1. PRIMERA ESTACIÓN
JESÚS SE ENTREGA EN LA EUCARISTÍA
Del Evangelio según San Lucas
Llegó el día de los panes sin levadura, cuando había que sacrificar el cordero pascual.
A la hora determinada se puso a la mesa con sus discípulos. Y les dijo: “He deseado
vivamente comer esta pascua con vosotros antes de mi pasión. Os digo que ya no la comeré hasta
que se cumpla el reino de Dios”. Tomó una copa, dio gracias y dijo: “Tomad y repartirla entre
vosotros, pues os digo que ya no beberé del fruto de la vid hasta que llegue el reino de Dios”.
Luego tomó pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: “Esto es mi cuerpo, que es
entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío”. Y de la misma manera el cáliz, después de la
cena, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre, que es derramada por
vosotros”.
(Lc 22, 7. 14-20)
MEDITACIÓN
Jesús sabe que ha llegado la hora en que deber ser inmolada la víctima de la nueva Pascua.
Y sabe también que es Él precisamente el verdadero Cordero que quita los pecados del mundo. Por
eso, en la cena pascual, anticipa a los apóstoles el don de su cuerpo sacrificado y de su sangre
derramada. Confirma así la nueva alianza; ofrece la prenda del banquete del Reino de Dios.
La Eucaristía es el inestimable tesoro de la Iglesia que, día tras día, se va construyendo en
torno a este misterio de la fe como comunión de amor.
Cada uno de nosotros es responsable de este tesoro; cada uno de nosotros se debe
comprometer a vivir la Eucaristía haciéndose don, con Cristo, para todos los hermanos.
Breve pausa en silencio
ORACIÓN
Señor Jesús, tú has querido ser totalmente despojado y dado por entero en el humilde
sacramento de tu Cuerpo y de tu Sangre. El pan y el vino, frutos de la tierra, son elevados a excelsa
dignidad: Te adoramos y te bendecimos porque siempre preparas a tus pobres un convite de fiesta.
Haz que aprendamos de ti a hacernos pan de bondad para todos nuestros hermanos. Y por
nuestras ingratitudes e indiferencias, Señor Jesús, te pedimos perdón y piedad. Amén.
Padre nuestro...
Dios te salve, María, …
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo…
V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
2. SEGUNDA ESTACIÓN
JESÚS ACEPTA EL CÁLIZ DE LA PASIÓN EN GETSEMANÍ
Del Evangelio según san Lucas
Jesús salió y fue, según su costumbre, al monte de los Olivos. Sus discípulos lo
acompañaban. Cuando llegó al lugar, les dijo: “Orad para no caer en la tentación”. Él se
apartó de ellos como un tiro de piedra, se arrodilló y se puso a orar, diciendo: “Padre, si
quieres, aleja de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Y se le apareció
un ángel del cielo reconfortándolo. Entró en agonía, y oraba más intensamente; sudaba
como gotas de sangre, que corrían por el suelo. Se levantó de la oración, fue a sus discípulos
y los encontró dormidos por la tristeza. Y les dijo: “¿Por qué dormís? Levantaos y orad
para que no caigáis en la tentación”.
(Lc 22, 39-46)
MEDITACIÓN
Noche de angustia en el monte de los Olivos; noche de lágrimas y sudor de sangre:
Jesús podría todavía decir no a la pasión, pero el amor al Padre y a los hermanos es más
fuerte que el miedo a la muerte.
Noche de soledad, noche de traición consumada en las sombras. Está actuando el
misterio de la iniquidad; es la hora del príncipe de las tinieblas...
¡Cuántas noches hay así todavía en el mundo! En ellas se traman y se realizan los
más atroces delitos, las más abominables violencias contra el hombre y contra Dios.
Jesús sabe que beber el cáliz amargo, para trasformarlo en bebida de salvación, es
obra únicamente del amor. Él lo ha elegido. Él se pone en las manos del Padre.
Para que de tanto dolor como atraviesa la existencia humana pueda brotar una
inalterable alegría, es preciso aprender la obediencia del padecimiento obediente e inocente
de Jesús.
Breve pausa en silencio
ORACIÓN
Señor Jesús, un sueño de tristeza pesaba sobre los ojos de tus discípulos mientras tú
en el huerto de los Olivos agonizabas orando: Padre, ¡si quieres...! Te hacías grito de todas
nuestras angustias, te rendías al Padre como un niño que cree en el amor aun cuando no
comprende. Haz que no te dejemos solo. Haz que ningún hombre sea dejado solo en la hora
de la tentación y de la prueba y haznos los unos para los otros ángeles de apoyo y consuelo.
Amén.
3. TERCERA ESTACIÓN
JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
Del Evangelio según San Lucas
Lo condujeron a Pilato y comenzaron a acusarlo. Pilato lo mandó a Herodes.
Herodes se alegró mucho de ver a Jesús. Le hizo muchas preguntas, pero él no respondía
nada. Por su parte los sumos sacerdotes y los escribas estaban también allí, y lo acusaban
duramente. Entonces Herodes, con sus soldados, trató con desprecio a Jesús, se burló de él,
le puso un vestido blanco y lo envió a Pilato...
Pilato les habló de nuevo, porque quería poner a Jesús en libertad. Pero ellos
gritaban: “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!” Entonces Pilato decidió que se hiciera como pedían y
les entregó a Jesús para que hiciesen con él lo que quisieran.
(Lc 23, 1-25)
Meditación
De Pilato a Herodes; de Herodes a Pilato... Y el tumulto de los acusadores iba de
una parte a otra como un río en crecida. La curiosidad, los interrogatorios, las mofas, la
burla del manto real, los gritos... Nada de todo esto quita a Jesús su soberana dignidad. Su
mismo silencio proclama quién es.
Pilato cede a las presiones de la multitud, aunque no ve en el hombre que está
delante de él ninguna culpa que merezca la muerte.
¡Cuántas veces suceden cosas de estas también entre nosotros! El oportunismo
traiciona la justicia; la irracionalidad se hace contagiosa y empuja en dirección equivocada
a una multitud de personas que se vuelven irresponsables. Y el inocente es entregado a la
voluntad de la opinión pública.
Pero por encima de todo este absurdo actuar humano está Aquél, el único que tiene
en sus manos la vida de cada persona y puede guiar los acontecimientos de la historia,
incluso los enormes errores de los hombres, hacia un final de salvación para todos.
Breve pausa en silencio
Oración
Señor Jesús, en ti se ha consumado el drama de la humana locura e injusticia.
Indefenso, abandonado al deseo de una voluntad de muerte, no abriste la boca, pero tu
silencio era obediencia, tu obediencia era amor. Todos nosotros somos responsables de la
injusta condena que padeciste y que todavía hoy, en todas las partes del mundo, estás
sufriendo en nuestros hermanos más débiles. No quisiéramos hacer la parte vil de Pilato ni
el ridículo de Herodes, menos todavía la de los que gritaban “¡Crucifícalo!”, pero tú conoces
nuestros confusos pensamientos y nuestros juicios precipitados. Tú, el condenado que no
condena, ¡ten piedad de nosotros! Amén.
Padre nuestro...
4. CUARTA ESTACIÓN
JESÚS CARGA CON LA CRUZ
Del Evangelio según San Mateo
“El que no cargue con su cruz y me siga, no puede ser discípulo mío”.
(Mt 10, 38-39)
Meditación
La cruz de ha pasado de moda. Nadie quiere cruces en este momento del
“bienestar”… pero las cruces se suceden, sin pedir permiso, para entrar en nuestra vida.
Es verdad que nos da miedo hablar de cruz, como nos da pavor hablar de asesinatos,
muertes, enfermedades, catástrofes…, perol ahí están.
También a los discípulos les daba miedo que Tú les hablases de sufrimiento y
amargura en la subida a Jerusalén; aunque todavía les asustaba más que se hiciese
realidad. Por eso, Tú les dijiste aquella mañana: Bienaventurados los sufridos. Los que
llevan las cruces de la vida con valentía y coraje. Los que ante la cruz de la enfermedad, del
desprecio, del dolor, de la pobreza… lejos de quedarse paralizados, corren a poner sus
dolencias en las manos del Padre, sabiendo que sólo en Él, encontrarán el verdadero
consuelo.
Breve pausa en silencio
Oración
Señor Jesús, ayúdanos a llevar nuestras cruces y las de los demás con paz, con
serenidad. Ayúdanos a ofrecerlas por los que lo están pasando mal. Y haznos comprender
que, a tu lado, la Cruz siempre se trasforma en vida y resurrección.
Padre nuestro…
5. QUINTA ESTACIÓN
JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE
Del Evangelio según San Lucas
“Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?” Él les dijo: “¿No sabíais que tengo que
ocuparme de los asuntos de mi Padre?”.
(Lc 2, 48-50)
Meditación
Lo que empezó sin saber cómo, va tomando fuerza y los que afirmaban ser amigos de
Jesús, e incluso decían que querían dar la vida por Él, han huido horrorizados, al primer
contratiempo.
Pero hay alguien que no huye, por difíciles que sean las circunstancias, alguien que
da la cara, que no se avergüenza ni teme a nada: es la madre.
La madre habla con quien sea y como sea, pero no se rinde a la hora de interceder
por su hijo; y más, cuando lo que acontece es origen de una injusticia. Por eso es la Madre
la que se deja ver en el camino del Calvario. La que está tan cercana a su Hijo, que escucha
el latir de su corazón; pero, a la vez, es capaz de guardar la distancia justa para que los
soldados la dejen acompañarlo y no le impidan estar a su lado en estos difíciles momentos.
Ahora es la madre la que escucha las palabras de su Hijo: ¡Bienaventurada Madre!
Bienaventurada y dichosa porque, no sólo has escuchado la palabra de Dios, sino que estás
aquí cumpliéndola.
Bienaventurada porque sigues dando la cara, a pesar de que te rinda el dolor.
Bienaventurada porque serás la referencia para muchas madres que vendrán detrás
de ti y tendrán que pasar situaciones parecidas.
Breve pausa en silencio
Oración
En este momento te pedimos por todas las madres de la tierra, en especial por
aquéllas a las que sus hijos no las valoran, no las tienen en cuenta, las abandonan cuando
sus fuerzas flaquean y se avergüenzan de ellas porque viven en inferioridad. Da valor,
Señor, a cada madre, a cada padre; que no se desanimen y sigan firmes como tu Madre,
aunque tengan que encontrar a sus hijos con la cruz a cuestas, bajo la tortura del
sufrimiento.
Padre nuestro…
6. SEXTA ESTACIÓN
SIMÓN, EL CIRINEO, AYUDA A JESÚS A LLEVAR SU CRUZ
Del Evangelio según San Lucas
Cuando lo conducían, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que venía del
campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús.
(Lc 23,26)
Meditación
Un sencillo hombre que vuelve tranquilamente del campo se encuentra involucrado
en el más trágico acontecimiento de la historia. Sobre sus espaldas ponen la cruz de Jesús,
extenuado por los malos tratos que ya ha recibido. Nada sucede por casualidad. Simón es el
símbolo del discípulo: nos representa a todos.
Puesto que la subida al Calvario sigue también hoy, son necesarios todavía muchos
cirineos; es necesario que seamos unos para los otros, ayuda para llevar el peso de la cruz,
para sostener las numerosas pruebas de la vida. Es la vocación de todo cristiano, la que
hemos de vivir en lo cotidiano de nuestra propia existencia. ¿Quién no tiene cerca algún
necesitado de ayuda moral o material? ¿Y quién puede presumir de bastarse siempre a sí
mismo?
Para llevarnos a todos al Padre, Jesús se abajó a nuestra condición de humana
debilidad hasta el punto de necesitar un cirineo. Él está siempre en medio de nosotros en la
persona de nuestros hermanos. ¿Sabremos mostrarnos siempre disponibles? ¿Y, llegado el
caso, sabremos nosotros mismos aceptar humildemente la ayuda del prójimo?
La humildad y la caridad distinguen a los verdaderos discípulos del Señor.
Breve pausa en silencio
Oración
Señor Jesús, ¡cuántas veces nos hemos encontrado contigo por el camino de la cruz! Tal vez
no nos hemos detenido siempre, no nos hemos sometido siempre dócilmente al gran peso de
tu leño... Sin embargo, ¡te queremos! No podemos pasar junto a ti como extraños.
Encontrándote en nuestros hermanos, no podemos rehusarte nuestra ayuda. Tú lo ves:
estamos todos cansados; aun los que se muestran fuertes al final terminan abatidos por las
pruebas de la vida. Oh divino Cirineo nuestro, haz que te encontremos siempre por las
calles desoladas de nuestro corazón. Amén
Padre nuestro...
7. SÉPTIMA ESTACIÓN
LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS
Del libro de Isaías
Creció ante él como un retoño, como raíz en tierra seca. Sin gracia ni belleza para
atraer la mirada, sin aspecto digno de complacencia. Despreciado, desecho de la
humanidad, hombre de dolores, familiarizado con el sufrimiento. Como uno ante el cual se
oculta el rostro, era despreciado y desestimado.
(Is 53, 2-3)
Breve pausa en silencio
Meditación
Menos mal que siempre hay algún valiente capaz de dar la cara, de salir de la fila,
de enfrentarse con los maltratadores. Debió de ser un alivio para Ti el ver que alguien era
capaz de dar un paso al frente con el corazón desgarrado por el dolor.
Posiblemente aquélla era una mujer lacerada por las pruebas de la vida y, por eso,
entendía como nadie lo que estabas sintiendo en tu corazón.
Quizá también fuese de los que te habían oído decir una mañana en el Monte:
Bienaventurados los que viven su fe y la hacen la norma de sus vida, porque no tendrán
miedo de dar la cara por el Señor, aunque eso conlleve sufrimientos, dolores, insultos,
contrariedades, persecuciones… Bienaventurados porque, por todo eso, mi Padre los
guardará en su corazón.
Oración
Señor, estamos admirados ante esa actitud valiente de una mujer que ha sido capaz
de dar la cara por Ti. Ayúdanos a vivir la fe, de tal manera, que nuestra adhesión al Señor
sea auténtica y, en los momentos en que nos cueste demostrarlo, seamos capaces de llegar a
tu presencia para decirte: ¡Señor, auméntanos la fe! Porque nosotros también queremos
salir de la multitud y dar la cara.
Padre nuestro…
8. OCTAVA ESTACIÓN
JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
Del Evangelio según San Lucas
Lo seguía mucha gente del pueblo y mujeres, que se daban golpes de pecho y se
lamentaban por él. Jesús se volvió a ellas y les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí;
llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque vienen días en los que se dirá: Dichosas las
estériles, los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han amamantado.
Entonces comenzarán a decir a las montañas: Caed sobre nosotros, y a los collados:
sepultadnos; porque sin esto hacen con el leño verde, ¿qué no harán al seco?”.
(Lc 23, 27-31)
Meditación
En medio de la multitud agitada y hostil, Jesús invita a las hijas de Jerusalén a no
llorar por él, sino más bien por ellas mismas y por sus hijos. Porque están cerca los días de
la catástrofe para la ciudad que no ha sabido reconocer el día de la salvación, que no ha
sabido acoger al Enviado del Padre.
Desde entonces ¡cuántos fueron los días en que podían haberse considerado dichosas
las mujeres estériles, mientras que las llenas de hijos veían el fruto de su seno vacío de
muerte! ¡Y cuántas madres eligieron ellas mismas la muerte para sus pequeños todavía sin
voz para llorar!
Demasiado leño verde…, demasiadas vidas inocentes han sido consumidas con el
fuego exterminador de la malvada locura, que no reconoce el valor y el carácter sagrado de
la vida.
¿Qué ocurrirá después con el leño seco, cuando todos seamos sopesados y juzgados
sobre el amor, precisamente sobre el amor a la vida y a Aquél que es fuente de vida
inagotable?
Breve pausa en silencio
Oración
Señor Jesús, tu desconsolado llanto sobre Jerusalén ahora responde al llanto de las
madres. Ellas lloran por tu dolor por la vida que te quitan, pero tú lloras por sus hijos que
serán exterminados. Feroz es, en todas partes, el estrago de la vida: desde los primeros
albores hasta el ocaso padece violencia, horror. Y nosotros asistimos impotentes… Pero tú,
brotado de pura fuente, tú, vida que irrumpe el corazón del Padre y del seno virginal de
María, la verdadera Madre, Tú puedes todavía salvarnos de esta cultura de muerte que
entristece al mundo. ¡Ten piedad de nosotros! Amén.
Padre nuestro…
9. NOVENA ESTACIÓN
JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS Y CRUCIFICADO
Del Evangelio según San Lucas
Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron allí a Jesús y a los
criminales, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque
no saben lo que hacen” Y se repartieron sus vestidos a suertes.
El pueblo estaba mirando. Las mismas autoridades se burlaban, diciendo: “Ha
salvado a otros; que se salve a sí mismos si es el Mesías de Dios, el elegido”. También los
soldados se burlaban de Él, se acercaban y le daban vinagre, diciendo: “Si Tú eres el rey de
los judíos, sálvate a ti mismo”.
Encima de él había un letrero que decía: “Éste es el rey de los judíos”.
(Lc 23, 33-38)
Meditación
Aquí lo tenemos entre los otros dos condenados: dos malhechores. El inocente Hijo de
Dios se hizo verdadero compañero de los pecadores hasta el punto de ser condenado entre
ellos. La humildad de Dios escoge la cruz como su trono real.
Las vestiduras suelen distinguir el rango de las personas: en la cruz Jesús está
desnudo como sus dos compañeros de suplicio; está despojado de sus vestiduras, pero no de
su soberana dignidad. A la vista del pueblo que “está observando” mientras los jefes se
burlan de Él y lo provocan a que demuestre su poder bajando de la cruz, Jesús es ya, en
cierto modo, la hostia inmaculada expuesta a la adoración de los creyentes. Sobre la cruz
comienza la Eucaristía.
A Él le hemos ofrecido hiel y vinagre. Él a nosotros, derramando hasta la última
gota de su sangre, nos ofrece el vino de la nueva Pascua.
Breve pausa en silencio
Oración
Señor Jesús, Tú, el Santo, ¡fuiste hecho pecado por nosotros! Te sentaste realmente a
la mesa de los pecadores sin miedo de contaminarte. Todos nosotros estamos representado
en los dos malhechores; estamos también entre los curiosos y los que se burlan, entre los que
no saben lo que hacen por los cuales Tú rezaste: Padre, ¡perdónalos…! De verdad Tú,
obediente y misericordioso, reinas desde el trono de la cruz. Te suplicamos, Señor, que
tengas piedad de nosotros. Amén.
Padre nuestro…
10. DÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS ACOGE EN SU REINO AL BUEN LADRÓN
Del Evangelio según San Lucas
Uno de los criminales crucificados lo insultaba diciendo: “¿No eres Tú el Mesías?
Sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro le reprendió diciendo: “¿Ni siquiera temes a
Dios tú que estás en el mismo suplicio? Nosotros estamos aquí en justicia, porque recibimos
lo que merecen nuestras fechorías; pero éste no ha hecho nada malo”. Y decía: “Jesús,
acuérdate de mí cuando vengas como rey”. Y le contestó: “Te aseguro que hoy estarás
conmigo en el paraíso”.
(Lc 23, 39-43)
Meditación
Uno de los malhechores recibe, junto a Jesús crucificado, la gracia del
arrepentimiento. El despertar de la conciencia, el reconocimiento de las propias culpas, la
aceptación humilde de la pena y el deseo del perdón son los milagros del Espíritu, los que
cambian realmente al hombre y, por tanto, también el mundo. El malhechor se convierte
en “el buen ladrón” con el cual todos podemos identificarnos si, dirigiéndonos confiados a
Jesús crucificado, le suplicamos con fe y nos entregamos a él, Señor de la vida. Mientras
dentro de nosotros el hombre viejo acepta ser ejecutado, él, con la gracia de su amor y de su
perdón, hace nacer a la luz de la gloria al hombre nuevo.
Breve pausa en silencio
Oración
Señor Jesús, Amor crucificado, gracias a ti delante de nuestra miseria permanece
siempre abierta una puerta a la esperanza. Te basta sentir en nuestro corazón un
estremecimiento de dolor y arrepentimiento, para derramar sobre nosotros el río de tu
misericordia y hacernos pasar de la muerte a la vida, de la tristeza a la alegría, del reino de
las tinieblas a tu reino de la luz inmortal. Desde lo profundo de nuestro corazón y desde el
corazón de cada persona te gritamos: Jesús, acuérdate, ¡acuérdate siempre de nosotros!
Amén.
Padre nuestro…
11. UNDÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS EN LA CRUZ, LA MADRE Y EL DISCÍPULO
Del Evangelio según San Juan
Estaba junto a la cruz de Jesús su madre… Al ver a su madre y a su lado al
discípulo a quien tanto quería, dijo Jesús: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Y luego dijo al
discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su
casa”.
(Jn 19, 25-27)
Meditación
Desde la cruz, Jesús, te preocupas de los que te crucificaron y de los que todavía te
atormentan. También del ladrón arrepentido, prometiéndole el paraíso.
Ahora te preocupas de todos nosotros, de todos los hombres, y nos entregas a María
por madre. ¿Qué don puede haber mayor que éste?
Juan acogió a María en su casa. Ahora nos toca a nosotros acogerla, quererla,
comportarnos con ella como auténticos hijos.
En todo momento, pero especialmente en las dificultades, tentaciones, cuando te
sientas cansado, desalentado, solo, para caer…, ¡caído!, oye a Jesús que te dice desde la
cruz: “Ahí tienes a tu madre”.
María está siempre cerca de todas las cruces y de todos los crucificados. No sufras en
tu cruz desesperado y sin consuelo porque “ahí tienes a tu madre”.
Breve pausa en silencio
Oración
Oh María, tú que has recorrido el camino de la cruz junto con tu Hijo, quebrantada por el
dolor en tu corazón de madre, pero confiada siempre en que Aquél para quien nada es
imposible cumpliría sus promesas, suplica para nosotros y para los hombres de las
generaciones futuras la gracia del abandono en el amor de Dios. Haz que, ante el
sufrimiento, el rechazo y la prueba, por dura y larga que sea, jamás dudemos de su amor.
Amén.
Padre nuestro…
12. DUODÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Del Evangelio según San Lucas
Hacia el mediodía las tinieblas cubrieron toda la tierra hasta las tres de la tarde. El
sol se eclipsó y la cortina del templo se rasgó por medio. Y Jesús, con fuerte voz, dijo:
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Dijo esto y expiró.
El oficial, al ver lo que había ocurrido, daba gloria a Dios, diciendo:
“Verdaderamente este hombre era justo”. Y toda la gente que había asistido al espectáculo,
al ver los sucedido, regresaba dándose golpes de pecho. Todos los conocidos de Jesús estaban
a distancia, igual que las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, presenciando todo
esto.
(Lc 23, 44-49)
Meditación
¡Oscuridad en pleno día sobre la tierra! Oscuridad en la conciencia del hombre. Se
ha hecho de noche porque Cristo, el verdadero Sol, se ha apagado en la cruz. En su último
grito ha recogido todo el dolor del hombre y lo ha transformado en ofrenda y abandono
filial: “Padre, en tus manos…”! Su obediencia se ha cumplido y nosotros hemos sido
arrancados del poder de la muerte, amargo fruto de la desobediencia.
Contemplando con ánimo arrepentido el precio de nuestro rescate, no nos quedemos
mirando desde lejos, sino con María y Juan, los más íntimos, en silencio de amor y
adoración abrazándonos a Él, a sus pies clavados a la cruz, su trono real.
Breve pausa en silencio
Oración
Señor Jesús, así nos has amado Tú: realmente hasta el final, hasta entregarte
totalmente en el extremo sacrificio. Mueres como un maldito, como un desechado, pero caes
en los brazos del Padre con todos nosotros que te hemos traspasado. Contemplándote
suspendido entre el cielo y la tierra –con los brazos abiertos en súplica incesante- queremos
cantarte, oh Cristo, como el más bellos entre los hijos de los hombres, porque espléndido es
tu rostro de amor, transfigurado en el sueño de la muerte. Y esto nos consuela porque
sabemos que, cuando venga también para nosotros, la muerte tendrá tu rostro. Amén.
Padre nuestro…
13. DECIMOTERCERA ESTACIÓN
MARÍA ACOGE ENTRE SUS BRAZOS EL CUERPO SIN VIDA DE JESÚS
Del Evangelio según San Lucas
Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: mira, éste será motivo de caída y
resurrección de muchos en Israel, será signo de contradicción, y a ti una espada te
traspasará el corazón.
(Lc 2, 23-24)
Meditación
Cuando el hijo muerto llega al regazo de la madre y ella, tocando el cuerpo inerte,
puede contemplar de cerca su rostro, nota cómo todo su ser se paraliza, su cabeza parece
explotar y su corazón bombea la sangre a una velocidad vertiginosa. En ese momento no
sabe qué decir, ni qué pensar…, es un momento en el que nota que, si Dios no estuviese con
ella, no podría seguir viviendo.
María se encontraba en esta situación. Ella era una mujer como las demás, sufría
como cualquier madre; lo único que la diferenciaba de cualquier otra, era su certeza de
descansar en las manos de Dios y, precisamente esa certeza, le proporcionaba la fuerza de
sujetar a su hijo destrozado, apretándolo fuertemente contra su corazón.
¿Qué te han hecho? ¿Por qué pagaron así tu bondad y tu entrega? María había
vivido muchos años con su hijo. Le había preparado para dar el Sí al Padre. Por eso,
todavía resonaba en sus oídos el eco de sus palabras: Bienaventurados vosotros cuando os
persigan, os insulten y os calumnien por mi causa; dichosos cuando sufráis, por mí, el
martirio de las contradicciones de la vida; porque Yo os infundiré el gozo de haberlas
pasado a vuestro lado. No tengáis miedo; todos sabéis que, en vuestra vida, habrá
sufrimiento y muerte, pero también la certeza de que Yo las transformaré en vida y
plenitud.
Breve pausa en silencio
Oración
Señor Jesús, danos la gracia de vivir contigo nuestras muertes y depositar en el
regazo de María nuestros cuerpos destrozados, para que sea ella la que los ponga en los
brazos del Padre.
Padre nuestro…
14. DECIMOCUARTA ESTACIÓN
JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO Y MARÍA QUEDA EN SOLEDAD
A LA ESPERA DE LA RESURRECCIÓN
Del Evangelio según San Lucas
Un hombre llamado José, miembro del tribunal supremo, hombre bueno y justo, de
Arimatea, ciudad de Judea, el cual no estaba de acuerdo con las actuaciones del tribunal y
que esperaba el reino de Dios, se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Lo bajó de
la cruz, lo envolvió en una sábana y lo puso en un sepulcro excavado en la roca, en el que
todavía no había sido puesto nadie. Era el día de la preparación de la pascua, y rayaba ya
el sábado. Las mujeres que habían acompañado a Jesús desde Galilea lo siguieron de cerca
y vieron el sepulcro y cómo fue colocado su cuerpo. Regresaron y prepararon aromas. El
sábado descansaron, como estaba prescrito.
(Lc 23, 50-56)
Meditación
Silencio. El misterio de la muerte siempre impone silencio; tanto más el misterio de
la muerte violenta que padeció Cristo, el Hijo de Dios. Y María en sola, con su soledad.
Hoy también la Iglesia está sola, María, y espera en tu compañía.
Al anochecer, muchos se fueron. El cuerpo martirizado, bajado de la cruz, fue
colocado en un sepulcro nuevo excavado en la roca. Allí la Palabra de Dios viva yace en
silencio, en espera del glorioso despertar.
La trágica realidad de la muerte violenta se concreta todavía en nuestros días, y no
siempre es rodeada de sentimientos y gestos de piedad. Y es todavía Cristo el que sufre el
ultraje.
Pero la última palabra será realmente la resurrección de la carne; entonces, en todo
el universo, resonará el canto de la vida.
Breve pausa en silencio
Oración
Señor Jesús, tu cuerpo inmaculado bajado de la cruz es todo una llaga; no bastan
para lavarlo las lágrimas de María, tu Madre, y las lágrimas derramadas de miles de
madres por el dolor de sus hijos maltratados, por los hijos que no han vuelto a
reencontrarse, que ni tuvieron piadosa sepultura… Es demasiado estrecho el espacio de la
roca que encierra tu cuerpo junto a todos ellos… Danos, Señor, la fuerza de la fe y la
esperanza que tuvo el corazón de tu Madre confiado y vigilante en la paciente espera del
amanecer. Amén.
Padre nuestro…