2. En esta semana, a través del
estudio de Gálatas, 4: 12-
20, veremos las
características personales de
Pablo dignas de imitar:
1. Preocupado por sus
conversos
2. Un ejemplo a seguir
3. Adaptable
4. Sufriente
5. Veraz
3. “Os ruego, hermanos...” (Gálatas, 4: 12)
Cuando habla al corazón de los
gálatas, Pablo usa el verbo
“rogar” que, en griego, tiene el
sentido especial de “implorar”.
Les imploraba como amigo. Les
imploraba como su padre
espiritual. Les imploraba como
una madre en la angustia del
alumbramiento.
Pablo sufría por los gálatas
deseando ver cómo Cristo era
formado nuevamente en ellos.
La meta del apóstol era ver cómo
sus conversos reflejaban a Cristo.
“Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta
que Cristo sea formado en vosotros” (Gálatas, 4: 19)
4. “Os ruego, hermanos, que os hagáis como yo…”
(Gálatas, 4: 12)
Pablo anima en diversas ocasiones a seguir su ejemplo:
Trabajaba para ganarse la vida y no ser una carga para otros (2ª de Tesalonicenses, 3: 7-9)
Buscaba el bienestar de los demás en lugar del suyo propio (1ª de Corintios, 10: 33-11: 1)
Crecía en la verdad, buscando la unidad doctrinal y la perfección (Filipenses, 3: 12-17)
Creía en Jesús y quería que todos llegasen a esa creencia (Hechos, 26: 28-29)
5. Pablo deseaba que los creyentes fuesen como él
en lo que él era como Cristo.
Los gálatas estaban preocupados por su
conducta (sus obras), pero Pablo quería que se
preocupasen en ser como él en su fe y confianza
total en la suficiencia de Cristo para la salvación.
6. “Os ruego, hermanos, que os hagáis como
yo, porque yo también me hice como
vosotros…” (Gálatas, 4: 12)
En Atenas, se hizo filósofo para alcanzar a los filósofos
(Hechos, 17: 16-34)
Con los que no comían de lo sacrificado a los ídolos, se abstenía de
comer la carne sacrificada a los ídolos (1ª de Corintios, 8: 8-13)
Se hacía judío para ganar a los judíos
Se hacía sujeto a la ley para ganar a los que estaban sujetos a la ley
Se hacía sin ley para ganar a los que estaban sin ley
Se hacía débil para ganar a los débiles
Se adaptaba a todos para alcanzar a todos (1ª de Corintios, 9: 19-23)
7. Pablo adaptaba su discurso y su comportamiento teniendo
en cuenta la cultura, religión, filosofía e incluso la economía
de aquellos a los que predicaba el evangelio. Su propósito
era ganar para Cristo a tantos como fuese posible.
“Aunque soy libre
respecto a
todos, de todos
me he hecho
esclavo para ganar
a tantos como sea
posible”
(1ª de Corintios, 9: 19 NVI)
8. “Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad
del cuerpo os anuncié el evangelio al principio” (Gálatas, 4: 13)
La enfermedad física de Pablo no fue razón suficiente para dejar de
anunciar el evangelio. Él no culpo a Dios de sus dolencias, aunque
en diversas ocasiones le rogó que se las quitase. Mas bien, las usó
como una oportunidad para depender más de la gracia divina.
9. “Pablo sufría de una afección corporal: su vista era
deficiente. Pensó que con oraciones fervientes podría
eliminarse ese mal; pero el Señor tenía un propósito, y le
dijo a Pablo: No me hables más de este asunto. Es
suficiente mi gracia. Hará que puedas soportar la
dolencia… Las depresiones anímicas de las cuales sufría
el apóstol eran atribuibles, en gran medida, a
debilidades corporales que lo desasosegaban mucho
cuando no estaba ocupado en un servicio activo. Pero
cuando trabajaba por la salvación de las
almas, superaba la debilidad física. Pensaba que la
enfermedad de la cual sufría le era un terrible
impedimento en su gran obra, y repetidas veces suplicó
al Señor que lo aliviara. Dios no creyó conveniente
responder sus oraciones en este respecto, aunque le dio
la seguridad de que la gracia divina le sería suficiente”
E.G.W. (CBA, comentarios sobre 2ª de Corintios, 12: 7-9)
10. “Y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en
mi cuerpo, antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como
a Cristo Jesús. ¿Dónde, pues, está esa satisfacción que
experimentabais? Porque os doy testimonio de que si hubieseis
podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos”
(Gálatas, 4: 14-15)
“La aflicción de Pablo podría haber dado a los gálatas
una excusa para tratarlo con desprecio. En la
antigüedad se consideraba comúnmente que una
aflicción, o enfermedad, era un castigo directo de Dios
por algún gran pecado (cf. Hech. 28: 4). Hubiera sido
natural que los gálatas consideraran que Pablo había
ofendido a los dioses y creyeran que su mensaje era de
poco valor; pero no lo hicieron. Su respuesta había sido
cordialmente favorable, aunque dentro de
circunstancias que lógicamente podrían haberlos
inducido a estar contra él. ¿Qué razón -personal o de
otra índole- podían tener acaso para volverse ahora
contra Pablo? La conducta anterior de ellos testificaba
contra su proceder de ese momento” (CBA, sobre Gálatas, 4: 14)
11. “¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad?” (Gálatas, 4: 16)
En ocasiones, la verdad produce una reacción adversa por parte de las personas. Por
esa razón, Pablo teme que los gálatas puedan sentirse ofendidos por sus palabras.
Por ello, Pablo contrasta su motivación al decirles la verdad con la motivación de los
judaizantes al querer imponerles “su” verdad.
El celo de los judaizantes era para ser el centro de la atención de los gálatas (v. 17)
El celo de Pablo era por amor a los gálatas, para que Cristo fuese formado en ellos (v. 19)
“Aquellos sobre quienes recae el peso de
esta obra [de reforma] no callarán
cuando vean que se obra mal ni
cubrirán a éste con un manto de falsa
caridad. Recordarán que Dios no hace
acepción de personas y que la
severidad hacia unos pocos puede
resultar en misericordia para muchos.
Recordarán también que el que
reprende el mal debe revelar siempre el
espíritu de Cristo”
E.G.W. (Profetas y Reyes, c. 51, pg. 498)
12. En esta semana, hemos visto a través del estudio de Gálatas, 4:
12-20, las características personales de Pablo dignas de imitar.
Manifestemos nosotros estas mismas características:
1. Preocuparnos por nuestros hermanos.
2. Ser un ejemplo a seguir, porque reflejamos a Cristo.
3. Adaptarnos a aquellos a los que predicamos el evangelio,
para poder ganar al máximo posible de almas.
4. Que, a pesar de nuestro sufrimiento, confiemos en Dios y que
esto no sea un impedimento para la predicación del evangelio.
5. Seamos siempre veraces, pero que nuestra motivación para
decir la verdad sea el amor.