Revisión crítica del proyecto de Canal Interoceánico. Límites de los gobiernos de izquierda. Tensiones entre capitalismo, desarrollismo estatal y progresista, y proyectos alternativos.
Recopilación de artículos de Revista Envío, Nicaragua, año 2014
2. Revista Envío Nicaragua
No podemos resignarnos a perder el Gran Lago
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“No podemos resignarnos a perder
el Gran Lago”
Estos argumentos le costaron a Salvador Montenegro la dirección del CIRA,
fundado por él en 1980, tras maniobras intimidatorias de operadores políticos del
partido de gobierno sobre los catedráticos que decidirían su continuidad en el
cargo. Después de ese “castigo”, Montenegro ratificó que el megaproyecto
canalero es “infame” por atentar contra el recurso natural más importante del país.
Y declaró que guardar silencio sobre los riesgos sería “alta traición a la patria”.
Salvador Montenegro Guillén, diciembre 2014
Consecuente con el exhorto pronunciado en junio de 2012 por el Comandante Daniel
Ortega Saavedra, orientando que el diseño del Gran Canal Interoceánico por Nicaragua
debe ser “bien pensado, bien trabajado, para no afectar el medio ambiente”, asumo la
responsabilidad, a título personal y profesional, de advertir a quien tenga oídos para
escuchar, sobre el innecesario riesgo que corre Nicaragua de desperdiciar la mejor opción
natural con que cuenta para su desarrollo social, económico y ambiental: las aguas del
Gran Lago Cocibolca.
UN PROYECTO ÓPTIMO Y SOSTENIBLE
PARA EL LAGO COCIBOLCA
Además de atesorar la mayor reserva de agua dulce en Centroamérica y poner a nuestra
disposición abastecimiento de agua potable para nuestra creciente población, a las aguas
del lago Cocibolca le ha sido identificado otro uso virtuoso: capacidad para irrigar las
planicies de Occidente. El estudio “Una estrategia de riego de las planicies del Pacífico de
Nicaragua” considera que las aguas del Cocibolca son capaces de irrigar unas 625 mil
hectáreas a todo lo largo del Pacífico.
Este proyecto, concebido desde hace cinco décadas, se ha intentado cristalizar en varias
ocasiones. Fue formalmente presentado en 1985 a la cooperación soviética, sin éxito, y
fue nuevamente considerado en la Cumbre de los Pueblos (Cochabamba 2009), cuando el
Presidente Daniel Ortega anunció la buena nueva del inicio de la irrigación con aguas del
Cocibolca de esos feraces suelos para la producción de alimentos para Nicaragua y para la
exportación de excedentes.
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No podemos resignarnos a perder el Gran Lago
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De concretarse esta excelente iniciativa, junto a la de aprovechar las aguas del lago para
abastecer de agua potable las áreas más pobladas del país, el Cocibolca tendría un uso
óptimo y sostenible. La irrigación de los fértiles suelos de Occidente, subutilizados hasta
ahora, sería una panacea para el desarrollo económico y social de Nicaragua. Nos
permitiría potenciar al país como nunca antes: producción de alimentos para nuestra
población, exportación de excedentes, desarrollo de la agroindustria para agregar valor a
nuestros productos y empleo de miles de personas que hoy levantan las cosechas de
países vecinos que retornarían a Nicaragua. El Cocibolca destinaría unos 60 metros de
agua por segundo para el riego de esa vasta extensión, una inversión ambientalmente
sostenible. Ningún otro país en América podría hacer algo similar actualmente.
AGUA POTABLE PARA TODOS
Y RIEGO A GRAN ESCALA
El aprovechamiento de las aguas del Cocibolca está indisolublemente unido a su
protección para asegurarle una sostenibilidad indefinida. Por eso es crucial tener en
cuenta que ese magno óvalo de jadeíta lacustre no puede verse con los ojos codiciosos de
Cornelius Vanderbilt o los de William Walker, para quienes solamente significaba un
medio para sus fines.
El agua dulce es un recurso natural de primera magnitud y un factor clave para el
desarrollo.
Nicaragua tiene la necesaria en el Cocibolca y no debe arriesgarla. Nuestro lago Cocibolca
no es simplemente el lago tropical más grande de las Américas. Según la Ley 620, Ley
General de Aguas Nacionales, está considerado como reserva estratégica de agua potable
para la nación.
De todos los cuerpos de agua nicaragüenses, subterráneos o superficiales, solamente el
Cocibolca puede satisfacer, en calidad y cantidad, las necesidades de nuestra creciente
población, que en próximas generaciones alcanzará 10 millones de personas, necesitando
entonces 691 millones de litros diarios.
La calidad de las aguas del lago permiten darle ese uso, con un tratamiento de bajo costo.
Además del incremento en la demanda de agua potable, la demanda de alimentos
también necesitará satisfacerse con irrigación de cultivos para así depender menos de las
irregulares e impredecibles cosechas estacionales, especialmente bajo las actuales
condiciones de variabilidad climática y de cambio climático.
He mencionado solamente dos usos trascendentales de las aguas del Cocibolca: agua
potable para todos, y agua para irrigación a gran escala. Ambos usos, cruciales para el
desarrollo y el bienestar nacional, continúan siendo diamantes sin tallar. Ambos son
particularmente sensibles a la presencia de contaminantes en el agua. En la región
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No podemos resignarnos a perder el Gran Lago
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centroamericana, con una desertificación progresiva, el simple hecho del agua que posee
Nicaragua le confiere ventajas y opciones adicionales para su desarrollo socioeconómico.
EL CANAL ES FACTIBLE,
PERO CARECE DE SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL
Existen suficientes elementos y antecedentes para prever las consecuencias a grandes
rasgos que tendría el proyecto del Gran Canal Interoceánico si su ruta atraviesa el lago
Cocibolca. En el actual proyecto se sigue considerando en lo esencial el mismo diseño
concebido hace 130 años por el Almirante E. S. Wheeler, del Cuerpo de Ingenieros del
Ejército de Estados Unidos, y el de A.G. Menocal, de la Nicaragua Canal Construction
Company, que incluía la excavación de un cauce en el lecho del Cocibolca.
Es por eso que resulta obligatorio analizar profundamente los riesgos que esto tendría. No
se refieren solamente al aprovechamiento óptimo de las aguas del Cocibolca para agua
potable y para riego, sino a la misma sostenibilidad financiera y ambiental del proyecto,
cuyo riesgo de colapso es muy grande si se ignoran las condiciones ambientales que
prevalecen en ese cuerpo de agua. Independientemente de que la construcción sea
factible y de la factibilidad comercial de este magno proyecto, su sostenibilidad ambiental
presenta probabilidades muy bajas de obtenerse si se emplea el Cocibolca dentro de la
ruta, arriesgándose a mediano plazo a un colapso de la iniciativa, y con ello a una tragedia
económica, social y ambiental para nuestro país. La concepción y el diseño del proyecto,
basados en el inevitablemente estático diseño realizado en el siglo 19 deben considerar
obligatoriamente la dinámica de los procesos naturales.
HACE MÁS DE UN SIGLO
EL LAGO ERA NAVEGABLE
El Cocibolca es un lago extenso, con un área variable, que al promedio histórico de 31.10
metros sobre el nivel del mar supera los 8,200 kilómetros cuadrados de extensión. Es
sorprendentemente somero, con un promedio de 12.5 metros de profundidad. En
perspectiva, su masa de agua constituye una delgada lámina de agua que cubre un valle
sumamente plano. Recibe unos 18–20 millones de toneladas de sedimentos cada año y
está sujeto a la acción constante del viento.
La navegación por la Ruta del Tránsito, desarrollada con los vapores de Cornelius
Vanderbilt a mediados del siglo 19, consistía en relevos sucesivos a lo largo de los tramos
de la ruta que atravesaba el lago, usando diferentes embarcaciones y múltiples trasbordos
de mercadería y pasajeros para lograr cruzar de un océano al otro. Mejorando ese lento
proceso, el Canal diseñado a fines del siglo 19 buscaba lograr una segura navegación de
barcos marinos a través del istmo, que ingresarían por Greytown en el Atlántico, o por
Brito en el Pacífico, navegarían por el Cocibolca, y saldrían así de uno a otro océano.
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De acuerdo al diseño de 1885, posibilitar el tránsito de barcos con calado marino a través
del Cocibolca exigía dragar la profundidad mínima del lago, de unos 9 metros, excavando
un cauce de 60 metros de ancho y 90 kilómetros de longitud en su fondo. No fue
necesario hacerlo, porque en aquel tiempo vapores como el “Victoria” -que llegó a
Granada desde Delaware en 1883-, desplazando 150 toneladas, medía 45 metros de largo,
9 y medio metros de ancho y tenía menos de 2 metros de calado. Si no hubiera sido así, no
hubiera podido navegar dentro del Cocibolca. Otros vapores usados por la Compañía del
Tránsito, como el “San Francisco” y el “Hollembeck”, tenían calados similares y pudieron
navegar por las aguas del somero lago Cocibolca.
EL GRAN DESAFÍO DEL CANAL:
LOS SEDIMENTOS
La erosión gravísima de la cuenca en donde está situado el Cocibolca sigue aportando
millones de toneladas de sedimentos anualmente desde su área de drenaje, según datos
del estudio “Prioridades de política e inversión para reducir la degradación ambiental de la
Cuenca del Lago de Nicaragua (Cocibolca): principales desafíos ambientales”, publicado
por el Banco Mundial en 2013.
En 1890 la necesidad de dragar y de excavar en el fondo del lago Cocibolca un cauce desde
San Carlos hasta Rivas, pasando al norte de Solentiname y al sur de Ometepe, era una
operación financieramente costosa y técnicamente difícil, dado el incesante depósito de
lodosos sedimentos en las aguas del lago, sedimentos a su vez muy inestables y móviles,
lo que también complicaba mucho mantener libre ese cauce interno en el lago.
Ya en aquellos años excavar ese cauce constituía el más formidable reto para la
construcción del Canal, un desafío mucho mayor que el corte en tierra. Este problema
obligó al Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos a estudiar en detalle la hidrografía del
Cocibolca, elaborándose en 1898 el primer mapa batimétrico del lago, el mapa
topográfico de su fondo.
Hoy, al igual que lo que sucedía a fines del siglo 19, el Cocibolca sigue siendo muy somero,
sus sedimentos del fondo son móviles, turbulentos y se desplazan por las corrientes y el
característico oleaje tempestuoso impulsado por el viento es constante.
En ausencia de estudios actualizados, el ya obsoleto mapa batimétrico del INFONAC
(1972) sigue siendo referencia obligada del relieve del fondo del lago Cocibolca. Nos indica
que aproximadamente el 60% del fondo del lago tenía entonces menos de 9 metros de
profundidad, el 37% entre 9-15 metros, y menos del 3% del área del fondo medía más de
15 metros de profundidad. Cuarenta años después, y con el copioso aporte de sedimentos
desde su erosionada cuenca, su profundidad debe ser forzosamente mucho menor.
Si bien la construcción de un cauce dentro del Cocibolca no constituye un problema
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insalvable para la tecnología actual, ese cauce necesitaría obligatoriamente de un
constante dragado para la remoción de los sedimentos que llegarán constantemente al
cauce y que serán desplazados continuamente por las corrientes.
Esas tareas de mantenimiento serán indispensables. Si no, las fuerzas naturales se
encargarán de azolvar el cauce en poco tiempo. Otro desafío será resolver la disposición y
descarte del millón 300 mil toneladas de lodo arenoso resultante de la excavación inicial,
agravada por la llegada de otras 50 mil toneladas diarias.
EL GRAN RIESGO DE ESTE PROYECTO:
UNA MAREA NEGRA
Desde 1870 sabemos que las dos principales dificultades a resolver para excavar un cauce
a través del Cocibolca son, en primer lugar, la masiva acumulación de sedimentos en el
fondo, producida por la erosión secular en la cuenca de drenaje, y en segundo lugar, la
inestable y constante movilidad de esos sedimentos del fondo, movimiento que depende
de las corrientes lacustres, impulsadas eólicamente.
La combinación de ambos factores constituye un elevado riesgo para que se produzcan
accidentes navieros. De ocurrir un fatídico percance que provoque una “marea negra”
desaparecerá toda esperanza de abastecer con agua potable a la población de Nicaragua,
de irrigar las feraces planicies de Occidente y de otras opciones de uso de las valiosas
aguas del Cocibolca.
El Cocibolca presenta una fragilidad ambiental extrema ante la contaminación por
accidentes con hidrocarburos u otros tóxicos persistentes. La contaminación en un cuerpo
de agua dulce, especialmente si es continental, constituye irremediablemente el peor
escenario de destrucción ambiental. La tecnología existente para mitigación de derrames
de petróleo ha estado enfocada a bahías y a aguas marinas abiertas, donde transitan los
supertanqueros. Si en el Cocibolca acaeciera una marea negra, ninguna medida de
remediación resultará útil para salvaguardar la estricta calidad del agua, tanto para beber
o como para la irrigación. Un derrame petrolero, accidental o deliberado, contaminará
inexorablemente las aguas, con una trágica consecuencia para el futuro de nuestro país.
Otros riesgos, como la invasión en las aguas del Gran Lago de nuevas especies de
organismos indeseables desde los océanos o la salinización de sus aguas por el ingreso de
agua marina serían igualmente destructivas.
LAS INCONTROLABLES
FUERZAS NATURALES DEL LAGO
También deben ser consideradas las corrientes que impulsa el viento en el lago Cocibolca,
que resultan de enorme importancia ecológica. El viento es responsable de la turbulencia
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que mezcla la columna de agua verticalmente y que impulsa las corrientes de agua que
circulan de un extremo a otro del lago.
El promedio observado en los vientos en el Cocibolca es de 9 metros por segundo. Aunque
no se conoce la hidrodinámica de las corrientes lacustres con la profundidad y el detalle
necesarios para el diseño de la geometría del cauce que atravesaría el Cocibolca, sí
sabemos que este constante viento en el Cocibolca es la fuerza que impulsa la conocida
circulación de Langmuir, capaz de mover al día miles de toneladas del lodo ya existente y
depositarlo en zonas aledañas al futuro cauce y capaz también de rellenar con rapidez
cualquier depresión artificial del fondo del lago.
Este fenómeno arrastra consistentemente millones de toneladas de los sedimentos
inestables ya presentes en otras áreas del lago y tiene capacidad para obstruir
continuamente el cauce que se pretende excavar en el lago. Estas incontrolables fuerzas
naturales desbordan cualquier capacidad técnica, humana y financiera de mantener el
cauce libre para la navegación. Mantener limpio de sedimentos el cauce lacustre de 90
kilómetros de longitud por 520 metros de ancho y 30 metros de profundidad será más
costoso técnica y financieramente que el costo inicial de construirlo.
La turbulencia característica del lago, que depende del viento intenso, asociada a la
abundante masa de sedimentos móviles, podría causar tarde o temprano accidentes
navieros que iniciarían una marea negra. Los diseñadores deberían considerar esta
incontrolable fuerza hidrodinámica como causa suficiente de la inviabilidad técnica de
excavar un cauce a través del Cocibolca.
El riesgo de encallamiento de los barcos en los taludes del angosto cauce por el impulso
del viento es también una probabilidad elevada, porque el viento forma olas de más de
cuatro metros en el lago y los barcos grandes adolecen de una limitada capacidad de
maniobra. En aguas turbulentas tarde o temprano sería inevitable una desgracia.
VARIABLES FUERA DEL CONTROL HUMANO
Existen muchos canales en el mundo, aunque poquísimos son interoceánicos. El soñado
paso interoceánico que llevó a los capitanes Diego Machuca de Zuaco y Alonso Calero a
encontrar la desembocadura de nuestra “Laguna Dulce” en 1539, se ha convertido hoy en
una propuesta para posibilitar el rápido tránsito, de un océano al otro, a las
embarcaciones más grandes del mundo, las que no caben por el Canal de Suez y mucho
menos por el ampliado Canal de Panamá.
Nuestro Gran Canal Interoceánico sería el más ancho y profundo del mundo, destinado al
segmento especializado del mercado marítimo de supertanqueros y barcos mercantes
gigantescos, capaces de mover hasta 20 mil contenedores. Aunque estos monstruosos
leviatanes ostentan calados de 25 metros, son contradictoriamente frágiles y vulnerables,
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sumamente susceptibles a sufrir accidentes en aguas tan someras como las de nuestro
Cocibolca.
Hay que tener en cuenta también que el cambio climático plantea variables fuera del
control humano, imponiéndole límites al diseño hidráulico de la obra. Y que la sismicidad
asociada a las fallas geológicas en la zona arriesga la gigantesca inversión en esta obra.
No podemos resignarnos al sacrificio de ese magno óvalo de jadeíta lacustre que es
nuestro Gran Lago. En consecuencia, la mejor ruta para el Canal, desde el Mar Caribe
hasta el Océano Pacífico sería una ruta completamente excavada en tierra firme, que no
atravesara las aguas del Gran Lago Cocibolca, el que no debemos perder “ni por todo el
oro del mundo”.
Salvador Montenegro Guillén es
MAESTRO, ECÓLOGO Y LIMNÓLOGO.
DESDE 1980 DIRECTOR DEL CIRA
(CENTRO PARA LA INVESTIGACIÓN
EN RECURSOS ACUÁTICOS)
DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA
DE NICARAGUA.
SELECCIÓN DE SUS APORTES EN EL PRIMER FORO
SOBRE EL PROYECTO CANALERO
ORGANIZADO POR LA ACADEMIA
DE CIENCIAS DE NICARAGUA (AGOSTO 2013).
EDICIÓN DE ENVÍO.
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“Se requiere un análisis exhaustivo del
costo-beneficio del proyecto del Canal”
La presencia en Nicaragua el 10 y 11 de noviembre de quince expertos
internacionales reunidos para debatir sobre los asuntos científicos y técnicos que
plantea el proyecto del Canal Interoceánico dejó en ellos, como resultado, asombro
y perplejidad y un listado de preguntas indispensables que deben hacerse el
gobierno, la empresa concesionaria y también la población. He aquí el documento
final, que recoge las preguntas que se hicieron en el debate interdisciplinario que
tuvieron en Managua Y que presentaron como sus conclusiones, sin obtener
ninguna respuesta de los responsables del proyecto.
Panel de expertos internacionales, diciembre 2014
La Academia de Ciencias de Nicaragua invitó a la Red Interamericana de Academias de
Ciencias (IANAS) y al Consejo Internacional para la Ciencia – Oficina Regional de América
Latina y el Caribe (ICSU-ROLAC), a auspiciar un taller internacional para investigar los
asuntos científicos y técnicos relacionados al proyecto de Canal Interoceánico por
Nicaragua.
En este taller participaron 15 científicos internacionales, además de investigadores y
científicos nicaragüenses. Seleccionados por IANAS, estos científicos son expertos
mundiales en diferentes disciplinas pertinentes, incluyendo biodiversidad, conservación,
biología marina, limnología y ecosistemas lacustres, ingeniería civil y ambiental, hidrología
e hidráulica, políticas públicas, gestión de recursos acuáticos, calidad de agua, economía,
seguridad nacional e internacional y análisis de riesgos.
El objetivo principal del taller fue identificar y discutir los principales temas técnicos y
científicos relativos al proyecto del Canal Interoceánico y los subproyectos, a fin de
contribuir a un debate público, transparente y bien informado sobre el asunto.
RECOMENDAMOS
UN ANÁLISIS INDEPENDIENTE
El Panel de Expertos felicita a la Academia de Ciencias de Nicaragua por el rol
trascendental que está desempeñando en la promoción de la Ciencia como instrumento
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para el desarrollo sostenible. De particular importancia son los esfuerzos de la Academia
en la tarea esencial de proveer información acertada y oportuna, basada en la Ciencia,
para los tomadores de decisiones y para la población nicaragüense sobre las múltiples
ramificaciones de este megaproyecto. Alentamos a la Academia de Ciencias de Nicaragua
a continuar este trabajo y a procurar colaboración complementaria y apoyo de
organizaciones internacionales.
El Panel recomienda adoptar las mejores prácticas internacionales para la evaluación de
los megaproyectos. Estas prácticas incluyen comunicación transparente y amplia con los
distintos actores clave, para identificar oportunidades, optimizar los beneficios y
minimizar las consecuencias adversas no intencionales. Incluyen también una evaluación y
análisis independiente de los estudios pertinentes de impacto ambiental, estudios
técnicos y de factibilidad.
NOS PREOCUPA EL IMPACTO
QUE TENDRÁ EL CANAL EN EL LAGO
El Panel concentró su discusión en tres temas generales: Agua y Sedimentos,
Biodiversidad y Asuntos Socio-Económicos. La importancia de estos temas es
multidimensional.
La protección de los recursos naturales de Nicaragua, sus ecosistemas, su rica
biodiversidad y patrimonio cultural es importante para la viabilidad y sostenibilidad del
desarrollo económico de Nicaragua a largo plazo.
La biodiversidad de una nación es un factor de su capital natural. Su pérdida es
irreparable. Un proyecto de la escala del Canal Interoceánico puede causar impactos
directos e indirectos sobre la biodiversidad, que deben ser anticipados, monitoreados, y/o
mitigados antes, durante y después de la construcción del Canal.
Preocupa el impacto que pueda causar el Canal sobre el agua y los sedimentos del Gran
Lago de Nicaragua por ser uno de los más importantes lagos tropicales del mundo, con
enorme valor ecológico, ambiental y económico. Todos esos atributos podrían ser
impactados por un canal interoceánico de la escala y magnitud previstas.
El lago tiene un ecosistema frágil por ser somero y polimíctico, poco profundo y con aguas
que están mezclándose verticalmente de forma constante. Se requieren medidas de
protección especial para conservar la buena calidad del agua con la que el lago cuenta
actualmente.
El Canal propuesto y los subproyectos no proveerán beneficios económicos a la nación si
al final el proyecto resulta económicamente inviable. Sería de enorme importancia para
Nicaragua contar con un análisis exhaustivo de costo-beneficio, y con un análisis de sus
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impactos en el desarrollo nacional, en los derechos humanos y en los temas legales y de
seguridad nacional.
EL AGUA Y LOS SEDIMENTOS
El Lago de Nicaragua es único en su biodiversidad, es un recurso natural importante y un
símbolo nacional. Se identificaron especialmente tres preocupaciones graves sobre el
impacto del Canal en el Gran Lago de Nicaragua.
Efectos de los sedimentos en la calidad del agua ¿Cómo se están considerando los
problemas potenciales relacionados con la resuspensión de sedimentos debido al dragado
y al tráfico de buques en el lago?
Las operaciones del dragado inicial, del mantenimiento del Canal y el tráfico de los barcos
podrían causar importante turbidez en el agua, lo que puede afectar negativamente la
productividad del lago, por una reducción de la penetración de la luz.
El Lago de Nicaragua es especialmente susceptible a los efectos de resuspensión de
sedimentos debido a su poca profundidad (12.5 metros de profundidad media) y a que es
polimíctico, expuesto a la acción constante del viento. La suspensión de sedimentos
podría empeorar sustancialmente por las actividades rutinarias del Canal Interoceánico,
que con una profundidad de 30 metros, según el diseño actual, cruzará el lago a lo largo
de 105 kilómetros.
Esa gran turbidez afectará la biodiversidad acuática, comenzando con la proliferación de
algas y continuando con afectación a los peces. También creará un cambio en la
composición de los organismos que viven en los sedimentos y en la interfaz agua-
sedimento. Los sedimentos del fondo del lago tienen la capacidad de almacenar
contaminantes y nutrientes, debido a su estructura y composición química. Al
resuspenderse, ambos podrían liberarse en la columna de agua, causando el deterioro de
la calidad del agua del lago.
¿UN LAGO SIN OXÍGENO, SIN VIDA?
Entre los contaminantes importantes atrapados en los sedimentos están los que
demandan oxígeno. La pérdida severa del oxígeno disuelto en el agua conduce a la hipoxia
y a la muerte de los peces. En estrecha relación con la hipoxia está la eutrofización, un
proceso que acelera el envejecimiento de los lagos. La eutrofización se acelerará por el
efecto de los nutrientes, el nitrógeno y el fósforo, ahora atrapados en los sedimentos.
La bioturbación de los sedimentos provocará un aumento de la eutrofización, que
estimulará el aumento de la carga de nutrientes interna de las capas de sedimentos
retirados y resuspendidos. Se necesitarán buenas prácticas para el manejo de los
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sedimentos y de la turbidez y así proteger al lago de las peores formas de degradación.
Los esfuerzos de restauración, como el tratamiento del lago después de la degradación,
serían muy costosos y probablemente poco factibles.
La resuspensión de sedimentos es causada por un sinnúmero de actividades. Ocurrirá
durante la excavación del Canal, durante el dragado y el mantenimiento del Canal y
también durante la navegación de los barcos. La resuspensión de sedimentos es alta en
lagos polimícticos (poco profundos, sometidos a mucho viento). Esta característica podría
agudizarse con las actividades que requiere la operación de un Canal Interoceánico. La
resuspensión también estará muy influenciada por la eliminación de sedimentos durante
la excavación y el mantenimiento del dragado.
¿Será la eutrofización más grave en el futuro debido a la liberación de nutrientes de los
sedimentos? La resuspensión de los sedimentos del fondo del lago cambiará la cantidad y
la calidad de las sustancias en el agua. Los nutrientes y contaminantes de estos
sedimentos serán rápidamente movilizados a la columna de agua y consumirán más
oxígeno, haciendo posible un aumento de su producción, lo que a su vez conducirá a la
eutrofización, bioacumulación de contaminantes y, finalmente, a una sensible disminución
de la biodiversidad, incluyendo la muerte de peces.
La historia demuestra que el Gran Lago de Nicaragua ha sufrido ya episodios de muerte de
peces, debido probablemente a la disminución de oxígeno durante períodos con poca
mezcla de las aguas por vientos escasos. Esto sucedió en septiembre de 2004 en la isla de
Ometepe. La resuspensión de los sedimentos trae grandes flujos de materia orgánica en la
columna de agua y puede aumentar la probabilidad y gravedad de los eventos de
disminución de oxígeno.
Es importante enfatizar que actualmente el Lago de Nicaragua presenta agua de buena
calidad, adecuada para el consumo humano, el riego y otros usos esenciales para el
desarrollo de la economía de Nicaragua en el futuro. La introducción de contaminantes y
nutrientes bajará considerablemente la calidad del agua y puede poner en peligro su
utilidad. El rol fundamental del Gran Lago de Nicaragua se acentuará en el futuro por los
efectos del cambio climático, con condiciones más cálidas y secas, y Nicaragua está entre
los países considerados más vulnerables al cambio climático.
LOS MATERIALES QUE SALDRÁN DEL DRAGADO
¿Cuánto material será removido? ¿Cómo va a ser eliminado?
El proyecto del Canal requerirá la excavación de una zanja profunda, que permita la
navegación de embarcaciones de gran calado a través del Gran Lago. La excavación y los
trabajos de dragado implicarán la remoción de cientos de millones de metros cúbicos de
sedimentos. Será una de las mayores operaciones de dragado nunca antes realizadas y
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llevará años en completarse. Una cantidad significativa de los sedimentos extraídos
consistirá en depósitos lacustres finos.
El dragado se puede hacer por medios hidráulicos o por sistema “clamshell” (o “grabs”),
métodos con impactos bien diferentes en la turbidez. Pero, incluso con los métodos de
dragado más avanzados, se crearán columnas de turbidez. Los métodos menos avanzados
producirán más sedimentos en suspensión. Durante la operación del Canal se introducirán
nuevos sedimentos y será necesario mantener tareas de dragado de forma permanente.
¿Se han calculado las cantidades de materiales que producirá la excavación y el dragado
durante la fase de construcción del Canal y durante su fase de operación? Durante el
proceso de dragado, ¿cuánto material permanecerá en el agua provocando turbidez?
¿Qué contienen los materiales que saldrán del dragado?
Los sedimentos captan la mayoría de los contaminantes que entran en un lago. Pueden
incluir metales, nutrientes, pesticidas, aceite y grasa. Es probable que los materiales
dragados contengan todo esto, lo que tendrá un gran impacto en cómo podrán ser
reutilizados o eliminados. La manipulación incorrecta de los sedimentos podría afectar
negativamente al lago, a la agricultura, al ambiente y a los pueblos indígenas y
afrodescendientes.
Una preocupación especial es la presencia de mercurio. El Lago de Managua y el Lago de
Nicaragua se han conectado de forma continua desde octubre de 2010. Antes estaban
conectados de forma intermitente. La contaminación por mercurio del Lago de Managua
se ha extendido a los sedimentos del Lago de Nicaragua, junto con la infiltración de los
agroquímicos procedentes de las actividades agrícolas de la zona.
¿Cuáles son los planes para un continuo monitoreo de los metales, pesticidas, sustancias y
nutrientes que necesitan oxígeno, así como del aceite y la grasa que contengan los
sedimentos a dragar? Previamente deben recogerse muestras clave y datos de batimetría,
estratigrafía, litología química de los sedimentos y de la roca madre del fondo del lago.
Actualmente, Nicaragua tiene la capacidad técnica y científica para monitorear la calidad
del lago y compararla con investigaciones anteriores e informaciones de las bases de
datos.
¿Dónde poner el material extraído del lago? El material dragado se utiliza a veces para
formar una isla dentro de un lago o se deposita a lo largo de la ruta de un canal o se utiliza
en otras áreas de los límites del lago para crear nuevas tierras para la agricultura o para
parques, por ejemplo.
Cada método tiene sus beneficios y sus riesgos. ¿Cuál es el plan detallado para disponer
de los sedimentos removidos o para reutilizar los materiales de la excavación y de las
operaciones durante la vida del proyecto? ¿Cuáles son los usos benéficos y realistas que
piensan darse a esos materiales?
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¿Habrá suficiente agua?
Aun usando cuencas de recuperación de agua durante la operación del Canal, las grandes
esclusas de una obra como ésta requieren inmensos volúmenes de agua, la que se
obtendrá del Lago de Nicaragua y del propuesto lago artificial, Atlanta. Eso reducirá una
cantidad significativa de la corriente de los ríos San Juan y Punta Gorda, disminuyendo así
la cantidad de agua que aportan y que se dedican a otros fines. Es una pregunta
fundamental si las cuencas proporcionarán suficiente agua hoy y en el futuro a la luz del
cambio climático proyectado y de su posterior desarrollo.
Los ríos San Juan y Punta Gorda se verán privados del flujo de millones de metros cúbicos
de agua por día cuando el Canal entre en funcionamiento. La morfología de un canal
fluvial es el resultado de una serie de procesos y condiciones ambientales, incluyendo la
composición y erosio¬nabilidad de la cama y los bancos lacustres, de la disponibilidad de
los sedimentos, del tamaño y la composición del sedimento transportado a través del
canal y, no menos importante, de la velocidad del flujo. Con un flujo reducido en el río San
Juan cambiará su morfología: el ancho, la profundidad, la pendiente y la sinuosidad, entre
otras características. El río responderá con un depósito de sedimentos en su lecho y con
un posible estrechamiento de su anchura debido a la invasión de vegetación.
PREGUNTAS CLAVES
Con la puesta en marcha del Canal, ¿habrá suficiente agua para la irrigación agrícola, para
uso industrial y doméstico? ¿Cómo funcionarán los ríos San Juan y Punta Gorda con la
corriente reducida? El depósito de sedimentos en los ríos y el aumento de los niveles de
agua pueden afectar las zonas ribereñas de varias maneras. Por ejemplo, el drenaje de las
zonas agrícolas a lo largo del río puede verse impedido, la operación de la infraestructura
existente -riego y otros- puede verse obstaculizada, puede aumentar el riesgo de
inundaciones vinculado al cambio climático previsto, con el aumento de eventos
extremos, la navegación fluvial puede volverse más difícil y el drenaje en la Reserva
Natural Indio Maíz puede verse afectado. Muchos de los buques superpetroleros para los
cuales se está construyendo el Canal transportarán probablemente hidrocarburos y
productos químicos. Grandes derrames en el lago podrían ser devastadores. La liberación
crónica y continua de los productos químicos del casco del buque y las fugas de
combustible son preocupaciones a largo plazo para la calidad del agua y las cadenas
alimenticias.
LA INVESTIGACIÓN NECESARIA
Las evaluaciones de impacto del Canal y los subproyectos requieren de metodología
apropiada y de criterios internacionales a fin de esclarecer todos los posibles impactos del
proyecto. Hay que prestar atención al cambio climático y a los modelos científicos de
escenarios futuros. Deben ser evaluados el uso y los balances de agua actuales y futuros. Y
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deben ser considerados escenarios en desarrollo, como cambios en la ubicación de las
poblaciones y de sus condiciones socioeconómicas y del uso de la tierra para dar
respuestas de adaptación.
Las condiciones ecológicas en el Lago de Nicaragua, incluyendo todos los componentes
importantes del ecosistema -la calidad del agua, la flora y la fauna bentónica, peces,
mamíferos y aves marinas- deben ser evaluados y deben establecerse las líneas de base
necesarias. Se necesitan estudios de las corrientes de agua y su circulación en el lago.
Deben llevarse a cabo estudios de batimetría y estratigrafía geológica del lecho lacustre,
ya que el Canal propuesto es mucho más profundo que el lecho del lago. Se deberá
analizar el contenido biológico de la cama de sedimentos del lago, la demanda de oxígeno,
los compuestos químicos, los metales pesados y la mineralogía.
Se debe calcular la cuantificación de los impactos y llevar a cabo los modelos matemáticos
para determinar los posibles impactos ambientales futuros del Canal y de los
subproyectos. Las medidas de mitigación deben ser exploradas y puestas en práctica de
inmediato y no después de que ocurra algún evento catastrófico.
LA BIODIVERSIDAD
La biodiversidad es la riqueza natural del mundo. Consiste en una compleja serie de
componentes interrelacionados: genes, individuos, poblaciones, especies, ecosistemas, y
biomas. La biodiversidad de Nicaragua es extremadamente rica. La proporción de hábitats
acuáticos en relación con ecosistemas terrestres en Nicaragua es sumamente alta, debido
al gran tamaño del Lago de Nicaragua, que tiene más de 8 mil kilómetros cuadrados.
Los diferentes tipos de bosques que se encuentran en el gradiente de precipitación de
Oeste-Este contienen un alto nivel de biodiversidad. Nicaragua se encuentra dentro de la
transición de flora y fauna entre las ecozonas Neotropical y Neoártica. Los bosques del
Caribe nicaragüense se encuentran dentro del Corredor Biológico Mesoamericano. La
costa Pacífica de Nicaragua, que incluye al Lago de Nicaragua, es un corredor para aves
migratorias. Nicaragua forma parte del hotspot Mesoamericano de Biodiversidad. El lago
de Nicaragua ofrece muchos recursos artesanales -o de baja-escala- para la pesca y el
ecoturismo, que dependen en gran parte de la biodiversidad. De acuerdo a expertos
nicaragüenses, el Lago de Nicaragua se encuentra todavía en buenas condiciones
ecológicas.
¿Cuál sería el impacto de la construcción y operación del Canal en la biodiversidad
del Lago de Nicaragua?
La poca profundidad del Lago de Nicaragua lo hace susceptible a cambios drásticos en la
turbidez por resuspensión de sedimentos, lo que puede causar cambios en la cadena
alimenticia. Durante la construcción y operación del Canal en el Lago de Nicaragua la
cantidad de nutrientes en la columna de agua probablemente incrementará, lo que
16. Revista Envío Nicaragua
No podemos resignarnos a perder el Gran Lago
16
aumentará la posibilidad de proliferación de algas y consecuentemente, la presencia de
algas tóxicas en el lago.
Estos cambios pueden afectar a los principales peces depredadores del lago y a los
insectos de los que se alimentan las aves migratorias. También pueden promover la
introducción de plantas acuáticas dañinas y favorecer a especies más agresivas como la
tilapia, lo que afectará a los peces nativos. ¿Se han contemplado medidas de precaución
para prevenir el incremento de especies acuáticas invasoras? Puesto que se puede esperar
la llegada de especies de invertebrados invasores en las aguas de sentina de los bajos de
las naves, ¿se han contemplado las medidas necesarias para evitar que fugas de estas
aguas se desechen en el lago?
¿Cómo impactará el proyecto y la creación del lago artificial Atlanta
en la biodiversidad de la Costa Caribe?
Debido a que el movimiento de sedimentos durante la construcción del Canal puede
afectar a los arrecifes de coral, manglares y pantanos de Raphia en Bluefields, una
pregunta importante es: ¿Se ha determinado la cantidad y calidad de sedimentos que se
depositarán a lo largo de la costa?
La creación del lago Atlanta (39 mil hectáreas), se puede convertir en otro foco de
introducción de especies de plantas acuáticas. ¿Existen estudios sobre las especies que se
pueden establecer en esa zona del país? ¿Se implementarán medidas de precaución para
detectar especies invasoras, incluyendo las que se introduzcan en las áreas aledañas a las
nuevas carreteras?
¿Se han estimado los cambios que ocurrirán en la hidrología del río Punta Gorda? Grandes
cambios pueden afectar la biodiversidad del río y de las áreas terrestres de sus
alrededores.
¿En qué grado las barreras físicas que representará el Canal pueden inhibir el movimiento
y el flujo genético de los animales a lo largo del Corredor Mesoamericano? ¿Han
considerado los organizadores del proyecto estrategias para mitigar estos posibles
impactos, conservando, por ejemplo, suficientes franjas de bosque a lo largo del Canal?
IMPACTOS SECUNDARIOS
SOBRE LA BIODIVERSIDAD
¿Cuáles serán los efectos secundarios sobre la biodiversidad causados por el movimiento
de poblaciones humanas? Una pregunta relevante es: ¿Existe o no un plan de
relocalización de los habitantes que serán desplazados para evitar que se asienten en
áreas protegidas? La tasa de deforestación en Nicaragua es aproximadamente de 70 mil
hectáreas anuales, según el Global Forest Resources Assesment de la FAO en 2010, y los
17. Revista Envío Nicaragua
No podemos resignarnos a perder el Gran Lago
17
desplazamientos humanos podrían aumentar esa tasa si las poblaciones expropiadas se
trasladan hacia áreas protegidas.
¿Han anticipado los planificadores del proyecto los cambios económicos y culturales que
podrían ocurrir como resultado de la reducción de peces nativos en el Lago de Nicaragua y
en el río Punta Gorda?
PREGUNTAS ADICIONALES
¿Podrían los planificadores del proyecto considerar una ruta alternativa para la
construcción del Canal que fuera de Punta Gorda hacia el oeste, sin atravesar el Lago de
Nicaragua? Puesto que el Lago de Nicaragua es una fuente importante de agua potable, se
podría diseñar una ruta que no atravesara el lago y siguiera rumbo norte hacia Corinto.
Eso permitiría al Canal obtener agua de ambos lagos, del Lago de Nicaragua y del Lago de
Managua, sin contaminar estos dos vitales cuerpos de agua.
¿Considerarían los líderes del proyecto hacer públicos sus informes de impacto
ambiental? La circulación de estos informes contribuirían significativamente a determinar
otros estudios adicionales necesarios. Y su publicación podría también promover un
intercambio de opiniones entre científicos de diferentes países y así evitar dudas y
especulaciones.
Dado el gran número de incógnitas y las características particulares de cada ecosistema,
¿se ha contemplado un monitoreo a largo plazo, que es fundamental para adoptar
medidas de manejo y adaptación adecuadas y oportunas?
¿Se han contemplado medidas para incrementar en el país el número de expertos
necesarios para la implementación de ese plan de monitoreo?
RIESGOS SOCIALES Y ECONOMICOS
¿Es la propuesta económicamente viable?
¿Ha analizado el gobierno el escenario de la competencia internacional, incluyendo los
posibles impactos de los cambios tecnológicos, de futuros cambios en el costo del
petróleo y en el envío de mercancías, las proyecciones de las tasas de crecimiento de las
principales economías mundiales, las proyecciones a futuro de los volúmenes en el
transporte de mercancías, y ha realizado un análisis adecuado que ponga a prueba y
pueda predecir la viabilidad de la inversión en los distintos escenarios posibles?
¿Bajo qué condiciones las ganancias generadas por el Canal serían suficientes para pagar
el interés sobre el capital? ¿Las ganancias proyectadas del Canal serán suficientes para
pagar los intereses si el costo final de la obra fuera mayor que el estimado actual, que es
de 50 mil millones de dólares?
18. Revista Envío Nicaragua
No podemos resignarnos a perder el Gran Lago
18
¿El proyecto toma en consideración los posibles cambios en el escenario de la
competencia internacional, considerando tanto la ampliación del Canal de Panamá como
la ruta del Noroeste, por el Polo Norte? ¿Cómo afectarían estos dos hechos la viabilidad
del Canal propuesto?
¿Toma en consideración la propuesta los posibles riesgos a la seguridad nacional?
Hay dos preocupaciones fundamentales en materia de seguridad nacional: el crimen
organizado y los ataques terroristas. Una preocupación es que las organizaciones
criminales emplean muchas de las mismas vías que usan los negocios legales. Cárteles de
drogas, triadas (bandas del crimen organizado chino), mafias y otras redes del crimen
organizado transportan hoy drogas, armas y bienes de contrabando usando los centros de
embarque legales. La otra gran preocupación es que, como los centros de embarque
juegan un rol cada vez más importante en el comercio mundial, se encuentran hoy en
riesgo de ser blanco de ataques terroristas y de ataques cibernéticos, cuyo objetivo es
afectar la economía de las naciones que los utilizan.
¿Se ha asegurado el gobierno nacional de que el operador del Canal diseñará sus
instalaciones para enfrentar cualquier riesgo posible a la seguridad e invertirá en
tecnologías de detección y escaneo? ¿Desarrollará el gobierno protocolos para compartir
datos de inteligencia con aliados clave y fortalecerá su capacidad para enfrentar el crimen
organizado y el terrorismo?
¿Está la ingeniería de seguridad a nivel de los estándares necesarios?
¿Han sido adecuadamente calculadas y caracterizadas las probabilidades de no-
excedencia para los riesgos sísmicos, eólicos, volcánicos y otros riesgos ambientales?
¿Toman en cuenta los criterios de diseño del proyecto las condiciones de riesgo extremo,
como un evento sísmico de gran magnitud? ¿Han sido diseñados el Canal, la
infraestructura crítica y los trabajos auxiliares de modo que puedan permanecer intactos
antes, durante y después de condiciones extremas?
¿Se ha implementado un Proceso de Revisión de Pares transparente y riguroso para
asegurar que se puedan identificar y mitigar los riesgos y para asegurar que el proyecto
cumpla con estándares y prácticas de la más alta calidad en todos los aspectos del trabajo
conceptual y de diseño, así como en todos los momentos de la construcción y la operación
del Canal?
¿Especifica la propuesta sistemas sólidos para el manejo de la energía, el suministro de
agua y el control de los impactos ambientales, tormentas e inundaciones, y la mitigación
de riesgos en caso de escasez de agua durante las sequías, contemplando el debido
almacenamiento?
¿Toma en cuenta la propuesta los potenciales impactos del cambio climático, incluyendo
sequías, tormentas, inundaciones y otros?
19. Revista Envío Nicaragua
No podemos resignarnos a perder el Gran Lago
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¿Los desarrolladores y operadores del Canal establecerán un fondo para la remediación o
una póliza de seguro para cubrir el costo de cualquier tipo de mitigación ambiental
necesaria?
¿Protegerá el proyecto los Derechos Humanos y respetará la legislación pertinente?
¿Serán respetados los derechos al territorio y a las aguas tradicionales de los pueblos
indígenas y comunidades afrodescendientes? ¿Incorporará el proyecto los artículos 5, 89 y
180 de la Constitución de Nicaragua, las leyes 28 y 445 de Nicaragua, la Convención 169
de la OIT y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas al consentimiento previo, libre e informado de cualquier proyecto que se haga
en sus territorios?
¿Serán seguidos todos estos principios en las fases de diseño, construcción y operación del
proyecto, y monitoreará e informará el proyecto de los posibles impactos sociales y
ambientales, teniendo especialmente en cuenta el posible desplazamiento de personas, la
pérdida de sus modos de vida y la pérdida de lenguas originales casi extintas?
¿Considerará el proyecto los impactos sobre las poblaciones desplazadas y dispondrá de
recursos para compensar a aquellas cuyas tierras hayan sido expropiadas?
¿Utilizará el proyecto métodos internacionalmente aceptados para este monitoreo y para
sus informes? ¿Serán todos los resultados de este proceso publicados y abiertos a la
revisión de pares?
¿Cómo afectará el Proyecto en el desarrollo nacional?
¿Ha hecho el proyecto previsiones para los efectos que traerán migraciones masivas de
poblaciones? ¿Se hará responsable el gobierno o el desarrollador de la construcción de
viviendas, escuelas, clínicas, estaciones policiales y demás infraestructuras necesarias para
atender la masiva fuerza laboral durante las fases de construcción y de operación del
Canal?
¿Cómo se distribuirán las ganancias económicas previstas? ¿Se invertirá alguna parte de
los ingresos del Canal en salud y educación, especialmente en las áreas más pobres del
país?
¿Qué porcentaje de los puestos de trabajo para la construcción y operación del Canal
corresponderá a mano de obra local y nacional?
¿Se realizará, y posteriormente se publicará, un análisis ambiental de costo-beneficio?
¿Qué metodología se utilizará para calcular el balance entre los beneficios del proyecto
propuesto y el valor de los bienes ambientales que podrían perderse como resultado del
proyecto? ¿Cómo se evaluarán las variables afectadas: la biodiversidad, la seguridad
hídrica y alimenticia y el ingreso potencial por ecoturismo?
20. Revista Envío Nicaragua
No podemos resignarnos a perder el Gran Lago
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LOS MIEMBROS DEL PANEL DE EXPERTOS
QUE FIRMAN ESTAS CONCLUSIONES SON:
PEDRO JOSÉ ÁLVAREZ (NICARAGUA)
JERALD SCHNOOR (ESTADOS UNIDOS)
BLANCA JIMÉNEZ (MÉXICO)
VÍCTOR CAMPOS (NICARAGUA)
KIM WIM OLESEN (DINAMARCA)
BRUCE RITTMANN (ESTADOS UNIDOS)
MARY T.K. ARROYO (CHILE)
LUIZ DRUDE DE LACERDA (BRASIL)
LUIS ZAMBRANO (MÉXICO)
MICHAEL BRETT (ESTADOS UNIDOS)
CARLOS BICUDO (BRASIL)
GERALD URQUHART (ESTADOS UNIDOS)
MANUEL ORTEGA HEGG (NICARAGUA)
ANTHONY CLAYTON (JAMAICA)
KATHERINE VAMMEN (NICARAGUA)
HERNÁN CHAIMOVICH (BRASIL)
JEAN MICHEL MAES (NICARAGUA)
JULIO MIRANDA (ESTADOS UNIDOS)
MARÍA LUISA ACOSTA (NICARAGUA)
JORGE A. HUETE-PÉREZ (NICARAGUA).
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“El Canal pone en riesgo nuestra
capacidad de adaptación al cambio
climático”
Víctor M. Campos Cubas, ingeniero y subdirector del Centro Humboldt, compartió
reflexiones sobre los efectos del cambio climático en Nicaragua y sobre las
negociaciones climáticas globales, en una charla con Envío que transcribimos.
Victor M. Campos Cubas, diciembre 2014
El calentamiento global es el aumento de la temperatura media del clima de la Tierra. Ese
cambio climático es provocado por las emisiones de dióxido de carbono (CO2), los
llamados gases de efecto invernadero, que proceden de la quema de combustibles, de la
deforestación, de un conjunto de actividades humanas. El cambio climático es un tema
cada vez más actual y preocupante y a estas alturas ya todos tenemos alguna percepción
de lo que es, de lo que está pasando.
Recientemente, en su quinto informe, y por fin, el Panel Intergubernamental de Expertos
para el Cambio Climático (IPCC) -que no hace investigaciones propias, sino que recopila los
estudios de científicos independientes de todo el mundo- afirmó con claridad,
categóricamente, que el cambio climático es resultado de las actividades humanas. Voces
vinculadas a las corporaciones y a la ideología mercantil negaron durante mucho tiempo
que el calentamiento global fuera resultado de los gases que llegan a la atmósfera por el
desarrollo intensivo de actividades humanas cada vez más contaminantes y depredadoras.
A estas alturas ya no quedan dudas.
El secretario general de Naciones Unidas Ban Ki-moon afirma: “El cambio climático es el
problema geopolítico y económico más importante del siglo 21. Es un problema que
reescribe la ecuación mundial del desarrollo, la paz y la seguridad”. Son palabras que
reflejan la trascendencia de este fenómeno al que se enfrenta hoy la Humanidad.
El cambio climático es un problema global. Los gases de efecto invernadero tienen la
propiedad de que se distribuyen de manera homogénea sobre todo el planeta, cubren
totalmente la atmósfera de la Tierra, no respetan fronteras. Es un problema global, y
también es regional, es nacional y es local. Afecta a todo el planeta, a todos los países, a
todos los rincones de la Tierra. Es un problema de Centroamérica y también de Nicaragua.
En el mapa sobre índice de riesgos por el cambio climático, elaborado por GermanWatch,
22. Revista Envío Nicaragua
No podemos resignarnos a perder el Gran Lago
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que cubre el período 1991–2010, tres países centroamericanos, Honduras, Nicaragua y
Guatemala, junto a Haití, estamos en los diez primeros lugares de países más vulnerables
a los efectos del cambio climático. En los últimos dos mapas elaborados por este
observatorio, tomando en cuenta la cantidad de eventos climáticos que han sufrido los
países y la cantidad de gente damnificada por esos eventos, seguimos estando
desafortunadamente en los primeros lugares.
Los principales efectos del cambio climático se manifiestan en un exceso o en una escasez
de agua. Se aprecia, en general, que se prolonga la estación seca, que hay más calor y
menos lluvias. Y a la vez, hay más inundaciones y huracanes más potentes. El 86% de los
eventos registrados por el cambio climático, los más recurrentes, son inundaciones,
tormentas, deslizamientos y aluviones, seguidos por sequías.
El cambio climático ha modificado el patrón de los ciclones tropicales. Los huracanes del
Caribe tienden a desplazarse hacia el norte. Y aunque no ha habido un incremento en la
frecuencia de huracanes, sí en su intensidad. Según algunos científicos, la intensidad
máxima que alcanzó el huracán Mitch sobre Centroamérica en 1998 fue una consecuencia
del cambio climático. De todas formas, es difícil atribuir exclusivamente al cambio
climático un fenómeno específico.
Porque antes del cambio climático siempre existieron expresiones de variabilidad
climática. La corriente de El Niño, en las costas del Pacífico, siempre ha existido. Lo que
puede estar sucediendo es que el cambio climático influya para que El Niño tenga una
frecuencia y una duración mayor, provocando períodos secos más prolongados.
El cambio climático tiene efectos perjudiciales en la salud humana, al incrementar las
enfermedades relacionadas con el agua y al aumentar el número de ciertos vectores
transmisores de enfermedades. La variación del clima ya ha ampliado, por ejemplo, la
zona de Nicaragua en donde se encuentra la leishmaniasis o lepra de montaña. El
aumento de la temperatura por el calentamiento del clima dispara otras enfermedades:
cáncer de piel, aumento de problemas cardiovasculares, problemas de insuficiencia renal
por menor hidratación… Y si el cambio climático afecta a la especie humana, también
afecta a otras especies, a la flora y a la fauna. Sus efectos sobre la biodiversidad son
especialmente dramáticos.
La variabilidad del clima y el cambio climático influye también en los cultivos. En el Centro
Humboldt hicimos un estudio para proyectar cómo sería la cosecha de nuestra comida
básica, el gallopinto y la tortilla (frijoles, maíz y arroz) en el año 2050 y podemos prever
que habrá reducciones importantes de las condiciones necesarias para que se desarrollen
los cultivos de estos tres alimentos básicos, porque el cambio climático altera no sólo la
temperatura, sino las temporadas de lluvia y los suelos. Zonas que hoy son de alta
producción de maíz es posible que ya no lo sean en unos pocos años. Los cafetaleros están
ya buscando zonas más altas para producir el café o buscando cultivos sustitutos como el
23. Revista Envío Nicaragua
No podemos resignarnos a perder el Gran Lago
23
cacao para compensar los problemas que con el cambio de clima está enfrentando la
producción de café.
A los ambientalistas nos acusan siempre de exagerar las cosas. Según una serie de
estudios que hemos hecho, y enviado al gobierno, sobre los posibles efectos del cambio
climático en Nicaragua, combinando la temperatura y las precipitaciones, y no empleando
la situación más desfavorable, sino la del escenario moderado para hacerlo creíble,
tenemos datos que deberían preocuparnos. Según las proyecciones de esos estudios, en el
año 2050 habrá en Nicaragua un incremento promedio de 1.6 grados centígrados de
temperatura y una reducción promedio de las lluvias de 800 milímetro. Son cifras
promedio, habrá zonas de Nicaragua donde la temperatura será aún más alta y las lluvias
se reducirán aún más y viceversa. Pero ésa es la tendencia que lleva nuestro país.
Comparamos también el mapa actual de zonas de riesgo climático en Nicaragua y
proyectamos el escenario para el año 2050 y encontramos que si hoy existen en Nicaragua
94 municipios del país en alto riesgo, en el año 2050 serán ya 139, de los 153 municipios
que tiene el país, los que estarán en condición de alto riesgo. Y si hoy el 88% de la
superficie nacional tiene alto riesgo, en el año 2050 ya será el 97%. Y si hoy el 45% de la
población nicaragüense vive en zonas de alto riesgo (unos 2 millones 300 mil personas),
en el año 2050 será ya el 87% de la población (unos 6 millones y medio de personas).
Siendo de tanta importancia la disponibilidad de agua segura, de agua potable para
enfrentar el cambio climático, también estudiamos la disponibilidad de agua según las
condiciones de pobreza de los municipios. Si hoy en 96 municipios de nuestro país hay una
disponibilidad mala o regular de agua, en el escenario del año 2050 serán 118 los
municipios que tendrán ese problema. Si hoy el 85% de la superficie nacional tiene una
disponibilidad regular o mala de agua segura, en el año 2050 ese porcentaje crecerá al
91% del territorio. Y si hoy el 46% de la población accede de forma mala o regular a agua
segura, en el año 2050 será ya el 95% de la población el que enfrente ese problema.
Estudiamos también la disponibilidad de agua segura de la gente que vive en zonas de
riesgo. Aquí las cifras son alarmantes. Si actualmente hay 116 municipios en riesgo
climático con dificultades para acceder a agua, en el año 2050 ya serán 145 municipios. Y
si hoy esos municipios con problemas representan el 64.6% del territorio, en 2050 será al
93.6% de los municipios al que le tocará enfrentar un problema tan grave.
¿Qué hacer ante estas perspectivas? En la jerga de cambio climático se habla de
respuestas de “mitigación” y de “adaptación”. Mitigar es impedir que el calentamiento se
siga incrementando. Se logra mitigar reduciendo la emisión de gases de efecto
invernadero. Las emisiones de gases de efecto invernadero de la región centroamericana
en su conjunto representan un 0.7% de las emisiones totales globales. Las de Nicaragua
son aún más insignificantes. Por eso, en Centroamérica y en Nicaragua, a estas alturas del
problema global, lo que nos queda es buscar cómo adaptarnos, porque aunque dejáramos
de emitir gases de efecto invernadero, eso no tendría ninguna repercusión significativa
desde el punto de vista global.
24. Revista Envío Nicaragua
No podemos resignarnos a perder el Gran Lago
24
En esta situación hay que afirmar con claridad que el Canal Interoceánico, de construirse,
acentuará los efectos del cambio climático en nuestro país porque va a modificar
drásticamente el recurso agua, que es nuestra garantía de que podamos adaptarnos al
cambio climático. El Canal va a desestabilizar la cuenca hidrográfica más importante de
Nicaragua, la Cuenca 69, integrada por el lago Xolotlán, el lago Cocibolca y el río San Juan.
En torno a esa cuenca vive el 50% de la población nicaragüense. Esta cuenca es
considerada la columna vertebral de los procesos de adaptación del país al cambio
climático. El Canal dará un golpe certero a esa columna vertebral al deteriorar nuestra
principal fuente de agua potabilizable, no sólo para Nicaragua, para toda la región.
Repasemos ahora el proceso global de negociaciones en torno al cambio climático, que ha
durado ya varios años. En diciembre de 2014, en Lima, Perú, iremos a la COP 20, a la
reunión número 20 de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático. La Conferencia cuenta con 195 países miembros, a los
que se llama “partes”. Son ya veinte años tratando de llegar entre todos los países a un
acuerdo que pueda poner freno al cambio climático, sin que hasta ahora, y
lamentablemente, la especie humana escuche los criterios científicos y decida lograr
mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados, que es lo que el
Panel Intergubernamental de Cambio Climático estima necesario conseguir para mantener
la vida en el planeta en las condiciones en que la conocemos.
El cambio climático empezó a percibirse como un problema en los años 70 y 80. En 1992,
como uno de los resultados de la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, nació la
Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, con el objetivo de
“estabilizar los gases de efecto invernadero en la atmósfera” y así impedir el avance del
calentamiento global. Lo que incrementa el calentamiento global es que lleguen a la
atmósfera más gases de efecto invernadero. Reducir esos gases ayudaría a estabilizarlos y
es lo que podría evitar que siga incrementándose el calentamiento global. Pero la
Convención Marco de la ONU nació sin elementos de carácter vinculante que obliguen a
los países a cumplir reduciendo las emisiones.
Ante el avance del cambio climático y después de muchas negociaciones, se llegó a
establecer, como parte de la Convención, un mecanismo, el Protocolo de Kyoto, que
establecía obligaciones con carácter vinculante para la reducción de la emisión de los
gases de efecto invernadero. Pero la propuesta era reducir el 5.8% de las emisiones,
cuando el criterio científico habla de una reducción del 40% para que resulte significativa.
En el Protocolo se establecieron también “mecanismos de flexibilidad”. Uno fue dividir a
los países en “países Anexo 1” y “países No-Anexo 1”. Los Anexo 1 son los países
industrializados, los que ponen más gases de efecto invernadero en la atmósfera y, por
tanto, los que adquirían la obligación de reducir sus emisiones. Los No-Anexo 1 no tenían
esa obligación. Esta clasificación corresponde a la situación mundial en los años 90,
porque, por ejemplo, países como China no quedaron en el grupo Anexo 1. Se esperaba
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No podemos resignarnos a perder el Gran Lago
25
que las emisiones de China superaran las de Estados Unidos alrededor del año 2050 ó
2060 y ya en 2012 China superó las emisiones de Estados Unidos. Sin embargo, China se
sigue manteniendo entre los países No-Anexo 1.
Tal vez la piedra angular de las negociaciones climáticas es el principio de las
responsabilidades comunes pero diferenciadas según las las capacidades nacionales. Eso
significa que todos tenemos responsabilidades ante el problema del cambio climático,
pero en grados distintos, y que cada país debe responder en base a sus capacidades.
Finalmente, lo que ocurrió es que el único instrumento vinculante para conseguir la
reducción de emisiones fue el Protocolo de Kyoto y ante la negativa de importantes países
emisores de no ratificarlo no tuvo los efectos esperados y se magnificó el uso de los
“mecanismos de flexibilidad”.
¿Qué son los mecanismos de flexibilidad? Sabemos, por ejemplo, que la quema de
bosques para dar otro uso a los suelos representa un 15–17% de las emisiones globales de
gases de efecto invernadero y sabemos que los árboles fijan carbono, que algunas
actividades fijan también carbono o que hay actividades que dejan de emitir carbono a la
atmósfera cuando se sustituye una tecnología contaminante por una que no lo es. ¿Qué
pasó con los mecanismos de flexibilidad? Que los países Anexo 1 se libraron de la
obligación de reducir gases pagando a países No-Anexo 1, que están normalmente en el
Sur del planeta, si ellos eran los que reducían las emisiones. Les entregaban certificados
por fijación de carbono por la conservación de bosques o por otras medidas de fijación de
carbono. Lo que sucede es que, actuando así, los Anexo 1 lograban cumplir las metas de
reducción comprando Certificados de Reducción de Emisiones generados en los Países en
Desarrollo (PED) y Menos Desarrollados (LDC, por sus siglas en inglés). Ante todo esto, una
de las demandas principales en el proceso de negociación climática global es que las
reducciones de los países Anexo 1 se lleven a cabo en sus propios territorios y que no sean
sustituidas por fijación de carbono extraterritorial en países No-Anexo 1.
En el año 2007 se hizo un alto en el camino en el proceso de negociaciones porque no se
lograban reducciones significativas que respondieran a los informes científicos. Ese
momento se conoció como la Hoja de Ruta de Bali. Se propuso entonces que en 2009 en
Copenhague se estableciera un nuevo acuerdo global sobre el clima. La expectativa que se
creó fue enorme. El nuevo acuerdo debía ser firmado en la COP 15 en Copenhague, pero
todo culminó en una tremenda frustración.
Hay que tener en cuenta que estas negociaciones se dan en un marco multilateral, donde
en teoría todos los países tienen un voto y el mismo peso a la hora de decidir, pero ya
sabemos que eso nunca es así. Porque hay países con un peso específico económico muy
grande, que manejan intereses y esferas de influencia de distintas maneras. Y digo “de
distintas maneras”, porque está, por ejemplo, el bloque en que están Estados Unidos,
Australia y otros, y está el bloque de las economías emergentes, los BRICS (Brasil, Rusia,
India, China, Sudáfrica) y está el bloque G77+China, que es el más numeroso por los países
que lo integran. Esta gran diversidad de intereses y la compleja burocracia de Naciones
26. Revista Envío Nicaragua
No podemos resignarnos a perder el Gran Lago
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Unidas ha convertido las negociaciones climáticas en una torre de Babel en la que los
países más poderosos económicamente logran mantener siempre a salvo sus intereses.
Siendo 195 las “partes”, los países que integran la Convención, la mayoría países pobres, y
teniendo cada país un voto, es inconcebible que todavía no se haya llegado a un acuerdo
cuando se supondría que los países pobres se mantendrían unidos y tomarían la sartén
por el mango para decidir.
Copenhague fue un fracaso porque un grupo de países, entre ellos Estados Unidos,
circularon por debajo de la mesa un supuesto acuerdo, que no era tal y al filo de las 2 y
media de la madrugada del último día trataron de pasarlo como propuesta de resolución
de acuerdo, pero sin capacidad de réplica, porque le dieron media hora a las delegaciones
para que fueran a leerlo y regresaran. Al final, lo que salió fue una posposición de los
compromisos que se suponía debían de salir de Copenhague.
Ha sido una rutina en las negociaciones transferir las decisiones importantes para más
adelante. Después de la frustración de Copenhague vino Cancún, donde se quiso
restablecer un ambiente adecuado para las negociaciones. En la COP 17 en Durban
(Sudáfrica) se estableció que en la COP 21 de 2015 en París se debe de aprobar el Nuevo
Acuerdo Global sobre el Clima y que el borrador de ese acuerdo debe de estar listo en la
COP 20 en Lima.
Ese nuevo acuerdo que surja en París durante la COP 21 debe de entrar en vigencia en el
2020. Sin embargo, queda todavía un largo camino por recorrer. Se debe acordar, por
ejemplo, la figura legal que se va a usar: si un convenio, un acuerdo o un protocolo. Son
bastantes las cosas pendientes para lograr un avance real. Y en la última reunión inter-
sesional, que se realizó en Bonn en noviembre, hubo muy pocas señales que nos permitan
ser optimistas ante lo que va a ocurrir en Lima. Ojalá nos equivoquemos.
¿Qué papel han jugado los movimientos sociales en la negociación climática? Más de 100
mil activistas de todo el mundo llegaron a Copenhague en 2009 y la ciudad colapsó en
aquellos días. Sin embargo, no bastó aquel activismo para cambiar el rumbo de las
negociaciones y evitar el fracaso. Después el debate se trasladó a nuestro patio, a Cancún.
Pensamos que habría una gran presencia de los movimientos sociales y que América
Latina tendría una voz vigorosa de nuestra sociedad civil, pero llegamos totalmente
fragmentados y no hubo la participación que esperábamos.
La otra movilización significativa fue la del 23 de septiembre de 2014 en Nueva York, en
vísperas de celebrar la Asamblea General de Naciones Unidas. El propio secretario general
de la ONU, Ban Ki-moon, convocó a mandatarios de todo el mundo a una Cumbre sobre el
cambio climático, con el objeto de adelantar arreglos políticos y compromisos que
viabilicen el logro del borrador de acuerdo en la COP 20 en Lima y evitar un nuevo fracaso,
como el que ocurrió en Copenhague Pero en Nueva York se obtuvieron realmente avances
discretos y algunos de los principales líderes de los países emisores no se presentaron a la
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Cumbre. Lo que sí hubo fue una manifestación de más de 100 mil personas reclamando
que la Humanidad tome en serio el cambio climático.
¿Cómo participa Centroamérica en estas negociaciones? Previo a cada una de las
reuniones para la negociación climática hay una reunión de Presidentes de la región, en
donde escuchamos declaraciones muy lindas, con ideas muy bien formuladas, que
firmaríamos sin dudar. Pero cada vez que llegan las negociaciones climáticas, la
presidencia pro tempore del Sistema de Integración Centroamericano (SICA) lee el
documento en la primera plenaria y después cada país va por su lado, sin ponerse de
acuerdo en una posición común. Ésa ha sido y ésa es la tónica de Centroamérica en las
negociaciones de cambio climático. Los pueblos centroamericanos no sabemos qué es lo
que nuestros gobiernos están negociando y cuáles son las posiciones de nuestros
gobiernos en esas negociaciones en las que nos están representando.
Realmente, poco puede hacer Centroamérica en acciones de mitigación. Y esto no debe
verse como una justificación para disminuir la preocupación por nuestra contribución a
disminuir las emisiones que causan el calentamiento global. Desde la perspectiva de las
concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, si Centroamérica dejara
de emitir totalmente este tipo de gases, sería muy poca la contribución. Prácticamente no
cambiaría la situación planetaria. Y aunque eso es lo que nos dice la realidad de los
números globales, hay que seguir siendo consecuentes con todas las medidas de ahorro.
A pesar de que nuestra responsabilidad como región en el calentamiento global es poco
significativa, Centroamérica es una de las regiones del mundo más vulnerables y de mayor
riesgo ante el cambio climático. Sin embargo, no es reconocida como región altamente
vulnerable en el marco de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio
Climático. Ésa es una de las pocas cosas en la que coincidimos con nuestros gobiernos:
deberíamos de buscar ese reconocimiento por dos razones importantes. Una, porque si
algún día llega a haber recursos en el Fondo Verde para enfrentar el cambio climático
tendríamos una posición más ventajosa para atraerlos. Y más importante aún, porque eso
generaría conciencia de que vivimos en una región de alto riesgo, realidad que nos pasa
desapercibida la mayor parte del tiempo. Ser conscientes de la situación de riesgo en que
vivimos nos permitiría dedicarle más atención al tema.
El estudio “La economía del cambio climático en Centroamérica”, elaborado por la CEPAL
en 2012, indica que el costo acumulado al año 2011 por los efectos del cambio climático
en la región centroamericana se calcula entre 44 mil y 73 mil millones de dólares, una
cantidad relevante que es equivalente al 32–54% del PIB regional. Solamente una onda
tropical, la número 11 del año 2011, dejó en la región 2 mil millones de dólares en
pérdidas, cientos de muertos y miles de gentes afectadas.
En las negociaciones climáticas globales Nicaragua está asociada al bloque ALBA, donde el
equipo negociador de Bolivia es muy fuerte. Compartimos con ellos muchos aspectos,
incluido uno que es muy polémico en estos momentos: las obligaciones que las economías
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emergentes tienen de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Y digo
polémico, porque mantener hoy el esquema de cuando se estableció el Anexo 1 y dejar
con poca o ninguna responsabilidad a esas economías, que tienen capacidad indiscutible
de reducir sus emisiones y tienen también los recursos económicos para lograrlo, no es
justo. Ése es hoy un punto medular en las negociaciones. China y Estados Unidos acaban
de firmar en noviembre de 2014 un acuerdo que, aunque se consideró un avance, tuvo un
nivel de ambición extremadamente bajo, muy lejos de lo que se necesita para mantener el
calentamiento global por debajo de los 2 grados.
Hay quienes ven con preocupación que China se escude en el G77, grupo de países que
mantiene la posición de mantener vigente el esquema superado de países Anexo 1 y No-
Anexo 1. China alienta esa posición para tener un escudo de protección y no reducir sus
emisiones de forma importante. El G77 es una mezcla de países disímiles, porque en el
G77+China está Burundi y está Qatar, está Venezuela y está Nicaragua… Son muchas las
diferencias: Qatar tenía en 2011 una renta per cápita anual de cerca de 100 mil dólares,
mientras en Burundi era de unos 700 dólares. En esa situación, las desigualdades en las
negociaciones son enormes. Y las medidas también. Hasta ahora los compromisos de
reducción de emisiones que tienen mayor ambición son los de Europa, pero todavía
resultan insuficientes para asegurar la estabilización de los gases de efecto invernadero en
la atmósfera.
Sabemos que China es hoy el mayor emisor de gases de efecto invernadero en el mundo.
También sabemos que las emisiones per cápita de un ciudadano de Estados Unidos (17.6
toneladas métricas) son tres veces mayores que las de un ciudadano chino (6.2 toneladas
métricas). Los nicaragüenses emitimos 0.8 toneladas métricas. Ante esta desigualdad,
China argumenta que debe tomarse en cuenta la “responsabilidad histórica” por el
acumulado de gases en la atmosfera, responsabilidad principal de los mayores emisores
desde que se produjo en el mundo la revolución industrial. China argumenta que no
puede comprometerse con una reducción obligatoria de emisiones en detrimento de su
propio crecimiento y “desarrollo”. ¿Con qué autoridad van a decirnos -alega China-
cuántas emisiones debemos tener, si los países industrializados, han tenido emisiones
sostenidas por mucho tiempo, aunque China los supere ahora? El asunto de fondo es que,
aunque las emisiones de China sean más recientes, al final todas son emisiones y a todos
nos afectan. ¿No será que ha llegado el momento en que todos tendremos que asumir la
reducción de emisiones, porque vamos todos en el mismo barco y estamos en peligro de
zozobrar?
Por lo insignificante del compromiso regional en acciones de mitigación para la reducción
de emisiones, los gobiernos centroamericanos han establecido como prioridad ante el
cambio climático las acciones de adaptación. Aunque ha habido un acuerdo del Sistema
de Integración Centroamericano sobre esta prioridad, Costa Rica ha venido trabajando
consistentemente el tema de la mitigación, comprometiéndose en llegar a convertirse en
un país “carbono neutral” a comienzos de la próxima década. Sin duda, es muy loable esta
29. Revista Envío Nicaragua
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decisión, resulta consistente con su mercadeo de “país verde” y quizás atraiga al país
inversiones de las que se conocen como “bajo carbono”.
Si lo único que nos queda es adaptarnos, ¿qué significa adaptarse? Hay una definición
oficial de lo que es “adaptación al cambio climático”, establecida por el Panel
Intergubernamental, pero en términos reales y concretos, ¿la adaptación sería restablecer
las condiciones previas a que se comenzaran a sentir los efectos del cambio climático? Y si
la gente estaba en extrema pobreza antes del cambio climático, ¿habría que restablecer
esas condiciones? Estemos claros que la lucha contra la pobreza se viene a complicar con
el cambio climático porque a esa lucha hay que sumarle ahora las tareas que deben de
llevarnos a la adaptación estableciendo condiciones que permitan a los sectores más
vulnerables sobrevivir al cambio climático. Este asunto demanda una reflexión profunda
de cómo encarar estos nuevos retos.
De hecho, mucha gente en Nicaragua ya se está adaptando, porque la gente busca cómo
resolver sus problemas cuando le falta agua, por ejemplo. Pero lo que hacen es simple
sobrevivencia. Hay que reconocer también que actualmente el cambio climático se ha
convertido en un tema de moda y algunos fondos de la cooperación y de las instituciones
financieras internacionales están dirigidos a proyectos bajo este concepto, que no difieren
mucho de los ya veníamos haciendo: reforestación, cuido de fuentes de agua, agricultura
ecológica, proyectos que antes aparecían bajo el formato de desarrollo rural integrado,
manejo sostenible de suelos, y aparecen ahora bajo el paraguas de adaptación al cambio
climático. ¿Son actividades similares o no? Es un tema que también requiere de reflexión.
¿Cuáles serán las medidas que efectivamente contribuyan a adaptarse? ¿Y como
combinarlas con acciones de mitigación para evitar así la dicotomía mitigación-
adaptación? ¿Qué será mejor, una adaptación mitigante o una mitigación adaptativa? No
es muy sencilla la respuesta.
No existe un protocolo de adaptación. En Nicaragua lo que estamos trabajando son unos
principios para la adaptación. También creemos que es muy importante realizar auditoría
social sobre las medidas de adaptación, porque debemos adaptarnos, hasta donde sea
posible y la gente está buscando solución a los problemas que le genera el cambio
climático y está tratando de sobrevivir, pero a veces no lo hace de la mejor manera o no
con la sostenibilidad requerida. Sabemos que la gente no se va a quedar sin agua, pero
¿cómo lo hace, cómo la consigue? Estamos promoviendo, entonces, que haya unos
principios de adaptación aceptados por todos los sectores para después promover una
auditoría social sobre las medidas de adaptación que se tomen en nuestro país.
Preguntémonos también qué instrumentos regionales y nacionales tenemos para
enfrentar el cambio climático. Hace años hubo una estrategia regional de cambio
climático. Y digo “hubo” porque ya nadie se acuerda de ella. Hubo también hace tres o
cuatro años una estrategia nacional de ambiente y cambio climático, en la que se sumaron
los planes operativos del Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales (MARENA), del
Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (INETER) y de otras instituciones, pero eso
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no pasó del papel. Nunca fue una guía para la gestión pública ni en las municipalidades ni
en los departamentos y muy poca gente la conoce y menos aún la emplea como guía.
El sector agropecuario sí ha tenido un plan de adaptación, con un poco más de vigencia y
con cierto nivel de cumplimiento que, aunque modesto, representa un avance. El
MARENA y algunas organizaciones han impulsado algunos planes municipales, esfuerzos
que debe dárseles seguimiento.
No existe en Nicaragua el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático. Lo
necesitamos y es, además, un compromiso en el Marco de la Convención de Cambio
Climático, que orienta a que sea construido en todos los países y de la manera más
participativa. A pesar de esto, en Nicaragua ni siquiera funciona una comisión nacional de
cambio climático, que fue creada hace ocho años y tiene un mandato. Está claro que no
hay interés de este gobierno en conformarla, aunque le hemos solicitado repetidamente
que lo haga. En esa comisión deberían estar representados todos los sectores para, con
una visión de nación, ponernos de acuerdo y llevar adelante acciones conjuntas. Pero no
hay voluntad política de hacerlo. Las autoridades no lo consideran una cuestión relevante.
Ahora, el FOPREL, el Foro de Presidentes de Poderes Legislativos de Centroamérica,
México y República Dominicana, ha elaborado una ley modelo de adaptación al cambio
climático, proponiendo que los países miembros ajusten la ley a sus condiciones
nacionales y la aprueben. Eso ya está en la Asamblea Nacional de Nicaragua y nos han
llamado a consulta. Es un proceso que esperamos avance y que esa ley se aplique.
En el Centro Humboldt hicimos un trabajo sobre la inversión en cambio climático que ha
habido en Nicaragua desde 2005 a 2012. Tratamos de ver de dónde venían los recursos, a
qué iban dirigidos y cuál había sido la eficiencia en su manejo y aplicación. Encontramos
que en esos años llegaron al país 1 mil 181 millones de dólares. Pareciera mucho, pero
realmente no lo es. De esa cantidad, la mayoría se dedicó a proyectos de energía, como
las pequeñas centrales hidroeléctricas. La mayor parte de esos recursos fue aportada por
las instituciones financieras internacionales y en segundo lugar por las agencias de
cooperación. La empresa privada nacional no puso casi nada. El único criterio para estos
proyectos fue que se explicitara en los objetivos que estaban destinados a mitigación o
adaptación al cambio climático.
De los 197 millones de dólares anuales que se recibieron, 177 se dedicaron a mitigación, a
pesar de que la prioridad debería ser trabajar con la gente en proyectos de adaptación.
Ciertamente, es útil dedicar recursos a la mitigación, pero la prioridad debe ser la
adaptación. La desproporción que encontramos indica que los flujos financieros no se
corresponden con las prioridades políticas declaradas. Por lo menos, debía haber habido
una proporción 50/50.
Del escaso monto dedicado a adaptación, 90 millones fueron créditos. Además de no ser
responsables del calentamiento global, porque quienes lanzaron esos gases a la atmósfera
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no fueron nuestros países, sino las economías industrializadas, nos toca adaptarnos, y en
Centroamérica adaptarse o no puede significar o la vida o la muerte, y encima de eso,
¿tenemos que endeudarnos? Es una injusticia. Por otra parte, deberíamos de darle
seguimiento a los recursos destinados a adaptación que son créditos para saber si están
siendo utilizados adecuadamente. Porque lo peor sería que se estén malgastando. No
estoy asegurando que sea así, estoy diciendo que no sabemos, aunque sí sabemos que
una evaluación concienzuda de la cartera de las instituciones financieras internacionales
nos indica que la eficiencia no es una de sus virtudes.
Nuestro estudio demostró que la empresa privada nacional participó en esos años con
tres proyectos y con apenas un 0.5% de las inversiones totales. Y los tres proyectos
buscaban mayor rentabilidad de grandes empresas a través de los bonos que se consiguen
con la reducción de emisiones de carbono. Es una injusticia que la empresa privada,
principal usufructuaria de los recursos naturales de Nicaragua y gran emisora de gases de
efecto invernadero -la quema de caña de azúcar en Occidente, por ejemplo, causa una
emisión importante de dióxido de carbono-, aporte tan poco y resulte beneficiada: el
Ingenio San Antonio, por ejemplo, está recibiendo por operar un biodigestor que reduce
262 mil toneladas métricas de emisiones de dióxido de carbono una bonificación, pero no
ha detenido la quema de caña…
Según nuestro estudio, existen actualmente en el país 45 municipios (14.5% del territorio
nacional), donde no se está haciendo ninguna actividad ni de mitigación ni de adaptación
al cambio climático. Y hay buena parte del país, precisamente en las zonas de más alto
riesgo, donde sólo existen medidas de mitigación, que no son las que se necesitan. Mucha
de la inversión está localizada hoy donde realmente no están los índices de mayor riesgo
ni donde existen las amenazas climáticas más serias. Falta mucha geografía nacional por
cubrir. Focalizar la inversión sobre cambio climático en las zonas de mayor riesgo debería
ser una prioridad.
El cambio climático es un tema que debemos tomar con seriedad. La realidad y las
proyecciones nos indican que somos un país de alto riesgo, que tendremos que convivir
con este fenómeno y que hay dificultades para que a la gente le resulte tangible la
realidad del cambio climático y cercanos sus efectos. Hacer conciencia es un gran reto. Se
están haciendo esfuerzos metodológicos para que los pequeños productores cuantifiquen
las pérdidas que les ocasiona el cambio de clima. Se están desarrollando algunas
experiencias interesantes, pero hasta que logremos que el problema del cambio climático
le llegue a la gente como una realidad concreta no vamos a comenzar a cambiar nuestras
actitudes.
Volvamos de nuevo la vista al megaproyecto del Canal Interoceánico que, de realizarse,
nos hará aún más vulnerables al cambio climático. Hay, al menos, dos imponderables
sobre el cambio climático que deberían considerar los inversionistas y el gobierno. Uno es
la ruta que se está abriendo por el Polo Norte, debido al deshielo provocado por el cambio
climático. Esa ruta para conectar los mercados de Asia con los de Europa y Norteamérica
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No podemos resignarnos a perder el Gran Lago
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es más corta que cualquier otra y no necesita de la construcción de ningún canal, es una
ruta ya abierta.
El otro imponderable son los efectos del mismo cambio climático. En el estudio que el
Centro Humboldt realizó sobre el Canal hicimos proyecciones de la operación del Canal
hasta el año 2039. Y el resultado que vimos, en términos promedio, fue que la
disponibilidad de agua para operar el Canal no va a ser suficiente para ese tiempo. Hay un
principio ingenieril que es básico, y es que los diseños se hagan teniendo en cuenta la
situación más desfavorable que pueda ocurrir. Y eso no es lo que están haciendo ni el
gobierno ni los inversionistas.
Aunque sin invitación, estuve presente en la jornada informativa de ocho horas que los
inversionistas y el gobierno realizaron el 20 de noviembre y me asombró que no
presentaron absolutamente ninguna consideración que tuviera relación con el cambio
climático. Nada, ni una palabra. Sus proyecciones hidrológicas y todas las otras
proyecciones, además de ser superficiales, están hechas sin tomar en cuenta el cambio
climático, al menos así fue en todo lo que mostraron ese día.
¿Cómo operará el Canal en años de sequía, no en años normales, cuando estarían
garantizados los volúmenes de agua? Creo que hasta ahora no han hecho los estudios
correspondientes a cómo operará el Canal con las variaciones que se están ya observando
en el clima.
El único argumento que en algún momento los voceros del gobierno han usado en
relación al cambio climático es también muy superficial: dicen que al reducirse las
distancias para el comercio internacional con el Canal por Nicaragua, se reducirán también
las emisiones de gases de efecto invernadero globales porque el Canal favorecerá un
mayor tráfico comercial marítimo, que deja menor huella de carbono que otros. Pero lo
que sucederá es que, aunque haya una disminución de emisiones en el transporte
marítimo global, Nicaragua incrementará sus propias emisiones, por la actividad propia
del Canal.
Estemos claros: al afectar el recurso agua, nuestro escudo para adaptarnos al cambio
climático, el Canal nos hace extremadamente vulnerables. Con el Canal estamos poniendo
en riesgo nuestra capacidad de adaptarnos al cambio climático.
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No podemos resignarnos a perder el Gran Lago
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Preguntas sobre la “viabilidad
económica” del Canal
En el debate que sobre el proyectado Canal Interoceánico ha propiciado la sociedad
civil ante el silencio gubernamental, han abundado los aspectos ambientales. ¿Y la
viabilidad económica de este megaproyecto? Es éste un aspecto fundamental que
apenas aparece. He aquí algunas preguntas elementales que Nicaragua debe
hacerse.
Adolfo Acevedo, noviembre 2014
Cada vez me sorprende más la extrema facilidad con que se utilizan los conceptos sobre el
impacto económico del Canal Interoceánico, en un debate que, a decir verdad, ni siquiera
se produce. Algunos, sin aportar los mínimos elementos de análisis económico, se refieren
a los potenciales beneficios que tiene el Canal para contribuir al desarrollo “si se hace
bien”. Otros dan por sentado el impacto en el desarrollo y sólo se interrogan sobre la
“viabilidad ambiental y económica” del Canal. En medio de semejante confusión, lo único
que resalta son las ilusiones que despierta la construcción de un Canal en un país con
millones de subempleados y de empleados en ocupaciones precarias e informales y las
ambiciones que despierta la posibilidad de que el Canal contribuya a la acumulación de
riqueza entre quienes logren conectarse bien con el proyecto.
¿ES UN PROYECTO PRIVADO?
¿LO NECESITA EL COMERCIO MARÍTIMO?
El tema de la “viabilidad económica” del Canal se refiere a la posibilidad de que la
monstruosa inversión de capital que representará la construcción de esta obra se logre
recuperar con los ingresos derivados de la operación del Canal y con la de los
subproyectos, con que se logre generar una tasa interna de retorno adecuada.
La primera interrogante que surge es si esta obra tiene detrás la estricta racionalidad de
inversionistas privados u obe¬dece, siquiera parcialmente, a la lógica de un Estado que
dis¬pone de reservas gigantescas y ha desarrollado masivos pro¬yectos de inversión que
luego permanecen sin uso, como son¬ las famosas “ciudades fantasma” que hoy pululan
en China.
Después, quedaría por determinar cuáles son las proyecciones de crecimiento del
comercio marítimo internacional en que se sustentan las previsiones financieras de este
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proyecto, ahora que el comercio mundial parece estar marchando a un ritmo
permanentemente menor al de las últimas décadas, si es que este Canal aspira a competir
con el Canal de Panamá, arrebatándole parte del flujo de buques que utilizan esa vía.
Quedaría por determinar cuáles serán los medios que usará en esa competencia, si acaso
se proyecta que el Canal de Nicaragua tenga el monopolio del comercio marítimo de
China, si es que se determina que ese país necesita de ese tránsito interoceánico.
Un Canal interoceánico crea la posibilidad de una renta diferencial si el costo del
transporte a través de esa vía es menor que en otras vías alternativas. En ese caso, el
costo del peaje podría colocarse por debajo del costo de las vías con la que se compite,
pero por encima del costo marginal del propio Canal.
Aunque, si se debe amortizar una inversión tan grande -asumiendo que amortizarla es una
prioridad, como lo sería en la racionalidad estricta de un inversionista privado-, y si se
debe competir, las posibilidades de hacerlo vía precios puede verse limitada.
¿Y LOS COSTOS SOCIALES ADICIONALES?
¿Y LOS COSTOS POR SISMOS Y HURACANES?
La ruta elegida para el Canal de Nicaragua atraviesa zonas de elevado riesgo sísmico y de
huracanes y no está claro cuál será la resistencia prevista de las obras ante la magnitud de
eventos extremos que puedan ocurrir, cuál será el costo de obras con semejante
resistencia a esos eventos, y cuál será el costo adicional para asegurar la obra.
Un tema de gran importancia, es quién asumirá el costo adicional que representará hacer
frente a una serie de grandes externalidades durante la construcción del Canal de
Nicaragua. Un primer efecto previsible, como lo muestra la experiencia del Canal de
Panamá, es la desmedida e incontrolable aglomeración de población que se producirá
alrededor de las áreas de construcción de la megaobra.
Habría que preguntarse si en los costos de inversión se están contemplando las
inversiones necesarias para satisfacer los enormes requerimientos de servicios de
infraestructura urbana -vivienda, energía, agua potable y saneamiento, servicios sociales y
otros-, que serán necesarios para acomodar la enorme avalancha de población que se
desplazará hacia las zonas en que se construirá el Canal, atraída por las desmesuradas
expectativas de empleo que se crearán y para hacer frente a los previsibles problemas
sociales y epidemiológicos que se derivarán de una concentración y aglomeración
desproporcionada y descontrolada de población.
¿GENERARÁ TANTOS EMPLEOS?
Otro aspecto que vale la pena subrayar son las proyecciones de empleo que se han dado a
conocer para la fase de operación del Canal. Tanto los dos puertos que se construirán,
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como el propio Canal, son obras altamente intensivas en capital y cuya operación está hoy
cada vez más automatizada. La cifra de 250 mil empleos que generaría en Nicaragua el
Canal en su fase de operación carece de toda credibilidad por desproporcionada. El Canal
de Panamá es operado por 10 mil personas. Con toda probabilidad se están haciendo
proyecciones que incluyen el empleo que generarían los subproyectos (zonas francas,
megacentros turísticos y otros).
¿CON ESA COMPETENCIA DESLEAL?
Llama la atención que los subproyectos asociados a la concesión canalera gozarán de los
mismos privilegios fiscales y otros privilegios de los que gozará el Canal durante cien años.
Se trataría así no sólo de competir con el Canal de Panamá, sino de una competencia
desleal con actividades similares ya en operación en Nicaragua y posiblemente en países
vecinos que no gozan de esos privilegios.
Se dijo recientemente que se trataría de negociar con quienes deseen operar en “la zona”
las condiciones económicas de su acceso a la “zona del canal” para que puedan también
instalarse allí y gozar de los mismos privilegios y beneficios, con lo que actividades que
hoy se desarrollan desaparecerían al trasladarse a “la zona”, instalada bajo una
jurisdicción verdaderamente extraterritorial.
Este esquema, similar al de las famosas “ciudades modelo” de Honduras se constituirían
en un gran enclave de zonas francas de todo tipo, sin ningún aporte fiscal a los recursos
públicos y con limitados encadenamientos con el resto de la economía, lo que contribuiría
a una mayor aglomeración poblacional.
¿PARA SALIR DE LA POBREZA?
Aún, si todo esto generará 250 mil empleos, esta cifra representaría solamente un 5% del
empleo total del país para entonces. Y evidentemente, estos empleos serán actividades de
muy baja productividad, principalmente en comercio y servicios, en las nuevas zonas de
aglomeración de población. En este caso, vale la pena preguntarse quién continuará
creando la mayoría del empleo en Nicaragua.
La productividad promedio de la economía nacional es un promedio ponderado y está
determinada fundamentalmente por las actividades que generan la mayoría del empleo.
Mientras el grueso del empleo sea generado por actividades de muy baja productividad
ninguna obra que genere entre un 3% y un 5% del empleo total sacara a Nicaragua de la
pobreza.
Ésta es la razón por la que, a pesar de que en la Zona Metropolitana de Panamá-Colón se
creó un núcleo urbano de altos ingresos debido a que los salarios pagados en la zona del
Canal tenían como referencia los de la economía estadounidense, hasta los años 70, seis
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décadas después de que el Canal entró en operación, Panamá mostraba un nivel de
desarrollo similar al de Nicaragua.
Es también la razón por la que, ya en los años 90 y en la primera mitad de la década del
2000, Panamá mostraba porcentajes de población sobreviviendo con menos de 1.25 dólar
al día en términos de poder adquisitivo y padeciendo hambre, cifras similares a las de
Nicaragua.
Hay que recordar también que, a diferencia de lo que ocurre hoy en Panamá, cuando el
Canal transfiere al presupuesto de ese país unos mil millones de dólares anuales, el Canal
que atravesará Nicaragua no será de propiedad nicaragüense y no transferirá recursos, ni
fiscales ni de otro tipo, al Estado nicaragüense.
Más que nunca aquí valdría diferenciar entre Producto Interno Bruto -medido por los
ingresos generados en el territorio del país- y Producto Nacional Bruto, medido por los
ingresos que quedan en manos de los nicaragüenses.
ECONOMISTA INDEPENDIENTE.
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CANAL INTEROCEÁNICO: Un sueño
siempre presente y nunca realizado
Jangeert Van Der Post, octubre 2014
¿Por qué hasta hoy, después de tantos intentos, no se ha construido el Canal de
Nicaragua? No tenía una respuesta adecuada a esta pregunta. Desde septiembre
de 2012 busqué respuestas sistematizando la información disponible en el Instituto
de Historia de Nicaragua y Centroamérica de la UCA. El resultado es un libro. En
estas páginas resumo lo que descubrí.
En mayo de 2012 el Presidente Daniel Ortega anunció su intención de construir un Canal
Interoceánico por Nicaragua. Lo mencionó primero en el encuentro de mandatarios
centroamericanos con el Presidente Barack Obama en San José, Costa Rica. Días después,
en la conmemoración del 118 aniversario del nacimiento del héroe nacional Augusto
Sandino, lo anunció en Nicaragua. Rompía así un silencio de varios años.
72 ENSAYOS DIFERENTES
PARA CONSTRUIR ESE CANAL
A lo largo de siglos han sido muchos los intentos de construir ese Canal por territorio
nicaragüense. Es larga la historia de propuestas, ninguna exitosa. Hasta los escritores
nicaragüenses se han referido a este proyecto. Sergio Ramírez en “Mil y una muertes” y
Francisco Mayorga en “La Puerta de los Mares” novelaron este sueño, con las inevitables
inexactitudes históricas de todo texto literario. El más reciente intento, el del gobierno del
FSLN, se puede considerar una extensión del proceso iniciado por los dos gobiernos
liberales previos, el de Arnoldo Alemán y el de Enrique Bolaños. En 1999, Alemán
conformó una Comisión de Trabajo del Gran Canal.
Con distintos equipos, esta comisión trabajó durante años hasta presentar su tercer, y
más elaborado, perfil de proyecto en agosto de 2006. Es la propuesta para un
“supercanal”, capaz de ser recorrido por los barcos más grandes que existen hoy en el
mundo, naves de hasta 250 mil toneladas, aptas para cargar entre 15 y 18 mil
contenedores estándares. Este proyecto diseñaba un canal que ofreciera condiciones
complementarias a las del Canal de Panamá y no se planteaba simplemente como un
competidor del canal panameño.