22. Una historia vinculada con la
Médula Espinal
Christopher Reeve, (Nueva York, 25 de
septiembre de 1952 - Nueva York, 10 de
octubre de 2004), actor, director de cine y
activista estadounidense, mejor conocido
por su rol en la serie de filmes basados en
el popular personaje de comics Superman
23. La vida de Christopher Reeve cambió para siempre en mayo de 1995, cuando
en una competición hípica en Culpepper, Virginia, cayó de su caballo al no
poder superar un obstáculo, fracturándose las dos primeras vértebras
cervicales.
Tras ser sometido a una peligrosa operación, solo pudo recuperar la movilidad
de los dedos de su mano izquierda, que consiguió articular con mucho
esfuerzo.
Colaboró con entusiasmo desmesurado con asociaciones como la Unesco,
para luchar por causas similares a la suya. También asistía al senado de su
estado para intentar que éste permitiera trabajar con células madre
embrionarias a los investigadores para intentar conseguir el mayor deseo
de Reeve, volver a andar.
Se convirtió en un orador motivacional y creó la "Christopher and Dana Reeve
Paralysis Foundation" donde además de luchar por el desarrollo de la
investigación de la cura de enfermedades usando células madre, busca
apoyar a quienes han quedado parapléjicos como él, ya sea por causas
naturales o en accidentes.
Su esposa Dana fue apoyo fundamental para que Reeve pudiese recuperarse
emocionalmente en los primeros difíciles momentos de esta etapa de su
vida, ella permaneció como incondicional compañera hasta su deceso.
24. Reeve incluso llegó a ofrecer su cuerpo para
experimentos, en uno de ellos le implantaron celdas
electrónicas que generaban pulsos eléctricos que
estimulaban la reacción refleja y que le hacían mover
sus extremidades, pero esto no prosperó.
Un año después de su muerte, la fundación creada por
él, Centro de Investigación Reeve-Irvine de la
Universidad de California (EE.UU.), consiguió reparar
lesiones medulares de ratones usando células madre
provenientes del tejido nervioso de seres humanos.
25. Un poco de historia del tratamiento de la lesión
de la médula espinal
Según el médico griego Hipócrates (460-377 a.C.), no existían
opciones de tratamiento para las lesiones de la médula espinal que
causaban parálisis y desafortunadamente estos pacientes estaban
destinados a morir.
Hipócrates sí utilizó formas rudimentarias de tracción para tratar las
fracturas de la columna que no resultaban en parálisis. La escalera
hipocrática (Hippocratic Ladder) era un dispositivo en el que el
paciente era atado, amarrado de cabeza a unos escalones y era
sacudido vigorosamente para reducir la curvatura vertebral. Otra
invención fue el banco hipocrático, el cual le permitía al médico usar
tracción en la espalda inmovilizada del paciente usando las manos
y los pies o una rueda con un eje giratorio.
26. • Aproximadamente en el año 200 d.C., el médico
romano Galeno introdujo el concepto del
sistema nervioso central al proponer que la
médula espinal era una extensión del cerebro
que transmitía sensaciones a las extremidades y
las enviaba de vuelta al cerebro.
• En el siglo séptimo d.C., Pablo de Egina ya
recomendaba cirugía para fracturas de la
columna vertebral con el fin de extraer los
fragmentos de hueso que él estaba seguro eran
los causantes de la parálisis.
27. Desafíos actuales de la
investigación:
• Los investigadores están concentrados en
profundizar el conocimiento sobre cuatro
principios fundamentales de la reparación de la
médula espinal:
• Proteger a las células nerviosas sobrevivientes
de daño adicional
• Reemplazar células nerviosas dañadas
• Estimular el crecimiento otra vez de los axones
y dirigir sus conexiones en forma adecuada
• Reeducar a los circuitos neurales a restablecer
funciones en el cuerpo
28. • El 14 de septiembre de 1991, gran parte de
los sueños de una chica de diecisiete años
se estrellaron contra una palmera, en la
rambla de Punta Gorda. La primera pérdida
que tuvo que aceptar —brutal, devastadora,
irreparable- fue la de su novio.
Ella sobrevivió a esa despiadada maniobra
del destino pero debió para eso, obligada por
las circunstancias, re-nacer.
Tuvo que aprender de la insuperable
dificultad que pueden significar el cordón de
una vereda o un vaso de agua. Su cuerpo,
ese mismo que los chicos admiraban y que
los proveedores de pasarelas codiciaban,
dejó de responder a buena parte de las
órdenes de su cerebro.
29. • Desde el momento mismo del accidente —cuando
vio a su familia reunida en torno a su cama de
hospital- asegura que se propuso sobrevivir y salir
de allí, “caminando o en silla de ruedas”. Lo logró y
logró muchas cosas más. Un título de psicóloga, por
ejemplo, y la posibilidad de encauzar un sueño que
ya tiene algunos años: una fundación que dé cobijo
a quienes el destino depare situaciones similares a
la suya.
Mientras, se propone que no quede un rayo de sol
ni un soplo de brisa por disfrutar. “La vida es hoy,
mañana puede ser tarde”, dice.