El arqueólogo Howard Carter descubrió la tumba intacta de Tutankamón en 1922. Tras la apertura de la tumba, Lord Carnavon, quien financió la excavación, murió de una infección unos meses después. Su muerte y otras posteriores entre personas relacionadas con la excavación desataron rumores de una maldición faraónica. Aunque muchas muertes fueron exageradas, algunas permanecieron inexplicadas. La maldición se convirtió en una leyenda periodística que resurgió décadas más tarde.
1. La maldición de Tutankhamon
Momento en el que Howard Carter descubre el sarcófago.
El Descubrimiento de la tumba
En la década de los años 1920, el egiptólogo Howard Carter descubrió la existencia de
un faraón de la XVIII dinastía hasta entonces desconocido, y convenció a Lord
Carnavon para que financiase la búsqueda de la tumba que se suponía intacta en el Valle
de los Reyes. El 4 de noviembre de 1922 se descubrieron los escalones que descendían
hasta una puerta que aún mantenía los sellos originales. El 26 de noviembre, en
presencia de la familia de Lord Carnarvon, se hizo el famoso agujero en la parte
superior de la puerta por el que Carter introdujo una vela y vio según sus palabras
«cosas maravillosas». La tumba, luego catalogada como KV 62, resultó ser la del faraón
Tutankamon y es la mejor conservada de todas las tumbas faraónicas. Permaneció
prácticamente intacta hasta nuestros días hasta el punto que cuando Carter entró por
primera vez en la tumba, incluso pudo fotografiar unas flores secas de dos mil años atrás
que se desintegraron enseguida. Después de catalogar todos los tesoros de las cámaras
anteriores, Carter llegó a la cámara real donde descansaba el sarcófago del faraón desde
hacía tres mil años. Y entonces empezaron a morir personas que habían visitado la
tumba.
Primeras muertes
En marzo de 1923, cuatro meses después de abrir la tumba Lord Carnavon fue picado
por un mosquito y poco después se cortó la picadura mientras se afeitaba. En unos días
enfermaba gravemente y fue trasladado a El Cairo. Aunque los médicos pudieron
detenerle la infección que había empezado a extenderse por el cuerpo, una neumonía
atacó mortalmente a Lord Carnarvon, que murió la noche del 4 de abrilo cuenta que a la
misma hora de la muerte el perro de Lord Carnarvon aulló y cayó fulminado en
Londres. Además, cuando la familia recibió la noticia de la muerte en El Cairo un fallo
de electricidad dejó a oscuras la ciudad.
2. Poco más necesitó la prensa inglesa para airear las leyendas de la maldición de los
faraones. Incluso algunos afirmaron que en un muro de las antecámaras estaba escrito:
«la muerte vendrá sobre alas ligeras al que estorbe la paz del faraón», aunque en
realidad esta frase nunca apareciese en las detalladas notas de Carter y el muro fue
derribado para entrar en la tumba.
A la muerte de Lord Carnarvon siguieron varias más. Su hermano Audrey Herbert, que
estuvo presente en la apertura de la cámara real, murió inexplicablemente en cuanto
volvió a Londres. Arthur Mace, el hombre que dio el último golpe al muro, para entrar
en la cámara real, murió en El Cairo poco después, sin ninguna explicación médica. Sir
Douglas Reid, que radiografió la momia de Tutankamon, enfermó y volvió a Suiza
donde murió dos meses después. La secretaria de Carter murió de un ataque al corazón,
y su padre se suicidó al enterarse de la noticia. Y un profesor canadiense que estudió la
tumba con Carter murió de un ataque cerebral al volver a El Cairo.
Al proceder a la autopsia de la momia se encontró que justo donde el mosquito había
picado de Lord Carnarvon, Tutankamon tenía una herida. Este hecho disparó aún más la
imaginación de los periodistas, que incluso dieron por muertos a los participantes en la
autopsia. En realidad, excepto el radiólogo, los demás miembros del equipo vivieron
durante años sin problemas, incluido el médico principal. El mismo descubridor de la
tumba, Howard Carter, murió por causas naturales muchos años después.
A principio de la década de los 30, los periódicos atribuían hasta treinta muertes a la
maldición del faraón. Aunque muchas de ellas eran exageraciones, la casualidad parecía
insuficiente para explicar las demás. La falta de más escándalos y muertes extrañas
disipó poco a poco el interés de los periodistas los siguientes treinta años.
Howard Carter ante el sarcófago
La maldición reaparece
En las décadas de 1960 y 1970 las piezas del Museo Egipcio de El Cairo se trasladaron
a varias exposiciones temporales organizadas en museos europeos. Los directores del
museo de entonces murieron poco después de aprobar los traslados, y los periódicos
ingleses también extendieron la maldición sobre algunos accidentes menores que
sufrieron los tripulantes del avión que llevó las piezas a Londres.
La última víctima atribuida a la maldición fue Ian McShane: durante la filmación de la
película en los años ochenta sobre la maldición, su coche se salió de la carretera y se
rompió gravemente una de las piernas.