esa secuencia de números, es muy
importante, está en juego su futuro, yo aquí ya
no tengo esperanzas, pero por favor permítame
hacer esa llamada, pagaré con todo el dinero que
tengo en mis bolsillos.
- ¿Cree que podrá chantajearme a cambio de
dinero?, está equivocado, aquí su dinero no vale
y a mi me sobra fuera.
- Debe comprender que no conozco a más gente
que tenga un móvil, se han estropeado todos por
el agua y el lodo, será un texto en un mensaje,
no tocaré siquiera el teléfono, solo me limitaré a
redactar, por favor.
- Venga, debo buscar a mi mujer e hijo, tengo
unos minutos.
- El número de contacto es 00346542344565...
- ¿Italia?
- Si.
- La secuencia es ... 4095 9125 7628 3321 4511
- Es una cuenta de banco.
-¿Por qué se atreve a cometer tal descuido?


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Elbio Aparisi Nielsen                     Tempestad



- No sabe ni sabrá la clave, ella lo intuirá en un
futuro, es mi hija.

Tiembla la tierra, oigo las voces unirse en un
grito desesperado, espero que esos números
naveguen por el cielo en su búsqueda, mi
pequeña merece todo el oro del mundo. Solo
extraño a Usoa.




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Huele a miedo, a dolores, no hay ningún ser en
este césped que sepa sortear lo duro del golpe
que se nos ha presentado sin avisos. La muerte
huele muy cerca, sus ojos en lágrimas no hacen
más que observarme, recuerdo la gota de
Cortázar luchando por vivir hasta su último
momento. Somos miles encerrados en un
universo paralelo, un caos cósmico que se repite
en todas sus dimensiones. No encuentro
explicación alguna a este suceso increíble, único
y genial, es como si la naturaleza nos haya
escogido uno a uno para torturarnos, han pasado
horas desde mi rescate en mi campo, no volveré
a ver a mis animales... su música, sus voces en
mi mente están recordándome que la naturaleza
esperará por mi alma... no tendré mi soledad un
minuto más, este es un castigo sobrehumano,
encontrarme solo en medio de un océano de
cuerpos sucios y ruidosos...hablan de ti... junto
al portal de mi campo tengo unos sillones bajos
donde reposo siempre durante horas encontrando
en el paraje verde y acuoso millones de
experimentos de la naturaleza, mis libros suelen
ser una antesala a mis nuevos pensamientos, es
reconfortante poder contener el tiempo en una
reflexión que durará por siempre, no creo poder

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hablar... te duele la rodilla... no creo poder
hablar sobre mi vida, no es una historia de libros
y lectores... hablan de ti y te duele la rodilla,
tienes hambre, no hay escape, hambre, sed,
tienes hambre y quiero comerte... hubo un
día que pude cambiar, pude cambiar gracias a
creerlo posible... tu espalda falla, no te
muevas... cogí mis carpetas, deshice mis
archivos, cerré el ordenador, y solté mi corbata,
simplemente lo hice, durante semanas estuve
encerrado en un mono ambiente de veinte
metros cuadrados, escribí fábulas para niños y las
quemé en mi bañera, trabajé en una aldea, allí
comprendí que solo debía esperar el momento.
Había comido mi cola dando vueltas como un
perro sin comprender nada, el campo logró
excluirme de la cápsula y no volví a mi ciudad,
durante estos años mi conocimiento se hizo
plástico, pudo interactuar con mi razón, con mis
actitudes ancestrales, pude recrear un nuevo
mundo bajo leyes mínimas y compartidas, supe
reconocer mi viaje a la demencia senil, todavía
no me duele el cuerpo completamente, no
reniego de mi pasado pero realmente he tirado
décadas en un bucle hacia la nada, sin
explicarme realmente que estaba haciendo...tu
muñeca,       quítala  del    lodo,   apoya     la
izquierda... pensé en disfrutar de mis nietos,
hijos, abuelos, padres, lo hice durante años, los
imaginé rodeándome en el campo, sin luz más
que el fuego entre nosotros, no me duele mi


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carencia, no me aqueja más que al levantarme,
pero solo algunos días, que no quiero despertar
que     prefiero      sugerirme     una     realidad
inconsciente...no puedes levantarte...una tarde
a mis nueve años quise reconocer lo que veía en
mi abuelo, busqué un gato en el techo de mi
vecino, lo llamé, lo acaricié y puse en él un
líquido con una jeringa de curar, lo maté, estuvo
agonizando durante muchos minutos, lo recuerdo
como algo eterno, puedo ver sus ojos deseando
arañar los míos, sentí lástima pero no supe
cuando murió, pero no supe el instante en que
dejó de vivir, a los días, presencié el mismo gesto
en mi abuelo, estábamos él y yo, no había nadie
en la habitación de su casa, soltó su aire contra el
mío y no pude contestarme en que momento se
despidió, dormí debajo de su cama esperando
que su alma se reincorpore dentro de mí, no
sabía que era el alma, ni hoy lo sé...te ahogas,
pide agua... mi mente habla de un alma en ella,
no lo sabré hasta...te ahogas.

- Disculpe.
- ¿Qué?_ digo buscando aire en la humedad
desconcertado.
- Nada, tranquilo, es solo que deseo saber si
tiene algo de comer, algunas galletas, algo
pequeño para mis gemelos, es que llevan sin
comer muchas horas y no son muy fuertes,
¿tiene algo?
- No lo conozco señor, no se moleste pero


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tampoco conozco a sus gemelos, y no me
interesa, perdone, no tengo nada que me sobre,
llevamos horas sin comer, lo siento, es cruel, lo
que ha sucedido hoy._ miento, miento sin
sentido, pienso que hay momentos en la vida que
contestamos sin saber lo que decimos, quizás
inducidos por un ente, no sé que consecuencias
tendrán mis palabras en el señor de camisa.
- Bien, gracias, adiós.

Mi condena mental pasa factura, soy preso de
mis propias injusticias internas, no tengo dinero,
comida,      agua     ni    dignidad     que    se
precie...agua...cuento las gotas que caen de mi
frente hacia el charco que rodea mis piernas y
abdomen. Tiembla la tierra, puedo sentirla
dentro, en el estómago, son tenues sus
enfurecimientos, quizás sean los primeros, el lodo
hace que no sienta mis piernas. Las gotas caen
sobre la superficie del charco y se mezclan
rápidamente, es algo espeso el lodo, puedo ver
deformados mis ojos, mi barba, mis gafas, mi
estómago se extiende y se contrae, vivo para
detener el tiempo y recortarlo...agua...

- Perdone señora, ¿tiene agua limpia?
- He oído lo que ha dicho, no tengo agua más que
para mí y mi marido, el egoísmo lo mata señor.
- Es que ... no entiende, mi voz interior...
- Es egoísmo señor, no quiero escuchar poemas,
déjenos tranquilos.


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- Lo siento, no es mi intención incordiarla.

La vejez no actúa por igual, nos destroza por
pasos, cada uno de nosotros sabemos cuales
fueron y donde nos dio en su momento, supimos
sortear sus golpes para pervivir en una lucha por
la supervivencia, ¿qué me queda sin mis hijos?,
mis animales están flotando, otros destrozados
por la violencia del agua...no apoyes tus
manos...




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Estoy cansado de aguantar tanta mierda, si lo
llevo haciendo desde siempre, esta no es la
primera vez, me decían mis abuelos que no lo
haga, que no me meta en el cuerpo de policías,
ahora que lo pienso mejor estaría con ellos en
Tánger. No voy a dejar de luchar, ese barco no
pudo conmigo, menos lo hará esta lluvia de
caprichosa, los españoles no saben diferenciar el
horror, esto no es nada comparado a mi viaje.
Tuve la suerte de no tener rasgos característicos,
mi madre era española, peor suerte corrieron mis
amigos, Said murió semanas después luchando
contra los negros en una guerra callejera que
duró días. Youssef murió en Ginebra a manos de
los policías, un malentendido hizo que el destino
actuara en su contra. Rachid cayó preso a manos
de su hermano, fue en una noche de invierno
cruda, estaba muy oscuro, yo no hice más que
responder a la llamada de auxilio de una señora
desesperada, la persecución duró al menos una
hora hasta que pudimos detenerlo, al llegar a la
comisaría descubrí su rostro entre la sangre,
nunca me lo perdonó, ahora estará muerto.

- Hay un camino, la gente no se ha percatado,

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pero debemos ir uno a uno y reunirnos dentro,
los tubos de aire nos llevarán a la primer
estructura luego subir será mucho más fácil, pero
no deben vernos._ le sugiero amistosamente a mi
compañero.
- Ve tu primero, luego iré yo y me seguirán.
- Debemos invertir las camisas, nos verán los
escudos, las gorras, lo lamento, deberán tirarlas,
a partir de ahora somos invisibles._ digo
convenciéndolos que es lo más prudente, hay
miles de personas que darían su vida por
seguirnos.
- Lo seguiré a unos cinco metros de distancia,
chequeé cada diez metros._ me dice el que cree
que comanda, no confía en mí, no será la primera
vez que me sucede, debo salvarme.

La tapa del asiento es rebatible, puedo abrirla,
por aquí no pasarán todos, es algo angosta,
calculo que persona que pesen más de ochenta
kilos por este hueco no pasarán de eso estoy
seguro. Miro hacia atrás, efectivamente me sigue
el que cree que comanda, estoy acostumbrado a
la desconfianza... putos españoles... pero no
hay nadie que destroce mi moral, llevo años
luchando contra los prejuicios, nadie me cree que
cuando arresto a malhechores en la calle, en
muchas ocasiones creen que es una broma o un
secuestro orquestado por una banda marroquí,
tienen mucha imaginación, pero es la bendita
verdad, al oír mi acento no me creen que soy


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policía. Llevo años convenciéndome de hablar
como español, gritar y mirar el fútbol como ellos,
me duele que mi familia se avergüence de mi, no
soy de ningún sitio y eso me perturba...
mátalos, cierra la puerta y que se ahoguen
todos juntos...

- Por aquí, alguien tiene que ocuparse de
controlar, es que no caben personas anchas, es
un tubo muy angosto, diles que hay otra salida
más    grande     en    la   otra  punta,   debes
despistarlos._ le sugiero al que me sigue detrás a
centímetros.
- Yo no pienso quedarme, ¡tú!, ven aquí, no
debes dejar pasar a ninguna persona más ancha
que yo, ¡mírame! ¿entiendes?, diles que hay una
salida más adelante, en la otra punta, que allí
podrán escapar perfectamente._ habla con un
adolescente algo confundido.
- ¿Qué haces?, lo hará bien, no te preocupes._
me dice buscando mi aprobación, dejo que haga
y diga lo que venga a su mente, no es mi
problema, se lo he advertido.

Nunca tuve miedo a los sitios pequeños, cuando
era niño jugada a esconderme en tubos de
desagües, esos era más pequeños aún, pasaba
horas escuchando tiros y gritos de mujeres sin
consuelo, era normal para mí, era mi rincón
seguro, sabía que allí nadie podría encontrarme y
menos matarme. Así una tarde escuché morir a


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mis amigos del colegio, reconocí todos los gritos
de horror, supe quienes y cuando morían, no
podré borrar nunca esa huella en mis recuerdos y
en mis oídos... que mueran solos, por sus
errores... siento un frío intenso en mis dedos y
pies, me arrastro sin fuerzas, me falta el aire,
hay una humedad increíble, el calor no es mi
problema, es la humedad que me marea...
mamá... hay responsabilidades que pesan en los
hombres, yo no tengo ninguna, todas las
personas que puedan venir detrás no me
pertenecen, solo tienen concordancias físicas,
pero por dentro no soy más que un Beréber de
las montañas del Atlas.

- Venid por aquí, ¿me oís?_ escucho el eco, el
siguiente está a unos metros, debo continuar.
- Si, oímos, ¿sucede algo?
- Bien, lleváis un ritmo más lento, así que me
adelantaré, seguid por el tubo, no dobléis a
ninguna dirección, ¡recto y hacia adelante!,
¿habéis oído?
- Si, oímos, ahora iré pasando el mensaje a los
que siguen, hace mucho frío aquí dentro.
- Animo, seguid hacia adelante que encontraréis
una salida.

Me cuesta pasar por el hueco, es increíble, puedo
verlos a todos, sus cabezas moviéndose como
una marea constante, puedo recordar mis manos
quemadas por la gasolina del barco, veo a mis


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amigos caer y desaparecer en ese inmenso
mundo acuático. Tengo vértigo, vomito, no puedo
aguantarlo, oigo sus cuerpos en el tubo, suena a
música. Estoy en medio de las gradas superiores,
veo una estructura de hierro similar a una
escalera de incendios, creo que sirven para
arreglar las luces del estadio.

- ¿Me oís?
- Si, oímos.
- ¡Al salir veréis a vuestra derecha una escalera
roja que se eleva hacia lo más alto, cada luz del
estadio tiene una, subid por ellas hasta donde
podáis, creo que es la única manera de salvarnos,
allí esperaremos la ayuda desde el aire. ¡Qué
tengáis suerte cada uno de vosotros y que Alá los
ilumine hacia el camino!
- ¡Pasaré el mensaje!

Cuento con que cada uno pase el mensaje tal y
como lo ha oído el primero, espero que nadie
cometa el error de no hacerlo por miedo a no
salvarse entre tanta gente. Estoy seguro que
morirá la mayoría, es un embudo imposible, es
una trampa humana, mientras, veo los puntos
negros moverse entre mezclados en el lodo, no
se ve el verde del césped, solo es marrón y negro
en movimiento, lloro mientras subo uno a uno los
peldaños, recuerdo mis manos quemadas por la
gasolina, marcas que aún me acompañan;
También recuerdo una sonrisa al llegar a tierra,


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esa mujer fue mi primer contacto con mi nuevo
mundo, este que hoy me condena a la culpa.




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Mi madre me ha dicho que no hable con nadie, es
que tengo miedo, no quiero dejar a mi madre
sola en el barro, no sé por qué le hice caso, no
puedo volver, en mis pies tengo una cabeza que
me empuja a que sigue adelante, estoy obligado.

- Niño avanza, ¡he dicho que avances!, me están
presionando los pies, y me hacen daño, avanza
niño que hay poco tiempo.
- Quiero ir con mi madre, quiero volver, no puedo
respirar señor, déjeme volver.
- Me cago en la puta, ¡he dicho que avances!, no
hay nada que hacer niño, ¿cómo te llamas?
- Soy Igor.
- Mi nombre es Juan José, soy viudo y mis hijos
están en otro sitio evacuados, te has dado cuenta
que si muero quedarán solos, vivirán tristes y
seguramente algo les pasará, pero puedo evitarlo
salvándome, y tienes que dejarme avanzar para
hacerlo, ¿comprendes?, todos dejamos algo
atrás, pero contamos con que haya algo delante,
seguramente tu madre he elegido que te salves
tu a cambio de ella, pero fuera tendrás quién te
cuide, ¿es así Igor?
- Mis abuelos, Arantxa y José Andrés.
- Pues, ¡tienes a dos personas que harán de ti

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una persona de bien!
- ¡Venga!, ¡movedse! como no hagas que el niño
se mueva, corto tu pie lentamente. ¡Hay gente
que se está ahogando! ¡Por Dios avanzar!
- Igor, por favor arrástrate, haz el favor de
moverte o tendré que lastimarte, no quiero hacer
algo así, mis hijos me esperan en algún lugar,
estarán muertos de terror como tú.
- ¿Y cómo se llaman?
- Beniat y el más pequeño Eneko.

Beniat y Eneko, a mi me gusta ese nombre, hay
olor, ese hombre es como mi padre, pero al
revés, primero murió él y ahora mi madre. Quiero
a mi mamá, abrazarla, el abuelo me dijo que
nunca la deje sola, que la ayude en todo.

- Sigue un poco más y ya estamos fuera, tú
puedes Igor, solo quedan unos metros, ya lo has
oído al de delante tuyo, a la derecha tienes una
escaleras, sube con todas sus fuerzas, lo más
rápido que puedas y cuando llegues arriba, si
quieres puedes saludar a tu madre, gritarle que
ya estás bien y que irás por más ayuda para que
la quiten del lodo. Corre rápido Igor, al salir no
mires atrás, ni abajo, corre Igor, corre.
- Estoy saliendo Juan José, lo espero arriba,
gracias.
- Nada hijo, es mi deber que sobrevivas, antes tú
que yo.



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Estoy subiendo como me ha dicho Juan José, no
miro nada, solo miro hacia arriba y veo la luz del
cielo gris, mi madre siempre me hablaba de mi
padre, mis abuelos no lo querían mucho, creo
que no era bueno, había sido Legionario, pero no
murió en la lucha, murió en la calle, mi mamá me
dijo que fue salvando a una señora, me contaron
mis abuelos que fue de una borrachera.
Juro que nunca voy a beber alcohol, yo quiero ser
electricista como mi abuelo, el siempre me
cuenta su trabajo, a mi me gusta eso y las casas,
cuando las hacen y luego de mucho tiempo son
edificios. Quiero tener hijos, como yo, que no
tomen alcohol, que no hagan cosas malas, que
sean buenos. Me duelen los pies, son fierros muy
finos los escalones y me duelen. No quiero mirar
abajo, no voy a mirar, mamá está allí, los
abuelos.

- ¡Igor!, ¡voy detrás tuyo!, sube, ya queda
menos.
- Has salido.
- ¡No mires hacia abajo!
- Sigue yo puedo oirte, voy algo más abajo.
- Es que se oyen todo ese ruido de abajo, ¡todos
los gritos, y el viento!
- Igor, no tengas miedo.

El viento me empuja, más arriba es más viento,
hago más fuerza pero no es lo mismo, no puedo
subir. Me duelen los pies, Juan José me ha


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Elbio Aparisi Nielsen                  Tempestad



mentido, no puedo avanzar, no puedo escaparme,
mis abuelos no me van volver a ver, me van a
extrañar a la tarde cuando hagan el té.

- Aquí estoy Igor, abrázame hijo, vamos,
abrázame y duerme, yo te sacaré de este lugar
espantoso.
- Gracias.
- Muy bien, eso es, duerme.




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Me escapé hace mucho tiempo, dejé a mi mujer e
hijo en Buenos Aires, llevo tres años y no me
arrepiento de nada. Aquí soy feliz, puedo pasear
con mi coche y conocer nuevas tierras siempre,
no tengo en el oído a la vieja de mierda
asustándonos que le va a dar un paro en
cualquier momento. Llevo unos minutos atascado
en esta especie de tubo, detrás mío tengo una
cabeza, adelante una mujer joven, sé que voy a
salir de esta, no tengo miedo, mejor dicho, pocas
veces tengo miedo, hoy no es una día para
tenerlo. No pienso mucho en mi mujer, quería
dejarla desde el primer día de su embarazo, fue
algo cruel mi sentimiento pero no cambió hasta el
día que me fui de esa casa, estaba agotado de
que me maltraten psicológicamente. Lo tenía
planeado un año antes, o sea, hace cuatro años,
mi hermano me había prometido enviarme la
plata desde acá, yo tenía que esperar mi
pasaporte Europeo y la plata a último momento,
mi hermano no confiaba mucho en mí. De verdad
estaba harto de los gritos de la vieja, de mi
mujer que me volvía loco con la ropa del nene, la
comida y qué nada alcanzaba, los remedios de la
vieja, del viejo, la luz, el gas, los teléfonos,

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Elbio Aparisi Nielsen                     Tempestad



trabaja doce horas al día seis días a la semana
para ganar una mierda y aguantar a tres
personas reprochándome todo el día. No tenía
fuerzas para criar a un hijo, sé que el no va a
tener padre, pero yo tampoco lo tuve y creo que
al final salí muy bien. Les envío dinero siempre,
todos los meses y otros días que quiero hacer
algún regalo a mi niño. Pienso en él ahora
mismo, no tengo fotos nuevas, las de mi cartera
tienen cuatro años, son las del pelotero con su
camiseta amarilla. De ella trato de no acordarme,
la odié siempre, lo único bueno que teníamos era
el sexo, eso sí que nos gustaba, del odio al amor,
y era de verdad, pero de amor, nada.
Llevamos unos minutos aquí sin movernos, hay
poco aire, es muy caliente, somos demasiados, si
entra alguno que no deje mucho margen al tubo
nos va a tapar el aire, siento que falta más que
antes. Me gustaría sacar la cartera de mi bolsillo
de atrás el pantalón, pero no creo que pueda, mis
brazos los tengo unidos a mi pecho, mis manos
frente a mi cara, esperando para empujar los pies
del de adelante. Escucho algún grito, un mensaje
viene en eco, espero que llegue bien, es lo único
que nos queda. Puedo escuchar como llega el
mensaje.
-Al salir hay a la derecha una escalera roja, hay
que subir por ellas. ¡Qué Dios nos acompañe
amigos!
Repito el mensaje al de abajo, sabía que una
salida había, solo resta que terminen de salir los


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que van delante mío. Se llama Pablo, mi hijo, es
rubio, como su madre, tiene mi sonrisa con los
colmillos hacia afuera, es de mi signo, de
Capricornio y es un inquieto como su abuela, mi
madre. Hay días que lloro en el baño, me miro al
espejo y me pregunto que mierda hago con mi
vida, salir todas los fines de semana para estar al
día, con mi ropa, pelo, trabajo y coche. Por
momentos necesito relajarme y ser yo, disfrutar
de una mañana de sol y amigos en la esquina.
Sé que las épocas son otras, me conformo con mi
casa y mi coche, bueno la casa y el coche del
banco. Es verdad que trabajo bastante menos y
gano algo más, en Argentina no podría enviarle
dinero como lo hago desde acá, eso es lo que
más me enorgullece cuando extraño mucho, me
inflo los pulmones con orgullo, porque tengo los
huevos donde hay que tenerlos, firmes y en su
lugar. Otros no hacen lo que yo hago, lo sé hay
muchos casos entre mis amigos, y en otros que
son de acá, pero mi conciencia duerme tranquila,
hay días que me arrepiento de haberme escapado
sin saludar a nadie, mis amigos no sabían nada,
mi hermano que tampoco me esperó en el
aeropuerto porque trabajaba, llegué solo y al final
así sigo. No veo el momento de salir de este tubo
sucio, aguanto sin respirar un minuto como
mucho y vuelvo a meter aire, aguantando un rato
más, hay gente que está desesperando, una
mujer grita muy fuerte y me hace doler los oídos,
es que el tubo lo repite y amplifica, alguno la


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calla a lo lejos, otros golpean el tubo
desesperados por salir, tienen fobia a estar
metidos acá, los entiendo, pero no me pasa a mí,
por suerte.
Había escuchado algo de las inundaciones, pero
esto lo superó muchísimo, algo no salió bien,
porque estamos todos evacuados en el lugar
equivocado, algo tuvo que haberse roto, alguna
represa o un río más grande que se unió, no
entiendo, encima no para de llover y
relampaguear, dentro del tubo el ruido de afuera
se escucha como latoso y muy suave, prefiero
estar protegido de toda esa gente que está
muriendo de miedo, hambre u otras cosas que ni
puedo imaginarme. Otro mensaje se acerca,
puedo escucharlo repetirse.
- Hay un niño que no quiere avanzar, alguien lo
está convenciendo, tiene miedo.
Pobre criatura de Dios, yo no podría aguantar
todo esto siendo un nene, no quiero imaginarme
nada, es terrible, pienso en mi niño, que Dios lo
cuide, si muero quiero que lo cuides señor, por
favor si me muero aquí quiero que no le falte
nada. Paso el mensaje, alguno me lastimó el pie
para que lo repita.
Avanzamos, parece ser que alguien lo convenció,
me alegra pensar que ese niño quiere vivir, al
igual que todos nosotros queremos salir de este
infierno.




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Es el paisaje más triste que he visto en mi vida,
Igor duerme, no quiero que vea esta desgracia.
Cuantas personas habrán muerto, miles, no hay
derecho... nunca pensé que me sentiría tan solo,
abandonado, llueve y parece no acabar nunca,
lleva horas sin cesar ni un segundo. Las palabras
de aquél geólogo eran ciertas, se podrían haber
evitado todas estas muertes, aquí abajo, se están
ahogando miles, otros suben como pueden, es
tan injusto, esos ancianos, los niños, quiero morir
y dejar de existir, no aguanto esta calamidad, ha
tapado la cuidad entera.

-Oh por Dios, ¡no puede ser!, ¿qué ha pasado?,
¿de donde sale tanta agua?_ es una joven
desesperada que cae de bruces al ver el terrible
acontecimiento.
-Justamente pensaba lo mismo, recuerdo que
hace unos días un geólogo habló en una cadena
sobre    una   posibilidad   remota,    pero   es
increíblemente similar. Nos han dejado aquí
indefensos ante la muerte, no me explico un
error tan grave. ¡Mierda, miles de personas se
están muriendo! ¿no veis y oís?, no me entra en
mi cerebro algo tan sucio, esos hijos de puta nos
han dejado morir, ¿y mis hijos? ¿quién va a

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cuidar de mis hijos?.
-Señor, no llore, ¿es su niño?
-No, no, él se llama Igor, es el pequeño que no
quería avanzar en el tubo, tuve que ayudarlo a
subir, está desfallecido, ha perdido a su madre allí
abajo, en el lodo.
-¿Cree qué es el único? ¿y a mi quién me cuida?,
mis hermanos se ahogaron frente a mis ojos, mi
hija murió asfixiada en mis brazos, ¡no quiero
seguir viviendo señor! pero no puedo hacer nada,
tengo a mi marido y su familia, ellos se salvaron,
debo luchar para salir de aquí, ellos estarán
preocupados por mi y mi hija, Dios se apiade de
su alma, mi hermosa.
-Tranquila pequeña, saldremos de aquí, ya lo
verás.

Puedo ver como emergen de los huecos al techo
del estadio todos esos luchadores, salen
extendiendo los brazos al cielo, agradeciendo
haber escapado de la tragedia, detrás de todos
esos cientos de almas invencibles solo veo agua.

-Hay gente allí, mira, ¿ves?, hay más techos, ¡y
más altos!, son otros como nosotros.
-¡Gracias Dios, hay piedad en tus actos!
-Claro, esa es la torre de la cadena local y a la
derecha los bancos y aseguradoras, todo sigue en
pie.

Se aclara por momentos difusos y se oscurece


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rápidamente, algunos examinan alrededor de
nuestra posición buscando más sobrevivientes,
no puedo olvidar los que yacen debajo nuestro,
sin respirar, sin pensamientos y sueños. Igor
despierta lentamente, voy a alzarlo para que no
sienta su cuerpecito solo en medio de tanto llanto
y gritos de auxilio.

-¿Has dormido bien pequeño?, eso es, estírate,
bosteza, suelta todo ese sueño.
-¿mamá?
-Mira, ¿ves allí?, esa gente está como nosotros
esperando a que los rescaten.
-Pero si nos rescatan volverá a pasar lo mismo,
va a morir más gente.
-No, no va a pasar nada más, créeme, ellos nos
salvarán y vamos a ir a buscar a tus abuelos
Arantxa y José Andrés, te lo he prometido.
-¿ Y tu hijos?
-A salvo esperándome, iremos con ellos Igor, con
Beniat y Eneko.

Sus ojos son tan parecidos a los de mi mujer,
juraría que es un capricho inhumano, pero es una
coincidencia, sus ojos son enormes y preciosos
como los de mi difunta mujer, cuanta falta me
hace ahora mismo.

-¿Cómo sabemos que nos rescatarán?_ dice la
joven que ha perdido a su hija.
-¿Qué sugieres? no hay nada que podamos hacer.


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No tenemos ninguna herramienta para hacer
fuego, no tenemos ningún aparato electrónico
que nos sirva de algo, debemos esperar y
aguantar todo lo que sea, tenemos que confiar, el
mundo está mirando el desastre, no pueden
cruzarse de brazos y esperar a que perezcamos
todos, es impensable._ digo encontrando falsas
esperanzas en mis palabras.
-Necesitamos juntarnos y darnos fuerza y calor,
todos podemos ayudarnos, no nos quedan
alternativas   señores,     miren   el    agua   lo
embravecida y destructiva que está, podemos
escapar, pero solo por el aire._ dice un hombre
junto a mí.
-¿Usted señor? ¿me oye? ¡Señor!, ¡si, usted, el
de uniforme de policía!._ lo llamo y viene
descontento y muy mojado, de sus ojos gotea
agua a borbotones, como cada unos de nosotros.
-Perdone, aquí he dejado de ser policía, soy otra
personas más._ afirma el hombre de acento
marroquí.
-¡De eso nada!, debe organizarnos, unirnos, el
temporal continúa y hasta que no se detenga
corremos el mismo peligro. ¡El viento puede
aumentar!, hay posibilidades de tornados. Parte
de la entrevista del geólogo hablaba de eso, de
los tornados y otros fenómenos de aire.
-Como he dicho, no soy policía. He vivido una
experiencia similar al viajar en patera, fue lo más
desolador que viví, esto no se compara, aquí
tenemos un sitio preciso, si quieren encontrarnos


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saben donde hacerlo cuando termine el temporal,
desde el aire no harán nada hasta que se calme
el cielo.
-Pero puede aportarnos ideas de supervivencia,
en los huecos tenemos las escaleras, el agua se
ha detenido, no sube, al menos por el momento,
y no si lo hace, perdemos la oportunidad de
juntar tela de las ropas de los muertos. Se que
suena horrible, pero no hay nada que hacer, el
temporal no nos permite siquiera hablar, el agua
nos moja y nos enfría, mucha gente no
aguantará, a menos que nos cubramos con ropa,
o algunos cuerpos.
-Esta loco, ¿qué pretende?
-¿No lo ve?, los cuerpos nos permitirán sobrevivir
al frío y al hambre. ¡Llevamos un día entero sin
comer! ¿qué va a pasar cuando sean cuatro?
-Eso es inconcebible, no permitiré que nadie se
coma a una persona, bajo ningún concepto.
-No puede prohibir nada, no es policía, lo ha
dicho, solo digo que nos organice para llevar a
cabo un plan de emergencia que nos de una
posibilidad remota de volver a casa.
-Mi casa está ahora mismo bajo el agua, señor._
dice el policía con su mirada perdida.
-Lo lamento, todos perdimos hoy nuestras vidas,
lo hemos dejado todo y no tenemos más que la
miseria de esperar nuestra hora, pero podemos
cambiar eso, quiero decir que hay una manera de
retrasar todo lo que se pueda un final para todos
nosotros. ¿Quién está conmigo?


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Hay otras docenas de miradas que se fijan en mí,
lo sé no es la mejor idea, es la única, no hay
comida, ni materiales con que cobijarnos, el agua
está a 20 metros del techo, allí abajo abundan los
muertos y todo el olor a podredumbre que
conlleva la descomposición lenta pero efectiva de
la naturaleza. Hay muchos que llevan muchas
horas sin vida y flotando. Nos faltan fuerzas, el
agua nos golpea con el viento huracanado, no
podemos esperar en las escaleras, somos
muchísimos más. Es triste, abrumador y el peor
sentimiento que he sentido en toda mi vida,
sobrepasa todas las muertes que tuve que
superar, es sincero mi dolor, pero es lo que debo
hacer para vivir.

Algunos se están agrupando a unos metros
nuestros, veo caer gente al agua que golpea
ferozmente contra los bordes del estadio, son
muchos los que no tienen coraje frente a la
incertidumbre.




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-¿Tú qué opinas?
-¿Yo?, aquí fuera vamos a sobrevivir los más
fuertes, a menos que hagamos algo por
modificarlo.
-¿Eras guardia o escolta de algún político?
-¿Lo dices por mi cuerpo?
-Si.
-Allí abajo he salvado a personas de que las
maltraten, pero ahora están muertos, no he
podido hacer nada por ellos. Si, fui escolta de
políticos, llevo quince años.
-Lo has hecho en su momento.
-¿Qué?
-Salvar a personas, no es humano salvar a tantos
con las dificultades que hemos sorteado aquí.

En el césped del estadio he podido mantener un
orden, al menos con mis amigos, han muerto
desgraciados, he roto sus cuellos sin pensarlo dos
veces. En Senegal era luchador, era quién
defendía el rebaño, los Sow somos y fuimos
luchadores desde tiempos inmemoriales, nuestro
apellido se mantiene, es la tradición. Luché
cuando viajamos en el pequeño barco hasta las
islas, el miedo no tiene efecto, fui criado como un
guerrero y seguiré así hasta el final.

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El viento es muy fuerte, las olas que chocan con
el estadio nos salpican desde allí hasta aquí en lo
más alto.

-Voy a bajar a buscar telas.
-Yo voy contigo._ me dice el que desea atención.
-¿Crees qué vendrán a rescatarnos?_ pregunto
como puedo en medio del silbido ensordecedor
del hueco de escalera.
-No lo sé, ¡pero mantenernos con vida nos da
más posibilidades!

Resbala y queda suspendido en el aire por mi
mano, yo estoy sujetado a la escalera, es un
viento imposible de aguantar, dentro el agua con
los muertos se sacude violentamente.

-¡Súbeme! ¡por favor!
-Agárrate de la escalera fuerte, ¡quédate aquí!,
voy a bajar unos metros más. ¡Solo unos metros!
-¡No bajes es peligroso!

El agua se renueva, los cuerpos se escapan por
debajo, se ha formado un remolino enorme y
destructivo.

-¡Sube, sube!, rápido.
-No quedan cuerpos, se los ha devorado el
remolino, tiene que haber una salida allí debajo,
la estructura tendrá huecos, eso explica que los
cuerpos no estén en el agua.


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Elbio Aparisi Nielsen                     Tempestad



-Vamos arriba.

Nos cuesta una enorme cantidad de energía subir
por las escaleras, el viento en nuestra contra nos
empuja al agua, hacemos un esfuerzo que no
procede de la naturaleza, creo que hay algo más
que nos motiva a subir, tanto desprecio de la vida
en nuestra contra no es normal.

-No podemos volver a hacer tal estupidez._ le
digo al pretendiente a líder.
-Hemos agotado otra posibilidad.

Nos rodean varias personas desconocidas y se
juntan en un circulo para arroparnos, sentimos el
calor de sus cuerpos a los segundos, se ha
formado un silencio que desconocimos hasta
ahora. Han logrado formar una morada de
humanos con humanos, en un gesto sin
precedentes de amor. Estamos sentados él y yo y
sus rostros mirándonos desde arriba, nos rodean
muchos rostros, casi no entra agua y el sonido se
ha apagado de una forma abrupta.

-¡Increíble hazaña!_ dice entusiasmado el
pretendiente a Líder.
-Somos algunos grupos que cobijan por minutos
para recomponer a los más afectados._dice uno
de ellos mientras sonríen el resto._ dice una de
las voces, no los distinguimos en la oscuridad.
-¿Tan rápido se han organizado?, ¡es increíble!,


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Elbio Aparisi Nielsen                     Tempestad



es una idea fantástica, ahora debemos agrupar el
resto de personas e ir rotando los grupos para
que unos descansen y los otros cobijen, así
llegaremos a esperar más tiempo. _ pregunta el
que pretende liberar.
-Ya lo hemos planeado señor, en estos momentos
se ha formado el campamento completo, de cada
diez personas dos se cobijan dentro, unimos
nuestros cuerpos y mantenemos el calor._ explica
otra voz más baja.
-¡Gracias!,   ¿cuánto    cree   que   dure    este
temporal?_ pregunta el líder que ha dejado de
serlo.
-Debe terminar en horas, si corresponde a lo
normal, sino, lo haremos indefinidamente hasta
que nuestros cuerpos soporten, no olvide que sin
comer podemos vivir bastante tiempo.
-Pero sin agua no._ digo seguro, recuerdo los
días sin agua en Senegal, todos los que morían
enfermos de hambre entre otras cosas.
-Aquí lo que sobra es agua, debe abrir la boca y
dejar que ella lo busque._ dice una voz fémina.
-Pero._ interrumpe una voz gruesa.
-Nada, pronto vendrán a por nosotros._concluye
una voz más segura.
-¡Yo estoy preparado!, tengo calor y quiero
ayudar, déjeme salir._ digo apartando las piernas.
-¡Descansa unos minutos más!_ me dice mi
compañero sin fuerzas ni ganas de moverse, al
punto de desfallecer.
-Alguno quiere dejarme ser parte de la estructura


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a mi, ¿quién está agotado?
-Yo._ contesta ella, la única mujer.
-Ven, no puedo verte, dame la mano y
cambiaremos los cuerpos, el mío es más grande y
resiste mejor el viento y las gotas de lluvia contra
mis espaldas.
-Duelen mucho.
-Lo sé, ¡ven, eso es, ahora!

Las gotas son increíblemente dolorosas, son miles
que me golpean como en una tortura magrebí, no
puedo comprender como esa mujer pudo
aguantar estos minutos de agonía. Mi cabeza se
encuentra unida a otras dos y supongo que
formamos un circulo, acabo de acomodar mi
torso para que se filtre la menor cantidad de
agua posible. Nuestras piernas están doblada y
muy juntas, estoy arrodillado, nuestros muslos
sellan la parte más baja, debo confesar que estoy
asombrado, la naturaleza de la inventiva es
inagotable. Oigo como una voz tranquiliza a la
mujer, no vemos absolutamente nada, sentimos
nuestros jadeos, el olor a agua de tierra es lo que
más predomina, siento el calor de los cuerpos
como se elevan por mi rostro y supongo que en
resto de rostros. Según acaban de decir hay otros
cientos que hacen lo mismo, supongo que la
manera de intercambiarse es hacerlo de a uno,
para no debilitar la estructura humana.

-¿Estás bien?


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-Si, gracias.
-Propongo que los dos que se cobijan duerman
unos minutos, calculo que si lo hacen por media
hora y nos rotamos de uno en uno cada media
hora, todos tendremos de cobijo una hora
promedio, y diez de cobijadores.
-¡Es justo!
-Pues a dormir algo, que restan horas.




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Llevamos siete horas, un pilar de la estructura
tiene un reloj, enciende la luz cada muchos
minutos y nos dice cuanto tiempo llevamos,
algunos no están de acuerdo, yo creo que es
necesario conocer el tiempo, saber que restan
menos horas.
-¿Alguien quiere cambiar?_ digo todavía algo
aturdida, es que me duelen los oídos, tengo los
pies lastimados y los músculos casi todos
contraídos. No sé como pueden lograr la
estabilidad y sostener tanta energía constante,
son elegidos, son mis salvadores y debo al
menos, darles ánimos.
-¡No!, seguiremos así, ¿alguno quiere cambiar
por él?¡quedan dos minutos para el cambio!_ dice
una voz gruesa y fuerte, se refieren al otro que
descansa junto a mí, ahora mismo duerme
plácidamente.

Me siento en deuda con estos titanes, héroes
desconocidos, los mismos que en la ciudad salvan
vidas a diario y no sabemos reconocer. Sé que fui
una insensata, una niña mimada, una ignorante,
pero han cambiado en mí todos los deseos que
antes me daban vida. Solo quiero vivir y dar algo

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al resto de ellos, se lo merecen, no saben quién
soy, que es lo más importante.

-¡Cambio!¡rotación!, ¿quién cambia?_ pregunta la
voz gruesa nuevamente.
-Lo haré yo, me duelen las rodillas, descansaré al
menos unos minutos, luego que lo haga otro
compañero, lo necesito ahora, solo unos minutos.
-¡Cambien ahora!_ exclaman.
-¿Cambias?¡ey!¡despierta!, ¿cambias?_ le insisto,
duerme profundamente.
-Debes cambiar, hay uno de nosotros que desea
dormir algo. ¡Hay que despertarlo señora!_ me
sugiere la voz gruesa, me da lástima despertarlo.
-¡Voy yo!, hay que dejarlo dormir unos minutos
más.
-¡No señora!
-¿Pero qué sucede aquí? ¿por qué soy mujer?,
¿tienen problemas con mi sexo?
-No, por lo contrario, está muy dañada, tiene los
pies y las rodillas destrozados, no podemos
permitir que continúe lastimándose, mientras el
resto pueda seguiremos así. Haga el favor de
despertar al soñador.
-¡Despierta!, quieren hacer cambio, ¿me oyes?_
su cuerpo está más frío que antes, no siento calor
desprenderse de su piel.-¿me oyes?, no respira,
¡oh por Dios!, ¿me oyes?, no, no, despierta,
¡despierta!_ intento reanimarlo, ellos quieren
ayudarme pero no pueden si uno se desprende la
estructura puede desmoronarse y volver a la


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Elbio Aparisi Nielsen                     Tempestad



lluvia huracanada.
-Podemos hacer un cambio._ sugiere una voz
tenue.
-No, de ninguna manera, lamentablemente, si ha
dejado de respirar, no podemos hacer nada.
-¿Qué quieres decir?_ pregunto inocentemente.
-Debemos dejarlo ir, señora.
-¡No!, por favor, ¡tenemos que ayudarlo!_ tengo
sudores por todo el cuerpo, me aterra pensarlo
muerto al lado mío, hace unos minutos hablaba
de sus hijas y ahora... -¡Tienen que hacer algo!,
por favor, oh Dios mío, ¿qué está pasando?
-Lentamente deben levantar una pierna izquierda
y el de su izquierda la derecha y empujar el
cuerpo, lentamente o el viento hará efecto
empuje y nos lanzará por los aires. A la cuenta
de tres, lentamente.
-¡No!_ lloro sin remedio, no podré hacer nada,
ellos me lo van a impedir.

Alzan dos piernas y el viento y sus fuerzas lo
chupan hacia afuera, suavemente vuelven a
unirse y a sumergirnos en el silencio, más bien es
nuestras respiraciones constantes.

-Es que... no puedo dar crédito a todo esto, hace
unos días estaba en mi casa, con mi piano y mis
perras, cantando y con mi gente, ahora no se
nada de ellos, estoy con desconocidos que me
cuidan, lo anterior prefiero no recordarlo,
demasiado duro, esos niños, los animales, no


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Elbio Aparisi Nielsen                    Tempestad



puedo pensarlo, ahora este hombre, había
salvado a otra gente y el muere así durmiendo.
Quizás sería lo mejor que me pudiese pasar a mi
también, recostarme y descansar. Dentro de mi
mente soñar con todos y dejar los pensamientos
sin aviso de la realidad, sin comprender que está
sucediendo, de verdad prefiero eso.

Vamos ocho horas y unos minutos, acaba de ver
un rostro difuso, iluminado por la luz verde del
reloj de uno de ellos.

-Señora, ¿se encuentra bien?
-Tranquilo, solo pienso.
-Es la ley de la vida, no debe pensar en eso,
piense en su mejor momento, cuando supo que
estaba en la cúspide de su felicidad, ¿lo sabe?_
me dice una voz tenue y dulce, puedo
reconocerla.
-Si, ahora que lo dice, si tuve una vez. Estaba
cantando en el Central Park, a media noche,
cuando ví a toda esa gente mirarme a los ojos, el
frío que me congelaba la voz no pudo conmigo,
esa energía enorme y envolvente me hizo cantar
durante horas, fueron las horas más completas
de mi vida. No puedo olvidar los olores, la
sensación en el estómago, lo estoy sintiendo
ahora mismo, gracias, ¿cómo te llamas?
-Adolfo.
-Gracias Adolfo.



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Pude salir, al final hicimos fuerza y salimos, otros
chicos que estaban atrás mío se quedaron tirados
y el agua los arrastró al fondo, fue muy feo, ver
como se murieron chicos de mi edad solo por
perder las fuerzas. Yo soy el de Buenos Aires, que
dejé mi hijo y volé, moderé hace unos
momentos, no paro de pensar en la cara de mi
nene, de como va a ser de grande. Yo acá estoy
solo, y tengo suerte, parece ser que la suerte me
acompaña, hoy vi cosas horribles, de verdad, no
voy a contárselo a nadie, no puedo actuar algo
que vieron mis ojos. El pibe ese que se cayó al
agua me miró a los ojos y desapareció con todos
esos muertos que flotaban, de verdad no se lo
deseo ni a mi peor enemigo. Mi abuela me
hablaba siempre de la causa y efecto, creo en
eso, ella me decía que si haces el bien
seguramente las cosas en algún momento te
terminen saliendo bien, pero si haces mal, podes
tener suerte de que salgan bien, pero por un
tiempo. Yo sé que hice algunas cosas mal, que
me preocupé de boludeces sin sentido, de
estupideces que a otros le gustaban, pero eso,
solo para sentirme inserto en una sociedad, con
gente, amigos y salidas. Me olvidé de lo

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importante que es estar con los que uno quiere,
soy Argentino y debo estar orgulloso de lo que
tengo, acá estoy endeudado hasta el cuello con la
casa y el coche, ¿para qué?, bueno en Argentina
estaría endeudado por tener que pagar cosas que
ya usé, ahora que lo pienso mejor, igual no sé.
Estoy ayudando a gente, ahora mismo funciono
como parte de una estructura humana que
construye algo parecidos a los iglúes para que la
gente más lastimada o sin fuerzas se recupere.
Soy fuerte, tengo la gran suerte que mi cuerpo es
grande, y se aguantar mucho el hambre, ese
chico no puede parar de llorar, habla de su mujer,
de sus hijos, no puedo ver su cara, es que
estamos como abrazados, con los brazos
extendidos hacia arriba y todos los cuerpos
juntos, arrodillados y formando un circulo o un
iglú. Me duele la espalda, la lluvia me da con
todas las fuerzas y me lastima, pero como dije
antes, yo puedo aguantar mucho más tiempo que
otros, me da lastima, sé que está mal sentir
lastima, pero este chico tiene una familia, hijos y
mujer y llora por ellos.

-¿Pero qué pasó con tu mujer e hijos?_ pregunto
suavemente, no quiero irritarlo.
-Han muerto, todos han muerto, y yo los he visto
morir, frente a mí, uno de mis hijos ha luchado
hasta el final, ¡me quiero morir!, ¿por qué
ahora?, ¿qué hemos hecho para merecer tal
tortura?_ dice el joven, no puedo verlo, solo


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escucho su voz, y me da mucha pena, de verdad.
-El tiempo te va hacer tranquilizarte, podés
acordarte de ellos siempre, pero vos tenés que
seguir adelante, no podés quedarte muerto acá,
este lugar es una mierda, si te morís acá ¿quién
los va a enterrar en un lugar digno?_ le digo
sorprendiéndome de mi mismo.
-Es que sus ojos no se me quitan, los veo fijos,
en ese último instante.
-Todos los días vas a poder ir a visitarlos, pero
ahora vos vivís porque te lo dijo yo, de verdad,
tenés que quitarte eso de la cabeza, ¿sí?_ bajo la
voz para que me escuche mejor.
-Sí.
-¡Muy bien!, perfecto ahora vamos a contar
historias viejas que nos hicieron reír, así nos
olvidamos de tanta mierda, resolvimos algo muy
importante, podemos aguantar la lluvia muy
bien, tengo cuerda para rato. ¿Quién empieza?
-Yo me acuerdo cuando era pequeño que jugaba
con mis gatos en la cama, un día durmiendo me
levante y tenía a los dos meándome la cara, ¡Eso
fue horrible!, los tiré a tomar por el culo, y
volvieron a la cama más anchos que panchos, ese
día supe que quería mucho a mis gatos, ¡pero
luego de bañarme! jajaaj._ esa voz es de otro
pilar, esta a mi derecha.
-Mi madre me decía que no haga estupideces y
yo me tiraba horas chupando las sábanas recién
lavadas, me encantaba el gusto en la boca del
jabón._ esa voz es de un chico que está al lado


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mío a la izquierda, me estoy riendo mientras, es
gracioso y sano, por un momento creo que ya
estamos pensando en otras cosas, igual me sigue
doliendo la espalda pero algo menos que antes,
la verdad que hablar nos hace olvidarnos del
temporal infernal que nos quiere tirar al agua.
-A mi en el ejercito me tocó limpiar los cubos de
basura, me daban mucho asco, por lo que quemé
algunos para no tener que llevarlos, el sargento
me jodió en la cárcel unos días y yo por la rabia
que había contenido al otro día a la noche me
escondí y espere a que se haga la hora de dormir,
salí al campo abierto y agarré a su perrita enana
y le quité un ojo con un cuchillo. Nunca más me
volvió a mirar a la cara el sargento, por dentro
siempre supimos los dos que lo sabíamos, pero
no dijimos nada._ ese idiota es uno que habla por
hablar, nadie hace caso a lo que cuenta, pero nos
mantiene cautivos de su tontería, que es muy
bueno.

No sabemos que hora es, ni cuanto llevamos aquí
soportando la guerra de agua que nos sacude.
Creo que mi hijo me va a extrañar mucho allá, no
creo que salgamos de esta, es muy jodido
salvarse a estos casos, me acuerdo cuando en
Chile un alpinista fue abandonado por su grupo
de rescate por no tener los medios adecuados
para subirlo, el tipo se cayó y levantó hasta que
no aguantó más y lo dejaron tirado como a un
perro. Por mucho tiempo pensé que esos del


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Elbio Aparisi Nielsen                    Tempestad



grupo de salvación eran unos hijos de puta, pero
creo que ahora los entiendo, ante un alud de
nieve y frío, eligieron entre morir todos o que
muera uno, ellos sí tenían la posibilidad de
salvarse, nosotros aquí mantenemos vivos a dos
dentro de esta casa humana mientras todo se
calma, es lo que estamos esperando. Nosotros no
tenemos la suerte de tener posibilidades de
salvarnos, el destino para todos nosotros es el
mismo, al menos hasta salir de acá.




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Elbio Aparisi Nielsen   Tempestad




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Elbio Aparisi Nielsen                      Tempestad




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Están recordando viejos recuerdos, riéndose
como si nada nos fuera a pasar, entiendo que
desean un momento de distracción, lo merecen,
yo no puedo hacerme a la idea de que nos van a
salvar, tengo un muy mal presentimiento, no
quiero alarmarme, pero ellos no comprenden que
esto puede ser el principio de algo más
catastrófico. Llevamos horas, muchas horas
soportando la lluvia, el frío y los vientos, muere
alguno a cada rato.

-¡Basta!, ¡es suficiente!, ¡estoy harto de escuchar
esta mierda!, tenemos por delante quién sabe
cuantas horas de agonía antes de morir, por qué
mierda no hacemos algo para salvarnos, esto, no
es la salvación, ¡estúpidos ignorantes!, el calor
que generamos aquí debemos compensarlo con
ideas nuevas, no podemos quedarnos a esperar
por qué tuvimos una buena idea. Ahora es el
momento de organizarnos y avanzar, ¿o preferís
morir por inanición?_ grito enfurecido, no hay
vuelta atrás, toda mi alma se ha destapado, no
puedo echarme atrás pidiendo perdón, es ahora o
nunca, si quieren salvarse hablarán sino, tendré
que callarme y esperar a morir ahogado.

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Elbio Aparisi Nielsen                    Tempestad



-¡No, no quiero morir de hambre!, no aguanto
más esta mierda, tengo la espalda lastimada, me
duele el cuerpo entero, en unas horas no podré
mover ni un músculo. Yo no voy a dejar de
pensar, como un hombre prefiero morirme de pie
que morir arrodillado.
-Yo tampoco quiero morir de hambre, quiero vivir,
¿qué proponen?
-Simplemente ideas, lo que sea, cualquier cosa,
luego debatiremos, el tiempo es crucial._ digo
convencido de al menos una oportunidad.
-¿Cual es la situación?_ cuestiona una voz de un
joven.
-El estadio se ha inundado completamente, el
agua ha formado un remolino mortal, no
podemos nadar en él, el techo cuenta con dos
superficies, una donde estamos y la otra un tanto
más elevada._comenta una voz gruesa y singular.
-¿Cómo sabe eso?_ pregunto sorprendido.
-Trabajo aquí.
-¿Y como no lo ha dicho antes?_ me enfurezco
por dentro.
-No vi solución, estaba preocupado por salvarme,
y ahora llevamos unas horas en las que he
perdido el sentido del tiempo, creo que he
olvidado algunas cosas por el shock quizás._
afirma algo apenado el de la voz singular.
-Bien, debemos llegar a ese techo. ¿Alguna
particularidad del techo o de la estructura?_
mientras pregunto pienso en buscar soluciones.
-La estructura es muy fuerte, todo es hormigón


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Tempestad

  • 1. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 1
  • 2. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 2
  • 3. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad Brana Malla nº 1 Axón 1, Axón 1a. 3
  • 4. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 4
  • 5. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad Elbio Aparisi Nielsen Tempestad Axón 1 5
  • 6. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad Aparisi Nielsen, Elbio Brana “Tempestad” Vizcaya, España, 2009. 470 págs. 21x15cm. ISBN 979-865-06-3734-7 1. Narrativa CDD 863 Hecho el depósito que prevé la ley 11.273 2009 Copyright todos los derechos reservados. ISBN 979-865-06-3734-7 6
  • 7. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad Libro Bíblico: San Mateo El entró en la barca, y sus discípulos le siguieron. Y de repente se levantó una tempestad tan grande en el mar que las olas cubrían la barca, pero él dormía. Y acercándose, le despertaron diciendo: -¡Señor, sálvanos, que pereceremos! Y él les dijo: -¿Por qué estáis miedosos, hombres de poca fe? Entonces se levantó y respondió a los vientos... 7
  • 8. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 8
  • 9. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad Prólogo Bienvenido a la Brana, debes saber que aquí al escritor se lo llama “moderador” y al lector “concatenador”, al igual que al libro lo llamamos “axón”. También debes saber que el tránsito de la lectura es el viaje, aunque esto último puedes llamarlo como quieras, yo lo llamo “viaje” porque lo ejemplifico rápidamente con un viaje en metro, en donde los capítulos son estaciones, en algunas de ellas habrá combinaciones en las cuales podremos continuar nuestro viaje por otra inflexión de camino. A mi me recuerda a elige tu propia aventura, pero lo interesante de esta cuestión es que la aventura habla sobre una supuesta realidad, en la que todas las historias se cuentan por quienes son los “moderadores”, dependiendo de la cantidad de capítulos del axón será la cantidad de personas que moderan desde su punto de vista lo que sucede, el trabajo del concatenador es viajar eligiendo inflexiones para continuar viviendo la historia, que decididamente es infinita, ya que son sucesos unos tras otros que se enlazan y actualizan, por lo que un concatenador puede pasarse una vida en la brana navegándola o viajando en ella, nutriéndose. Desde ese primer punto partimos, es probable 9
  • 10. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad que te interese ser moderador o concatenador al mismo tiempo y una de las dos, si todo sigue en su curso, pronto o ya mismo puedes estar disfrutando de la Brana en su formato ampliado, éste, repito, es una primera versión que consta de tres axones, los dos primeros de 35 capítulos cada uno y el tercero de ocho. Sentirás emociones que te oprimirán por lo asfixiante o te llenarán de orgullo por la valentía, como te he dicho antes, ser concatenador te sumerge en una historia que no termina, depende de ti por donde la sigas, podrás encontrar misterios sin resolver y pasar delante de algo o alguien que luego será algo que no esperabas, todo es posible ya que no se limita al sistema sintáctico que propone el ocio actual y lo hace desde la distancia de la dispensa comercial, es ocio por el hecho mismo, pero nutre de valores, que sí quieres tienes mucho por aprender y si moderas quizás por enseñar. Puede caer en el fracaso como todo, o no, ¿quién decide eso?, yo al menos seguiré ya que me proporciona un sabor más amplio y emocionante el recorrer cada uno de sus recovecos. Nuevamente, bienvenido a la Brana, aquí no hallarás géneros cerrados y delineados por las plantillas eficaces de la industria, eres libre, es arte, es ocio, somos humanos, ¿qué más podemos pedir? Elbio Aparisi Nielsen julio del 2009. 10
  • 11. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad A ti, nuevamente. 11
  • 12. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 12
  • 13. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad Tempestad Axón 1b 13
  • 14. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 14
  • 15. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 1 Llevo tres días intentando estudiarme, pienso mientras existo, veo mi película sin edición tras mis globos visionarios, me golpeo mientras pienso, la realidad se contrae en esta máquina ocular y algo confusa. Mis ojos perciben lo que desean de esas ondas de luz reflejadas por los objetos que me rodean diariamente, mis ojos, sus retinas fotosensibles seguramente me engañan en la percepción de esa realidad impura e imperfecta que se representa primariamente ante mis ojos. Pienso discontinuamente frases sueltas, luego mi voz interior que me ordena cada día un objetivo, que se incumple la mayoría de las veces. Cada segundo que vivo dialogo internamente con alguien que no existe, al menos para mis ojos. El ego me hace más luchador, más odiado y odioso. Pienso nuevamente y reflejo en mis ojos lo inteligible, la auténtica realidad, mi razón, o la de Platón. Es Diciembre y llegan los días de lluvia, frío, viento, olas de quince metros e inundaciones varias. Llevo algunas horas en el campo de fútbol de un colegio, nos han evacuado, la ría ha 15
  • 16. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad rebalsado esta mañana, mi casa se eleva del nivel del bienandante en unos 12 metros, es un cuarto piso, se han salvado mis novelas, mi piano y mi ordenador, no ha sucedido lo mismo con mi vecino director de cine del tercero izquierda. Lo ha perdido todo, absolutamente todo. Lo tengo a mi lado, junto a él, su mujer y la perra vieja olorosa. Se oye el agua destruirlo todo, también vemos los relámpagos destellar uno tras otro, estamos muertos de miedo. Me dice mi vecino: - ¿Cómo se puede ser tan insensible?, te pones a ver internet por el móvil mientras nosotros lloramos por todo lo que perdimos, eres un desagradecido, un egoísta. Hemos perdido todos nuestros recuerdos, las fotos de nuestros sobrinos pequeños, mi cámara de cinta. Le digo a mi vecino: - Lo siento, pero yo no he perdido nada. Me dice: - Serás cabrón, hijo de... Le digo suavemente: - Podrías haber subido tus cosas a mi piso. Me dice: - Sabes que estábamos en el parque rodando. Le digo: - ¿Y tú, mujer? _ ella está abrazada al brazo derecho de él, abre sus ojos y me mira. Me dice: - ¿De qué coño hablas?, ¿de qué coño habla este tío?_ suelta a su mujer. Su mujer dice: -Y yo que sé, sabes como es, siempre hace ruido y no podemos ver ni la 16
  • 17. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad televisión tranquilos, habla por hablar, ni caso. Le digo: - Debería de haber estado en casa antes del suceso. Dice mi vecino: - Eso es verdad, hoy no tenías nada que hacer, con todo esto no he pensado en nada, eres un puto enfermo, hemos perdido todo y tu insinuando que mi mujer ha hecho algo indebido. Si no nos conoces de nada, vete, ¡anda!, déjanos tranquilos, puto cabrón de los cojones. Le digo: - Mi enfermedad brota a la realidad por momentos, son números, quizás los veas, a no ser que te falten los ojos. Me dice: - Déjame tranquilo, no respondo de mí, puto subnormal. Su mujer dice: - Basta, ¡es suficiente!, no sigas, los policías nos miran y no quiero irme de aquí, es un puto desastre allí fuera. ¿No oyen cómo muere la gente y los edificios caen? Pienso: - Puta asquerosa, como me enoje suelto todo. Siempre lo mismo, no voy a reírme de este pequeño humano, pero si voy a hacerlo de esta ingrata. Llegan más afectados, somos miles, seremos muchos en unas horas, parece no terminar nunca. El bullicio casi no nos permite escucharnos, prefiero apartarme y sentarme con una mujer negra, ella mira el suelo y habla sola. Le digo a la negra: - Hola, voy a sentarme aquí si 17
  • 18. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad no te importa, es que allí no hay quién los aguante, son vecinos de mi portal pero estoy mejor aquí, contigo. Me dice: - Yo no entiendo. Le digo: - Yo tampoco entiendo lo que sucede. Me dice: - Yo no entiendo. Le digo: - ¡Vale!, yo tampoco. Cruzo mis piernas y junto mis manos emulando su postura, cierro los ojos, no quiero utilizar mis sentidos innecesariamente. Dejo mis oídos activos, mi olfato identifica olor a agua podrida, excremento humano y algunos vómitos, se me presentan en la seudo negritud de mis ojos cerrados unas letras, luego unas palabras, comienza un relato, suele aparecerme en mi mente relatos mientras viajo, como o trabajo, es normal, suele ser por la tarde, no sé su horario de llegada porque no miro el reloj, es que tengo uno en mi muñeca pero infinitamente quieto en las tres de la tarde de un 21. 18
  • 19. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 2 - Hola cariño... si... ¡sí!... quédate tranquila, estamos los seis muy bien, no te preocupes, saluda a la abuela con muchos besos... no... no puedes... hija, que no puedes venir, todavía sigue lloviendo y las inundaciones continúan... que no... si, son los gritos del cielo, te lo he dicho siempre, la naturaleza no nos quiere aquí, nos odia demasiado, tuvo paciencia pero ya no creo que podamos seguir como antes... cariño debo dejar de hablar, no tenemos buena señal y no te oigo claro... te queremos, cuida a tu abuela y limpia la casa, ayúdale. Mañana hablamos, si no llamamos quédate tranquila... si hija, lo haremos... todos aquí lo han perdido todo, somos unos afortunados... no podíamos negarnos a evacuar, todo el pueblo lo ha hecho... si todo está donde tiene que estar... tus fotos, libros y los pósters... si hija... te queremos... los gemelos preguntan por ti... adiós hija. Me duelen los huesos, tengo mucho frío, mi marido cuida a los gemelos, los otros dos se han dormido solos, debo conseguir algo para comer, mis hijos duermen de hambre. - Cariño voy a por algo para comer, vuelvo en 19
  • 20. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad unos minutos_ le digo a Fran el amor de mi vida. - Deja, voy yo, coge a los gemelos, yo me encargo, mírate._ me dice con su mirada perdida. - Bien, pero ve con cuidado, mira toda la gente como está, no sabes que pueden tener, por favor no los toques._ le aconsejo porque es un descuidado. - Habla bajo, por favor, ten cuidado con lo que dices, por favor Soledad que sabes tú lo que han sufrido todas estas personas, ahora vuelvo, no se muevan por nada._ le digo a mi mujer algo desorientada. ¿Cómo el dinero puede cambiar tanto a las personas?, si es que no puedo con su manera de ser. Las puertas se acaban de abrir, entran otros cientos de evacuados, que duro es esto, pensaba que en la oficina sufría tortura, pero que sé yo de todas estas vidas, si pudiese los ayudaría. Mi casa se ha salvado de milagro, los desprendimientos del monte no han destruido ni mis árboles del jardín, la huerta sigue en pie, con mucho agua en sus pequeños canales de irrigación pero nada más preocupante. Los tres chalets siguientes se han deshecho como el chocolate en la leche caliente, me encantaría uno ahora mismo, es que llevo sin picar algo al menos siete horas, me hace ruido el estómago, yo puedo vivir cuarenta días sin comer, pero mis gemelos no, debo conseguir algo, lo que sea. Ese hombre de gafas debe saber algo. 20
  • 21. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad - Disculpe_ digo interrumpiendo suavemente su meditación. - ¿Qué?_ dice mirándome con miedo. - Nada, tranquilo, es solo que deseo saber si tiene algo de comer, algunas galletas, algo pequeño para mis gemelos, es que llevan sin comer muchas horas y no son muy fuertes, ¿tiene algo? - No lo conozco señor, no se moleste, pero tampoco conozco a sus gemelos, y no me interesa, perdone, no tengo nada que me sobre, llevamos horas, todos, estas miles de personas al igual que sus gemelos llevan horas sin comer, lo siento, es cruel, lo que ha sucedido hoy..._ me dice con tranquilidad de los sesenta, le interrumpo. - Bien, gracias, adiós_ me alejo dos pasos y digo por lo bajo. - ¡Que te den por el culo!, maldito gurú de la estupidez._ cierro mis puños muy fuerte, me siento indignado, todas estas cabecitas también carecen de alimentos, puedo ver gente en peor estado, llenas de lodo en sus rostros. En la televisión recuerdo haber visto sus rostros, similares, en muchas de mis mañanas minutos antes de marchar a la oficina, qué tipo de insensibilidad tenía, hablaba con mis agentes financieros de la empatía y no tenía ni la más remota idea, me duele la cabeza y los ojos se me cierran de miedo. El estruendo es demasiado fuerte, todavía recorre mi mente, todos gritan, 21
  • 22. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad hay algunos que son muy agudos, supongo que son niños y niñas desesperados. A quién voy a preguntar si tiene comida, soy un idiota, nadie dejará de comer por mis gemelos, menos por mí, veo algunos policías agrupados en una esquina, me cuesta mucho llegar a ellos, es que nadie quiere moverse de su sitio por miedo, huelo excrementos, sus heces puedo verlas, por dios, que clase de humanidad hemos creado, no soporto mi voz interior. Se quejan, debo llegar a ellos, si piso a alguien pido perdón, seré cordial todo lo que pueda. - Perdonen, son policías, ¿verdad?_ me acerco lentamente. - No estamos de servicio._ me dice uno de ellos fuerte y mirándome a los ojos. - Pero llevan uniformes._ les digo a todos, intento no mirar al que me acaba de hablar. - No entiende, ya no somos policías aquí dentro._ vuelve a hablarme con una arrogancia inútil, sonríe y mira a sus compañeros buscando la aprobación. - Los uniformes representan lo que son, al menos mientras trabajan._ lo digo con tranquilidad, no puedo enfadarme son varios y más grandes que yo. - No trabajamos, hemos dejado de ser policías, solo tenemos los uniformes porque ha sido la evacuación al momento de terminar nuestros turnos de trabajo, no podemos hacernos cargo de una responsabilidad tan grande, aquí solo somos 22
  • 23. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad hombres, o usted es el mismo que en su trabajo señor ... - Francisco es mi nombre, y no, no traigo el trabajo de oficina, no soy broker de bolsa aquí, no serviría de nada, hablamos de supuestos, de información, especulamos. Pero la labor de ustedes es a tiempo completo, o me dirán que no actúan de oficio. _ me sincero. - No, esto es un desastre natural, o lo que sea que es, no tenemos fuerzas aquí dentro, nuestros uniformes pueden ser un problema en un futuro, entienda, aquí todos somos evacuados, pero tenga claro algo, esto no va bien, y tarde o temprano comenzará nuestra verdadera esencia._ termina de decirme mientras mira a sus colegas, estos naturalmente lo acompañan con el gesto afirmativo y de pesadumbres fusionado en sus rostros. - No voy a acompañar lo que dice, no estoy de acuerdo, un oficio debe ser un oficio, un modo de vida. - Y usted que mierda sabe, es un broker de bolsa, no sabe más que forrarse de dinero con el ajeno, especulando, o cree que no comprendemos lo que significa ser broker, son unos embaucadores, uno putos ladrones, eso es lo que es, y si quiere que actuemos de oficio, podemos hacerlo inmediatamente con usted señor Francisco broker, marche, ahora mismo, a ordenar a miles de personas lo imposible, busque personas que lo intenten y verán lo que es morir desmembrados 23
  • 24. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad entre la multitud. Veo lo que hay, son miles de organismos ansiosos de nutrir sus necesidades básicas, mis hijos, debo volver, esto es un mar de personas, y la marea puede cambiar de lugar a mi familia, me costaría mucho encontrarlos. 24
  • 25. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 3 ¿Qué persona puede sentirse tan ínfima para hablar así?, no paran de discutir, y de verdad es que estoy juntando energía para darle un puñetazo en su nariz, es que no puedo escuchar como le habla de esa manera, no es nadie aquí dentro. Algo tengo que decir. - Vuelve a tu país, ¡vamos!, ¡vete!, muere sola ahí fuera, boliviana de mierda, si hace dos días usaban taparrabos y lanzas, venga vete de aquí._ lo dice el de gafas y sin pelos, ella calla por temor, nadie es capaz de intervenir. - Mira, o dejas a esta mujer, inservible, o te las vas a ver conmigo, ¿Qué te sucede?._ lo digo mientras lo enfrento. - Esto no es contigo, es con esta indígena, ¡qué se pire de aquí!, que no tiene papeles, que está chupando las ayudas de todos nosotros, y mírala, tirada aquí, quejándose. - Tu no tienes nada que hacer aquí, enséñame tu documento de identidad._ le grito y revisa sus bolsillos. -¿No los tienes?, ahora quién es indocumentado, maldito ingrato, tu no tienes idea de lo que sufre esta gente, como viven, no sabes nada. Eres 25
  • 26. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad autónomo, seguramente, no me lo niegas, pues, eres un zángano que especula con el seguro de desempleo, si no quieres que te mate, vete. -Gracias señor._ me dice por lo bajo la joven. -Si vuelve a hablarte así, me llamas, ¿sí?_ le digo mientras alzo la cabeza en busca de mi mujer. Llevo seis horas buscándola y no aparece, nos han separado al momento de la evacuación y no la encuentro desde entonces. -Perdone, ¿ha visto a esta mujer? _ pregunto a cada uno que me mira cuando camino, pienso que quizás al ser observadores de la catástrofe recuerden algunos rostros. Hay un grupo de policías en la esquina discutiendo con un señor, mejor busco por otro sitio, hay miles de personas que pueden ser mi mujer. En verdad estoy algo cansado para seguir buscando, es que ha sido un día terrible, mi mujer y yo hemos perdido a nuestro hijo hace exactamente dos días, nos ha hallado sin fuerzas esto y no sé que puede hacer mi mujer si no me tiene cerca. Apunto mi nombre varias veces en una hoja y la rompo en pedazos para dejar mi nombre y apellido en manos de algunos observadores, están avisados, si ven a una mujer parecida le dirán que la estoy buscando, al gritar mi nombre, supongo que tendré más posibilidades de acierto. Estoy realmente desesperado, vivo para ella, no 26
  • 27. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad hay nadie más. Mi hermano vive pero no me importa que es lo que hace, si vive bien por su vida, y si no lo hace también, mi hijo ha desaparecido y no ha sido capaz de llamar siquiera, un bastardo, es lo que es. El campo de fútbol se estremece, ruge el acero de su estructura, quiere estallar en millones de partes, moriríamos todos, lo sé. He oído que ha cesado la lluvia, el cielo parece darnos tregua, pero los truenos no hacen más que comenzar, me llega un comentario de un ciclón en la costa, de olas de treinta metros, estamos a salvo si no desborda el mar, hay muy poco tiempo. Las luces se apagan, está oscureciendo fuera, la gente se alarma sobremanera, son niños gritando, suenan a rugidos de almas en pena. Tengo los pies mojados, frío y no tengo abrigo, mis gafas se empañan y el pelo me molesta en los ojos, me duele la espalda, al ayudarme a ingresar al helicóptero me han dañado la espalda, es punzante y constante, no puedo doblarla. Los policías discuten, puedo oirlo, se ha marchado quién les reprochaba, hablan entre ellos, no puedo descubrir cuales son sus intenciones, hay demasiada gente en mis lagunas auditivas, generan más vibraciones, el sonido se transforma en distorsión absoluta, pierdo mi don. Mi mujer y mi hijo, mi mujer sola con nuestro hijo en su espalda, pegado queriendo seguir en 27
  • 28. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad su alma por siempre. -Ana, ¡Ana!, ¿Dónde estás Ana?_ ya no puedo resistirlo, extraño a mi pequeño, ¿quién podrá devolverlo?, el tiempo me corrompe por dentro, por qué despojarlo del tiempo y del espacio. Sueño con que su alma sea radiación y se convierta en nueva vida, en algún rincón del universo, siendo realmente vida, estoy algo aturdido, pongo en mis oídos tela de mi camisa. He recuperado mi tranquilidad, al menos lo que queda de ella, intento agudizar mi visión, la noche se acerca y mi mujer sigue perdida, que más da si no la oigo buscándome, de igual manera el gentío gritando no me lo permitiría, me convenzo, necesito recuperar energía, me recuesto sobre tierra y pasto deshecho por la muchedumbre, recuerdo aquellos conciertos salvajes con Ana, los Stones, sonrío y me duermo, pienso en luces y colores. Ana es un blancuzco acuoso, más bien leche. Mi hijo es roca y olor a agua dulce. 28
  • 29. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 4 Estoy aterrorizado, los relámpagos me hacen daño, mis ojos fallan, mi cabeza no se agota, me duele el cuello. Creo que debimos marchar a tomar ese bendito café con leche, si hubiera molestado a mis compañeros no estaríamos aquí llenos de agua, lodo, sudados de miedo y queriendo sonreír, intentamos ser aquellos músicos heroicos del Titanic, somos unos simples policías aterrados y sonrientes. Nos rescataron al finalizar el turno, nuestras familias no están aquí, han sido evacuadas y llevadas a las torres circulares del centro, han tenido suerte, es una zona más elevada, aquí moriremos en unas horas, el agua lo corroe todo, recuerdo todos mis muertos, mis acciones, sus manos frías, sus bocas abiertas, sus cuerpos calcinados, desmembrados en la carretera. No hago más que ver sus muertes en mi vida todos los días, tengo el uniforme, tengo sus muertes impregnadas, es automático, desearía lo contrario. Dice: - Perdonen, son policías, ¿verdad?_ se acerca lentamente. Digo: - No estamos de servicio._ lo miro fijamente. Dice: - Pero llevan uniformes._ nos mira a todos, el niño bien, camisa de polo. 29
  • 30. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad Digo: - No entiende, ya no somos policía aquí dentro._ estoy harto de las misma preguntas una y otra vez, aborrezco a los acomodados, aquí morirá como nosotros, ahogado. Dice: - Los uniformes representan lo que son, al menos mientras trabajan._ maricón de mierda, pero si habla bajo porque nos teme, tiembla, odio a la gente insegura, deberían aceptar la muerte antes, dejarían de temblar y mearse tanto. Me susurra mi compañero: - Ves a la izquierda, hay un hombre golpeando a una mujer, ¿hacemos algo? Lo miro determinante y digo: - Ni se te ocurra moverte de aquí. Dice: - Francisco es mi nombre. Digo palabras después: - ... verán lo que es morir desmembrados entre la multitud. El diluvio de la santa Biblia, no la leí, no sé más que lo esencial, el agua lo cubre todo, esto no puede asemejarse, pero mi mundo si se llena de agua, y el de toda esta gente. La humanidad pierde un hombre de ley, pero si hay millones en el mundo, nada me hace especial para seguir viviendo, mis hijos me ven poco, mis trastornos no hacen más que comenzar, en unos años estaré tirando balas al aire y quizás suicidándome por lo que vi. No soy pintor, no puedo hablar más que de lo que puedo ver, salvé vidas, recompuse otras, vi apagarse muchas más, el mundo o la humanidad juntos no pierden nada, seguirán, es 30
  • 31. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad obvio, sano, natural y propio de mi especie. Pero aún así me duele sentirme muerto, aunque sepa lo inútil que soy o insignificante. No hay nada más importante que morir, quiero verlo supremo, al menos moriría en una catástrofe, sería una justificación, pensarán que he intentado salvar vidas, lo hice antes, lo pensarán, pero no será una satisfacción, mi mujer con la pensión y el seguro aguantarán unos años, luego deberá buscar nueva vida. Y este hijo de puta que se llena los bolsillos con dinero de otros, me dice que debo ejercer mi deber, no sabe cuanta gente sigue viviendo gracias a mi, cuantos asesinos han vuelto a sus celdas. Tampoco sabe los que he matado silenciosamente para limpiar las calles, me río de esa rata de oficina que firma en un minuto y ganas más dinero que yo en un año entero. No envidio a la gente lista, no lo haría, oficios como dice el, son oficios, todo el día a todas horas. Lo mataría ahora mismo, quién me condenaría, mis compañeros matan al que intente tocarme, lo sé, fueron mis alumnos. No hay mejor momento para la tiranía que este, formaría un ejercito de asesinos brutales, podríamos hacer el trabajo sucio de la naturaleza antes, podríamos comer de sus cuerpos, al final el canibalismo fue una condición inicial y nuestra. Mis oídos zumban. Digo al de mi derecha: - Esto no tiene buena pinta, ¿no sientes como sacude?, la estructura aguantará unas horas, como siga así fuera lo 31
  • 32. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad tenemos claro. Dice el de mi derecha: - ¿Qué podemos hacer?, somos cientos de miles, no tenemos tantas balas señor. Digo al de mi derecha: - ¿Qué?, estúpido, calla, hablo de nosotros, si queremos salvarnos tenemos que subir a los más alto, en esa perspectiva veremos como seguir, mientras tanto debemos darnos prisa. Dice el de mi izquierda: - Hay un camino, la gente no se ha percatado, pero debemos ir uno a uno y reunirnos dentro, los tubos de aire nos llevarán a la primer estructura luego subir será mucho más fácil, pero no deben vernos. Dice el de mi derecha: - ¿Qué sugieres? Digo: - Ve tu primero, luego iré yo y me seguirán. Dice el de la izquierda: - Debemos invertir las camisas, nos verán los escudos, las gorras, lo lamento, deberán tirarlas, a partir de ahora somos invisibles. Digo: - Lo seguiré a unos cinco metros de distancia, chequeé cada diez metros. 32
  • 33. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 5 Si llega el agua nos vamos a morir, mi perra ha muerto, no puedo morirme sin decirle a Jeremy que no voy a volver a casa, me espera desde siempre en Kent, estará viendo la televisión en el sofá. Ojalá que ningún periódico haga eco de la noticia, al menos hasta que no se desate el desastre, que lo sepa cuando esté bajo el agua. Le debo tres euros a mi vecina -sonrío- fue una tarde que fuimos a tomar dos cervezas y la invité, hablamos durante dos horas, hacía tiempo que no bebíamos y recordábamos tanto, cuando casi nos marchábamos el camarero hizo la seña, reí inocentemente, claro, me olvidaba de pagar y no tenía dinero. No volví a verla, es la hermana que mi madre no me dio. Escucho los susurros del policía... "Lo seguiré a unos cinco metros de distancia, chequeé cada diez metros". Creen que no oigo nada de lo que dicen, en verdad mis oídos fueron un don desde mi nacimiento, puedo reconocer notas en donde el resto oye sonidos, la naturaleza y nuestros movimientos son música en mis oídos, a su vez, tengo el don de seleccionar lo que deseo escuchar. Estos hispanos creen que por ser policía tendrán un camino más fácil que el resto, es 33
  • 34. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad verdad - le contesto a mi voz interior- que trabajan en esto, pero no aquí, las posibilidades son escasas, para gente como yo, son imposibles. Prefiero seguir recordando los ojos de Jeremy, son tristes, los veo mirando televisión. Lo extraño -lloro sola, nadie me mira, no se apiadan de mi condición- no puedo culparlo a él, quiso que haga algo por mí, viajar sola, por mi culpa ha muerto nuestra perra, la amaba, la ama, aún no lo sabe. Todos mis pensamientos son tuyos mi amor, estás dentro mío, eres mis piernas, mi fuerza, mi naturaleza repetida en otro género humano. Jeremy no sé como decirte esto, quiero decirlo, aquél día, ese último beso antes de marchar no tuvo nada que ver con mi accidente, no lo hagas más, por favor, sal de casa, camina que yo no puedo, ni podré, tócale el timbre a nuestra vecina. Hablé mucho con ella de tí, le conté lo divertido que eres, tus sonrisas a la mañana al levantarnos, sabe el color de tus calcetines preferidos. Creo que por dentro ella está enamorada de tí, hace unas semanas se lo dije, le confesé mis intenciones, de verdad no creí morirme, no pensé en ello, pensé en tí, en que vuelvas a disfrutar de tu aire, no eres el mismo por mí. El azar, la ingobernable fuerza que nos condiciona ha hecho hoy que esté en esta ciudad, he perdido el autobús al aeropuerto por falta de rampas para discapacitados. ¿Suerte?, creo que ella estará el día de la noticia del desastre. Sé - espero que sea parecido al menos - qué vas 34
  • 35. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad a llorar tirado en el suelo de la sala con un teléfono en tu mano derecha, con el que atiendes siempre. Doroty tocará la puerta, sabrá de mi muerte y tú la invitarás por cortesía - Te conozco - A beber al menos un té. Yo sé muy bien qué el dolor los unirá, se besarán, se arrepentirán, no hablarán por meses y cuando el tiempo lo cure todo, serán una familia hermosa, tal como lo acabo de ver, serás ese hombre que amo desde que me robaste el corazón en la iglesia. Nadie me ayuda, todos miran desorientados, veo sus espaldas, sus pies, el estadio se hace increíblemente enorme, esos policía tendrán un trabajo muy duro, si suben alto y rápido quizás se salven. ¡Ay!, me han golpeado la espalda, me duele al respirar, me falta el aire, se han percatado del camino, no hay tiempo, creo. Quiero descansar, deseo que ellos - mi familia - sepan aceptar mi viaje. - Señora, ¿se encuentra bien?_ me dice un joven hispano. - Yo no comprender español... gracias... gracias. _es lo único que aprendí a pronunciar. - Venga, yo la ayudaré_ me alza, no peso como antes, bajé mucho el último año. - ¡No ¡Nou! ¡off!¡get off!_ me suelto y caigo al cesped nuevamente, me he embarrado aún más. Agito mis manos, no deseo ayuda de nadie, no voy a vivir. - Por favor señor, ¿me entiende?_ intenta volver a cogerme. - Déjeme señor por favor, va a morir 35
  • 36. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad aquí._ entiendo muerte en su boca y afirmo con mi rostro. - Morir, morir._ le repito al joven hispánico, tiene que entenderme. -¿Quiere morir aquí?_ morir entiendo. - ¡Yes!, ¡Sí!, ¡morir!_ le repito sus palabras, no puedo hacer nada más, selecciono su voz entre el bullicio imposible, tiene un registro precioso. - ¡Pero, señora!, no puedo dejarla sola aquí._ me recuesto, cruzo mis brazos, no quiero mirarlo, quizás así marche, no podrá aguantar más, el acero ruge como una estampida inminente. Gritan muchas mujeres y algunos niños, selecciono un rango de onda, ¡qué dulces esas voces! Ya se ha ido, supongo que tendré una sinfonía, puedo elegir sus movimientos, oigo las hojas mecerse despacio, otras rápido, los árboles se agitan, puedo olerlos, las nubes tienen sonido, el viento, incluso la luz del sol. Vibra mi cuerpo, y no es la gente que me golpea, sospecho que no podré aguantar mucho más, ¡ay Dios!, ¡enfermos!, ¿cómo puede Dios haber creado tanta gente?, ¡los odio! Jeremy no mueras por mí, ¡por favor! - lloro y se me estremecen los dedos de mis manos - dile a Doroty que me amabas, que quieres olvidarme, ¡te amo mi amor! El lodo tapa mi tobillos, no siento su temperatura, es algo fría y olorosa, me falta el aire, me falta el aire, tengo sed, me falta el aire, por favor no 36
  • 37. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad quiero morir, aire, aire, por favor, Dios, aire, tengo sed, no siento mi cabeza, no puedo mover mi ojos, ¡por Dios!, me asfixio, ¡aire!, me palpitan los pulmones... -creo que es el momento-. 37
  • 38. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 38
  • 39. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 6 ¿Qué miras? ¿tengo algo?, hay una distancia mínima entre mis ganas de ir a romperte la nariz o quedarme sentado pensando en como destrozarte los dedos, uno a uno. Nunca tuve miedo, ni el día que el gitano me amenazó con dos palabras "luego vuelvo", bueno en realidad si tuve miedo. No tengo intenciones de arrepentirme... ¿Qué mierda mira ese hijo de puta? ... voy a decirle algo es que no soporto todos los gritos sin sentido de la gente y menos la mirada despectiva de un anciano. - ¿Pasa algo?_ le digo. - ¿A mí?, no ¿ lo conozco? - Digo, lleva mirándome fijo bastante tiempo, ¿piensa qué soy un ladrón? ¿tiene miedo de mí?_ lo sacudo para que responda, no me importa su vejez. - Pero ¿qué hace?, si no lo conozco de nada._ me dice con nervios, puedo olerlo, me resulta tan familiar. - No, es eso, me mira, piensa, hace juicios y luego seguramente teme por su vida o la de su nieto. _ le digo, mientras, él, abraza a su pequeño nieto. - Deje a mi nieto en paz, ¿no tiene bastante con lo qué sucede?, déjenos tranquilos, ha muerto 39
  • 40. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad toda nuestra familia, estamos solos y usted nos intenta molestar, no podemos más, déjenos por favor señor, ¡han muerto todos Dios bendito!, quedamos él y yo, el resto en la mesa del parque. Festejábamos nuestras bodas de oro, no entiendo, no avisaron en la radio, nada, por favor, déjenos tranquilos. - Es que... yo he pensado que... no... _ entrecorto mis palabras mientras pienso en decir algo sensato, no puedo hablar, pienso en mi madre. Llora el niño, los dos como niños, en sus polos opuestos, su nieto está condenado a la vida solitaria, me recuerda a mí. Estoy sentado, y me creo que soy un estúpido ser humano, un desperdicio, si pudiese tirar mis ojos al aire para verme como me miran lo haría. Soy un cuarentón de mierda que se cree joven, aburrido de seguir una moda que desapareció hace años, me miran siempre, nunca pensé hasta hoy, pero, me miraron cuando era niño por mi mis ojos, luego me miraron porque perdí a mis padres y hermanos, más tarde me miraron porque maté a un policía, siempre me miraron, hoy un viejo me mira y yo me enfermo de los nervios. Soy una mierda, un irrespetuoso con mi propio futuro, ese niño llora como lloro yo, por dentro. Siento lástima de como desperdicié mi vida, pero ¿qué puedo hacer?, escribir una tesis sobre la explicación del gravitón o pintar para un museo 40
  • 41. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad no me devolverá ese tiempo que seguramente me traerá a este lugar nuevamente, soy un inútil mental, nada hay que hacer. - ¡Este!, ha golpeado al anciano y al niño._ dice una señora gorda y muy sucia gritando como si quisiera comerme vivo. - ¿Usted ha agredido a aquellas personas? _ me pregunta un gorila negro. - Si y no, he creído que me miraba mal el anciano, pero, ¡solo fue un sacudón!, no he hecho nada más, estoy arrepentido, aunque me muero de ganas de no arrepentirme para darte una buena paliza negrata. - Es un pobre diablo, déjelo señora, estaré a unos metros, ¿ve? somos seis, cualquier persona que se acerque me avisa y yo u otro compañero se encargará, no llore, tranquila. _ el negro calma a la señora, estoy rojo, siento calor en mis mejillas, tengo todo el cuerpo preparado para matar aquí mismo, me da placer pensarlo. Le cortaría la cabeza a ese cabrón de mierda. Se ha quedado tranquilo, a decir mejor, son muchos y muy grandes. - Se ha salvado, hay gente buena, si fuera toda como tí, malnacido, el mundo sería peor que esto. - ¿Peor?, no mira a su alrededor, no ve a ese señor muerto a unos metros, seguramente no quiere creer que en breve lo estará también, es que de miedo se caga, y cuando pasen una horas 41
  • 42. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad más, morirá de miedo._ la miro a los ojos para que se mee encima. - Es una mala persona, Dios sabrá que hacer con su alma._ me habla de un buen escritor. - ¡Basta!, ven aquí, ¡tú!, ven aquí te digo._ es una voz angelical la que me llama, me atrae más que la vieja gorda y sucia. - ¿Puedes callar estúpido?, no puedes hablar así, esa gente está muriendo por centenares, ¿no hueles sus cuerpos?, quédate aquí._ su voz calza a la perfección con su boca. - ¿Nos conocemos?_ le digo. - No, te he visto solo, luego gritándole al anciano con el niño y ahora a punto de ser apaleado por un grupo de pandilleros. ¿Quieres morir? - No lo sé. - Pues morirás en unos minutos, pude verlo, a no ser que corras. ¡Sabía que aparecerías! - Tu eres la de médium, me vi esa serie bastante tiempo, no, no, eres la que ve fantasmas o mata vampiros, tu no puedes ver el futuro, menos presentir algo tan grande. - La intuición es tan fiable como la razón, no discutiré, solo quiero esperar sentada, y tu no debes representar malestar cerca de donde yo me encuentro. Odio el odio, y tu lo generas con facilidad, pero no eres nada dañino, lo sé. - No me conoces de nada, ¿quién te crees qué eres?, no hay un mundo de héroes, ¡despierta!, soy un hijo de puta, he matado, ¿eso lo sabes? - Si, sé de tu madre, pero no deseo hablar, quiero 42
  • 43. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad esperar a que llegue la pleamar y dejar de respirar, llevo mucho tiempo esperando este momento. - ¿Cómo sabes de mi madre? - No se nada que no sepas, lo que representa en ti, puedo escucharlo, me lo dices con tus recuerdos. - Eres una enferma mental. - No, no lo soy, y lo sabes. También sabes que eres puro por dentro, debes redimirte, escapar, en unos minutos el agua nos aniquilará, corre y salvarás tu vida. - Mi madre ... - Tu colgante en el pecho habla por si solo. - Pero si lo llevo por dentro... - ¡Vete!, vive en el monte hasta encontrar la paz, deja tu alma en la madera y volverás a ver a tu madre. ¡Vete! Corro, como nunca antes, respiro muy mal, toda esa gente me choca, los golpeo, corro recto como si la dirección me la marcase esa mujer preciosa y angelical. Entre mi ropa puedo palpar el colgante, corro y grito alertando que algo va a pasar, todos gritan, el estadio tiembla, siento en cada paso como se raja la tierra. Pienso en mi madre, ella me sacará de aquí, no quiero mirar hacia atrás puede ser muy peligroso, escuché alguna vez que si hablas con el diablo no puedes mirar hacia atrás, ese acto podría significar perder mi alma y no volver a ver a mi madre. 43
  • 44. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad Corro, los choco, me golpean fuerte, nada me duele, ellos son miles y miles moviéndose en distintas direcciones. - Lo seguiré a unos cinco metros de distancia, chequeé cada diez metros... _ sé que debo frenar, ese no me engaña, es policía encubierto sabe algo, lo voy a seguir, es él. Puedo oír su respiración, su miedo, no nos separan más que unos centímetros, en una situación normal no podría estar tan cerca de un policía, pero aquí no sabe quién lo toca, lo rozan cientos de veces en minutos, camina lentamente, sabe de algún camino, no me engaña. Ratón negro caza a gato azul. Veo su señal, parece que ese asiento tiene una tapa, la ha abierto y han pasado dos. Solo debo esperar, ¡ah!, han caído dos tubos de acero sobre decenas de personas, han muerto, por Dios que asco. 44
  • 45. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 7 Me apena saber que ella está en Italia y yo aquí, en avión serían dos horas de vuelo, no puedo asegurarlo, si pueden ser dos horas de vuelo, siempre me sucede los mismo, lo primero que sale al final es lo que es siempre. No sé si se ha casado, llevo años sin saber de mi pequeña. Oigo a mis espaldas. - ¿Cómo se puede ser tan insensible?, te pones a ver internet por el móvil mientras nosotros lloramos por todo lo que perdimos, eres un desagradecido, un egoísta. Hemos perdido todos nuestros recuerdos, las fotos de nuestros sobrinos pequeños, mi cámara de cinta._ dice el de gorra naranja y gafas, parece indignado. - Lo siento, pero yo no he perdido nada._ dice el del móvil táctil. - Serás cabrón, hijo de..._ dice acomodándose su gorra naranja, más indignado. - Podrías haber subido tus cosas a mi piso._ contesta irónico el de camisa nueva. - Sabes que estábamos en el parque rodando._ dice el de gorra naranja mientras mira al césped calmando sus ansias de golpearlo, supongo. - ¿Y tu mujer? _ ella está abrazada al brazo derecho de él, abre sus ojos y lo mira. 45
  • 46. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad Dejo de oír. No me interesa hablar con nadie, si son homínidos en su entorno, no hacen más que gritar y moverse de un lado a otro, los inanimados han pasado a otro estado, y los temerosos orinan, defecan e intentan dormir. Esos destellos intermitentes me gustan, no había visto en mi vida tormenta tan hermosa, recuerdo a Usoa en la ría, íbamos algunos días por la mañana, nos levantábamos pronto, nos enroscábamos, buscaba su piel caliente no importaba la estación del año. Metía mi mano en su axila, solo en una, con la restante frotaba su pijama de lana, por dios puedo sentir esa sensación. Dormíamos media hora, hasta que me pedía con su voz de niña -nunca le cambió- que hiciera el café y las tostadas, podía vivir durmiendo, pero con ella y su calor armónico, perfecto, mío. Paseábamos por el casco antiguo de la ciudad, nos gustaba sonreír, por la mañana -no miento- sonreíamos siempre, en las escaleras que había al costado de la ría nos sentábamos a hablar sobre lo próximo, éramos prudentes, no hacíamos daño, teníamos montado un mundo nuestro, nos fundíamos, éramos un ente, solo pedíamos por dentro, sin confesarnos, que durara toda la vida que se pueda, no pudimos evitar hablar de la vejez, pensamos adorarnos siempre. Algo no quiso que sea así, no creo en el destino, prefiero pensar que fue un descuido mío, olvidé 46
  • 47. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad varias veces mantenerme en nuestro mundo, sin leyes, sin arbitrariedades, sin intermediarios, me equivoqué y lo pago caro. Veo todos sus rostros ensangrentados y llenos de lodo, marrón y rojo, rojo y marrón, ese niño con su abuelo, no me entristece la gente, no es mi mundo este, no tengo mundo, no busco la excusa de una insignificante tragedia natural, para satisfacer mis necesidades de culpa y exigencias. Mi mundo también se destruyo por un descuido, y lo lamente tanto. Puedo ver sus ojos en los míos, sentir ese calor, Usoa debo esperar a morir, no me llames antes, no tendríamos nada si lo hago, deja, el tiempo es tiempo, allí ni siquiera existe, quedaran horas, yo estoy aquí, recordando. Oigo detrás la voz del de camisa, siguen. - Mi enfermedad brota a la realidad por momentos, son números, quizás los veas, a no ser que te falten los ojos. ¿Números?, números, la secuencia de Sara, he olvidado la secuencia, ella si la necesita. Allí son 7 horas hacia el futuro, debe saber que no estoy allí, joder, que hago, los números, sin la secuencia no podrá hacer nada, debo enviarle el texto de alguna forma, ese de camisa debe darme el móvil al menos el texto llegará o quedará en algún sitio del éter. 47
  • 48. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad - Perdone... señor ... perdone._ creo que no me oye, está pensativo, ha terminado de discutir con la pareja, parece algo enfadado. - ¿Qué?_ me grita desaforado sin saber que no era el de gorra naranja, creo. - Me urge una necesidad muy importante... - Pues vaya lejos, no soporto tanta mierda cerca._ me interrumpe sin sentido. - Es que no me entiende, le explico, debo enviar una secuencia de números, Sara, mi hija debe recibir esa secuencia de números, es muy importante, está en juego su futuro, yo aquí ya no tengo esperanzas, pero por favor permítame hacer esa llamada, pagaré con todo el dinero que tengo en mis bolsillos. - ¿Cree que podrá chantajearme a cambio de dinero?, está equivocado, aquí su dinero no vale y a mi me sobra fuera. - Debe comprender que no conozco a más gente que tenga un móvil, se han estropeado todos por el agua y el lodo, será un texto en un mensaje, no tocaré siquiera el teléfono, solo me limitaré a redactar, por favor. - Venga, debo buscar a mi mujer e hijo, tengo unos minutos. - El número de contacto es 00346542344565... - ¿Italia? - Si. - La secuencia es ... 4095 9125 7628 3321 4511 - Es una cuenta de banco. -¿Por qué se atreve a cometer tal descuido? 48
  • 49. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad - No sabe ni sabrá la clave, ella lo intuirá en un futuro, es mi hija. Tiembla la tierra, oigo las voces unirse en un grito desesperado, espero que esos números naveguen por el cielo en su búsqueda, mi pequeña merece todo el oro del mundo. Solo extraño a Usoa. 49
  • 50. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 50
  • 51. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 8 Huele a miedo, a dolores, no hay ningún ser en este césped que sepa sortear lo duro del golpe que se nos ha presentado sin avisos. La muerte huele muy cerca, sus ojos en lágrimas no hacen más que observarme, recuerdo la gota de Cortázar luchando por vivir hasta su último momento. Somos miles encerrados en un universo paralelo, un caos cósmico que se repite en todas sus dimensiones. No encuentro explicación alguna a este suceso increíble, único y genial, es como si la naturaleza nos haya escogido uno a uno para torturarnos, han pasado horas desde mi rescate en mi campo, no volveré a ver a mis animales... su música, sus voces en mi mente están recordándome que la naturaleza esperará por mi alma... no tendré mi soledad un minuto más, este es un castigo sobrehumano, encontrarme solo en medio de un océano de cuerpos sucios y ruidosos...hablan de ti... junto al portal de mi campo tengo unos sillones bajos donde reposo siempre durante horas encontrando en el paraje verde y acuoso millones de experimentos de la naturaleza, mis libros suelen ser una antesala a mis nuevos pensamientos, es reconfortante poder contener el tiempo en una reflexión que durará por siempre, no creo poder 51
  • 52. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad hablar... te duele la rodilla... no creo poder hablar sobre mi vida, no es una historia de libros y lectores... hablan de ti y te duele la rodilla, tienes hambre, no hay escape, hambre, sed, tienes hambre y quiero comerte... hubo un día que pude cambiar, pude cambiar gracias a creerlo posible... tu espalda falla, no te muevas... cogí mis carpetas, deshice mis archivos, cerré el ordenador, y solté mi corbata, simplemente lo hice, durante semanas estuve encerrado en un mono ambiente de veinte metros cuadrados, escribí fábulas para niños y las quemé en mi bañera, trabajé en una aldea, allí comprendí que solo debía esperar el momento. Había comido mi cola dando vueltas como un perro sin comprender nada, el campo logró excluirme de la cápsula y no volví a mi ciudad, durante estos años mi conocimiento se hizo plástico, pudo interactuar con mi razón, con mis actitudes ancestrales, pude recrear un nuevo mundo bajo leyes mínimas y compartidas, supe reconocer mi viaje a la demencia senil, todavía no me duele el cuerpo completamente, no reniego de mi pasado pero realmente he tirado décadas en un bucle hacia la nada, sin explicarme realmente que estaba haciendo...tu muñeca, quítala del lodo, apoya la izquierda... pensé en disfrutar de mis nietos, hijos, abuelos, padres, lo hice durante años, los imaginé rodeándome en el campo, sin luz más que el fuego entre nosotros, no me duele mi 52
  • 53. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad carencia, no me aqueja más que al levantarme, pero solo algunos días, que no quiero despertar que prefiero sugerirme una realidad inconsciente...no puedes levantarte...una tarde a mis nueve años quise reconocer lo que veía en mi abuelo, busqué un gato en el techo de mi vecino, lo llamé, lo acaricié y puse en él un líquido con una jeringa de curar, lo maté, estuvo agonizando durante muchos minutos, lo recuerdo como algo eterno, puedo ver sus ojos deseando arañar los míos, sentí lástima pero no supe cuando murió, pero no supe el instante en que dejó de vivir, a los días, presencié el mismo gesto en mi abuelo, estábamos él y yo, no había nadie en la habitación de su casa, soltó su aire contra el mío y no pude contestarme en que momento se despidió, dormí debajo de su cama esperando que su alma se reincorpore dentro de mí, no sabía que era el alma, ni hoy lo sé...te ahogas, pide agua... mi mente habla de un alma en ella, no lo sabré hasta...te ahogas. - Disculpe. - ¿Qué?_ digo buscando aire en la humedad desconcertado. - Nada, tranquilo, es solo que deseo saber si tiene algo de comer, algunas galletas, algo pequeño para mis gemelos, es que llevan sin comer muchas horas y no son muy fuertes, ¿tiene algo? - No lo conozco señor, no se moleste pero 53
  • 54. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad tampoco conozco a sus gemelos, y no me interesa, perdone, no tengo nada que me sobre, llevamos horas sin comer, lo siento, es cruel, lo que ha sucedido hoy._ miento, miento sin sentido, pienso que hay momentos en la vida que contestamos sin saber lo que decimos, quizás inducidos por un ente, no sé que consecuencias tendrán mis palabras en el señor de camisa. - Bien, gracias, adiós. Mi condena mental pasa factura, soy preso de mis propias injusticias internas, no tengo dinero, comida, agua ni dignidad que se precie...agua...cuento las gotas que caen de mi frente hacia el charco que rodea mis piernas y abdomen. Tiembla la tierra, puedo sentirla dentro, en el estómago, son tenues sus enfurecimientos, quizás sean los primeros, el lodo hace que no sienta mis piernas. Las gotas caen sobre la superficie del charco y se mezclan rápidamente, es algo espeso el lodo, puedo ver deformados mis ojos, mi barba, mis gafas, mi estómago se extiende y se contrae, vivo para detener el tiempo y recortarlo...agua... - Perdone señora, ¿tiene agua limpia? - He oído lo que ha dicho, no tengo agua más que para mí y mi marido, el egoísmo lo mata señor. - Es que ... no entiende, mi voz interior... - Es egoísmo señor, no quiero escuchar poemas, déjenos tranquilos. 54
  • 55. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad - Lo siento, no es mi intención incordiarla. La vejez no actúa por igual, nos destroza por pasos, cada uno de nosotros sabemos cuales fueron y donde nos dio en su momento, supimos sortear sus golpes para pervivir en una lucha por la supervivencia, ¿qué me queda sin mis hijos?, mis animales están flotando, otros destrozados por la violencia del agua...no apoyes tus manos... 55
  • 56. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 56
  • 57. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 9 Estoy cansado de aguantar tanta mierda, si lo llevo haciendo desde siempre, esta no es la primera vez, me decían mis abuelos que no lo haga, que no me meta en el cuerpo de policías, ahora que lo pienso mejor estaría con ellos en Tánger. No voy a dejar de luchar, ese barco no pudo conmigo, menos lo hará esta lluvia de caprichosa, los españoles no saben diferenciar el horror, esto no es nada comparado a mi viaje. Tuve la suerte de no tener rasgos característicos, mi madre era española, peor suerte corrieron mis amigos, Said murió semanas después luchando contra los negros en una guerra callejera que duró días. Youssef murió en Ginebra a manos de los policías, un malentendido hizo que el destino actuara en su contra. Rachid cayó preso a manos de su hermano, fue en una noche de invierno cruda, estaba muy oscuro, yo no hice más que responder a la llamada de auxilio de una señora desesperada, la persecución duró al menos una hora hasta que pudimos detenerlo, al llegar a la comisaría descubrí su rostro entre la sangre, nunca me lo perdonó, ahora estará muerto. - Hay un camino, la gente no se ha percatado, 57
  • 58. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad pero debemos ir uno a uno y reunirnos dentro, los tubos de aire nos llevarán a la primer estructura luego subir será mucho más fácil, pero no deben vernos._ le sugiero amistosamente a mi compañero. - Ve tu primero, luego iré yo y me seguirán. - Debemos invertir las camisas, nos verán los escudos, las gorras, lo lamento, deberán tirarlas, a partir de ahora somos invisibles._ digo convenciéndolos que es lo más prudente, hay miles de personas que darían su vida por seguirnos. - Lo seguiré a unos cinco metros de distancia, chequeé cada diez metros._ me dice el que cree que comanda, no confía en mí, no será la primera vez que me sucede, debo salvarme. La tapa del asiento es rebatible, puedo abrirla, por aquí no pasarán todos, es algo angosta, calculo que persona que pesen más de ochenta kilos por este hueco no pasarán de eso estoy seguro. Miro hacia atrás, efectivamente me sigue el que cree que comanda, estoy acostumbrado a la desconfianza... putos españoles... pero no hay nadie que destroce mi moral, llevo años luchando contra los prejuicios, nadie me cree que cuando arresto a malhechores en la calle, en muchas ocasiones creen que es una broma o un secuestro orquestado por una banda marroquí, tienen mucha imaginación, pero es la bendita verdad, al oír mi acento no me creen que soy 58
  • 59. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad policía. Llevo años convenciéndome de hablar como español, gritar y mirar el fútbol como ellos, me duele que mi familia se avergüence de mi, no soy de ningún sitio y eso me perturba... mátalos, cierra la puerta y que se ahoguen todos juntos... - Por aquí, alguien tiene que ocuparse de controlar, es que no caben personas anchas, es un tubo muy angosto, diles que hay otra salida más grande en la otra punta, debes despistarlos._ le sugiero al que me sigue detrás a centímetros. - Yo no pienso quedarme, ¡tú!, ven aquí, no debes dejar pasar a ninguna persona más ancha que yo, ¡mírame! ¿entiendes?, diles que hay una salida más adelante, en la otra punta, que allí podrán escapar perfectamente._ habla con un adolescente algo confundido. - ¿Qué haces?, lo hará bien, no te preocupes._ me dice buscando mi aprobación, dejo que haga y diga lo que venga a su mente, no es mi problema, se lo he advertido. Nunca tuve miedo a los sitios pequeños, cuando era niño jugada a esconderme en tubos de desagües, esos era más pequeños aún, pasaba horas escuchando tiros y gritos de mujeres sin consuelo, era normal para mí, era mi rincón seguro, sabía que allí nadie podría encontrarme y menos matarme. Así una tarde escuché morir a 59
  • 60. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad mis amigos del colegio, reconocí todos los gritos de horror, supe quienes y cuando morían, no podré borrar nunca esa huella en mis recuerdos y en mis oídos... que mueran solos, por sus errores... siento un frío intenso en mis dedos y pies, me arrastro sin fuerzas, me falta el aire, hay una humedad increíble, el calor no es mi problema, es la humedad que me marea... mamá... hay responsabilidades que pesan en los hombres, yo no tengo ninguna, todas las personas que puedan venir detrás no me pertenecen, solo tienen concordancias físicas, pero por dentro no soy más que un Beréber de las montañas del Atlas. - Venid por aquí, ¿me oís?_ escucho el eco, el siguiente está a unos metros, debo continuar. - Si, oímos, ¿sucede algo? - Bien, lleváis un ritmo más lento, así que me adelantaré, seguid por el tubo, no dobléis a ninguna dirección, ¡recto y hacia adelante!, ¿habéis oído? - Si, oímos, ahora iré pasando el mensaje a los que siguen, hace mucho frío aquí dentro. - Animo, seguid hacia adelante que encontraréis una salida. Me cuesta pasar por el hueco, es increíble, puedo verlos a todos, sus cabezas moviéndose como una marea constante, puedo recordar mis manos quemadas por la gasolina del barco, veo a mis 60
  • 61. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad amigos caer y desaparecer en ese inmenso mundo acuático. Tengo vértigo, vomito, no puedo aguantarlo, oigo sus cuerpos en el tubo, suena a música. Estoy en medio de las gradas superiores, veo una estructura de hierro similar a una escalera de incendios, creo que sirven para arreglar las luces del estadio. - ¿Me oís? - Si, oímos. - ¡Al salir veréis a vuestra derecha una escalera roja que se eleva hacia lo más alto, cada luz del estadio tiene una, subid por ellas hasta donde podáis, creo que es la única manera de salvarnos, allí esperaremos la ayuda desde el aire. ¡Qué tengáis suerte cada uno de vosotros y que Alá los ilumine hacia el camino! - ¡Pasaré el mensaje! Cuento con que cada uno pase el mensaje tal y como lo ha oído el primero, espero que nadie cometa el error de no hacerlo por miedo a no salvarse entre tanta gente. Estoy seguro que morirá la mayoría, es un embudo imposible, es una trampa humana, mientras, veo los puntos negros moverse entre mezclados en el lodo, no se ve el verde del césped, solo es marrón y negro en movimiento, lloro mientras subo uno a uno los peldaños, recuerdo mis manos quemadas por la gasolina, marcas que aún me acompañan; También recuerdo una sonrisa al llegar a tierra, 61
  • 62. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad esa mujer fue mi primer contacto con mi nuevo mundo, este que hoy me condena a la culpa. 62
  • 63. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 10 Mi madre me ha dicho que no hable con nadie, es que tengo miedo, no quiero dejar a mi madre sola en el barro, no sé por qué le hice caso, no puedo volver, en mis pies tengo una cabeza que me empuja a que sigue adelante, estoy obligado. - Niño avanza, ¡he dicho que avances!, me están presionando los pies, y me hacen daño, avanza niño que hay poco tiempo. - Quiero ir con mi madre, quiero volver, no puedo respirar señor, déjeme volver. - Me cago en la puta, ¡he dicho que avances!, no hay nada que hacer niño, ¿cómo te llamas? - Soy Igor. - Mi nombre es Juan José, soy viudo y mis hijos están en otro sitio evacuados, te has dado cuenta que si muero quedarán solos, vivirán tristes y seguramente algo les pasará, pero puedo evitarlo salvándome, y tienes que dejarme avanzar para hacerlo, ¿comprendes?, todos dejamos algo atrás, pero contamos con que haya algo delante, seguramente tu madre he elegido que te salves tu a cambio de ella, pero fuera tendrás quién te cuide, ¿es así Igor? - Mis abuelos, Arantxa y José Andrés. - Pues, ¡tienes a dos personas que harán de ti 63
  • 64. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad una persona de bien! - ¡Venga!, ¡movedse! como no hagas que el niño se mueva, corto tu pie lentamente. ¡Hay gente que se está ahogando! ¡Por Dios avanzar! - Igor, por favor arrástrate, haz el favor de moverte o tendré que lastimarte, no quiero hacer algo así, mis hijos me esperan en algún lugar, estarán muertos de terror como tú. - ¿Y cómo se llaman? - Beniat y el más pequeño Eneko. Beniat y Eneko, a mi me gusta ese nombre, hay olor, ese hombre es como mi padre, pero al revés, primero murió él y ahora mi madre. Quiero a mi mamá, abrazarla, el abuelo me dijo que nunca la deje sola, que la ayude en todo. - Sigue un poco más y ya estamos fuera, tú puedes Igor, solo quedan unos metros, ya lo has oído al de delante tuyo, a la derecha tienes una escaleras, sube con todas sus fuerzas, lo más rápido que puedas y cuando llegues arriba, si quieres puedes saludar a tu madre, gritarle que ya estás bien y que irás por más ayuda para que la quiten del lodo. Corre rápido Igor, al salir no mires atrás, ni abajo, corre Igor, corre. - Estoy saliendo Juan José, lo espero arriba, gracias. - Nada hijo, es mi deber que sobrevivas, antes tú que yo. 64
  • 65. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad Estoy subiendo como me ha dicho Juan José, no miro nada, solo miro hacia arriba y veo la luz del cielo gris, mi madre siempre me hablaba de mi padre, mis abuelos no lo querían mucho, creo que no era bueno, había sido Legionario, pero no murió en la lucha, murió en la calle, mi mamá me dijo que fue salvando a una señora, me contaron mis abuelos que fue de una borrachera. Juro que nunca voy a beber alcohol, yo quiero ser electricista como mi abuelo, el siempre me cuenta su trabajo, a mi me gusta eso y las casas, cuando las hacen y luego de mucho tiempo son edificios. Quiero tener hijos, como yo, que no tomen alcohol, que no hagan cosas malas, que sean buenos. Me duelen los pies, son fierros muy finos los escalones y me duelen. No quiero mirar abajo, no voy a mirar, mamá está allí, los abuelos. - ¡Igor!, ¡voy detrás tuyo!, sube, ya queda menos. - Has salido. - ¡No mires hacia abajo! - Sigue yo puedo oirte, voy algo más abajo. - Es que se oyen todo ese ruido de abajo, ¡todos los gritos, y el viento! - Igor, no tengas miedo. El viento me empuja, más arriba es más viento, hago más fuerza pero no es lo mismo, no puedo subir. Me duelen los pies, Juan José me ha 65
  • 66. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad mentido, no puedo avanzar, no puedo escaparme, mis abuelos no me van volver a ver, me van a extrañar a la tarde cuando hagan el té. - Aquí estoy Igor, abrázame hijo, vamos, abrázame y duerme, yo te sacaré de este lugar espantoso. - Gracias. - Muy bien, eso es, duerme. 66
  • 67. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 11 Me escapé hace mucho tiempo, dejé a mi mujer e hijo en Buenos Aires, llevo tres años y no me arrepiento de nada. Aquí soy feliz, puedo pasear con mi coche y conocer nuevas tierras siempre, no tengo en el oído a la vieja de mierda asustándonos que le va a dar un paro en cualquier momento. Llevo unos minutos atascado en esta especie de tubo, detrás mío tengo una cabeza, adelante una mujer joven, sé que voy a salir de esta, no tengo miedo, mejor dicho, pocas veces tengo miedo, hoy no es una día para tenerlo. No pienso mucho en mi mujer, quería dejarla desde el primer día de su embarazo, fue algo cruel mi sentimiento pero no cambió hasta el día que me fui de esa casa, estaba agotado de que me maltraten psicológicamente. Lo tenía planeado un año antes, o sea, hace cuatro años, mi hermano me había prometido enviarme la plata desde acá, yo tenía que esperar mi pasaporte Europeo y la plata a último momento, mi hermano no confiaba mucho en mí. De verdad estaba harto de los gritos de la vieja, de mi mujer que me volvía loco con la ropa del nene, la comida y qué nada alcanzaba, los remedios de la vieja, del viejo, la luz, el gas, los teléfonos, 67
  • 68. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad trabaja doce horas al día seis días a la semana para ganar una mierda y aguantar a tres personas reprochándome todo el día. No tenía fuerzas para criar a un hijo, sé que el no va a tener padre, pero yo tampoco lo tuve y creo que al final salí muy bien. Les envío dinero siempre, todos los meses y otros días que quiero hacer algún regalo a mi niño. Pienso en él ahora mismo, no tengo fotos nuevas, las de mi cartera tienen cuatro años, son las del pelotero con su camiseta amarilla. De ella trato de no acordarme, la odié siempre, lo único bueno que teníamos era el sexo, eso sí que nos gustaba, del odio al amor, y era de verdad, pero de amor, nada. Llevamos unos minutos aquí sin movernos, hay poco aire, es muy caliente, somos demasiados, si entra alguno que no deje mucho margen al tubo nos va a tapar el aire, siento que falta más que antes. Me gustaría sacar la cartera de mi bolsillo de atrás el pantalón, pero no creo que pueda, mis brazos los tengo unidos a mi pecho, mis manos frente a mi cara, esperando para empujar los pies del de adelante. Escucho algún grito, un mensaje viene en eco, espero que llegue bien, es lo único que nos queda. Puedo escuchar como llega el mensaje. -Al salir hay a la derecha una escalera roja, hay que subir por ellas. ¡Qué Dios nos acompañe amigos! Repito el mensaje al de abajo, sabía que una salida había, solo resta que terminen de salir los 68
  • 69. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad que van delante mío. Se llama Pablo, mi hijo, es rubio, como su madre, tiene mi sonrisa con los colmillos hacia afuera, es de mi signo, de Capricornio y es un inquieto como su abuela, mi madre. Hay días que lloro en el baño, me miro al espejo y me pregunto que mierda hago con mi vida, salir todas los fines de semana para estar al día, con mi ropa, pelo, trabajo y coche. Por momentos necesito relajarme y ser yo, disfrutar de una mañana de sol y amigos en la esquina. Sé que las épocas son otras, me conformo con mi casa y mi coche, bueno la casa y el coche del banco. Es verdad que trabajo bastante menos y gano algo más, en Argentina no podría enviarle dinero como lo hago desde acá, eso es lo que más me enorgullece cuando extraño mucho, me inflo los pulmones con orgullo, porque tengo los huevos donde hay que tenerlos, firmes y en su lugar. Otros no hacen lo que yo hago, lo sé hay muchos casos entre mis amigos, y en otros que son de acá, pero mi conciencia duerme tranquila, hay días que me arrepiento de haberme escapado sin saludar a nadie, mis amigos no sabían nada, mi hermano que tampoco me esperó en el aeropuerto porque trabajaba, llegué solo y al final así sigo. No veo el momento de salir de este tubo sucio, aguanto sin respirar un minuto como mucho y vuelvo a meter aire, aguantando un rato más, hay gente que está desesperando, una mujer grita muy fuerte y me hace doler los oídos, es que el tubo lo repite y amplifica, alguno la 69
  • 70. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad calla a lo lejos, otros golpean el tubo desesperados por salir, tienen fobia a estar metidos acá, los entiendo, pero no me pasa a mí, por suerte. Había escuchado algo de las inundaciones, pero esto lo superó muchísimo, algo no salió bien, porque estamos todos evacuados en el lugar equivocado, algo tuvo que haberse roto, alguna represa o un río más grande que se unió, no entiendo, encima no para de llover y relampaguear, dentro del tubo el ruido de afuera se escucha como latoso y muy suave, prefiero estar protegido de toda esa gente que está muriendo de miedo, hambre u otras cosas que ni puedo imaginarme. Otro mensaje se acerca, puedo escucharlo repetirse. - Hay un niño que no quiere avanzar, alguien lo está convenciendo, tiene miedo. Pobre criatura de Dios, yo no podría aguantar todo esto siendo un nene, no quiero imaginarme nada, es terrible, pienso en mi niño, que Dios lo cuide, si muero quiero que lo cuides señor, por favor si me muero aquí quiero que no le falte nada. Paso el mensaje, alguno me lastimó el pie para que lo repita. Avanzamos, parece ser que alguien lo convenció, me alegra pensar que ese niño quiere vivir, al igual que todos nosotros queremos salir de este infierno. 70
  • 71. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 12 Es el paisaje más triste que he visto en mi vida, Igor duerme, no quiero que vea esta desgracia. Cuantas personas habrán muerto, miles, no hay derecho... nunca pensé que me sentiría tan solo, abandonado, llueve y parece no acabar nunca, lleva horas sin cesar ni un segundo. Las palabras de aquél geólogo eran ciertas, se podrían haber evitado todas estas muertes, aquí abajo, se están ahogando miles, otros suben como pueden, es tan injusto, esos ancianos, los niños, quiero morir y dejar de existir, no aguanto esta calamidad, ha tapado la cuidad entera. -Oh por Dios, ¡no puede ser!, ¿qué ha pasado?, ¿de donde sale tanta agua?_ es una joven desesperada que cae de bruces al ver el terrible acontecimiento. -Justamente pensaba lo mismo, recuerdo que hace unos días un geólogo habló en una cadena sobre una posibilidad remota, pero es increíblemente similar. Nos han dejado aquí indefensos ante la muerte, no me explico un error tan grave. ¡Mierda, miles de personas se están muriendo! ¿no veis y oís?, no me entra en mi cerebro algo tan sucio, esos hijos de puta nos han dejado morir, ¿y mis hijos? ¿quién va a 71
  • 72. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad cuidar de mis hijos?. -Señor, no llore, ¿es su niño? -No, no, él se llama Igor, es el pequeño que no quería avanzar en el tubo, tuve que ayudarlo a subir, está desfallecido, ha perdido a su madre allí abajo, en el lodo. -¿Cree qué es el único? ¿y a mi quién me cuida?, mis hermanos se ahogaron frente a mis ojos, mi hija murió asfixiada en mis brazos, ¡no quiero seguir viviendo señor! pero no puedo hacer nada, tengo a mi marido y su familia, ellos se salvaron, debo luchar para salir de aquí, ellos estarán preocupados por mi y mi hija, Dios se apiade de su alma, mi hermosa. -Tranquila pequeña, saldremos de aquí, ya lo verás. Puedo ver como emergen de los huecos al techo del estadio todos esos luchadores, salen extendiendo los brazos al cielo, agradeciendo haber escapado de la tragedia, detrás de todos esos cientos de almas invencibles solo veo agua. -Hay gente allí, mira, ¿ves?, hay más techos, ¡y más altos!, son otros como nosotros. -¡Gracias Dios, hay piedad en tus actos! -Claro, esa es la torre de la cadena local y a la derecha los bancos y aseguradoras, todo sigue en pie. Se aclara por momentos difusos y se oscurece 72
  • 73. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad rápidamente, algunos examinan alrededor de nuestra posición buscando más sobrevivientes, no puedo olvidar los que yacen debajo nuestro, sin respirar, sin pensamientos y sueños. Igor despierta lentamente, voy a alzarlo para que no sienta su cuerpecito solo en medio de tanto llanto y gritos de auxilio. -¿Has dormido bien pequeño?, eso es, estírate, bosteza, suelta todo ese sueño. -¿mamá? -Mira, ¿ves allí?, esa gente está como nosotros esperando a que los rescaten. -Pero si nos rescatan volverá a pasar lo mismo, va a morir más gente. -No, no va a pasar nada más, créeme, ellos nos salvarán y vamos a ir a buscar a tus abuelos Arantxa y José Andrés, te lo he prometido. -¿ Y tu hijos? -A salvo esperándome, iremos con ellos Igor, con Beniat y Eneko. Sus ojos son tan parecidos a los de mi mujer, juraría que es un capricho inhumano, pero es una coincidencia, sus ojos son enormes y preciosos como los de mi difunta mujer, cuanta falta me hace ahora mismo. -¿Cómo sabemos que nos rescatarán?_ dice la joven que ha perdido a su hija. -¿Qué sugieres? no hay nada que podamos hacer. 73
  • 74. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad No tenemos ninguna herramienta para hacer fuego, no tenemos ningún aparato electrónico que nos sirva de algo, debemos esperar y aguantar todo lo que sea, tenemos que confiar, el mundo está mirando el desastre, no pueden cruzarse de brazos y esperar a que perezcamos todos, es impensable._ digo encontrando falsas esperanzas en mis palabras. -Necesitamos juntarnos y darnos fuerza y calor, todos podemos ayudarnos, no nos quedan alternativas señores, miren el agua lo embravecida y destructiva que está, podemos escapar, pero solo por el aire._ dice un hombre junto a mí. -¿Usted señor? ¿me oye? ¡Señor!, ¡si, usted, el de uniforme de policía!._ lo llamo y viene descontento y muy mojado, de sus ojos gotea agua a borbotones, como cada unos de nosotros. -Perdone, aquí he dejado de ser policía, soy otra personas más._ afirma el hombre de acento marroquí. -¡De eso nada!, debe organizarnos, unirnos, el temporal continúa y hasta que no se detenga corremos el mismo peligro. ¡El viento puede aumentar!, hay posibilidades de tornados. Parte de la entrevista del geólogo hablaba de eso, de los tornados y otros fenómenos de aire. -Como he dicho, no soy policía. He vivido una experiencia similar al viajar en patera, fue lo más desolador que viví, esto no se compara, aquí tenemos un sitio preciso, si quieren encontrarnos 74
  • 75. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad saben donde hacerlo cuando termine el temporal, desde el aire no harán nada hasta que se calme el cielo. -Pero puede aportarnos ideas de supervivencia, en los huecos tenemos las escaleras, el agua se ha detenido, no sube, al menos por el momento, y no si lo hace, perdemos la oportunidad de juntar tela de las ropas de los muertos. Se que suena horrible, pero no hay nada que hacer, el temporal no nos permite siquiera hablar, el agua nos moja y nos enfría, mucha gente no aguantará, a menos que nos cubramos con ropa, o algunos cuerpos. -Esta loco, ¿qué pretende? -¿No lo ve?, los cuerpos nos permitirán sobrevivir al frío y al hambre. ¡Llevamos un día entero sin comer! ¿qué va a pasar cuando sean cuatro? -Eso es inconcebible, no permitiré que nadie se coma a una persona, bajo ningún concepto. -No puede prohibir nada, no es policía, lo ha dicho, solo digo que nos organice para llevar a cabo un plan de emergencia que nos de una posibilidad remota de volver a casa. -Mi casa está ahora mismo bajo el agua, señor._ dice el policía con su mirada perdida. -Lo lamento, todos perdimos hoy nuestras vidas, lo hemos dejado todo y no tenemos más que la miseria de esperar nuestra hora, pero podemos cambiar eso, quiero decir que hay una manera de retrasar todo lo que se pueda un final para todos nosotros. ¿Quién está conmigo? 75
  • 76. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad Hay otras docenas de miradas que se fijan en mí, lo sé no es la mejor idea, es la única, no hay comida, ni materiales con que cobijarnos, el agua está a 20 metros del techo, allí abajo abundan los muertos y todo el olor a podredumbre que conlleva la descomposición lenta pero efectiva de la naturaleza. Hay muchos que llevan muchas horas sin vida y flotando. Nos faltan fuerzas, el agua nos golpea con el viento huracanado, no podemos esperar en las escaleras, somos muchísimos más. Es triste, abrumador y el peor sentimiento que he sentido en toda mi vida, sobrepasa todas las muertes que tuve que superar, es sincero mi dolor, pero es lo que debo hacer para vivir. Algunos se están agrupando a unos metros nuestros, veo caer gente al agua que golpea ferozmente contra los bordes del estadio, son muchos los que no tienen coraje frente a la incertidumbre. 76
  • 77. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 13 -¿Tú qué opinas? -¿Yo?, aquí fuera vamos a sobrevivir los más fuertes, a menos que hagamos algo por modificarlo. -¿Eras guardia o escolta de algún político? -¿Lo dices por mi cuerpo? -Si. -Allí abajo he salvado a personas de que las maltraten, pero ahora están muertos, no he podido hacer nada por ellos. Si, fui escolta de políticos, llevo quince años. -Lo has hecho en su momento. -¿Qué? -Salvar a personas, no es humano salvar a tantos con las dificultades que hemos sorteado aquí. En el césped del estadio he podido mantener un orden, al menos con mis amigos, han muerto desgraciados, he roto sus cuellos sin pensarlo dos veces. En Senegal era luchador, era quién defendía el rebaño, los Sow somos y fuimos luchadores desde tiempos inmemoriales, nuestro apellido se mantiene, es la tradición. Luché cuando viajamos en el pequeño barco hasta las islas, el miedo no tiene efecto, fui criado como un guerrero y seguiré así hasta el final. 77
  • 78. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad El viento es muy fuerte, las olas que chocan con el estadio nos salpican desde allí hasta aquí en lo más alto. -Voy a bajar a buscar telas. -Yo voy contigo._ me dice el que desea atención. -¿Crees qué vendrán a rescatarnos?_ pregunto como puedo en medio del silbido ensordecedor del hueco de escalera. -No lo sé, ¡pero mantenernos con vida nos da más posibilidades! Resbala y queda suspendido en el aire por mi mano, yo estoy sujetado a la escalera, es un viento imposible de aguantar, dentro el agua con los muertos se sacude violentamente. -¡Súbeme! ¡por favor! -Agárrate de la escalera fuerte, ¡quédate aquí!, voy a bajar unos metros más. ¡Solo unos metros! -¡No bajes es peligroso! El agua se renueva, los cuerpos se escapan por debajo, se ha formado un remolino enorme y destructivo. -¡Sube, sube!, rápido. -No quedan cuerpos, se los ha devorado el remolino, tiene que haber una salida allí debajo, la estructura tendrá huecos, eso explica que los cuerpos no estén en el agua. 78
  • 79. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad -Vamos arriba. Nos cuesta una enorme cantidad de energía subir por las escaleras, el viento en nuestra contra nos empuja al agua, hacemos un esfuerzo que no procede de la naturaleza, creo que hay algo más que nos motiva a subir, tanto desprecio de la vida en nuestra contra no es normal. -No podemos volver a hacer tal estupidez._ le digo al pretendiente a líder. -Hemos agotado otra posibilidad. Nos rodean varias personas desconocidas y se juntan en un circulo para arroparnos, sentimos el calor de sus cuerpos a los segundos, se ha formado un silencio que desconocimos hasta ahora. Han logrado formar una morada de humanos con humanos, en un gesto sin precedentes de amor. Estamos sentados él y yo y sus rostros mirándonos desde arriba, nos rodean muchos rostros, casi no entra agua y el sonido se ha apagado de una forma abrupta. -¡Increíble hazaña!_ dice entusiasmado el pretendiente a Líder. -Somos algunos grupos que cobijan por minutos para recomponer a los más afectados._dice uno de ellos mientras sonríen el resto._ dice una de las voces, no los distinguimos en la oscuridad. -¿Tan rápido se han organizado?, ¡es increíble!, 79
  • 80. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad es una idea fantástica, ahora debemos agrupar el resto de personas e ir rotando los grupos para que unos descansen y los otros cobijen, así llegaremos a esperar más tiempo. _ pregunta el que pretende liberar. -Ya lo hemos planeado señor, en estos momentos se ha formado el campamento completo, de cada diez personas dos se cobijan dentro, unimos nuestros cuerpos y mantenemos el calor._ explica otra voz más baja. -¡Gracias!, ¿cuánto cree que dure este temporal?_ pregunta el líder que ha dejado de serlo. -Debe terminar en horas, si corresponde a lo normal, sino, lo haremos indefinidamente hasta que nuestros cuerpos soporten, no olvide que sin comer podemos vivir bastante tiempo. -Pero sin agua no._ digo seguro, recuerdo los días sin agua en Senegal, todos los que morían enfermos de hambre entre otras cosas. -Aquí lo que sobra es agua, debe abrir la boca y dejar que ella lo busque._ dice una voz fémina. -Pero._ interrumpe una voz gruesa. -Nada, pronto vendrán a por nosotros._concluye una voz más segura. -¡Yo estoy preparado!, tengo calor y quiero ayudar, déjeme salir._ digo apartando las piernas. -¡Descansa unos minutos más!_ me dice mi compañero sin fuerzas ni ganas de moverse, al punto de desfallecer. -Alguno quiere dejarme ser parte de la estructura 80
  • 81. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad a mi, ¿quién está agotado? -Yo._ contesta ella, la única mujer. -Ven, no puedo verte, dame la mano y cambiaremos los cuerpos, el mío es más grande y resiste mejor el viento y las gotas de lluvia contra mis espaldas. -Duelen mucho. -Lo sé, ¡ven, eso es, ahora! Las gotas son increíblemente dolorosas, son miles que me golpean como en una tortura magrebí, no puedo comprender como esa mujer pudo aguantar estos minutos de agonía. Mi cabeza se encuentra unida a otras dos y supongo que formamos un circulo, acabo de acomodar mi torso para que se filtre la menor cantidad de agua posible. Nuestras piernas están doblada y muy juntas, estoy arrodillado, nuestros muslos sellan la parte más baja, debo confesar que estoy asombrado, la naturaleza de la inventiva es inagotable. Oigo como una voz tranquiliza a la mujer, no vemos absolutamente nada, sentimos nuestros jadeos, el olor a agua de tierra es lo que más predomina, siento el calor de los cuerpos como se elevan por mi rostro y supongo que en resto de rostros. Según acaban de decir hay otros cientos que hacen lo mismo, supongo que la manera de intercambiarse es hacerlo de a uno, para no debilitar la estructura humana. -¿Estás bien? 81
  • 82. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad -Si, gracias. -Propongo que los dos que se cobijan duerman unos minutos, calculo que si lo hacen por media hora y nos rotamos de uno en uno cada media hora, todos tendremos de cobijo una hora promedio, y diez de cobijadores. -¡Es justo! -Pues a dormir algo, que restan horas. 82
  • 83. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 14 Llevamos siete horas, un pilar de la estructura tiene un reloj, enciende la luz cada muchos minutos y nos dice cuanto tiempo llevamos, algunos no están de acuerdo, yo creo que es necesario conocer el tiempo, saber que restan menos horas. -¿Alguien quiere cambiar?_ digo todavía algo aturdida, es que me duelen los oídos, tengo los pies lastimados y los músculos casi todos contraídos. No sé como pueden lograr la estabilidad y sostener tanta energía constante, son elegidos, son mis salvadores y debo al menos, darles ánimos. -¡No!, seguiremos así, ¿alguno quiere cambiar por él?¡quedan dos minutos para el cambio!_ dice una voz gruesa y fuerte, se refieren al otro que descansa junto a mí, ahora mismo duerme plácidamente. Me siento en deuda con estos titanes, héroes desconocidos, los mismos que en la ciudad salvan vidas a diario y no sabemos reconocer. Sé que fui una insensata, una niña mimada, una ignorante, pero han cambiado en mí todos los deseos que antes me daban vida. Solo quiero vivir y dar algo 83
  • 84. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad al resto de ellos, se lo merecen, no saben quién soy, que es lo más importante. -¡Cambio!¡rotación!, ¿quién cambia?_ pregunta la voz gruesa nuevamente. -Lo haré yo, me duelen las rodillas, descansaré al menos unos minutos, luego que lo haga otro compañero, lo necesito ahora, solo unos minutos. -¡Cambien ahora!_ exclaman. -¿Cambias?¡ey!¡despierta!, ¿cambias?_ le insisto, duerme profundamente. -Debes cambiar, hay uno de nosotros que desea dormir algo. ¡Hay que despertarlo señora!_ me sugiere la voz gruesa, me da lástima despertarlo. -¡Voy yo!, hay que dejarlo dormir unos minutos más. -¡No señora! -¿Pero qué sucede aquí? ¿por qué soy mujer?, ¿tienen problemas con mi sexo? -No, por lo contrario, está muy dañada, tiene los pies y las rodillas destrozados, no podemos permitir que continúe lastimándose, mientras el resto pueda seguiremos así. Haga el favor de despertar al soñador. -¡Despierta!, quieren hacer cambio, ¿me oyes?_ su cuerpo está más frío que antes, no siento calor desprenderse de su piel.-¿me oyes?, no respira, ¡oh por Dios!, ¿me oyes?, no, no, despierta, ¡despierta!_ intento reanimarlo, ellos quieren ayudarme pero no pueden si uno se desprende la estructura puede desmoronarse y volver a la 84
  • 85. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad lluvia huracanada. -Podemos hacer un cambio._ sugiere una voz tenue. -No, de ninguna manera, lamentablemente, si ha dejado de respirar, no podemos hacer nada. -¿Qué quieres decir?_ pregunto inocentemente. -Debemos dejarlo ir, señora. -¡No!, por favor, ¡tenemos que ayudarlo!_ tengo sudores por todo el cuerpo, me aterra pensarlo muerto al lado mío, hace unos minutos hablaba de sus hijas y ahora... -¡Tienen que hacer algo!, por favor, oh Dios mío, ¿qué está pasando? -Lentamente deben levantar una pierna izquierda y el de su izquierda la derecha y empujar el cuerpo, lentamente o el viento hará efecto empuje y nos lanzará por los aires. A la cuenta de tres, lentamente. -¡No!_ lloro sin remedio, no podré hacer nada, ellos me lo van a impedir. Alzan dos piernas y el viento y sus fuerzas lo chupan hacia afuera, suavemente vuelven a unirse y a sumergirnos en el silencio, más bien es nuestras respiraciones constantes. -Es que... no puedo dar crédito a todo esto, hace unos días estaba en mi casa, con mi piano y mis perras, cantando y con mi gente, ahora no se nada de ellos, estoy con desconocidos que me cuidan, lo anterior prefiero no recordarlo, demasiado duro, esos niños, los animales, no 85
  • 86. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad puedo pensarlo, ahora este hombre, había salvado a otra gente y el muere así durmiendo. Quizás sería lo mejor que me pudiese pasar a mi también, recostarme y descansar. Dentro de mi mente soñar con todos y dejar los pensamientos sin aviso de la realidad, sin comprender que está sucediendo, de verdad prefiero eso. Vamos ocho horas y unos minutos, acaba de ver un rostro difuso, iluminado por la luz verde del reloj de uno de ellos. -Señora, ¿se encuentra bien? -Tranquilo, solo pienso. -Es la ley de la vida, no debe pensar en eso, piense en su mejor momento, cuando supo que estaba en la cúspide de su felicidad, ¿lo sabe?_ me dice una voz tenue y dulce, puedo reconocerla. -Si, ahora que lo dice, si tuve una vez. Estaba cantando en el Central Park, a media noche, cuando ví a toda esa gente mirarme a los ojos, el frío que me congelaba la voz no pudo conmigo, esa energía enorme y envolvente me hizo cantar durante horas, fueron las horas más completas de mi vida. No puedo olvidar los olores, la sensación en el estómago, lo estoy sintiendo ahora mismo, gracias, ¿cómo te llamas? -Adolfo. -Gracias Adolfo. 86
  • 87. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 15 Pude salir, al final hicimos fuerza y salimos, otros chicos que estaban atrás mío se quedaron tirados y el agua los arrastró al fondo, fue muy feo, ver como se murieron chicos de mi edad solo por perder las fuerzas. Yo soy el de Buenos Aires, que dejé mi hijo y volé, moderé hace unos momentos, no paro de pensar en la cara de mi nene, de como va a ser de grande. Yo acá estoy solo, y tengo suerte, parece ser que la suerte me acompaña, hoy vi cosas horribles, de verdad, no voy a contárselo a nadie, no puedo actuar algo que vieron mis ojos. El pibe ese que se cayó al agua me miró a los ojos y desapareció con todos esos muertos que flotaban, de verdad no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Mi abuela me hablaba siempre de la causa y efecto, creo en eso, ella me decía que si haces el bien seguramente las cosas en algún momento te terminen saliendo bien, pero si haces mal, podes tener suerte de que salgan bien, pero por un tiempo. Yo sé que hice algunas cosas mal, que me preocupé de boludeces sin sentido, de estupideces que a otros le gustaban, pero eso, solo para sentirme inserto en una sociedad, con gente, amigos y salidas. Me olvidé de lo 87
  • 88. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad importante que es estar con los que uno quiere, soy Argentino y debo estar orgulloso de lo que tengo, acá estoy endeudado hasta el cuello con la casa y el coche, ¿para qué?, bueno en Argentina estaría endeudado por tener que pagar cosas que ya usé, ahora que lo pienso mejor, igual no sé. Estoy ayudando a gente, ahora mismo funciono como parte de una estructura humana que construye algo parecidos a los iglúes para que la gente más lastimada o sin fuerzas se recupere. Soy fuerte, tengo la gran suerte que mi cuerpo es grande, y se aguantar mucho el hambre, ese chico no puede parar de llorar, habla de su mujer, de sus hijos, no puedo ver su cara, es que estamos como abrazados, con los brazos extendidos hacia arriba y todos los cuerpos juntos, arrodillados y formando un circulo o un iglú. Me duele la espalda, la lluvia me da con todas las fuerzas y me lastima, pero como dije antes, yo puedo aguantar mucho más tiempo que otros, me da lastima, sé que está mal sentir lastima, pero este chico tiene una familia, hijos y mujer y llora por ellos. -¿Pero qué pasó con tu mujer e hijos?_ pregunto suavemente, no quiero irritarlo. -Han muerto, todos han muerto, y yo los he visto morir, frente a mí, uno de mis hijos ha luchado hasta el final, ¡me quiero morir!, ¿por qué ahora?, ¿qué hemos hecho para merecer tal tortura?_ dice el joven, no puedo verlo, solo 88
  • 89. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad escucho su voz, y me da mucha pena, de verdad. -El tiempo te va hacer tranquilizarte, podés acordarte de ellos siempre, pero vos tenés que seguir adelante, no podés quedarte muerto acá, este lugar es una mierda, si te morís acá ¿quién los va a enterrar en un lugar digno?_ le digo sorprendiéndome de mi mismo. -Es que sus ojos no se me quitan, los veo fijos, en ese último instante. -Todos los días vas a poder ir a visitarlos, pero ahora vos vivís porque te lo dijo yo, de verdad, tenés que quitarte eso de la cabeza, ¿sí?_ bajo la voz para que me escuche mejor. -Sí. -¡Muy bien!, perfecto ahora vamos a contar historias viejas que nos hicieron reír, así nos olvidamos de tanta mierda, resolvimos algo muy importante, podemos aguantar la lluvia muy bien, tengo cuerda para rato. ¿Quién empieza? -Yo me acuerdo cuando era pequeño que jugaba con mis gatos en la cama, un día durmiendo me levante y tenía a los dos meándome la cara, ¡Eso fue horrible!, los tiré a tomar por el culo, y volvieron a la cama más anchos que panchos, ese día supe que quería mucho a mis gatos, ¡pero luego de bañarme! jajaaj._ esa voz es de otro pilar, esta a mi derecha. -Mi madre me decía que no haga estupideces y yo me tiraba horas chupando las sábanas recién lavadas, me encantaba el gusto en la boca del jabón._ esa voz es de un chico que está al lado 89
  • 90. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad mío a la izquierda, me estoy riendo mientras, es gracioso y sano, por un momento creo que ya estamos pensando en otras cosas, igual me sigue doliendo la espalda pero algo menos que antes, la verdad que hablar nos hace olvidarnos del temporal infernal que nos quiere tirar al agua. -A mi en el ejercito me tocó limpiar los cubos de basura, me daban mucho asco, por lo que quemé algunos para no tener que llevarlos, el sargento me jodió en la cárcel unos días y yo por la rabia que había contenido al otro día a la noche me escondí y espere a que se haga la hora de dormir, salí al campo abierto y agarré a su perrita enana y le quité un ojo con un cuchillo. Nunca más me volvió a mirar a la cara el sargento, por dentro siempre supimos los dos que lo sabíamos, pero no dijimos nada._ ese idiota es uno que habla por hablar, nadie hace caso a lo que cuenta, pero nos mantiene cautivos de su tontería, que es muy bueno. No sabemos que hora es, ni cuanto llevamos aquí soportando la guerra de agua que nos sacude. Creo que mi hijo me va a extrañar mucho allá, no creo que salgamos de esta, es muy jodido salvarse a estos casos, me acuerdo cuando en Chile un alpinista fue abandonado por su grupo de rescate por no tener los medios adecuados para subirlo, el tipo se cayó y levantó hasta que no aguantó más y lo dejaron tirado como a un perro. Por mucho tiempo pensé que esos del 90
  • 91. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad grupo de salvación eran unos hijos de puta, pero creo que ahora los entiendo, ante un alud de nieve y frío, eligieron entre morir todos o que muera uno, ellos sí tenían la posibilidad de salvarse, nosotros aquí mantenemos vivos a dos dentro de esta casa humana mientras todo se calma, es lo que estamos esperando. Nosotros no tenemos la suerte de tener posibilidades de salvarnos, el destino para todos nosotros es el mismo, al menos hasta salir de acá. 91
  • 92. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 92
  • 93. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad 16 Están recordando viejos recuerdos, riéndose como si nada nos fuera a pasar, entiendo que desean un momento de distracción, lo merecen, yo no puedo hacerme a la idea de que nos van a salvar, tengo un muy mal presentimiento, no quiero alarmarme, pero ellos no comprenden que esto puede ser el principio de algo más catastrófico. Llevamos horas, muchas horas soportando la lluvia, el frío y los vientos, muere alguno a cada rato. -¡Basta!, ¡es suficiente!, ¡estoy harto de escuchar esta mierda!, tenemos por delante quién sabe cuantas horas de agonía antes de morir, por qué mierda no hacemos algo para salvarnos, esto, no es la salvación, ¡estúpidos ignorantes!, el calor que generamos aquí debemos compensarlo con ideas nuevas, no podemos quedarnos a esperar por qué tuvimos una buena idea. Ahora es el momento de organizarnos y avanzar, ¿o preferís morir por inanición?_ grito enfurecido, no hay vuelta atrás, toda mi alma se ha destapado, no puedo echarme atrás pidiendo perdón, es ahora o nunca, si quieren salvarse hablarán sino, tendré que callarme y esperar a morir ahogado. 93
  • 94. Elbio Aparisi Nielsen Tempestad -¡No, no quiero morir de hambre!, no aguanto más esta mierda, tengo la espalda lastimada, me duele el cuerpo entero, en unas horas no podré mover ni un músculo. Yo no voy a dejar de pensar, como un hombre prefiero morirme de pie que morir arrodillado. -Yo tampoco quiero morir de hambre, quiero vivir, ¿qué proponen? -Simplemente ideas, lo que sea, cualquier cosa, luego debatiremos, el tiempo es crucial._ digo convencido de al menos una oportunidad. -¿Cual es la situación?_ cuestiona una voz de un joven. -El estadio se ha inundado completamente, el agua ha formado un remolino mortal, no podemos nadar en él, el techo cuenta con dos superficies, una donde estamos y la otra un tanto más elevada._comenta una voz gruesa y singular. -¿Cómo sabe eso?_ pregunto sorprendido. -Trabajo aquí. -¿Y como no lo ha dicho antes?_ me enfurezco por dentro. -No vi solución, estaba preocupado por salvarme, y ahora llevamos unas horas en las que he perdido el sentido del tiempo, creo que he olvidado algunas cosas por el shock quizás._ afirma algo apenado el de la voz singular. -Bien, debemos llegar a ese techo. ¿Alguna particularidad del techo o de la estructura?_ mientras pregunto pienso en buscar soluciones. -La estructura es muy fuerte, todo es hormigón 94