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SÍNTESIS 
Habitar 
Humano 
En seis ensayos de 
Biología-Cultural 
de Humberto Maturana 
y Ximena Dávila 
por David Alcántara
Datos sobre la versión del libro de síntesis 
Editorial: J. C. Sáez editor, 
Santiago 
Traducción: Sin traducción 
Edición: Primera, 2008 
Páginas: 394 
ISBN: 978-956-306-041-6 
Datos sobre detalles de la redacción 
 Las páginas citadas, todas, están indicadas con la abreviación “p.” y entre paré-ntesis. 
 En aquellos casos que se usa doble “pp.” se hace referencia a todas aquellas 
páginas que se comprenden entre ambos números de página inmediatamente 
señalados, con ellos incluidos. 
 Las frases que se encuentren entre los símbolos “” se refieren a una interpre-tación, 
no literal, sobre ciertas ideas que se encuentran en su página correspon-diente. 
 Las frases que se encuentren escritas en cursiva pueden referirse a dos cosas: si 
se trata una o dos palabras entonces son consideradas importantes y por ello 
son des-tacadas, pero si es una frase o un párrafo, o más párrafos, entonces es 
una reescritura literal de aquello que se encuentra en la página correspondiente, 
con excepción de los paréntesis que no se encuentran en cursiva. 
 Aquellas frases continuadas por tres puntos (…) expresan una conexión 
indirecta entre las ideas que se proponen, esto es, una forma de expresar que 
ambas escrituras forman parte de la cita que les acompaña pero que, a su vez, 
poseen contenido intermedio en el libro original que no se consideró necesario 
citar. 
 El número de las figuras no respeta el orden original del libro, son una adapta-ción 
propia de éste documento. 
 Las páginas citadas debajo de los títulos corresponden a la extensión del 
capítulo en el libro original. 
 Según regla APA de citación, la abreviación Ibíd. (Íbidem) hace referencia a la 
última cita utilizada. 
 Si bien el documento es un diálogo entre co-autores, ésta síntesis está escrita en 
tercera persona, con excepción de aquellas citas literales del texto que se 
ofrecerán en cursiva. Los paréntesis sin cursiva, entremedio de las citas lite-rales, 
también son de mi autoría.
HABITAR HUMANO 
en seis ensayos de Biología-Cultural
INTRODUCCIÓN 
(pp. 23-29) 
Todo lo que hacemos, todos los mundos que vivimos y todas las interacciones en la que nos envol-vemos 
forman y son parte de una antropósfera como modo humano de habitar en la biósfera, dentro 
de un ámbito de coherencias ecológicas en donde surge, se realiza y conserva lo humano en el deve-nir 
evolutivo. Toda transformación estructural de la biósfera afecta la antropósfera, y todo cambio 
arquitectónico de la antropósfera afecta a la biósfera. Pasemos a señalar un par de características 
del vivir humano como modo de habitar la biósfera: 
i. los seres humanos somos seres en continua transformación recursiva, por ende somos 
entes históricos; 
ii. existimos en un presente a cada instante, y es allí donde implicamos las tramas históri-cas 
como ámbito explicativos que dan cuenta de cómo se originó ese presente; 
iii. todo ser vivo, todo ser vivo humano y todo el cosmos existen como un presente de cam-bios 
estructurales entrelazados y continuos; 
iv. por todo lo anterior, el pasado y el futuro son sólo dos modos de vivir el presente cam-biante 
continuo que se vive: pasado como un ámbito explicativo de sus coherencias 
(desde sus coherencias) y el futuro como extrapolación un ámbito generativo de posi-bilidades 
de transformación de sus coherencias (también desde sus coherencias). 
El devenir evolutivo sigue un curso definido, generación tras generación, en la conservación de dos 
modos: uno es el vivir, ya que en la conservación del vivir está la posibilidad del vivir en todo ser 
vivo, y el otro es un habitar específico como modo particular de vivir su vivir, según la conserva-ción 
de cierta identidad de clase u organización. Y éste último, la conservación de un vivir particu-lar 
como modo de habitar, es guiado momento a momento desde una configuración de sentires rela-cionales 
íntimos hacia la coordinación de haceres y sentires que llevan al ser vivo a un continuo 
desplazarse en la búsqueda de un medio que le permita su vivir (‘buena tierra’; nicho); de no con-cretarse 
éste encuentro el ser vivo muere. 
A vista de un observador el ser vivo siempre aparece en el fluir de su plano relacional asociado a 
conductas y elecciones que lo definen, siempre que el observador opere en el mismo dominio, y por 
ello es que siempre que se distingue en un dominio relacional a un ser vivo necesariamente se dis-tingue 
conjunto con él la trama operacional-relacional que involucra el habitar psíquico en el cual 
éste se desenvuelve en su nicho. Y si bien no se puede describir el habitar psíquico de las familias 
ancestrales, ya que no poseemos lo procesos generativos necesarios para su explicación, sí podemos 
evocarlos señalando cómo podrían haberse comportado hasta llegar a conformarse como aquello 
con lo cual nos topamos ahora, procesos que sí podemos describir con más detalle. 
Lo primero que podemos señalar es que no es el vivir en coordinaciones consensuales recursivas de 
haceres (lenguajear) lo que necesariamente implica dominar, controlar o destruir aquello que se 
busca explicar, describir o conocer. Los que nos guían hacia la separación del mundo que traemos a 
la mano son nuestros sentires. Los que disciernen entre la estética y el placer del convivir con res-pecto 
a placer de la dominación y el mal-estar no es el lenguajear sino nuestra configuración parti-cular 
de sentires íntimos que priman en el dominio relacional de nuestro convivir. 
¿Qué es lo que ocurrió exactamente en el fluir de nuestros sentires en la historia tal que vivimos 
nuestros diferentes vivires tal y como nos suceden? Humberto Maturana dice que no podremos sa-berlo 
con exactitud pero que sí podemos mirar nuestro habitares actuales, que seguramente provie-nen 
de la conservación de sentires ancestrales, y reflexionar sobre sus fundamentos biológico-cul-turales 
a modo de decidir cuál es el curso que deseamos tomar ahora.
Siempre fuimos parte de la naturaleza, hasta que la fragmentamos en un análisis destructivo de su 
carácter sistémico-sistémico y reducimos nuestro habitar a parámetros lógicos que nos dejan ciegos 
ante la comprensión recursiva del cosmos. Y es por esto que el podemos afirmar que el principal 
propósito de éste libro no es presentar sucederes des-compuestos e independientes, sino evocar 
imaginativamente en la reflexión habitares que en su ocurrir están entrelazados los unos a los otros 
dentro de una dimensión sistémico recursiva que abarca todo el cosmos que nace con nuestro hacer. 
“Los seres vivos, y los procesos que los realizan como organismos en su operar e interactuar como 
totalidades generando procesos recursivos que dan origen a dominios operacionales-relacionales 
disjuntos intrínsecamente nuevos, ocurren todos como dinámicas evanescentes que surgen en un 
continuo fluir sistémico recursivo de sucederes entrelazados que no constituyen un mosaico de 
entes, ni procesos o conceptos que se relacionan en su operar como entidades discretas 
independientes. (p.28)” 
El observador entonces no distingue procesos aislados ni entes independientes, sino s iempre diná-micas 
operacionales y/o relacionales que forman parte de una matriz recursiva de sucederes evanes-centes 
espontáneos que surgen entrelazados a cada momento por procesos diferentes y disjuntos que 
a su vez forman parte en su operar de nuevos procesos que se entrelazarán con nuevos dominios 
disjuntos y diferentes, en el fluir de una dinámica de transformaciones continuas sin fin. Y el obser-vador 
comprende esto en una dinámica reflexiva en el lenguajear que también ocurre como un su-ceder 
evanescente orientado en un fluir sistémico-sistémico en un dejar de ser inconsciente, donde 
forma parte de algún habitar psíquico que nace a cada momento de la memoria histórica que se con-serva 
continuamente en su vivir y convivir. 
“Si al mirar un remolino que surge en el fluir de un río, intentamos ver sus bordes mientras se 
mueve como una unidad arrastrado por la corriente, veremos que no lo vemos, y que en sentido 
estricto no los tiene, pues el remolino tiene presencia sólo en la dinámica que lo constituye en su 
ocurrir como un aspecto del río, siendo el río sin ser él. Así es el suceder de nuestro vivir. (p.29)” 
ENLACE I 
(pp. 30-31) 
El ensayo que se presenta a continuación abordará un evocación sobre el devenir del vivir humano 
desde tiempos ancestrales hasta el presente, bajo el entendimiento de que si bien las eras psíquicas 
que se expresan como reflejo de las matrices relacionales que configuran nuestros sentires íntimos 
cambian a lo largo del tiempo, permanece siempre intacta la conservación del vivir mismo en tanto 
que siempre abre espacio para que todo cambie en torno a él. O lo que es lo mismo, desde tiempos 
ancestrales todo ha cambiado en el vivir humano, como fruto del fluir del emocionear entrelazado 
con lo que se piensa y hace, en tanto cada unos de esos cambios permite a su vez que se conserven 
las regularidades del vivir (autopoiesis). 
En sus inicios el habitar humano era en la espontaneidad del placer en la compañía del otro, lejos de 
justificaciones de por qué sí o por qué no actuar de ese modo, y ya pasados los siglos vemos como 
inclusive se crean ámbitos del lenguajear que operan sobre la proposición de preguntas incontesta-bles 
que sólo pueden ser contestadas a través de la invención de supuestos aprióricos trascendenta-les- 
independientes que suelen negar y generar ceguera sobre los fundamentos sistémicos recursivos 
de la antropósfera; tendiendo en cuenta que una pregunta es incontestable cuando ‘no es posible 
contestarla operando desde las coherencias experienciales del dominio del vivir del observador en 
que fue formulada’. Éste ensayo es una invitación a un vivir ético en el mutuo respeto fundado en 
nuestra biología (del Amar y del Conocer).
HABITAR HUMANO 
en seis ensayos de Biología-Cultural 
I 
ERAS PSÍQUICAS DE LA HUMANIDAD 
Ximena Dávila Yáñez y Humberto Maturana Romesín
INTRODUCCIÓN 
(pp. 35-38) 
El devenir evolutivo que dio origen los seres vivos, y en el que se realizan y conservan hasta el día 
de hoy, se orienta a cada instante por lo que un observador ve como una configuración de sentires 
relacionales íntimos (emociones), tales como los deseos, las preferencias o los gustos, que guían el 
fluir relacional-operacional en coherencias estructurales internas y externas que se orientan al bien-estar 
psíquico-corporal del mismo, pese a que ocasionalmente se generen espacios de mal-estar. 
Desde las preguntas reflexivas Humberto y Ximena piensan que se abre la mirada y expande la 
conciencia de las coherencias organismo-nicho, en forma de nicho-psíquico-relacional, y desde allí 
dilucidamos que lo fundamental en el convivir evolutivo del ser humano, en tanto ente biológico-cultural, 
son las configuraciones de emociones, ya que ellas son las que dieron origen a los diversos 
espacios psíquicos en los que hemos habitado. De este modo reconocemos que cada era psíquica 
está determinada momento a momento por el propio habitar en el cual se vive, y éste a su vez por 
un trasfondo de histórico. 
Las eras psíquicas son entonces una “dinámica histórica de transformación integral de la psiquis 
humana” (p.37). Están fundadas en lo mítico y esto en una dinámica recursiva que permite que la 
sabiduría no sólo se transmita cíclicamente sino además como forma de ampliación de conciencia 
respecto de la evocación a las coherencias sistémicas-sistémicas con respecto al mundo natural y 
con respecto a la propia historia humana. De este modo comprenderemos, que si bien hablamos en 
distintas instancias de diferentes momentos psíquicos de la humanidad, cada vez que exista un cam-bio 
(transformación) fundamental de conciencia entonces se vislumbrará en cada uno de ellos un 
carácter común que corresponde a la dinámica cíclica de origen, cambio y vuelta al origen, de modo 
que un nuevo ciclo sólo puede comenzar en el estado de conciencia que caracterizó a su ciclo an-terior 
en su propio origen, el cual corresponde al estado de sentirse como parte del todo; como pert-eneciente 
a las coherencias sistémicas totales. Los autores llaman a esto la dinámica mítica-cíclica 
de la existencia humana. 
ERA PSÍQUICA ARCAICA 
(pp. 39-41) 
Dinámica emocional fundamental: El amar como suceder espontaneo 
Surgimiento: El surgimiento de esta era es el surgimiento de lo humano, y esto ocurre en la espon-taneidad 
íntima de la convivencia familiar como un modo de alcanzar el bien-estar psíquico-corpo-ral 
mediante el compartir caricias en el placer de la compañía, hace no menos de tres millones de 
años atrás. Surge el lenguajear como un modo de hacer cosas juntos en forma de coordinación re-cursiva 
consensual de conductas sobre la base de una emoción básica fundamental que es el amar. 
Más tarde el lenguajear se entrelaza al fluir del emocionar como una forma de conversar que ca-racterizará 
el convivir humano en su transmisión transgeneracional como un linaje común. 
Características: La era arcaica aparece cuando surgen de modo espontáneo habitares psíquicos que 
se caracterizan como redes de conversaciones cerradas que se fundan en el fluir del emocionar del 
amar y que no traen consigo, ni consiente ni inconscientemente, la psiquis del mal-estar en el de-samar. 
Se distingue una constante expansión recursiva-espontanea del convivir generador de mun-dos 
como una forma no pensada de vivir y convivir en la unidad operacional organismo-nicho en la
co-laboración y la co-inspiración. Las regularidades del ocurrir de sus vidas les hace pensarlo todo 
como algo dado de hecho. Su linaje se constituye como el de los Homo sapiens-amans amans. 
Decaimiento y transición: Se vive en las coherencias del reino de Dios hasta que aparecen incohe-rencias 
al generarse las nociones explicativas que buscan concordancia en la unidad saber-hacer del 
vivir cotidiano. Desde allí se da un cambio desde la espontaneidad del suceder al intento de explicar 
los sucesos del ocurrir, el amar se expande como dimensión relacional intangible que funda el vivir 
y convivir desde el explicar. De un momento a otro, ya no todos son iguales. 
ERA PSÍQUICA MATRÍSTICA 
(pp. 42-45) 
Dinámica emocional fundamental: El amar como un convivir deseado. 
Surgimiento: Con la creación del cosmos como constructo explicativo del mundo que se habita 
surge la visión de una madre, desde el cuestionamiento sobre las coherencias de los sucederes del 
vivir, como aquella encargada de la re-novación de la unidad cíclica del existir. Surgen cuestiona-mientos 
urgentes e incontestables desde el operar humano fáctico pero que aún así son respondidas 
desde dimensiones intangibles y enajenantes soñadas desde las configuraciones de sentires relacio-nales 
íntimos que brotan del convivir cotidiano. 
Características: El amar no sólo es suceder espontaneo sino además un convivir deseable. De este 
modo, la era matríztica se caracteriza no sólo por la espontaneidad sino además por un pensar co-mún 
que generan, mediante redes cerradas de conversaciones, nociones explicativas que fundan el 
amar como camino para el bien-estar relacional. La reflexión se orienta a conservar la generación 
de una cultura que es sustentada desde un orden divino inmanente, que si es perturbado ya no re-sulta 
acogedor. Se vive en confianza en la conciencia de las coherencias del vivir en el mundo 
divino-natural. 
Decaimiento y transición: Se desvanece la configuración de sentires relacionales que entregaban 
confianza en las coherencias del suceder espontaneo y reflexionado sobe el mundo, y en su lugar 
surge una psiquis de desconfianza sobe el orden del mundo divino-natural que los lleva a la pérdida 
del bien-estar acogedor del cual se era parte, suplantándose por los sentires de control y jerarquía. 
ERA PSÍQUICA DEL APODERAMIENTO 
(pp. 46-48) 
Dinámica emocional fundamental: Apropiación de la verdad y veneración de la autoridad. 
Surgimiento: Comienza cuando se genera ‘adicción’ al poseerlo todo sin importar lo demás y los 
demás. Nace en el vivir cotidiano como una manera de vivir lo cotidiano, y aparece junto con el 
despertar de la consciencia de las capacidades manipulativas (corporales o psíquicas) y al adictivo 
deseo de ser servido y servir: ser servido para poseer poder y servir para renunciar a la responsa-bilidad. 
Su origen está en la pérdida de la confianza en las coherencias del orden del mundo divino-natural 
y natural en que se vive y convive. 
Características: Su esencia es la generación de una jerarquía estricta que se rige por el control, 
servilismo y poder de autoridad. Anula la confianza, la espontaneidad, la co-inspiración y la co-
laboración. Elimina la aceptación recursiva y la cambia por la negación recursiva. Abre paso a la 
inseguridad y la discriminación sustentadas por el ‘adictivo’ deseo de poder. Y luego de generar 
todo esto se ofrece la confianza recién perdida mediante un acto de control del propio medio natural 
que les rodea. Hay dos formas particulares de vivencia de ésta era: Homo sapiens-amans agressans 
(fundada en la emoción de la agresión; deseo de violencia) y Homo sapiens-amans arrogans 
fundada en la emoción de la arrogancia; deseo de omnipotencia). 
Decaimiento y transición: Ambos linajes están destinados a extinguirse en el tiempo, ya que el 
único que se funda en la emoción del amar como modo de alcanzar el bien-estar psíquico-corporal 
es el Homo sapiens-amans amans. Pese a esto, ésta era no decae y se fortalece en el uso de la razón 
para dar paso a la era moderna. 
ERA PSÍQUICA MODERNA 
(pp. 49-50) 
Dinámica emocional fundamental: Dominio de la autoridad y la enajenación en el poder. 
Surgimiento: La configuración de sentires relacionales se orienta en la seguridad de sentir que se 
conoce la verdad y la realidad mediante la ciencia y la tecnología. Se siente que se puede dominar el 
devenir natural real y que de hecho se le domina. Comienza a divinizarse la razón y a desplazarse la 
comprensión. Se crean los en sí como entidades objetivas invariables. 
Características: Confianza ya no en la armonía con un mundo natural sino en la posibilidad de 
controlar el medio en el que se vive mediante el uso de la razón universal y la verdad. Se confía en 
que el conocer la realidad permitirá generar bien-estar mediante la razón, y desde allí se crean 
justificaciones políticas-filosóficas que justifican la conservación de los linajes Homo Sapiens-amans 
agressans y arrogans. Se cree saber lo que es bueno para otro sólo mediante la razón, de 
modo que se justifica la dominación como forma de piedad ante la “ignorancia” del otro. 
Decaimiento y transición: Ésta era se fortalece en el dominio explicativo-imaginario de la razón 
sobre el control del mundo natural para dar paso a la era post-moderna. 
ERA PSÍQUICA POSTMODERNA 
(pp. 51-53) 
Dinámica emocional fundamental: Dominio de la confianza en el saber que se sabe lo que se cree 
que se sabe. Tentación de la omnipotencia, cegueras en el saber que se sabe lo que se dice que se 
sabe. 
El saber no es comprensión, sino un sentir que se siente cuando no se duda sobre lo que se dice sa-ber 
que se sabe. El conocer no es sobre las coherencias fácticas del vivir, sino sobre lo que otros 
dicen que es adecuado saber según su pensar. El entender no es un abstraer coherencias experiencia-les 
sobre lo cual el saber hace sentido como lo que se sabe, sino un saber y conocer el entorno en el 
cual los otros dicen que algo es válido como tal. 
Surgimiento: La cultura es dominada en su totalidad por la ciencia y la tecnología. Surge la emo-ción 
de creer poder hacer todo desde el dominio fundado de lo que imaginamos creer saber, en 
donde todo sólo es (en sí). Surge la hegemonía del liderazgo como forma de obligar a los otros a
cumplir la adicción de algunos de hacer todo lo posible que se cree que se puede hacer y de su-plantar 
la co-inspiración como modo inspirador de convivencia y se reemplaza el respeto por sí 
mismo y por otros por un contrato. La tentación de la omnipotencia se ciega ante la legitimidad 
humana. 
Características: Justificación racional del progreso y la innovación como único ámbito posible de 
habitar en bien-estar, aunque para alcanzarlo se haga desde el sentir de la irresponsabilidad, la des-honestidad 
y la manipulación. Ceguera intencional ante la generación de dolor y sufrimiento ajeno 
en la antropósfera producto de un “no querer ver” la responsabilidad ética. 
Decaimiento y transición: El fanatismo moralista en el desamar de los líderes que guían la máqui-na 
del progreso no logran acabar con la intimidad amorosa que se genera en la relación materno-infantil 
de las familias, de modo que el amar aún existe como ámbito deseado para el convivir hu-mano. 
Se reflexiona sobre el propio vivir y se genera conciencia de la antropósfera, y la biósfera, 
como ámbito de coherencias ecológicas que ha sido descuidado, y de la objetividad como excusa 
fundante de la irresponsabilidad en el convivir humano. 
ERA PSÍQUICA POST-POSTMODERNA 
(pp. 54-61) 
Dinámica emocional fundamental: Surgimiento de la reflexión y acción ética consciente. 
El fin del liderazgo abre el camino al resurgir del bien-estar psíquico-corporal operacional-rela-cional 
de la confianza en la honestidad como fundamento ético del convivir en la psiquis de la post-postmodernidad, 
abriéndose el espacio para la responsabilidad deseable y deseada en el respeto por 
sí mismo y por lo otros en la generación de una ‘buena tierra’. 
Surgimiento: Comienza el desapego a las certidumbres y la orientación de la acción hacia la cons-trucción 
de un convivir armónico con la antropósfera (por lo tanto además con la biósfera que lo 
contiene y hace posible) producto del dolor que se ve en ella y que fue generado por la omnipoten-cia 
de las eras pasadas. Se desprenden las enajenaciones cognitivas de todo tipo y se da paso a una 
ampliación de la consciencia mediante reflexión responsable que nos permite darnos cuenta que 
todo el mal-estar que existe en la antropósfera, que es creada con nuestro propio hacer, fue gene-rado 
por nosotros mismos en nuestro hacer destructivo. 
Características: Audacia en la generación de responsabilidad ética (y social) consciente sobre las 
coherencias ecológicas de la antropósfera y la biósfera como medio que nos contiene y que nos 
hace posibles en nuestro vivir y convivir humano. Decisión de erradicar el mal-estar en el convivir 
que nosotros mismos hemos generado con nuestra propia configuración de sentires relacionales 
íntimos en la desconfianza de la armonía con el medio natural que dio origen a la confianza irre - 
flexiva sobre la omnipotencia del liderazgo. Búsqueda-rescate de la autonomía y libertad reflexiva 
que permite una red cerrada de conversaciones fundada sobre el flujo emocional del amar en el 
linaje Homo sapiens-amans amans como cúlmine de la “dinámica mítica cíclica” al crear el lina je 
consciente del amar, y de la renuncia del éxito y la utilidad, llamado el Homo sapiens-amans 
ethicus. 
Decaimiento y transición: Ésta era sólo se extinguirá si no existe la audacia suficiente para generar 
consciencia sobre el hacer propio y su generación de mundos de convivencia en el mal-estar o bien-estar, 
a modo de transformar la convivencia en pos de un vivir ético y responsable. Sólo se perdería 
la consciencia de la matriz biológico-cultural que se comprende en el vivir ético y responsable de la
era post-postmoderna, que es el fundamento de todo en cuanto surge, se realiza y conserva el vivir 
humano, si se reconoce irreflexivamente la supuesta naturaleza trascendente de los valores en sí que 
arrastran consigo la utilidad y el éxito como objetivos del liderazgo propios de la era postmoderna. 
Reflexiones finales 
En la psiquis de la era post-posmoderna se comprende que se es biológicamente primero un ser a-moroso, 
y desde allí se vive en el desapego de la necesidad de la certidumbre sobre alguna verdad 
absoluta que niegue la posibilidad de la reflexión. Sólo en dicha era se presentan sentires íntimos 
tales como: 
- La consciencia de que lo que llamamos consciencia no es un en sí sino un fruto de la distin-ción 
reflexiva que brota desde la abstracción de las coherencias sistémicas-sistémicas ope-racionales- 
relacionales del vivir cotidiano del propio observador. 
- La consciencia de que sólo la libertad reflexiva y de acción libera el potencial creativo que 
se funda en nuestro ser biológico amoroso. 
- La consciencia de ser partes de una antropósfera, y por ende de una biósfera, que nos con-tiene 
y nos hace posibles como a la vez es creada por nuestro propio hacer humano, nos 
permite generar responsabilidad ética ecológica-espiritual. 
- La consciencia de que somos responsables del cosmos que traemos a la mano con nuestro 
vivir y convivir humano. 
Si bien no podemos saber exactamente cuál será el curso del devenir que seguirá el vivir humano 
una cosa sí es segura, y corresponde el punto en común de los sentires señalados recientemente: ‘el 
devenir humano, sea cual sea, surgirá en cada momento desde las dimensiones psíquicas que brota-rán 
de la configuración relacional de sentires íntimos que se han conservado en el devenir del pre - 
sente cambiante continuo hasta ese momento’. O lo que es lo mismo, nuestra existencia como entes 
biológico-culturales es el fundamento de todo nuestro sentir, pensar y hacer. La era post-postmo-derna 
es una oportunidad para no volver a negar la autonomía reflexiva, y de rescatar nuestra natu-raleza 
como seres amorosos 
En fin, todo devenir evolutivo y transformaciones de un ser vivo son guiadas por sus sentires ínt-imos 
y por la creación de sus dominios psíquicos que el observador ve como emociones en el es - 
pacio relacional. Todo convivir humano es riqueza recursiva que permite el operar del lenguajear 
entrelazado al emocionar como forma de conversaciones que definen una cultura particular, y que 
especifican a cada instante los sentires y haceres, y configuraciones de sentires y haceres, que fun-dan 
la psiquis biológico-cultural del propio convivir. 
“El futuro de la humanidad no son los niños, niñas u jóvenes, sino que somos nosotros los adultos 
con quienes ellos conviven, pues ellos a su vez serán como adultos, pareciéndose o diferenciándose 
de nosotros, según seamos nosotros como adultos en nuestro convivir con ellos” (p.61). 
APÉNDICE I 
(p.62) 
Las leyes sistémicas que permiten la ampliación de la conciencia biológico-cultural de la existencia 
humana en tanto seres vivos que generan sus propios mundos que habitan son las siguientes: 
1. Todo lo dicho es dicho por un observador a otro observador que puede ser él o ella misma.
2. Todo lo hecho es hecho por un ser humano en el ámbito de la antropósfera que surge con 
él. 
3. Cada vez que un conjunto de elementos comienza a conservar ciertas relaciones, se abre es-pacio 
para que todo cambie en torno a las relaciones que se conservan. 
4. La historia de los seres vivos en general, y de los humanos en particular, ha seguido y sigue 
un curso definido a cada instante por los deseos, preferencias, ganas, emociones en general. 
5. Todo sistema humano y no humano opera perfecto cuando opera, no existe la disfuncionali-dad 
en el operar de un sistema. 
APÉNDICE II 
(pp. 63-64) 
Los linajes biológico-culturales de Homo sapiens-amans tanto agressans (ceguera mediante la 
agresión) como arrogans (ceguera mediante la arrogancia) son transitorios debido a que cursan un 
recorrido que destruye su propio ser biológico y el entorno que los contiene y les hace posible su 
vivir, producto de una restricción de la conciencia de la unidad del existir que los lleva a generar 
una ceguera relacional con respecto a las coherencias estructurales del acoplamiento organismo-nicho 
sobre el cual el vivir se hace posible. 
ENLACE II 
(pp. 65-66) 
“La noción del tao implica una invitación a vivir la que se vive en un presente sin apegos, 
y surge como una respuesta activa desde la acción de la no-acción, 
que en nuestro sentir pertenece al vivir en la Biología del Amar (p.65).” 
El amor sólo se oscurece desde su visión patriarcal-matriarcal mediante las extensiones de caridad, 
compasión o pena, ya que en ninguna de ellas el suceder espontaneo reconoce la legitimidad del 
otro en convivencia. Sólo la Biología del Amar encuentra una salida en liberación a los dolores 
producidos por la cultura en la que estamos inmersos.
HABITAR HUMANO 
en seis ensayos de Biología-Cultural 
II 
BIOLOGÍA DEL TAO 
O 
EL CAMINO DEL AMAR 
Humberto Maturana Romesín y Ximena Dávila Yáñez
INTRODUCCIÓN 
(pp. 71-72) 
A través la distinción reflexiva que busca llegar a los fundamentos del vivir humano uno puede lle-gar 
a hacerse dos preguntas fundamentales: una por el ‘ser’ y otra por el mismo ‘hacer’. En Occi-dente, 
y parte del Oriente, se han preguntado siempre por el ser, esto es, por los en sí universales, 
trascendentales e independientes de la existencia. La pregunta que Humberto y Ximena se hacen 
ahora es sobre el hacer: ¿cómo podemos hacer lo que hacemos cuando hacemos lo que hacemos? 
Pero estamos en una época en la que la ciencia nos brinda la posibilidad de la libertad reflexiva, 
permitiéndonos dejar de lado los fundamentos ontológicos trascendentales de las explicaciones y 
apegándonos más a lo constitutivo mediante la Matriz Biológico-Cultural de la Existencia Humana. 
Desde allí vivimos en la denominada ‘filosofía espontanea’ en busca del fundamento de todo, en 
éste caso particular de la experiencia del Tao, en el mismo hacer: ¿qué hacemos en nuestro vivir 
cuando decimos que experimentamos la noción del Tao? 
CAMINO DEL TAO 
(pp. 73-78) 
“El camino del vivir que la noción del Tao evoca, constituye una invitación a un vivir en el bien-estar 
psíquico-corporal de un vivir sin esfuerzo en la unidad de toda la existencia (p.73).” 
Lo que Humberto y Ximena se propondrán en el ensayo es hacer coincidir el resultado de los funda-mentos 
biológico-culturales del vivir humano con la noción Oriental del Tao, es decir, reconocer 
que toda experiencia humana es primeramente biológica y luego, mediante expansión, cultural. La 
noción del Tao se constituye como un tipo de expansión particular del ser biológico en donde se 
generan sentires de bien-estar en la armonía psíquica y corporal de y con todas las dimensiones 
relacionales, cualquiera sea la circunstancia del vivir que se viva. Por lo tanto el Tao no evoca “lo 
que se vive” sino “cómo se vive lo que se vive”. 
Debido a que la descripción no reemplaza lo descrito es que a continuación se presentan títulos que 
buscan describir las características de la experiencia del Tao como bien-estar relacional que nace 
desde fundamentos biológicos. 
El presente 
El presente es el suceder del vivir mismo. 
El presente es el ocurrir en el ocurrir, 
lo que sucede en el fluir del suceder (p.74). 
Los seres humanos como seres vivos que viven en el lenguajear crean un ámbito generativo del 
presente continuo cambiante que denominamos pasado y un ámbito de posibilidades de transfor-mación 
del presente que denominamos futuro, pero ambos desde las coherencias del presente: de 
modo que pasado y futuro son sólo modos de vivir el presente. 
Lo que la noción del Tao evoca es un desapego de las expectativas y prejuicios que el vivir el pre - 
sente en una sensorialidad de pasado o futuro generan, ya que causan mal-estar relacional fundado 
en el apego. Se ha de vivir en el lenguajear pero a la vez hemos de fluir espontáneamente en el 
continuo cambio de un presente que no se amarra a nada, ni a algo que se desea ni que se perdió.
La experiencia 
La experiencia es lo que decimos que nos pasa cuando somos conscientes de que lo que nos pasa 
nos pasa como un suceder de nuestro vivir que distinguimos en el vivir en el lenguajear (p.75)” 
Lo primero entonces es señalar que la descripción de la experiencia no cambia lo vivido, sólo la 
constituye en un ámbito de distinción que nos permite reflexionar sobre lo que la genera en el len-guajear. 
Por lo tanto, en el dominio de la coordinación recursiva consensual de haceres, la expe-riencia 
humana se puede vivir tanto de modo similar al animal, esto es, en una presente cambiante 
continuo que posee apego, como reflexivo, y desde aquí existen dos formas de vivir en conscien-cia: 
únicamente desde lo que se vive en el suceder mismo o apegado a la idea de algo que no es 
propio del ocurrir pero que deseamos que ocurriera o que no haya ocurrido. 
Toda reflexión transforma nuestro vivir en el presente en función de la emoción que le permite sur-gir 
como un ámbito generativo del mismo presente pero en otra faceta, por ello la noción del Tao 
evoca un vivir en el bien-estar consciente espontaneo en la libertad de saber que se evitará el sufri-miento 
sólo si se vive en el presente del suceder del ocurrir mismo, y no apegado a una expectativa 
o un prejuicio de lo que no-es. Sólo la repetición de la experiencia del ser consciente del sufrimiento 
del apego al no-ser de un ser (del presente mismo) es aquello que permitirá evocar la noción del 
Tao, ya que de ningún modo esto puede realizarse fuera del lenguajear ya que es el lenguajear lo 
que caracteriza el vivir humano humano. 
EL DESAPEGO 
(pp. 79-81) 
“Vivimos en una cultura en la que el dolor que genera la pérdida de lo efímero 
le da sentido a lo deseado y constituye la medida de su valor (p.79).” 
En nuestra cultura es el dolor que produce la pérdida de algo, comúnmente efímero, lo que asigna 
cuán valioso es ese algo. O lo que es lo mismo, sólo en la medida en que algo se vuelve doloroso en 
su ausencia es que ese algo decimos que tiene valor. Cuando el dolor es conservado, producto de 
que se piensa que algo en sí es valioso, se da origen al sufrimiento y con ello el apego al mal-estar. 
Valor y sentido no son propiedades trascendentales, no son en sí aprióricos, sino algo que revela las 
coherencias relacionales de una cultura, ya que es ella la que las ha generado como modo de distin-guir 
lo deseado y preferente dentro de ella misma. El dolor a lo intrínsecamente valioso sólo evoca 
la ‘ignorancia’ respeto al “conocer el no-ser del ser” por el cual se sufre. Y en el caso de los seres 
humanos es el lenguajear mismo el que origina ésta ignorancia. Sólo entender que nada tiene senti-do 
en sí mismo y comprender que todo lo que es valioso lo es porque nosotros lo generamos como 
tal en nuestra distinción, al asignarle propiedades sistémicas-sistémicas específicas, es lo que nos 
podrá liberar del apego al sufrimiento. 
La expresión del Tao evoca una manera de vivir en el desapego a todo en sí y a todo fundamento 
trascendental ajeno a las operaciones de distinción hechas por el propio observador que observa. El 
Tao invita a vivir en el lenguajear (entendimiento, comprensión, explicación, reflexión) y el emo-cionear 
(deseos, preferencias, gustos) como entrelazados de forma que todo se haga espontánea-mente 
en el fluir de un vivir sin dolor por no tener lo que no-es.
EL DESAPEGO 
(pp. 82-83) 
“Los seres vivos existimos en el fluir de lo impermanente, 
en la continua transformación de nuestra corporalidad 
en torno a la conservación de una identidad relacional 
que también puede estar en un flujo de continuo cambio (p.82).” 
El vivir humano es efímero ya que se constituye en la transitoriedad de un devenir de coherencias 
estructurales que busca conservar su identidad no permanente, en el que si se desea generar bien-estar 
relacional se debe lograr el desapego al control, la envidia, la vanidad, la codicia, la agresión y 
a toda negación que no viva en el presente sin apegos al deseo de ser del no-ser. 
LA EXPLICACIÓN 
(pp. 84-86) 
“Los seres humanos existimos en la continua generación de mundos que surgen y vivimos, por una 
parte, en el entrelazamiento recursivo de nuestra dinámica biológica, que es el espacio de 
existencia desde donde somos seres vivos, y por otra parte, en el lenguajear, que como fluir 
consensual de coordinaciones de coordinaciones de haceres constituye el ámbito relacional donde 
existimos como seres humanos en la realización biológica de la materialidad de nuestro vivir 
(p.84)” 
Sólo los seres humanos, que nos relacionamos en el lenguajear, podemos hacernos preguntas que se 
contesten con explicaciones, esto es, “la propos ición de una dinámica de procesos generativos que 
da como resultado de su operar aquello mismo que se desea explicar” (p.339), de modo que sólo el 
humano puede llegar a conocer el origen de algo y su historia como forma de ampliar el entendi-miento, 
es decir, “la vis ualización de la matriz operacional-relacional en la que lo distinguido hace 
sentido como lo distinguido” (p.339), en la dinámica de un fenómeno. Dese aquí visionamos que 
hay dos maneras de describir el camino del Tao, una desde la explicación y otra desde el entendi-miento: 
a. Entendimiento: Un curso de acciones que evoca sistémicamente la disposición relacional 
que se debería optar de manera inconsciente para vivir conscientemente el bien-estar que 
trae consigo el vivir en el presente cambiante continuo sin apegos. 
b. Explicación: Un curso de acciones específicas como secuencia de procesos que da como 
resultado de su operar la experiencia del Tao. 
En la búsqueda del Tao ambos caminos se entrecruzan pero sin jamás agotar la vivencia misma en 
su descripción, ya que la explicación del Tao no es el Tao, la descripción del Tao no es el Tao, y el 
ansia de vivir en el Tao (…) niega el vivir en el camino del Tao (p.85). Lo importante es que la di-námica 
inevitable de transformación relacional que brota de la disposición de sentires íntimos vaya 
en búsqueda del bien-estar que el vivir espontáneamente sin apegos trae. 
EL ENTENDIMIENTO 
(pp. 87-91) 
“Hablamos de entendimiento cuando podemos decir que lo que decimos que sabemos,
lo sabemos en un contexto más amplio de coherencias sistémicas que el ámbito restringido 
de coherencias operacionales de la situación particular que decimos saber (p.87)” 
El entendimiento es un ocurrir biológico, en tanto es producto del operar circular el sistema nervio-so 
en el cual los cambios de relaciones de actividad entre sus componentes constituyentes producen 
cambios de relaciones de actividad entre sus propios componentes constituyentes; un fluir cerrado 
recursivo. Si bien el sistema nervioso se intersecta ortogonalmente con otros sistemas mediante 
cambios estructurales que lo hacen transformarse de modo congruente según su operar en su domi-nio 
relacional como parte de un organismo, éste se mantiene ciego a la diferencia de interior con 
exterior, ya que ésta distinción pertenece sólo al operar del observador. El sistema nervioso no 
interactúa con el medio, el organismo sí (Ibíd). Lo que el sistema nervioso sí hace es dar origen a 
co-relaciones senso-efectoras desde su operar como parte sistémica de un organismo que tiene 
encuentros recursivos con un medio que lo contiene y lo hace posible en su vivir, y del cual también 
forma parte, en su totalidad, como elemento sistémico, y a través de ellas transformar su estructura. 
En el acoplamiento estructural de un organismo con su nicho mediante la generación recursiva de 
conductas se modifica su estructura de tal forma que internamente ésta transformación afecta tam-bién 
a nivel estructural a la arquitectura dinámica del sistema nervioso. Para el observador el siste-ma 
nervioso aparece como abierto en su operar debido a la capacidad que tiene éste de transfor-marse 
plásticamente en su estructura, mediante la creación de correlaciones senso-efectoras, según 
la interacción que éste tiene con el organismo como particular y éste a su vez en el medio como 
totalidad. El sistema nervioso cambia en su dinámica siempre como permitiendo el vivir del operar 
del organismo como totalidad del cual forma parte. 
La conducta, como configuración relacional dinámica, surge como interacción que permite una 
transformación congruente en la relación organismo/nicho y no como algo en sí que hace el orga-nismo 
desde sí. La conducta requiere de un organismo que la ejecute y de un medio que conserve el 
vivir del ejecutante. El medio no pre-existe al vivir del organismo, surge con él como única forma 
de realizarse en fluir de transformaciones estructurales que le permiten el vivir. 
Según ésta mirada entonces, el vivir del organismo, en su estructura operacional como arquitectura 
dinámica variable, surge como un proceso histórico de transformaciones estructurales congruentes 
recíprocas entre sistema-nervioso/organismo y organismo/nicho que determina a cada instante el 
fluir de correlaciones senso-efectoras que constituye el presente operacional biológico del organis-mo 
(sus sensorialidades) y la realización de los mundos que éste trae a la mano en su operar en el 
lenguajear (entrelazado con el emocionar) que constituye su presente cultural (sus haceres), y que 
duran en tanto se logra conservar los requerimientos orgánicos, de ambos dominios relacionales, 
que constituyen su vivir. A esto Humberto Maturana denomina el “Acoplamiento Estructural” : e-quiparidad 
operacional entre el campo sensorial del organismo y el ámbito de acción que el medio 
emergente le ofrece (p.90) a modo de conservar un tipo de normalidad que permite el bien-estar en 
el vivir. 
LA TRANSFORMACIÓN 
(pp. 92-95) 
“La liberación del dolor y del sufrimiento que genera el apego al valor o sentido que le asignamos 
a lo perdido, se produce con la ampliación del entendimiento que muestra que el valor o sentido de 
todas las cosas que surgen en el curso del vivir humano es sólo un modo cultural de mirar y actuar, 
y no una propiedad intrínseca de ellas (p.92).”
La ampliación del entendimiento, como modo de combinación dinámica de sentires y configuracio-nes 
relacionales internas del sistema nervioso, es un fenómeno que surge espontáneo en el fluir del 
vivir de un organismo ya que es la forma en la que él conserva la congruencia estructural en su o-perar 
en un espacio cambiante que surge con su hacer como algo mayor al ámbito de coherencias 
restringido del cual forma parte localmente. El observador puede distinguir cuándo un organismo 
está operando en un ámbito de coherencias mayor al cual se vive en ese instante particular y tam-bién 
puede notar que las configuraciones relacionales del organismo cambian según el curso con-tingente 
de su vivir y no de modo azaroso sino siguiendo un curso definido a cada instante en fun-ción 
de la conservación de su propio vivir en coherencia con un medio que surge con su vivir. Ésta 
relación no es fija, es cambiante, de modo que la equiparidad operacional entre sensorialidad y posi-bilidad 
de acción es un continuo cambio congruente de acciones. 
Lo peculiar de nosotros los seres humanos es que vivimos en el lenguajear, de modo que la distin-ción 
por parte del sistema nervioso de coherencias relacionales que hacen sentido operacional en 
todo ámbito, las cuales el organismo las capta operando como totalidad, son no sólo a nivel biológi-co 
sino además cultural, ya que cada mundo que se genera en el vivir humano se diferencia según 
sus redes de conversaciones que le definen y que se diferencian de otras según su valor o sentido en 
el ámbito de deseos y preferencias (tales como riqueza, éxito, fama, poder, justicia, etcétera) que se 
declaran como fuente de posible bien-estar justificación de apego al modo de convivir. 
No todo vivir, en tanto se vive en el bien-estar, es un vivir en el camino del Tao. Muchos modos de 
vivir se viven al borde del sufrimiento en el apego a lo trascendente. El Camino del Amar que im-pulsa 
el Tao es a enseñarnos a vivir en el desapego como la única manera de vivir sin apegos al no-ser 
del ser que se vive como la expectativa y/o preferencias de un presente que no existe pero que es 
creado a partir de las coherencias del propio presente. 
EL CAMINO DEL AMAR 
(pp. 96-102) 
Los seres humanos existimos en el convivir como modo de realización de nuestro propio vivir en 
conjunto con el vivir de otros a través de coordinaciones recursivas de acciones en el lenguajear, 
definiendo a cada instante dominios relacionales distintos según diferente es el flujo emocional que 
funda el hacer de las conductas dentro de dicho espacio. Desde allí surge el conversar como un 
modo de vivir en el convivir del entrelazamiento del lenguajear y el emocionar que funda los mun-dos 
de los cuales somos parte. Pero de todas las emociones que fundan el fluir del devenir del vivir 
del ser humano sólo el amar es fundamento del bien-estar, ya que sólo en él se presenta la unidad de 
toda la existencia en su legitimidad total. 
El amar entonces es la emoción que reconocemos como fundamento relacional de un dominio par-ticular 
cuando distinguimos que en el fluir del convivir el otro, la otra o lo otro surge como legítimo 
otro en convivencia conductual con uno. El amar no conoce buenos ni malos, ni hermosos ni feos: 
no resiste dualidad. Tampoco resiste expectativas ni prejuicios ya que es unidireccional; no acepta 
retribución ni anhelo. El amar no es generosidad, ni altruismo ni solidaridad, ya que los adjetivos 
sólo enuncian intención y si bien se puede describir aquello que se evoca como hacer y sentir en el 
amar, aquello no debe tomarse como conductas relacionales exactas que por sí solas le constituyan 
ya que aquello sería caer en manipulación. El amar no busca las consecuencias del amar. 
“La descripción no muestra lo descrito porque lo descrito pertenece a un dominio relacional 
que es distinto y disjunto del dominio en que ocurre la descripción. 
Por esto es posible decir que el amar que puede ser descrito no es amar (p.97).”
Pero, producto de su constitución en el no-apego, el amar es visionario ya que se abre, sin expecta-tivas 
ni prejuicios, al entendimiento y comprensión de todas las conductas de las dinámicas relacio-nales. 
El amar no es bueno pero produce bien-estar debido a que el ser humano es el presente de un 
devenir evolutivo que se definió momento a momento, en los primates bípedos, en torno al surgi-miento, 
realización y conservación de la familia como ámbito de convivir en el amar que permite 
co-inspiración y co-laboración como un modo de convivir en coordinación recursiva de haceres. Lo 
humano no nace en el apego al valor del no-ser de lo trascendente/permanente, se origina como un 
modo de convivir en el conversar bajo la emoción fundamental del amar en el tránsito (transitorie-dad) 
de la legitimidad de lo efímero. 
Toda experiencia humana se da en un fluir humano que se distingue humanamente a través del con-versar. 
Nada humano ocurre fuera de la antropósfera, como ámbito generativo del convivir humano 
que se crea con los mundos que traemos a la mano en el entrelazamiento del lenguajear con el emo-cionar, 
de modo que todo lo humano tiene una explicación desde lo humano. Por ello la noción del 
Tao no puede negar la consciencia de sí que es característica del vivir humano. En cambio, la no-ción 
del Tao surge como abstracción de todas aquellas coherencias de todos los dominios del vivir 
humano que permiten generar el bien-estar psíquico-corporal que funda el convivir social, ya que, 
debido a que la existencia de los seres vivos es multidimensional, sólo la realización independiente 
de sus variadas intensidades, que luego es integrada como unidad en la totalidad de su operar rela-cional, 
puede generar el fluir de la conservación de la identidad total del organismo. 
En la conservación del vivir de un organismo observamos que ésta surge en el operar de su vivir 
multidimensional como una unidad psíquica que le permite operar como totalidad en un espacio 
relacional, el cual a su vez está definido en su carácter por el emocionar propio de la circunstancia. 
Lo que define si viviremos en el apego a lo trascendente o en la transitoriedad del desapego no es la 
razón sino la emoción, ya que sólo desde el fluir emocional penetramos en y desde todas las dimen-siones 
de nuestro vivir. El apego ciega, el amar abre la mirada, ya que el apego sólo distingue dua-lidades, 
en cambio el amar múltiples mundos del existir. 
Dice Lao-Tzu: 
El Tao nada hace y, sin embargo, nada queda sin hacer. El sabio no actúa y todo se hace. 
ENLACE III 
(pp. 103-104) 
Los seres humanos hemos vivido proponiendo que se puede explicar los sucederes de forma obje-tiva 
respecto de supuestos ontológicos que apelan a una realidad trascendente e independiente a 
nuestro operar como observadores. Humberto y Ximena piensan que esto no es así, piensan que 
toda explicación se hace en el vivir y por lo tanto su base son las coherencias del vivir mismo. El 
cosmos que surge con el explicar nace como un ámbito de abstracción de coherencias del operar 
como seres vivos que existen desde la biología y se extienden hacia lo cultural (operando aún bio-lógicamente). 
El cosmos no es nosotros mismos sino nuestro habitar en nuestro habitar.
HABITAR HUMANO 
en seis ensayos de Biología-Cultural 
III 
LEYES SISTÉMICAS 
Y 
META-SISTÉMICAS 
Humberto Maturana Romesín y Ximena Dávila Yáñez
INTRODUCCIÓN 
(pp. 108-110) 
La dificultad que hemos creado en torno al estudio de la cognición es que todas nuestras explicacio-nes 
se apoyan , en último término, en un conglomerado de preceptos definidos a priori, como tras-cendentales 
e independientes de nuestro operar, que llamamos como lo real o lo objetivo, conceptos 
que por lo demás no estamos dispuestos a dejar porque aquello destruiría toda nuestra arquitectura 
epistemológica. El propósito de esto ha sido intentar universalizar un tipo de comprensión para 
todos los seres humanos, pero las dificultades se hacen aparentes cuando el operar de dichos entes 
no coincide con el operar de nuestra estructura biológica. 
Humberto Maturana piensa que tanto filósofos como científicos en Occidente han estado ocupados 
sólo desde una metafísica que se pregunta por el ser, y no por el hacer, lo cual a negado muchos 
espacios reflexivos que sí se fundan desde las coherencias del propio vivir. El giro consiste entonces 
en ya no considerar como válido el ser y lo a priori sino nuestro hacer y vivir como observadores 
que operamos haciendo distinciones en el observar. 
NUESTRO PENSAR 
(pp. 111-114) 
En el fluir biológico de nuestro vivir todo lo que hacemos lo hacemos en realización de nuestro vi-vir 
y todo lo vivido se vive in-mediatamente como válido en el momento mismo de la vivencia, de 
modo que no podemos suponer la existencia de una realidad externa independiente que se usa como 
patrón de comparación universal ya que esto contradeciría nuestro determinismo estructural bioló-gico. 
Y esto no es una limitación, sino propiedades constitutivas de nosotros como sistemas deter-minados 
en nuestra estructura molecular. Por ello todo lo que se dice como leyes sistémicas brota 
de un operar reflexivo que busca explicar los mundos que traemos a la mano en nuestro vivir sólo 
con las coherencias operacionales-relacionales de nuestro propio vivir. 
Pero lo que surge del operar de distinción del observador no es un mundo azaroso sino un ámbito de 
coherencias particular que está inserto en una matriz relacional-operacional de existencia mayor, 
que es la que le da sentido a lo distinguido como lo que hemos distinguido. Todo lo que aparece 
siempre que aparece lo hace como parte de un sistema mayor que le contiene y hace posible, de 
modo que muchos entes distintos, de distintas clases y en distintos dominios operacionales, sea cual 
sea su trama operacional-relacional, siempre forman parte de una única matriz de existencia que 
conforma el cosmos de nuestro existir y los mundos que vivimos. 
El tema de éste documento es justamente las “regularidades” que se dan en el ocurrir de nuestro vi-vir 
humano y que constituyen las tramas y matrices operacionales-relacionales que conforman el 
sentido y valor de nuestro vivir desde las coherencias de nuestro vivir. 
SENTIR Y RAZONAR 
(pp. 115-119) 
Parece que ahora nos encontramos dentro de una paradoja, ya que por un lado el entendimiento nos 
enseña que no hay realidad independiente y trascendente pero, a su vez, la experiencia se nos apare-ce 
tal y como si todo lo que ocurre alrededor de nosotros existiera desde antes de que estuviéramos 
allí para distinguirla y traerla a la mano en nuestro operar como observadores en el lenguajear.
¿Por qué ocurre eso? Humberto y Ximena piensan que desde el vivir en la espontaneidad en que se 
piensa que todo está allí “desde antes de que nosotros lo distinguiéramos” permite el convivir en lo 
cotidiano, pero no resulta exitoso cuando deseamos explicar el operar del sistema nervioso y su 
relación con la totalidad del organismo. Pero entonces ¿cómo disolvemos ésta contradicción? 
Como sistemas vivos (dinámicos cerrados) determinados en nuestra estructura no recibimos infor-mación 
sobre el “afuera”, la interacción no es semántica, el exterior sólo gatillas cambios estructu-rales 
en nosotros que modifican ortogonalmente nuestro operar como entidades específicas. El co-nocer 
es un suceder biológico, compuesto de coherencias experienciales, que como tal permite el 
acoplamiento estructural de un organismo con su medio. Por ello sólo podemos conocer desde lo 
que nosotros mismos somos mediante la constitución del entendimiento de la matriz operacional-relacional 
que traemos a la mano para construir los mundos que habitamos, que nacen en y desde 
nuestro vivir en y desde las coherencias relacionales y operacionales de nuestro vivir, como forma 
de realización y conservación del vivir, y es justamente dicha matriz la que conservamos como mo-do 
de implicar con nosotros todas las regularidades que extraemos desde las coherencias del vivir. 
El conocer y el entendimiento son sucederes biológicos de modo que no son algo que “hagamos”, 
más bien simplemente nos “suceden” como expansión de nuestra dinámica corporal. Pero en el caso 
de la descripción, explicación y comprensión es distinto ya que son sucederes culturales que como 
tales surgen como dinámicas ‘recursivas’ que se dan en redes de conversaciones donde opera la 
temporalidad como base para una construcción histórica que hace uso de la intención y el propósito 
en la generación de mundos de convivencia. Si no nos preguntamos por nuestro vivir simplemente 
vivimos y si no nos preguntamos por nuestro hacer y sentir simplemente hacemos y sentimos. 
Cuando nos preguntamos por nuestro hacer ya estamos haciendo y cuando nos preguntamos por 
nuestro vivir ya estamos viviendo. El único vínculo entre ambos dominios relacionales es la refle-xión, 
en ella se crea el sentido operacional que hace a lo distinguido como algo distinguido que 
forma parte de un cosmos como ámbito total de distinciones. 
Lo que Humberto y Ximena exponen a continuación es que hablarán como normalmente se habla, 
como interpretando un mundo independiente a uno mismo, confiando en que han expuesto clara-mente 
su postura respecto a la invalidez biológico-cultural de ésta afirmación. 
ARQUITECTURAS DINÁMICAS ESPONTÁNEAS 
(pp. 120-126) 
Toda molécula, en tanto elemento que posee una estructura con arquitectura dinámica espontánea, 
se transforma (cambia de forma y características) sólo en la medida en que emerge en su interacción 
con otras moléculas la posibilidad de un encaje recíproco operacional, realizado mediante procesos 
de composición y descomposición, que permite formar, a su vez, una arquitectura meta-molecular 
que tendrá características particulares determinadas según la naturaleza de cada una de las molécu-las 
participantes que la componen. 
Todo cambio es “posibilidad de cambio respecto a otro” en tanto se crean o destruyen lazos en una 
dinámica que crea un flujo quede define una arquitectura particular como totalidad. Cuando dichas 
transformaciones ocurren como ‘regularidades operacionales en un espacio relacional de estructuras 
de arquitectura variable’ hablamos de procesos energéticos, de modo que no es la energía la que 
produce el cambio, ya que no es en sí, sino que es el cambio el que produce la energía. 
Un sistema autopoiético es un sistema con una arquitectura particular, compuesta de procesos diná-micos 
y ordenados que surgen espontáneamente a cada instante, que extiende y define sus límites
como una entidad que existe discretamente en un espacio relacional en el fluir de continuas interac-ciones 
recursivas con su nicho, quien lo acoge y hace posible, que permiten generar transformacio-nes 
congruentes entre ambos formando un acoplamiento estructural que conserve su identidad de 
clase. Del mismo modo en que una molécula forma parte de una célula, como constitutiva de una 
arquitectura mayor, así mismo el organismo forma parte de un medio, quienes emergen mediante el 
hacer que permite la realización de su vivir a través de la creación de una arquitectura dinámica 
variable como unidad organismo/nicho. 
“La realización del vivir de un organismo en coherencia operacional con su nicho, tanto como la 
realización y la conservación de la unidad relacional organismo/nicho, ocurren en la dinámica de 
la unidad de arquitectura variable que el organismo y su nicho constituyen juntos en tanto sus 
interacciones recursivas resultan en la conservación de su coherencia operacional en el curso de 
sus cambios arquitectónicos independientes mientras el organismo conserva su vivir. (p.121)” 
Toda dinámica operacional-relacional coherente que un observador distingue como un ámbito eco-lógico 
(orgánico), sea un sistema de interacción multicelular, o de varios organismos en un espacio 
relacional diferente (y disjunto) al de una célula, ocurre como el entrelazamiento dinámico de las 
dinámicas relacionales de cada arquitectura variable que permite la conservación o pérdida de los 
vivires individuales de cada uno a través de la emergencia de una unidad (arquitectónica) dinámica 
(variable) mayor que los contiene a todos. Una arquitectura ecológica entonces es ‘un encaje recí-proco 
(coherencia operacional) del acoplamiento estructural de los procesos que realizan a las dis-tintas 
entidades relacionales que constituyen los distintos dominios relacionales’. 
El cosmos en general, y los mundos que traemos a la mano en particular, surgen en y desde el deve-nir 
de un fluir biológico de transformaciones estructurales de arquitecturas que se encajan recípro-camente 
según cómo éstas se encuentren en el curso de transformaciones históricas (recursivas) al 
que pertenecen, de modo que todo depende de ellas mismas (y de sus interacciones) y no de un a-gente 
externo que guíe el curso de su devenir relacional. 
“El azar y el caos no son en sí, son evocaciones de nuestra ignorancia ante las muchas dimensiones 
involucradas en un devenir histórico de múltiples procesos independientes espontáneamente 
ordenados y coherentes desde su arquitectura dinámica espontánea. (p.122)” 
Desde aquí extraemos que todo ser vivo vive en las coherencias operacionales en interacción recur-siva 
con un nicho que permite su propia realización y conservación como ser vivo a través de un 
suceder sin propósito ni intención ni finalidad externa a su vivir mismo. Sólo los seres humanos, 
quienes vivimos en el lenguajear, operamos como observadores que en su distinción abstraen las 
coherencias de la arquitectura dinámica cambiante de un dominio del cual ya no se es parte en el 
ocurrir concreto, como modo de descripción o explicación que evoque las regularidades de las co-herencias 
de nuestro propio operar recursivo como ámbito de existencia. A éste constructo expli-cativo 
(recursivo coherente) de evocación de regularidades del ocurrir de nuestro vivir, desde la 
abstracción de las coherencias operacionales y relacionales de nuestro vivir, que se da como parte 
de una arquitectura mayor de existencia, es lo que se denomina como “leyes de la naturaleza”. 
Como podemos ver, la ‘efectividad operacional y relacional’ de las explicaciones, deducciones o 
computaciones esbozadas en una ley natural no encuentran su fundamento en un supuesto ontoló-gico 
trascendente e independiente de nuestro operar, sino todo lo contrario, ya que provienen, tau-tológicamente, 
de las abstracciones de las coherencias operacionales-relacionales de nuestro propio 
vivir como modo de dar origen a un ámbito generativo que nos esboce una secuencia dinámica de 
procesos que dé como resultado de su operar recursivo y regular aquello mismo que se busca expli-car, 
deducir o computar. O lo que es lo mismo, sólo podemos evocar con sentido aquello que forma
parte de la matriz operación-relacional de la cual somos parte, esto es, desde donde surgen en 
nuestro operar de distinción como observadores todas nuestras abstracciones sobre las coherencias 
recursivas de nuestro operar. Pero ésta matriz no existe a priori sino que surge desde la reflexión 
sobre las regularidades de nuestro ocurrir, y es por esto mismo que entenderemos y comprendere-mos 
por “mundo natura l” no un dominio de entidades y procesos independientes de nuestra distin-ción, 
sino un medio que surge de nuestro operar y nos acoge en la realización de nuestro vivir. 
Finalmente, las Leyes sistémicas y Meta-sistémicas (o de conservación) surgen en el operar de dis-tinción 
de un observador cuando éste trae a la mano una configuración de haceres que se fundamen-tan 
en abstracciones sobre las coherencias recursivas del propio operar, como un ámbito generativo 
que desde lo regular y dinámico describe (explica) los procesos históricos (o epigenéticos) del pro-pio 
cosmos que traemos a la mano para explicar nuestro vivir y del cual somos parte. La Leyes pre-sentadas 
a continuación corresponden a un constructo explicativo que nace de una visión del ente 
humano como biológico-cultural. 
LEYES SISTÉMICAS Y META-SISTÉMICAS 
(pp. 127-128) 
“Lo que llamamos Leyes Sistémicas y Meta-Sistémicas son abstracciones que hacemos como 
observadores de las coherencias operacionales de la realización espontánea de nuestro vivir, y que 
surgen tanto de lo que distinguimos en el ocurrir relacional de nuestro ámbito de existencia al 
hablar de la naturaleza, como de lo que distinguimos en el suceder de las coherencias de nuestro 
vivir en ese ámbito relacional (…) son abstracciones de las condiciones relacionales espontáneas 
bajo las cuales surge, se realiza o conserva todo lo humano que surge con las operaciones de 
distinción del observador. (p.127)” 
LEYES SISTÉMICAS BÁSICAS 
(pp. 129-147) 
La siguientes leyes han sido denominadas por Humberto y Ximena como “bás icas” porque son abs - 
tracciones de las ‘condiciones’ que constituyen el fundamento de toda experiencia operacional in-consciente 
de nuestro pensar y explicar ‘racional’. Éstas leyes son aquellas que se abstraen de nues-tro 
vivir cuando ya nos vemos viviendo y de nuestro hacer cuando ya nos vemos haciendo, de modo 
que, si bien la única manera de generar dicha abstracción es mediante la distinción reflexiva, cuan-do 
operamos en ellas lo hacemos de modo espontáneo en nuestro suceder biológico; por lo que 
éstas tienen que ver con el hacer constitutivo y no con el ser trascendental del fenómeno. 
Éstas leyes son la base del entendimiento que permite la comprensión sobre la Biología del Conocer 
y la Biología del Amar, de modo que nos permiten reflexionar sobre los fundamentos que permiten 
el operar en distinciones del observador que observa. Y desde allí se comprende además que el de-venir 
evolutivo que permitió la constitución de la Matriz Biológica-Cultural de la existencia huma-na, 
como síntesis y expresión de las coherencias que permitieron el surgimiento, realización y con-servación 
de lo humano, sólo puede haber tenido origen en la especie Homo sapiens-amans amans, 
como forma de vivir y convivir en coordinaciones de coordinaciones consensuales de haceres y 
emociones en la cercanía amorosa de la co-inspiración y co-laboración, y en su conservación, a tra-vés 
de la transmisión sistémica de su aprendizaje transgeneracionalmente, como modo de búsqueda 
del bien-estar común.
“En fin, por todo esto podemos afirmar también que las Leyes sistémicas básicas que presentamos 
a continuación se hacen visibles en la ampliación del entendimiento que un observador vive cuando 
se da cuenta de que su existir en el lenguajear en redes de conversaciones, es de hecho el 
fundamento experiencial de su preguntar reflexivo sobre su propio operar como algo que le ocurre 
sin requerir el supuesto de una realidad independiente para fundamentar su operar. (p.134)” 
Las Leyes Sistémicas Básicas son las siguientes: 
1. Posibilidad del conocer: Lo humano, posibilidad de todo conocer, entender y explicar. 
La consciencia de sí y la reflexión necesarias para poder generar el comprender y explicar 
sólo se pueden dar en y desde el operar de un observador sobre las coherencias de su vivir desde las 
coherencias de su vivir, en tanto hace distinciones en su observar operando en el lenguajear como 
modo de convivir en coordinaciones recursivas consensuales de haceres. 
2. Observar: Todo lo dicho es dicho por un observador a otro observador que puede ser él o ella 
misma. 
Nada aparece en el vivir del observador por (desde) sí mismo, ni su propio existir ni lo que 
él dice. Todo surge en su operar como observador en el observar al hacer distinciones en el lengua-jear. 
Pero el observador es un ser vivo humano de modo que si no hay vida humana no hay obser-vador 
y si no hay observador no hay distinción, y si no hay distinción nada es dicho, porque nada 
aparece en el lenguajear si no ha sido dicho. Por esto, observador y observar son inseparables. 
3. Ni azar ni caos: Todo lo que un observador hace como ser vivo y ser humano, surge en su hacer 
según regularidades y coherencias operacionales que se conservan en todos los instantes y circuns-tancias 
de su operar en el fluir de la realización de su vivir. 
No hay azar en el suceder del vivir. El vivir surge como una unidad compuesta en la que la 
totalidad de la arquitectura dinámica variable espontánea se ve afectada tanto por el operar de cada 
componente particular como por las relaciones existentes entre ellos en conformación de su totali-dad, 
de modo que todo aquello que surge en el vivir humano, mediante el operar del observar en la 
realización de su vivir, surge en conjunto con una trama operacional-relacional que participa cohe-rentemente 
y regularmente de dicha (su) arquitectura total. 
4. Observador y observar: El observador surge con su distinción reflexiva de su propio operar en 
el observar. El observador no preexiste a su propia distinción reflexiva. 
El observador no es un ente primario que existe en sí, aparece sólo a través de la distinción 
reflexiva sobre el ‘operar recursivo’ del propio vivir. Pero al distinguir lo que nos sucede, como par-te 
de nuestra experiencia, nos encontramos con que ya nos está sucediendo, cuando nos pregunta-mos 
por nuestro vivir nos encontramos ya de facto viviendo. 
5. Fluir recursivo del observar: El acto de reflexión ocurre en el operar del observador en la con-versación 
que distingue su propio operar; y ocurre como un proceso del vivir que lleva a la conti - 
nua conservación de la ampliación recursiva de la comprensión del propio vivir, de la consciencia 
de sí, y de las acciones a la mano propias del fluir del vivir en el presente de continuo cambio que 
esa misma reflexión recursiva genera, y ocurre en el acto de soltar la certidumbre de que se sabe lo 
que se cree que se sabe.
La recursión, como fenómeno de ‘combinación entre lo cíclico/circular y lo lineal/progresi-vo’, 
ocurre en lo humano sólo como fenómeno histórico, permitiendo la coordinación de coordina-ciones 
conductuales consensuales que originan el lenguajear mediante interacciones en la convi-vencia. 
Por ello el observador en su operar en el observar no puede hacer distinciones fuera del do-minio 
de las coherencias de su praxis del vivir, dentro de la cual siempre se encuentra en correspon-dencia 
estructural recursiva (congruencia operacional) con el medio que lo contiene. Dese allí, en la 
medida que el observador conversa reflexivamente desde y sobre su propio operar, el ser humano 
habita una antropósfera que trae a la mano con su distinción, que le contiene y que no existe antes 
de que él la distinga. 
El observar se desliza dentro de un fluir recursivo porque en su operar genera, realiza y con-serva, 
mediante la reflexión, un ámbito de coherencias del vivir, en base a su propio vivir, como 
modo de habitar en coherencias estructurales determinadas, por cada elemento y por sus relaciones, 
que aparecen como regulares justamente producto de su carácter recursivo-histórico-temporal. 
6. Ilusión o percepción: ‘Todo lo que vivimos lo vivimos como válido en el momento de vivirlo’. 
Sin embargo, no sabemos en la experiencia misma de vivir lo que vivimos como válido, si más tarde 
lo confirmaremos como una percepción o lo invalidaremos como una ilusión con relación a otra 
experiencia de cuya validez no dudamos en ese instante, la que sin embargo está sujeta a éstas 
mismas condiciones. 
Dada nuestra naturaleza biológica, como seres moleculares determinado en nuestra estruc-tura, 
nada es independiente de nuestro hacer, y éste jamás opera sin tener consecuencias. Ésta ley es 
necesaria para vivir, conocer y explicar el vivir, el conocer y el explicar sin la necesidad se recurrir 
a ningún supuesto ontológico apriórico trascendental-independiente, ya que toda experiencia se re-futará 
o validará con respecto a otra experiencia, de la cual no se duda, pero bajo ningún caso con 
respecto a algo que sea independiente de nuestro hacer. La pregunta ya no será entonces sobre “qué 
hacemos” sino sobre “cómo podemos hacer lo que hacemos cuando hacemos lo que hacemos”. 
7. Generación de mundos: El mundo que vivimos a cada instante es el ámbito de todas las distin-ciones 
que hacemos, que pensamos que podemos hacer, que pensamos que podríamos hacer, o que 
pensamos que no podríamos hacer los seres humanos en el curso de nuestro vivir como seres que 
existimos en nuestro operar reflexivo de observadores que vivimos en el conversar. 
Los mundos que vivimos existen en nuestros vivirlos y vivimos lo que vivimos en convi-vencia 
humana, esto es, en el fluir de un conversar que se desliza entre dominios de existencia de-finidos 
a cada instante por una emoción fundamental común que se posee y conserva mientras se 
consensuan las conductas en coordinaciones recursivas de haceres. Y debido a que no existe nada 
en el vivir humano que no sea generado en y desde el vivir humano, y que no podemos diferenciar 
entre ilusión y percepción, inclusive pese a que al aparecer en nuestra propia distinción reflexiva 
pareciera que hubiésemos existido desde antes de nuestro propio observar, es que la Matriz Bioló-gico- 
Cultural de la Existencia Humana se presenta como síntesis y expresión de todo vivir humano 
en la antropósfera que lo contiene y que aparece con él. 
8. Devenir evolutivo: El curso que sigue el devenir evolutivo de los seres vivos en general, y de los 
seres humanos en particular, en la sucesión de las generaciones que constituyen sus respectivos li-najes, 
surge momento a momento en su deslizarse en su vivir guiados por sus preferencias, gustos, 
deseos, en la realización y conservación de su bien-estar en el vivir. 
Si nos preguntamos por cómo se configura el presente del vivir de un organismo debemos 
acudir a su configuración de sentires relacionales íntimos que se realizan a cada instante desde la
conservación transgeneracional del devenir evolutivo que está definido por sus ancestros. Y desde 
ésta mirada el ser humano se visiona como aquel que se desliza por el fluir de su vivir actual sobre 
la base evolutiva de sentires relacionales fundados en el amar (reconocimiento del otro como 
legítimo en convivencia con uno) de primates bípedos cómo único modo de dar origen a la 
coordinación recursiva consensual de conductas. Llegamos al mundo en la confianza de que se nos 
acogerá y se nos cuidará como forma de lograr la congruencia operacional que constituye la historia 
de nuestro linaje sin necesidad de tener que justificar nuestra existencia a través de expectativas u 
opiniones. 
LEYES SISTÉMICAS GENERALES 
(pp. 148-164) 
Estas leyes son abstracciones que hacemos como observadores en y desde las coherencias de nues-tro 
vivir y evocan ‘el surgimiento y realización de las regularidades, esto es, la conservación, de las 
dinámicas estructurales de nuestro operar como unidades compuestas de unión espontánea’. Las Le-yes 
Sistémicas Generales son las siguientes: 
1. Conservación y cambio: Cada vez que en un conjunto de elementos comienzan a conservarse 
ciertas relaciones, se abre espacio para que todo cambie en torno a las relaciones que se conser-van. 
Cualquier cambio que distinguimos en un suceder se define no por sus irregularidades, sino 
por sus regularidades. Lo que caracteriza a un cambio no es lo que cambia, sino lo que se conserva. 
Y lo que define qué puede cambiar es también la regularidad que no se somete al proceso de cam-bio. 
Por esto mismo, lo que hace que una totalidad aparezca no es aquello que se desliza a su alre-dedor 
en el espacio relacional, sino sus propias relaciones que se conservan y que lo hacen ser una 
unidad compuesta de cierta clase. 
2. Determinismo estructural: Cada vez que el observador distingue una unidad compuesta tal que 
todo lo que ocurre con ella en cada instante ocurre en la realización de las coherencias operacio-nales 
y relacionales de sus componentes en el dominio de su composición, cualquiera sea el ámbito 
operacional en que surgen los componentes al ser distinguidos, decimos que el observador ha dis-tinguido 
una unidad compuesta determinada en su estructura. 
Si nos detenemos a reflexionar sobre nuestro vivir, en base a las coherencias de nuestro vi-vir, 
nos daremos cuenta de que operamos en la confianza implícita de que cada coherencia opera-cional 
la vivimos como regularidad invariante de un dominio relacional particular y que es por ello 
que cuando vemos que algo varía, esto es, no se cumplen las coherencias abstraídas por nosotros, lo 
primero que hacemos es ampliar la mirada y distinguir el operar de un dominio mayor de coheren-cias 
que explique el operar que provocó el cambio en las coherencias del fluir de nuestro vivir. A 
esta abstracción de las coherencias relacionales y operacionales de nuestro vivir regular Humberto y 
Ximena lo llaman el Determinismo Estructural. 
3. Unidades compuestas y simples : Como observadores distinguimos unidades simples o com-puestas. 
Las unidades simples surgen en la distinción del observador cuando éste no hace separa-ción 
de sus componentes. Las unidades compuestas surgen en la distinción del observador como 
totalidades que éste luego descompone en componentes que operan según las propiedades con que 
ellos surgen al ser distinguidos como tales en el operar del observador.
La unidad simple opera sólo en el dominio de su totalidad como sistema, de modo que sus 
descripciones nacen del operar del sistema como totalidad en el espacio relacional del cual es parte 
en su ámbito de determinismo estructural. Una unidad compuesta en cambio opera en dos dominios: 
su operar como totalidad y su operar como componentes, de modo que existe determinado en su es-tructura 
tanto a nivel de componentes como de totalidad. Y ambos dominios son disjuntos: no se 
puede deducir lo que pasa en uno desde lo que pasa en otro; no hay reducción de los fenómenos. 
4. Componentes y composición: Los componentes de una unidad compuesta no son componentes 
en sí o por sí mismos, son elementos que surgen como componentes cundo un observador los distin-gue 
en su participación en las relaciones de composición de una unidad compuesta que él o ella ha 
distinguido como tal. 
Sólo puede distinguirse un componente como parte de una totalidad que luego se descom-pone. 
Lo que permite que un componente sea el componente que se ha distinguido y no otro es la 
trama operacional-relacional que aparece con él cuando es distinguido como parte de la totalidad 
que conforma en su operar relacional. Un ente no existe sino como parte del medio que lo contiene 
y lo hace posible, y en el caso de la distinción de una unidad compuesta sólo es posible distinguir un 
elemento si se abstrae tanto el elemento como su matriz de relaciones y su totalidad operacional. 
5. Identidad y cambio: La configuración de relaciones entre los componentes de una unidad com-puesta 
que se conserva invariante en el flujo de sus cambios estructurales y define su identidad de 
clase como totalidad, constituye lo que un observador distingue como la organización de dicha u-nidad 
compuesta. Los componentes y las relaciones entre ellos que realizan a una unidad compues-ta 
particular como un caso particular de una cierta clase, constituyen lo que un observador distin-gue 
como la estructura de esa unidad compuesta. 
Toda sistema es distinguido como conformado por un espacio relacional compuesto de 
cierto tipo de relaciones o componentes que sí se conservan en él y cierta parte que no, y ambos son 
necesarios en la conformación de su identidad ya que el factor invariante define su “generalidad”, a 
través de lo regular ,y lo variante su “particularidad”, a través de lo transitorio. Pero es su organiza-ción 
la que lo hace ser un sistema de cierta clase, de modo que un sistema identificado como de cla-se 
X seguirá siendo de ésa clase X a menos que las transformaciones de su estructura alteren com-ponentes 
y/o relaciones que involucran la constitución de su trama invariante de organización X. 
6. Acoplamiento estructural: Una unidad compuesta existe en la conservación de su identidad de 
clase sólo en tanto el medio que la contiene y con el cual interactúa, sólo gatilla en ella cambios 
estructurales que resultan en que conserva su organización. Llamamos acoplamiento estructural a 
esta relación, y llamamos nicho al ámbito dinámico particular de encuentro de una unidad com-puesta 
con el medio. 
La relación de acoplamiento estructural es ‘un ocurrir espontáneo que ocurre o no ocurre’. 
Si ocurre entonces se logra una trasformación dinámica congruente entre la unidad y su medio tal 
que la unidad emerge como preservando su organización a cada momento en correspondencia es-tructural 
con su medio. Una unidad compuesta sólo puede conservar su existencia en la medida en 
que el medio que lo contiene y hace posible, mediante el surgimiento de un nicho como ámbito de 
encuentro congruente, permite que se conserve su identidad de clase en el fluir de una matriz opera-cional- 
relacional a través de interacciones recurrentes y recursivas de transformaciones estructura-les 
que no alteran su organización. Pero esto no es algo que la unidad “haga” sino sólo algo que le 
sucede, ya que su distinción es histórica y no pragmática. En los seres vivos esto se denomina adap-tación, 
y la adaptación es lo que busca constantemente conservar un ser vivo en la deriva del fluir 
de su vivir ‘una vez que ya se ha adaptado’.
7. Dominios de existencia: Una unidad compuesta existe y opera en dos ámbitos o dominios de e-xistencia 
disjuntos: esto es, en el ámbito o dominio del operar de sus componentes, y en el ámbito o 
dominio de su operar como totalidad en interacciones en el medio que la contiene. 
La unidad compuesta interactúa a nivel relacional a través del operar de sus componentes y 
opera a nivel de componentes a través de las interacciones con los agentes externos, en donde el 
operar de cada componente, y sus relaciones, tiene consecuencias en el operar como totalidad y las 
relaciones de la totalidad opera en consecuencias en cada uno de los componentes que le constitu-yen. 
La relación es recursiva: lo local afecta a lo total y éste luego a lo local nuevamente, y esto una 
vez más a lo total. Pero ambos dominios son disjuntos, ya que a nivel operacional se es ciego sobre 
lo que ocurre a nivel relacional y en el dominio en el que opera como totalidad se es ciego al operar 
de los componentes y sus relaciones. Sólo se pueden establecer correlaciones generativas entre lo 
que sucede en ambos dominios en base a distinciones históricas, no deducciones lógicas que bus-quen 
reducirlos fenomenológicamente. 
8. Presente en continuo cambio: Una unidad compuesta (o sistema) opera en su dinámica interna 
en cada instante según sus coherencias estructurales de ese instante, en un fluir de cambios sin al-ternativas, 
y en una dinámica estructural que ocurre como un continuo presente cambiante en el 
que no hay ni pasado ni futuro. Los seres vivos existimos en un continuo presente cambiante; es el 
cosmos mismo en su surgir desde el explicar las coherencias operacionales del v ivir del observa-dor, 
el que ocurre como un continuo presente cambiante en un continuo tránsito evanescente. 
Todo sistemas determinado en su estructura carece de temporalidad intrínseca. Todo siste-ma 
determinado estructuralmente lo estará en cada dominio diferente de su operar según las cohe-rencias 
locales que correspondan a ese instante de su ocurrir. Y sólo en una segunda fase un obser-vador 
puede hablar de predicción, ya que para ello se necesita una ‘computación’ que incluya todos 
los elementos y relaciones que están involucrados en la generación de las regularidades de su deve-nir 
histórico. En principio todo sistema determinado estructuralmente es predecible, pero en lo 
fáctico muy pocas veces el observador está en conocimiento directo de los procesos involucrados en 
el operar, o indirecta-mente de sus nociones probabilísticas, a modo de describir o evocar las regu-laridades 
de su operar en un dominio determinado. 
9. Sistemas cerrados: Cada vez que un observador distingue una unidad compuesta constituida 
como totalidad como un conjunto de elementos que interactúan entre sí de modo que cuando actúa 
sobre uno de ellos actúa sobre todos, distingue un sistema dinámico cerrado. 
Cuando un observador distingue un sistema cerrado lo hace tanto en su dominio local como 
global a través de la distinción de la matriz operacional-relacional en que sus propios componentes 
operan y existen. Pero lo peculiar de un sistema cerrado es que lo es sólo en un ámbito de dinámica 
de relaciones interna que le constituyen como tal, ya que en las dimensiones relacionales éste opera 
necesariamente como totalidad en la realización de su identidad dentro del medio que lo contiene, 
abierto a cambios que le permitan correspondencia estructural con su nicho. 
RECURSIÓN REFLEXIVA 
(p.165) 
Todo lo que se ha dicho, expresan Maturana y Dávila, surge en el operar de ellos como observado-res 
al hacer distinciones, mediante coordinaciones recursivas de haceres consensuales, sobre las ab-stracciones 
de las coherencias operacionales y relacionales que nacen con ellos como ámbito cogni-tivo 
de habitar localmente en una matriz operacional-relacional mayor de existencia que trasciende
su operar particular pero que bajo ningún caso es independiente de él. O lo que es lo mismo, el fun-damento 
último de éstas abstracciones no es un grupo de identidades trascendentes-independientes 
sino las coherencias experienciales del propio vivir, con la forma de “s i esto ocurre entonces ocurre 
esto otro” (por ejemplo, si AB y BC entonces AC), que es, dentro de todo, lo único que po-demos 
decir. 
LEYES SISTÉMICAS EN EL ÁMBITO BIOLÓGICO 
(pp. 166-173) 
Las leyes sistémicas que Humberto y Ximena presentan continuación corresponden a una abstrac-ción 
de las coherencias operacionales y relacionales en las cuales un observador distingue que un 
ser vivo constituye, realiza y conserva su vivir a través de su acoplamiento estructural organismo-nicho 
con el medio que lo contiene y lo hace posible en su dinámica autopoiética. Las Leyes Sis-témicas 
del Ámbito biológico son las siguientes: 
1. Espontaneidad del vivir: Cuando en un ámbito molecular surge un conjunto de moléculas que 
interactúan entre sí constituyendo una red cerrada de producciones moleculares que produce las 
mismas clases de moléculas que la componen, moléculas que en sus interacciones generan recursi-vamente 
a la misma red de producciones moleculares que las trajo a la vez que realizan sus límites 
como un sistema molecular que opera como una unidad discreta que produce y especifica su propia 
extensión, y además todo esto ocurre en un continuo flujo molecular a través de ella, surge un sis-tema 
autopoiético molecular. Esto es, surge un ser vivo. 
Nada hace al vivir, éste simplemente sucede. Es espontáneo. Y no se trata de que los seres 
vivos “tengan” autopoiesis molecular, ya que los seres vivos “son” autopoiesis molecular. En sen-tido 
estricto, la autopoiesis sólo se sostiene como tal en un ámbito molecular ya que la espontanei-dad 
que requiere en su operar sólo se obtiene de la agitación molecular. 
2. Organización e identidad: Una unidad compuesta existe como totalidad sólo en tanto se conser-va 
la organización que define su identidad de clase a través de los cambios estructurales que ocu-rren 
en ella como resultado de su dinámica interna, o gatillados como resultado de sus interaccio-nes 
con elementos del medio que la contiene. La organización que define la identidad de clase de 
un ser vivo es la autopoiesis. Un ser vivo vive sólo en tanto se conserva su autopoiesis. 
Todo lo que le ocurre a un ser vivo en su vivir le ocurre como un fluir de cambios estructu-rales 
en los que se conserva espontáneamente su autopoiesis sin designio, ni propósito ni intención; 
ya que éstas son nociones que nacen con la ‘comprensión’ de la sensorialidad del presente cambian-te 
continuo en el que se está inmerso, desde un dominio relacional en el que se convive en redes de 
conversaciones. La finalidad no es una distinción de la operacionalidad del vivir sino una manera de 
describir y evocar las conductas de la totalidad del organismo en su relación con el medio. 
3. Adaptación: Una unidad compuesta existe como una unidad compuesta de una cierta clase sólo 
en tanto sus interacciones en el medio en el que opera como totalidad, gatillan en ella cambios es-tructurales 
a través de los cuales conserva la organización que define su identidad de clase. Si esto 
no ocurre la unidad compuesta se desintegra y algo diferente aparece en su lugar. La conservación 
de la congruencia operacional entre organismo y medio que ocurre en el fluir de la conservación 
del vivir es la relación de adaptación entre organismo y medio. La conservación de la relación de 
adaptación entre el ser vivo y el medio, en su operar como organismo, es una condición necesaria 
para la realización y conservación del vivir.
Un ser vivo vive sólo en tanto el medio que lo contiene gatilla en él cambios estructurales a 
través de los cuales se conserva su autopoiesis. Si ésta relación de congruencia dinámica de trans-formación 
(acoplamiento estructural) entre el organismo y su nicho no se conserva el ser vivo mue-re, 
y si sí se conserva entonces hay adaptación y el ser vivo vive. 
4. Determinismo estructural del vivir: Los seres vivos en tanto entes moleculares autopoiéticos 
operan y se conservan en su operar como entes determinados en su estructura, y todo lo que sucede 
con ellos ocurre en el curso de sus cambios estructurales en la realización de su autopoiesis mole-cular 
mientras su autopoiesis molecular se conserva a través de esos cambios estructurales. 
El ser vivo y su medio (en el que se realiza y conserva) operan en dominios diferentes, dis-juntos 
y autónomos el uno del otro ya que cada uno presenta dinámicas de cambio estructural inde-pendientes, 
pese a que éstas se vuelven congruentes a través de modelaciones recíprocas, gatilladas 
recursivamente, en el fluir de sus cambios estructurales espontáneos que permiten su adaptación. Y 
el observador no es la excepción en esto ya que él sólo puede ver lo que su presente estructuralmen-te 
determinado le permite ver, sea cual sea el estado estructural de los dominios que rodean su en-torno 
relacional. 
5. El no-tiempo: Como sistemas determinado en nuestra estructura los seres vivos existimos en el 
no-tiempo, en un presente en continuo cambio estructural en el que cada nuevo momento del pre-sente 
surge como modificación del momento presente que se vive. 
El tiempo no es una noción que ‘explique’ el dominio del operar particular de los sistemas 
vivos sino un ámbito imaginario creado por observadores que conviven en el conversar como modo 
de conectar sucesos que distinguen en su vivir cultural, como un antes o un después en el fluir de 
transformaciones (recursivas) que se dan en su mismo dominio relacional de existencia (en el que 
operan como totalidad). Pasado y futuro son proposiciones explicativas que buscan conectar varios 
procesos como modo de vivir el propio vivir explicativo en el lenguajear, permitidas por nuestra 
biología ya que ‘el operar neuronal trata de la misma manera las correlaciones senso-efectoras 
que provienen de una sucesión espacial de sensaciones que las que provienen de una separación 
espacial de sensaciones’, de modo que ambas formas de sensorialidad son modos de movernos en 
el vivir como una forma de vivir el fluir su presente en el no-tiempo biológico autopoiético a través 
del explicar cultural en el lenguajear. 
6. Ocurre lo que ocurre: Un ser vivo como sistema determinado en su estructura hace en cada ins-tante 
lo único que puede hacer en ese instante según sus coherencias estructurales de ese instante 
en su continuo surgir en un presente continuo en continuo cambio. Los seres humanos, y el cosmos 
que traemos a la mano en nuestras distinciones y explicaciones, existimos en un presente cambiante 
continuo. 
En nuestro vivir explicativo los seres humanos vivimos (biológicamente) como emergiendo 
a cada instante de la nada, una nada de la que no podemos hablar porque convivimos (culturalmen-te) 
en redes de conversaciones que se fundan sobre la noción recursiva de la temporalidad histórica. 
Pero si bien las conversaciones las hacemos, el vivir no, el vivir simplemente nos ocurre, nos pasa 
como nos pasa determinado estructuralmente por el momento en que nos pasa sin finalidad externa 
ni propósito ya que ocurre perfecto en su ocurrir. 
LEYES META-SISTÉMICAS 
(pp. 174-182)
Ya se han presentado la leyes básicas, generales y del ámbito biológico. Las que se presentarán a 
continuación tienen que ver con el ámbito cultural que surge y se conserva en el vivir humano con 
el operar de observadores en el observar al abstraer las regularidades de su experiencia sistémica a 
través de la reflexión. Por ello se hará referencia a las abstracciones que tienen que ver con el fluir 
del vivir humano en un flujo de continuos cambios relacionales en los que está inmerso él y el 
cosmos que trae a la mano en su operar. 
Desde la consciencia de que domos el instrumento de explicación y lo explicado, a la vez, presenta-mos 
las siguientes Leyes Meta-sistémicas: 
1. Historia y deseos: El curso que sigue la historia de los seres vivos en general, y los seres huma-nos 
en particular, surge momento a momento definido por los deseos y preferencias que determinan 
lo que el ser vivo o ser humano hace y conserva o hace y desdeña en su vivir relacional, y no por lo 
que usualmente llamamos recursos u oportunidades como si estos fueran recursos u oportunidades 
en sí. Algo es un recurso o es una oportunidad sólo si lo quiere o desea. 
Los seres vivos siguen un curso en su deriva evolutiva que no está guiado por las conse-cuencia 
de sus actos, su utilidad o función, sino por lo que ellos quieren, ya que el resultado de un 
proceso no puede formar parte del origen del proceso que le dio origen a él. 
2. El centro del cosmos: Todo ser vivo opera en su vivir en todo momento como centro de la matriz 
relacional en que se da su vivir y que surge con su vivir y que en el vivir humano será la Matriz 
Biológico-Cultural de su existencia. 
Como seres vivos humanos somos sistemas determinados en nuestra estructura, de modo 
que todo cambio en nosotros está definido por nosotros mismos y no en referencia a algo externo, 
aunque aquello sí pueda gatillarlo. Todo ser vivo vive su dinámica estructural en acoplamiento es-tructural 
con un medio al cual se mantiene ciego ya que vive en base al ‘operar efectivo de su sen-soria 
lidad’ (que permite su adaptación), y no en referencia a lo externo, de modo que todo el 
ámbito en el que él se desenvuelve no es otra cosa que la “expansión de su corporalidad”; todo lo 
que tiene un ser vivo en su vivir es su operacionalidad. Lo externo sólo nace en la distinción del 
observador que lo observa y de lo cual será consciente sólo si su cosmos se entrecruza con las ma-triz 
relacional que crea el cosmos del ser vivo observado. 
Por esto Humberto y Ximena dicen que somos el centro: porque nosotros mismos somos to-do 
lo que tenemos y desde donde se crea todo a la hora de traer a la mano el cosmos desde el cual se 
crean nuestras transformaciones biológicas y culturales. Y si bien todo ser vivo opera como centro 
del cosmos que trae a la mano en su vivir , como modo de hacer su vivir, sólo los seres humanos, 
que operamos en distinciones reflexivas en el lenguajear, somos conscientes de ello. Por esto “el 
ser humano no es la medida de todas las cosas, sino el vivir humano e l origen de todas las cosas” 
(p.177). 
3. Ser vivo y medio: Un ser vivo y el medio que lo contiene cambian juntos de manera congruente 
como el resultado espontáneo de sus interacciones recursivas sólo si en el fluir de cambios estruc-turales, 
que esas interacciones gatillan en ambos, el ser vivo conserva su autopoiesis y su relación 
de adaptación al medio en su nicho. Si esto deja de suceder el ser vivo muere, y si no muere, su vivir 
sigue un curso orientado por el bien-estar relacional en relación con su medio. 
El vivir no es sólo lo que surge y se realiza, sino además lo que se conserva. Sólo hay vivir 
si los seres vivos conservan su autopoiesis en el fluir de interacciones recursivas que generan trans-formaciones 
recíprocas congruentes con el medio que los contiene. Sólo hay vivir allí donde existe
el acoplamiento estructural como forma congruente de interacciones que genera un nicho que con-serva 
las condiciones para el operar de la autopoiesis. El organismo no existe fuera de la relación 
organismo-nicho, ya que el organismo no puede conservar su autopoiesis fuera de un medio que lo 
contenga y lo haga posible en su vivir. El organismo es un continuo cambio estructural en búsqueda 
del bien-estar de sí mismo y eso es lo que guía el curso de su vivir, de modo que la orientación que 
define cada organismo para acoplarse estructuralmente a su medio en la búsqueda de su bien-estar 
es lo que lo diferencia de los demás, ya que se ‘orientan y acoplan’ de forma diferente. 
4. Siempre hacemos lo que hacemos : Los humanos siempre hacemos lo que queremos hacer, aún 
cuando digamos que no quereos hacer lo que hacemos. Cuando hacemos lo que decimos que no 
queremos hacer, lo hacemos porque al hacerlo esperamos conservar algo que pertenece a un do-minio 
diferente de aquel en que decimos que no queremos hacer. 
Un ser vivo hace lo único que puede hacer en un instante cualquiera como resultado de su 
vivir en un instante estructuralmente determinado y en relación de congruencia operacional con un 
medio en la formación de una armonía arquitectónica mayor. Un ser vivo siempre desea conservar 
el bien-estar relacional organismo-nicho. En el caso de los seres humanos la situación no es dife-rente, 
sólo que como parte de la biósfera mayor tenemos una antropósfera que nos envuelve y que 
creamos momento a momento con nuestro hacer ‘reflexivo y explicativo’, por lo que el ser vivo hu-mano 
es el único que hace pudiendo tener consciencia de lo que hace y eso es parte de su propio de-terminismo 
estructural, en el sentido de que se acopla no sólo biológicamente sino además cultural-mente; 
de modo que sus preferencias lo llevan a aceptar en emoción sentires de ambos dominios. 
5. El presente: El devenir del vivir de un ser vivo ocurre en la realización de su autopoiesis en un 
curso sin alternativas, sin pasado ni futuro en un presente cambiante continuo. Todo ser vivo opera 
en cada momento del devenir de su vivir de la única manera que puede operar en ese momento se-gún 
sus coherencias estructurales de ese momento en su continuo presente cambiante. 
Nada es bueno o malo en el vivir del operar de los seres vivos en la realización de su auto-poiesis. 
La autopoiesis opera o no opera; se vive o no se vive; se vive y se conserva el vivir o se vi-ve 
y no se conserva el vivir y se muere. Lo deseable o indeseable, operando la autopoiesis y vién-dose 
el vivir que se vive (sea cual sea en éste su orientación o acoplamiento), aparece desde la mira-da 
de un observador, en un dominio relacional compuesto de redes de conversaciones, como apre - 
ciaciones expresadas producto de una comparación de dos sistemas, en el cuál se escoge cuál es el 
que se prefiere más. Pero esto no altera el operar de nuestro vivir, debido a que cada mundo que 
creamos en nuestras conversaciones (dualidades: lo bueno y lo malo; el pasado y el futuro) son par-te 
de las transformaciones estructurales espontaneas de nuestro presente continuo cambiante que 
permiten nuestro acoplamiento estructural en congruencia con la conservación operacional de nues-tra 
autopoiesis. La explicación en base a la temporalidad sobre el presente no lo reemplaza, tan sólo 
dice qué sucesos concatenados operan de modo que se llega al presente que se busca explicar. 
6. Autopoiesis: Todo lo que ocurre en el fluir del vivir de un ser vivo ocurre como un continuo re-sultar 
en el presente cambiante continuo de la continua realización de su autopoiesis según su mo-do 
particular de vivir como organismo en el ámbito relacional (nicho) en que opera como totali-dad. 
En el caso de los seres humanos su modo particular de vivir es el conversar, esto es, un con-vivir 
en coordinaciones de coordinaciones de haceres y emociones, y todo lo que los seres humanos 
hacen ocurre en redes de conversaciones. 
La autopoiesis se conserva no sólo dentro de un nicho biológico sino además como parte de 
un mundo cultural. La temporalidad, la historia, las intenciones y explicaciones (el fenómeno de re-cursión 
en general) son parte de los mundos que traemos a la mano como Homo sapiens-amans
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  • 1. SÍNTESIS Habitar Humano En seis ensayos de Biología-Cultural de Humberto Maturana y Ximena Dávila por David Alcántara
  • 2. Datos sobre la versión del libro de síntesis Editorial: J. C. Sáez editor, Santiago Traducción: Sin traducción Edición: Primera, 2008 Páginas: 394 ISBN: 978-956-306-041-6 Datos sobre detalles de la redacción  Las páginas citadas, todas, están indicadas con la abreviación “p.” y entre paré-ntesis.  En aquellos casos que se usa doble “pp.” se hace referencia a todas aquellas páginas que se comprenden entre ambos números de página inmediatamente señalados, con ellos incluidos.  Las frases que se encuentren entre los símbolos “” se refieren a una interpre-tación, no literal, sobre ciertas ideas que se encuentran en su página correspon-diente.  Las frases que se encuentren escritas en cursiva pueden referirse a dos cosas: si se trata una o dos palabras entonces son consideradas importantes y por ello son des-tacadas, pero si es una frase o un párrafo, o más párrafos, entonces es una reescritura literal de aquello que se encuentra en la página correspondiente, con excepción de los paréntesis que no se encuentran en cursiva.  Aquellas frases continuadas por tres puntos (…) expresan una conexión indirecta entre las ideas que se proponen, esto es, una forma de expresar que ambas escrituras forman parte de la cita que les acompaña pero que, a su vez, poseen contenido intermedio en el libro original que no se consideró necesario citar.  El número de las figuras no respeta el orden original del libro, son una adapta-ción propia de éste documento.  Las páginas citadas debajo de los títulos corresponden a la extensión del capítulo en el libro original.  Según regla APA de citación, la abreviación Ibíd. (Íbidem) hace referencia a la última cita utilizada.  Si bien el documento es un diálogo entre co-autores, ésta síntesis está escrita en tercera persona, con excepción de aquellas citas literales del texto que se ofrecerán en cursiva. Los paréntesis sin cursiva, entremedio de las citas lite-rales, también son de mi autoría.
  • 3. HABITAR HUMANO en seis ensayos de Biología-Cultural
  • 4. INTRODUCCIÓN (pp. 23-29) Todo lo que hacemos, todos los mundos que vivimos y todas las interacciones en la que nos envol-vemos forman y son parte de una antropósfera como modo humano de habitar en la biósfera, dentro de un ámbito de coherencias ecológicas en donde surge, se realiza y conserva lo humano en el deve-nir evolutivo. Toda transformación estructural de la biósfera afecta la antropósfera, y todo cambio arquitectónico de la antropósfera afecta a la biósfera. Pasemos a señalar un par de características del vivir humano como modo de habitar la biósfera: i. los seres humanos somos seres en continua transformación recursiva, por ende somos entes históricos; ii. existimos en un presente a cada instante, y es allí donde implicamos las tramas históri-cas como ámbito explicativos que dan cuenta de cómo se originó ese presente; iii. todo ser vivo, todo ser vivo humano y todo el cosmos existen como un presente de cam-bios estructurales entrelazados y continuos; iv. por todo lo anterior, el pasado y el futuro son sólo dos modos de vivir el presente cam-biante continuo que se vive: pasado como un ámbito explicativo de sus coherencias (desde sus coherencias) y el futuro como extrapolación un ámbito generativo de posi-bilidades de transformación de sus coherencias (también desde sus coherencias). El devenir evolutivo sigue un curso definido, generación tras generación, en la conservación de dos modos: uno es el vivir, ya que en la conservación del vivir está la posibilidad del vivir en todo ser vivo, y el otro es un habitar específico como modo particular de vivir su vivir, según la conserva-ción de cierta identidad de clase u organización. Y éste último, la conservación de un vivir particu-lar como modo de habitar, es guiado momento a momento desde una configuración de sentires rela-cionales íntimos hacia la coordinación de haceres y sentires que llevan al ser vivo a un continuo desplazarse en la búsqueda de un medio que le permita su vivir (‘buena tierra’; nicho); de no con-cretarse éste encuentro el ser vivo muere. A vista de un observador el ser vivo siempre aparece en el fluir de su plano relacional asociado a conductas y elecciones que lo definen, siempre que el observador opere en el mismo dominio, y por ello es que siempre que se distingue en un dominio relacional a un ser vivo necesariamente se dis-tingue conjunto con él la trama operacional-relacional que involucra el habitar psíquico en el cual éste se desenvuelve en su nicho. Y si bien no se puede describir el habitar psíquico de las familias ancestrales, ya que no poseemos lo procesos generativos necesarios para su explicación, sí podemos evocarlos señalando cómo podrían haberse comportado hasta llegar a conformarse como aquello con lo cual nos topamos ahora, procesos que sí podemos describir con más detalle. Lo primero que podemos señalar es que no es el vivir en coordinaciones consensuales recursivas de haceres (lenguajear) lo que necesariamente implica dominar, controlar o destruir aquello que se busca explicar, describir o conocer. Los que nos guían hacia la separación del mundo que traemos a la mano son nuestros sentires. Los que disciernen entre la estética y el placer del convivir con res-pecto a placer de la dominación y el mal-estar no es el lenguajear sino nuestra configuración parti-cular de sentires íntimos que priman en el dominio relacional de nuestro convivir. ¿Qué es lo que ocurrió exactamente en el fluir de nuestros sentires en la historia tal que vivimos nuestros diferentes vivires tal y como nos suceden? Humberto Maturana dice que no podremos sa-berlo con exactitud pero que sí podemos mirar nuestro habitares actuales, que seguramente provie-nen de la conservación de sentires ancestrales, y reflexionar sobre sus fundamentos biológico-cul-turales a modo de decidir cuál es el curso que deseamos tomar ahora.
  • 5. Siempre fuimos parte de la naturaleza, hasta que la fragmentamos en un análisis destructivo de su carácter sistémico-sistémico y reducimos nuestro habitar a parámetros lógicos que nos dejan ciegos ante la comprensión recursiva del cosmos. Y es por esto que el podemos afirmar que el principal propósito de éste libro no es presentar sucederes des-compuestos e independientes, sino evocar imaginativamente en la reflexión habitares que en su ocurrir están entrelazados los unos a los otros dentro de una dimensión sistémico recursiva que abarca todo el cosmos que nace con nuestro hacer. “Los seres vivos, y los procesos que los realizan como organismos en su operar e interactuar como totalidades generando procesos recursivos que dan origen a dominios operacionales-relacionales disjuntos intrínsecamente nuevos, ocurren todos como dinámicas evanescentes que surgen en un continuo fluir sistémico recursivo de sucederes entrelazados que no constituyen un mosaico de entes, ni procesos o conceptos que se relacionan en su operar como entidades discretas independientes. (p.28)” El observador entonces no distingue procesos aislados ni entes independientes, sino s iempre diná-micas operacionales y/o relacionales que forman parte de una matriz recursiva de sucederes evanes-centes espontáneos que surgen entrelazados a cada momento por procesos diferentes y disjuntos que a su vez forman parte en su operar de nuevos procesos que se entrelazarán con nuevos dominios disjuntos y diferentes, en el fluir de una dinámica de transformaciones continuas sin fin. Y el obser-vador comprende esto en una dinámica reflexiva en el lenguajear que también ocurre como un su-ceder evanescente orientado en un fluir sistémico-sistémico en un dejar de ser inconsciente, donde forma parte de algún habitar psíquico que nace a cada momento de la memoria histórica que se con-serva continuamente en su vivir y convivir. “Si al mirar un remolino que surge en el fluir de un río, intentamos ver sus bordes mientras se mueve como una unidad arrastrado por la corriente, veremos que no lo vemos, y que en sentido estricto no los tiene, pues el remolino tiene presencia sólo en la dinámica que lo constituye en su ocurrir como un aspecto del río, siendo el río sin ser él. Así es el suceder de nuestro vivir. (p.29)” ENLACE I (pp. 30-31) El ensayo que se presenta a continuación abordará un evocación sobre el devenir del vivir humano desde tiempos ancestrales hasta el presente, bajo el entendimiento de que si bien las eras psíquicas que se expresan como reflejo de las matrices relacionales que configuran nuestros sentires íntimos cambian a lo largo del tiempo, permanece siempre intacta la conservación del vivir mismo en tanto que siempre abre espacio para que todo cambie en torno a él. O lo que es lo mismo, desde tiempos ancestrales todo ha cambiado en el vivir humano, como fruto del fluir del emocionear entrelazado con lo que se piensa y hace, en tanto cada unos de esos cambios permite a su vez que se conserven las regularidades del vivir (autopoiesis). En sus inicios el habitar humano era en la espontaneidad del placer en la compañía del otro, lejos de justificaciones de por qué sí o por qué no actuar de ese modo, y ya pasados los siglos vemos como inclusive se crean ámbitos del lenguajear que operan sobre la proposición de preguntas incontesta-bles que sólo pueden ser contestadas a través de la invención de supuestos aprióricos trascendenta-les- independientes que suelen negar y generar ceguera sobre los fundamentos sistémicos recursivos de la antropósfera; tendiendo en cuenta que una pregunta es incontestable cuando ‘no es posible contestarla operando desde las coherencias experienciales del dominio del vivir del observador en que fue formulada’. Éste ensayo es una invitación a un vivir ético en el mutuo respeto fundado en nuestra biología (del Amar y del Conocer).
  • 6. HABITAR HUMANO en seis ensayos de Biología-Cultural I ERAS PSÍQUICAS DE LA HUMANIDAD Ximena Dávila Yáñez y Humberto Maturana Romesín
  • 7. INTRODUCCIÓN (pp. 35-38) El devenir evolutivo que dio origen los seres vivos, y en el que se realizan y conservan hasta el día de hoy, se orienta a cada instante por lo que un observador ve como una configuración de sentires relacionales íntimos (emociones), tales como los deseos, las preferencias o los gustos, que guían el fluir relacional-operacional en coherencias estructurales internas y externas que se orientan al bien-estar psíquico-corporal del mismo, pese a que ocasionalmente se generen espacios de mal-estar. Desde las preguntas reflexivas Humberto y Ximena piensan que se abre la mirada y expande la conciencia de las coherencias organismo-nicho, en forma de nicho-psíquico-relacional, y desde allí dilucidamos que lo fundamental en el convivir evolutivo del ser humano, en tanto ente biológico-cultural, son las configuraciones de emociones, ya que ellas son las que dieron origen a los diversos espacios psíquicos en los que hemos habitado. De este modo reconocemos que cada era psíquica está determinada momento a momento por el propio habitar en el cual se vive, y éste a su vez por un trasfondo de histórico. Las eras psíquicas son entonces una “dinámica histórica de transformación integral de la psiquis humana” (p.37). Están fundadas en lo mítico y esto en una dinámica recursiva que permite que la sabiduría no sólo se transmita cíclicamente sino además como forma de ampliación de conciencia respecto de la evocación a las coherencias sistémicas-sistémicas con respecto al mundo natural y con respecto a la propia historia humana. De este modo comprenderemos, que si bien hablamos en distintas instancias de diferentes momentos psíquicos de la humanidad, cada vez que exista un cam-bio (transformación) fundamental de conciencia entonces se vislumbrará en cada uno de ellos un carácter común que corresponde a la dinámica cíclica de origen, cambio y vuelta al origen, de modo que un nuevo ciclo sólo puede comenzar en el estado de conciencia que caracterizó a su ciclo an-terior en su propio origen, el cual corresponde al estado de sentirse como parte del todo; como pert-eneciente a las coherencias sistémicas totales. Los autores llaman a esto la dinámica mítica-cíclica de la existencia humana. ERA PSÍQUICA ARCAICA (pp. 39-41) Dinámica emocional fundamental: El amar como suceder espontaneo Surgimiento: El surgimiento de esta era es el surgimiento de lo humano, y esto ocurre en la espon-taneidad íntima de la convivencia familiar como un modo de alcanzar el bien-estar psíquico-corpo-ral mediante el compartir caricias en el placer de la compañía, hace no menos de tres millones de años atrás. Surge el lenguajear como un modo de hacer cosas juntos en forma de coordinación re-cursiva consensual de conductas sobre la base de una emoción básica fundamental que es el amar. Más tarde el lenguajear se entrelaza al fluir del emocionar como una forma de conversar que ca-racterizará el convivir humano en su transmisión transgeneracional como un linaje común. Características: La era arcaica aparece cuando surgen de modo espontáneo habitares psíquicos que se caracterizan como redes de conversaciones cerradas que se fundan en el fluir del emocionar del amar y que no traen consigo, ni consiente ni inconscientemente, la psiquis del mal-estar en el de-samar. Se distingue una constante expansión recursiva-espontanea del convivir generador de mun-dos como una forma no pensada de vivir y convivir en la unidad operacional organismo-nicho en la
  • 8. co-laboración y la co-inspiración. Las regularidades del ocurrir de sus vidas les hace pensarlo todo como algo dado de hecho. Su linaje se constituye como el de los Homo sapiens-amans amans. Decaimiento y transición: Se vive en las coherencias del reino de Dios hasta que aparecen incohe-rencias al generarse las nociones explicativas que buscan concordancia en la unidad saber-hacer del vivir cotidiano. Desde allí se da un cambio desde la espontaneidad del suceder al intento de explicar los sucesos del ocurrir, el amar se expande como dimensión relacional intangible que funda el vivir y convivir desde el explicar. De un momento a otro, ya no todos son iguales. ERA PSÍQUICA MATRÍSTICA (pp. 42-45) Dinámica emocional fundamental: El amar como un convivir deseado. Surgimiento: Con la creación del cosmos como constructo explicativo del mundo que se habita surge la visión de una madre, desde el cuestionamiento sobre las coherencias de los sucederes del vivir, como aquella encargada de la re-novación de la unidad cíclica del existir. Surgen cuestiona-mientos urgentes e incontestables desde el operar humano fáctico pero que aún así son respondidas desde dimensiones intangibles y enajenantes soñadas desde las configuraciones de sentires relacio-nales íntimos que brotan del convivir cotidiano. Características: El amar no sólo es suceder espontaneo sino además un convivir deseable. De este modo, la era matríztica se caracteriza no sólo por la espontaneidad sino además por un pensar co-mún que generan, mediante redes cerradas de conversaciones, nociones explicativas que fundan el amar como camino para el bien-estar relacional. La reflexión se orienta a conservar la generación de una cultura que es sustentada desde un orden divino inmanente, que si es perturbado ya no re-sulta acogedor. Se vive en confianza en la conciencia de las coherencias del vivir en el mundo divino-natural. Decaimiento y transición: Se desvanece la configuración de sentires relacionales que entregaban confianza en las coherencias del suceder espontaneo y reflexionado sobe el mundo, y en su lugar surge una psiquis de desconfianza sobe el orden del mundo divino-natural que los lleva a la pérdida del bien-estar acogedor del cual se era parte, suplantándose por los sentires de control y jerarquía. ERA PSÍQUICA DEL APODERAMIENTO (pp. 46-48) Dinámica emocional fundamental: Apropiación de la verdad y veneración de la autoridad. Surgimiento: Comienza cuando se genera ‘adicción’ al poseerlo todo sin importar lo demás y los demás. Nace en el vivir cotidiano como una manera de vivir lo cotidiano, y aparece junto con el despertar de la consciencia de las capacidades manipulativas (corporales o psíquicas) y al adictivo deseo de ser servido y servir: ser servido para poseer poder y servir para renunciar a la responsa-bilidad. Su origen está en la pérdida de la confianza en las coherencias del orden del mundo divino-natural y natural en que se vive y convive. Características: Su esencia es la generación de una jerarquía estricta que se rige por el control, servilismo y poder de autoridad. Anula la confianza, la espontaneidad, la co-inspiración y la co-
  • 9. laboración. Elimina la aceptación recursiva y la cambia por la negación recursiva. Abre paso a la inseguridad y la discriminación sustentadas por el ‘adictivo’ deseo de poder. Y luego de generar todo esto se ofrece la confianza recién perdida mediante un acto de control del propio medio natural que les rodea. Hay dos formas particulares de vivencia de ésta era: Homo sapiens-amans agressans (fundada en la emoción de la agresión; deseo de violencia) y Homo sapiens-amans arrogans fundada en la emoción de la arrogancia; deseo de omnipotencia). Decaimiento y transición: Ambos linajes están destinados a extinguirse en el tiempo, ya que el único que se funda en la emoción del amar como modo de alcanzar el bien-estar psíquico-corporal es el Homo sapiens-amans amans. Pese a esto, ésta era no decae y se fortalece en el uso de la razón para dar paso a la era moderna. ERA PSÍQUICA MODERNA (pp. 49-50) Dinámica emocional fundamental: Dominio de la autoridad y la enajenación en el poder. Surgimiento: La configuración de sentires relacionales se orienta en la seguridad de sentir que se conoce la verdad y la realidad mediante la ciencia y la tecnología. Se siente que se puede dominar el devenir natural real y que de hecho se le domina. Comienza a divinizarse la razón y a desplazarse la comprensión. Se crean los en sí como entidades objetivas invariables. Características: Confianza ya no en la armonía con un mundo natural sino en la posibilidad de controlar el medio en el que se vive mediante el uso de la razón universal y la verdad. Se confía en que el conocer la realidad permitirá generar bien-estar mediante la razón, y desde allí se crean justificaciones políticas-filosóficas que justifican la conservación de los linajes Homo Sapiens-amans agressans y arrogans. Se cree saber lo que es bueno para otro sólo mediante la razón, de modo que se justifica la dominación como forma de piedad ante la “ignorancia” del otro. Decaimiento y transición: Ésta era se fortalece en el dominio explicativo-imaginario de la razón sobre el control del mundo natural para dar paso a la era post-moderna. ERA PSÍQUICA POSTMODERNA (pp. 51-53) Dinámica emocional fundamental: Dominio de la confianza en el saber que se sabe lo que se cree que se sabe. Tentación de la omnipotencia, cegueras en el saber que se sabe lo que se dice que se sabe. El saber no es comprensión, sino un sentir que se siente cuando no se duda sobre lo que se dice sa-ber que se sabe. El conocer no es sobre las coherencias fácticas del vivir, sino sobre lo que otros dicen que es adecuado saber según su pensar. El entender no es un abstraer coherencias experiencia-les sobre lo cual el saber hace sentido como lo que se sabe, sino un saber y conocer el entorno en el cual los otros dicen que algo es válido como tal. Surgimiento: La cultura es dominada en su totalidad por la ciencia y la tecnología. Surge la emo-ción de creer poder hacer todo desde el dominio fundado de lo que imaginamos creer saber, en donde todo sólo es (en sí). Surge la hegemonía del liderazgo como forma de obligar a los otros a
  • 10. cumplir la adicción de algunos de hacer todo lo posible que se cree que se puede hacer y de su-plantar la co-inspiración como modo inspirador de convivencia y se reemplaza el respeto por sí mismo y por otros por un contrato. La tentación de la omnipotencia se ciega ante la legitimidad humana. Características: Justificación racional del progreso y la innovación como único ámbito posible de habitar en bien-estar, aunque para alcanzarlo se haga desde el sentir de la irresponsabilidad, la des-honestidad y la manipulación. Ceguera intencional ante la generación de dolor y sufrimiento ajeno en la antropósfera producto de un “no querer ver” la responsabilidad ética. Decaimiento y transición: El fanatismo moralista en el desamar de los líderes que guían la máqui-na del progreso no logran acabar con la intimidad amorosa que se genera en la relación materno-infantil de las familias, de modo que el amar aún existe como ámbito deseado para el convivir hu-mano. Se reflexiona sobre el propio vivir y se genera conciencia de la antropósfera, y la biósfera, como ámbito de coherencias ecológicas que ha sido descuidado, y de la objetividad como excusa fundante de la irresponsabilidad en el convivir humano. ERA PSÍQUICA POST-POSTMODERNA (pp. 54-61) Dinámica emocional fundamental: Surgimiento de la reflexión y acción ética consciente. El fin del liderazgo abre el camino al resurgir del bien-estar psíquico-corporal operacional-rela-cional de la confianza en la honestidad como fundamento ético del convivir en la psiquis de la post-postmodernidad, abriéndose el espacio para la responsabilidad deseable y deseada en el respeto por sí mismo y por lo otros en la generación de una ‘buena tierra’. Surgimiento: Comienza el desapego a las certidumbres y la orientación de la acción hacia la cons-trucción de un convivir armónico con la antropósfera (por lo tanto además con la biósfera que lo contiene y hace posible) producto del dolor que se ve en ella y que fue generado por la omnipoten-cia de las eras pasadas. Se desprenden las enajenaciones cognitivas de todo tipo y se da paso a una ampliación de la consciencia mediante reflexión responsable que nos permite darnos cuenta que todo el mal-estar que existe en la antropósfera, que es creada con nuestro propio hacer, fue gene-rado por nosotros mismos en nuestro hacer destructivo. Características: Audacia en la generación de responsabilidad ética (y social) consciente sobre las coherencias ecológicas de la antropósfera y la biósfera como medio que nos contiene y que nos hace posibles en nuestro vivir y convivir humano. Decisión de erradicar el mal-estar en el convivir que nosotros mismos hemos generado con nuestra propia configuración de sentires relacionales íntimos en la desconfianza de la armonía con el medio natural que dio origen a la confianza irre - flexiva sobre la omnipotencia del liderazgo. Búsqueda-rescate de la autonomía y libertad reflexiva que permite una red cerrada de conversaciones fundada sobre el flujo emocional del amar en el linaje Homo sapiens-amans amans como cúlmine de la “dinámica mítica cíclica” al crear el lina je consciente del amar, y de la renuncia del éxito y la utilidad, llamado el Homo sapiens-amans ethicus. Decaimiento y transición: Ésta era sólo se extinguirá si no existe la audacia suficiente para generar consciencia sobre el hacer propio y su generación de mundos de convivencia en el mal-estar o bien-estar, a modo de transformar la convivencia en pos de un vivir ético y responsable. Sólo se perdería la consciencia de la matriz biológico-cultural que se comprende en el vivir ético y responsable de la
  • 11. era post-postmoderna, que es el fundamento de todo en cuanto surge, se realiza y conserva el vivir humano, si se reconoce irreflexivamente la supuesta naturaleza trascendente de los valores en sí que arrastran consigo la utilidad y el éxito como objetivos del liderazgo propios de la era postmoderna. Reflexiones finales En la psiquis de la era post-posmoderna se comprende que se es biológicamente primero un ser a-moroso, y desde allí se vive en el desapego de la necesidad de la certidumbre sobre alguna verdad absoluta que niegue la posibilidad de la reflexión. Sólo en dicha era se presentan sentires íntimos tales como: - La consciencia de que lo que llamamos consciencia no es un en sí sino un fruto de la distin-ción reflexiva que brota desde la abstracción de las coherencias sistémicas-sistémicas ope-racionales- relacionales del vivir cotidiano del propio observador. - La consciencia de que sólo la libertad reflexiva y de acción libera el potencial creativo que se funda en nuestro ser biológico amoroso. - La consciencia de ser partes de una antropósfera, y por ende de una biósfera, que nos con-tiene y nos hace posibles como a la vez es creada por nuestro propio hacer humano, nos permite generar responsabilidad ética ecológica-espiritual. - La consciencia de que somos responsables del cosmos que traemos a la mano con nuestro vivir y convivir humano. Si bien no podemos saber exactamente cuál será el curso del devenir que seguirá el vivir humano una cosa sí es segura, y corresponde el punto en común de los sentires señalados recientemente: ‘el devenir humano, sea cual sea, surgirá en cada momento desde las dimensiones psíquicas que brota-rán de la configuración relacional de sentires íntimos que se han conservado en el devenir del pre - sente cambiante continuo hasta ese momento’. O lo que es lo mismo, nuestra existencia como entes biológico-culturales es el fundamento de todo nuestro sentir, pensar y hacer. La era post-postmo-derna es una oportunidad para no volver a negar la autonomía reflexiva, y de rescatar nuestra natu-raleza como seres amorosos En fin, todo devenir evolutivo y transformaciones de un ser vivo son guiadas por sus sentires ínt-imos y por la creación de sus dominios psíquicos que el observador ve como emociones en el es - pacio relacional. Todo convivir humano es riqueza recursiva que permite el operar del lenguajear entrelazado al emocionar como forma de conversaciones que definen una cultura particular, y que especifican a cada instante los sentires y haceres, y configuraciones de sentires y haceres, que fun-dan la psiquis biológico-cultural del propio convivir. “El futuro de la humanidad no son los niños, niñas u jóvenes, sino que somos nosotros los adultos con quienes ellos conviven, pues ellos a su vez serán como adultos, pareciéndose o diferenciándose de nosotros, según seamos nosotros como adultos en nuestro convivir con ellos” (p.61). APÉNDICE I (p.62) Las leyes sistémicas que permiten la ampliación de la conciencia biológico-cultural de la existencia humana en tanto seres vivos que generan sus propios mundos que habitan son las siguientes: 1. Todo lo dicho es dicho por un observador a otro observador que puede ser él o ella misma.
  • 12. 2. Todo lo hecho es hecho por un ser humano en el ámbito de la antropósfera que surge con él. 3. Cada vez que un conjunto de elementos comienza a conservar ciertas relaciones, se abre es-pacio para que todo cambie en torno a las relaciones que se conservan. 4. La historia de los seres vivos en general, y de los humanos en particular, ha seguido y sigue un curso definido a cada instante por los deseos, preferencias, ganas, emociones en general. 5. Todo sistema humano y no humano opera perfecto cuando opera, no existe la disfuncionali-dad en el operar de un sistema. APÉNDICE II (pp. 63-64) Los linajes biológico-culturales de Homo sapiens-amans tanto agressans (ceguera mediante la agresión) como arrogans (ceguera mediante la arrogancia) son transitorios debido a que cursan un recorrido que destruye su propio ser biológico y el entorno que los contiene y les hace posible su vivir, producto de una restricción de la conciencia de la unidad del existir que los lleva a generar una ceguera relacional con respecto a las coherencias estructurales del acoplamiento organismo-nicho sobre el cual el vivir se hace posible. ENLACE II (pp. 65-66) “La noción del tao implica una invitación a vivir la que se vive en un presente sin apegos, y surge como una respuesta activa desde la acción de la no-acción, que en nuestro sentir pertenece al vivir en la Biología del Amar (p.65).” El amor sólo se oscurece desde su visión patriarcal-matriarcal mediante las extensiones de caridad, compasión o pena, ya que en ninguna de ellas el suceder espontaneo reconoce la legitimidad del otro en convivencia. Sólo la Biología del Amar encuentra una salida en liberación a los dolores producidos por la cultura en la que estamos inmersos.
  • 13. HABITAR HUMANO en seis ensayos de Biología-Cultural II BIOLOGÍA DEL TAO O EL CAMINO DEL AMAR Humberto Maturana Romesín y Ximena Dávila Yáñez
  • 14. INTRODUCCIÓN (pp. 71-72) A través la distinción reflexiva que busca llegar a los fundamentos del vivir humano uno puede lle-gar a hacerse dos preguntas fundamentales: una por el ‘ser’ y otra por el mismo ‘hacer’. En Occi-dente, y parte del Oriente, se han preguntado siempre por el ser, esto es, por los en sí universales, trascendentales e independientes de la existencia. La pregunta que Humberto y Ximena se hacen ahora es sobre el hacer: ¿cómo podemos hacer lo que hacemos cuando hacemos lo que hacemos? Pero estamos en una época en la que la ciencia nos brinda la posibilidad de la libertad reflexiva, permitiéndonos dejar de lado los fundamentos ontológicos trascendentales de las explicaciones y apegándonos más a lo constitutivo mediante la Matriz Biológico-Cultural de la Existencia Humana. Desde allí vivimos en la denominada ‘filosofía espontanea’ en busca del fundamento de todo, en éste caso particular de la experiencia del Tao, en el mismo hacer: ¿qué hacemos en nuestro vivir cuando decimos que experimentamos la noción del Tao? CAMINO DEL TAO (pp. 73-78) “El camino del vivir que la noción del Tao evoca, constituye una invitación a un vivir en el bien-estar psíquico-corporal de un vivir sin esfuerzo en la unidad de toda la existencia (p.73).” Lo que Humberto y Ximena se propondrán en el ensayo es hacer coincidir el resultado de los funda-mentos biológico-culturales del vivir humano con la noción Oriental del Tao, es decir, reconocer que toda experiencia humana es primeramente biológica y luego, mediante expansión, cultural. La noción del Tao se constituye como un tipo de expansión particular del ser biológico en donde se generan sentires de bien-estar en la armonía psíquica y corporal de y con todas las dimensiones relacionales, cualquiera sea la circunstancia del vivir que se viva. Por lo tanto el Tao no evoca “lo que se vive” sino “cómo se vive lo que se vive”. Debido a que la descripción no reemplaza lo descrito es que a continuación se presentan títulos que buscan describir las características de la experiencia del Tao como bien-estar relacional que nace desde fundamentos biológicos. El presente El presente es el suceder del vivir mismo. El presente es el ocurrir en el ocurrir, lo que sucede en el fluir del suceder (p.74). Los seres humanos como seres vivos que viven en el lenguajear crean un ámbito generativo del presente continuo cambiante que denominamos pasado y un ámbito de posibilidades de transfor-mación del presente que denominamos futuro, pero ambos desde las coherencias del presente: de modo que pasado y futuro son sólo modos de vivir el presente. Lo que la noción del Tao evoca es un desapego de las expectativas y prejuicios que el vivir el pre - sente en una sensorialidad de pasado o futuro generan, ya que causan mal-estar relacional fundado en el apego. Se ha de vivir en el lenguajear pero a la vez hemos de fluir espontáneamente en el continuo cambio de un presente que no se amarra a nada, ni a algo que se desea ni que se perdió.
  • 15. La experiencia La experiencia es lo que decimos que nos pasa cuando somos conscientes de que lo que nos pasa nos pasa como un suceder de nuestro vivir que distinguimos en el vivir en el lenguajear (p.75)” Lo primero entonces es señalar que la descripción de la experiencia no cambia lo vivido, sólo la constituye en un ámbito de distinción que nos permite reflexionar sobre lo que la genera en el len-guajear. Por lo tanto, en el dominio de la coordinación recursiva consensual de haceres, la expe-riencia humana se puede vivir tanto de modo similar al animal, esto es, en una presente cambiante continuo que posee apego, como reflexivo, y desde aquí existen dos formas de vivir en conscien-cia: únicamente desde lo que se vive en el suceder mismo o apegado a la idea de algo que no es propio del ocurrir pero que deseamos que ocurriera o que no haya ocurrido. Toda reflexión transforma nuestro vivir en el presente en función de la emoción que le permite sur-gir como un ámbito generativo del mismo presente pero en otra faceta, por ello la noción del Tao evoca un vivir en el bien-estar consciente espontaneo en la libertad de saber que se evitará el sufri-miento sólo si se vive en el presente del suceder del ocurrir mismo, y no apegado a una expectativa o un prejuicio de lo que no-es. Sólo la repetición de la experiencia del ser consciente del sufrimiento del apego al no-ser de un ser (del presente mismo) es aquello que permitirá evocar la noción del Tao, ya que de ningún modo esto puede realizarse fuera del lenguajear ya que es el lenguajear lo que caracteriza el vivir humano humano. EL DESAPEGO (pp. 79-81) “Vivimos en una cultura en la que el dolor que genera la pérdida de lo efímero le da sentido a lo deseado y constituye la medida de su valor (p.79).” En nuestra cultura es el dolor que produce la pérdida de algo, comúnmente efímero, lo que asigna cuán valioso es ese algo. O lo que es lo mismo, sólo en la medida en que algo se vuelve doloroso en su ausencia es que ese algo decimos que tiene valor. Cuando el dolor es conservado, producto de que se piensa que algo en sí es valioso, se da origen al sufrimiento y con ello el apego al mal-estar. Valor y sentido no son propiedades trascendentales, no son en sí aprióricos, sino algo que revela las coherencias relacionales de una cultura, ya que es ella la que las ha generado como modo de distin-guir lo deseado y preferente dentro de ella misma. El dolor a lo intrínsecamente valioso sólo evoca la ‘ignorancia’ respeto al “conocer el no-ser del ser” por el cual se sufre. Y en el caso de los seres humanos es el lenguajear mismo el que origina ésta ignorancia. Sólo entender que nada tiene senti-do en sí mismo y comprender que todo lo que es valioso lo es porque nosotros lo generamos como tal en nuestra distinción, al asignarle propiedades sistémicas-sistémicas específicas, es lo que nos podrá liberar del apego al sufrimiento. La expresión del Tao evoca una manera de vivir en el desapego a todo en sí y a todo fundamento trascendental ajeno a las operaciones de distinción hechas por el propio observador que observa. El Tao invita a vivir en el lenguajear (entendimiento, comprensión, explicación, reflexión) y el emo-cionear (deseos, preferencias, gustos) como entrelazados de forma que todo se haga espontánea-mente en el fluir de un vivir sin dolor por no tener lo que no-es.
  • 16. EL DESAPEGO (pp. 82-83) “Los seres vivos existimos en el fluir de lo impermanente, en la continua transformación de nuestra corporalidad en torno a la conservación de una identidad relacional que también puede estar en un flujo de continuo cambio (p.82).” El vivir humano es efímero ya que se constituye en la transitoriedad de un devenir de coherencias estructurales que busca conservar su identidad no permanente, en el que si se desea generar bien-estar relacional se debe lograr el desapego al control, la envidia, la vanidad, la codicia, la agresión y a toda negación que no viva en el presente sin apegos al deseo de ser del no-ser. LA EXPLICACIÓN (pp. 84-86) “Los seres humanos existimos en la continua generación de mundos que surgen y vivimos, por una parte, en el entrelazamiento recursivo de nuestra dinámica biológica, que es el espacio de existencia desde donde somos seres vivos, y por otra parte, en el lenguajear, que como fluir consensual de coordinaciones de coordinaciones de haceres constituye el ámbito relacional donde existimos como seres humanos en la realización biológica de la materialidad de nuestro vivir (p.84)” Sólo los seres humanos, que nos relacionamos en el lenguajear, podemos hacernos preguntas que se contesten con explicaciones, esto es, “la propos ición de una dinámica de procesos generativos que da como resultado de su operar aquello mismo que se desea explicar” (p.339), de modo que sólo el humano puede llegar a conocer el origen de algo y su historia como forma de ampliar el entendi-miento, es decir, “la vis ualización de la matriz operacional-relacional en la que lo distinguido hace sentido como lo distinguido” (p.339), en la dinámica de un fenómeno. Dese aquí visionamos que hay dos maneras de describir el camino del Tao, una desde la explicación y otra desde el entendi-miento: a. Entendimiento: Un curso de acciones que evoca sistémicamente la disposición relacional que se debería optar de manera inconsciente para vivir conscientemente el bien-estar que trae consigo el vivir en el presente cambiante continuo sin apegos. b. Explicación: Un curso de acciones específicas como secuencia de procesos que da como resultado de su operar la experiencia del Tao. En la búsqueda del Tao ambos caminos se entrecruzan pero sin jamás agotar la vivencia misma en su descripción, ya que la explicación del Tao no es el Tao, la descripción del Tao no es el Tao, y el ansia de vivir en el Tao (…) niega el vivir en el camino del Tao (p.85). Lo importante es que la di-námica inevitable de transformación relacional que brota de la disposición de sentires íntimos vaya en búsqueda del bien-estar que el vivir espontáneamente sin apegos trae. EL ENTENDIMIENTO (pp. 87-91) “Hablamos de entendimiento cuando podemos decir que lo que decimos que sabemos,
  • 17. lo sabemos en un contexto más amplio de coherencias sistémicas que el ámbito restringido de coherencias operacionales de la situación particular que decimos saber (p.87)” El entendimiento es un ocurrir biológico, en tanto es producto del operar circular el sistema nervio-so en el cual los cambios de relaciones de actividad entre sus componentes constituyentes producen cambios de relaciones de actividad entre sus propios componentes constituyentes; un fluir cerrado recursivo. Si bien el sistema nervioso se intersecta ortogonalmente con otros sistemas mediante cambios estructurales que lo hacen transformarse de modo congruente según su operar en su domi-nio relacional como parte de un organismo, éste se mantiene ciego a la diferencia de interior con exterior, ya que ésta distinción pertenece sólo al operar del observador. El sistema nervioso no interactúa con el medio, el organismo sí (Ibíd). Lo que el sistema nervioso sí hace es dar origen a co-relaciones senso-efectoras desde su operar como parte sistémica de un organismo que tiene encuentros recursivos con un medio que lo contiene y lo hace posible en su vivir, y del cual también forma parte, en su totalidad, como elemento sistémico, y a través de ellas transformar su estructura. En el acoplamiento estructural de un organismo con su nicho mediante la generación recursiva de conductas se modifica su estructura de tal forma que internamente ésta transformación afecta tam-bién a nivel estructural a la arquitectura dinámica del sistema nervioso. Para el observador el siste-ma nervioso aparece como abierto en su operar debido a la capacidad que tiene éste de transfor-marse plásticamente en su estructura, mediante la creación de correlaciones senso-efectoras, según la interacción que éste tiene con el organismo como particular y éste a su vez en el medio como totalidad. El sistema nervioso cambia en su dinámica siempre como permitiendo el vivir del operar del organismo como totalidad del cual forma parte. La conducta, como configuración relacional dinámica, surge como interacción que permite una transformación congruente en la relación organismo/nicho y no como algo en sí que hace el orga-nismo desde sí. La conducta requiere de un organismo que la ejecute y de un medio que conserve el vivir del ejecutante. El medio no pre-existe al vivir del organismo, surge con él como única forma de realizarse en fluir de transformaciones estructurales que le permiten el vivir. Según ésta mirada entonces, el vivir del organismo, en su estructura operacional como arquitectura dinámica variable, surge como un proceso histórico de transformaciones estructurales congruentes recíprocas entre sistema-nervioso/organismo y organismo/nicho que determina a cada instante el fluir de correlaciones senso-efectoras que constituye el presente operacional biológico del organis-mo (sus sensorialidades) y la realización de los mundos que éste trae a la mano en su operar en el lenguajear (entrelazado con el emocionar) que constituye su presente cultural (sus haceres), y que duran en tanto se logra conservar los requerimientos orgánicos, de ambos dominios relacionales, que constituyen su vivir. A esto Humberto Maturana denomina el “Acoplamiento Estructural” : e-quiparidad operacional entre el campo sensorial del organismo y el ámbito de acción que el medio emergente le ofrece (p.90) a modo de conservar un tipo de normalidad que permite el bien-estar en el vivir. LA TRANSFORMACIÓN (pp. 92-95) “La liberación del dolor y del sufrimiento que genera el apego al valor o sentido que le asignamos a lo perdido, se produce con la ampliación del entendimiento que muestra que el valor o sentido de todas las cosas que surgen en el curso del vivir humano es sólo un modo cultural de mirar y actuar, y no una propiedad intrínseca de ellas (p.92).”
  • 18. La ampliación del entendimiento, como modo de combinación dinámica de sentires y configuracio-nes relacionales internas del sistema nervioso, es un fenómeno que surge espontáneo en el fluir del vivir de un organismo ya que es la forma en la que él conserva la congruencia estructural en su o-perar en un espacio cambiante que surge con su hacer como algo mayor al ámbito de coherencias restringido del cual forma parte localmente. El observador puede distinguir cuándo un organismo está operando en un ámbito de coherencias mayor al cual se vive en ese instante particular y tam-bién puede notar que las configuraciones relacionales del organismo cambian según el curso con-tingente de su vivir y no de modo azaroso sino siguiendo un curso definido a cada instante en fun-ción de la conservación de su propio vivir en coherencia con un medio que surge con su vivir. Ésta relación no es fija, es cambiante, de modo que la equiparidad operacional entre sensorialidad y posi-bilidad de acción es un continuo cambio congruente de acciones. Lo peculiar de nosotros los seres humanos es que vivimos en el lenguajear, de modo que la distin-ción por parte del sistema nervioso de coherencias relacionales que hacen sentido operacional en todo ámbito, las cuales el organismo las capta operando como totalidad, son no sólo a nivel biológi-co sino además cultural, ya que cada mundo que se genera en el vivir humano se diferencia según sus redes de conversaciones que le definen y que se diferencian de otras según su valor o sentido en el ámbito de deseos y preferencias (tales como riqueza, éxito, fama, poder, justicia, etcétera) que se declaran como fuente de posible bien-estar justificación de apego al modo de convivir. No todo vivir, en tanto se vive en el bien-estar, es un vivir en el camino del Tao. Muchos modos de vivir se viven al borde del sufrimiento en el apego a lo trascendente. El Camino del Amar que im-pulsa el Tao es a enseñarnos a vivir en el desapego como la única manera de vivir sin apegos al no-ser del ser que se vive como la expectativa y/o preferencias de un presente que no existe pero que es creado a partir de las coherencias del propio presente. EL CAMINO DEL AMAR (pp. 96-102) Los seres humanos existimos en el convivir como modo de realización de nuestro propio vivir en conjunto con el vivir de otros a través de coordinaciones recursivas de acciones en el lenguajear, definiendo a cada instante dominios relacionales distintos según diferente es el flujo emocional que funda el hacer de las conductas dentro de dicho espacio. Desde allí surge el conversar como un modo de vivir en el convivir del entrelazamiento del lenguajear y el emocionar que funda los mun-dos de los cuales somos parte. Pero de todas las emociones que fundan el fluir del devenir del vivir del ser humano sólo el amar es fundamento del bien-estar, ya que sólo en él se presenta la unidad de toda la existencia en su legitimidad total. El amar entonces es la emoción que reconocemos como fundamento relacional de un dominio par-ticular cuando distinguimos que en el fluir del convivir el otro, la otra o lo otro surge como legítimo otro en convivencia conductual con uno. El amar no conoce buenos ni malos, ni hermosos ni feos: no resiste dualidad. Tampoco resiste expectativas ni prejuicios ya que es unidireccional; no acepta retribución ni anhelo. El amar no es generosidad, ni altruismo ni solidaridad, ya que los adjetivos sólo enuncian intención y si bien se puede describir aquello que se evoca como hacer y sentir en el amar, aquello no debe tomarse como conductas relacionales exactas que por sí solas le constituyan ya que aquello sería caer en manipulación. El amar no busca las consecuencias del amar. “La descripción no muestra lo descrito porque lo descrito pertenece a un dominio relacional que es distinto y disjunto del dominio en que ocurre la descripción. Por esto es posible decir que el amar que puede ser descrito no es amar (p.97).”
  • 19. Pero, producto de su constitución en el no-apego, el amar es visionario ya que se abre, sin expecta-tivas ni prejuicios, al entendimiento y comprensión de todas las conductas de las dinámicas relacio-nales. El amar no es bueno pero produce bien-estar debido a que el ser humano es el presente de un devenir evolutivo que se definió momento a momento, en los primates bípedos, en torno al surgi-miento, realización y conservación de la familia como ámbito de convivir en el amar que permite co-inspiración y co-laboración como un modo de convivir en coordinación recursiva de haceres. Lo humano no nace en el apego al valor del no-ser de lo trascendente/permanente, se origina como un modo de convivir en el conversar bajo la emoción fundamental del amar en el tránsito (transitorie-dad) de la legitimidad de lo efímero. Toda experiencia humana se da en un fluir humano que se distingue humanamente a través del con-versar. Nada humano ocurre fuera de la antropósfera, como ámbito generativo del convivir humano que se crea con los mundos que traemos a la mano en el entrelazamiento del lenguajear con el emo-cionar, de modo que todo lo humano tiene una explicación desde lo humano. Por ello la noción del Tao no puede negar la consciencia de sí que es característica del vivir humano. En cambio, la no-ción del Tao surge como abstracción de todas aquellas coherencias de todos los dominios del vivir humano que permiten generar el bien-estar psíquico-corporal que funda el convivir social, ya que, debido a que la existencia de los seres vivos es multidimensional, sólo la realización independiente de sus variadas intensidades, que luego es integrada como unidad en la totalidad de su operar rela-cional, puede generar el fluir de la conservación de la identidad total del organismo. En la conservación del vivir de un organismo observamos que ésta surge en el operar de su vivir multidimensional como una unidad psíquica que le permite operar como totalidad en un espacio relacional, el cual a su vez está definido en su carácter por el emocionar propio de la circunstancia. Lo que define si viviremos en el apego a lo trascendente o en la transitoriedad del desapego no es la razón sino la emoción, ya que sólo desde el fluir emocional penetramos en y desde todas las dimen-siones de nuestro vivir. El apego ciega, el amar abre la mirada, ya que el apego sólo distingue dua-lidades, en cambio el amar múltiples mundos del existir. Dice Lao-Tzu: El Tao nada hace y, sin embargo, nada queda sin hacer. El sabio no actúa y todo se hace. ENLACE III (pp. 103-104) Los seres humanos hemos vivido proponiendo que se puede explicar los sucederes de forma obje-tiva respecto de supuestos ontológicos que apelan a una realidad trascendente e independiente a nuestro operar como observadores. Humberto y Ximena piensan que esto no es así, piensan que toda explicación se hace en el vivir y por lo tanto su base son las coherencias del vivir mismo. El cosmos que surge con el explicar nace como un ámbito de abstracción de coherencias del operar como seres vivos que existen desde la biología y se extienden hacia lo cultural (operando aún bio-lógicamente). El cosmos no es nosotros mismos sino nuestro habitar en nuestro habitar.
  • 20. HABITAR HUMANO en seis ensayos de Biología-Cultural III LEYES SISTÉMICAS Y META-SISTÉMICAS Humberto Maturana Romesín y Ximena Dávila Yáñez
  • 21. INTRODUCCIÓN (pp. 108-110) La dificultad que hemos creado en torno al estudio de la cognición es que todas nuestras explicacio-nes se apoyan , en último término, en un conglomerado de preceptos definidos a priori, como tras-cendentales e independientes de nuestro operar, que llamamos como lo real o lo objetivo, conceptos que por lo demás no estamos dispuestos a dejar porque aquello destruiría toda nuestra arquitectura epistemológica. El propósito de esto ha sido intentar universalizar un tipo de comprensión para todos los seres humanos, pero las dificultades se hacen aparentes cuando el operar de dichos entes no coincide con el operar de nuestra estructura biológica. Humberto Maturana piensa que tanto filósofos como científicos en Occidente han estado ocupados sólo desde una metafísica que se pregunta por el ser, y no por el hacer, lo cual a negado muchos espacios reflexivos que sí se fundan desde las coherencias del propio vivir. El giro consiste entonces en ya no considerar como válido el ser y lo a priori sino nuestro hacer y vivir como observadores que operamos haciendo distinciones en el observar. NUESTRO PENSAR (pp. 111-114) En el fluir biológico de nuestro vivir todo lo que hacemos lo hacemos en realización de nuestro vi-vir y todo lo vivido se vive in-mediatamente como válido en el momento mismo de la vivencia, de modo que no podemos suponer la existencia de una realidad externa independiente que se usa como patrón de comparación universal ya que esto contradeciría nuestro determinismo estructural bioló-gico. Y esto no es una limitación, sino propiedades constitutivas de nosotros como sistemas deter-minados en nuestra estructura molecular. Por ello todo lo que se dice como leyes sistémicas brota de un operar reflexivo que busca explicar los mundos que traemos a la mano en nuestro vivir sólo con las coherencias operacionales-relacionales de nuestro propio vivir. Pero lo que surge del operar de distinción del observador no es un mundo azaroso sino un ámbito de coherencias particular que está inserto en una matriz relacional-operacional de existencia mayor, que es la que le da sentido a lo distinguido como lo que hemos distinguido. Todo lo que aparece siempre que aparece lo hace como parte de un sistema mayor que le contiene y hace posible, de modo que muchos entes distintos, de distintas clases y en distintos dominios operacionales, sea cual sea su trama operacional-relacional, siempre forman parte de una única matriz de existencia que conforma el cosmos de nuestro existir y los mundos que vivimos. El tema de éste documento es justamente las “regularidades” que se dan en el ocurrir de nuestro vi-vir humano y que constituyen las tramas y matrices operacionales-relacionales que conforman el sentido y valor de nuestro vivir desde las coherencias de nuestro vivir. SENTIR Y RAZONAR (pp. 115-119) Parece que ahora nos encontramos dentro de una paradoja, ya que por un lado el entendimiento nos enseña que no hay realidad independiente y trascendente pero, a su vez, la experiencia se nos apare-ce tal y como si todo lo que ocurre alrededor de nosotros existiera desde antes de que estuviéramos allí para distinguirla y traerla a la mano en nuestro operar como observadores en el lenguajear.
  • 22. ¿Por qué ocurre eso? Humberto y Ximena piensan que desde el vivir en la espontaneidad en que se piensa que todo está allí “desde antes de que nosotros lo distinguiéramos” permite el convivir en lo cotidiano, pero no resulta exitoso cuando deseamos explicar el operar del sistema nervioso y su relación con la totalidad del organismo. Pero entonces ¿cómo disolvemos ésta contradicción? Como sistemas vivos (dinámicos cerrados) determinados en nuestra estructura no recibimos infor-mación sobre el “afuera”, la interacción no es semántica, el exterior sólo gatillas cambios estructu-rales en nosotros que modifican ortogonalmente nuestro operar como entidades específicas. El co-nocer es un suceder biológico, compuesto de coherencias experienciales, que como tal permite el acoplamiento estructural de un organismo con su medio. Por ello sólo podemos conocer desde lo que nosotros mismos somos mediante la constitución del entendimiento de la matriz operacional-relacional que traemos a la mano para construir los mundos que habitamos, que nacen en y desde nuestro vivir en y desde las coherencias relacionales y operacionales de nuestro vivir, como forma de realización y conservación del vivir, y es justamente dicha matriz la que conservamos como mo-do de implicar con nosotros todas las regularidades que extraemos desde las coherencias del vivir. El conocer y el entendimiento son sucederes biológicos de modo que no son algo que “hagamos”, más bien simplemente nos “suceden” como expansión de nuestra dinámica corporal. Pero en el caso de la descripción, explicación y comprensión es distinto ya que son sucederes culturales que como tales surgen como dinámicas ‘recursivas’ que se dan en redes de conversaciones donde opera la temporalidad como base para una construcción histórica que hace uso de la intención y el propósito en la generación de mundos de convivencia. Si no nos preguntamos por nuestro vivir simplemente vivimos y si no nos preguntamos por nuestro hacer y sentir simplemente hacemos y sentimos. Cuando nos preguntamos por nuestro hacer ya estamos haciendo y cuando nos preguntamos por nuestro vivir ya estamos viviendo. El único vínculo entre ambos dominios relacionales es la refle-xión, en ella se crea el sentido operacional que hace a lo distinguido como algo distinguido que forma parte de un cosmos como ámbito total de distinciones. Lo que Humberto y Ximena exponen a continuación es que hablarán como normalmente se habla, como interpretando un mundo independiente a uno mismo, confiando en que han expuesto clara-mente su postura respecto a la invalidez biológico-cultural de ésta afirmación. ARQUITECTURAS DINÁMICAS ESPONTÁNEAS (pp. 120-126) Toda molécula, en tanto elemento que posee una estructura con arquitectura dinámica espontánea, se transforma (cambia de forma y características) sólo en la medida en que emerge en su interacción con otras moléculas la posibilidad de un encaje recíproco operacional, realizado mediante procesos de composición y descomposición, que permite formar, a su vez, una arquitectura meta-molecular que tendrá características particulares determinadas según la naturaleza de cada una de las molécu-las participantes que la componen. Todo cambio es “posibilidad de cambio respecto a otro” en tanto se crean o destruyen lazos en una dinámica que crea un flujo quede define una arquitectura particular como totalidad. Cuando dichas transformaciones ocurren como ‘regularidades operacionales en un espacio relacional de estructuras de arquitectura variable’ hablamos de procesos energéticos, de modo que no es la energía la que produce el cambio, ya que no es en sí, sino que es el cambio el que produce la energía. Un sistema autopoiético es un sistema con una arquitectura particular, compuesta de procesos diná-micos y ordenados que surgen espontáneamente a cada instante, que extiende y define sus límites
  • 23. como una entidad que existe discretamente en un espacio relacional en el fluir de continuas interac-ciones recursivas con su nicho, quien lo acoge y hace posible, que permiten generar transformacio-nes congruentes entre ambos formando un acoplamiento estructural que conserve su identidad de clase. Del mismo modo en que una molécula forma parte de una célula, como constitutiva de una arquitectura mayor, así mismo el organismo forma parte de un medio, quienes emergen mediante el hacer que permite la realización de su vivir a través de la creación de una arquitectura dinámica variable como unidad organismo/nicho. “La realización del vivir de un organismo en coherencia operacional con su nicho, tanto como la realización y la conservación de la unidad relacional organismo/nicho, ocurren en la dinámica de la unidad de arquitectura variable que el organismo y su nicho constituyen juntos en tanto sus interacciones recursivas resultan en la conservación de su coherencia operacional en el curso de sus cambios arquitectónicos independientes mientras el organismo conserva su vivir. (p.121)” Toda dinámica operacional-relacional coherente que un observador distingue como un ámbito eco-lógico (orgánico), sea un sistema de interacción multicelular, o de varios organismos en un espacio relacional diferente (y disjunto) al de una célula, ocurre como el entrelazamiento dinámico de las dinámicas relacionales de cada arquitectura variable que permite la conservación o pérdida de los vivires individuales de cada uno a través de la emergencia de una unidad (arquitectónica) dinámica (variable) mayor que los contiene a todos. Una arquitectura ecológica entonces es ‘un encaje recí-proco (coherencia operacional) del acoplamiento estructural de los procesos que realizan a las dis-tintas entidades relacionales que constituyen los distintos dominios relacionales’. El cosmos en general, y los mundos que traemos a la mano en particular, surgen en y desde el deve-nir de un fluir biológico de transformaciones estructurales de arquitecturas que se encajan recípro-camente según cómo éstas se encuentren en el curso de transformaciones históricas (recursivas) al que pertenecen, de modo que todo depende de ellas mismas (y de sus interacciones) y no de un a-gente externo que guíe el curso de su devenir relacional. “El azar y el caos no son en sí, son evocaciones de nuestra ignorancia ante las muchas dimensiones involucradas en un devenir histórico de múltiples procesos independientes espontáneamente ordenados y coherentes desde su arquitectura dinámica espontánea. (p.122)” Desde aquí extraemos que todo ser vivo vive en las coherencias operacionales en interacción recur-siva con un nicho que permite su propia realización y conservación como ser vivo a través de un suceder sin propósito ni intención ni finalidad externa a su vivir mismo. Sólo los seres humanos, quienes vivimos en el lenguajear, operamos como observadores que en su distinción abstraen las coherencias de la arquitectura dinámica cambiante de un dominio del cual ya no se es parte en el ocurrir concreto, como modo de descripción o explicación que evoque las regularidades de las co-herencias de nuestro propio operar recursivo como ámbito de existencia. A éste constructo expli-cativo (recursivo coherente) de evocación de regularidades del ocurrir de nuestro vivir, desde la abstracción de las coherencias operacionales y relacionales de nuestro vivir, que se da como parte de una arquitectura mayor de existencia, es lo que se denomina como “leyes de la naturaleza”. Como podemos ver, la ‘efectividad operacional y relacional’ de las explicaciones, deducciones o computaciones esbozadas en una ley natural no encuentran su fundamento en un supuesto ontoló-gico trascendente e independiente de nuestro operar, sino todo lo contrario, ya que provienen, tau-tológicamente, de las abstracciones de las coherencias operacionales-relacionales de nuestro propio vivir como modo de dar origen a un ámbito generativo que nos esboce una secuencia dinámica de procesos que dé como resultado de su operar recursivo y regular aquello mismo que se busca expli-car, deducir o computar. O lo que es lo mismo, sólo podemos evocar con sentido aquello que forma
  • 24. parte de la matriz operación-relacional de la cual somos parte, esto es, desde donde surgen en nuestro operar de distinción como observadores todas nuestras abstracciones sobre las coherencias recursivas de nuestro operar. Pero ésta matriz no existe a priori sino que surge desde la reflexión sobre las regularidades de nuestro ocurrir, y es por esto mismo que entenderemos y comprendere-mos por “mundo natura l” no un dominio de entidades y procesos independientes de nuestra distin-ción, sino un medio que surge de nuestro operar y nos acoge en la realización de nuestro vivir. Finalmente, las Leyes sistémicas y Meta-sistémicas (o de conservación) surgen en el operar de dis-tinción de un observador cuando éste trae a la mano una configuración de haceres que se fundamen-tan en abstracciones sobre las coherencias recursivas del propio operar, como un ámbito generativo que desde lo regular y dinámico describe (explica) los procesos históricos (o epigenéticos) del pro-pio cosmos que traemos a la mano para explicar nuestro vivir y del cual somos parte. La Leyes pre-sentadas a continuación corresponden a un constructo explicativo que nace de una visión del ente humano como biológico-cultural. LEYES SISTÉMICAS Y META-SISTÉMICAS (pp. 127-128) “Lo que llamamos Leyes Sistémicas y Meta-Sistémicas son abstracciones que hacemos como observadores de las coherencias operacionales de la realización espontánea de nuestro vivir, y que surgen tanto de lo que distinguimos en el ocurrir relacional de nuestro ámbito de existencia al hablar de la naturaleza, como de lo que distinguimos en el suceder de las coherencias de nuestro vivir en ese ámbito relacional (…) son abstracciones de las condiciones relacionales espontáneas bajo las cuales surge, se realiza o conserva todo lo humano que surge con las operaciones de distinción del observador. (p.127)” LEYES SISTÉMICAS BÁSICAS (pp. 129-147) La siguientes leyes han sido denominadas por Humberto y Ximena como “bás icas” porque son abs - tracciones de las ‘condiciones’ que constituyen el fundamento de toda experiencia operacional in-consciente de nuestro pensar y explicar ‘racional’. Éstas leyes son aquellas que se abstraen de nues-tro vivir cuando ya nos vemos viviendo y de nuestro hacer cuando ya nos vemos haciendo, de modo que, si bien la única manera de generar dicha abstracción es mediante la distinción reflexiva, cuan-do operamos en ellas lo hacemos de modo espontáneo en nuestro suceder biológico; por lo que éstas tienen que ver con el hacer constitutivo y no con el ser trascendental del fenómeno. Éstas leyes son la base del entendimiento que permite la comprensión sobre la Biología del Conocer y la Biología del Amar, de modo que nos permiten reflexionar sobre los fundamentos que permiten el operar en distinciones del observador que observa. Y desde allí se comprende además que el de-venir evolutivo que permitió la constitución de la Matriz Biológica-Cultural de la existencia huma-na, como síntesis y expresión de las coherencias que permitieron el surgimiento, realización y con-servación de lo humano, sólo puede haber tenido origen en la especie Homo sapiens-amans amans, como forma de vivir y convivir en coordinaciones de coordinaciones consensuales de haceres y emociones en la cercanía amorosa de la co-inspiración y co-laboración, y en su conservación, a tra-vés de la transmisión sistémica de su aprendizaje transgeneracionalmente, como modo de búsqueda del bien-estar común.
  • 25. “En fin, por todo esto podemos afirmar también que las Leyes sistémicas básicas que presentamos a continuación se hacen visibles en la ampliación del entendimiento que un observador vive cuando se da cuenta de que su existir en el lenguajear en redes de conversaciones, es de hecho el fundamento experiencial de su preguntar reflexivo sobre su propio operar como algo que le ocurre sin requerir el supuesto de una realidad independiente para fundamentar su operar. (p.134)” Las Leyes Sistémicas Básicas son las siguientes: 1. Posibilidad del conocer: Lo humano, posibilidad de todo conocer, entender y explicar. La consciencia de sí y la reflexión necesarias para poder generar el comprender y explicar sólo se pueden dar en y desde el operar de un observador sobre las coherencias de su vivir desde las coherencias de su vivir, en tanto hace distinciones en su observar operando en el lenguajear como modo de convivir en coordinaciones recursivas consensuales de haceres. 2. Observar: Todo lo dicho es dicho por un observador a otro observador que puede ser él o ella misma. Nada aparece en el vivir del observador por (desde) sí mismo, ni su propio existir ni lo que él dice. Todo surge en su operar como observador en el observar al hacer distinciones en el lengua-jear. Pero el observador es un ser vivo humano de modo que si no hay vida humana no hay obser-vador y si no hay observador no hay distinción, y si no hay distinción nada es dicho, porque nada aparece en el lenguajear si no ha sido dicho. Por esto, observador y observar son inseparables. 3. Ni azar ni caos: Todo lo que un observador hace como ser vivo y ser humano, surge en su hacer según regularidades y coherencias operacionales que se conservan en todos los instantes y circuns-tancias de su operar en el fluir de la realización de su vivir. No hay azar en el suceder del vivir. El vivir surge como una unidad compuesta en la que la totalidad de la arquitectura dinámica variable espontánea se ve afectada tanto por el operar de cada componente particular como por las relaciones existentes entre ellos en conformación de su totali-dad, de modo que todo aquello que surge en el vivir humano, mediante el operar del observar en la realización de su vivir, surge en conjunto con una trama operacional-relacional que participa cohe-rentemente y regularmente de dicha (su) arquitectura total. 4. Observador y observar: El observador surge con su distinción reflexiva de su propio operar en el observar. El observador no preexiste a su propia distinción reflexiva. El observador no es un ente primario que existe en sí, aparece sólo a través de la distinción reflexiva sobre el ‘operar recursivo’ del propio vivir. Pero al distinguir lo que nos sucede, como par-te de nuestra experiencia, nos encontramos con que ya nos está sucediendo, cuando nos pregunta-mos por nuestro vivir nos encontramos ya de facto viviendo. 5. Fluir recursivo del observar: El acto de reflexión ocurre en el operar del observador en la con-versación que distingue su propio operar; y ocurre como un proceso del vivir que lleva a la conti - nua conservación de la ampliación recursiva de la comprensión del propio vivir, de la consciencia de sí, y de las acciones a la mano propias del fluir del vivir en el presente de continuo cambio que esa misma reflexión recursiva genera, y ocurre en el acto de soltar la certidumbre de que se sabe lo que se cree que se sabe.
  • 26. La recursión, como fenómeno de ‘combinación entre lo cíclico/circular y lo lineal/progresi-vo’, ocurre en lo humano sólo como fenómeno histórico, permitiendo la coordinación de coordina-ciones conductuales consensuales que originan el lenguajear mediante interacciones en la convi-vencia. Por ello el observador en su operar en el observar no puede hacer distinciones fuera del do-minio de las coherencias de su praxis del vivir, dentro de la cual siempre se encuentra en correspon-dencia estructural recursiva (congruencia operacional) con el medio que lo contiene. Dese allí, en la medida que el observador conversa reflexivamente desde y sobre su propio operar, el ser humano habita una antropósfera que trae a la mano con su distinción, que le contiene y que no existe antes de que él la distinga. El observar se desliza dentro de un fluir recursivo porque en su operar genera, realiza y con-serva, mediante la reflexión, un ámbito de coherencias del vivir, en base a su propio vivir, como modo de habitar en coherencias estructurales determinadas, por cada elemento y por sus relaciones, que aparecen como regulares justamente producto de su carácter recursivo-histórico-temporal. 6. Ilusión o percepción: ‘Todo lo que vivimos lo vivimos como válido en el momento de vivirlo’. Sin embargo, no sabemos en la experiencia misma de vivir lo que vivimos como válido, si más tarde lo confirmaremos como una percepción o lo invalidaremos como una ilusión con relación a otra experiencia de cuya validez no dudamos en ese instante, la que sin embargo está sujeta a éstas mismas condiciones. Dada nuestra naturaleza biológica, como seres moleculares determinado en nuestra estruc-tura, nada es independiente de nuestro hacer, y éste jamás opera sin tener consecuencias. Ésta ley es necesaria para vivir, conocer y explicar el vivir, el conocer y el explicar sin la necesidad se recurrir a ningún supuesto ontológico apriórico trascendental-independiente, ya que toda experiencia se re-futará o validará con respecto a otra experiencia, de la cual no se duda, pero bajo ningún caso con respecto a algo que sea independiente de nuestro hacer. La pregunta ya no será entonces sobre “qué hacemos” sino sobre “cómo podemos hacer lo que hacemos cuando hacemos lo que hacemos”. 7. Generación de mundos: El mundo que vivimos a cada instante es el ámbito de todas las distin-ciones que hacemos, que pensamos que podemos hacer, que pensamos que podríamos hacer, o que pensamos que no podríamos hacer los seres humanos en el curso de nuestro vivir como seres que existimos en nuestro operar reflexivo de observadores que vivimos en el conversar. Los mundos que vivimos existen en nuestros vivirlos y vivimos lo que vivimos en convi-vencia humana, esto es, en el fluir de un conversar que se desliza entre dominios de existencia de-finidos a cada instante por una emoción fundamental común que se posee y conserva mientras se consensuan las conductas en coordinaciones recursivas de haceres. Y debido a que no existe nada en el vivir humano que no sea generado en y desde el vivir humano, y que no podemos diferenciar entre ilusión y percepción, inclusive pese a que al aparecer en nuestra propia distinción reflexiva pareciera que hubiésemos existido desde antes de nuestro propio observar, es que la Matriz Bioló-gico- Cultural de la Existencia Humana se presenta como síntesis y expresión de todo vivir humano en la antropósfera que lo contiene y que aparece con él. 8. Devenir evolutivo: El curso que sigue el devenir evolutivo de los seres vivos en general, y de los seres humanos en particular, en la sucesión de las generaciones que constituyen sus respectivos li-najes, surge momento a momento en su deslizarse en su vivir guiados por sus preferencias, gustos, deseos, en la realización y conservación de su bien-estar en el vivir. Si nos preguntamos por cómo se configura el presente del vivir de un organismo debemos acudir a su configuración de sentires relacionales íntimos que se realizan a cada instante desde la
  • 27. conservación transgeneracional del devenir evolutivo que está definido por sus ancestros. Y desde ésta mirada el ser humano se visiona como aquel que se desliza por el fluir de su vivir actual sobre la base evolutiva de sentires relacionales fundados en el amar (reconocimiento del otro como legítimo en convivencia con uno) de primates bípedos cómo único modo de dar origen a la coordinación recursiva consensual de conductas. Llegamos al mundo en la confianza de que se nos acogerá y se nos cuidará como forma de lograr la congruencia operacional que constituye la historia de nuestro linaje sin necesidad de tener que justificar nuestra existencia a través de expectativas u opiniones. LEYES SISTÉMICAS GENERALES (pp. 148-164) Estas leyes son abstracciones que hacemos como observadores en y desde las coherencias de nues-tro vivir y evocan ‘el surgimiento y realización de las regularidades, esto es, la conservación, de las dinámicas estructurales de nuestro operar como unidades compuestas de unión espontánea’. Las Le-yes Sistémicas Generales son las siguientes: 1. Conservación y cambio: Cada vez que en un conjunto de elementos comienzan a conservarse ciertas relaciones, se abre espacio para que todo cambie en torno a las relaciones que se conser-van. Cualquier cambio que distinguimos en un suceder se define no por sus irregularidades, sino por sus regularidades. Lo que caracteriza a un cambio no es lo que cambia, sino lo que se conserva. Y lo que define qué puede cambiar es también la regularidad que no se somete al proceso de cam-bio. Por esto mismo, lo que hace que una totalidad aparezca no es aquello que se desliza a su alre-dedor en el espacio relacional, sino sus propias relaciones que se conservan y que lo hacen ser una unidad compuesta de cierta clase. 2. Determinismo estructural: Cada vez que el observador distingue una unidad compuesta tal que todo lo que ocurre con ella en cada instante ocurre en la realización de las coherencias operacio-nales y relacionales de sus componentes en el dominio de su composición, cualquiera sea el ámbito operacional en que surgen los componentes al ser distinguidos, decimos que el observador ha dis-tinguido una unidad compuesta determinada en su estructura. Si nos detenemos a reflexionar sobre nuestro vivir, en base a las coherencias de nuestro vi-vir, nos daremos cuenta de que operamos en la confianza implícita de que cada coherencia opera-cional la vivimos como regularidad invariante de un dominio relacional particular y que es por ello que cuando vemos que algo varía, esto es, no se cumplen las coherencias abstraídas por nosotros, lo primero que hacemos es ampliar la mirada y distinguir el operar de un dominio mayor de coheren-cias que explique el operar que provocó el cambio en las coherencias del fluir de nuestro vivir. A esta abstracción de las coherencias relacionales y operacionales de nuestro vivir regular Humberto y Ximena lo llaman el Determinismo Estructural. 3. Unidades compuestas y simples : Como observadores distinguimos unidades simples o com-puestas. Las unidades simples surgen en la distinción del observador cuando éste no hace separa-ción de sus componentes. Las unidades compuestas surgen en la distinción del observador como totalidades que éste luego descompone en componentes que operan según las propiedades con que ellos surgen al ser distinguidos como tales en el operar del observador.
  • 28. La unidad simple opera sólo en el dominio de su totalidad como sistema, de modo que sus descripciones nacen del operar del sistema como totalidad en el espacio relacional del cual es parte en su ámbito de determinismo estructural. Una unidad compuesta en cambio opera en dos dominios: su operar como totalidad y su operar como componentes, de modo que existe determinado en su es-tructura tanto a nivel de componentes como de totalidad. Y ambos dominios son disjuntos: no se puede deducir lo que pasa en uno desde lo que pasa en otro; no hay reducción de los fenómenos. 4. Componentes y composición: Los componentes de una unidad compuesta no son componentes en sí o por sí mismos, son elementos que surgen como componentes cundo un observador los distin-gue en su participación en las relaciones de composición de una unidad compuesta que él o ella ha distinguido como tal. Sólo puede distinguirse un componente como parte de una totalidad que luego se descom-pone. Lo que permite que un componente sea el componente que se ha distinguido y no otro es la trama operacional-relacional que aparece con él cuando es distinguido como parte de la totalidad que conforma en su operar relacional. Un ente no existe sino como parte del medio que lo contiene y lo hace posible, y en el caso de la distinción de una unidad compuesta sólo es posible distinguir un elemento si se abstrae tanto el elemento como su matriz de relaciones y su totalidad operacional. 5. Identidad y cambio: La configuración de relaciones entre los componentes de una unidad com-puesta que se conserva invariante en el flujo de sus cambios estructurales y define su identidad de clase como totalidad, constituye lo que un observador distingue como la organización de dicha u-nidad compuesta. Los componentes y las relaciones entre ellos que realizan a una unidad compues-ta particular como un caso particular de una cierta clase, constituyen lo que un observador distin-gue como la estructura de esa unidad compuesta. Toda sistema es distinguido como conformado por un espacio relacional compuesto de cierto tipo de relaciones o componentes que sí se conservan en él y cierta parte que no, y ambos son necesarios en la conformación de su identidad ya que el factor invariante define su “generalidad”, a través de lo regular ,y lo variante su “particularidad”, a través de lo transitorio. Pero es su organiza-ción la que lo hace ser un sistema de cierta clase, de modo que un sistema identificado como de cla-se X seguirá siendo de ésa clase X a menos que las transformaciones de su estructura alteren com-ponentes y/o relaciones que involucran la constitución de su trama invariante de organización X. 6. Acoplamiento estructural: Una unidad compuesta existe en la conservación de su identidad de clase sólo en tanto el medio que la contiene y con el cual interactúa, sólo gatilla en ella cambios estructurales que resultan en que conserva su organización. Llamamos acoplamiento estructural a esta relación, y llamamos nicho al ámbito dinámico particular de encuentro de una unidad com-puesta con el medio. La relación de acoplamiento estructural es ‘un ocurrir espontáneo que ocurre o no ocurre’. Si ocurre entonces se logra una trasformación dinámica congruente entre la unidad y su medio tal que la unidad emerge como preservando su organización a cada momento en correspondencia es-tructural con su medio. Una unidad compuesta sólo puede conservar su existencia en la medida en que el medio que lo contiene y hace posible, mediante el surgimiento de un nicho como ámbito de encuentro congruente, permite que se conserve su identidad de clase en el fluir de una matriz opera-cional- relacional a través de interacciones recurrentes y recursivas de transformaciones estructura-les que no alteran su organización. Pero esto no es algo que la unidad “haga” sino sólo algo que le sucede, ya que su distinción es histórica y no pragmática. En los seres vivos esto se denomina adap-tación, y la adaptación es lo que busca constantemente conservar un ser vivo en la deriva del fluir de su vivir ‘una vez que ya se ha adaptado’.
  • 29. 7. Dominios de existencia: Una unidad compuesta existe y opera en dos ámbitos o dominios de e-xistencia disjuntos: esto es, en el ámbito o dominio del operar de sus componentes, y en el ámbito o dominio de su operar como totalidad en interacciones en el medio que la contiene. La unidad compuesta interactúa a nivel relacional a través del operar de sus componentes y opera a nivel de componentes a través de las interacciones con los agentes externos, en donde el operar de cada componente, y sus relaciones, tiene consecuencias en el operar como totalidad y las relaciones de la totalidad opera en consecuencias en cada uno de los componentes que le constitu-yen. La relación es recursiva: lo local afecta a lo total y éste luego a lo local nuevamente, y esto una vez más a lo total. Pero ambos dominios son disjuntos, ya que a nivel operacional se es ciego sobre lo que ocurre a nivel relacional y en el dominio en el que opera como totalidad se es ciego al operar de los componentes y sus relaciones. Sólo se pueden establecer correlaciones generativas entre lo que sucede en ambos dominios en base a distinciones históricas, no deducciones lógicas que bus-quen reducirlos fenomenológicamente. 8. Presente en continuo cambio: Una unidad compuesta (o sistema) opera en su dinámica interna en cada instante según sus coherencias estructurales de ese instante, en un fluir de cambios sin al-ternativas, y en una dinámica estructural que ocurre como un continuo presente cambiante en el que no hay ni pasado ni futuro. Los seres vivos existimos en un continuo presente cambiante; es el cosmos mismo en su surgir desde el explicar las coherencias operacionales del v ivir del observa-dor, el que ocurre como un continuo presente cambiante en un continuo tránsito evanescente. Todo sistemas determinado en su estructura carece de temporalidad intrínseca. Todo siste-ma determinado estructuralmente lo estará en cada dominio diferente de su operar según las cohe-rencias locales que correspondan a ese instante de su ocurrir. Y sólo en una segunda fase un obser-vador puede hablar de predicción, ya que para ello se necesita una ‘computación’ que incluya todos los elementos y relaciones que están involucrados en la generación de las regularidades de su deve-nir histórico. En principio todo sistema determinado estructuralmente es predecible, pero en lo fáctico muy pocas veces el observador está en conocimiento directo de los procesos involucrados en el operar, o indirecta-mente de sus nociones probabilísticas, a modo de describir o evocar las regu-laridades de su operar en un dominio determinado. 9. Sistemas cerrados: Cada vez que un observador distingue una unidad compuesta constituida como totalidad como un conjunto de elementos que interactúan entre sí de modo que cuando actúa sobre uno de ellos actúa sobre todos, distingue un sistema dinámico cerrado. Cuando un observador distingue un sistema cerrado lo hace tanto en su dominio local como global a través de la distinción de la matriz operacional-relacional en que sus propios componentes operan y existen. Pero lo peculiar de un sistema cerrado es que lo es sólo en un ámbito de dinámica de relaciones interna que le constituyen como tal, ya que en las dimensiones relacionales éste opera necesariamente como totalidad en la realización de su identidad dentro del medio que lo contiene, abierto a cambios que le permitan correspondencia estructural con su nicho. RECURSIÓN REFLEXIVA (p.165) Todo lo que se ha dicho, expresan Maturana y Dávila, surge en el operar de ellos como observado-res al hacer distinciones, mediante coordinaciones recursivas de haceres consensuales, sobre las ab-stracciones de las coherencias operacionales y relacionales que nacen con ellos como ámbito cogni-tivo de habitar localmente en una matriz operacional-relacional mayor de existencia que trasciende
  • 30. su operar particular pero que bajo ningún caso es independiente de él. O lo que es lo mismo, el fun-damento último de éstas abstracciones no es un grupo de identidades trascendentes-independientes sino las coherencias experienciales del propio vivir, con la forma de “s i esto ocurre entonces ocurre esto otro” (por ejemplo, si AB y BC entonces AC), que es, dentro de todo, lo único que po-demos decir. LEYES SISTÉMICAS EN EL ÁMBITO BIOLÓGICO (pp. 166-173) Las leyes sistémicas que Humberto y Ximena presentan continuación corresponden a una abstrac-ción de las coherencias operacionales y relacionales en las cuales un observador distingue que un ser vivo constituye, realiza y conserva su vivir a través de su acoplamiento estructural organismo-nicho con el medio que lo contiene y lo hace posible en su dinámica autopoiética. Las Leyes Sis-témicas del Ámbito biológico son las siguientes: 1. Espontaneidad del vivir: Cuando en un ámbito molecular surge un conjunto de moléculas que interactúan entre sí constituyendo una red cerrada de producciones moleculares que produce las mismas clases de moléculas que la componen, moléculas que en sus interacciones generan recursi-vamente a la misma red de producciones moleculares que las trajo a la vez que realizan sus límites como un sistema molecular que opera como una unidad discreta que produce y especifica su propia extensión, y además todo esto ocurre en un continuo flujo molecular a través de ella, surge un sis-tema autopoiético molecular. Esto es, surge un ser vivo. Nada hace al vivir, éste simplemente sucede. Es espontáneo. Y no se trata de que los seres vivos “tengan” autopoiesis molecular, ya que los seres vivos “son” autopoiesis molecular. En sen-tido estricto, la autopoiesis sólo se sostiene como tal en un ámbito molecular ya que la espontanei-dad que requiere en su operar sólo se obtiene de la agitación molecular. 2. Organización e identidad: Una unidad compuesta existe como totalidad sólo en tanto se conser-va la organización que define su identidad de clase a través de los cambios estructurales que ocu-rren en ella como resultado de su dinámica interna, o gatillados como resultado de sus interaccio-nes con elementos del medio que la contiene. La organización que define la identidad de clase de un ser vivo es la autopoiesis. Un ser vivo vive sólo en tanto se conserva su autopoiesis. Todo lo que le ocurre a un ser vivo en su vivir le ocurre como un fluir de cambios estructu-rales en los que se conserva espontáneamente su autopoiesis sin designio, ni propósito ni intención; ya que éstas son nociones que nacen con la ‘comprensión’ de la sensorialidad del presente cambian-te continuo en el que se está inmerso, desde un dominio relacional en el que se convive en redes de conversaciones. La finalidad no es una distinción de la operacionalidad del vivir sino una manera de describir y evocar las conductas de la totalidad del organismo en su relación con el medio. 3. Adaptación: Una unidad compuesta existe como una unidad compuesta de una cierta clase sólo en tanto sus interacciones en el medio en el que opera como totalidad, gatillan en ella cambios es-tructurales a través de los cuales conserva la organización que define su identidad de clase. Si esto no ocurre la unidad compuesta se desintegra y algo diferente aparece en su lugar. La conservación de la congruencia operacional entre organismo y medio que ocurre en el fluir de la conservación del vivir es la relación de adaptación entre organismo y medio. La conservación de la relación de adaptación entre el ser vivo y el medio, en su operar como organismo, es una condición necesaria para la realización y conservación del vivir.
  • 31. Un ser vivo vive sólo en tanto el medio que lo contiene gatilla en él cambios estructurales a través de los cuales se conserva su autopoiesis. Si ésta relación de congruencia dinámica de trans-formación (acoplamiento estructural) entre el organismo y su nicho no se conserva el ser vivo mue-re, y si sí se conserva entonces hay adaptación y el ser vivo vive. 4. Determinismo estructural del vivir: Los seres vivos en tanto entes moleculares autopoiéticos operan y se conservan en su operar como entes determinados en su estructura, y todo lo que sucede con ellos ocurre en el curso de sus cambios estructurales en la realización de su autopoiesis mole-cular mientras su autopoiesis molecular se conserva a través de esos cambios estructurales. El ser vivo y su medio (en el que se realiza y conserva) operan en dominios diferentes, dis-juntos y autónomos el uno del otro ya que cada uno presenta dinámicas de cambio estructural inde-pendientes, pese a que éstas se vuelven congruentes a través de modelaciones recíprocas, gatilladas recursivamente, en el fluir de sus cambios estructurales espontáneos que permiten su adaptación. Y el observador no es la excepción en esto ya que él sólo puede ver lo que su presente estructuralmen-te determinado le permite ver, sea cual sea el estado estructural de los dominios que rodean su en-torno relacional. 5. El no-tiempo: Como sistemas determinado en nuestra estructura los seres vivos existimos en el no-tiempo, en un presente en continuo cambio estructural en el que cada nuevo momento del pre-sente surge como modificación del momento presente que se vive. El tiempo no es una noción que ‘explique’ el dominio del operar particular de los sistemas vivos sino un ámbito imaginario creado por observadores que conviven en el conversar como modo de conectar sucesos que distinguen en su vivir cultural, como un antes o un después en el fluir de transformaciones (recursivas) que se dan en su mismo dominio relacional de existencia (en el que operan como totalidad). Pasado y futuro son proposiciones explicativas que buscan conectar varios procesos como modo de vivir el propio vivir explicativo en el lenguajear, permitidas por nuestra biología ya que ‘el operar neuronal trata de la misma manera las correlaciones senso-efectoras que provienen de una sucesión espacial de sensaciones que las que provienen de una separación espacial de sensaciones’, de modo que ambas formas de sensorialidad son modos de movernos en el vivir como una forma de vivir el fluir su presente en el no-tiempo biológico autopoiético a través del explicar cultural en el lenguajear. 6. Ocurre lo que ocurre: Un ser vivo como sistema determinado en su estructura hace en cada ins-tante lo único que puede hacer en ese instante según sus coherencias estructurales de ese instante en su continuo surgir en un presente continuo en continuo cambio. Los seres humanos, y el cosmos que traemos a la mano en nuestras distinciones y explicaciones, existimos en un presente cambiante continuo. En nuestro vivir explicativo los seres humanos vivimos (biológicamente) como emergiendo a cada instante de la nada, una nada de la que no podemos hablar porque convivimos (culturalmen-te) en redes de conversaciones que se fundan sobre la noción recursiva de la temporalidad histórica. Pero si bien las conversaciones las hacemos, el vivir no, el vivir simplemente nos ocurre, nos pasa como nos pasa determinado estructuralmente por el momento en que nos pasa sin finalidad externa ni propósito ya que ocurre perfecto en su ocurrir. LEYES META-SISTÉMICAS (pp. 174-182)
  • 32. Ya se han presentado la leyes básicas, generales y del ámbito biológico. Las que se presentarán a continuación tienen que ver con el ámbito cultural que surge y se conserva en el vivir humano con el operar de observadores en el observar al abstraer las regularidades de su experiencia sistémica a través de la reflexión. Por ello se hará referencia a las abstracciones que tienen que ver con el fluir del vivir humano en un flujo de continuos cambios relacionales en los que está inmerso él y el cosmos que trae a la mano en su operar. Desde la consciencia de que domos el instrumento de explicación y lo explicado, a la vez, presenta-mos las siguientes Leyes Meta-sistémicas: 1. Historia y deseos: El curso que sigue la historia de los seres vivos en general, y los seres huma-nos en particular, surge momento a momento definido por los deseos y preferencias que determinan lo que el ser vivo o ser humano hace y conserva o hace y desdeña en su vivir relacional, y no por lo que usualmente llamamos recursos u oportunidades como si estos fueran recursos u oportunidades en sí. Algo es un recurso o es una oportunidad sólo si lo quiere o desea. Los seres vivos siguen un curso en su deriva evolutiva que no está guiado por las conse-cuencia de sus actos, su utilidad o función, sino por lo que ellos quieren, ya que el resultado de un proceso no puede formar parte del origen del proceso que le dio origen a él. 2. El centro del cosmos: Todo ser vivo opera en su vivir en todo momento como centro de la matriz relacional en que se da su vivir y que surge con su vivir y que en el vivir humano será la Matriz Biológico-Cultural de su existencia. Como seres vivos humanos somos sistemas determinados en nuestra estructura, de modo que todo cambio en nosotros está definido por nosotros mismos y no en referencia a algo externo, aunque aquello sí pueda gatillarlo. Todo ser vivo vive su dinámica estructural en acoplamiento es-tructural con un medio al cual se mantiene ciego ya que vive en base al ‘operar efectivo de su sen-soria lidad’ (que permite su adaptación), y no en referencia a lo externo, de modo que todo el ámbito en el que él se desenvuelve no es otra cosa que la “expansión de su corporalidad”; todo lo que tiene un ser vivo en su vivir es su operacionalidad. Lo externo sólo nace en la distinción del observador que lo observa y de lo cual será consciente sólo si su cosmos se entrecruza con las ma-triz relacional que crea el cosmos del ser vivo observado. Por esto Humberto y Ximena dicen que somos el centro: porque nosotros mismos somos to-do lo que tenemos y desde donde se crea todo a la hora de traer a la mano el cosmos desde el cual se crean nuestras transformaciones biológicas y culturales. Y si bien todo ser vivo opera como centro del cosmos que trae a la mano en su vivir , como modo de hacer su vivir, sólo los seres humanos, que operamos en distinciones reflexivas en el lenguajear, somos conscientes de ello. Por esto “el ser humano no es la medida de todas las cosas, sino el vivir humano e l origen de todas las cosas” (p.177). 3. Ser vivo y medio: Un ser vivo y el medio que lo contiene cambian juntos de manera congruente como el resultado espontáneo de sus interacciones recursivas sólo si en el fluir de cambios estruc-turales, que esas interacciones gatillan en ambos, el ser vivo conserva su autopoiesis y su relación de adaptación al medio en su nicho. Si esto deja de suceder el ser vivo muere, y si no muere, su vivir sigue un curso orientado por el bien-estar relacional en relación con su medio. El vivir no es sólo lo que surge y se realiza, sino además lo que se conserva. Sólo hay vivir si los seres vivos conservan su autopoiesis en el fluir de interacciones recursivas que generan trans-formaciones recíprocas congruentes con el medio que los contiene. Sólo hay vivir allí donde existe
  • 33. el acoplamiento estructural como forma congruente de interacciones que genera un nicho que con-serva las condiciones para el operar de la autopoiesis. El organismo no existe fuera de la relación organismo-nicho, ya que el organismo no puede conservar su autopoiesis fuera de un medio que lo contenga y lo haga posible en su vivir. El organismo es un continuo cambio estructural en búsqueda del bien-estar de sí mismo y eso es lo que guía el curso de su vivir, de modo que la orientación que define cada organismo para acoplarse estructuralmente a su medio en la búsqueda de su bien-estar es lo que lo diferencia de los demás, ya que se ‘orientan y acoplan’ de forma diferente. 4. Siempre hacemos lo que hacemos : Los humanos siempre hacemos lo que queremos hacer, aún cuando digamos que no quereos hacer lo que hacemos. Cuando hacemos lo que decimos que no queremos hacer, lo hacemos porque al hacerlo esperamos conservar algo que pertenece a un do-minio diferente de aquel en que decimos que no queremos hacer. Un ser vivo hace lo único que puede hacer en un instante cualquiera como resultado de su vivir en un instante estructuralmente determinado y en relación de congruencia operacional con un medio en la formación de una armonía arquitectónica mayor. Un ser vivo siempre desea conservar el bien-estar relacional organismo-nicho. En el caso de los seres humanos la situación no es dife-rente, sólo que como parte de la biósfera mayor tenemos una antropósfera que nos envuelve y que creamos momento a momento con nuestro hacer ‘reflexivo y explicativo’, por lo que el ser vivo hu-mano es el único que hace pudiendo tener consciencia de lo que hace y eso es parte de su propio de-terminismo estructural, en el sentido de que se acopla no sólo biológicamente sino además cultural-mente; de modo que sus preferencias lo llevan a aceptar en emoción sentires de ambos dominios. 5. El presente: El devenir del vivir de un ser vivo ocurre en la realización de su autopoiesis en un curso sin alternativas, sin pasado ni futuro en un presente cambiante continuo. Todo ser vivo opera en cada momento del devenir de su vivir de la única manera que puede operar en ese momento se-gún sus coherencias estructurales de ese momento en su continuo presente cambiante. Nada es bueno o malo en el vivir del operar de los seres vivos en la realización de su auto-poiesis. La autopoiesis opera o no opera; se vive o no se vive; se vive y se conserva el vivir o se vi-ve y no se conserva el vivir y se muere. Lo deseable o indeseable, operando la autopoiesis y vién-dose el vivir que se vive (sea cual sea en éste su orientación o acoplamiento), aparece desde la mira-da de un observador, en un dominio relacional compuesto de redes de conversaciones, como apre - ciaciones expresadas producto de una comparación de dos sistemas, en el cuál se escoge cuál es el que se prefiere más. Pero esto no altera el operar de nuestro vivir, debido a que cada mundo que creamos en nuestras conversaciones (dualidades: lo bueno y lo malo; el pasado y el futuro) son par-te de las transformaciones estructurales espontaneas de nuestro presente continuo cambiante que permiten nuestro acoplamiento estructural en congruencia con la conservación operacional de nues-tra autopoiesis. La explicación en base a la temporalidad sobre el presente no lo reemplaza, tan sólo dice qué sucesos concatenados operan de modo que se llega al presente que se busca explicar. 6. Autopoiesis: Todo lo que ocurre en el fluir del vivir de un ser vivo ocurre como un continuo re-sultar en el presente cambiante continuo de la continua realización de su autopoiesis según su mo-do particular de vivir como organismo en el ámbito relacional (nicho) en que opera como totali-dad. En el caso de los seres humanos su modo particular de vivir es el conversar, esto es, un con-vivir en coordinaciones de coordinaciones de haceres y emociones, y todo lo que los seres humanos hacen ocurre en redes de conversaciones. La autopoiesis se conserva no sólo dentro de un nicho biológico sino además como parte de un mundo cultural. La temporalidad, la historia, las intenciones y explicaciones (el fenómeno de re-cursión en general) son parte de los mundos que traemos a la mano como Homo sapiens-amans