La Revolución Industrial en Inglaterra entre 1760 y 1840 trajo consigo nuevas máquinas de vapor y el uso del carbón como fuente de energía, lo que permitió multiplicar la producción agrícola y manufacturera. Esto provocó un aumento demográfico y la migración del campo a la ciudad, dando lugar a problemas de alojamiento y saneamiento en las nuevas fábricas.