1. HISTORIAS DE LA MITOLOGÍA DE CANTABRIA
Había una vez un ojáncano que se había perdido y no podía llegar a su casa
porque su madre la ojáncana tenía las llaves de la casa y como este ojáncano era bueno llamó
a la anjana que le dijo que fuese valiente y que busque a su madre y buscó y buscó pero no
encontró a su madre, y cuando se sentó a descansar vio a su madre y se fue corriendo y por fin
se fueron a su casa y el ojáncano le dijo a la anjana “adiós”. Luis Fernando
Había una vez un ojáncano que quería comerse a una sirenuca y de repente el
ojáncano vio una luz. Él ya sabía que era la anjana, y la anjana con su magia hizo que se fuese
hasta la cueva de la anjana, pero la anjana vio también a la mujer del ojáncano y la anjana hizo
que se hiciesen amigas y así el ojáncano y la ojáncana aprendieron que no se molesta a la
gente. Lucia Parabina
Había una vez un campesino que estaba talando los árboles, de repente
vino un ojáncano y una ojáncana. Y desde un árbol la anjana les vio y le rescató. Patricia
El trastolillo fue en avión a Liérganes con sus horribles trastadas. Al llegar al río vio
al hombre pez y fue al otro lado del río para robarle la cola. Los peces se quedaron con la boca
abierta cuando le pegó un coletazo en toda la cara. Alba
2. Había una vez en el bosque una anjana muy buena que ayudó a unos
caminantes que pasaban por el pueblo. Los caminantes se perdieron y la anjana les ayudó y
muy contentos le dieron las gracias y siguieron su camino. Miriam
Una vez a una anjana llamada Elisabeth la capturó una ojáncana muy muy muy
mala que cada vez que se encontraba con alguien a quien comer sólo dejaba una gran gota de
oro. Tan grande que todo el mundo pero toda Europa se volvieron ricos. Paola
Había una vez una sirenuca que estaba sentada en una piedra. De pronto vino el
ojáncano la cogió y la encerró en una cueva. Más tarde la anjana pasó por allí y vio que la
sirenuca estaba atrapada en esa cueva. La anjana la salvó y mató al ojáncano. Las dos estaban
bien y felices. Alexandra
Había una vez un trastolillo que se metió en una casa sin que nadie le viera. Entró
en la cocina, tiró un tarrón de harina, después se bebió toda la leche. El trastolillo aflojó las
tarabillas de las ventanas, las tarabillas chirriaban pero después llegaron los dueños y el
trastolillo se escapó. Ezequiel
Erase una vez un ojáncano que iba paseando por el bosque cuando vio a una
ojáncana que estaba matando a un niño y el ojáncano se enamoró y se casaron. Nicolás
Había una vez un trastolillo muy triste porque nadie compartía con él, asi que se
fue a su casa muy triste y se encontró con otro trastolillo muy hambrientoy le llevó a su casa y
3. se recuperó con la comida. También le dio las gracias y el otro trastolillo le dijo ¿Quieres ser mi
amigo? “Si porque nadie quiere ser tu amigo”, “si correcto”. Así que fueron amigos y comieron
felices. Patrick
Erase una vez un musgoso que iba con un trastolillo, el trastolillo era amable con
las personas del monte, les saludaba. Mientras, el trastolillo iba robando y desordenando por
las casas, y el musgoso le reñía mucho cuando iban de paseo, pero el trastolillo no le
escuchaba. En el monte hay una especie de anjana y el musgoso dijo: ¡BIEN, PUEDO
CONOCERLA! ¿Qué? no la conocías. ¡Por fin voy a ser listo! Fin. Adrian
Había una vez una princesa que se sentía muy sola. Un día que estaba
paseando por el campo vio unos pétalos que formaban una extraña figura y ella siguió los
pétalos y vio una chica joven y guapa. La chica le dijo: soy la anjana, si sigues mi consejo nunca
sola te sentirás. Como siguió sus consejos la princesa nunca más se sintió sola. Catalina
Erase una vez una familia de nuberos que estaban hasta el gorro de ser
tan malos y tener que ver a esos pobres animales sufrir tanto. Asi que fueron a visitar a una
familia de ventolines. Les preguntaron ¿qué podemos hacer? Los ventolines respondieron: ser
amables y buenos. La familia de nuberos hizo eso mismo y vivieron felices y con amigos. Lucia
Santiago
Había una vez una anjana y una sirenuca. La sirenuca estaba nadando y la
anjana paseando buscando unas flores Blancas y amarillas. Escondido detrás de un árbol había
un ojáncano que miraba fijamente a la sirenuca porque quería comérsela. Pero la anjana lo vio
y con su largo bastón lo espantó y el ojáncano se fue sin comerse a la sirenuca y así vivieron
felices. Raquel