Este documento resume el libro "Los siete saberes necesarios para la educación del futuro" de Edgar Morín. Morín propone siete saberes fundamentales que debería enseñar la educación del futuro: 1) las cegueras del conocimiento, 2) principios de un conocimiento pertinente, 3) la condición humana, 4) la identidad terrenal, 5) enfrentar las incertidumbres, 6) la comprensión, y 7) la ética del género humano. El objetivo es que la educación ayude a desarrollar una conciencia
Ensayo los siete saberes para la educación del futuro
1. REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN
UNIVERSITARIA CIENCIA Y TECNOLOGÍA
INSTITUTO UNIVERSITARIO PEDAGÓGICO
“MONSEÑOR RAFAEL ARIAS BLANCO”
MARACAY – EDO. ARAGUA
LOS SIETE SABERES NECESARIOS PARALA EDUCACIÓN DELFUTURO
TUTOR:
MSC. ROBERT SILVA
MAESTRANTE:
PADRÓN SONIA
PUERTO CABELLO, 4 DE JULIO DE 2015
2. Ensayo "Los siete saberes necesarios para la educación del futuro".
Edgar Morín en su libro “Los siete saberes necesarios para la educación del
futuro”, comienza hablando en la transformación de la sociedad si se quiere el mundo
siga satisfaciendo nuestras necesidades y las de los que vendrán después, aunque el
egoísmo que reina en la misma nos hace actuar sin pensar en las consecuencias que
nuestras acciones tendrán en las generaciones venideras. Debemos empezar a cambiar
ya nuestro modo de interactuar con el mundo si queremos que este nos sobreviva y
sobrevivirnos a nosotros mismos, a la sociedad humana. Además busca contribuir en
la labor de los educadores, así como aclarar su pensamiento sobre este tema vital de
la humanidad: la educación del futuro.
En lo que se refiere al primer saber, las cegueras del conocimiento: el error y la
ilusión, Edgar Morín habla sobre los peligros que enfrenta el ser humano en la
búsqueda para la construcción del conocimiento. En referencia a El talón de Aquiles
del conocimiento, Morín hace una advertencia sobre la presente amenaza del error y
la ilusión, otorgando a la educación el deber de avocarse a identificar los orígenes de
errores, ilusiones y cegueras del conocimiento. Los errores mentales, los errores
intelectuales, los errores de la razón y las cegueras paradigmáticas son los primeros
peligros.
En el imprinting y la normalización, señala Morín, “hay un imprinting cultural,
huella matricial que inscribe a fondo el conformismo y hay una normalización que
elimina lo que ha de discutirse.” (Edgar, 1999).
Por tanto, Morín concluye que si la primera tarea es la de enseñar un conocimiento
que forme a la humanidad para criticar el conocimiento; el primer objetivo de la
educación del futuro será apropiar a cada uno de los estudiantes de la capacidad para
detectar y subsanar los errores e ilusiones del mismo, en un escenario social de
reflexibilidad, crítica y, sobre todo, de convivencialidad ideológica.
3. En el segundo saber, los principios de un conocimiento pertinente; es primordial
percibir el conocimiento en el contexto global. Acceder a la información sobre el
mundo, considerarla y organizarla en todas sus dimensiones. Para ello es necesaria
una reforma de la educación, que se encuentra parcelada y especializada, y lograr una
integración de las partes en el todo, para hacerlo evidente, y del todo en las partes.
La educación debe promover una inteligencia general capaz de referirse de manera
multidimensional a lo complejo, al contexto dentro de una concepción global. La
educación del futuro debe saber estimular a la mente para la solución de problemas,
estimular la curiosidad, básica para el descubrimiento. Debe empujar a la mente a
utilizar los conocimientos que posee superando las antinomias, la dispersión y
disgregación de los conocimientos a la que nos hemos visto llevados por la
especialización. Debe seguirse una visión global del mundo, pero sin olvidar las
partes. El no ver lo global lleva a perder el sentimiento de responsabilidad que
tenemos del mundo.
En el tercer enfoque, una educación que enseñe la condición humana: Morín
confirma que conocer el ser humano es situarlo en el universo y, al mismo tiempo,
separarlo de él: la humanidad debe reconocerse en su humanidad común y, al mismo
tiempo, reconocer la diversidad cultural implícita en todo lo humano.
En cuanto al arraigo y desarraigo, es necesario recordar las condiciones del ser
humano: la cósmica, la física, la terrestre y la humana. Parte de la formación del
Cosmos, ubicando ahí la creación de nuestro Sistema Solar y de nuestro Planeta
Tierra como auto-organización relacionada con el sistema planetario y el Universo.
El capítulo termina con la unidad y la diversidad humana. Aquí se encomienda a la
educación del futuro para velar que “la idea de unidad de la especie humana no borre
su diversidad, y que la de su diversidad no borre la de unidad.” (Edgar, 1999).
Los campos a considerar en esta encomienda son lo individual, lo social, la diversidad
4. cultural y plural de los individuos y sus dualidades (racional-delirante, trabajador
lúdico, empírico imaginador, económico dilapilador, y prosaico-poético).
En este capítulo nos damos cuenta de la inevitable visión miope de lo humano,
pues todo aquello que negamos de nosotros mismos o de los demás no nos libera de
ello, lo deseable y lo indeseable van de la mano y, así somos, encontramos una
invitación a reconocer todo lo que implica lo humano, nos guste o no, sea o no
aceptable por el individuo o por el contexto.
En el cuarto saber, una educación que enseñe la identidad terrenal: el horizonte
planetario es fundamental en la educación de hoy y del futuro: el desarrollo de un
auténtico sentimiento de pertenencia a nuestra tierra, es imprescindible para el
desarrollo de la conciencia antropológica, ecológica, cívica y espiritual. Hoy, la
tecnología acerca la diversidad humana y todos aquellos lenguajes secretos a nuestros
oídos ya son más claros y podemos, por fin, comenzar a caminar de la mano hacia un
nuevo destino, que es volver a relacionar las culturas, volver a unir lo disperso.
Para Morín, el “planeta no es un sistema global sino un torbellino en movimiento,
desprovisto de centro organizador” (Edgar, 1999). Aquí habla con una escenificación
de lo que es la mundialización, a partir de dos descripciones tan distantes geográfica
como económicamente. Por un lado un europeo vistiendo, escuchando, deglutiendo y
viendo los más extravagantes bienes producidos en países tercermundistas, y por otro
lado, en los países en donde prevalece la miseria, personas viviendo día a día las
repercusiones de un mundo globalizado, que se ven desde la erosión de sus medios de
producción hasta los estampados de sus playeras con temas de cualquier parte del
mundo.
El cierre de este capítulo se escribe con invitaciones a la humanidad en un solo
sentido: avanzar en la noción Tierra- Patria, pero que conlleva lograr la construcción
de ciertas nociones en los humanos para lograrlo. Para lograr trascender desde ser de
5. una cultura hasta ser habitantes de la Tierra implica inscribir en nosotros lo siguiente:
conciencia antropológica, conciencia ecológica, conciencia cívica–terrenal y
conciencia espiritual.
En lo que se refiere al quinto saber, enfrentar las incertidumbres: El progreso es
posible, pero es incierto. Querer eliminar la incertidumbre es una enfermedad de
nuestra mente. La educación del futuro debe enseñarnos que el futuro es abierto e
impredecible, aunque tomar conciencia de esto, de que la historia no sigue unos
caminos predecibles, conlleva el derrumbamiento del mito del progreso, de la
omnisciencia del hombre.
Es posible el progreso, pero no podemos predecirlo. La historia no avanza en línea
recta, si no mediante desvíos, desvíos que surgen de repente, desvíos que se producen
poco a poco desvíos que surgen de un pequeño grupo, o de un individuo en un
principio, que porta la idea diferente, la idea que, si no es olvidada se irá propagando
hasta llegar a ser una nueva tendencia, la tendencia se convertirá en normalidad, y
aquí se producirá el desvío en el curso de la historia, en el curso de nuestra manera de
vivir y de hacer las cosas.
La educación debe valorar las incertidumbres, ya que un conocimiento totalmente
cierto, tanto de el mundo como de nosotros, es imposible. Las ideas y teorías que
creemos que nos reflejan la realidad no la reflejan, si no que la traducen, y como en
cualquier traducción pueden producirse errores. Siempre hay algo de lo que existe
que es invisible para nosotros en cualquier situación real, que escapa de nuestro
conocimiento. Tomar conciencia del carácter incierto de el hecho de pensar, del acto
cognitivo, es lo que puede llevarnos a acercarnos a un conocimiento pertinente, un
conocimiento que nos exija exámenes, verificaciones, cohesión.
Continuando con el sexto saber, enseñar la comprensión: se señala dos tipos de
comprensión: la intelectual u objetiva por un lado, y la humana e intersubjetiva por el
6. otro. “La comprensión humana sobrepasa la explicación. La explicación es suficiente
para la comprensión intelectual u objetiva de las cosas anónimas o materiales. Es
insuficiente para la comprensión humana” (Edgar, 1999).
Comprender, en lo humano, “incluye necesariamente un proceso de empatía, de
identificación y de proyección. Siempre intersubjetiva, la comprensión necesita
apertura, simpatía, generosidad.” (Edgar, 1999). La propuesta por una Educación para
los obstáculos de la comprensión implica reconocer las amenazas que vienen de lo
externo, de las ideas y palabras de los otros. Los obstáculos que se mencionan son el
ruido, la polisemia, la ignorancia de los ritos y costumbres del otro, los valores de las
otras culturas, los imperativos propios de cada cultura, la imposibilidad de
incomprensión desde una estructura mental hacia otra.
Pero Morín también presenta en este capítulo la posibilidad de trascender, no de
negar, los obstáculos ya mencionados, para lo cual desarrolla La ética de la
comprensión. La describe como “...un arte de vivir que nos pide, en primer lugar,
comprender de manera desinteresada. Pide un gran esfuerzo ya que no puede esperar
ninguna reciprocidad. “La Ética de la comprensión nos pide comprender la
incomprensión” (Edgar, 1999). Pues bien, además el autor describe dos prácticas que
favorecen la comprensión: el bien pensar y la introspección.
Al final del capítulo, el apartado comprensión, ética y cultura planetarias nos lleva
a los deberes del humano y de las culturas. Según esto, debemos “ligar la ética de la
comprensión entre las personas con la ética de la era planetaria que no cesa de
mundializar la comprensión. La única y verdadera mundialización que estaría al
servicio del género humano es la comprensión, la solidaridad intelectual y moral de la
humanidad” (Edgar, 1999).
El último saber, la ética del género humano: el género humano, en su concepción
compleja, comprende la triada individuo−sociedad−especie, inseparables y
7. coproductores unos de otros. También lleva a la aceptación consciente de nuestro
deber de asumir la complejidad del género humano en la complejidad de nuestra era,
de realizar la humanidad y de asumir nuestro destino común como humanos.
Conlleva una misión antropológica que nos pide que sumamos, que consiste en
trabajar para la humanización de la humanidad, obedecer la vida a la vez que guiarla,
respetar a los demás tanto en sus semejanzas con nosotros como en sus diferencias,
desarrollar la solidaridad, la comprensión, y enseñar la propia ética del género
humano.
La responsabilidad que asumen los docentes en la actualidad se encuentra
plasmada de manera clara y precisa en el contenido del libro de Edgar Morin, el cual
fue realizado a modo de contribución hacia la preocupación de la UNESCO por el
tema de la educación y se hace evidente que todavía nos falta un gran camino por
recorrer, puesto que nos encontramos en una sociedad globalizada que a su vez
ocasiona un mayor atraso a los países que se encuentran en vía de desarrollo, tal es el
caso de Venezuela y si no es efecto directo de ello, si se presenta de manera más
evidente el nivel de atraso en el que se encuentra nuestro país en comparación a otros
países que poseen un mayor desarrollo.
Los siete saberes plasmados en el texto son algunas de las herramientas de las
cuales podemos y tenemos la obligación de hacer uso los docentes ya que asumimos
el gran compromiso de llevar a cabo la labor de ser facilitadores del proceso de
aprendizaje y resulta inadecuado que en pleno siglo XXI, el sistema educativo
continúe siendo tradicional con técnicas que no son congruentes con la realidad que
se vive hoy día.
Para concluir los siete saberes se consideran indispensables a la hora de educar en
el futuro, para cambiar el mundo en la medida de lo posible, afrontar los problemas
que nos invaden y que en su gran mayoría podemos solucionar si logramos un cambio
de mentalidad, una reforma en nuestros pensamientos en la que la educación tiene
8. mucho que decir. La educación del futuro debe enseñarnos saberes fundamentales
que lleven a tomar conciencia de nuestra identidad común, respetando las diferencias,
y nos guíe para solucionar los problemas de los que somos víctimas y causa, y
convertir la aventura de la vida en eso, en una vida, vida para todos y en todo, vida en
la unidad, en el bienestar, en el respeto, en la existencia una existencia plenamente
vivida, de todos y para todos, no de unos por medio de los otros.