Síntesis de Habitar humano en seis ensayos de biología-cultural, de Humberto Maturana y Ximena Dávila. Primer gran compendio de documentos que reflejan el sustento teórico de la praxis de reflexión y acción del instituto matrístico de Santiago.
Síntesis de Habitar humano en seis ensayos de biología-cultural, de Humberto Maturana y Ximena Dávila
1. SÍNTESIS
Habitar
Humano
En seis ensayos de
Biología-Cultural
de Humberto Maturana
y Ximena Dávila
por David Alcántara
2. Datos sobre la versión del libro de síntesis
Editorial: J. C. Sáez editor,
Santiago
Traducción: Sin traducción
Edición: Primera, 2008
Páginas: 394
ISBN: 978-956-306-041-6
Datos sobre detalles de la redacción
Las páginas citadas, todas, están indicadas con la abreviación “p.” y entre paré-ntesis.
En aquellos casos que se usa doble “pp.” se hace referencia a todas aquellas
páginas que se comprenden entre ambos números de página inmediatamente
señalados, con ellos incluidos.
Las frases que se encuentren entre los símbolos “” se refieren a una interpre-tación,
no literal, sobre ciertas ideas que se encuentran en su página correspon-diente.
Las frases que se encuentren escritas en cursiva pueden referirse a dos cosas: si
se trata una o dos palabras entonces son consideradas importantes y por ello
son des-tacadas, pero si es una frase o un párrafo, o más párrafos, entonces es
una reescritura literal de aquello que se encuentra en la página correspondiente,
con excepción de los paréntesis que no se encuentran en cursiva.
Aquellas frases continuadas por tres puntos (…) expresan una conexión
indirecta entre las ideas que se proponen, esto es, una forma de expresar que
ambas escrituras forman parte de la cita que les acompaña pero que, a su vez,
poseen contenido intermedio en el libro original que no se consideró necesario
citar.
El número de las figuras no respeta el orden original del libro, son una adapta-ción
propia de éste documento.
Las páginas citadas debajo de los títulos corresponden a la extensión del
capítulo en el libro original.
Según regla APA de citación, la abreviación Ibíd. (Íbidem) hace referencia a la
última cita utilizada.
Si bien el documento es un diálogo entre co-autores, ésta síntesis está escrita en
tercera persona, con excepción de aquellas citas literales del texto que se
ofrecerán en cursiva. Los paréntesis sin cursiva, entremedio de las citas lite-rales,
también son de mi autoría.
4. INTRODUCCIÓN
(pp. 23-29)
Todo lo que hacemos, todos los mundos que vivimos y todas las interacciones en la que nos envol-vemos
forman y son parte de una antropósfera como modo humano de habitar en la biósfera, dentro
de un ámbito de coherencias ecológicas en donde surge, se realiza y conserva lo humano en el deve-nir
evolutivo. Toda transformación estructural de la biósfera afecta la antropósfera, y todo cambio
arquitectónico de la antropósfera afecta a la biósfera. Pasemos a señalar un par de características
del vivir humano como modo de habitar la biósfera:
i. los seres humanos somos seres en continua transformación recursiva, por ende somos
entes históricos;
ii. existimos en un presente a cada instante, y es allí donde implicamos las tramas históri-cas
como ámbito explicativos que dan cuenta de cómo se originó ese presente;
iii. todo ser vivo, todo ser vivo humano y todo el cosmos existen como un presente de cam-bios
estructurales entrelazados y continuos;
iv. por todo lo anterior, el pasado y el futuro son sólo dos modos de vivir el presente cam-biante
continuo que se vive: pasado como un ámbito explicativo de sus coherencias
(desde sus coherencias) y el futuro como extrapolación un ámbito generativo de posi-bilidades
de transformación de sus coherencias (también desde sus coherencias).
El devenir evolutivo sigue un curso definido, generación tras generación, en la conservación de dos
modos: uno es el vivir, ya que en la conservación del vivir está la posibilidad del vivir en todo ser
vivo, y el otro es un habitar específico como modo particular de vivir su vivir, según la conserva-ción
de cierta identidad de clase u organización. Y éste último, la conservación de un vivir particu-lar
como modo de habitar, es guiado momento a momento desde una configuración de sentires rela-cionales
íntimos hacia la coordinación de haceres y sentires que llevan al ser vivo a un continuo
desplazarse en la búsqueda de un medio que le permita su vivir (‘buena tierra’; nicho); de no con-cretarse
éste encuentro el ser vivo muere.
A vista de un observador el ser vivo siempre aparece en el fluir de su plano relacional asociado a
conductas y elecciones que lo definen, siempre que el observador opere en el mismo dominio, y por
ello es que siempre que se distingue en un dominio relacional a un ser vivo necesariamente se dis-tingue
conjunto con él la trama operacional-relacional que involucra el habitar psíquico en el cual
éste se desenvuelve en su nicho. Y si bien no se puede describir el habitar psíquico de las familias
ancestrales, ya que no poseemos lo procesos generativos necesarios para su explicación, sí podemos
evocarlos señalando cómo podrían haberse comportado hasta llegar a conformarse como aquello
con lo cual nos topamos ahora, procesos que sí podemos describir con más detalle.
Lo primero que podemos señalar es que no es el vivir en coordinaciones consensuales recursivas de
haceres (lenguajear) lo que necesariamente implica dominar, controlar o destruir aquello que se
busca explicar, describir o conocer. Los que nos guían hacia la separación del mundo que traemos a
la mano son nuestros sentires. Los que disciernen entre la estética y el placer del convivir con res-pecto
a placer de la dominación y el mal-estar no es el lenguajear sino nuestra configuración parti-cular
de sentires íntimos que priman en el dominio relacional de nuestro convivir.
¿Qué es lo que ocurrió exactamente en el fluir de nuestros sentires en la historia tal que vivimos
nuestros diferentes vivires tal y como nos suceden? Humberto Maturana dice que no podremos sa-berlo
con exactitud pero que sí podemos mirar nuestro habitares actuales, que seguramente provie-nen
de la conservación de sentires ancestrales, y reflexionar sobre sus fundamentos biológico-cul-turales
a modo de decidir cuál es el curso que deseamos tomar ahora.
5. Siempre fuimos parte de la naturaleza, hasta que la fragmentamos en un análisis destructivo de su
carácter sistémico-sistémico y reducimos nuestro habitar a parámetros lógicos que nos dejan ciegos
ante la comprensión recursiva del cosmos. Y es por esto que el podemos afirmar que el principal
propósito de éste libro no es presentar sucederes des-compuestos e independientes, sino evocar
imaginativamente en la reflexión habitares que en su ocurrir están entrelazados los unos a los otros
dentro de una dimensión sistémico recursiva que abarca todo el cosmos que nace con nuestro hacer.
“Los seres vivos, y los procesos que los realizan como organismos en su operar e interactuar como
totalidades generando procesos recursivos que dan origen a dominios operacionales-relacionales
disjuntos intrínsecamente nuevos, ocurren todos como dinámicas evanescentes que surgen en un
continuo fluir sistémico recursivo de sucederes entrelazados que no constituyen un mosaico de
entes, ni procesos o conceptos que se relacionan en su operar como entidades discretas
independientes. (p.28)”
El observador entonces no distingue procesos aislados ni entes independientes, sino s iempre diná-micas
operacionales y/o relacionales que forman parte de una matriz recursiva de sucederes evanes-centes
espontáneos que surgen entrelazados a cada momento por procesos diferentes y disjuntos que
a su vez forman parte en su operar de nuevos procesos que se entrelazarán con nuevos dominios
disjuntos y diferentes, en el fluir de una dinámica de transformaciones continuas sin fin. Y el obser-vador
comprende esto en una dinámica reflexiva en el lenguajear que también ocurre como un su-ceder
evanescente orientado en un fluir sistémico-sistémico en un dejar de ser inconsciente, donde
forma parte de algún habitar psíquico que nace a cada momento de la memoria histórica que se con-serva
continuamente en su vivir y convivir.
“Si al mirar un remolino que surge en el fluir de un río, intentamos ver sus bordes mientras se
mueve como una unidad arrastrado por la corriente, veremos que no lo vemos, y que en sentido
estricto no los tiene, pues el remolino tiene presencia sólo en la dinámica que lo constituye en su
ocurrir como un aspecto del río, siendo el río sin ser él. Así es el suceder de nuestro vivir. (p.29)”
ENLACE I
(pp. 30-31)
El ensayo que se presenta a continuación abordará un evocación sobre el devenir del vivir humano
desde tiempos ancestrales hasta el presente, bajo el entendimiento de que si bien las eras psíquicas
que se expresan como reflejo de las matrices relacionales que configuran nuestros sentires íntimos
cambian a lo largo del tiempo, permanece siempre intacta la conservación del vivir mismo en tanto
que siempre abre espacio para que todo cambie en torno a él. O lo que es lo mismo, desde tiempos
ancestrales todo ha cambiado en el vivir humano, como fruto del fluir del emocionear entrelazado
con lo que se piensa y hace, en tanto cada unos de esos cambios permite a su vez que se conserven
las regularidades del vivir (autopoiesis).
En sus inicios el habitar humano era en la espontaneidad del placer en la compañía del otro, lejos de
justificaciones de por qué sí o por qué no actuar de ese modo, y ya pasados los siglos vemos como
inclusive se crean ámbitos del lenguajear que operan sobre la proposición de preguntas incontesta-bles
que sólo pueden ser contestadas a través de la invención de supuestos aprióricos trascendenta-les-
independientes que suelen negar y generar ceguera sobre los fundamentos sistémicos recursivos
de la antropósfera; tendiendo en cuenta que una pregunta es incontestable cuando ‘no es posible
contestarla operando desde las coherencias experienciales del dominio del vivir del observador en
que fue formulada’. Éste ensayo es una invitación a un vivir ético en el mutuo respeto fundado en
nuestra biología (del Amar y del Conocer).
6. HABITAR HUMANO
en seis ensayos de Biología-Cultural
I
ERAS PSÍQUICAS DE LA HUMANIDAD
Ximena Dávila Yáñez y Humberto Maturana Romesín
7. INTRODUCCIÓN
(pp. 35-38)
El devenir evolutivo que dio origen los seres vivos, y en el que se realizan y conservan hasta el día
de hoy, se orienta a cada instante por lo que un observador ve como una configuración de sentires
relacionales íntimos (emociones), tales como los deseos, las preferencias o los gustos, que guían el
fluir relacional-operacional en coherencias estructurales internas y externas que se orientan al bien-estar
psíquico-corporal del mismo, pese a que ocasionalmente se generen espacios de mal-estar.
Desde las preguntas reflexivas Humberto y Ximena piensan que se abre la mirada y expande la
conciencia de las coherencias organismo-nicho, en forma de nicho-psíquico-relacional, y desde allí
dilucidamos que lo fundamental en el convivir evolutivo del ser humano, en tanto ente biológico-cultural,
son las configuraciones de emociones, ya que ellas son las que dieron origen a los diversos
espacios psíquicos en los que hemos habitado. De este modo reconocemos que cada era psíquica
está determinada momento a momento por el propio habitar en el cual se vive, y éste a su vez por
un trasfondo de histórico.
Las eras psíquicas son entonces una “dinámica histórica de transformación integral de la psiquis
humana” (p.37). Están fundadas en lo mítico y esto en una dinámica recursiva que permite que la
sabiduría no sólo se transmita cíclicamente sino además como forma de ampliación de conciencia
respecto de la evocación a las coherencias sistémicas-sistémicas con respecto al mundo natural y
con respecto a la propia historia humana. De este modo comprenderemos, que si bien hablamos en
distintas instancias de diferentes momentos psíquicos de la humanidad, cada vez que exista un cam-bio
(transformación) fundamental de conciencia entonces se vislumbrará en cada uno de ellos un
carácter común que corresponde a la dinámica cíclica de origen, cambio y vuelta al origen, de modo
que un nuevo ciclo sólo puede comenzar en el estado de conciencia que caracterizó a su ciclo an-terior
en su propio origen, el cual corresponde al estado de sentirse como parte del todo; como pert-eneciente
a las coherencias sistémicas totales. Los autores llaman a esto la dinámica mítica-cíclica
de la existencia humana.
ERA PSÍQUICA ARCAICA
(pp. 39-41)
Dinámica emocional fundamental: El amar como suceder espontaneo
Surgimiento: El surgimiento de esta era es el surgimiento de lo humano, y esto ocurre en la espon-taneidad
íntima de la convivencia familiar como un modo de alcanzar el bien-estar psíquico-corpo-ral
mediante el compartir caricias en el placer de la compañía, hace no menos de tres millones de
años atrás. Surge el lenguajear como un modo de hacer cosas juntos en forma de coordinación re-cursiva
consensual de conductas sobre la base de una emoción básica fundamental que es el amar.
Más tarde el lenguajear se entrelaza al fluir del emocionar como una forma de conversar que ca-racterizará
el convivir humano en su transmisión transgeneracional como un linaje común.
Características: La era arcaica aparece cuando surgen de modo espontáneo habitares psíquicos que
se caracterizan como redes de conversaciones cerradas que se fundan en el fluir del emocionar del
amar y que no traen consigo, ni consiente ni inconscientemente, la psiquis del mal-estar en el de-samar.
Se distingue una constante expansión recursiva-espontanea del convivir generador de mun-dos
como una forma no pensada de vivir y convivir en la unidad operacional organismo-nicho en la
8. co-laboración y la co-inspiración. Las regularidades del ocurrir de sus vidas les hace pensarlo todo
como algo dado de hecho. Su linaje se constituye como el de los Homo sapiens-amans amans.
Decaimiento y transición: Se vive en las coherencias del reino de Dios hasta que aparecen incohe-rencias
al generarse las nociones explicativas que buscan concordancia en la unidad saber-hacer del
vivir cotidiano. Desde allí se da un cambio desde la espontaneidad del suceder al intento de explicar
los sucesos del ocurrir, el amar se expande como dimensión relacional intangible que funda el vivir
y convivir desde el explicar. De un momento a otro, ya no todos son iguales.
ERA PSÍQUICA MATRÍSTICA
(pp. 42-45)
Dinámica emocional fundamental: El amar como un convivir deseado.
Surgimiento: Con la creación del cosmos como constructo explicativo del mundo que se habita
surge la visión de una madre, desde el cuestionamiento sobre las coherencias de los sucederes del
vivir, como aquella encargada de la re-novación de la unidad cíclica del existir. Surgen cuestiona-mientos
urgentes e incontestables desde el operar humano fáctico pero que aún así son respondidas
desde dimensiones intangibles y enajenantes soñadas desde las configuraciones de sentires relacio-nales
íntimos que brotan del convivir cotidiano.
Características: El amar no sólo es suceder espontaneo sino además un convivir deseable. De este
modo, la era matríztica se caracteriza no sólo por la espontaneidad sino además por un pensar co-mún
que generan, mediante redes cerradas de conversaciones, nociones explicativas que fundan el
amar como camino para el bien-estar relacional. La reflexión se orienta a conservar la generación
de una cultura que es sustentada desde un orden divino inmanente, que si es perturbado ya no re-sulta
acogedor. Se vive en confianza en la conciencia de las coherencias del vivir en el mundo
divino-natural.
Decaimiento y transición: Se desvanece la configuración de sentires relacionales que entregaban
confianza en las coherencias del suceder espontaneo y reflexionado sobe el mundo, y en su lugar
surge una psiquis de desconfianza sobe el orden del mundo divino-natural que los lleva a la pérdida
del bien-estar acogedor del cual se era parte, suplantándose por los sentires de control y jerarquía.
ERA PSÍQUICA DEL APODERAMIENTO
(pp. 46-48)
Dinámica emocional fundamental: Apropiación de la verdad y veneración de la autoridad.
Surgimiento: Comienza cuando se genera ‘adicción’ al poseerlo todo sin importar lo demás y los
demás. Nace en el vivir cotidiano como una manera de vivir lo cotidiano, y aparece junto con el
despertar de la consciencia de las capacidades manipulativas (corporales o psíquicas) y al adictivo
deseo de ser servido y servir: ser servido para poseer poder y servir para renunciar a la responsa-bilidad.
Su origen está en la pérdida de la confianza en las coherencias del orden del mundo divino-natural
y natural en que se vive y convive.
Características: Su esencia es la generación de una jerarquía estricta que se rige por el control,
servilismo y poder de autoridad. Anula la confianza, la espontaneidad, la co-inspiración y la co-
9. laboración. Elimina la aceptación recursiva y la cambia por la negación recursiva. Abre paso a la
inseguridad y la discriminación sustentadas por el ‘adictivo’ deseo de poder. Y luego de generar
todo esto se ofrece la confianza recién perdida mediante un acto de control del propio medio natural
que les rodea. Hay dos formas particulares de vivencia de ésta era: Homo sapiens-amans agressans
(fundada en la emoción de la agresión; deseo de violencia) y Homo sapiens-amans arrogans
fundada en la emoción de la arrogancia; deseo de omnipotencia).
Decaimiento y transición: Ambos linajes están destinados a extinguirse en el tiempo, ya que el
único que se funda en la emoción del amar como modo de alcanzar el bien-estar psíquico-corporal
es el Homo sapiens-amans amans. Pese a esto, ésta era no decae y se fortalece en el uso de la razón
para dar paso a la era moderna.
ERA PSÍQUICA MODERNA
(pp. 49-50)
Dinámica emocional fundamental: Dominio de la autoridad y la enajenación en el poder.
Surgimiento: La configuración de sentires relacionales se orienta en la seguridad de sentir que se
conoce la verdad y la realidad mediante la ciencia y la tecnología. Se siente que se puede dominar el
devenir natural real y que de hecho se le domina. Comienza a divinizarse la razón y a desplazarse la
comprensión. Se crean los en sí como entidades objetivas invariables.
Características: Confianza ya no en la armonía con un mundo natural sino en la posibilidad de
controlar el medio en el que se vive mediante el uso de la razón universal y la verdad. Se confía en
que el conocer la realidad permitirá generar bien-estar mediante la razón, y desde allí se crean
justificaciones políticas-filosóficas que justifican la conservación de los linajes Homo Sapiens-amans
agressans y arrogans. Se cree saber lo que es bueno para otro sólo mediante la razón, de
modo que se justifica la dominación como forma de piedad ante la “ignorancia” del otro.
Decaimiento y transición: Ésta era se fortalece en el dominio explicativo-imaginario de la razón
sobre el control del mundo natural para dar paso a la era post-moderna.
ERA PSÍQUICA POSTMODERNA
(pp. 51-53)
Dinámica emocional fundamental: Dominio de la confianza en el saber que se sabe lo que se cree
que se sabe. Tentación de la omnipotencia, cegueras en el saber que se sabe lo que se dice que se
sabe.
El saber no es comprensión, sino un sentir que se siente cuando no se duda sobre lo que se dice sa-ber
que se sabe. El conocer no es sobre las coherencias fácticas del vivir, sino sobre lo que otros
dicen que es adecuado saber según su pensar. El entender no es un abstraer coherencias experiencia-les
sobre lo cual el saber hace sentido como lo que se sabe, sino un saber y conocer el entorno en el
cual los otros dicen que algo es válido como tal.
Surgimiento: La cultura es dominada en su totalidad por la ciencia y la tecnología. Surge la emo-ción
de creer poder hacer todo desde el dominio fundado de lo que imaginamos creer saber, en
donde todo sólo es (en sí). Surge la hegemonía del liderazgo como forma de obligar a los otros a
10. cumplir la adicción de algunos de hacer todo lo posible que se cree que se puede hacer y de su-plantar
la co-inspiración como modo inspirador de convivencia y se reemplaza el respeto por sí
mismo y por otros por un contrato. La tentación de la omnipotencia se ciega ante la legitimidad
humana.
Características: Justificación racional del progreso y la innovación como único ámbito posible de
habitar en bien-estar, aunque para alcanzarlo se haga desde el sentir de la irresponsabilidad, la des-honestidad
y la manipulación. Ceguera intencional ante la generación de dolor y sufrimiento ajeno
en la antropósfera producto de un “no querer ver” la responsabilidad ética.
Decaimiento y transición: El fanatismo moralista en el desamar de los líderes que guían la máqui-na
del progreso no logran acabar con la intimidad amorosa que se genera en la relación materno-infantil
de las familias, de modo que el amar aún existe como ámbito deseado para el convivir hu-mano.
Se reflexiona sobre el propio vivir y se genera conciencia de la antropósfera, y la biósfera,
como ámbito de coherencias ecológicas que ha sido descuidado, y de la objetividad como excusa
fundante de la irresponsabilidad en el convivir humano.
ERA PSÍQUICA POST-POSTMODERNA
(pp. 54-61)
Dinámica emocional fundamental: Surgimiento de la reflexión y acción ética consciente.
El fin del liderazgo abre el camino al resurgir del bien-estar psíquico-corporal operacional-rela-cional
de la confianza en la honestidad como fundamento ético del convivir en la psiquis de la post-postmodernidad,
abriéndose el espacio para la responsabilidad deseable y deseada en el respeto por
sí mismo y por lo otros en la generación de una ‘buena tierra’.
Surgimiento: Comienza el desapego a las certidumbres y la orientación de la acción hacia la cons-trucción
de un convivir armónico con la antropósfera (por lo tanto además con la biósfera que lo
contiene y hace posible) producto del dolor que se ve en ella y que fue generado por la omnipoten-cia
de las eras pasadas. Se desprenden las enajenaciones cognitivas de todo tipo y se da paso a una
ampliación de la consciencia mediante reflexión responsable que nos permite darnos cuenta que
todo el mal-estar que existe en la antropósfera, que es creada con nuestro propio hacer, fue gene-rado
por nosotros mismos en nuestro hacer destructivo.
Características: Audacia en la generación de responsabilidad ética (y social) consciente sobre las
coherencias ecológicas de la antropósfera y la biósfera como medio que nos contiene y que nos
hace posibles en nuestro vivir y convivir humano. Decisión de erradicar el mal-estar en el convivir
que nosotros mismos hemos generado con nuestra propia configuración de sentires relacionales
íntimos en la desconfianza de la armonía con el medio natural que dio origen a la confianza irre -
flexiva sobre la omnipotencia del liderazgo. Búsqueda-rescate de la autonomía y libertad reflexiva
que permite una red cerrada de conversaciones fundada sobre el flujo emocional del amar en el
linaje Homo sapiens-amans amans como cúlmine de la “dinámica mítica cíclica” al crear el lina je
consciente del amar, y de la renuncia del éxito y la utilidad, llamado el Homo sapiens-amans
ethicus.
Decaimiento y transición: Ésta era sólo se extinguirá si no existe la audacia suficiente para generar
consciencia sobre el hacer propio y su generación de mundos de convivencia en el mal-estar o bien-estar,
a modo de transformar la convivencia en pos de un vivir ético y responsable. Sólo se perdería
la consciencia de la matriz biológico-cultural que se comprende en el vivir ético y responsable de la
11. era post-postmoderna, que es el fundamento de todo en cuanto surge, se realiza y conserva el vivir
humano, si se reconoce irreflexivamente la supuesta naturaleza trascendente de los valores en sí que
arrastran consigo la utilidad y el éxito como objetivos del liderazgo propios de la era postmoderna.
Reflexiones finales
En la psiquis de la era post-posmoderna se comprende que se es biológicamente primero un ser a-moroso,
y desde allí se vive en el desapego de la necesidad de la certidumbre sobre alguna verdad
absoluta que niegue la posibilidad de la reflexión. Sólo en dicha era se presentan sentires íntimos
tales como:
- La consciencia de que lo que llamamos consciencia no es un en sí sino un fruto de la distin-ción
reflexiva que brota desde la abstracción de las coherencias sistémicas-sistémicas ope-racionales-
relacionales del vivir cotidiano del propio observador.
- La consciencia de que sólo la libertad reflexiva y de acción libera el potencial creativo que
se funda en nuestro ser biológico amoroso.
- La consciencia de ser partes de una antropósfera, y por ende de una biósfera, que nos con-tiene
y nos hace posibles como a la vez es creada por nuestro propio hacer humano, nos
permite generar responsabilidad ética ecológica-espiritual.
- La consciencia de que somos responsables del cosmos que traemos a la mano con nuestro
vivir y convivir humano.
Si bien no podemos saber exactamente cuál será el curso del devenir que seguirá el vivir humano
una cosa sí es segura, y corresponde el punto en común de los sentires señalados recientemente: ‘el
devenir humano, sea cual sea, surgirá en cada momento desde las dimensiones psíquicas que brota-rán
de la configuración relacional de sentires íntimos que se han conservado en el devenir del pre -
sente cambiante continuo hasta ese momento’. O lo que es lo mismo, nuestra existencia como entes
biológico-culturales es el fundamento de todo nuestro sentir, pensar y hacer. La era post-postmo-derna
es una oportunidad para no volver a negar la autonomía reflexiva, y de rescatar nuestra natu-raleza
como seres amorosos
En fin, todo devenir evolutivo y transformaciones de un ser vivo son guiadas por sus sentires ínt-imos
y por la creación de sus dominios psíquicos que el observador ve como emociones en el es -
pacio relacional. Todo convivir humano es riqueza recursiva que permite el operar del lenguajear
entrelazado al emocionar como forma de conversaciones que definen una cultura particular, y que
especifican a cada instante los sentires y haceres, y configuraciones de sentires y haceres, que fun-dan
la psiquis biológico-cultural del propio convivir.
“El futuro de la humanidad no son los niños, niñas u jóvenes, sino que somos nosotros los adultos
con quienes ellos conviven, pues ellos a su vez serán como adultos, pareciéndose o diferenciándose
de nosotros, según seamos nosotros como adultos en nuestro convivir con ellos” (p.61).
APÉNDICE I
(p.62)
Las leyes sistémicas que permiten la ampliación de la conciencia biológico-cultural de la existencia
humana en tanto seres vivos que generan sus propios mundos que habitan son las siguientes:
1. Todo lo dicho es dicho por un observador a otro observador que puede ser él o ella misma.
12. 2. Todo lo hecho es hecho por un ser humano en el ámbito de la antropósfera que surge con
él.
3. Cada vez que un conjunto de elementos comienza a conservar ciertas relaciones, se abre es-pacio
para que todo cambie en torno a las relaciones que se conservan.
4. La historia de los seres vivos en general, y de los humanos en particular, ha seguido y sigue
un curso definido a cada instante por los deseos, preferencias, ganas, emociones en general.
5. Todo sistema humano y no humano opera perfecto cuando opera, no existe la disfuncionali-dad
en el operar de un sistema.
APÉNDICE II
(pp. 63-64)
Los linajes biológico-culturales de Homo sapiens-amans tanto agressans (ceguera mediante la
agresión) como arrogans (ceguera mediante la arrogancia) son transitorios debido a que cursan un
recorrido que destruye su propio ser biológico y el entorno que los contiene y les hace posible su
vivir, producto de una restricción de la conciencia de la unidad del existir que los lleva a generar
una ceguera relacional con respecto a las coherencias estructurales del acoplamiento organismo-nicho
sobre el cual el vivir se hace posible.
ENLACE II
(pp. 65-66)
“La noción del tao implica una invitación a vivir la que se vive en un presente sin apegos,
y surge como una respuesta activa desde la acción de la no-acción,
que en nuestro sentir pertenece al vivir en la Biología del Amar (p.65).”
El amor sólo se oscurece desde su visión patriarcal-matriarcal mediante las extensiones de caridad,
compasión o pena, ya que en ninguna de ellas el suceder espontaneo reconoce la legitimidad del
otro en convivencia. Sólo la Biología del Amar encuentra una salida en liberación a los dolores
producidos por la cultura en la que estamos inmersos.
13. HABITAR HUMANO
en seis ensayos de Biología-Cultural
II
BIOLOGÍA DEL TAO
O
EL CAMINO DEL AMAR
Humberto Maturana Romesín y Ximena Dávila Yáñez
14. INTRODUCCIÓN
(pp. 71-72)
A través la distinción reflexiva que busca llegar a los fundamentos del vivir humano uno puede lle-gar
a hacerse dos preguntas fundamentales: una por el ‘ser’ y otra por el mismo ‘hacer’. En Occi-dente,
y parte del Oriente, se han preguntado siempre por el ser, esto es, por los en sí universales,
trascendentales e independientes de la existencia. La pregunta que Humberto y Ximena se hacen
ahora es sobre el hacer: ¿cómo podemos hacer lo que hacemos cuando hacemos lo que hacemos?
Pero estamos en una época en la que la ciencia nos brinda la posibilidad de la libertad reflexiva,
permitiéndonos dejar de lado los fundamentos ontológicos trascendentales de las explicaciones y
apegándonos más a lo constitutivo mediante la Matriz Biológico-Cultural de la Existencia Humana.
Desde allí vivimos en la denominada ‘filosofía espontanea’ en busca del fundamento de todo, en
éste caso particular de la experiencia del Tao, en el mismo hacer: ¿qué hacemos en nuestro vivir
cuando decimos que experimentamos la noción del Tao?
CAMINO DEL TAO
(pp. 73-78)
“El camino del vivir que la noción del Tao evoca, constituye una invitación a un vivir en el bien-estar
psíquico-corporal de un vivir sin esfuerzo en la unidad de toda la existencia (p.73).”
Lo que Humberto y Ximena se propondrán en el ensayo es hacer coincidir el resultado de los funda-mentos
biológico-culturales del vivir humano con la noción Oriental del Tao, es decir, reconocer
que toda experiencia humana es primeramente biológica y luego, mediante expansión, cultural. La
noción del Tao se constituye como un tipo de expansión particular del ser biológico en donde se
generan sentires de bien-estar en la armonía psíquica y corporal de y con todas las dimensiones
relacionales, cualquiera sea la circunstancia del vivir que se viva. Por lo tanto el Tao no evoca “lo
que se vive” sino “cómo se vive lo que se vive”.
Debido a que la descripción no reemplaza lo descrito es que a continuación se presentan títulos que
buscan describir las características de la experiencia del Tao como bien-estar relacional que nace
desde fundamentos biológicos.
El presente
El presente es el suceder del vivir mismo.
El presente es el ocurrir en el ocurrir,
lo que sucede en el fluir del suceder (p.74).
Los seres humanos como seres vivos que viven en el lenguajear crean un ámbito generativo del
presente continuo cambiante que denominamos pasado y un ámbito de posibilidades de transfor-mación
del presente que denominamos futuro, pero ambos desde las coherencias del presente: de
modo que pasado y futuro son sólo modos de vivir el presente.
Lo que la noción del Tao evoca es un desapego de las expectativas y prejuicios que el vivir el pre -
sente en una sensorialidad de pasado o futuro generan, ya que causan mal-estar relacional fundado
en el apego. Se ha de vivir en el lenguajear pero a la vez hemos de fluir espontáneamente en el
continuo cambio de un presente que no se amarra a nada, ni a algo que se desea ni que se perdió.
15. La experiencia
La experiencia es lo que decimos que nos pasa cuando somos conscientes de que lo que nos pasa
nos pasa como un suceder de nuestro vivir que distinguimos en el vivir en el lenguajear (p.75)”
Lo primero entonces es señalar que la descripción de la experiencia no cambia lo vivido, sólo la
constituye en un ámbito de distinción que nos permite reflexionar sobre lo que la genera en el len-guajear.
Por lo tanto, en el dominio de la coordinación recursiva consensual de haceres, la expe-riencia
humana se puede vivir tanto de modo similar al animal, esto es, en una presente cambiante
continuo que posee apego, como reflexivo, y desde aquí existen dos formas de vivir en conscien-cia:
únicamente desde lo que se vive en el suceder mismo o apegado a la idea de algo que no es
propio del ocurrir pero que deseamos que ocurriera o que no haya ocurrido.
Toda reflexión transforma nuestro vivir en el presente en función de la emoción que le permite sur-gir
como un ámbito generativo del mismo presente pero en otra faceta, por ello la noción del Tao
evoca un vivir en el bien-estar consciente espontaneo en la libertad de saber que se evitará el sufri-miento
sólo si se vive en el presente del suceder del ocurrir mismo, y no apegado a una expectativa
o un prejuicio de lo que no-es. Sólo la repetición de la experiencia del ser consciente del sufrimiento
del apego al no-ser de un ser (del presente mismo) es aquello que permitirá evocar la noción del
Tao, ya que de ningún modo esto puede realizarse fuera del lenguajear ya que es el lenguajear lo
que caracteriza el vivir humano humano.
EL DESAPEGO
(pp. 79-81)
“Vivimos en una cultura en la que el dolor que genera la pérdida de lo efímero
le da sentido a lo deseado y constituye la medida de su valor (p.79).”
En nuestra cultura es el dolor que produce la pérdida de algo, comúnmente efímero, lo que asigna
cuán valioso es ese algo. O lo que es lo mismo, sólo en la medida en que algo se vuelve doloroso en
su ausencia es que ese algo decimos que tiene valor. Cuando el dolor es conservado, producto de
que se piensa que algo en sí es valioso, se da origen al sufrimiento y con ello el apego al mal-estar.
Valor y sentido no son propiedades trascendentales, no son en sí aprióricos, sino algo que revela las
coherencias relacionales de una cultura, ya que es ella la que las ha generado como modo de distin-guir
lo deseado y preferente dentro de ella misma. El dolor a lo intrínsecamente valioso sólo evoca
la ‘ignorancia’ respeto al “conocer el no-ser del ser” por el cual se sufre. Y en el caso de los seres
humanos es el lenguajear mismo el que origina ésta ignorancia. Sólo entender que nada tiene senti-do
en sí mismo y comprender que todo lo que es valioso lo es porque nosotros lo generamos como
tal en nuestra distinción, al asignarle propiedades sistémicas-sistémicas específicas, es lo que nos
podrá liberar del apego al sufrimiento.
La expresión del Tao evoca una manera de vivir en el desapego a todo en sí y a todo fundamento
trascendental ajeno a las operaciones de distinción hechas por el propio observador que observa. El
Tao invita a vivir en el lenguajear (entendimiento, comprensión, explicación, reflexión) y el emo-cionear
(deseos, preferencias, gustos) como entrelazados de forma que todo se haga espontánea-mente
en el fluir de un vivir sin dolor por no tener lo que no-es.
16. EL DESAPEGO
(pp. 82-83)
“Los seres vivos existimos en el fluir de lo impermanente,
en la continua transformación de nuestra corporalidad
en torno a la conservación de una identidad relacional
que también puede estar en un flujo de continuo cambio (p.82).”
El vivir humano es efímero ya que se constituye en la transitoriedad de un devenir de coherencias
estructurales que busca conservar su identidad no permanente, en el que si se desea generar bien-estar
relacional se debe lograr el desapego al control, la envidia, la vanidad, la codicia, la agresión y
a toda negación que no viva en el presente sin apegos al deseo de ser del no-ser.
LA EXPLICACIÓN
(pp. 84-86)
“Los seres humanos existimos en la continua generación de mundos que surgen y vivimos, por una
parte, en el entrelazamiento recursivo de nuestra dinámica biológica, que es el espacio de
existencia desde donde somos seres vivos, y por otra parte, en el lenguajear, que como fluir
consensual de coordinaciones de coordinaciones de haceres constituye el ámbito relacional donde
existimos como seres humanos en la realización biológica de la materialidad de nuestro vivir
(p.84)”
Sólo los seres humanos, que nos relacionamos en el lenguajear, podemos hacernos preguntas que se
contesten con explicaciones, esto es, “la propos ición de una dinámica de procesos generativos que
da como resultado de su operar aquello mismo que se desea explicar” (p.339), de modo que sólo el
humano puede llegar a conocer el origen de algo y su historia como forma de ampliar el entendi-miento,
es decir, “la vis ualización de la matriz operacional-relacional en la que lo distinguido hace
sentido como lo distinguido” (p.339), en la dinámica de un fenómeno. Dese aquí visionamos que
hay dos maneras de describir el camino del Tao, una desde la explicación y otra desde el entendi-miento:
a. Entendimiento: Un curso de acciones que evoca sistémicamente la disposición relacional
que se debería optar de manera inconsciente para vivir conscientemente el bien-estar que
trae consigo el vivir en el presente cambiante continuo sin apegos.
b. Explicación: Un curso de acciones específicas como secuencia de procesos que da como
resultado de su operar la experiencia del Tao.
En la búsqueda del Tao ambos caminos se entrecruzan pero sin jamás agotar la vivencia misma en
su descripción, ya que la explicación del Tao no es el Tao, la descripción del Tao no es el Tao, y el
ansia de vivir en el Tao (…) niega el vivir en el camino del Tao (p.85). Lo importante es que la di-námica
inevitable de transformación relacional que brota de la disposición de sentires íntimos vaya
en búsqueda del bien-estar que el vivir espontáneamente sin apegos trae.
EL ENTENDIMIENTO
(pp. 87-91)
“Hablamos de entendimiento cuando podemos decir que lo que decimos que sabemos,
17. lo sabemos en un contexto más amplio de coherencias sistémicas que el ámbito restringido
de coherencias operacionales de la situación particular que decimos saber (p.87)”
El entendimiento es un ocurrir biológico, en tanto es producto del operar circular el sistema nervio-so
en el cual los cambios de relaciones de actividad entre sus componentes constituyentes producen
cambios de relaciones de actividad entre sus propios componentes constituyentes; un fluir cerrado
recursivo. Si bien el sistema nervioso se intersecta ortogonalmente con otros sistemas mediante
cambios estructurales que lo hacen transformarse de modo congruente según su operar en su domi-nio
relacional como parte de un organismo, éste se mantiene ciego a la diferencia de interior con
exterior, ya que ésta distinción pertenece sólo al operar del observador. El sistema nervioso no
interactúa con el medio, el organismo sí (Ibíd). Lo que el sistema nervioso sí hace es dar origen a
co-relaciones senso-efectoras desde su operar como parte sistémica de un organismo que tiene
encuentros recursivos con un medio que lo contiene y lo hace posible en su vivir, y del cual también
forma parte, en su totalidad, como elemento sistémico, y a través de ellas transformar su estructura.
En el acoplamiento estructural de un organismo con su nicho mediante la generación recursiva de
conductas se modifica su estructura de tal forma que internamente ésta transformación afecta tam-bién
a nivel estructural a la arquitectura dinámica del sistema nervioso. Para el observador el siste-ma
nervioso aparece como abierto en su operar debido a la capacidad que tiene éste de transfor-marse
plásticamente en su estructura, mediante la creación de correlaciones senso-efectoras, según
la interacción que éste tiene con el organismo como particular y éste a su vez en el medio como
totalidad. El sistema nervioso cambia en su dinámica siempre como permitiendo el vivir del operar
del organismo como totalidad del cual forma parte.
La conducta, como configuración relacional dinámica, surge como interacción que permite una
transformación congruente en la relación organismo/nicho y no como algo en sí que hace el orga-nismo
desde sí. La conducta requiere de un organismo que la ejecute y de un medio que conserve el
vivir del ejecutante. El medio no pre-existe al vivir del organismo, surge con él como única forma
de realizarse en fluir de transformaciones estructurales que le permiten el vivir.
Según ésta mirada entonces, el vivir del organismo, en su estructura operacional como arquitectura
dinámica variable, surge como un proceso histórico de transformaciones estructurales congruentes
recíprocas entre sistema-nervioso/organismo y organismo/nicho que determina a cada instante el
fluir de correlaciones senso-efectoras que constituye el presente operacional biológico del organis-mo
(sus sensorialidades) y la realización de los mundos que éste trae a la mano en su operar en el
lenguajear (entrelazado con el emocionar) que constituye su presente cultural (sus haceres), y que
duran en tanto se logra conservar los requerimientos orgánicos, de ambos dominios relacionales,
que constituyen su vivir. A esto Humberto Maturana denomina el “Acoplamiento Estructural” : e-quiparidad
operacional entre el campo sensorial del organismo y el ámbito de acción que el medio
emergente le ofrece (p.90) a modo de conservar un tipo de normalidad que permite el bien-estar en
el vivir.
LA TRANSFORMACIÓN
(pp. 92-95)
“La liberación del dolor y del sufrimiento que genera el apego al valor o sentido que le asignamos
a lo perdido, se produce con la ampliación del entendimiento que muestra que el valor o sentido de
todas las cosas que surgen en el curso del vivir humano es sólo un modo cultural de mirar y actuar,
y no una propiedad intrínseca de ellas (p.92).”
18. La ampliación del entendimiento, como modo de combinación dinámica de sentires y configuracio-nes
relacionales internas del sistema nervioso, es un fenómeno que surge espontáneo en el fluir del
vivir de un organismo ya que es la forma en la que él conserva la congruencia estructural en su o-perar
en un espacio cambiante que surge con su hacer como algo mayor al ámbito de coherencias
restringido del cual forma parte localmente. El observador puede distinguir cuándo un organismo
está operando en un ámbito de coherencias mayor al cual se vive en ese instante particular y tam-bién
puede notar que las configuraciones relacionales del organismo cambian según el curso con-tingente
de su vivir y no de modo azaroso sino siguiendo un curso definido a cada instante en fun-ción
de la conservación de su propio vivir en coherencia con un medio que surge con su vivir. Ésta
relación no es fija, es cambiante, de modo que la equiparidad operacional entre sensorialidad y posi-bilidad
de acción es un continuo cambio congruente de acciones.
Lo peculiar de nosotros los seres humanos es que vivimos en el lenguajear, de modo que la distin-ción
por parte del sistema nervioso de coherencias relacionales que hacen sentido operacional en
todo ámbito, las cuales el organismo las capta operando como totalidad, son no sólo a nivel biológi-co
sino además cultural, ya que cada mundo que se genera en el vivir humano se diferencia según
sus redes de conversaciones que le definen y que se diferencian de otras según su valor o sentido en
el ámbito de deseos y preferencias (tales como riqueza, éxito, fama, poder, justicia, etcétera) que se
declaran como fuente de posible bien-estar justificación de apego al modo de convivir.
No todo vivir, en tanto se vive en el bien-estar, es un vivir en el camino del Tao. Muchos modos de
vivir se viven al borde del sufrimiento en el apego a lo trascendente. El Camino del Amar que im-pulsa
el Tao es a enseñarnos a vivir en el desapego como la única manera de vivir sin apegos al no-ser
del ser que se vive como la expectativa y/o preferencias de un presente que no existe pero que es
creado a partir de las coherencias del propio presente.
EL CAMINO DEL AMAR
(pp. 96-102)
Los seres humanos existimos en el convivir como modo de realización de nuestro propio vivir en
conjunto con el vivir de otros a través de coordinaciones recursivas de acciones en el lenguajear,
definiendo a cada instante dominios relacionales distintos según diferente es el flujo emocional que
funda el hacer de las conductas dentro de dicho espacio. Desde allí surge el conversar como un
modo de vivir en el convivir del entrelazamiento del lenguajear y el emocionar que funda los mun-dos
de los cuales somos parte. Pero de todas las emociones que fundan el fluir del devenir del vivir
del ser humano sólo el amar es fundamento del bien-estar, ya que sólo en él se presenta la unidad de
toda la existencia en su legitimidad total.
El amar entonces es la emoción que reconocemos como fundamento relacional de un dominio par-ticular
cuando distinguimos que en el fluir del convivir el otro, la otra o lo otro surge como legítimo
otro en convivencia conductual con uno. El amar no conoce buenos ni malos, ni hermosos ni feos:
no resiste dualidad. Tampoco resiste expectativas ni prejuicios ya que es unidireccional; no acepta
retribución ni anhelo. El amar no es generosidad, ni altruismo ni solidaridad, ya que los adjetivos
sólo enuncian intención y si bien se puede describir aquello que se evoca como hacer y sentir en el
amar, aquello no debe tomarse como conductas relacionales exactas que por sí solas le constituyan
ya que aquello sería caer en manipulación. El amar no busca las consecuencias del amar.
“La descripción no muestra lo descrito porque lo descrito pertenece a un dominio relacional
que es distinto y disjunto del dominio en que ocurre la descripción.
Por esto es posible decir que el amar que puede ser descrito no es amar (p.97).”
19. Pero, producto de su constitución en el no-apego, el amar es visionario ya que se abre, sin expecta-tivas
ni prejuicios, al entendimiento y comprensión de todas las conductas de las dinámicas relacio-nales.
El amar no es bueno pero produce bien-estar debido a que el ser humano es el presente de un
devenir evolutivo que se definió momento a momento, en los primates bípedos, en torno al surgi-miento,
realización y conservación de la familia como ámbito de convivir en el amar que permite
co-inspiración y co-laboración como un modo de convivir en coordinación recursiva de haceres. Lo
humano no nace en el apego al valor del no-ser de lo trascendente/permanente, se origina como un
modo de convivir en el conversar bajo la emoción fundamental del amar en el tránsito (transitorie-dad)
de la legitimidad de lo efímero.
Toda experiencia humana se da en un fluir humano que se distingue humanamente a través del con-versar.
Nada humano ocurre fuera de la antropósfera, como ámbito generativo del convivir humano
que se crea con los mundos que traemos a la mano en el entrelazamiento del lenguajear con el emo-cionar,
de modo que todo lo humano tiene una explicación desde lo humano. Por ello la noción del
Tao no puede negar la consciencia de sí que es característica del vivir humano. En cambio, la no-ción
del Tao surge como abstracción de todas aquellas coherencias de todos los dominios del vivir
humano que permiten generar el bien-estar psíquico-corporal que funda el convivir social, ya que,
debido a que la existencia de los seres vivos es multidimensional, sólo la realización independiente
de sus variadas intensidades, que luego es integrada como unidad en la totalidad de su operar rela-cional,
puede generar el fluir de la conservación de la identidad total del organismo.
En la conservación del vivir de un organismo observamos que ésta surge en el operar de su vivir
multidimensional como una unidad psíquica que le permite operar como totalidad en un espacio
relacional, el cual a su vez está definido en su carácter por el emocionar propio de la circunstancia.
Lo que define si viviremos en el apego a lo trascendente o en la transitoriedad del desapego no es la
razón sino la emoción, ya que sólo desde el fluir emocional penetramos en y desde todas las dimen-siones
de nuestro vivir. El apego ciega, el amar abre la mirada, ya que el apego sólo distingue dua-lidades,
en cambio el amar múltiples mundos del existir.
Dice Lao-Tzu:
El Tao nada hace y, sin embargo, nada queda sin hacer. El sabio no actúa y todo se hace.
ENLACE III
(pp. 103-104)
Los seres humanos hemos vivido proponiendo que se puede explicar los sucederes de forma obje-tiva
respecto de supuestos ontológicos que apelan a una realidad trascendente e independiente a
nuestro operar como observadores. Humberto y Ximena piensan que esto no es así, piensan que
toda explicación se hace en el vivir y por lo tanto su base son las coherencias del vivir mismo. El
cosmos que surge con el explicar nace como un ámbito de abstracción de coherencias del operar
como seres vivos que existen desde la biología y se extienden hacia lo cultural (operando aún bio-lógicamente).
El cosmos no es nosotros mismos sino nuestro habitar en nuestro habitar.
20. HABITAR HUMANO
en seis ensayos de Biología-Cultural
III
LEYES SISTÉMICAS
Y
META-SISTÉMICAS
Humberto Maturana Romesín y Ximena Dávila Yáñez
21. INTRODUCCIÓN
(pp. 108-110)
La dificultad que hemos creado en torno al estudio de la cognición es que todas nuestras explicacio-nes
se apoyan , en último término, en un conglomerado de preceptos definidos a priori, como tras-cendentales
e independientes de nuestro operar, que llamamos como lo real o lo objetivo, conceptos
que por lo demás no estamos dispuestos a dejar porque aquello destruiría toda nuestra arquitectura
epistemológica. El propósito de esto ha sido intentar universalizar un tipo de comprensión para
todos los seres humanos, pero las dificultades se hacen aparentes cuando el operar de dichos entes
no coincide con el operar de nuestra estructura biológica.
Humberto Maturana piensa que tanto filósofos como científicos en Occidente han estado ocupados
sólo desde una metafísica que se pregunta por el ser, y no por el hacer, lo cual a negado muchos
espacios reflexivos que sí se fundan desde las coherencias del propio vivir. El giro consiste entonces
en ya no considerar como válido el ser y lo a priori sino nuestro hacer y vivir como observadores
que operamos haciendo distinciones en el observar.
NUESTRO PENSAR
(pp. 111-114)
En el fluir biológico de nuestro vivir todo lo que hacemos lo hacemos en realización de nuestro vi-vir
y todo lo vivido se vive in-mediatamente como válido en el momento mismo de la vivencia, de
modo que no podemos suponer la existencia de una realidad externa independiente que se usa como
patrón de comparación universal ya que esto contradeciría nuestro determinismo estructural bioló-gico.
Y esto no es una limitación, sino propiedades constitutivas de nosotros como sistemas deter-minados
en nuestra estructura molecular. Por ello todo lo que se dice como leyes sistémicas brota
de un operar reflexivo que busca explicar los mundos que traemos a la mano en nuestro vivir sólo
con las coherencias operacionales-relacionales de nuestro propio vivir.
Pero lo que surge del operar de distinción del observador no es un mundo azaroso sino un ámbito de
coherencias particular que está inserto en una matriz relacional-operacional de existencia mayor,
que es la que le da sentido a lo distinguido como lo que hemos distinguido. Todo lo que aparece
siempre que aparece lo hace como parte de un sistema mayor que le contiene y hace posible, de
modo que muchos entes distintos, de distintas clases y en distintos dominios operacionales, sea cual
sea su trama operacional-relacional, siempre forman parte de una única matriz de existencia que
conforma el cosmos de nuestro existir y los mundos que vivimos.
El tema de éste documento es justamente las “regularidades” que se dan en el ocurrir de nuestro vi-vir
humano y que constituyen las tramas y matrices operacionales-relacionales que conforman el
sentido y valor de nuestro vivir desde las coherencias de nuestro vivir.
SENTIR Y RAZONAR
(pp. 115-119)
Parece que ahora nos encontramos dentro de una paradoja, ya que por un lado el entendimiento nos
enseña que no hay realidad independiente y trascendente pero, a su vez, la experiencia se nos apare-ce
tal y como si todo lo que ocurre alrededor de nosotros existiera desde antes de que estuviéramos
allí para distinguirla y traerla a la mano en nuestro operar como observadores en el lenguajear.
22. ¿Por qué ocurre eso? Humberto y Ximena piensan que desde el vivir en la espontaneidad en que se
piensa que todo está allí “desde antes de que nosotros lo distinguiéramos” permite el convivir en lo
cotidiano, pero no resulta exitoso cuando deseamos explicar el operar del sistema nervioso y su
relación con la totalidad del organismo. Pero entonces ¿cómo disolvemos ésta contradicción?
Como sistemas vivos (dinámicos cerrados) determinados en nuestra estructura no recibimos infor-mación
sobre el “afuera”, la interacción no es semántica, el exterior sólo gatillas cambios estructu-rales
en nosotros que modifican ortogonalmente nuestro operar como entidades específicas. El co-nocer
es un suceder biológico, compuesto de coherencias experienciales, que como tal permite el
acoplamiento estructural de un organismo con su medio. Por ello sólo podemos conocer desde lo
que nosotros mismos somos mediante la constitución del entendimiento de la matriz operacional-relacional
que traemos a la mano para construir los mundos que habitamos, que nacen en y desde
nuestro vivir en y desde las coherencias relacionales y operacionales de nuestro vivir, como forma
de realización y conservación del vivir, y es justamente dicha matriz la que conservamos como mo-do
de implicar con nosotros todas las regularidades que extraemos desde las coherencias del vivir.
El conocer y el entendimiento son sucederes biológicos de modo que no son algo que “hagamos”,
más bien simplemente nos “suceden” como expansión de nuestra dinámica corporal. Pero en el caso
de la descripción, explicación y comprensión es distinto ya que son sucederes culturales que como
tales surgen como dinámicas ‘recursivas’ que se dan en redes de conversaciones donde opera la
temporalidad como base para una construcción histórica que hace uso de la intención y el propósito
en la generación de mundos de convivencia. Si no nos preguntamos por nuestro vivir simplemente
vivimos y si no nos preguntamos por nuestro hacer y sentir simplemente hacemos y sentimos.
Cuando nos preguntamos por nuestro hacer ya estamos haciendo y cuando nos preguntamos por
nuestro vivir ya estamos viviendo. El único vínculo entre ambos dominios relacionales es la refle-xión,
en ella se crea el sentido operacional que hace a lo distinguido como algo distinguido que
forma parte de un cosmos como ámbito total de distinciones.
Lo que Humberto y Ximena exponen a continuación es que hablarán como normalmente se habla,
como interpretando un mundo independiente a uno mismo, confiando en que han expuesto clara-mente
su postura respecto a la invalidez biológico-cultural de ésta afirmación.
ARQUITECTURAS DINÁMICAS ESPONTÁNEAS
(pp. 120-126)
Toda molécula, en tanto elemento que posee una estructura con arquitectura dinámica espontánea,
se transforma (cambia de forma y características) sólo en la medida en que emerge en su interacción
con otras moléculas la posibilidad de un encaje recíproco operacional, realizado mediante procesos
de composición y descomposición, que permite formar, a su vez, una arquitectura meta-molecular
que tendrá características particulares determinadas según la naturaleza de cada una de las molécu-las
participantes que la componen.
Todo cambio es “posibilidad de cambio respecto a otro” en tanto se crean o destruyen lazos en una
dinámica que crea un flujo quede define una arquitectura particular como totalidad. Cuando dichas
transformaciones ocurren como ‘regularidades operacionales en un espacio relacional de estructuras
de arquitectura variable’ hablamos de procesos energéticos, de modo que no es la energía la que
produce el cambio, ya que no es en sí, sino que es el cambio el que produce la energía.
Un sistema autopoiético es un sistema con una arquitectura particular, compuesta de procesos diná-micos
y ordenados que surgen espontáneamente a cada instante, que extiende y define sus límites
23. como una entidad que existe discretamente en un espacio relacional en el fluir de continuas interac-ciones
recursivas con su nicho, quien lo acoge y hace posible, que permiten generar transformacio-nes
congruentes entre ambos formando un acoplamiento estructural que conserve su identidad de
clase. Del mismo modo en que una molécula forma parte de una célula, como constitutiva de una
arquitectura mayor, así mismo el organismo forma parte de un medio, quienes emergen mediante el
hacer que permite la realización de su vivir a través de la creación de una arquitectura dinámica
variable como unidad organismo/nicho.
“La realización del vivir de un organismo en coherencia operacional con su nicho, tanto como la
realización y la conservación de la unidad relacional organismo/nicho, ocurren en la dinámica de
la unidad de arquitectura variable que el organismo y su nicho constituyen juntos en tanto sus
interacciones recursivas resultan en la conservación de su coherencia operacional en el curso de
sus cambios arquitectónicos independientes mientras el organismo conserva su vivir. (p.121)”
Toda dinámica operacional-relacional coherente que un observador distingue como un ámbito eco-lógico
(orgánico), sea un sistema de interacción multicelular, o de varios organismos en un espacio
relacional diferente (y disjunto) al de una célula, ocurre como el entrelazamiento dinámico de las
dinámicas relacionales de cada arquitectura variable que permite la conservación o pérdida de los
vivires individuales de cada uno a través de la emergencia de una unidad (arquitectónica) dinámica
(variable) mayor que los contiene a todos. Una arquitectura ecológica entonces es ‘un encaje recí-proco
(coherencia operacional) del acoplamiento estructural de los procesos que realizan a las dis-tintas
entidades relacionales que constituyen los distintos dominios relacionales’.
El cosmos en general, y los mundos que traemos a la mano en particular, surgen en y desde el deve-nir
de un fluir biológico de transformaciones estructurales de arquitecturas que se encajan recípro-camente
según cómo éstas se encuentren en el curso de transformaciones históricas (recursivas) al
que pertenecen, de modo que todo depende de ellas mismas (y de sus interacciones) y no de un a-gente
externo que guíe el curso de su devenir relacional.
“El azar y el caos no son en sí, son evocaciones de nuestra ignorancia ante las muchas dimensiones
involucradas en un devenir histórico de múltiples procesos independientes espontáneamente
ordenados y coherentes desde su arquitectura dinámica espontánea. (p.122)”
Desde aquí extraemos que todo ser vivo vive en las coherencias operacionales en interacción recur-siva
con un nicho que permite su propia realización y conservación como ser vivo a través de un
suceder sin propósito ni intención ni finalidad externa a su vivir mismo. Sólo los seres humanos,
quienes vivimos en el lenguajear, operamos como observadores que en su distinción abstraen las
coherencias de la arquitectura dinámica cambiante de un dominio del cual ya no se es parte en el
ocurrir concreto, como modo de descripción o explicación que evoque las regularidades de las co-herencias
de nuestro propio operar recursivo como ámbito de existencia. A éste constructo expli-cativo
(recursivo coherente) de evocación de regularidades del ocurrir de nuestro vivir, desde la
abstracción de las coherencias operacionales y relacionales de nuestro vivir, que se da como parte
de una arquitectura mayor de existencia, es lo que se denomina como “leyes de la naturaleza”.
Como podemos ver, la ‘efectividad operacional y relacional’ de las explicaciones, deducciones o
computaciones esbozadas en una ley natural no encuentran su fundamento en un supuesto ontoló-gico
trascendente e independiente de nuestro operar, sino todo lo contrario, ya que provienen, tau-tológicamente,
de las abstracciones de las coherencias operacionales-relacionales de nuestro propio
vivir como modo de dar origen a un ámbito generativo que nos esboce una secuencia dinámica de
procesos que dé como resultado de su operar recursivo y regular aquello mismo que se busca expli-car,
deducir o computar. O lo que es lo mismo, sólo podemos evocar con sentido aquello que forma
24. parte de la matriz operación-relacional de la cual somos parte, esto es, desde donde surgen en
nuestro operar de distinción como observadores todas nuestras abstracciones sobre las coherencias
recursivas de nuestro operar. Pero ésta matriz no existe a priori sino que surge desde la reflexión
sobre las regularidades de nuestro ocurrir, y es por esto mismo que entenderemos y comprendere-mos
por “mundo natura l” no un dominio de entidades y procesos independientes de nuestra distin-ción,
sino un medio que surge de nuestro operar y nos acoge en la realización de nuestro vivir.
Finalmente, las Leyes sistémicas y Meta-sistémicas (o de conservación) surgen en el operar de dis-tinción
de un observador cuando éste trae a la mano una configuración de haceres que se fundamen-tan
en abstracciones sobre las coherencias recursivas del propio operar, como un ámbito generativo
que desde lo regular y dinámico describe (explica) los procesos históricos (o epigenéticos) del pro-pio
cosmos que traemos a la mano para explicar nuestro vivir y del cual somos parte. La Leyes pre-sentadas
a continuación corresponden a un constructo explicativo que nace de una visión del ente
humano como biológico-cultural.
LEYES SISTÉMICAS Y META-SISTÉMICAS
(pp. 127-128)
“Lo que llamamos Leyes Sistémicas y Meta-Sistémicas son abstracciones que hacemos como
observadores de las coherencias operacionales de la realización espontánea de nuestro vivir, y que
surgen tanto de lo que distinguimos en el ocurrir relacional de nuestro ámbito de existencia al
hablar de la naturaleza, como de lo que distinguimos en el suceder de las coherencias de nuestro
vivir en ese ámbito relacional (…) son abstracciones de las condiciones relacionales espontáneas
bajo las cuales surge, se realiza o conserva todo lo humano que surge con las operaciones de
distinción del observador. (p.127)”
LEYES SISTÉMICAS BÁSICAS
(pp. 129-147)
La siguientes leyes han sido denominadas por Humberto y Ximena como “bás icas” porque son abs -
tracciones de las ‘condiciones’ que constituyen el fundamento de toda experiencia operacional in-consciente
de nuestro pensar y explicar ‘racional’. Éstas leyes son aquellas que se abstraen de nues-tro
vivir cuando ya nos vemos viviendo y de nuestro hacer cuando ya nos vemos haciendo, de modo
que, si bien la única manera de generar dicha abstracción es mediante la distinción reflexiva, cuan-do
operamos en ellas lo hacemos de modo espontáneo en nuestro suceder biológico; por lo que
éstas tienen que ver con el hacer constitutivo y no con el ser trascendental del fenómeno.
Éstas leyes son la base del entendimiento que permite la comprensión sobre la Biología del Conocer
y la Biología del Amar, de modo que nos permiten reflexionar sobre los fundamentos que permiten
el operar en distinciones del observador que observa. Y desde allí se comprende además que el de-venir
evolutivo que permitió la constitución de la Matriz Biológica-Cultural de la existencia huma-na,
como síntesis y expresión de las coherencias que permitieron el surgimiento, realización y con-servación
de lo humano, sólo puede haber tenido origen en la especie Homo sapiens-amans amans,
como forma de vivir y convivir en coordinaciones de coordinaciones consensuales de haceres y
emociones en la cercanía amorosa de la co-inspiración y co-laboración, y en su conservación, a tra-vés
de la transmisión sistémica de su aprendizaje transgeneracionalmente, como modo de búsqueda
del bien-estar común.
25. “En fin, por todo esto podemos afirmar también que las Leyes sistémicas básicas que presentamos
a continuación se hacen visibles en la ampliación del entendimiento que un observador vive cuando
se da cuenta de que su existir en el lenguajear en redes de conversaciones, es de hecho el
fundamento experiencial de su preguntar reflexivo sobre su propio operar como algo que le ocurre
sin requerir el supuesto de una realidad independiente para fundamentar su operar. (p.134)”
Las Leyes Sistémicas Básicas son las siguientes:
1. Posibilidad del conocer: Lo humano, posibilidad de todo conocer, entender y explicar.
La consciencia de sí y la reflexión necesarias para poder generar el comprender y explicar
sólo se pueden dar en y desde el operar de un observador sobre las coherencias de su vivir desde las
coherencias de su vivir, en tanto hace distinciones en su observar operando en el lenguajear como
modo de convivir en coordinaciones recursivas consensuales de haceres.
2. Observar: Todo lo dicho es dicho por un observador a otro observador que puede ser él o ella
misma.
Nada aparece en el vivir del observador por (desde) sí mismo, ni su propio existir ni lo que
él dice. Todo surge en su operar como observador en el observar al hacer distinciones en el lengua-jear.
Pero el observador es un ser vivo humano de modo que si no hay vida humana no hay obser-vador
y si no hay observador no hay distinción, y si no hay distinción nada es dicho, porque nada
aparece en el lenguajear si no ha sido dicho. Por esto, observador y observar son inseparables.
3. Ni azar ni caos: Todo lo que un observador hace como ser vivo y ser humano, surge en su hacer
según regularidades y coherencias operacionales que se conservan en todos los instantes y circuns-tancias
de su operar en el fluir de la realización de su vivir.
No hay azar en el suceder del vivir. El vivir surge como una unidad compuesta en la que la
totalidad de la arquitectura dinámica variable espontánea se ve afectada tanto por el operar de cada
componente particular como por las relaciones existentes entre ellos en conformación de su totali-dad,
de modo que todo aquello que surge en el vivir humano, mediante el operar del observar en la
realización de su vivir, surge en conjunto con una trama operacional-relacional que participa cohe-rentemente
y regularmente de dicha (su) arquitectura total.
4. Observador y observar: El observador surge con su distinción reflexiva de su propio operar en
el observar. El observador no preexiste a su propia distinción reflexiva.
El observador no es un ente primario que existe en sí, aparece sólo a través de la distinción
reflexiva sobre el ‘operar recursivo’ del propio vivir. Pero al distinguir lo que nos sucede, como par-te
de nuestra experiencia, nos encontramos con que ya nos está sucediendo, cuando nos pregunta-mos
por nuestro vivir nos encontramos ya de facto viviendo.
5. Fluir recursivo del observar: El acto de reflexión ocurre en el operar del observador en la con-versación
que distingue su propio operar; y ocurre como un proceso del vivir que lleva a la conti -
nua conservación de la ampliación recursiva de la comprensión del propio vivir, de la consciencia
de sí, y de las acciones a la mano propias del fluir del vivir en el presente de continuo cambio que
esa misma reflexión recursiva genera, y ocurre en el acto de soltar la certidumbre de que se sabe lo
que se cree que se sabe.
26. La recursión, como fenómeno de ‘combinación entre lo cíclico/circular y lo lineal/progresi-vo’,
ocurre en lo humano sólo como fenómeno histórico, permitiendo la coordinación de coordina-ciones
conductuales consensuales que originan el lenguajear mediante interacciones en la convi-vencia.
Por ello el observador en su operar en el observar no puede hacer distinciones fuera del do-minio
de las coherencias de su praxis del vivir, dentro de la cual siempre se encuentra en correspon-dencia
estructural recursiva (congruencia operacional) con el medio que lo contiene. Dese allí, en la
medida que el observador conversa reflexivamente desde y sobre su propio operar, el ser humano
habita una antropósfera que trae a la mano con su distinción, que le contiene y que no existe antes
de que él la distinga.
El observar se desliza dentro de un fluir recursivo porque en su operar genera, realiza y con-serva,
mediante la reflexión, un ámbito de coherencias del vivir, en base a su propio vivir, como
modo de habitar en coherencias estructurales determinadas, por cada elemento y por sus relaciones,
que aparecen como regulares justamente producto de su carácter recursivo-histórico-temporal.
6. Ilusión o percepción: ‘Todo lo que vivimos lo vivimos como válido en el momento de vivirlo’.
Sin embargo, no sabemos en la experiencia misma de vivir lo que vivimos como válido, si más tarde
lo confirmaremos como una percepción o lo invalidaremos como una ilusión con relación a otra
experiencia de cuya validez no dudamos en ese instante, la que sin embargo está sujeta a éstas
mismas condiciones.
Dada nuestra naturaleza biológica, como seres moleculares determinado en nuestra estruc-tura,
nada es independiente de nuestro hacer, y éste jamás opera sin tener consecuencias. Ésta ley es
necesaria para vivir, conocer y explicar el vivir, el conocer y el explicar sin la necesidad se recurrir
a ningún supuesto ontológico apriórico trascendental-independiente, ya que toda experiencia se re-futará
o validará con respecto a otra experiencia, de la cual no se duda, pero bajo ningún caso con
respecto a algo que sea independiente de nuestro hacer. La pregunta ya no será entonces sobre “qué
hacemos” sino sobre “cómo podemos hacer lo que hacemos cuando hacemos lo que hacemos”.
7. Generación de mundos: El mundo que vivimos a cada instante es el ámbito de todas las distin-ciones
que hacemos, que pensamos que podemos hacer, que pensamos que podríamos hacer, o que
pensamos que no podríamos hacer los seres humanos en el curso de nuestro vivir como seres que
existimos en nuestro operar reflexivo de observadores que vivimos en el conversar.
Los mundos que vivimos existen en nuestros vivirlos y vivimos lo que vivimos en convi-vencia
humana, esto es, en el fluir de un conversar que se desliza entre dominios de existencia de-finidos
a cada instante por una emoción fundamental común que se posee y conserva mientras se
consensuan las conductas en coordinaciones recursivas de haceres. Y debido a que no existe nada
en el vivir humano que no sea generado en y desde el vivir humano, y que no podemos diferenciar
entre ilusión y percepción, inclusive pese a que al aparecer en nuestra propia distinción reflexiva
pareciera que hubiésemos existido desde antes de nuestro propio observar, es que la Matriz Bioló-gico-
Cultural de la Existencia Humana se presenta como síntesis y expresión de todo vivir humano
en la antropósfera que lo contiene y que aparece con él.
8. Devenir evolutivo: El curso que sigue el devenir evolutivo de los seres vivos en general, y de los
seres humanos en particular, en la sucesión de las generaciones que constituyen sus respectivos li-najes,
surge momento a momento en su deslizarse en su vivir guiados por sus preferencias, gustos,
deseos, en la realización y conservación de su bien-estar en el vivir.
Si nos preguntamos por cómo se configura el presente del vivir de un organismo debemos
acudir a su configuración de sentires relacionales íntimos que se realizan a cada instante desde la
27. conservación transgeneracional del devenir evolutivo que está definido por sus ancestros. Y desde
ésta mirada el ser humano se visiona como aquel que se desliza por el fluir de su vivir actual sobre
la base evolutiva de sentires relacionales fundados en el amar (reconocimiento del otro como
legítimo en convivencia con uno) de primates bípedos cómo único modo de dar origen a la
coordinación recursiva consensual de conductas. Llegamos al mundo en la confianza de que se nos
acogerá y se nos cuidará como forma de lograr la congruencia operacional que constituye la historia
de nuestro linaje sin necesidad de tener que justificar nuestra existencia a través de expectativas u
opiniones.
LEYES SISTÉMICAS GENERALES
(pp. 148-164)
Estas leyes son abstracciones que hacemos como observadores en y desde las coherencias de nues-tro
vivir y evocan ‘el surgimiento y realización de las regularidades, esto es, la conservación, de las
dinámicas estructurales de nuestro operar como unidades compuestas de unión espontánea’. Las Le-yes
Sistémicas Generales son las siguientes:
1. Conservación y cambio: Cada vez que en un conjunto de elementos comienzan a conservarse
ciertas relaciones, se abre espacio para que todo cambie en torno a las relaciones que se conser-van.
Cualquier cambio que distinguimos en un suceder se define no por sus irregularidades, sino
por sus regularidades. Lo que caracteriza a un cambio no es lo que cambia, sino lo que se conserva.
Y lo que define qué puede cambiar es también la regularidad que no se somete al proceso de cam-bio.
Por esto mismo, lo que hace que una totalidad aparezca no es aquello que se desliza a su alre-dedor
en el espacio relacional, sino sus propias relaciones que se conservan y que lo hacen ser una
unidad compuesta de cierta clase.
2. Determinismo estructural: Cada vez que el observador distingue una unidad compuesta tal que
todo lo que ocurre con ella en cada instante ocurre en la realización de las coherencias operacio-nales
y relacionales de sus componentes en el dominio de su composición, cualquiera sea el ámbito
operacional en que surgen los componentes al ser distinguidos, decimos que el observador ha dis-tinguido
una unidad compuesta determinada en su estructura.
Si nos detenemos a reflexionar sobre nuestro vivir, en base a las coherencias de nuestro vi-vir,
nos daremos cuenta de que operamos en la confianza implícita de que cada coherencia opera-cional
la vivimos como regularidad invariante de un dominio relacional particular y que es por ello
que cuando vemos que algo varía, esto es, no se cumplen las coherencias abstraídas por nosotros, lo
primero que hacemos es ampliar la mirada y distinguir el operar de un dominio mayor de coheren-cias
que explique el operar que provocó el cambio en las coherencias del fluir de nuestro vivir. A
esta abstracción de las coherencias relacionales y operacionales de nuestro vivir regular Humberto y
Ximena lo llaman el Determinismo Estructural.
3. Unidades compuestas y simples : Como observadores distinguimos unidades simples o com-puestas.
Las unidades simples surgen en la distinción del observador cuando éste no hace separa-ción
de sus componentes. Las unidades compuestas surgen en la distinción del observador como
totalidades que éste luego descompone en componentes que operan según las propiedades con que
ellos surgen al ser distinguidos como tales en el operar del observador.
28. La unidad simple opera sólo en el dominio de su totalidad como sistema, de modo que sus
descripciones nacen del operar del sistema como totalidad en el espacio relacional del cual es parte
en su ámbito de determinismo estructural. Una unidad compuesta en cambio opera en dos dominios:
su operar como totalidad y su operar como componentes, de modo que existe determinado en su es-tructura
tanto a nivel de componentes como de totalidad. Y ambos dominios son disjuntos: no se
puede deducir lo que pasa en uno desde lo que pasa en otro; no hay reducción de los fenómenos.
4. Componentes y composición: Los componentes de una unidad compuesta no son componentes
en sí o por sí mismos, son elementos que surgen como componentes cundo un observador los distin-gue
en su participación en las relaciones de composición de una unidad compuesta que él o ella ha
distinguido como tal.
Sólo puede distinguirse un componente como parte de una totalidad que luego se descom-pone.
Lo que permite que un componente sea el componente que se ha distinguido y no otro es la
trama operacional-relacional que aparece con él cuando es distinguido como parte de la totalidad
que conforma en su operar relacional. Un ente no existe sino como parte del medio que lo contiene
y lo hace posible, y en el caso de la distinción de una unidad compuesta sólo es posible distinguir un
elemento si se abstrae tanto el elemento como su matriz de relaciones y su totalidad operacional.
5. Identidad y cambio: La configuración de relaciones entre los componentes de una unidad com-puesta
que se conserva invariante en el flujo de sus cambios estructurales y define su identidad de
clase como totalidad, constituye lo que un observador distingue como la organización de dicha u-nidad
compuesta. Los componentes y las relaciones entre ellos que realizan a una unidad compues-ta
particular como un caso particular de una cierta clase, constituyen lo que un observador distin-gue
como la estructura de esa unidad compuesta.
Toda sistema es distinguido como conformado por un espacio relacional compuesto de
cierto tipo de relaciones o componentes que sí se conservan en él y cierta parte que no, y ambos son
necesarios en la conformación de su identidad ya que el factor invariante define su “generalidad”, a
través de lo regular ,y lo variante su “particularidad”, a través de lo transitorio. Pero es su organiza-ción
la que lo hace ser un sistema de cierta clase, de modo que un sistema identificado como de cla-se
X seguirá siendo de ésa clase X a menos que las transformaciones de su estructura alteren com-ponentes
y/o relaciones que involucran la constitución de su trama invariante de organización X.
6. Acoplamiento estructural: Una unidad compuesta existe en la conservación de su identidad de
clase sólo en tanto el medio que la contiene y con el cual interactúa, sólo gatilla en ella cambios
estructurales que resultan en que conserva su organización. Llamamos acoplamiento estructural a
esta relación, y llamamos nicho al ámbito dinámico particular de encuentro de una unidad com-puesta
con el medio.
La relación de acoplamiento estructural es ‘un ocurrir espontáneo que ocurre o no ocurre’.
Si ocurre entonces se logra una trasformación dinámica congruente entre la unidad y su medio tal
que la unidad emerge como preservando su organización a cada momento en correspondencia es-tructural
con su medio. Una unidad compuesta sólo puede conservar su existencia en la medida en
que el medio que lo contiene y hace posible, mediante el surgimiento de un nicho como ámbito de
encuentro congruente, permite que se conserve su identidad de clase en el fluir de una matriz opera-cional-
relacional a través de interacciones recurrentes y recursivas de transformaciones estructura-les
que no alteran su organización. Pero esto no es algo que la unidad “haga” sino sólo algo que le
sucede, ya que su distinción es histórica y no pragmática. En los seres vivos esto se denomina adap-tación,
y la adaptación es lo que busca constantemente conservar un ser vivo en la deriva del fluir
de su vivir ‘una vez que ya se ha adaptado’.
29. 7. Dominios de existencia: Una unidad compuesta existe y opera en dos ámbitos o dominios de e-xistencia
disjuntos: esto es, en el ámbito o dominio del operar de sus componentes, y en el ámbito o
dominio de su operar como totalidad en interacciones en el medio que la contiene.
La unidad compuesta interactúa a nivel relacional a través del operar de sus componentes y
opera a nivel de componentes a través de las interacciones con los agentes externos, en donde el
operar de cada componente, y sus relaciones, tiene consecuencias en el operar como totalidad y las
relaciones de la totalidad opera en consecuencias en cada uno de los componentes que le constitu-yen.
La relación es recursiva: lo local afecta a lo total y éste luego a lo local nuevamente, y esto una
vez más a lo total. Pero ambos dominios son disjuntos, ya que a nivel operacional se es ciego sobre
lo que ocurre a nivel relacional y en el dominio en el que opera como totalidad se es ciego al operar
de los componentes y sus relaciones. Sólo se pueden establecer correlaciones generativas entre lo
que sucede en ambos dominios en base a distinciones históricas, no deducciones lógicas que bus-quen
reducirlos fenomenológicamente.
8. Presente en continuo cambio: Una unidad compuesta (o sistema) opera en su dinámica interna
en cada instante según sus coherencias estructurales de ese instante, en un fluir de cambios sin al-ternativas,
y en una dinámica estructural que ocurre como un continuo presente cambiante en el
que no hay ni pasado ni futuro. Los seres vivos existimos en un continuo presente cambiante; es el
cosmos mismo en su surgir desde el explicar las coherencias operacionales del v ivir del observa-dor,
el que ocurre como un continuo presente cambiante en un continuo tránsito evanescente.
Todo sistemas determinado en su estructura carece de temporalidad intrínseca. Todo siste-ma
determinado estructuralmente lo estará en cada dominio diferente de su operar según las cohe-rencias
locales que correspondan a ese instante de su ocurrir. Y sólo en una segunda fase un obser-vador
puede hablar de predicción, ya que para ello se necesita una ‘computación’ que incluya todos
los elementos y relaciones que están involucrados en la generación de las regularidades de su deve-nir
histórico. En principio todo sistema determinado estructuralmente es predecible, pero en lo
fáctico muy pocas veces el observador está en conocimiento directo de los procesos involucrados en
el operar, o indirecta-mente de sus nociones probabilísticas, a modo de describir o evocar las regu-laridades
de su operar en un dominio determinado.
9. Sistemas cerrados: Cada vez que un observador distingue una unidad compuesta constituida
como totalidad como un conjunto de elementos que interactúan entre sí de modo que cuando actúa
sobre uno de ellos actúa sobre todos, distingue un sistema dinámico cerrado.
Cuando un observador distingue un sistema cerrado lo hace tanto en su dominio local como
global a través de la distinción de la matriz operacional-relacional en que sus propios componentes
operan y existen. Pero lo peculiar de un sistema cerrado es que lo es sólo en un ámbito de dinámica
de relaciones interna que le constituyen como tal, ya que en las dimensiones relacionales éste opera
necesariamente como totalidad en la realización de su identidad dentro del medio que lo contiene,
abierto a cambios que le permitan correspondencia estructural con su nicho.
RECURSIÓN REFLEXIVA
(p.165)
Todo lo que se ha dicho, expresan Maturana y Dávila, surge en el operar de ellos como observado-res
al hacer distinciones, mediante coordinaciones recursivas de haceres consensuales, sobre las ab-stracciones
de las coherencias operacionales y relacionales que nacen con ellos como ámbito cogni-tivo
de habitar localmente en una matriz operacional-relacional mayor de existencia que trasciende
30. su operar particular pero que bajo ningún caso es independiente de él. O lo que es lo mismo, el fun-damento
último de éstas abstracciones no es un grupo de identidades trascendentes-independientes
sino las coherencias experienciales del propio vivir, con la forma de “s i esto ocurre entonces ocurre
esto otro” (por ejemplo, si AB y BC entonces AC), que es, dentro de todo, lo único que po-demos
decir.
LEYES SISTÉMICAS EN EL ÁMBITO BIOLÓGICO
(pp. 166-173)
Las leyes sistémicas que Humberto y Ximena presentan continuación corresponden a una abstrac-ción
de las coherencias operacionales y relacionales en las cuales un observador distingue que un
ser vivo constituye, realiza y conserva su vivir a través de su acoplamiento estructural organismo-nicho
con el medio que lo contiene y lo hace posible en su dinámica autopoiética. Las Leyes Sis-témicas
del Ámbito biológico son las siguientes:
1. Espontaneidad del vivir: Cuando en un ámbito molecular surge un conjunto de moléculas que
interactúan entre sí constituyendo una red cerrada de producciones moleculares que produce las
mismas clases de moléculas que la componen, moléculas que en sus interacciones generan recursi-vamente
a la misma red de producciones moleculares que las trajo a la vez que realizan sus límites
como un sistema molecular que opera como una unidad discreta que produce y especifica su propia
extensión, y además todo esto ocurre en un continuo flujo molecular a través de ella, surge un sis-tema
autopoiético molecular. Esto es, surge un ser vivo.
Nada hace al vivir, éste simplemente sucede. Es espontáneo. Y no se trata de que los seres
vivos “tengan” autopoiesis molecular, ya que los seres vivos “son” autopoiesis molecular. En sen-tido
estricto, la autopoiesis sólo se sostiene como tal en un ámbito molecular ya que la espontanei-dad
que requiere en su operar sólo se obtiene de la agitación molecular.
2. Organización e identidad: Una unidad compuesta existe como totalidad sólo en tanto se conser-va
la organización que define su identidad de clase a través de los cambios estructurales que ocu-rren
en ella como resultado de su dinámica interna, o gatillados como resultado de sus interaccio-nes
con elementos del medio que la contiene. La organización que define la identidad de clase de
un ser vivo es la autopoiesis. Un ser vivo vive sólo en tanto se conserva su autopoiesis.
Todo lo que le ocurre a un ser vivo en su vivir le ocurre como un fluir de cambios estructu-rales
en los que se conserva espontáneamente su autopoiesis sin designio, ni propósito ni intención;
ya que éstas son nociones que nacen con la ‘comprensión’ de la sensorialidad del presente cambian-te
continuo en el que se está inmerso, desde un dominio relacional en el que se convive en redes de
conversaciones. La finalidad no es una distinción de la operacionalidad del vivir sino una manera de
describir y evocar las conductas de la totalidad del organismo en su relación con el medio.
3. Adaptación: Una unidad compuesta existe como una unidad compuesta de una cierta clase sólo
en tanto sus interacciones en el medio en el que opera como totalidad, gatillan en ella cambios es-tructurales
a través de los cuales conserva la organización que define su identidad de clase. Si esto
no ocurre la unidad compuesta se desintegra y algo diferente aparece en su lugar. La conservación
de la congruencia operacional entre organismo y medio que ocurre en el fluir de la conservación
del vivir es la relación de adaptación entre organismo y medio. La conservación de la relación de
adaptación entre el ser vivo y el medio, en su operar como organismo, es una condición necesaria
para la realización y conservación del vivir.
31. Un ser vivo vive sólo en tanto el medio que lo contiene gatilla en él cambios estructurales a
través de los cuales se conserva su autopoiesis. Si ésta relación de congruencia dinámica de trans-formación
(acoplamiento estructural) entre el organismo y su nicho no se conserva el ser vivo mue-re,
y si sí se conserva entonces hay adaptación y el ser vivo vive.
4. Determinismo estructural del vivir: Los seres vivos en tanto entes moleculares autopoiéticos
operan y se conservan en su operar como entes determinados en su estructura, y todo lo que sucede
con ellos ocurre en el curso de sus cambios estructurales en la realización de su autopoiesis mole-cular
mientras su autopoiesis molecular se conserva a través de esos cambios estructurales.
El ser vivo y su medio (en el que se realiza y conserva) operan en dominios diferentes, dis-juntos
y autónomos el uno del otro ya que cada uno presenta dinámicas de cambio estructural inde-pendientes,
pese a que éstas se vuelven congruentes a través de modelaciones recíprocas, gatilladas
recursivamente, en el fluir de sus cambios estructurales espontáneos que permiten su adaptación. Y
el observador no es la excepción en esto ya que él sólo puede ver lo que su presente estructuralmen-te
determinado le permite ver, sea cual sea el estado estructural de los dominios que rodean su en-torno
relacional.
5. El no-tiempo: Como sistemas determinado en nuestra estructura los seres vivos existimos en el
no-tiempo, en un presente en continuo cambio estructural en el que cada nuevo momento del pre-sente
surge como modificación del momento presente que se vive.
El tiempo no es una noción que ‘explique’ el dominio del operar particular de los sistemas
vivos sino un ámbito imaginario creado por observadores que conviven en el conversar como modo
de conectar sucesos que distinguen en su vivir cultural, como un antes o un después en el fluir de
transformaciones (recursivas) que se dan en su mismo dominio relacional de existencia (en el que
operan como totalidad). Pasado y futuro son proposiciones explicativas que buscan conectar varios
procesos como modo de vivir el propio vivir explicativo en el lenguajear, permitidas por nuestra
biología ya que ‘el operar neuronal trata de la misma manera las correlaciones senso-efectoras
que provienen de una sucesión espacial de sensaciones que las que provienen de una separación
espacial de sensaciones’, de modo que ambas formas de sensorialidad son modos de movernos en
el vivir como una forma de vivir el fluir su presente en el no-tiempo biológico autopoiético a través
del explicar cultural en el lenguajear.
6. Ocurre lo que ocurre: Un ser vivo como sistema determinado en su estructura hace en cada ins-tante
lo único que puede hacer en ese instante según sus coherencias estructurales de ese instante
en su continuo surgir en un presente continuo en continuo cambio. Los seres humanos, y el cosmos
que traemos a la mano en nuestras distinciones y explicaciones, existimos en un presente cambiante
continuo.
En nuestro vivir explicativo los seres humanos vivimos (biológicamente) como emergiendo
a cada instante de la nada, una nada de la que no podemos hablar porque convivimos (culturalmen-te)
en redes de conversaciones que se fundan sobre la noción recursiva de la temporalidad histórica.
Pero si bien las conversaciones las hacemos, el vivir no, el vivir simplemente nos ocurre, nos pasa
como nos pasa determinado estructuralmente por el momento en que nos pasa sin finalidad externa
ni propósito ya que ocurre perfecto en su ocurrir.
LEYES META-SISTÉMICAS
(pp. 174-182)
32. Ya se han presentado la leyes básicas, generales y del ámbito biológico. Las que se presentarán a
continuación tienen que ver con el ámbito cultural que surge y se conserva en el vivir humano con
el operar de observadores en el observar al abstraer las regularidades de su experiencia sistémica a
través de la reflexión. Por ello se hará referencia a las abstracciones que tienen que ver con el fluir
del vivir humano en un flujo de continuos cambios relacionales en los que está inmerso él y el
cosmos que trae a la mano en su operar.
Desde la consciencia de que domos el instrumento de explicación y lo explicado, a la vez, presenta-mos
las siguientes Leyes Meta-sistémicas:
1. Historia y deseos: El curso que sigue la historia de los seres vivos en general, y los seres huma-nos
en particular, surge momento a momento definido por los deseos y preferencias que determinan
lo que el ser vivo o ser humano hace y conserva o hace y desdeña en su vivir relacional, y no por lo
que usualmente llamamos recursos u oportunidades como si estos fueran recursos u oportunidades
en sí. Algo es un recurso o es una oportunidad sólo si lo quiere o desea.
Los seres vivos siguen un curso en su deriva evolutiva que no está guiado por las conse-cuencia
de sus actos, su utilidad o función, sino por lo que ellos quieren, ya que el resultado de un
proceso no puede formar parte del origen del proceso que le dio origen a él.
2. El centro del cosmos: Todo ser vivo opera en su vivir en todo momento como centro de la matriz
relacional en que se da su vivir y que surge con su vivir y que en el vivir humano será la Matriz
Biológico-Cultural de su existencia.
Como seres vivos humanos somos sistemas determinados en nuestra estructura, de modo
que todo cambio en nosotros está definido por nosotros mismos y no en referencia a algo externo,
aunque aquello sí pueda gatillarlo. Todo ser vivo vive su dinámica estructural en acoplamiento es-tructural
con un medio al cual se mantiene ciego ya que vive en base al ‘operar efectivo de su sen-soria
lidad’ (que permite su adaptación), y no en referencia a lo externo, de modo que todo el
ámbito en el que él se desenvuelve no es otra cosa que la “expansión de su corporalidad”; todo lo
que tiene un ser vivo en su vivir es su operacionalidad. Lo externo sólo nace en la distinción del
observador que lo observa y de lo cual será consciente sólo si su cosmos se entrecruza con las ma-triz
relacional que crea el cosmos del ser vivo observado.
Por esto Humberto y Ximena dicen que somos el centro: porque nosotros mismos somos to-do
lo que tenemos y desde donde se crea todo a la hora de traer a la mano el cosmos desde el cual se
crean nuestras transformaciones biológicas y culturales. Y si bien todo ser vivo opera como centro
del cosmos que trae a la mano en su vivir , como modo de hacer su vivir, sólo los seres humanos,
que operamos en distinciones reflexivas en el lenguajear, somos conscientes de ello. Por esto “el
ser humano no es la medida de todas las cosas, sino el vivir humano e l origen de todas las cosas”
(p.177).
3. Ser vivo y medio: Un ser vivo y el medio que lo contiene cambian juntos de manera congruente
como el resultado espontáneo de sus interacciones recursivas sólo si en el fluir de cambios estruc-turales,
que esas interacciones gatillan en ambos, el ser vivo conserva su autopoiesis y su relación
de adaptación al medio en su nicho. Si esto deja de suceder el ser vivo muere, y si no muere, su vivir
sigue un curso orientado por el bien-estar relacional en relación con su medio.
El vivir no es sólo lo que surge y se realiza, sino además lo que se conserva. Sólo hay vivir
si los seres vivos conservan su autopoiesis en el fluir de interacciones recursivas que generan trans-formaciones
recíprocas congruentes con el medio que los contiene. Sólo hay vivir allí donde existe
33. el acoplamiento estructural como forma congruente de interacciones que genera un nicho que con-serva
las condiciones para el operar de la autopoiesis. El organismo no existe fuera de la relación
organismo-nicho, ya que el organismo no puede conservar su autopoiesis fuera de un medio que lo
contenga y lo haga posible en su vivir. El organismo es un continuo cambio estructural en búsqueda
del bien-estar de sí mismo y eso es lo que guía el curso de su vivir, de modo que la orientación que
define cada organismo para acoplarse estructuralmente a su medio en la búsqueda de su bien-estar
es lo que lo diferencia de los demás, ya que se ‘orientan y acoplan’ de forma diferente.
4. Siempre hacemos lo que hacemos : Los humanos siempre hacemos lo que queremos hacer, aún
cuando digamos que no quereos hacer lo que hacemos. Cuando hacemos lo que decimos que no
queremos hacer, lo hacemos porque al hacerlo esperamos conservar algo que pertenece a un do-minio
diferente de aquel en que decimos que no queremos hacer.
Un ser vivo hace lo único que puede hacer en un instante cualquiera como resultado de su
vivir en un instante estructuralmente determinado y en relación de congruencia operacional con un
medio en la formación de una armonía arquitectónica mayor. Un ser vivo siempre desea conservar
el bien-estar relacional organismo-nicho. En el caso de los seres humanos la situación no es dife-rente,
sólo que como parte de la biósfera mayor tenemos una antropósfera que nos envuelve y que
creamos momento a momento con nuestro hacer ‘reflexivo y explicativo’, por lo que el ser vivo hu-mano
es el único que hace pudiendo tener consciencia de lo que hace y eso es parte de su propio de-terminismo
estructural, en el sentido de que se acopla no sólo biológicamente sino además cultural-mente;
de modo que sus preferencias lo llevan a aceptar en emoción sentires de ambos dominios.
5. El presente: El devenir del vivir de un ser vivo ocurre en la realización de su autopoiesis en un
curso sin alternativas, sin pasado ni futuro en un presente cambiante continuo. Todo ser vivo opera
en cada momento del devenir de su vivir de la única manera que puede operar en ese momento se-gún
sus coherencias estructurales de ese momento en su continuo presente cambiante.
Nada es bueno o malo en el vivir del operar de los seres vivos en la realización de su auto-poiesis.
La autopoiesis opera o no opera; se vive o no se vive; se vive y se conserva el vivir o se vi-ve
y no se conserva el vivir y se muere. Lo deseable o indeseable, operando la autopoiesis y vién-dose
el vivir que se vive (sea cual sea en éste su orientación o acoplamiento), aparece desde la mira-da
de un observador, en un dominio relacional compuesto de redes de conversaciones, como apre -
ciaciones expresadas producto de una comparación de dos sistemas, en el cuál se escoge cuál es el
que se prefiere más. Pero esto no altera el operar de nuestro vivir, debido a que cada mundo que
creamos en nuestras conversaciones (dualidades: lo bueno y lo malo; el pasado y el futuro) son par-te
de las transformaciones estructurales espontaneas de nuestro presente continuo cambiante que
permiten nuestro acoplamiento estructural en congruencia con la conservación operacional de nues-tra
autopoiesis. La explicación en base a la temporalidad sobre el presente no lo reemplaza, tan sólo
dice qué sucesos concatenados operan de modo que se llega al presente que se busca explicar.
6. Autopoiesis: Todo lo que ocurre en el fluir del vivir de un ser vivo ocurre como un continuo re-sultar
en el presente cambiante continuo de la continua realización de su autopoiesis según su mo-do
particular de vivir como organismo en el ámbito relacional (nicho) en que opera como totali-dad.
En el caso de los seres humanos su modo particular de vivir es el conversar, esto es, un con-vivir
en coordinaciones de coordinaciones de haceres y emociones, y todo lo que los seres humanos
hacen ocurre en redes de conversaciones.
La autopoiesis se conserva no sólo dentro de un nicho biológico sino además como parte de
un mundo cultural. La temporalidad, la historia, las intenciones y explicaciones (el fenómeno de re-cursión
en general) son parte de los mundos que traemos a la mano como Homo sapiens-amans