2. ¿Cuál es “la ley de Cristo” de la que nos habla Pablo en
Gálatas, 6: 2?
“Un mandamiento nuevo os doy: Que os
améis unos a otros; como yo os he
amado, que también os améis unos a
otros. En esto conocerán todos que sois
mis discípulos, si tuviereis amor los unos
con los otros” (Juan, 13: 34-35)
Jesús nos amó como nadie
puede amar. Él es la fuente
de todo acto de amor.
Cumplir la ley de Cristo es
amar. Los creyentes
debemos ser reconocidos
por nuestra vida de amor.
3. En Gálatas, 6: 1-10, Pablo desglosa algunos principios
prácticos de la ley del amor:
1. Cómo debemos, como iglesia, tratar
a los que yerran (Gálatas, 6: 1 p.p.)
2. Cómo debemos, individualmente,
tratar a los que yerran
(Gálatas, 6: 1 ú.p.)
3. Cómo debemos ayudarnos unos a
otros (Gálatas, 6: 2)
4. Qué concepto debemos tener cada
uno de nosotros mismos
(Gálatas, 6: 3-5)
5. En definitiva, debemos vivir
haciendo el bien (Gálatas, 6: 6-10)
4. “Hermanos, si alguno fuere sorprendido
en alguna falta, vosotros que sois
espirituales, restauradle con espíritu
de mansedumbre…” (Gálatas, 6: 1)
Pablo no está hablando aquí de un pecado
desafiante sino de una “falta”.
El contexto sugiere que Pablo se refiere no solo a un
creyente que sorprende a otro en un acto malo, sino
también cuando una persona encuentra que “incurrió”
en una conducta errada que habría elegido evitar.
“La censura y el oprobio no rescataron jamás a nadie de una posición
errónea; pero ahuyentaron de Cristo a muchos y los indujeron a cerrar sus
corazones para no dejarse convencer. Un espíritu bondadoso y un trato
benigno y persuasivo pueden salvar a los perdidos y cubrir multitud de
pecados. La revelación de Cristo en nuestro propio carácter tendrá un poder
transformador sobre aquellos con quienes nos relacionemos”
E.G.W. (El discurso maestro de Jesucristo, “Las críticas y la regla de oro”, pg. 109)
5. “…considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”
(Gálatas, 6: 1)
“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1ª de Corintios, 10: 12)
A la sentencia de Jesús “el que de vosotros esté sin pecado sea el primero en
arrojar la piedra” (Juan, 8: 7), Pablo añade: “el que esté completamente seguro de
que nunca incurrirá en la falta que critica, que arroje la primera piedra”.
Ser conscientes de nuestra propia debilidad ante el pecado debe hacernos tratar a
los que yerran con cariño y bondad, tal como querríamos que nos tratasen a
nosotros si incurriésemos en una falta similar.
“Recordemos que estamos luchando y cayendo,
fallando en palabra y acción en representar a
Cristo, fallando en levantarnos nuevamente,
descalentándonos y esperando. Cuidemos de
no actuar duramente hacia quienes, lo mismo
que nosotros, son objeto de tentación y que,
como nosotros, son el objeto del amor infalible
de Cristo”
E.G.W. (Testimonios para la iglesia, tomo 9, “La lucha que tenemos por delante”, pg. 178
6. “Sobrellevad los unos las cargas de
los otros, y cumplid así la ley de
Cristo” (Gálatas, 6: 2)
De este texto aprendemos que:
1. Todos los cristianos tienen cargas (puede
ser una tentación, un malestar físico, un
desorden mental, falta de empleo, una
crisis personal o familiar, …)
2. Dios no desea que llevemos todas
nuestras cargas solos. Esto implica que:
a. Debemos ayudar a nuestros
hermanos en sus dificultades. No
hacerlo priva a nuestros hermanos
del consuelo que podríamos
brindarles.
b. Debemos dejar que nuestros “La simpatía y el tierno interés por
hermanos nos ayuden en nuestras otros proporcionarán a nuestra
dificultades. No hacerlo no solo nos alma bendiciones que no hemos
quita el consuelo de otros sino
experimentado, y nos pondrán en
también impide que otros cumplan
el ministerio que Dios les dio. estrecha relación con nuestro
Redentor” E.G.W. (A fin de conocerle, 24 de noviembre)
7. “Porque cada uno llevará su propia carga” (Gálatas, 6: 5)
¿En qué quedamos? ¿Debemos sobrellevar los unos las cargas de los
otros o cada uno debe llevar su propia carga?
Esta aparente contradicción no existe en el griego
original. La palabra “carga” del versículo 2 es báros,
y habla de un peso grande que debía llevarse a una
gran distancia.
La palabra “carga” del versículo 5 es
fórtion, y se refiere a la carga de un barco,
la mochila de un soldado, o un niño en el
vientre de su madre.
8. Las cargas “báros” son cargas que
pueden ser llevadas por varias personas.
Debemos ayudar a otros a llevarlas, así
como otros pueden ayudarnos a llevar
las nuestras.
Sin embargo, al igual que nadie puede llevar al niño
que está en el vientre de su madre, las cargas
“fórtion” (tales como una conciencia culpable, un
sentimiento de superioridad, un pecado, …) las debe
llevar el creyente por sí mismo. Dependemos solo de
la ayuda de Dios para sobrellevar, aliviar o quitar
este tipo de cargas.
“La iglesia puede amonestar, aconsejar y advertir, pero no puede
obligar a nadie a seguir el camino recto. Todo aquel que persista en
despreciar la Palabra de Dios, deberá llevar su propia carga, dar
cuenta de sí a Dios, y sufrir las consecuencias de su propia conducta”
E.G.W. (Testimonios para la iglesia, tomo 5, “La unidad cristiana”, pg. 229)
9. “Porque el que se cree ser algo, no
siendo nada, a sí mismo se engaña. Así
que, cada uno someta a prueba su
propia obra, y entonces tendrá motivo
de gloriarse sólo respecto de sí mismo,
y no en otro” (Gálatas, 6: 3-4)
“El que valora más de lo justo su obra o
sus méritos, "se engaña". El peligro de la
presunción propia radica en el hecho de
que anula el examen propio y el
sentimiento de necesidad. Antes de que
Dios pueda hacer algo por nosotros,
debemos sentir nuestra necesidad (ver
com. Mat. 5: 3). La persona más desvalida
del mundo es la que se engaña a sí misma
hasta el punto en que la domina una
completa suficiencia propia. Dios no puede
hacer nada por nosotros a menos que
estemos dispuestos a aceptar lo que él nos
ofrece. El que no siente su necesidad
nunca pedirá la gracia de Dios”
(CBA, sobre Gálatas, 6: 3)
10. “No nos cansemos, pues,
de hacer bien; porque a
su tiempo segaremos, si
no desmayamos”
(Gálatas, 6: 9)
Pablo nos recuerda que “todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”
(Gálatas, 6: 7)
Si sembramos críticas, rencor, orgullo… recibiremos lo mismo. Dios no siempre nos
librará de las consecuencias de nuestras malas acciones.
Si sembramos amor, compasión, bondad…, recibiremos lo mismo. Con la expresión
“a su tiempo segaremos”, Pablo aclara que no siempre recibiremos en esta tierra el
fruto de nuestros actos.
Pero podemos estar seguros de la promesa de Dios: “He aquí yo vengo pronto, y
mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”
(Apocalipsis, 22: 12)
11. “Puesto que la semilla sembrada produce una cosecha, y
ésta a su vez es sembrada, la cosecha se multiplica. Esta
ley se cumple en nuestra relación con otros. Cada acto,
cada palabra, es una semilla que llevará fruto. Cada acto
de bondad bien pensado, de obediencia o de abnegación,
se reproducirá en otros, y por medio de ellos, todavía en
otros, así como cada acto de envidia, malicia o disensión
es una semilla que brotará en "raíz de amargura", con la
cual muchos serán contaminados. ¡Y cuánto mayor será el
número de los envenenados por los "muchos"! Así prosigue
la siembra del bien y del mal para el tiempo y la
eternidad”
E.G.W. (Palabras de vida del gran Maestro, cp. 6, pg. 63)
12. “Así que, según
tengamos oportunidad,
hagamos bien a todos,
y mayormente a los
de la familia de la fe”
(Gálatas, 6: 10)