2. Elos «registros akáshicos» se graban todos los
hechos realizados a lo largo del tiempo, así como
los más escondidos e insignificantes pensamientos
L
A Guerra de los Cien Años
(1337-1453), que enfrentó por
más de un siglo a Inglaterra ya
Francia, supuso constantes choques
entre los ejércitos de ambos países y
puso en peligro la unidad y la hege-
monía de Francia. Gracias a la ayuda
prestada por Juana de Arco, Carlos
VII de Francia (1422-1461) pudo re-
conquistar París (1436); forzó a los in-
gleses a evacuar Normandía des-
pués de la batalla de Formigny (1450)
y los arrojó, en fin, de Guyena en
1453, gracias a la victoria de Castillón
y a la toma de Burdeos. Inglaterra no
conservó más que Calais y algunas
poblaciones del Canal de la Mancha.
Aunque oficialmente quedó termina-
da la llamada Guerra de los Cien
Años, los ejércitos ingleses aún hací-
an incursiones en las tierras del norte
de Francia. Así, en 1456, un pequeño
ejército inglés dotado de caballeros
con armaduras y lanzas, y con una in-
fantería de arqueros, se lanzó resuel-
to a la conquista de la ciudad de Mons
(a unos 53 Km. al suroeste de Bruse-
las). El arrojo, el coraje y el gran ardor
de los británicos les supuso la victo-
ria.
A lo largo de toda su historia, y ya
desde la época de los romanos, la lo-
calidad de Mons ha sido protagonista
de sitios, incendios, bombardeos, y
ha sido diezmada en varias ocasio-
nes por terribles batallas. En, Agosto
de 1914, al estallar la confIagración
europea, fue conquistada por las tro-
pas alemanas, librándose en la línea
Mons-Charleroi-Namur una san-
grienta batalla, la primera entre los
ejércitos de Guillermo II y las tropas
francoinglesas, que terminó con la
victoria de los germanos.
UNA EXTRAÑA BATALLA
Pocos años después, el 16 de Mar-
zo de 1917, un grupo de soldados in-
gleses, al mando del capitán Paul
Masthell, trataba de repeler el acoso
de un batallón alemán que les dobla-
ba en número y que intentaba tomar
la ciudad de Mons.
Después de muchas horas de
combate, y bajo el violento ataque
alemán, los ingleses, parapetados en
las casas y barricadas, se sentían
acosados y empezaban a mostrar
desánimo; su capitán había caído y
las bajas eran enormes. Cuando iban
a iniciar la retirada, algo muy extraño
ocurrió... Inesperadamente, los ingle-
ses vieron unas «imágenes semieté-
reas» que flotaban en el aire a unos 3
metros de altura y a unos 10 ó 15 me-
tros de distancia. ¡Eran las formas casi
reales del ejército inglés que, en
1456, se dirigía con sus caballeros y
arqueros a la batalla...!
Aunque la visión no duró más que
un minuto, los ingleses, al ver que sus
antepasados se dirigían con ardor y
arrojo hacia las posiciones alemanas,
recobraron el valor, llenándose de
fortaleza y confianza. Tal ímpetu tuvo
su reacción que lograron repeler el
ataque de los alemanes, obligándo-
les a emprender la retirada.
¿Qué es lo que vieron los ingleses?
Efectivamente, allí, en Mons, se dio el
hecho insólito de una «reverberación
del tiempo»; hechos sucedidos cinco
siglos antes fueron revividos y mate-
rializados ante los atónitos ojos de
unos soldados de la Primera Guerra ,
Mundial.
EL CASO DE EDITH OLIVIER
En una húmeda noche de Octubre,
en 1916, la señora Edith Olivier, una
escritora de unos 42 años de edad y
esposa de un comerciante inglés, se
paseaba cerca de Avebury, una al-
dea inglesa situada a unos 48 Km. al
norte de Salisbury. De pronto, encon-
tró una sucesión de enormes megali-
tos grises a una y otra parte de su ca-
mino. A distancia veía una feria de
pueblo. No hay nada extraordinario
en el hecho de ver piedras gigantes
en un lugar como Avebury. Tampoco
es nada excepcional una feria de
pueblo en Inglaterra. Sin embargo, el
paseo megalítico que había visto la
señora Olivier había desaparecido
mucho antes de 1800, y la última feria
celebrada en el distrito se remontaba
a 1853. Edith Olivier ignoraba estos
hechos cuando se paseaba por los
prados de Avebury esa húmeda no-
che de otoño. ¿Pudo Edith Olivier te-
ner por unos instantes acceso a la
«Memoria de la Naturaleza»?
LOS ARCHIVOS AKHASICOS
El arqueólogo y filósofo inglés Al-
bert Cory escribió en 1843 un nota-
ble libro titulado Oráculos caldeos,
donde hace ua interesante sem-
blanza del fundador del Mazdeísmo:
«Dice Zoroastro que en el éter están
figuradas las cosas sin figura y apare-
cen impresos los pensamientos y ca-
racteres de los hombres, con otras vi-
siones divinas.»
En el primer tomo de lsis sin velo,
H.P. Blavatsky escribe sobre la «Luz
Astral» y dice concretamente: «En las
indelebles páginas de la luz astral se
estampan nuestros pensamientos y
acciones, y aparecen delineados con
3. a
fe
s»
pictórica vivacidad a los ojos del pro-
feta y del vidente, los acontecimien-
tos futuros y los efectos de causas
echadas hace tiempo en olvido. En la
luz astral está anotado cuanto fue, es
y será, y aún los más insignificantes
actos de nuestra vida y nuestros más
escondidos pensamientos quedan
fotografiados en sus páginas eter-
nas.» Con esta descripción, H.P.-Bla-
vatsky, está hablando de los Regis-
tros Memoriales de la Naturaleza en
la «Luz Astral» o en el «éter» del aura
terrestre. Estos registros, también de-
nominados akáshicos por los estu-
diosos del esoterismo, no serían Más
que la grabación en el «éter» o en los
campos electromagnéticos de la Tie-
rra de todos los hechos realizados a
lo largo del tiempo y de la Historia.
Según la tradición esotérica, sólo
personas muy cualificadas y después
de años de entrenamiento psicológi-
co y disciplina espiritual estarían ca-
pacitados para «acceder» a la «lectu-
ra» de esos Registros Memoriales de
la Naturaleza. ¿Cómo es posible que
personas corrientes, a lo largo de los
siglos y en todos los continentes, ten-
gan estas experiencias de «reverbe-
ración del tiempo?Acaso, ¿hay algún
otro fenómeno que se superpone o
se confunde con los archivos akáshi-
cos?
Las psicofonías pueden tener orígenes diversos;
uno de ellos puede ser el hecho de que la cinta
magnetofónica capte las «ondas eco» del espacio
LA REVERBERACION DEL
TIEMPO
Según las teorías actuales de cier-
tos físicos y parapsicólogos, confir-
mados a su vez por algunos autores
esotéricos, cuando un acontecimien-
to tiene lugar genera una serie de on-
das de energía térmica, acústica y fo-
tónica que, como las «réplicas» de las
ondas sísmicas de un terremoto, se
irradian por la superficie del planeta.
Se podría decir que el «epicentro» del
acontecimiento es un foco constante
de emisión de estas ondas que rever-
beran en todas direcciones y a lo lar-
go del tiempo. En ciertas condiciones
especiales estas ondas o «ecos ener-
géticos» pueden ser captadas por
personas excepcionalmente sensiti-
vas, que pueden «ver y oír» cosas que
ocurrieron hace muchos años e, in-
cluso, siglos.
Arthur C. Clarke escribió en 1964,
en su libro Proyecto de/futuro, lo si-
guiente: «Cualquier acontecimiento
debe dejar alguna marca en el Uni-
verso a un nivel que nuestros instru-
mentos científicos actuales no pue-
den alcanzar a registrar.» Arth u r C.
Clarke se equivocó...
El 17 de Agosto de 1958, el Ejército
del Aire norteamericano realizó un
experimento calificado de sensacio-
nal en esa época. Desde un avión de
reconocimiento, una cámara espe-
cial dotada con infrarrojos fotografió
un aparcamiento. De ello resultó una
fotografía de los vehículos estaciona-
dos allí 90 minutos antes, pero que ya
no estaban en el aparcamiento cuan-
do fueron tomados los clichés. La
película era tan sensible que podía
distinguir en milésimas de grado el
rastro térmico dejado por los automó-
viles.
Actualmente, los infrarrojos ya no
son noticia, pero se han seguido ha-
ciendo experimentos y, en algunas
ocasiones, se han logrado fotografiar
los «ecos» y rastros, tanto térmicos
como fotón icos, de objetos y perso-
nas que estuvieron en un lugar deter-
4. minado antes de hacer las fotos. A es-
tas fotografías se las denomina «psi-
coimágenes».
Una de las propiedades de estas
«ondas eco» es que no sólo pueden
ser captadas en el lugar donde ha te-
nido lugar un hecho determinado, si-
no que pueden propagarse por el aire
y llegar a zonas más alejadas del epi-
centro o foco del acontecimiento.
BARCOS FANTASMA EN EL
SAHARA
El 14 de Mayo de 1928, un equipo
de cineastas franceses de no mucho
renombre, compuesto por unas doce
personas, entre las que se encontra-
ban los directores Francois Berdié y
Jacques Bouvoir, y mientras busca-
ban exteriores para una próxima pelí-
cula en las afueras de Rabat (Marrue-
cos) vieron pasar casi sobre sus ca-
bezas, a unos 10 metros de altura y a
unos 100 de distancia, una escuadra
compuesta de unos 30 barcos...
Las imágenes eran semietéreas, y
algunas personas del grupo apenas
las distinguieron. Los más sensibles
pudieron ver barcos de siglos ante-
riores, concretamente del XIV, del XVI
y del XVII. Eran barcos y carabelas de
nacionalidades diversas. Pudieron
distinguir las insignias y gallardetes
de Portugal, España y Turquía. Una
minuciosa investigación en bibliote-
cas y archivos navales confirmó pos-
teriormente estos datos...
Esta «escuadra fantasma» y tan
dispar navegaba procedente de la
costa atlántica, ¡en el aire y dirigién-
dose hacia el desierto del Saharal...
Las «ondas eco», producidas a
causa del inusitado tránsito naval por
las costas marroquíes, lograron des-
plazarse por el aire a lugares más dis-
tantes, donde pudieron ser vistas...
Estos fenómenos de «reverbera-
ción del tiempo» no suelen ser fre-
cuentes, pero de vez en cuando tie-
nen lugar, para sorpresa de los posi-
bles testigos. ¿Cuáles son las cir-
cunstancias que dan lugar a estos fe-
nómenos?
LOS FACTORES Y CAUSAS DE
LA «PRECIPITACION» DE
HECHOS PASADOS
Los asesinatos, así como todos los
acontecimientos crueles y violentos,
dejan una fuerte e intensa impresión
vibratoria y energética en el lugar de
los hechos. Los ecos y reverberacio-
nes de las ondas creadas son muy in-
tensos y, ante ciertas situaciones es-
pecíficas, estas «ondas eco» pueden
hacerse visibles. Esto, al menos, es lo
que ocurrió en la ciudad de Mons en
1917. Efectivamente, en dicho lugar,
a lo largo de la Historia, se sucedieron
terribles y violentas batallas. No es de
extrañar que ante el fragor de la lucha,
cuando el 16 de Marzo de 1917 los in-
gleses se veían acorralados en Mons,
la tensión emocional, el miedo de
unos y el coraje de otros, crease un
campo energético que sirviese de so-
porte a las «ondas eco» de una batalla
acontecida siglos atrás, y que, tenien-
do en cuenta el poso histórico del lu-
gar, pudo hacerse visible durante ca-
si un minuto a los combatientes.
Además, ciertas condiciones at-
mosféricas, como la sequedad del
ambiente y las temperaturas eleva-
das, facilitan la cristalización de las
«ondas eco» en algunos lugares; de
ahí que no sea extraño haber visto la
escuadra de barcos mencionada an-
teriormente cerca del Sahara.
También es cierto que la ausencia
de viento y la calma del lugar —libre
de ruidos, automóviles y personas—
facilita la captación de las reverbera-
ciones del pasado. Incluso si el lugar
es telúrico, lo cual aporta un mayor
substrato energético para la materia-
lización de las «ondas eco», y si hay
una humedad inusual, ciertas perso-
nas susceptibles pueden captar y vi-
Cuando un acontecimiento tiene lugar genera
una serie de ondas de energía térmica, acústica y
fotónica que, como los seísmos, se propagan por
la superficie del planeta
5. En Mayo de 1928, un grupo francéside cineastas
vio surcar el cielo a una escuadra de 30 navíos,
con sus velas infladas por el viento, en dirección al
Sahara marroquí
sualizar las «precipitaciones» del pa-
sado con más facilidad. La señora
Edith Olivier curiosamente era del
signo de Piscis y, además, estaba in-
teresada en los temas ocultos, y era
una escritora que en ocasiones tenía
ciertas percepciones psíquicas. La
humedad y la energía telúrica de
Avebury —con una gran tradición cél-
tica y cercana a Stonehenge— agudi-
zaron la perceptividad de esta mujer,
que pudo sintonizar con las «ondas
eco» del lugar por donde paseaba, un
antiguo camino megalítico.
En algunas circunstancias críticas
como la extenuación y la debilidad de
aquellos que se han perdido por el
desierto, y carentes de agua y alimen-
tos se puede llegara una situación or-
gánica límite, captándose imágenes
de caravanas, oasis, ciudades o si-
tuaciones que tuvieron lugar en el pa-
sado o que ocurren a cientos de kiló-
metros de distancia. Las «ondas eco»
viajan por todas partes y pueden ser
percibidas por individuos que han
visto amplificada su sensibilidad por
el hambre, la sed y el cansancio. iA
veces, los espejismos no se deben
sólo a las turbulencias del aire calien-
te del desierto!
LA TELEVISION Y LA RADIO DEL
YOGUI DE BANDRINATH
Aquellos que han desarrollado la
percepción mental hasta límites in-
sospechados, como algunos yoguis
después de años de meditación, pue-
den llegar a sintonizar sus mentes
con las «ondas eco» que circulan y se
desplazan en todas direcciones a tra-
vés del aire.
Peter Caddy, uno de los fundado-
res de la «Comunidad de Findhorn»,
en Escocia, tuvo una experiencia inte-
resante durante la Segunda Guerra
Mundial. Era oficial de aprovisiona-
miento de comestibles en la base aé-
rea británica de Cawnpore en la India.
Peter Caddy formó un club de monta-
ñismo e hizo varios viajes al Hima-
laya. En una ocasión, y en un refugio
de montaña, conoció al Maestro de
Bandrinath, un yogui hindú que a seis
mil metros de altura sólo utilizaba co-
mo prenda de vestir un taparrabos;
un hombre que hablaba un inglés
perfecto y que estaba al tanto de los
últimos acontecimientos mundiales,
lo cual explicaba diciendo que sim-
plemente los «captaba» del aire... El
yogui sintonizaba su mente con esas
ondas reverberantes del aire y podía
revivir en su psique los acontecimien-
tos y sucesos del planeta, y todo ello a
voluntad...
Es un hecho físico y natural que
cualquier cosa, hecho o aconteci-
miento que ocurra, emite unas ondas
al espacio que vagarán en todas di-
recciones y casi eternamente, hasta
que un aparato muy sensible o la per-
Puede ocurrir que al
hacer una fotografía de
un paisaje -
aparentemente vacío
luego aparezcan ene! ,
papel los efectos de
algún accidente
acaecido en la zona.
Se trata de los «ecos»
en el tiempo y en el
espacio de aquellos
sucesos dramáticos allí
acontecidos. El cuadro
de la derecha se titula
«Flandes» de Oto Dix.
1
-
.;.:....-
1
.
,1
.
,.
r•.,
.,,
6. cepción psíquica de alguien las pue-
da «traducir o decodificar», y así po-
der registrar visual o auditivamente y
vivenciar, por lo tanto, algo que ocu-
rrió en el pasado. Esto quiere decir
que en nuestra atmósfera están circu-
lando los «ecos» de todos los aconte-
cimientos que han ocurrido sobre la
faz del planeta a lo largo de todos los
tiempos... iEl pasado y el presente se
entremezclan constantemente!
La escritora inglesa del siglo XX,
Catherine Crow, escribió en 1848,
en su libro El lado oscuro de la Natu-
raleza, una crónica de un caso de re-
verberación del tiempo, pero no vi-
sual sino única y exclusivamente
acústica.
grabaciones, pudo escuchar con sor-
presa que, en los espacios en blanco
dejados entre canto y canto de los pa-
jarillos, aparecían unas voces huma-
nas. ¡Esa fue una de las primeras psi-
cofonías de la Historia!
Ciertamente, las cintas magnetofó-
nicas pueden registrar en algunas
circunstancias específicas las «on-
das eco» de acontecimientos pasa-
dos, sobre todo en lugares con un
fuerte poso o sedimento histórico.
Con esto no queremos decir que las
«ondas eco» sean la única explica-
ción de las psicofonías, desde luego
puede haber, y de hecho hay, otras
causas, pero sí queremos indicar que
a través de una sencilla cassette es
A veces, los espejismos no se deben sólo a las
turbulencias del aire caliente del desierto, sino a la
percepción de «ondas eco» por parte de quienes
ven amplificada su sensibilidad ante situaciones
extremas
LA CABALGADA DE
RODENSTEIN
Esta historia está atestiguada por
un buen número de documentos es-
critos en el siglo XVIII. Los barones de
los castillos de Rodenstein y de
Schnellert, en Alemania, eran abomi-
nables bandidos que, siguiendo las
costumbres de la época—esto
ocurría en la segunda mitad del siglo
XVI—, cobraban impuestos abusivos
a sus vasallos, a los cuales, además,
robaban, saqueaban y secuestraban,
sembrando el miedo por todas par-
tes. Con sus crímenes y desafueros
cometidos aterrorizaron a toda la re-
gión. Los informes históricos dicen
que, en el curso de los siglos, nume-
rosos testigos oyeron pasar una invi-
sible cabalgada por el emplazamien-
to de un camino desaparecido hacía
mucho tiempo. El ruido de las ruedas
de las carretas, el galope de los caba-
llos, el chasquido de los látigos, el la-
drido de los perros y la horrible voz de
los bandidos, repercutían entre los
castillos de Rodenstein y Schnellert.
Estas «reverberaciones acústicas»
se han escuchado prácticamente
hasta principios del siglo XX por per-
sonas especialmente dotadas que,
en momentos de calma ambiental, y
con el adecuado grado de humedad,
las podían escuchar.
Las variaciones climáticas a lo lar-
go de los siglos —ahora hay menos
humedad—, así como el trazado de
varias carreteras por el antiguo cami-
no y debido al ruido que producen los
vehículos, impiden la repetición de
este extraño fenómeno.
LAS PSICOFONIAS
En el verano de 1959, Friedrich
Jürgenson, nacido en Estonia y afi-
cionado a la ornitología, instaló un
equipo de grabación en un bosque
para grabar el canto de algunos pája-
ros. Después en su estudio, al oír las
Sonidos y
visiones
fantasmales de
compañías de
antiguos
guerreros
pasando con
gran estruendo
sobre el plano
de antiguos
caminos, o
escuadras de
buques
navegando el
aire del desierto,
son algunas
muestras de
«reverberaciones»
acústicas o
visuales en el
tiempo. A la
derecha (pág.
sig.), vemos a
S. Jurgenson,
pionero en el
estudio de las
psicofonías.
7. posible registrar las «reverberacio-
nes acústicas» del pasado.
LOS VIAJES EN EL TIEMPO
H. G. Wells, en su célebre novela
La máquina del tiempo, describe el
procedimiento empleado por su pro-
tagonista para construir una maquina
del tiempo.
¿Será posible realizar un «viaje al
pasado» utilizando una máquina del
tiempo?
Los esotéricos más avanzados y
ciertos sabios de Oriente sostienen
que ese viaje o teletransportación al
pasado no es posible, dadas las ca-
racterísticas del complejo entramado
que se refiere al espacio y al tiempo.
Según parece, la realidad objetiva
y física es la resultante de la intersec-
ción de las coordenadas del espacio
tridimensional con las coordenadas
del tiempo. El punto de intersección
entre el espacio y el tiempo daría lu-
gar a esa instantánea existencialidad
que denominamos presente; el único
ámbito y escenario posible donde el
dinamismo de la vida se expresa en el
aquí y en el ahora, dando lugar a la
realidad que todo ser vivo puede ex-
perimentar...
Las otras tres dimensiones o as-
pectos del tiempo, como el pasado y
el futuro, no se intersectan con el es-
pacio. En el pasado y en el futuro no
hay espacio y, por lo tanto, la realidad
de la vida no es posible, dado que los
seres vivos necesitan un ámbito es-
pacial para expresar sus actividades
biológicas.
El pasado es inexistente, incorpó-
reo y aespacial. Unicamente es un re-
gistro acumulativo sucesivo de «tiem-
pos que fueron presentes», que se
han impresionado en el éter o en los
campos electromagnéticos de la Tie-
rra, dando lugar a los registros akás-
hicos y, también, a las «ondas eco» de
los hechos ocurridos y que permane-
cen reverberantes en la atmósfera.
Ahora bien, el pasado puede ser
revivido. Hemos visto varios ejemplos
y casos históricos donde las reverbe-
raciones del pasado, las «ondas eco»
de ciertos sucesos ocurridos con
años y siglos de anterioridad, pueden
ser captadas y vive nciadas por cier-
tos seres humanos y, también, por yo-
g u is de avanzada espiritualidad y
desenvolvimiento mental. También
sabemos que en ciertas ocasiones se
han podido fotografiar y grabar estas
«ondas eco» dando lugar a singula-
res fenómenos de psicoimágenes y
de psicofonías. Pero la gran pregunta
que se nos plantea es: ¿podría haber
algún procedimiento científico o téc-
nico a través del cual se puedan cap-
tar de forma matemática y con preci-
sión las «ondas eco» de un aconteci-
miento histórico determinado, en un
lugar y fecha exacta? ¿Se podrían
luego traducir y decodificar estas on-
das reverberantes a través de unos
sofisticados sistemas informáticos y
convertirlas en imágenes nítidas y so-
nidos audibles por medio de la panta-
lla de un televisor o a través de un ter-
minal de ordenador?
¡Lancemos la hipótesis! Al ocurrir
un acontecimiento determinado se
generan unas «ondas eco» con un
cierto potencial energético, que de-
termina una exacta frecuencia en ci-
clos por segundo. Al transcurrir los
años, el potencial energético iría dis-
minuyendo, con lo cual la frecuencia
disminuiría progresivamente con una
aceleración negativa determinada y
Enuestra atmósfera vagan los «ecos» de todos
los acontecimientos acaecidos sobre la faz de la
Tierra a lo largo de todos los tiempos. Pasado y
presente se mezclan sin interrupción
8. na investigación conjunta
norteamericano-israelí llevó a dos pilotos a un
proceso de «desmaterialización» y a vivencias
mentales de hechos pasados a través de una
hipotética «máquina del tiempo». La experiencia
resultó negativa y, al poco, los pilotos murieron
siguiendo un modelo matemático es-
pecífico. Si se consiguiese calcular el
valor de esa aceleración y la frecuen-
cia en ciclos por segundo de las «on-
das eco» en el momento de producir-
se el hecho, ya través de un sofistica-
do sistema de cálculo por ordenador,
se podría calcular con bastante preci-
sión cuál debería ser la frecuencia
exacta de una «onda eco» que rever-
berase en la actualidad por el am-
biente y que correspondiese a un he-
cho o acontecimiento de una fecha
histórica «X» determinada, esta-
ríamos muy cerca de lograr percibir el
pasado.
Una vez calculada la frecuencia,
sólo hay que captarla a través de un
simple aparato de radio que contase
con unos buenos amplificadores,
pues las «ondas eco» son muy sutiles
y tendrían una decaída energía que,
además, iría disminuyendo con el
transcurso de los años.
Captadas las ondas, sólo hay que
tranducirlas y decodificarlas para dar
lugar a imágenes y sonidos, que se-
rían la «reactualización» o mejor re-
petición tecnológica de unos hechos
ocurridos en el pasado. E, incluso, se
podría construir una especie de «sin-
croenergetizador» que, acoplado al
cerebro de un sujeto, le ayudase a re-
vivir mentalmente esos aconteci-
-nientos del pasado como si él mismo
bese espectador y protagonista de
os hechos. No obstante, estas prácti-
:as o vivencias no permiten, en nin-
lún caso, introducirnos en el pasado,
mucho menos «vivirlo» o alterarlo.
EL CABALLO DE TROYA
¿Es esto una fantasía? No del todo.
Al parecer, el hecho ya se ha probado
científicamente. En ciertos círculos
rarapsicológicos corre el rumor, des-
e hace tiempo, de que a principios
ce la década de los 70 se llevó a tér-
nino en Israel uno de esos experi-
hientos a que hacemos referencia.
bs Oficinas de Investigación Científi-
ca y Espacial de las Fuerzas Aéreas
Norteamericanas, en colaboración
c)n un selecto grupo de científicos is-
nelíes, lograron «desmaterializar»
Lila especie de nave o vehículo-cáp-
sula, el cual iba tripulado por dos pilo-
tcs norteamericanos.
Mediante un sofisticado sistema de
iniucción de ultrasonidos se acelera-
rcn las partículas elementales de los
átomos componentes de las masas,
tanto del vehículo como de sus tripu-
lantes. El objetivo era llevar el vehículo
al «hiperespacio», hacia lo que los
ccultistas denominan el Plano Etéri-
cc. Desde allí es mucho más fácil re-
gistrar y grabar las «ondas eco» de las
reverberaciones del pasado.
Durante el experimento, que duró
varios días, se lograron grabar en cin-
tas magnetofónicas y revivir por los
pilotos de esta «nave del tiempo»
ciertos acontecimientos ocurridos en
un año clave de nuestra Historia. Los
sofisticados ordenadores se habían
programado para captar las longitu-
des de onda remanentes de aquella
época.
Las cintas grabaron voces y soni-
dos que resultaron ininteligibles. Los
pilotos captaron en sus mentes cier-
tos «flashes» aislados y cuadros algo
difusos de algunos de los aconteci-
mientos de los personajes de ese
momento y fecha histórica precisa.
Cuando se dejó de inducir los «ca-
ñones de ultrasonidos», el vehículo y
sus tripulantes volvieron a la dimen-
sión física con los registros magneto-
fónicos y la experiencia vivencial de
haber sintonizado con las «ondas
eco» del pasado...
Esta aceleración vibratoria induci-
da en los pilotos ocasionó posterior-
mente ciertas alteraciones energéti-
cas y etéricas, que produjo en sus or-
ganismos una menor capacidad vital
en las células, lo que ocasionó necro-
sis neuronal y un progresivo y rápido
proceso de envejecimiento, además
de trastornos psicológicos —falta de
memoria, desorientación—, así como
alteraciones circulatorias.
Pocos años después del experi-
mento, murió uno de los pilotos. El su-
perviviente se sintió engañado por
sus superiores y por los científicos, al
no haberle nadie prevenido de las se-
cuelas negativas del experimento. Es
por esa razón que decidió dejar cons-
tancia pública de estos hechos. Al
igual que su compañero, murió en un
estado de extremada degeneración
orgánica y física.
J.J. Benítez, conocido periodista y
escritor, afirma en el primer tomo de su
obra Caballo de Troya que recibió in-
9. formación confidencial de un Mayor de
las Fuerzas Aéreas norteamericanas,
según la cual, junto a un compañero de
aventura, viajó en una máquina del
tiempo a la época de Jesús de Naza-
reth. Por supuesto, como se refleja en la
entrevista que le hizo José Antonio
Campoy en el n.° 9 de Más Allá, esto
no es más que una fórmula novelada
para revestir el mensaje que se trasmi-
tió de la vida de Jesús y que está basa-
da en la revelación del Libro de Urantia.
En todo caso, queda dentro de lo posi-
ble que J.J. Benítez hubiese tenido ac-
ceso al interesante y secreto experi-
mento de captación de «ondas eco»
de hechos pasados, que acabamos de
narrar, y lo utilizase para idear el viaje a
través del tiempo del Mayor.
LAS «ONDAS ECO» NO SON
LOS ARCHIVOS AKHASICOS
Hemos hablado de las «reverbera-
ciones del tiempo» y de ciertos fenó-
menos relativos a la precipitación de
las «ondas eco», que han dado lugar
a extraños casos de visión y audición
de hechos del pasado, tanto por parte
de personas normales como más
cualificadas, y yoguis e, incluso, cap-
tadas por fotografías y magnetófonos.
También hemos comentado el rumor
de un secreto y sensacional experi-
mento científico para captar las on-
das del pasado. Pues bien, las «ondas
eco» y las «reverberaciones del tiem-
po» no tienen nada que ver con losar-
chivos akáshicos. Las «ondas eco»
solamente constituyen un fenómeno
menor que se superpone y confunde
con los genuinos Registros Memoria-
les de la Naturaleza.
Ahora ya sabe el lector lo que no
son los archivos akáshicos. En el pró-
ximo artículo penetraremos aún más
en esas regiones de misterio que son
las dimensiones del tiempo. ¡La in-
cógnita queda aún por despejar!...
La prueba de que se pueda «sentir» el pasado
no quiere decir que sea posible viajar hacia él en
el tiempo y en el espacio, según sostienen
numerosos autores esotéricos y sabios orientales
Arriba aparece J. J.
Benítez, el novelista
para quien (‹un viaje
en el tiempo» podría
haber tenido una
importancia decisiva
en la realización de la
saga <‹Caballo de
Troya». No obstante,
según el autor de
este artículo, el viaje
físico al pasado sería
poco menos que
imposible. En su
opinión, lo único que
del pasado podría ser
percibido sería una
simple visión o
rememoración del
mismo.