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ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
INTRODUCCIÓN: LA PREGUNTA POR LA PERSONA HUMANA
1. EL HOBRE: UN SER QUE SE INTERROGA
¿Quién soy yo? Este interrogante, que ha inquietado al hombre de todas las épocas, hoy se
plantea con mayor urgencia a todo el que quiera vivir su existencia de un modo
verdaderamente humano. Nunca ha sido tan amplio y tan especializado como hoy el
desarrollo de las ciencias del hombre: biología, fisiología, medicina, psicología, sociología,
economía, política…, ciencias que intentan aclarar la complejidad de la vida humana. Pero
esta maravillosa explosión científica está marcada de ambigüedad. El aumento vertiginoso de
los conocimientos técnicos y científicos va acompañado de una creciente incertidumbre
respecto a lo que constituye el ser profundo y último del hombre. Quizás estemos asistiendo
actualmente a la más amplia crisis de identidad que ha atravesado nunca el hombre. El
hombre ya no sabe quién es.
La Antropología Teológica busca dar respuesta a esta pregunta, y puede hacerlo de dos
maneras:
a) Antropología desde dentro.- Esta ve al hombre desde su realidad constitutiva: Dios.
Dios es su principio, su raíz su fundamento, su elemento constituyente, de manera que el
hombre solo se entiende a sí mismo desde su realidad constitutiva más radical: Dios. Dios
no es ajeno a la vida del hombre, no es un extraño.
b) Antropología desde fuera.- Esta estudia a un hombre neutro, al hombre
independientemente de Dios. Este esquema provoca la indiferencia religiosa, ya que en él
el hombre no necesita a Dios para pensarse. Pero es un esquema erróneo. Es necesario
hacer ver al hombre que Dios está en lo más profundo de su ser desde su constitución,
que lo está constituyendo desde dentro. Dice san Agustín: ¡Tarde te amé, hermosura tan
antigua y tan nueva, tarde te amé! Estabas dentro de mí, pero yo estaba fuera, y fuera te
andaba buscando1.
La parábola del hijo pródigo (cf. Lc 15, 11-32) describe muy bien la situación del hombre: la
humanidad entera estaba en la casa del Padre en el principio. Más tarde se rebela contra este y
se marcha, pero en el principio no estaba fuera.
1
San Agustín de Hipona, Confesiones, X, 27, 38.
2
2. SIGNIFICADO DE LA PREGUNTA Y EL SENTIDO DE LA VIDA
¿Qué es el hombre? Se pueden dar muchas respuestas, pero ya la pregunta presenta verdades
acerca de nuestra condición:
2.1.- Distinción entre el hombre y los animales:
El ser humano es capaz de preguntar, hay en él una singularidad específica, marcada por el
hecho mismo de preguntar: la capacidad intelectual, la capacidad para penetrar con la razón la
verdad de las cosas. Solo pregunta aquel que busca, y busca porque tiene la intuición de que
puede encontrar lo que está buscando: en la búsqueda ya tiene el deseo de poder encontrar lo
que busca. Por ejemplo, si en mi casa no hay calcetines, yo no le preguntaré a mi madre
dónde están los calcetines. En la pregunta hay implícita una confianza en que se puede
alcanzar la respuesta.
2.2.- La pregunta siempre va dirigida a alguien:
Esta contiene siempre un tú. Aparece en el horizonte un ser personal. Por ejemplo, en el caso
de los calcetines, el tú es mi madre. Cuando el ser humano tiene interrogantes se está abriendo
al otro. Y en ese abrirse al otro aparece de manera espontánea la presencia de Dios. La
pregunta nunca es hacia uno mismo: los bucles autorreferenciales no son sanos. La pregunta
siempre va hacia afuera. Aparentemente las grandes preguntas van dirigidas a uno mismo,
pero en realidad, con ellas el hombre está saliendo de sí, porque quiere una respuesta. En la
pregunta: ¿quién soy yo?, el hombre está abriendo la puerta a la trascendencia. El único ser
que puede responder totalmente a mis interrogantes es un Ser pleno, personal. ¿Quién es
Cristo? La Palabra, el Logos. El hombre se pregunta porque tiene la confianza de que sus
interrogantes sean contestados, si no, no se preguntaría. El horizonte final de este interrogante
humano es Cristo, que sale al encuentro del hombre como Palabra, para responderle.
2.3.- El hombre es un ser necesitado:
El hecho de que la condición humana esté marcada por la pregunta coloca al hombre en la
indigencia. El hombre no puede darse respuestas a sí mismo, por eso se pregunta. La verdad
del ser humano no está en la soberbia del corazón, sino la humildad. El que pregunta es el
humilde. La persona que no pregunta, porque tiene todas las respuestas, es el soberbio. Pero
esa no es la verdad del hombre: el soberbio es un hombre fracasado, no un hombre verdadero.
Es muy saludable para la condición humana el hecho de preguntar y manifestar la condición
indigente, necesitada, del ser humano: Hitler, Nietzsche, Stalin, eran hombres que no
preguntaban, tenían todas las respuestas.
Para hacer una antropología desde dentro, vista desde su raíz constitutiva, que es Dios, hace
falta buscar en tres fuentes: la Creación, la Palabra de Dios y el Magisterio.
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TEMA I.- LA REALIDAD COMO CREACIÓN
1. SINGULARIDAD DE LA VISIÓN CRISTIANA DE LO REAL
Naturaleza = mundo = realidad = creación: Esta es una visión creyente. Pero hoy en día existe
mucha gente que no hace esta relación. Para algunos, todo es accidente, fruto del azar. Para
otros la materia es eterna. La realidad puede verse de distinta manera si se ve desde la fe o no.
El modo propio de ver la realidad, el mundo, desde la fe, es la creación. Hace cien años, este
problema no existía. Independientemente de las particularidades de cada fe, todo el mundo
creía que el mundo surge de Dios o de los dioses.
La visión cristiana de la realidad viene expuesta en el nº 282 del Catecismo:
La catequesis sobre la creación reviste una importancia capital. Se refiere a los
fundamentos mismos de la vida humana y cristiana: explicita la respuesta de la fe cristiana
a la pregunta básica que los hombres de todos los tiempos se han formulado: ¿De dónde
venimos?, ¿adónde vamos?, ¿cuál es nuestro origen?, ¿cuál es nuestro fin?, ¿de dónde
viene y adónde va todo lo que existe? Las dos cuestiones, la del origen y la del fin, son
inseparables. Son decisivas para el sentido y la orientación de nuestra vida y nuestro obrar.
Esta visión cristiana del mundo como creación de Dios implica también el señorío absoluto de
Dios sobre lo creado. Dios crea de la nada (ex nihilo) y es el Señor de todo. Si existiera algo
antes de la creación, no sería creado por Dios. Dios lo habría tomado para hacer el mundo,
pero no sería suyo. Eso iría también en contra de su soberana libertad, porque implicaría que
estaría obligado a usar la materia prima para formar el mundo.
La creatio ex nihilo es una visión completamente nueva del mundo judeocristiano con
respecto al mundo griego, que sostiene que de la nada nada sale. Para Aristóteles, la materia
prima es eterna. Esto implica que la realidad está sujeta a las leyes de un destino irremediable.
Todo sucede inevitablemente. Por eso, los griegos presentan la realidad del mundo como una
tragedia, donde la desgracia es inevitable: no se puede salir de ella. El mundo clásico
grecolatino desconoce la esperanza, pues todo ocurre por necesidad.
El cristianismo va a aportar una liberación de la realidad y del hombre, un horizonte de
esperanza. Cuando la fe judía en la creación se expande con el cristianismo por toda la cuenca
del Mediterráneo, hace depender al mundo, no de sí mismo, ni del destino como fuerza
impersonal, sino de un Ser supremo que lo sostiene, lo cuida y lo dirige. Las leyes de la
naturaleza no lo conducen a un destino inevitable: Dios es el Garante de un destino de bien,
un destino salvífico del hombre y de la naturaleza, que lo libera y le da esperanza.
El hombre tampoco depende ya de unas leyes de la naturaleza soberanas e inmutables:
Jesucristo resucitado, la multiplicación de los panes o la resurrección de Lázaro, son ejemplos
de ruptura de las leyes de la naturaleza. Estas son obedientes a Dios, le están sometidas. La
resurrección de los cuerpos es la ordenación de cuanto existe a la voluntad soberana de Dios.
En el episodio de Ezequiel y los huesos secos (Ez 37, 1-14) los muertos resucitan ante la
orden de la Palabra soberana de Dios.
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La maravillosa revelación divina de la creatio ex nihilo pone al hombre en su centro, como
señor de todo: Dijo Dios: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza
nuestra; que manden en los peces del mar y en las aves del cielo, en las bestias y en todas las
alimañas terrestres, y en todos los reptiles que reptan por la tierra” (Gn 1, 26). Y como
reafirmación de este Señorío, lleva a todos los animales ante el hombre para que este les
ponga nombre (cf. Gn 2, 19-20), acción que para la mentalidad semita implica tener dominio
sobre ellos.
Pero este don de Dios implica también una gran responsabilidad: el hombre debe cuidar la
tierra: Tomó, pues, el Señor Dios al hombre y lo dejó en el jardín de Edén, para que lo
labrase y cuidase (Gn 2, 15). Debe además someterla: Después los bendijo Dios con estas
palabras: Sed fecundos y multiplicaos, henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces
del mar y en las aves del cielo y en todo animal que repta sobre la tierra (Gn 1, 28).
Cuando una persona no tiene la visión de la creación como obra de Dios, se relaciona con ella
a modo de materia de transformación. En cambio, cuando se contempla la realidad, la
naturaleza, como una creación maravillosa de Dios, aparece inmediatamente la conciencia del
deber de cuidarla y preservarla, en tanto que don gratuito de Dios al hombre. Esta armonía del
hombre con la naturaleza la podemos observar en los monasterios y los lugares marianos.
Siempre se establecen en lugares donde la naturaleza es bella.
2. LA CREACIÓN EN LA SAGRADA ESCRITURA
De manera sintética podríamos afirmar que existen tres formas de comprensión de lo real, del
universo, de todo cuanto existe:
 Creado.- Implica la existencia de un Dios transcendente creador.
 Emanado.- En esta visión la realidad se identifica con lo divino: Realidad = Dios. La
realidad es una emanación, un fluido procedente de Dios. Dios queda diluido en lo real.
 Materia eterna.- El universo ha existido siempre.
La noción bíblica de la realidad es la creación. Todo cuanto existe ha sido creado y en cuanto
tal nos habla de su Creador. La obra de arte habla del artista: al contemplar un cuadro, la
primera pregunta que surge es: ¿Quién lo ha hecho? También la creación habla de su Creador,
y no tiene sentido sin Él. Es imposible explicar lo creado sin hacer referencia a su origen.
La metodología que usaremos a la hora de estudiar los textos bíblicos, es no leerlos como
literatura mitológica, sino como la realidad que Dios ha querido revelar a los hombres para
que estos se salven. En nuestro estudio bíblico de la creación veremos el libro del Génesis.
Existen dos peligros al leer este libro:
a) Verlo como un mito.- Como si fuera un cuentecito inventado. Eso no es verdad: este
libro contiene una verdad sustancial de la fe.
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b) Verlo como un libro de ciencia.- Hacer una lectura cosmológica, Eso no es verdad
tampoco. Durante mucho tiempo, los teólogos han intentado ajustar los datos del Génesis
con los de la ciencia. Pero el Génesis no es un libro de física, sino de fe. La Sagrada
Escritura no se puede tomar como un libro de biología o de historia. No se puede leer de
manera estática, como si fuera un libro de derecho, que parte de unos cánones, en los que
todo se establece. Lo que contiene no es mentira, es la Verdad, una Verdad salvífica. A
consecuencia de ciertas visiones parciales, reduccionistas e intelectualistas a la hora de
interpretar las Escrituras aparecen los conflictos, las tensiones, como en el caso de
Galileo.
La Biblia es una experiencia orante de fe por parte de los autores sagrados. Cuando estos nos
hablan de la creación, lo hacen porque han hecho la experiencia de que Dios ha creado todo
de la nada y es Señor de todo cuanto existe.
A esto hay que añadir que los cristianos debemos hacer una lectura solidaria de la Biblia:
existe una relación entre todos sus libros. Esto nos permite leer la creación en el Génesis con
una clave cristológica: Al leer que Dios crea todas las cosas, hay que tener siempre en el
horizonte a san Pablo: Todo fue creado por Él y para El, Él es el origen de todo y todo se
mantiene en Él (Col 1, 16 s).
Esta unión profunda que existe entre todos los libros de la Sagrada Escritura se debe a dos
razones:
a) La Biblia entera es Palabra de Dios, es una verdad revelada por Dios al hombre para su
salvación.
b) Esta verdad se revela a lo largo de una historia de salvación, en la que Dios se va
revelando a su pueblo de una forma progresiva, revelación que culmina en Cristo.
En esta historia de salvación, el relato de la creación, aunque aparece al principio de la Biblia,
no es uno de los primeros enunciados de fe que formula y tematiza el pueblo de Israel. El
primer dato de la fe en la elección de Dios, en su promesa, es Abraham: Mi padre era un
arameo errante (Dt 26, 5).
La fe en Dios creador se va gestando poco a poco en el pueblo de Israel, va madurando a lo
largo de su historia, de forma que este no alcanza una visión clara de la idea de creación de la
nada hasta la amarga experiencia del destierro en Babilonia, en el siglo VI. Este es uno de los
momentos más difíciles para Israel: ha perdido todo lo que lo identificaba como pueblo: la
Tierra, el Rey y el Templo. Está al borde de la extinción.
Ante esta situación, el Génesis aporta un mensaje de esperanza: Confiemos en Dios, pues Él
ha creado todo cuanto existe y no va a dejar que seamos aniquilados. De la misma manera que
Dios creó todo de la nada, nos salvará a nosotros. De esta manera la conciencia de Dios como
Creador soberano que se ha ido gestando a lo largo de la historia de Israel queda plasmada en
los primeros capítulos del Génesis, verbalizada en el dato del Dios creador de la nada.
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Algunos autores, con un enfoque metodológico erróneo, defienden que como el texto no se
escribe hasta el siglo VI, antes de ese momento el pueblo no tenía fe en la creación. Estos
autores defienden que Israel recicla los mitos babilonios sobre el hombre modelado de arcilla.
Pero la fe en la creación ya existía antes: primero está la experiencia vital y luego aparece la
tematización de esta. El pueblo de Israel no podría comprenderse sin la fe en Dios como
Dueño y Señor de todo lo que existe.
En Babilonia Israel va a contar con dos elementos que le servirán para verbalizar su
experiencia de fe en Dios creador:
a) Una experiencia vital de muerte y exterminio:
Ante este acontecimiento la fe de Israel se tambalea. Está a punto de extinguirse, porque se
mezcla con los babilonios, olvida la Ley y toma las costumbres y los dioses caldeos.
Pero aparecen los profetas, anunciando que de la misma manera que Dios crea todo de la
nada, tiene poder para recrear a Israel. Dios se revela a través de ellos como Dueño y Señor.
Hablan de los anawin, los pobres, el Pequeño Resto, el tocón del árbol talado que vuelve a
crecer.
b) Referencias culturales babilonias como material previo:
El pueblo, en medio de su experiencia vital, escucha las cosmogonías babilonias (relatos
míticos sobre el origen de la existencia). En la Epopeya de Gilgamés la humanidad surge de
manos de Aru, una diosa que modela al primer hombre de barro y sangre: Él y Ella como
padres de todos los pueblos. Ya hay una referencia del origen del hombre vinculado al barro,
a la arcilla. Israel recoge los elementos literarios y crea un relato nuevo.
Por tanto es falsa la creencia de que Israel recicla los relatos babilonios. Es verdad que toma
las figuras, pero la narración es nueva. Hay un material conocido: toma las figuras porque le
son próximas, pero el enfoque es completamente distinto.
Se distingue por ejemplo en la relación del hombre con Dios. El famoso hombre de barro que
aparece en la literatura extrabíblica, es un hombre herido en la lucha contra los dioses, al que
una diosa sana tomando barro de los cuatro puntos cardinales. En cambio, en el relato bíblico,
Dios no lucha contra el hombre, al contrario, se acerca a él, se preocupa por él: No es bueno
que el hombre esté solo (Gn 2, 18).
También se distingue por el hecho de la libertad. El hombre no ha sido creado para servir a
los dioses. Ha sido creado por pura iniciativa soberana de Dios, por Amor, y por tanto, ha sido
creado libre.
Esto es una novedad revolucionaria con respecto a todos los textos mitológicos que rodeaban
a Israel, algo desconocido hasta entonces. Esto se debe a que el texto bíblico de la creación no
es fruto de un intento humano de explicación de la realidad, sino una Revelación divina.
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2.1.- Tematizaciones de creación en el Antiguo Testamento:
La primera aparece históricamente en Gn 14, 18-19:
Entonces Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios
Altísimo, y le bendijo diciendo: “¡Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de cielos y
tierra, y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos!” Y le dio
Abram el diezmo de todo.
Este texto no habla aún explícitamente de creación de la nada, pero hay un testimonio claro
de una fe en Dios altísimo, Creador de cielos y tierra. El texto de la creación todavía no está
compuesto, pero la fe veterotestamentaria en Dios creador ya está presente en la conciencia de
Israel.
2.1.1.- Los libros proféticos:
El paso del henoteísmo o monolatría (existen muchos dioses, pero solo Yahveh es digno de
adoración) al monoteísmo (Yahveh es el único Dios, Creador soberano de todo cuanto existe)
se dio en Israel de una forma lenta y progresiva. Para ello fue fundamental la predicación de
los profetas. Estos presentan a Yahveh como el verdadero y único Dios, un Ser personal y
vivo con el que se comunican y en cuyo nombre hablan.
a) Amós:
Para Amós, Yahveh no solo es el Dios de Israel, sino el de todos los pueblos extranjeros (cf.
Am 1, 3-15; 9, 7); del cielo y la tierra (cf. Am 5, 8; 7, 4; 8, 9).
b) El Deuteroisaías:
Pero es con los profetas del exilio, y particularmente con el Deuteroisaías, con los que se
asienta popularmente la idea de un Dios único y creador de todo. Ante la situación del exilio
en Babilonia, que lleva a Israel a pensar que su Dios le ha abandonado bajo el poder de sus
enemigos, el Deuteroisaías trata de inculcar la fe en Yahveh y la esperanza de que volverá a
salvarle de nuevo:
Is 49, 14.- Decía Sión: “Yahveh me ha abandonado, el Señor se ha olvidado de mí”.
Es el lamento del pueblo desterrado en Babilonia que se siente abandonado y olvidado por
Dios.
Is 51, 9-13.- ¡Despierta, despierta, revístete de poderío, oh brazo de Yahveh! ¡Despierta
como en los días de antaño, igual que en las generaciones pasadas! ¿No eres Tú el que partió
a Ráhab, el que atravesó al Dragón? ¿No eres Tú el que secó el Mar, las aguas del gran
Océano, el que trocó en camino el lecho del mar para que pasasen los rescatados? Los
redimidos de Yahveh volverán, entrarán en Sión entre aclamaciones, y habrá alegría eterna
sobre sus cabezas. ¡Regocijo y alegría les acompañarán! ¡Adiós, el penar y los suspiros! Yo,
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Yo soy tu Consolador. ¿Por qué tienes miedo del mortal, del hombre comparable al heno?
Olvidaste a Yahveh, tu Hacedor, el que extendió los cielos y asentó los cimientos de la tierra;
y sentías pavor todo el día ante la furia del opresor, en cuanto se aplica a destruir. ¿Dónde
está esa furia del opresor?
Dios se presenta como el Hacedor, que modela los Cielos y la Tierra, Dueño y Creador de
todo cuanto existe, Consolador del pueblo en su destierro. ¡Todavía no ha sido escrito el
relato de la creación!
Is 40, 8-13.- La hierba se seca, la flor se marchita, mas la Palabra de nuestro Dios
permanece por siempre. Súbete a un alto monte, alegre mensajero para Sión; clama con voz
poderosa, alegre mensajero para Jerusalén, clama sin miedo. Di a las ciudades de Judá:
“Ahí está vuestro Dios”. Ahí viene el Señor Yahveh con poder, y su brazo lo sojuzga todo.
Ved que su salario le acompaña, y su paga le precede. Como pastor pastorea su rebaño:
recoge en brazos los corderitos, los lleva en su regazo y trata con cuidado a las paridas.
¿Quién midió a puñados los mares o calculó a palmos la dimensión del cielo, o puso en una
anega el polvo de la tierra? ¿Quién pesó con la romana los montes y los cerros con la
balanza? ¿Quién abarcó el Espíritu de Yahveh y le aconsejó lo que había de hacer?
El texto comienza hablando de un Dios que como un Pastor cuida y protege a su pueblo, pero
da un salto enorme, para presentarlo de manera indirecta como Dios creador, Dueño y
Soberano de todo, provocando al hombre: ¿Quién le aconsejó lo que había de hacer?
Is 40, 21-28.- ¿No lo sabíais? ¿No lo habíais oído? ¿No se os dijo desde un principio? ¿No
os lo dieron a entender desde que se fundó la tierra? Él habita en el orbe terrestre, sus
habitantes le parecen saltamontes. Él expande los cielos como un toldo, y los despliega como
una tienda habitable. Él aniquila a los tiranos, y reduce a la nada y a los gobernantes de la
tierra. Apenas los han plantado, apenas sembrados, apenas arraiga en tierra su esqueje,
cuando sopla sobre ellos y se secan, y el vendaval como tamo se los lleva.
¿Con quién me asemejaréis?, ¿con quién me compararéis?, dice el Santo. Alzad a lo alto los
ojos y ved: ¿quién ha creado estas cosas? El que hace salir por orden al ejército celeste, y
llama a cada estrella por su nombre. Gracias a su esfuerzo y al vigor de su energía, no falta
ni una. ¿Por qué dices, Jacob, por qué andas hablando, Israel: “Mi comportamiento está
oculto a Yahveh, a Dios se le pasa mi derecho”? ¿No lo sabes, no lo has oído que Yahveh es
un Dios eterno, creador de los confines de la tierra? No se cansa ni se fatiga, su inteligencia
es inescrutable.
Yahveh como el Creador del cielo y de la tierra, Dios soberano cuya fuerza no tiene límites.
Ante la incomprensión del pueblo, que se siente abandonado por Dios, aparece una respuesta:
Si Dios puede decidir el fin de todo es porque todo tiene en Él su principio. Él mantiene el
cosmos en su orden. Su fuerza no tiene límites y es capaz de aniquilar a los tiranos con un
soplo de su boca.
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Is 45, 7-13.- Yo modelo la luz y creo la tiniebla, Yo hago la dicha y creo la desgracia, Yo soy
Yahveh, el que hago todo esto. Destilad, cielos, como rocío de lo alto, derramad, nubes, la
victoria. Ábrase la tierra y produzca salvación, y germine juntamente la justicia. Yo, Yahveh,
lo he creado. ¡Ay de quien litiga con su Hacedor, la vasija de barro con quien la moldea!
¿Dice la arcilla al alfarero: “¿Qué haces?”, o le acusa: “Tu obra no está hecha con
destreza?”. ¡Ay del que dice a su padre!: “¿Qué has engendrado?”, y a su madre: “¿Qué
has dado a luz?”. Así dice Yahveh, el Santo de Israel y su modelador: “¿Vais a pedirme
señales acerca de mis hijos y a darme órdenes acerca de la obra de mis manos? Yo hice la
tierra y creé al hombre en ella. Yo extendí los cielos con mis manos y doy órdenes a todo su
ejército. Yo le he suscitado2 para la victoria y he allanado todos sus caminos. Él reconstruirá
mi ciudad y enviará a mis deportados sin rescate y sin recompensa”, dice Yahveh Sebaot.
Ante la queja de su pueblo, Yahveh responde de forma provocadora: ¿Quién eres tú para
poner en duda mis designios? El texto muestra la trascendencia de Dios, creador de todo
cuanto existe y hacedor del hombre. Sus planes son inescrutables para el hombre, comparado
con una vasija en manos del alfarero.
Pero al mismo tiempo da al hombre una respuesta, una promesa de salvación y de justicia que
se hará patente con la llegada de Ciro, pero que es una creación de Yahveh (cf. Is 41). San
Jerónimo, sustituyendo los términos abstractos del hebreo justicia y salvación por Justo y
Salvador, presenta el texto en clave mesiánica: Ciro es una prefiguración de Cristo.
Is 51, 3.- Cuando haya consolado Yahveh a Sión, haya consolado todas sus ruinas y haya
trocado el desierto en Edén y la estepa en Paraíso de Yahveh, regocijo y alegría se
encontrarán en ella, alabanza y son de canciones.
El Señor consuela a Sión, levanta sus ruinas, hace su desierto semejante a Edén, y su estepa a
un jardín del Señor, habrá gozo y alegría, resonar de canciones. La promesa de Dios permite a
Israel mirar al futuro con esperanza. Dios los va a volver a llevar a Edén, al Paraíso que creó
en un principio para ellos, es decir, va a recrearlos. La creación es presentada de forma
escatológica. El vínculo de unión entre la creación y la escatología es el designio salvífico de
Dios. Dios no creó a su pueblo para la muerte, sino para la Vida.
El verbo que el Deuteroisaías emplea para hablar de la creación de Yahveh es ‫א‬ ָּ‫ָּר‬‫ב‬ (bārā’),
que significa creó (cf. Is 43, 18-19; 48, 6-8). Ya no se trata de un verbo que, como en los
mitos babilónicos o en la acción del Demiurgo platónico, significa modelar. Es un verbo que
significa crear algo sin contar con un elemento preexistente.
Por eso habla también de crear por la Palabra. Yahveh llama a los cielos y estos comparecen
ante Él: Sí, es mi mano la que fundamentó la tierra y mi diestra la que extendió los cielos. Yo
los llamo y todos se presentan. (Is 48, 13).
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Se refiere a Ciro, Rey de Persia (cf. Is 41, 2), que permitió al pueblo volver a Jerusalén y reconstruir
el Templo.
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El profeta exhorta a Israel a no tener miedo, porque su Dios es el que creó los cielos. Presenta
pues la creación como un acontecimiento salvífico. En Is 44, 24, Yahveh se presenta a sí
mismo como tu Salvador y tu Creador.
c) Jeremías:
También Jeremías devuelve la esperanza a Israel basándose en el poder creador de Dios:
Jr 31, 35-37.- Así dice Yahveh, el que da el sol para alumbrar el día, y gobierna la luna y las
estrellas para alumbrar la noche, el que agita el mar y hace bramar sus olas, cuyo nombre es
Yahveh Sebaot: Si estas normas llegasen a fallarme – oráculo de Yahveh – también la prole
de Israel dejaría de ser para mí nación a perpetuidad. Así dice Yahveh: Si pudieran medirse
los altos cielos y sondearse las hondas bases de la tierra, entonces también Yo renegaría de
todo el linaje de Israel por todo cuanto hicieron – oráculo de Yahveh –.
En este texto la creación está expresando la alianza de Dios con su pueblo. Aparece Dios
como aquel que mantiene en su existencia a todo lo creado, y expresa la alianza en los
siguientes términos: mientras Él siga manteniendo el mundo en la existencia, Israel seguirá
siendo su pueblo.
Jr 32, 17-22.- ¡Ay, Señor Yahveh! He aquí que Tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran
poder y tenso brazo: nada es extraordinario para ti, el que hace merced a millares, que se
cobra la culpa de los padres a costa de los hijos que les suceden, el Dios grande, el Fuerte,
cuyo nombre es Yahveh Sebaot, grande en designios y rico en recursos, que tiene los ojos
fijos en la conducta de los humanos, para dar a cada uno según su conducta y el fruto de sus
obras; Tú que has obrado señales y portentos en Egipto, hasta hoy, y en Israel y en la
humanidad entera, y te has hecho un nombre, como hoy se ve; y sacaste a tu pueblo Israel de
Egipto con señales y prodigios y con mano fuerte y tenso brazo y con gran aparato, y les diste
esta tierra que habías jurado dar a sus padres: tierra que mana leche y miel.
En este texto aparece la relación entre la creación y la historia de la salvación. Yahveh es el
Dios grande y poderoso que por su poder creó todo cuanto existe y que cumple la alianza que
juró a Israel al salir de Egipto dándole la Tierra Prometida.
El recuerdo de los grandes prodigios obrados por Dios en el Éxodo es presentado como una
promesa de liberación para el pueblo. Dios, que los entrega en manos de sus enemigos a causa
de sus pecados, es el Dios grande, el Fuerte, que igual que sacó a Israel de Egipto en medio de
grandes signos y prodigios. Él liberará a su pueblo y le dará de nuevo una tierra.
d) En síntesis:
Podríamos decir que la fe de Israel en la creación, elaborada en el momento más trágico de su
historia, queda expresada en los siguientes puntos:
 La creación está conectada con la esperanza escatológica: Dios que nos creó nos salvará.
11
 Es presentada como expresión de la historia de la salvación: El Dios que creó todo cuanto
existe es el mismo que guía providentemente la historia de Israel.
 Está expresando la alianza: Mira al cielo y cuenta las estrellas, si puedes contarlas. Así
será tu descendencia (Gn 15, 5). Dios que tiene poder para crear todas las estrellas del
cielo dará a Abraham una descendencia incontable.
 La naturaleza entera, en tanto que creación, está vinculada a la Palabra divina: Dijo
Dios… y existió. Todas las cosmogonías: babilonias, griegas, egipcias, hindúes…
comienzan con un caos. En el texto bíblico en el principio no está el caos, ni un destino o
una ley inflexible, sino Dios.
2.1.2.- Los salmos:
Los salmos son la oración que brota de la contemplación de la creación: esta nos mueve a la
alabanza, nos hace cantar a Dios. Para un israelita, la creación entera forma parte de una
oración litúrgica.
En el Cántico de los tres jóvenes (Dn 3, 52-90), un salmo maravilloso que se encuentra en el
interior del Libro del profeta Daniel, el salmista, el hombre, es un maestro de ceremonias que
invita a toda la creación a bendecir al Señor.
En algunos salmos, el salmista coloca a la creación en plena acción litúrgica de alabanza a
Dios: Rezuman los pastos del páramo y las colinas se orlan de alegría, las praderas se
cubren de rebaños y los valles se visten de mieses que aclaman y cantan (Sal 65, 13-14). Las
mieses (los campos de cereales ya en fruto) están secas, y al pasar el viento se mueven y
silban. El salmista se queda maravillado porque descubre que con su movimiento y su sonido
las mieses están dando gloria a Dios, lo alaban y cantan para Él.
Veamos ahora algunos salmos que cantan la creación de Dios:
Salmo 8:
¡Señor, Dios nuestro,
qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
Tú que asientas tu majestad sobre los cielos,
por boca de chiquillos, de niños de pecho,
cimientas un baluarte frente a tus adversarios,
para acabar con enemigos y rebeldes.
Al ver tu cielo, hechura de tus dedos,
la luna y las estrellas que pusiste,
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el hijo de Adán para que de él te cuides?
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Apenas inferior a un dios lo hiciste,
coronándolo de gloria y de esplendor;
señor lo hiciste de las obras de tus manos,
todo lo pusiste bajo sus pies:
ovejas y bueyes, juntos,
y hasta las bestias de campo,
las aves del cielo, los peces del mar
que circulan por las sendas de los mares.
¡Señor, Dios nuestro, qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
El salmista se asombra, se maravilla de la creación, y, ante tanta hermosura y tanta grandeza,
se pregunta: ¿qué es el hombre? Busca un lugar para él. La respuesta es impresionante: el
hombre es la cumbre, el centro de la creación, Dios lo ha coronado de gloria y esplendor, lo
ha hecho señor de lo creado y ha sometido todo bajo sus pies. Este salmo es anterior al relato
del Génesis, y ya el hombre es corona de la creación. En el primer capítulo del Génesis, Dios
va creando todo lo que existe, y el culmen es el hombre.
Salmo 90:
De Moisés, hombre de Dios.
Señor, Tú has sido para nosotros un refugio de edad en edad.
Antes de ser engendrados los montes,
antes de que naciesen tierra y orbe,
desde siempre hasta siempre Tú eres Dios.
Tú devuelves al polvo a los hombres,
diciendo: “¡Volved, hijos de Adán!”.
Porque mil años a tus ojos son un ayer que pasó,
una vigilia en la noche.
Tú los sumerges en un sueño,
a la mañana son hierba que brota:
brota y florece por la mañana,
por la tarde está mustia y se seca.
Pues tu cólera nos ha consumido,
nos ha anonadado tu furor.
Has puesto nuestras culpas ante ti,
nuestros secretos a la luz de tu rostro.
Bajo tu cólera declinan todos nuestros días,
como un suspiro consumimos nuestros años.
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Vivimos setenta años,
ochenta con buena salud,
mas son casi todos fatiga y vanidad,
pasan rápido y nosotros volamos.
¿Quién entiende el golpe de tu ira?,
¿quién percibe la fuerza de tu cólera?
¡Enséñanos a contar nuestros días,
para que entre la sabiduría en nuestro corazón!
¡Vuelve, Señor! ¿Hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.
Sácianos de tu amor por la mañana,
y gozaremos y cantaremos de por vida.
Alégranos por los días que nos humillaste,
por los años en que conocimos la desdicha.
¡Que tus siervos vean tu acción,
y tus hijos tu esplendor!
¡La dulzura del Señor sea con nosotros!
¡Consolida Tú la acción de nuestras manos!
El salmo habla de la caducidad del hombre: Tú devuelves al polvo a los hombres diciendo:
“Volved, hijos de Adán”. Esa referencia al polvo aparecerá también en Gn 3, 19: Comerás el
pan con el sudor de tu rostro hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado, porque eres
polvo y al polvo tornarás. Aparecerá también en el relato yahvista de la creación del hombre:
Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de
vida, y resultó el hombre un ser viviente (Gn 2, 7). Frente a la caducidad del hombre, el salmo
presenta la grandeza de Dios soberano, que no está condicionada por nada. Crea al hombre de
la nada y lo levanta del polvo.
Salmo 136:
¡Aleluya!
¡Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!
Dad gracias al Dios de los dioses, porque es eterno su amor.
Dad gracias al Señor de los señores, porque es eterno su amor.
Al único que ha hecho maravillas, porque es eterno su amor.
Al que hizo el cielo con sabiduría, porque es eterno su amor.
Al que asentó la tierra sobre las aguas, porque es eterno su amor.
Al que hizo las grandes lumbreras, porque es eterno su amor;
el sol para regir el día, porque es eterno su amor;
luna y estrellas que rigen la noche, porque es eterno su amor.
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Al que hirió en sus primogénitos a Egipto, porque es eterno su amor;
y sacó a Israel de entre ellos, porque es eterno su amor;
con mano fuerte y tenso brazo, porque es eterno su amor.
Al que partió en dos el Mar de los Juncos, porque es eterno su amor;
e hizo pasar por medio a Israel, porque es eterno su amor;
y hundió en él al faraón con sus huestes, porque es eterno su amor.
Al que guio a su pueblo en el desierto, porque es eterno su amor.
Al que hirió a grandes reyes, porque es eterno su amor;
y dio muerte a reyes poderosos, porque es eterno su amor;
a Sijón, rey de los amorreos, porque es eterno su amor;
y a Og, rey de Basán, porque es eterno su amor.
Y dio sus tierras en herencia, porque es eterno su amor;
en herencia a su pueblo Israel, porque es eterno su amor.
Al que se acordó de nosotros, humillados, porque es eterno su amor;
y nos libró de nuestros adversarios, porque es eterno su amor.
Al que da pan a todo viviente, porque es eterno su amor.
¡Dad gracias al Dios de los cielos, porque es eterno su amor!
Este es un salmo de alabanza. Habla de la creación y de la naturaleza y de cómo esta hace
referencia a Dios como a su Creador soberano. La contemplación de la naturaleza nos habla
de Dios creador y de la Soberanía divina. La belleza de la creación nos abre los poros hacia la
Soberanía creadora de Dios.
Podemos ver en los salmos que la fe bíblica en la creación no empieza cuando se componen
los relatos, sino que estos son el culmen de una fe transmitida a lo largo de los años y presente
ya en otros escritos.
2.1.3.- Los libros sapienciales:
Tras los esbozos que aparecen en los profetas y en los salmos, los libros sapienciales aportan
a la tematización de la creación dos rasgos importantes:
a) La fe bíblica comienza a expresarse en términos del pensamiento heleno, usando una
nueva terminología y concepción del mundo, concepción que algunos autores consideran
dualista, sobre todo en el Libro de la Sabiduría.
El autor de este libro pone en confrontación directa el pensamiento judío con el
helenismo, manejando unas categorías que no domina, y que a veces traicionan su
pensamiento auténtico (cf. 9, 15; 11, 17), pero que resultan desmentidas por el conjunto
de los pasajes del libro.
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La última parte del libro (capítulo 19) rememora la salvación de Israel de manos de
Egipto. Se vuelve así a la idea nuclear de la teología veterotestamentaria de la creación:
La creación es preludio, marco y fundación de la alianza. Así el autor acaba
testimoniando la honda raigambre bíblica de su pensamiento.
b) Se expresa la creación en términos de orden y medida. Dios crea con inteligencia, por lo
que hay una sabiduría intelectiva en todo cuanto existe. El orden y la medida que posee la
Creación tiene su origen en Dios y conducen hacia Él a la inteligencia creada, es decir, al
hombre.
La literatura sapiencial surge a partir del siglo IV a. C., encontrando su pleno desarrollo en el
II a. C. Está muy influida por el contexto heleno que domina el Mediterráneo: Alejandro
Magno conquista toda la cuenca del Mediterráneo imponiendo la cultura griega por doquier.
El paradigma de la vida para la cultura griega es la sabiduría.
En Israel se impone también la cultura griega. Los griegos afirman que la sabiduría es la
plenitud del hombre, y ridiculizan a Israel y a sus costumbres. Frente a esta invasión pagana,
el pueblo hebreo reacciona defendiendo la verdadera Sabiduría, superior a la sabiduría
simplemente humana de los griegos: la Sabiduría de la Torá. En los libros sapienciales la
Sabiduría divina va a aparecer como la fuente de la que mana toda sabiduría. Ella es la que
crea orden y medida. Por eso aparecerán elementos de medida a la hora de presentar la
creación.
Veamos algunos textos:
Job 28, 12-28.- Mas la Sabiduría, ¿de dónde viene?, ¿cuál es la sede de la Inteligencia?
Ignora el hombre su sendero, no se le encuentra en la tierra de los vivos. Dice el Abismo:
“No está en mí”, y el Mar: “No está conmigo”. No se puede dar por ella oro fino, ni
comprarla a precio de plata, ni evaluarla con el oro de Ofir, el ágata preciosa o el zafiro. No
la igualan el oro ni el vidrio, ni se puede cambiar por vaso de oro puro. Corales y cristal ni
mencionarlos, mejor es pescar Sabiduría que perlas. No la iguala el topacio de Kus, ni con
oro puro puede evaluarse.
Mas la Sabiduría, ¿de dónde viene?, ¿cuál es la sede de la Inteligencia? Se oculta a los ojos
de todo ser viviente, se hurta a los pájaros del cielo. La Perdición y la Muerte dicen: “De
oídas sabemos su renombre”. Solo Dios su camino ha distinguido, solo Él conoce su lugar.
(Porque Él otea hasta los confines de la tierra, y ve cuanto hay bajo los cielos.) Cuando dio
peso al viento y aforó las aguas con un módulo, cuando a la lluvia impuso ley y un camino a
los giros de los truenos, entonces la vio y le puso precio, la estableció y la escudriñó. Y dijo
al hombre: “Mira, el temor del Señor es la Sabiduría, huir del mal, la Inteligencia”.
Frente a la supuesta sabiduría del hombre, de los filósofos, Job afirma que el hombre no
conoce su camino. La Sabiduría no procede del hombre, no se puede adquirir ni comprar: es
preciosa, pero no es un bien material, no reside en la materia. El único que conoce la sabiduría
es Dios, porque Él es su origen, él es el que ha mensurado, ha dado límites a todo lo que
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existe, al mar, a los cielos. La verdadera sabiduría no es la humana, la de los filósofos, sino el
Temor de Dios. El hombre piadoso, en el que reside la Sabiduría de Dios, ese es el verdadero
sabio.
Eclesiástico 24, 3-6.- Yo salí de la boca del Altísimo, y cubrí como niebla la tierra. Yo
levanté mi tienda en las alturas, y mi trono era una columna de nube. Sola recorrí la
redondez del cielo, y por la hondura de los abismos paseé. Las ondas del mar, la tierra
entera, todo pueblo y nación era mi dominio.
La Sabiduría aparece como un Ser espiritual, está personificada, tiene una cierta entidad. Los
Santos Padres verán más tarde en ella al Espíritu Santo.
Proverbios.- 3, 19-20.- Con la Sabiduría fundó Yahveh la tierra, consolidó los cielos con
inteligencia; con su ciencia se abrieron los océanos y las nubes destilan el rocío.
Todo cuanto ocurre obedece a la Sabiduría de Dios, al designio divino.
Job 38, 1 – 42, 6: Yahveh respondió a Job desde el seno de la tempestad y dijo: « ¿Quién es
este que empaña el Consejo con razones sin sentido? Ciñe tus lomos como un bravo: voy a
interrogarte, y tú me instruirás.
¿Dónde estabas tú cuando fundaba Yo la tierra? Indícalo, si sabes la verdad. ¿Quién fijó sus
medidas?, ¿lo sabrías?, ¿quién tiró el cordel sobre ella? ¿Sobre qué se afirmaron sus bases?,
¿quién asentó su piedra angular, entre el clamor a coro de las estrellas del alba y las
aclamaciones de todos los Hijos de Dios? ¿Quién encerró el mar con doble puerta cuando
del seno materno salía borbotando; cuando le puse una nube por vestido y del nubarrón hice
sus pañales; cuando le tracé sus linderos y coloqué puertas y cerrojos? Le dije: “hasta aquí
llegarás, no pasarás, aquí se estrellará el orgullo de tus olas”. ¿Has mandado, una vez en tu
vida, a la mañana, has asignado a la aurora su lugar, para que agarre a la tierra por los
bordes y de ella sacuda a los malvados? Ella se trueca en arcilla de sello, se tiñe lo mismo
que un vestido. Se quita entonces su luz a los malvados, y queda roto el brazo que se alzaba.
¿Has penetrado hasta las fuentes del mar?, ¿has circulado por el fondo del Abismo? ¿Se te
han mostrado las puertas de la Muerte?, ¿has visto las puertas del país de la Sombra? ¿Has
calculado las anchuras de la tierra?
Cuenta, si es que sabes, todo esto. ¿Por dónde se va a la morada de la luz?, y las tinieblas,
¿dónde tienen su sitio?, para que puedas llevarlas a su término, guiarlas por los senderos de
su casa. Si lo sabes, ¡es que ya habías nacido entonces, y bien larga es la cuenta de tus días!
¿Has llegado a los depósitos de nieve? ¿Has visto las reservas de granizo que yo guardo
para el tiempo de angustia, para el día de batalla y de combate? ¿Por qué camino se reparte
la luz, o se despliega el solano por la tierra? ¿Quién abre un canal al aguacero, a los giros
de los truenos un camino, para llover sobre tierra sin hombre, sobre el desierto donde no hay
un alma, para abrevar a las soledades desoladas y hacer brotar en la estepa hierba verde?
¿Tiene padre la lluvia?, ¿quién engendra las gotas de rocío? ¿De qué seno sale el hielo?,
¿quién da a luz la escarcha del cielo, cuando las aguas se aglutinan como piedra y se
congela la superficie del abismo? ¿Puedes tú anudar los lazos de las Pléyades o desatar las
17
cuerdas de Orión? ¿Haces salir la Corona a su tiempo?, ¿conduces a la Osa con sus crías?
¿Conoces las leyes de los Cielos?, ¿aplicas su fuero en la tierra? ¿Levantas tu voz hasta las
nubes?, la masa de las aguas, ¿te obedece? ¿A tu orden los relámpagos parten, diciéndote:
“Aquí estamos”?
¿Quién puso en el ibis la sabiduría?, ¿quién dio al gallo inteligencia? ¿Quién tiene pericia
para contar las nubes?, ¿quién inclina los odres de los cielos, cuando se aglutina el polvo en
una masa y los terrones se pegan entre sí? ¿Cazas tú acaso la presa a la leona?, ¿calmas el
hambre de los leoncillos, cuando en sus guaridas están acurrucados, o en los matorrales al
acecho? ¿Quién prepara su provisión al cuervo, cuando sus crías gritan hacia Dios, cuando
se estiran faltos de comida? ¿Sabes cuándo hacen las rebecas sus crías?, ¿has observado el
parto de las ciervas?, ¿has contado los meses de su gestación?, ¿sabes la época de su
alumbramiento? Entonces se acurrucan y paren a sus crías, echan fuera su camada. Y
cuando ya sus crías se hacen fuertes y grandes, salen al desierto y no vuelven más a ellas.
¿Quién dejó al onagro en libertad y soltó las amarras del asno salvaje? Yo le he dado la
estepa por morada, por mansión la tierra salitrosa. Se ríe del tumulto de las ciudades, no oye
los gritos del arriero; explora las montañas, pasto suyo, en busca de toda hierba verde.
¿Querrá acaso servirte el buey salvaje, pasar la noche junto a tu pesebre? ¿Atarás a su
cuello la coyunda?, ¿rastrillará los surcos tras de ti? ¿Puedes fiarte de él por su gran
fuerza?, ¿le confiarás tu menester? ¿Estás seguro de que vuelva, de que en tu era allegue el
grano? El ala del avestruz, ¿se puede comparar al plumaje de la cigüeña y del halcón? Ella
en tierra abandona sus huevos, en el suelo los deja calentarse; se olvida de que puede
aplastarlos algún pie, o cascarlos una fiera salvaje. Dura para sus hijos cual si no fueran
suyos, por un afán inútil no se inquieta. Es que Dios la privó de sabiduría, y no le dotó de
inteligencia. Pero en cuanto se alza y se remonta, se ríe del caballo y su jinete. ¿Das tú al
caballo la bravura?, ¿revistes su cuello de tremolante crin? ¿Le haces brincar como
langosta? ¡Terror infunde su relincho altanero! Piafa de júbilo en el valle, con brío se lanza
al encuentro de las armas. Se ríe del miedo y de nada se asusta, no retrocede ante la espada.
Va resonando sobre él la aljaba, la llama de la lanza y el dardo. Hirviendo de impaciencia la
tierra devora, no se contiene cuando suena la trompeta. A cada toque de trompeta responde
con relinchos, olfatea de lejos el combate, las voces de mando y los clamores. ¿Acaso por tu
acuerdo el halcón emprende el vuelo, despliega sus alas hacia el sur? ¿Por orden tuya se
remonta el águila y coloca su nido en las alturas? Pone en la roca su mansión nocturna, su
fortaleza en un picacho. Desde allí acecha a su presa, desde lejos la divisan sus ojos. Sus
crías lamen sangre; donde hay muertos, allí está».
Y Yahveh se dirigió a Job y le dijo: « ¿Tiene más que decir el censor de Shadday? ¡Que
responda el acusador de Dios! ».
Job respondió a Yahveh: « He hablado a la ligera: ¿qué replicaré? Mejor si me tapo la boca
con la mano. Hablé una vez, no responderé; dos veces y nada añadiré ».
Yahveh respondió a Job desde el seno de la tempestad y dijo: « Si eres valiente, cíñete los
lomos: voy a preguntarte y tú me instruirás. ¿De verdad quieres violar mi derecho,
condenarme para quedar absuelto? ¿Tienes un brazo tú como el de Dios?, ¿truena tu voz
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como la suya? ¡Cíñete pues de majestad y de grandeza, revístete de gloria y de esplendor!
¡Derrama la explosión de tu cólera, con una mirada humilla al arrogante! ¡Con una mirada
abate al orgulloso, aplasta en el sitio a los malvados! ¡Húndelos juntos en el suelo, cierra sus
rostros en el calabozo! ¡Y yo mismo te rendiré homenaje, por la victoria que te da tu diestra!
Mira a Behemot, criatura mía, como tú. Se alimenta de hierba como el buey. Mira su fuerza
en sus riñones, en los músculos del vientre su vigor. Atiesa su cola igual que un cedro, los
nervios de sus muslos se entrelazan. Tubos de bronce son sus vértebras; sus huesos, como
barras de hierro. Es la primera de las obras de Dios: su autor le procuró su espada; los
montes le aportan un tributo, y todas las fieras que retozan en ellos. Bajo los lotos se
recuesta, en escondite de cañas y marismas. Los lotos le recubren con su sombra, los sauces
del torrente le rodean. Si el río va bravo, no se inquieta, firme está aunque un Jordán le
llegue hasta la boca. ¿Quién, pues, podrá prenderle por los ojos, taladrar su nariz con
punzones?
Y a Leviatán, ¿le pescarás tú a anzuelo, sujetarás con un cordel su lengua? ¿Harás pasar por
su nariz un junco?, ¿taladrarás con un gancho su quijada? ¿Te hará por ventura largas
súplicas?, ¿te hablará con timidez? ¿Pactará contigo un contrato de ser tu siervo para
siempre? ¿Jugarás con él como con un pájaro, o lo atarás para juguete de tus niñas?,
¿traficarán con él los asociados?, ¿se le disputarán los mercaderes? ¿Acribillarás su piel de
dardos?, ¿clavarás con el arpón su cabeza? Pon sobre él tu mano: ¡al recordar la lucha no
tendrás ganas de volver! ¡Sería vana tu esperanza porque su vista sola aterra! No hay audaz
que lo despierte, ¿y quién podrá resistir ante él? ¿Quién le hizo frente y quedó salvo?
¡Ninguno bajo la capa de los cielos! Mencionaré también sus miembros, hablaré de su fuerza
incomparable. ¿Quién rasgó la delantera de su túnica y penetró en su coraza doble? ¿Quién
abrió las hojas de sus fauces? ¡Reina el terror entre sus dientes! Su dorso son hileras de
escudos que cierra un sello de piedra. Están apretados uno a otro, y ni un soplo puede pasar
entre ellos. Están pegados entre sí y quedan unidos sin fisura. Echa luz su estornudo, sus ojos
son como los párpados de la aurora. Salen antorchas de sus fauces, chispas de fuego saltan.
De sus narices sale humo, como de un caldero que hierve junto al fuego. Su soplo enciende
carbones, una llama sale de su boca. En su cuello se asienta la fuerza, y ante él cunde el
espanto. Son compactas las papadas de su carne: están pegadas a ella, inseparables. Su
corazón es duro como roca, resistente como piedra de molino. Cuando se yergue, se
amedrentan las olas, y las ondas del mar se retiran. Le alcanza la espada sin clavarse, lo
mismo la lanza, jabalina o dardo. Para él el hierro es solo paja, el bronce, madera
carcomida. No le ahuyentan los disparos del arco, cual polvillo le llegan las piedras de la
honda. Una paja le parece la maza, se ríe del venablo que silba. Debajo de él tejas
puntiagudas: un trillo que va pasando por el lodo. Hace del abismo una olla borbotante,
cambia el mar en pebetero. Deja tras sí una estela luminosa, el abismo diríase una melena
blanca. No hay en la tierra semejante a él, que ha sido hecho intrépido. Mira a la cara a los
más altos, es rey de todos los hijos del orgullo ».
Job respondió a Yahveh: « Me doy cuenta que todo lo puedes, que eres capaz de cualquier
proyecto. Era yo el que empañaba tu designio con razones sin sentido. Sí, hablé sin pensar de
maravillas que me superan y que ignoro.
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(Escucha, deja que Yo hable: voy a interrogarte y tú me instruirás.)
Yo te conocía solo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos. Por eso me retracto y me
arrepiento en el polvo y la ceniza ».
Esta perícopa es todo un desarrollo de la medida, el orden, la razón divina. Job pide
explicaciones a Dios y este le responde: Como Yo no sé lo que tengo que hacer, voy a
preguntarte y tú me dirás. ¿Tiraste tú el cordel del mundo? Esta es una imagen plástica de
carácter antropomórfico. Se presenta a Dios como si fuera un albañil que marca la medida
para hacer el mundo. Dios aparece también como el que mantiene todo en la existencia, de ahí
el reproche a Job: ¿Has diseñado tú el ciclo de la naturaleza?
2.1.4.- El Segundo libro de los Macabeos: La “creatio ex nihilo”:
No podemos pasar al siguiente punto sin hacer referencia al Segundo Libro de los Macabeos,
que nos presenta un texto esencial, el colofón final de la tematización de la fe israelita en Dios
creador de todo. El contexto, del que ya hemos hablado, es el proceso de helenización de toda
la Cuenca del Mediterráneo iniciado por Alejandro Magno, quien impone la cultura helénica
en todo el imperio. Israel se acompleja de su propia fe.
Antíoco IV Epífanes llevó hasta el límite este afán helenizador: ridiculizó a Israel y a sus
costumbres, obligó a todo el mundo a adoptar la cultura griega e incluso mandó colocar una
estatua de Zeus Olímpico en el Templo de Jerusalén, en el lugar del Sancta Sanctorum.
En medio de esta persecución, siete hermanos son apresados junto con su madre y torturados
por orden del rey para obligarles a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. Durante la
tortura de sus hijos, la madre les exhortaba a perseverar en la fe diciéndoles:
“Yo no sé cómo aparecisteis en mis entrañas, ni fui yo quien os regaló el espíritu y la vida, ni
tampoco organicé yo los elementos de cada uno. Pues así el Creador del mundo, el que
modeló al hombre en su nacimiento y proyectó el origen de todas las cosas, os devolverá el
espíritu y la vida con misericordia, porque ahora no miráis por vosotros mismos a causa de
sus leyes”.
Antíoco creía que se le despreciaba a él y sospechaba que eran palabras injuriosas. Mientras
el menor seguía con vida, no solo trataba de ganarle con palabras, sino hasta con juramentos
le prometía hacerle rico y muy feliz, con tal de que abandonara las tradiciones de sus padres;
le haría su amigo y le confiaría altos cargos.
Pero como el muchacho no le hacía ningún caso, el rey llamó a la madre y la invitó a que
aconsejara al adolescente para salvar su vida. Tras de instarle él varias veces, ella aceptó el
persuadir a su hijo. Se inclinó sobre él y burlándose del cruel tirano, le dijo en su lengua
patria:
20
“Hijo, ten compasión de mí que te llevé en el seno por nueve meses, te amamanté por tres
años, te crie y te eduqué hasta la edad que tienes (y te alimenté). Te ruego, hijo, que mires al
cielo y a la tierra y, al ver todo lo que hay en ellos, sepas que a partir de la nada (ex nihilo)
lo hizo Dios y que también el género humano ha llegado así a la existencia. No temas a este
verdugo, antes bien, mostrándote digno de tus hermanos, acepta la muerte, para que vuelva
yo a encontrarte con tus hermanos en la misericordia (2M 7, 22-29).
La madre hace una doble referencia a la creación: primero a la creación personal de sus hijos
y luego a la creación entera, que Dios creó de la nada. Afirma que ella no hizo nada, ni sabe
cómo llegaron a este mundo, pero tiene fe (v. 29) en que Dios los devolverá a la vida. Se
conecta creación con salvación, Dios aparece como Alfa y Omega. Se vincula la esperanza en
la Vida eterna a la creación: Dios tiene poder para devolverte la vida, porque ya te la ha dado
una vez.
En 2M 7, 28 es la primera vez que aparece el término ex nihilo, que luego se hará clásico en la
teología. Dios crea todo de la nada. Cuando los cristianos tienen que discutir con los filósofos
griegos sobre la creación (los griegos defendían la eternidad de la naturaleza), los cristianos
usarán la expresión creatio ex nihilo.
2.1.5.- Los relatos de la creación:
Tenemos dos relatos de la creación distintos porque pertenecen a dos tradiciones distintas:
 Gn 1, 1 – 2, 4a se corresponde con la fuente sacerdotal.
 Gn 2, 4b-25 se corresponde con la tradición yahvista.
La fe bíblica en la creación ha tenido distintas expresiones, tematizaciones, recorridos.
Existía un material previo presente en las tradiciones de las distintas tribus, que expresaba de
formas diversas su creencia en un Dios creador, y que fue recogido por los autores bíblicos a
la hora de redactar el texto. Pero los textos bíblicos, redactados por manos humanas, son al
mismo tiempo revelación de Dios, que se sirve de personas concretas insertadas en una
cultura específica con tradiciones propias para transmitir su mensaje de salvación al hombre.
Partiendo de este presupuesto, podemos afirmar en la fe que los relatos de la creación están en
la Biblia, no porque los autores se hayan puesto de acuerdo para ofrecer una explicación del
origen de todo (esta nunca fue su primera intención), sino porque Dios mueve el corazón, la
inteligencia y la voluntad, porque quiere comunicar un mensaje a su pueblo.
 Los dos textos tienen en común:
 La creación soberana del mundo por parte de Dios.
 El hombre aparece como una creación singular dentro del mundo.
 Hay una igualdad raíz entre todos los hombres.
 También existe una unidad raíz para todo el género humano.
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Podemos ver la pedagogía de Dios con su pueblo: en el momento en que Israel está exiliado,
sin tierra, sin Templo, sin futuro, al borde de la extinción, surge la ley de la ataraxia
(imperturbabilidad, serenidad): El pueblo vive un momento drástico en que, para asegurar su
pervivencia, para salvar sus costumbres, la Ley, se prohíben los matrimonios con no judíos. El
pueblo se encierra en sí mismo. Y justo en ese momento, Dios les entrega la Revelación del
relato de la creación, en el que se subrayan fuertemente la igualdad y la unidad de todos los
pueblos.
Esta apertura aparece también en la Promesa hecha por Dios a Abraham. Le promete tres
cosas: una tierra, una descendencia y ser padre de muchos (en griego πολλῶν, con sentido de
totalidad) pueblos. Esta palabra, no volverá a ser usada hasta que Jesucristo encomiende a sus
discípulos el anuncio del Evangelio a la multitud, a muchos (πολλῶν) pueblos.
En la Alianza con Abraham, Dios estaba preparando ya la Alianza Nueva y Eterna, sellada no
con sangre de machos cabríos, sino por la preciosa Sangre del Verbo eterno de Dios (cf. Hb 9,
12), derramada por muchos (πολλῶν) hombres para el perdón de los pecados. Las promesas
que Dios hizo a Israel en Abraham, son heredadas por la multitud de los pueblos de la tierra,
que reciben la filiación divina por la regeneración en el baño del Bautismo, de forma que “ya
no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno
en Cristo Jesús. Y si sois de Cristo, ya sois descendencia de Abraham, herederos según la
Promesa” (Gal 3, 28-29).
a) Gn 1,1 – 2,4a.- Pertenece a la tradición sacerdotal (s. VI a.C.). Presenta las siguientes
características:
a1) Recoge los datos culturales de su tiempo y de su entorno: habla de las estrellas, de las
aguas, de la luna, del sol… Hay una valoración del mundo celeste, porque Israel, en su
estancia en Babilonia ha aprendido la importancia de los astros (los caldeos dan culto a los
astros). Sin embargo, el relato, desde el primer momento subraya la soberanía (todo le
pertenece) y la libertad de Dios sobre todo lo que existe. Los astros y las fuerzas de la tierra
no son divinidades, todo ha sido creado por Dios y por tanto, le pertenece.
a2) Dios no crea por una necesidad ni interna ni externa (obediencia a las leyes), sino que
todo lo crea libremente. Dios crea porque quiere.
a3) La creación se manifiesta en su bondad: y todo era bueno. Dios va rubricando, firmando,
la bondad de todo lo que va creando. Hay una bondad natural en todo cuanto existe en el
momento de la creación, antes del pecado, cuando todavía no ha sido herida por este.
a4) Dios es Creador de todo cuanto existe. Ese Dios soberano se expresa básicamente en tres
elementos:
 La utilización del verbo ‫א‬ ָּ‫ָּר‬‫ב‬ (bārā’).- Este aparece en la Biblia empleado solamente por
Dios para las acciones divinas. Está vinculado a una iniciativa incondicionada por parte
de Dios, es decir, Dios crea sin depender de nada anterior, sin materia preexistente: al
principio creó (‫א‬ ָּ‫ָּר‬‫ב‬). ‫א‬ ָּ‫ָּר‬‫ב‬ no solo aparece en este relato: también se utiliza para la alianza,
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pero siempre aparece vinculado al sujeto Dios. Aporta la idea de la creatividad, la
creación es una acción creativa y libérrima.
 Dios como Creador del cielo y de la tierra.- Tenemos aquí un arco complexivo, es
decir, una expresión que nombrando los extremos, designa a todo lo que es abarcado en
medio de estos. A medida que van avanzando los días habrá una enumeración de
criaturas, aunque todas están comprendidas en la creación de cielo y tierra.
Algunas traducciones omiten la palabra caos, sustituyéndola por masa informe (sin
forma). Sin embargo, en el texto original hebreo aparece esta palabra. Cuando se habla
de Dios creador aparece el caos como un elemento residual de las cosmogonías paganas
babilonias, en las que este era el elemento precedente a la creación. En todas se presenta
el punto de inicio centrado en el caos, una materia prima informe que toma forma por la
acción de los dioses. Unas veces es un trabajo de elaboración: trabajan con él hasta
darle orden, cargando las montañas sobre sus hombros. Otras el caos los atrapa y tienen
que luchar contra él. Al vencerlo, nace el mundo actual.
Los hebreos residentes en Babilonia y Egipto conocen estas leyendas. No adoptan
ninguna, pero por contacto con el mundo pagano incorporan una referencia que se
infiltra en el libro del Génesis: el caos. Pero ese caos no está al principio. Aparece
después de la creación. Además Dios no lucha contra el caos, ni trabaja con él. Dios
crea con la Palabra. Existe una soberanía de Dios, una libertad absoluta.
 La creación por la Palabra.- La Palabra es propia de las personas. Un Dios que crea
por la Palabra es un Ser personal. En su primera acción, Dios se manifiesta como
Persona. Un ser que crea por la Palabra es también un ser inteligente. La creación no es
absurda. La afirmación del nominalismo no es revelada: Dios, que crea con la Palabra,
opera con sabiduría.
El Libro de la Sabiduría subraya que Dios es el que ha puesto peso y medida: Pero Tú
regulaste todo con medida, número y peso (Sb 11, 20b).
También en el Libro de Job aparece esta idea: ¿Quién puede aleccionar a Dios? (Jb 21,
22); ¿Quién le señaló el camino a seguir?, ¿quién le diría: “Has hecho mal”? (36, 23).
Todo lo ha hecho con su Sabiduría.
Otro atributo de Dios, creador por la Palabra, es la voluntad. Dios dice porque quiere
decir. La creación es una expresión, una manifestación de su voluntad. Todo cuanto
existe es porque Dios lo quiere. El existir es el fruto del amor de Dios. El ser de las
cosas manifiesta su amor. Dios rubrica lo creado diciendo que todo es bueno. Esta
bondad proviene de la voluntad creadora de Dios. Antes del pecado todo está ordenado,
no existen desequilibrios. Y todo tiene una intención. La intención de Dios en la
creación es un destino salvífico, un designio divino que en el momento de la creación se
23
corresponde con la complacencia divina y con la vida del hombre: La gloria de Dios es
el hombre que vive y su vida consiste en la visión de Dios3, dirá san Ireneo.
a5) La Palabra es performativa.- En filosofía del lenguaje se denomina performativa a las
palabras que realizan aquello que dicen. Un ejemplo sencillo de palabra performativa es la de
un novio que le dice a su novia: ¡Te quiero! Al pronunciar estas palabras, no solo le está
comunicando que la quiere, sino que además le hace llegar por la palabra la realidad de su
amor. La misma palabra tiene poder constitutivo de la existencia.
En el caso de la creación, esta Palabra va a crear todo cuanto existe, va a ser protagonista de la
historia de la salvación, que se va a realizar con un pueblo: Israel. Dios lo ha elegido, y su
elección es performativa.
Esta Palabra va a llegar hasta Jesús. Jesús enseñaba con autoridad. La autoridad de Jesús
viene de que su Palabra es performativa. Dice al paralítico: ¡Levántate!, y este se levanta (cf.
Mt 9, 6-7; Mc 2, 11-12; Lc 5, 24-25; Jn 5, 8-9). Dice al espíritu inmundo: ¡Sal de él!, y el
demonio sale (cf. Mc 1, 25; 9, 25; Lc 4, 35). Y lo hace porque quiere. Le dice al leproso:
¡Quiero, queda limpio!, y al instante queda limpio de su lepra (cf. 8, 3; Mc 1, 41; Lc 5, 13. No
lo hace Él, su Palabra lo realiza. En el momento de la última Cena: Esto es mi Cuerpo (Mt 26,
26; Mc 14, 22; Lc 22, 19; 1Co 11, 24): Palabra performativa que el sacerdote prolonga en la
historia.
Si Dios es la Palabra, todo cuanto existe tiene un dinamismo propio: el de la respuesta. Dios
es el que llama a la existencia y todo cuanto existe es una respuesta a la Palabra de Dios. La
vida entera es una respuesta de alabanza a Dios, a su Palabra. Y esto es un elemento
constitutivo de la existencia, no accesorio.
a6) Creación estructurada.- A lo largo del relato Dios va componiendo de manera gradual
un escenario gigantesco en el que las cosas se ordenan de menor a mayor: solo cuando está
completada la construcción de todo el entorno aparece el ser humano coronando la existencia.
Esta presencia del ser humano como señor de toda la creación es fruto de nuestro ser propio:
somos creados a imagen y semejanza de Dios. El hombre no es una pieza más de la creación.
Hay un salto con respecto a todo lo creado anteriormente.
El texto presenta una creación con orden, estructura y sentido, de forma que el hombre no
aparece al final como último, sino como la corona que da sentido a todo lo anterior.
Podríamos poner como ejemplo de este esquema una visita del obispo: los preparativos no son
un conjunto caótico de elementos puestos al azar, sino que todo se prepara en vistas a la
llegada del obispo, de forma que cuando este llega da sentido a todo lo que se ha hecho
anteriormente.
a7) La bondad de lo creado.- El texto subraya una y otra vez la valoración que hace Dios de
lo creado. El hecho de que diga una y otra vez que era bueno, muestra la complacencia de
Dios: el ser creado de las criaturas es una creación en bien, en bondad. Esta creación en bien
3
San Ireneo de Lyon, Adversus Hæreses, 4, 20, 7.
24
se prolongará a lo largo de la historia de la salvación como destino salvífico. La bondad forma
parte de todo ser creado, que es creado en bondad y no está destinado a la muerte ni a
perderse. Hay un destino de bien.
San Pablo tiene los textos más claros con respecto al destino salvífico de la creación:
La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que
la sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para
participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación
entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. (Rm 8, 19-22).
Para el católico, el mundo no es un continente de basura y podredumbre que solo contiene
miseria y destrucción y que no interesa a Dios. La creación, todo cuanto existe, la realidad
creada, tiene un ser bondadoso y un destino salvífico. La realidad no es una envoltura que se
tira en la resurrección. Hay un destino salvífico de todo cuanto existe, de la realidad creada.
a8) El significado del descanso sabático.- El Sabbat judío no es el día de la ausencia de
trabajo, un día vacío en el que no se hace nada, sino un día para la alabanza de Dios y la
dignidad del hombre. Es el día del encuentro del hombre con Dios. En el día séptimo,
dedicado a la alabanza divina, el hombre realiza y vive su dignidad más plena. La creación
tiene un carácter ascendente que no culmina el sexto día con la creación del hombre, sino el
día séptimo, el día del encuentro del hombre con Dios, en el que este eleva su dignidad en la
alabanza divina. De ahí el aforismo de san Ireneo: La gloria de Dios es el hombre que vive y
su vida consiste en la visión de Dios4. Esto se realiza el día séptimo. El hombre encuentra su
vida en la alabanza de Dios y la vida del hombre es la alabanza de Dios: San Ignacio de
Loyola5, en los ejercicios espirituales, afirma que el hombre ha sido creado para alabar a Dios.
¡Proclama mi alma la grandeza del Señor!, exclama María contemplando la obra de Dios en
Ella.
El séptimo día no es un día como los otros, en el que Dios hace algo y luego termina: es el día
de la plenitud, el tiempo de la vida del hombre, el día en que el hombre va a vivir. Dios lo ha
creado para que viva en el séptimo día. El pecado romperá este plan de Dios sobre el hombre.
Tras el pecado, el séptimo día va a quedar como la promesa, que Israel vivirá en el Sabbat.
Pero con Cristo, al séptimo día le seguirá el octavo, el día de la resurrección, al que no le
sucede ningún otro día. Todo lo que ocurre desde la resurrección forma parte del octavo día,
la Nueva Alianza, el tiempo de la resurrección. Jesús censura el sábado porque quiere darle su
sentido pleno con su resurrección.
b) Gn 2, 4b-25.- Este texto se vincula a la tradición yahvista y es hipotéticamente anterior al
precedente en la historia (siglos IX-X). Presenta las siguientes características:
b1) Dios hace al hombre soberano de la creación.- Según los estudiosos, el texto está
estructurado siguiendo la plantilla de la alianza y el vasallaje. Viene a ser una duplicación de
4
Ibíd., 4, 20, 7.
5
Cf. Ignacio de LOYOLA, Ejercicios espirituales, punto 23.
25
lo que ya hemos leído en el primero, pero con una función introductoria de la historia del
pecado. Es el relato marco para poder hablar del mal en el mundo, cosa que no pudo hacerse
en el primer relato. Este nos dejaba a Dios en el séptimo día junto al hombre. Había una
insuficiencia, no permitía hablar acerca del origen del pecado en el mundo. Entonces, los
autores usan una tradición preexistente para explicarlo. Esta es una explicación exegética de
la existencia de este segundo texto. Pero a nivel creyente este texto forma parte de una
Revelación de Dios al hombre, que le hace conocer lo necesario para alcanzar la salvación.
Aparece la estructura de alianza en vasallaje. Nosotros estamos habituados a hablar de
alianza: Dios hace un pacto con el hombre, se compromete, hay una elección libre de la que
Dios es garante y el hombre es solo un beneficiario.
Esto no es exactamente lo que ocurre en este texto. Efectivamente en el texto están Dios y el
hombre, y hay una evocación de pacto. Pero se dan toda una serie de rasgos que no aparecerán
en ninguna alianza posterior y que nos recuerdan a la ley medieval del vasallaje.
El sistema feudal medieval, basado en la ley del vasallaje, funcionaba de la siguiente manera:
Un gran señor confiaba parte de sus territorios a una serie de caballeros, que lo administraban
con potestad absoluta. Lo único que tenían que hacer a cambio es mantener su fidelidad hacia
el Señor. Cada caballero era completamente autónomo.
En realidad la idea del pacto de vasallaje es una forma de explicar esta alianza. El sistema
feudal no existía aún en cuanto tal en aquel tiempo, no surgirá hasta la Edad Media, como
consecuencia de la cristianización de la sociedad en todas sus estructuras.
El autor del relato, al escribirlo tenía en mente probablemente los pactos realizados por los
gobernantes sumerios, que se repartían el territorio y actuaban en ellos de manera soberana.
Cuando aparecía alguno con gran poder, se ponía a la cabeza de todos los demás, y estos, a
cambio de su lealtad, mantenían la soberanía en sus respectivos territorios.
El concepto teológico que subyace en el relato es el de un Dios soberano que crea a un
hombre soberano. Dios no es un tirano que crea a un hombre esclavo. Él hace al hombre
gobernador soberano de un territorio, y como soberano, responsable. El árbol del que no
puede comer forma también parte de su responsabilidad.
b2) Aparece la presencia de Dios y del hombre.- En los versículos 16 y 17 Dios está
evocado el pacto: Yo te doy todo, pero la restricción a la que tú te obligas es esta. Y Dios le
entrega un territorio (v. 15). El texto dice que Dios forma a Adán y lo coloca en un territorio,
le entrega el Paraíso, en el que Adán va a ser completamente autónomo.
b3) Dios creador es Dios artesano.- En esta ocasión la creación de Dios no aparece como
creación por la Palabra, sino como creación de las manos de Dios, al modo del alfarero. Dios
no nos crea en serie, no es una planta de producción en cadena. Cada cosa que existe es
depositaria de una acción amorosa específica de Dios. Dice san Juan de Ávila: ¡Cuánto amor
de Dios hay en el ojo de una aguja!
26
Las cosas no están en su lugar porque la mecánica interna de las leyes físicas les permita
estar. En todo cuanto existe hay un empeño del amor de Dios, todo forma parte del depósito
amoroso de Dios. Todos somos fruto de una acción cuidadosa y querida de Dios. No somos
arrojados al mundo por accidente. Somos fruto del amor de Dios.
b4) Antropocentrismo.- Todo lo creado tiene como centro al hombre. En el primer relato el
hombre es culmen de la creación. En este es el punto en torno al cual se va constituyendo el
resto. Lo primero que se crea es el hombre. Dios toma barro y hace al hombre. Luego dice:
No es bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle una ayuda adecuada (v. 18), y crea a los
animales, las plantas… Pero como nada era suficiente para él, crea a la mujer. Todo lo crea en
referencia al hombre. Podríamos poner un ejemplo visual para comprender la idea: Tengo un
cuadro que me gusta mucho, de modo que lo coloco en mi habitación y luego decoro todo el
resto en consonancia con el cuadro.
Este antropocentrismo viene reforzado además por el hecho de que el hombre es constituido
interlocutor de Dios. Dios le da al hombre la dignidad del tú. Dios habla con el hombre y el
hombre habla con Dios. Una vaca o una cabra no tienen constitución de tú. El diálogo del
hombre con Dios es efectivo: Dios responde al hombre: Me siento solo, y Dios se mueve
según su petición. Dios no es refractario, sino que responde. Gn 2, 16-17 nos muestra que el
hombre tiene la libertad de hacer o no hacer. Es un tú efectivo con plena libertad y voluntad.
b5) El hombre es receptor del amor providente de Dios.- El fin de la vida del hombre es su
plenitud, su felicidad. El hombre está sujeto a un designio salvífico: la relación amorosa de
Dios.
b6) El hombre aparece como Señor y Soberano de la creación.- Un tirano hace esclavos,
pero Dios no actúa así: Él hace al hombre soberano dándole la potestad de dar nombres, de
cuidar y trabajar la tierra. Un Dios que es soberano no crea esclavos, sino a gente también
soberana, libre. Dios hace al hombre señor. Mediante la afirmación de Dios como soberano
por encima de lo creado, el hombre es liberado de dos amenazas que lo han perseguido y lo
siguen persiguiendo: el dominio de las fuerzas ocultas sobre él y el carácter divino, idolátrico
de la naturaleza. Cuando Dios pone al hombre como dueño efectivo de lo creado, lo pone por
encima de todo, de forma que ya no está condicionado por fuerzas ocultas del carácter que
sean ni por fuerzas de la naturaleza consideradas como divinas.
Las palabras del relato de la creación: Dios crea el sol, la luna… resonaban en los oídos de
Israel devolviéndoles la confianza y llamándolos a la fe en Dios. Los judíos, en el exilio, eran
marginados, esclavos, pero veían a los egipcios adorando al sol, a la luna, a las estrellas. Su
Dios, en cambio, era el creador de los astros, el creador de los dioses del pueblo opresor.
De la misma forma, en el destierro, el pueblo deportado veía como Babilonia adoraba a la
luna y las estrellas. Que el Dios de los hebreos creara todos los astros les daba la libertad de
saber que su Dios era el Creador de todos los ídolos paganos.
27
La creencia en un Dios creador libera al hombre de todos sus temores y supersticiones. Todo
lo que existe es creación de Dios, son criaturas al servicio del hombre soberano, no
divinidades.
En nuestros días, el hombre ha hecho desaparecer a Dios de su vida y de su existencia. Pero el
hombre es homo religiosus, la idea de un ser superior forma parte de su constitución. Así, al
desaparecer la idea de un Dios creador que libera al hombre de la creencia en otros poderes,
esta deja lugar a la reaparición de la superstición. Dice Gabriel Marcel: Cuando se deja de
creer en Dios se empieza a creer en cualquier cosa. Fruto de haber dejado de creer en Dios
aparecen creencias y temores a poderes ocultos, oscuros, que pueden cambiar el ritmo, el
rumbo de la vida de las personas. El relato del Génesis, poniendo al hombre como señor
soberano de todo lo creado libera al hombre de todas las cosas que pudieren condicionar su
existencia.
b7) El hombre es libre y responsable.- Y Dios impuso al hombre este mandamiento: “De
cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no
comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio” (Gn 2,16-17).
Dios reafirma al hombre en su responsabilidad y en su libertad. Si Dios quitara el árbol de la
ciencia del jardín, estaría negando al hombre su libertad y su responsabilidad, ya que este no
tendría la posibilidad de elegir. Con este árbol Dios abre al hombre la conciencia de su
libertad y le hace tener responsabilidad (entendida etimológicamente, como capacidad de
respuesta ante algo).
En la creación por la Palabra, el hombre se erige en interlocutor de Dios. El hombre es el tú de
Dios. Pero para responder a Dios, para ser responsable, el hombre necesita libertad. Si el
hombre no es responsable, no responde. El árbol abre al hombre a la conciencia de su libertad
y al ejercicio de su responsabilidad.
b8) El hombre tiene solidaridad con todo cuanto existe.- Ha sido tomado del polvo de la
tierra. Este es su origen primero. El ser polvo marca una solidaridad del ser humano con toda
la creación, que no ha sido constituida en el tú de Dios, en lo que se refiere al carácter
material de nuestro ser, a nuestra pobreza existencial, fragilidad y precariedad.
b9) El singular respeto entre el hombre y la mujer.- Se establecen relaciones de igualdad,
dignidad y correspondencia. La mujer, tomada del costado del hombre, nacida de su
naturaleza, comparte con este una misma dignidad. Hay también una correspondencia: la
mujer es el principio de alteridad del hombre, hueso de sus huesos y carne de su carne (cf. Gn
2, 23). Es un ayuda adecuada gracias a la cual el hombre ya no está solo (cf. Gn 2, 18). En
efecto el hombre, rodeado de animales, no encuentra una ayuda adecuada. Solo la mujer le
aporta el hecho de descubrir su humanidad, descubrirse a sí mismo y alcanzar su plenitud.
Hay un darse, una donación mutua entre ambos.
28
b10) La condición creatural del eros.- El pecado deja marcado todo cuanto existe, pero eso
no significa que la atracción mutua del hombre y la mujer no sea buena. El eros es la
gramática de esta relación entre el hombre y la mujer y es puesta por Dios.
2.1.6.- Conclusiones de índole teológica:
a) Dios no tiene principio, es Creador soberano y absoluto de todo cuanto existe.
b) Dios tiene un carácter personal. Todo lo crea a través de la Palabra, que es propia de las
personas. Que Dios cree por la Palabra significa que se revela como Persona. El ser
Persona implica intencionalidad y voluntad, por tanto, todo cuanto existe depende de un
plan inteligente diseñado por Dios. La creación no es improvisada, tiene un diseño, un
orden y una finalidad.
c) Dios es creador de todo cuanto existe. La creación entera está por debajo de Dios. Se
corresponde con el orden de lo intramundano. La Biblia afirma que todo es creado por
Dios, pero no dice cómo lo creó. Aquí queda abierta legítimamente la puerta a la
investigación humana que trata de saber el cómo de la creación. La pretensión humana de
saber no es mala. Lo que es malo es la pretensión de suplantar a Dios (Babel). Que el
hombre busque conocer no contradice el plan de Dios. Newton afirmaba que Dios
escribió el universo en caracteres matemáticos para que nosotros lo pudiéramos leer. Por
tanto, a la hora de estudiar la creación tenemos que partir siempre de que la Biblia nos
narra una Verdad salvífica, que no es un libro de física.
d) El antropocentrismo: El hombre creado a imagen y semejanza de Dios es la cúspide y el
centro de la creación. Tiene un estatuto singular: a imagen y semejanza. Dios le da la
soberanía sobre todo lo creado.
e) Relación de igualdad, dignidad y correspondencia. Dios no hace al hombre y la mujer
como dos, sino el uno para el otro, en reciprocidad.
f) La creación responde desde su origen al plan de Dios: un plan salvífico. Dios ha creado el
universo no para que lo tengamos que padecer, sino para que tenga plenitud, para que lo
vivamos en plenitud.
g) Todo lo que existe se corresponde con la bondad del amor de Dios.
2.2.- Recomprensión en Cristo de la fe veterotestamentaria:
Los Evangelios recogen la fe veterotestamentaria del pueblo de Israel en la creación. Jesús no
corrige la fe veterotestamentaria, la recoge, de modo que encontramos en los Evangelios una
continuidad con la fe de Israel en la creación. Salvo el prólogo del Evangelio de Juan, todas
las demás afirmaciones del Evangelio sobre la creación las podría hacer cualquier personaje
del Antiguo Testamento.
29
A lo largo del Nuevo Testamento la creación es presentada en dos claves:
 Por una parte podemos encontrar la continuidad de la comunidad cristiana con la fe
veterotestamentaria, que la hace suya.
 Por otra parte esta comunidad recibe un dato nuevo que no proviene del pensamiento
humano, sino de la Revelación divina: todo cuanto ocurrió en la creación tiene como
epicentro a Cristo. Nada de la creación puede entenderse sin Cristo. La creación entera
tiene un sello cristológico.
2.2.1.- Elementos de continuidad en la fe veterotestamentaria:
Podemos dividir los elementos de continuidad del Nuevo Testamento con la fe de Israel en
Dios creador en varios grupos:
1er grupo.- Estos textos están marcados por la afirmación de un Dios creador de todo:
Mt 11, 25.- En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: “Yo te bendigo, Padre, Señor
del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has
revelado a pequeños”.
Hch 4, 24.- Al oírlo, todos a una elevaron su voz a Dios y dijeron: “Señor, tú que hiciste el
cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos”.
Estos dos textos son muy interesantes porque afirman al Dios creador de todo en un contexto
de alabanza. En el primero es Cristo quien alaba a Dios creador. En el segundo es la
comunidad cristiana la que lo hace tras la liberación de los apóstoles.
Mt 25, 34.- Entonces dirá el Rey a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, recibid
la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”.
El texto nos muestra a un Dios que crea con un fin, que ha creado al hombre para hacerle
participar de su Reino.
Hch 7, 49-50.- El cielo es mi trono y la tierra el escabel de mis pies. Dice el Señor: ¿Qué
Casa me edificaréis? O ¿cuál será el lugar de mi descanso? ¿Es que no ha hecho mi mano
todas estas cosas?
Hch 14, 15-17.- Amigos, ¿por qué hacéis esto? Nosotros somos también hombres, de igual
condición que vosotros, que os predicamos que abandonéis estas cosas vanas y os volváis al
Dios vivo que hizo el cielo, la tierra, el mar y cuanto en ellos hay, y que en las generaciones
pasadas permitió que todas las naciones siguieran sus propios caminos; si bien no dejó de
dar testimonio de sí mismo, derramando bienes, enviándoos desde el cielo lluvias y
estaciones fructíferas, llenando vuestros corazones de sustento y alegría...
30
Hch 17, 24-28a.- El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, que es Señor del cielo y
de la tierra, no habita en santuarios fabricados por manos humanas.
Rm 4, 17.- Como dice la Escritura: “Te he constituido padre de muchas naciones”: padre
nuestro delante de Aquel a quien creyó, de Dios que da la vida a los muertos y llama a las
cosas que no son para que sean.
Hay una confesión muy interesante porque hace referencia a la creatio ex nihilo: Si hubiera
algo antes de la creación Dios no sería el Creador soberano, y su acto creador no sería libre.
Rm 8, 18-25.- Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables
con la gloria que se ha de manifestar en nosotros. Pues la ansiosa espera de la creación
desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la
vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada
de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de
Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. Y
no solo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos
gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo. Porque nuestra
salvación es en esperanza; y una esperanza que se ve, no es esperanza, pues ¿cómo es posible
esperar una cosa que se ve? Pero esperar lo que no vemos, es aguardar con paciencia.
1Co 10, 26.- Pues del Señor es la tierra y todo cuanto contiene.
Ef 3, 8-9.- A mí, el menor de todos los santos, me fue concedida esta gracia: la de anunciar a
los gentiles la inescrutable riqueza de Cristo, y esclarecer cómo se ha dispensado el Misterio
escondido desde siglos en Dios, Creador de todas las cosas.
1Tim 6, 13-14.- Te recomiendo en la presencia de Dios que da vida a todas las cosas, y de
Jesucristo, que ante Poncio Pilato rindió tan solemne testimonio, que conserves el mandato
sin tacha ni culpa hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Ap 10, 6.- Entonces el Ángel que había visto yo de pie sobre el mar y la tierra, levantó al
cielo su mano derecha y juró por el que vive por los siglos de los siglos, el que creó el cielo y
cuanto hay en él, la tierra y cuanto hay en ella, el mar y cuanto hay en él: “¡Ya no habrá
dilación!”.
2º grupo: En estos textos aparece Dios como dueño absoluto de la creación:
Mt 28, 18-20.- Jesús se acercó a ellos y les habló así: “Me ha sido dado todo poder en el
cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he
mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
Se conecta el momento presente con el principio y con el final.
31
2Co 4, 6.- Pues el mismo Dios que dijo: “De las tinieblas brille la luz”, ha hecho brillar la
luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la
faz de Cristo.
Dios aparece como Dueño de la luz.
2P 3, 5.- Porque ignoran intencionadamente que hace tiempo existieron unos cielos y
también una tierra surgida del agua y establecida entre las aguas por la Palabra de Dios.
Hb 1, 3.- El cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su sustancia, y el que sostiene
todo con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se
sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.
Estos cuatro textos subrayan específicamente la posesión, el señorío de Dios sobre todo
cuanto existe.
3er grupo: Estos textos subrayan la providencia de Dios, es decir, el gobierno del mundo.
Dios sostiene y cuida amorosamente todo cuanto existe, es el garante de su existencia. El Dios
que creó todo lo sostiene en la existencia.
Mt 6, 25-34.- Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por
vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más
que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y
vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién
de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y
del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se
fatigan, ni hilan. Pero Yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de
ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste,
¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis, pues, preocupados
diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por
todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis
necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán
por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo.
Cada día tiene bastante con su propio mal.
Lc 11, 50.- Por eso dijo la Sabiduría de Dios: Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos
los matarán y perseguirán, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos
los profetas derramada desde la creación del mundo.
Lc 12, 24.- Fijaos en los cuervos: ni siembran, ni cosechan; no tienen bodega ni granero, y
Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!
Jn 17, 5. 24.- Ahora, Padre, glorifícame Tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes
que el mundo fuese. Padre, los que tú me has dado, quiero que donde Yo esté estén también
32
conmigo, para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de
la creación del mundo.
En este texto se conecta el principio con el momento presente.
Rm 11, 33-36.- ¡Oh abismo de riqueza, de sabiduría y de ciencia el de Dios! ¡Cuán
insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! En efecto, ¿quién conoció el
pensamiento de Señor? O ¿quién fue su consejero? O ¿quién le dio primero que tenga
derecho a la recompensa? Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. ¡A Él la gloria
por los siglos! Amén.
Nadie ha aconsejado a Dios para que haga la creación. Ella es Designio (hay una
intencionalidad) y camino de Dios soberano.
Rm 4, 17.- Como dice la Escritura: “Te he constituido padre de muchas naciones”: padre
nuestro [Abraham] ante Dios a quién creyó, que da la vida a los muertos y llama a las cosas
que no son para que sean.
Dios es el que llama lo que no es para que sea.
2Co 4, 6.- Pues el mismo Dios que dijo: “Del seno de las tinieblas brille la luz”, la ha hecho
brillar en nuestros corazones, para iluminarnos con el conocimiento de la gloria de Dios que
está en el rostro de Cristo.
La creación por la Palabra hace resplandecer el nombre de Dios.
Lc 11, 50.- Por eso dijo la Sabiduría de Dios: “Les enviaré profetas y apóstoles. A algunos
los matarán y perseguirán, para que se pidan a esta generación cuentas de la sangre de todos
los profetas derramada desde la creación del mundo”.
Todo se encamina hacia una meta, que es una justicia sobre todo lo que ha ocurrido. Dios
aparece como Garante que pedirá cuentas, que hará justicia.
Lc 12, 24.- Fijaos en los cuervos: ni siembran ni cosechan, no tienen bodega ni granero, pero
Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves! (paralelo de Mt 6, 26).
4º grupo: Textos en los que aparece el carácter epifánico de la creación. Dios no crea un
universo mudo, sino un universo que habla de Él:
Rm 1, 18-25.- En efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e
injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se
puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios,
desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder
eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no
le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus
razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron
estúpidos, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de
33
hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles. Por eso Dios los entregó a las
apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a
ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en
vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén.
2Co 4, 6.- Pues el mismo Dios que dijo: “Del seno de las tinieblas brille la luz”, la ha hecho
brillar en nuestros corazones, para iluminarnos con el conocimiento de la gloria de Dios que
está en el rostro de Cristo.
Las cosas hablan de Dios. Todo ha sido creado para alabar, bendecir y dar gracias a Dios.
Dice san Ignacio de Loyola:
El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y
mediante esto salvar su alma; y las otras cosas sobre la faz de la tierra son creadas para
el hombre y para que le ayuden a conseguir el fin para el que es creado6.
La naturaleza de lo Creado no está encerrada en sí misma, sino abierta a Dios. Joseph
Ratzinger lo explica de la siguiente forma:
El cosmos también ora, también él espera la salvación. Precisamente esta dimensión
cósmica es esencial en la liturgia cristiana. Tal dimensión no se realiza exclusivamente en
el mundo hecho por el propio hombre. Siempre es liturgia cósmica – el tema de la
creación es parte integrante de la oración cristiana. Esta pierde su grandeza si olvida esta
referencia7.
En esta liturgia cósmica, el movimiento de todo cuanto existe es un movimiento de alabanza a
Dios, no un movimiento absurdo. Esta idea proviene de los salmos. Ya vimos cuando
tratamos el tema de la creación en los salmos, cómo el salmista se maravillaba al descubrir
que las mieses alababan a Dios con su silbido. Dios no crea una creación ciega ni muda, sino
que la crea para alabarlo, este es su carácter epifánico. Dios es la verdad última de lo que las
cosas son. La Escritura nos hace descubrir la constitución de las cosas en Dios.
2.2.2.- La absoluta y radical novedad del Nuevo Testamento: El acontecimiento Cristo:
a) La creación en los sinópticos:
La predicación de Jesús está centrada en la proclamación del Reino de Dios como realidad
que ya está presente. De forma colateral a esta afirmación central aparecen afirmaciones
acerca de la creación:
6
Ibíd., punto 23.
7
Joseph RATZINGER, EL Espíritu de la Liturgia. Una introducción, Ediciones Cristiandad, Madrid,
20074
, p. 110.
34
 A raíz de las parábolas, de algunos sermones y respuestas suyas, vemos que Cristo enfoca
la creación con relación al plan originario de Dios:
Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: “¿Puede el
marido repudiar a la mujer?”. Él les respondió: “¿Qué os prescribió Moisés?”. Ellos
le respondieron: “Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla”. Jesús les
dijo: “Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este
precepto. Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra. Por eso
dejará el hombre a su padre y a su madre y los dos se harán una sola carne. De manera
que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el
hombre” (Mc 10, 2-9).
 Cristo habla de la creación desde la verdad originaria de Dios. Ahí tenemos ya un lugar
desde el que se sitúa el Señor: no se sitúa en el devenir histórico como un profeta más. Al
hablar de la verdad originaria al principio de la creación se sitúa al inicio, reivindica para
sí de manera espontánea su lugar al inicio. Por eso los judíos reaccionan ante sus
palabras:
“¿Eres Tú acaso más grande que nuestro padre Abraham, que murió? También los
profetas murieron. ¿Por quién te tienes a ti mismo?”. Jesús les respondió: “En verdad,
en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy”. Entonces tomaron piedras
para tirárselas, pero Jesús se ocultó y salió del Templo (Jn 8, 53. 58s).
 Dios aparece en la creación en un sentido activo, dinámico: Es el quien sustenta a la
creatura. Lo creado aparece en un sentido pasivo: Mirad las aves del cielo: no siembran,
ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis
vosotros más que ellas? (Mt 6, 26). Lo creado aparece en pasivo como receptor y Dios
aparece en su dinamismo: es Dios el que se ocupa de ellos.
 Aparece marcada la creación por las ideas de orden y finalidad. La realidad creada no se
comporta ni casualmente ni accidentalmente. No se comporta de un modo incierto. Se
encamina hacia un fin concreto: la salvación: Y Yo cuando sea elevado de la tierra,
atraeré a todos hacia mí. Cristo se coloca como recapitulación de todo cuanto existe:
Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros
desde la creación del mundo (Mt 25, 34b). La historia no es incierta: tiene un fin, un
destino salvífico.
 Especial relevancia de la singularidad del Sábado: En lo que se refiere a la creación, el
tema del Sábado es presentado como consumación y santificación de la obra redentora de
Dios. El Sábado es cuando todo lo que existe alcanza su plenitud, su Verdad última. Por
eso Jesús viene a darle su auténtico sentido:
Él les dijo: “¿Quién de vosotros que tenga una sola oveja, si esta se cae en un hoyo en
Sábado, no la agarra y la saca? Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por
tanto, es lícito hacer bien en Sábado (Mt 12, 11s). Y les dijo: “El Sábado ha sido
35
instituido para el hombre y no el hombre para el Sábado. De suerte que el Hijo del
hombre también es Señor del Sábado” (Mc 2, 27s).
 El sentido del Sábado es la consumación, la plenitud de la Vida con mayúsculas. Los
milagros, las curaciones hechas en Sábado son signo de la instauración de todo cuanto
existe, no solo los hombres, en la realidad salvífica que trae Cristo: el Reino de Dios.
 La soberanía de Dios: solo Dios es Señor de cuanto existe, solo a Él se le debe adoración
y culto. Nada puede rivalizar con la soberanía de Dios, ni siquiera el cumplimiento de la
Ley.
 La bondad originaria de cuanto existe. En la predicación de Cristo todo cuanto existe es
obra de Dios, y por esto tiene un carácter inicial, originario, de bondad. Esto tiene
especial importancia cuando la predicación rabínica había dividido la creación en puro e
impuro. La aplicación de la Ley había hecho esta distinción. Cristo responde que todo
cuanto existe tiene una bondad original, que no queda anulada por la mancha del pecado.
 El lugar que ocupa el mal en la predicación de Jesús. Él no niega la existencia del mal,
pero este no aparece como equiparable al bien: los demonios aparecen siempre por debajo
del Señor y no tienen potestad ninguna, fuerza ninguna contra la Palabra de Dios, no hay
una lucha:
Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se
puso a gritar: “¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a
destruirnos? Sé quién eres Tú: el Santo de Dios”. Jesús le conminó diciendo: “¡Cállate y
sal de él!”. Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de
él (Mc 1, 23-26).
 Las fuerzas del mal están bajo el poder de Dios y le obedecen. El anuncio de Cristo nos
hace ver que no hay dos principios antagónicos coeternos, sino bondad de Dios. Existe el
mal, sí, pero el señorío está en manos de Dios, del bien. Esto es liberador. El mal es una
perversión, una ausencia, solo tiene el poder que nosotros le confiemos.
En el relato de las tentaciones del Evangelio según san Lucas, el Demonio mostró a Jesús
todos los Reinos del Mundo, y le dijo el Diablo: “Te daré todo el poder y la gloria de
estos reinos, porque me la han entregado a mí, y yo se la doy a quien quiero. Si, pues, me
adoras, toda será tuya” (Lc 4, 6s). Si el demonio tiene potestad sobre mi voluntad es
porque yo se la he dado. El pecado va a comportar una herida, un daño, pero no una
anulación de la bondad originaria. Por muy repugnante, asquerosa y despreciable que sea
la mancha del pecado en el hombre, este seguirá siendo siempre depositario de la bondad
divina. Ninguna criatura puede considerarse como mala. Hay una lucha entre el bien y el
mal, sí, pero no entre un Dios bueno y un Dios malo, sino entre las fuerzas del bien y las
de las tinieblas. La soberanía, el poder, están en manos de Dios, al que todo está
sometido. La misericordia de Dios llega hasta a Lucifer, a quien no quita la existencia.
Porque Dios le ama, Lucifer sigue en la existencia.
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Antropología teológica sevilla

  • 1. 1 ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA INTRODUCCIÓN: LA PREGUNTA POR LA PERSONA HUMANA 1. EL HOBRE: UN SER QUE SE INTERROGA ¿Quién soy yo? Este interrogante, que ha inquietado al hombre de todas las épocas, hoy se plantea con mayor urgencia a todo el que quiera vivir su existencia de un modo verdaderamente humano. Nunca ha sido tan amplio y tan especializado como hoy el desarrollo de las ciencias del hombre: biología, fisiología, medicina, psicología, sociología, economía, política…, ciencias que intentan aclarar la complejidad de la vida humana. Pero esta maravillosa explosión científica está marcada de ambigüedad. El aumento vertiginoso de los conocimientos técnicos y científicos va acompañado de una creciente incertidumbre respecto a lo que constituye el ser profundo y último del hombre. Quizás estemos asistiendo actualmente a la más amplia crisis de identidad que ha atravesado nunca el hombre. El hombre ya no sabe quién es. La Antropología Teológica busca dar respuesta a esta pregunta, y puede hacerlo de dos maneras: a) Antropología desde dentro.- Esta ve al hombre desde su realidad constitutiva: Dios. Dios es su principio, su raíz su fundamento, su elemento constituyente, de manera que el hombre solo se entiende a sí mismo desde su realidad constitutiva más radical: Dios. Dios no es ajeno a la vida del hombre, no es un extraño. b) Antropología desde fuera.- Esta estudia a un hombre neutro, al hombre independientemente de Dios. Este esquema provoca la indiferencia religiosa, ya que en él el hombre no necesita a Dios para pensarse. Pero es un esquema erróneo. Es necesario hacer ver al hombre que Dios está en lo más profundo de su ser desde su constitución, que lo está constituyendo desde dentro. Dice san Agustín: ¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Estabas dentro de mí, pero yo estaba fuera, y fuera te andaba buscando1. La parábola del hijo pródigo (cf. Lc 15, 11-32) describe muy bien la situación del hombre: la humanidad entera estaba en la casa del Padre en el principio. Más tarde se rebela contra este y se marcha, pero en el principio no estaba fuera. 1 San Agustín de Hipona, Confesiones, X, 27, 38.
  • 2. 2 2. SIGNIFICADO DE LA PREGUNTA Y EL SENTIDO DE LA VIDA ¿Qué es el hombre? Se pueden dar muchas respuestas, pero ya la pregunta presenta verdades acerca de nuestra condición: 2.1.- Distinción entre el hombre y los animales: El ser humano es capaz de preguntar, hay en él una singularidad específica, marcada por el hecho mismo de preguntar: la capacidad intelectual, la capacidad para penetrar con la razón la verdad de las cosas. Solo pregunta aquel que busca, y busca porque tiene la intuición de que puede encontrar lo que está buscando: en la búsqueda ya tiene el deseo de poder encontrar lo que busca. Por ejemplo, si en mi casa no hay calcetines, yo no le preguntaré a mi madre dónde están los calcetines. En la pregunta hay implícita una confianza en que se puede alcanzar la respuesta. 2.2.- La pregunta siempre va dirigida a alguien: Esta contiene siempre un tú. Aparece en el horizonte un ser personal. Por ejemplo, en el caso de los calcetines, el tú es mi madre. Cuando el ser humano tiene interrogantes se está abriendo al otro. Y en ese abrirse al otro aparece de manera espontánea la presencia de Dios. La pregunta nunca es hacia uno mismo: los bucles autorreferenciales no son sanos. La pregunta siempre va hacia afuera. Aparentemente las grandes preguntas van dirigidas a uno mismo, pero en realidad, con ellas el hombre está saliendo de sí, porque quiere una respuesta. En la pregunta: ¿quién soy yo?, el hombre está abriendo la puerta a la trascendencia. El único ser que puede responder totalmente a mis interrogantes es un Ser pleno, personal. ¿Quién es Cristo? La Palabra, el Logos. El hombre se pregunta porque tiene la confianza de que sus interrogantes sean contestados, si no, no se preguntaría. El horizonte final de este interrogante humano es Cristo, que sale al encuentro del hombre como Palabra, para responderle. 2.3.- El hombre es un ser necesitado: El hecho de que la condición humana esté marcada por la pregunta coloca al hombre en la indigencia. El hombre no puede darse respuestas a sí mismo, por eso se pregunta. La verdad del ser humano no está en la soberbia del corazón, sino la humildad. El que pregunta es el humilde. La persona que no pregunta, porque tiene todas las respuestas, es el soberbio. Pero esa no es la verdad del hombre: el soberbio es un hombre fracasado, no un hombre verdadero. Es muy saludable para la condición humana el hecho de preguntar y manifestar la condición indigente, necesitada, del ser humano: Hitler, Nietzsche, Stalin, eran hombres que no preguntaban, tenían todas las respuestas. Para hacer una antropología desde dentro, vista desde su raíz constitutiva, que es Dios, hace falta buscar en tres fuentes: la Creación, la Palabra de Dios y el Magisterio.
  • 3. 3 TEMA I.- LA REALIDAD COMO CREACIÓN 1. SINGULARIDAD DE LA VISIÓN CRISTIANA DE LO REAL Naturaleza = mundo = realidad = creación: Esta es una visión creyente. Pero hoy en día existe mucha gente que no hace esta relación. Para algunos, todo es accidente, fruto del azar. Para otros la materia es eterna. La realidad puede verse de distinta manera si se ve desde la fe o no. El modo propio de ver la realidad, el mundo, desde la fe, es la creación. Hace cien años, este problema no existía. Independientemente de las particularidades de cada fe, todo el mundo creía que el mundo surge de Dios o de los dioses. La visión cristiana de la realidad viene expuesta en el nº 282 del Catecismo: La catequesis sobre la creación reviste una importancia capital. Se refiere a los fundamentos mismos de la vida humana y cristiana: explicita la respuesta de la fe cristiana a la pregunta básica que los hombres de todos los tiempos se han formulado: ¿De dónde venimos?, ¿adónde vamos?, ¿cuál es nuestro origen?, ¿cuál es nuestro fin?, ¿de dónde viene y adónde va todo lo que existe? Las dos cuestiones, la del origen y la del fin, son inseparables. Son decisivas para el sentido y la orientación de nuestra vida y nuestro obrar. Esta visión cristiana del mundo como creación de Dios implica también el señorío absoluto de Dios sobre lo creado. Dios crea de la nada (ex nihilo) y es el Señor de todo. Si existiera algo antes de la creación, no sería creado por Dios. Dios lo habría tomado para hacer el mundo, pero no sería suyo. Eso iría también en contra de su soberana libertad, porque implicaría que estaría obligado a usar la materia prima para formar el mundo. La creatio ex nihilo es una visión completamente nueva del mundo judeocristiano con respecto al mundo griego, que sostiene que de la nada nada sale. Para Aristóteles, la materia prima es eterna. Esto implica que la realidad está sujeta a las leyes de un destino irremediable. Todo sucede inevitablemente. Por eso, los griegos presentan la realidad del mundo como una tragedia, donde la desgracia es inevitable: no se puede salir de ella. El mundo clásico grecolatino desconoce la esperanza, pues todo ocurre por necesidad. El cristianismo va a aportar una liberación de la realidad y del hombre, un horizonte de esperanza. Cuando la fe judía en la creación se expande con el cristianismo por toda la cuenca del Mediterráneo, hace depender al mundo, no de sí mismo, ni del destino como fuerza impersonal, sino de un Ser supremo que lo sostiene, lo cuida y lo dirige. Las leyes de la naturaleza no lo conducen a un destino inevitable: Dios es el Garante de un destino de bien, un destino salvífico del hombre y de la naturaleza, que lo libera y le da esperanza. El hombre tampoco depende ya de unas leyes de la naturaleza soberanas e inmutables: Jesucristo resucitado, la multiplicación de los panes o la resurrección de Lázaro, son ejemplos de ruptura de las leyes de la naturaleza. Estas son obedientes a Dios, le están sometidas. La resurrección de los cuerpos es la ordenación de cuanto existe a la voluntad soberana de Dios. En el episodio de Ezequiel y los huesos secos (Ez 37, 1-14) los muertos resucitan ante la orden de la Palabra soberana de Dios.
  • 4. 4 La maravillosa revelación divina de la creatio ex nihilo pone al hombre en su centro, como señor de todo: Dijo Dios: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra; que manden en los peces del mar y en las aves del cielo, en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todos los reptiles que reptan por la tierra” (Gn 1, 26). Y como reafirmación de este Señorío, lleva a todos los animales ante el hombre para que este les ponga nombre (cf. Gn 2, 19-20), acción que para la mentalidad semita implica tener dominio sobre ellos. Pero este don de Dios implica también una gran responsabilidad: el hombre debe cuidar la tierra: Tomó, pues, el Señor Dios al hombre y lo dejó en el jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase (Gn 2, 15). Debe además someterla: Después los bendijo Dios con estas palabras: Sed fecundos y multiplicaos, henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves del cielo y en todo animal que repta sobre la tierra (Gn 1, 28). Cuando una persona no tiene la visión de la creación como obra de Dios, se relaciona con ella a modo de materia de transformación. En cambio, cuando se contempla la realidad, la naturaleza, como una creación maravillosa de Dios, aparece inmediatamente la conciencia del deber de cuidarla y preservarla, en tanto que don gratuito de Dios al hombre. Esta armonía del hombre con la naturaleza la podemos observar en los monasterios y los lugares marianos. Siempre se establecen en lugares donde la naturaleza es bella. 2. LA CREACIÓN EN LA SAGRADA ESCRITURA De manera sintética podríamos afirmar que existen tres formas de comprensión de lo real, del universo, de todo cuanto existe:  Creado.- Implica la existencia de un Dios transcendente creador.  Emanado.- En esta visión la realidad se identifica con lo divino: Realidad = Dios. La realidad es una emanación, un fluido procedente de Dios. Dios queda diluido en lo real.  Materia eterna.- El universo ha existido siempre. La noción bíblica de la realidad es la creación. Todo cuanto existe ha sido creado y en cuanto tal nos habla de su Creador. La obra de arte habla del artista: al contemplar un cuadro, la primera pregunta que surge es: ¿Quién lo ha hecho? También la creación habla de su Creador, y no tiene sentido sin Él. Es imposible explicar lo creado sin hacer referencia a su origen. La metodología que usaremos a la hora de estudiar los textos bíblicos, es no leerlos como literatura mitológica, sino como la realidad que Dios ha querido revelar a los hombres para que estos se salven. En nuestro estudio bíblico de la creación veremos el libro del Génesis. Existen dos peligros al leer este libro: a) Verlo como un mito.- Como si fuera un cuentecito inventado. Eso no es verdad: este libro contiene una verdad sustancial de la fe.
  • 5. 5 b) Verlo como un libro de ciencia.- Hacer una lectura cosmológica, Eso no es verdad tampoco. Durante mucho tiempo, los teólogos han intentado ajustar los datos del Génesis con los de la ciencia. Pero el Génesis no es un libro de física, sino de fe. La Sagrada Escritura no se puede tomar como un libro de biología o de historia. No se puede leer de manera estática, como si fuera un libro de derecho, que parte de unos cánones, en los que todo se establece. Lo que contiene no es mentira, es la Verdad, una Verdad salvífica. A consecuencia de ciertas visiones parciales, reduccionistas e intelectualistas a la hora de interpretar las Escrituras aparecen los conflictos, las tensiones, como en el caso de Galileo. La Biblia es una experiencia orante de fe por parte de los autores sagrados. Cuando estos nos hablan de la creación, lo hacen porque han hecho la experiencia de que Dios ha creado todo de la nada y es Señor de todo cuanto existe. A esto hay que añadir que los cristianos debemos hacer una lectura solidaria de la Biblia: existe una relación entre todos sus libros. Esto nos permite leer la creación en el Génesis con una clave cristológica: Al leer que Dios crea todas las cosas, hay que tener siempre en el horizonte a san Pablo: Todo fue creado por Él y para El, Él es el origen de todo y todo se mantiene en Él (Col 1, 16 s). Esta unión profunda que existe entre todos los libros de la Sagrada Escritura se debe a dos razones: a) La Biblia entera es Palabra de Dios, es una verdad revelada por Dios al hombre para su salvación. b) Esta verdad se revela a lo largo de una historia de salvación, en la que Dios se va revelando a su pueblo de una forma progresiva, revelación que culmina en Cristo. En esta historia de salvación, el relato de la creación, aunque aparece al principio de la Biblia, no es uno de los primeros enunciados de fe que formula y tematiza el pueblo de Israel. El primer dato de la fe en la elección de Dios, en su promesa, es Abraham: Mi padre era un arameo errante (Dt 26, 5). La fe en Dios creador se va gestando poco a poco en el pueblo de Israel, va madurando a lo largo de su historia, de forma que este no alcanza una visión clara de la idea de creación de la nada hasta la amarga experiencia del destierro en Babilonia, en el siglo VI. Este es uno de los momentos más difíciles para Israel: ha perdido todo lo que lo identificaba como pueblo: la Tierra, el Rey y el Templo. Está al borde de la extinción. Ante esta situación, el Génesis aporta un mensaje de esperanza: Confiemos en Dios, pues Él ha creado todo cuanto existe y no va a dejar que seamos aniquilados. De la misma manera que Dios creó todo de la nada, nos salvará a nosotros. De esta manera la conciencia de Dios como Creador soberano que se ha ido gestando a lo largo de la historia de Israel queda plasmada en los primeros capítulos del Génesis, verbalizada en el dato del Dios creador de la nada.
  • 6. 6 Algunos autores, con un enfoque metodológico erróneo, defienden que como el texto no se escribe hasta el siglo VI, antes de ese momento el pueblo no tenía fe en la creación. Estos autores defienden que Israel recicla los mitos babilonios sobre el hombre modelado de arcilla. Pero la fe en la creación ya existía antes: primero está la experiencia vital y luego aparece la tematización de esta. El pueblo de Israel no podría comprenderse sin la fe en Dios como Dueño y Señor de todo lo que existe. En Babilonia Israel va a contar con dos elementos que le servirán para verbalizar su experiencia de fe en Dios creador: a) Una experiencia vital de muerte y exterminio: Ante este acontecimiento la fe de Israel se tambalea. Está a punto de extinguirse, porque se mezcla con los babilonios, olvida la Ley y toma las costumbres y los dioses caldeos. Pero aparecen los profetas, anunciando que de la misma manera que Dios crea todo de la nada, tiene poder para recrear a Israel. Dios se revela a través de ellos como Dueño y Señor. Hablan de los anawin, los pobres, el Pequeño Resto, el tocón del árbol talado que vuelve a crecer. b) Referencias culturales babilonias como material previo: El pueblo, en medio de su experiencia vital, escucha las cosmogonías babilonias (relatos míticos sobre el origen de la existencia). En la Epopeya de Gilgamés la humanidad surge de manos de Aru, una diosa que modela al primer hombre de barro y sangre: Él y Ella como padres de todos los pueblos. Ya hay una referencia del origen del hombre vinculado al barro, a la arcilla. Israel recoge los elementos literarios y crea un relato nuevo. Por tanto es falsa la creencia de que Israel recicla los relatos babilonios. Es verdad que toma las figuras, pero la narración es nueva. Hay un material conocido: toma las figuras porque le son próximas, pero el enfoque es completamente distinto. Se distingue por ejemplo en la relación del hombre con Dios. El famoso hombre de barro que aparece en la literatura extrabíblica, es un hombre herido en la lucha contra los dioses, al que una diosa sana tomando barro de los cuatro puntos cardinales. En cambio, en el relato bíblico, Dios no lucha contra el hombre, al contrario, se acerca a él, se preocupa por él: No es bueno que el hombre esté solo (Gn 2, 18). También se distingue por el hecho de la libertad. El hombre no ha sido creado para servir a los dioses. Ha sido creado por pura iniciativa soberana de Dios, por Amor, y por tanto, ha sido creado libre. Esto es una novedad revolucionaria con respecto a todos los textos mitológicos que rodeaban a Israel, algo desconocido hasta entonces. Esto se debe a que el texto bíblico de la creación no es fruto de un intento humano de explicación de la realidad, sino una Revelación divina.
  • 7. 7 2.1.- Tematizaciones de creación en el Antiguo Testamento: La primera aparece históricamente en Gn 14, 18-19: Entonces Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios Altísimo, y le bendijo diciendo: “¡Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de cielos y tierra, y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos!” Y le dio Abram el diezmo de todo. Este texto no habla aún explícitamente de creación de la nada, pero hay un testimonio claro de una fe en Dios altísimo, Creador de cielos y tierra. El texto de la creación todavía no está compuesto, pero la fe veterotestamentaria en Dios creador ya está presente en la conciencia de Israel. 2.1.1.- Los libros proféticos: El paso del henoteísmo o monolatría (existen muchos dioses, pero solo Yahveh es digno de adoración) al monoteísmo (Yahveh es el único Dios, Creador soberano de todo cuanto existe) se dio en Israel de una forma lenta y progresiva. Para ello fue fundamental la predicación de los profetas. Estos presentan a Yahveh como el verdadero y único Dios, un Ser personal y vivo con el que se comunican y en cuyo nombre hablan. a) Amós: Para Amós, Yahveh no solo es el Dios de Israel, sino el de todos los pueblos extranjeros (cf. Am 1, 3-15; 9, 7); del cielo y la tierra (cf. Am 5, 8; 7, 4; 8, 9). b) El Deuteroisaías: Pero es con los profetas del exilio, y particularmente con el Deuteroisaías, con los que se asienta popularmente la idea de un Dios único y creador de todo. Ante la situación del exilio en Babilonia, que lleva a Israel a pensar que su Dios le ha abandonado bajo el poder de sus enemigos, el Deuteroisaías trata de inculcar la fe en Yahveh y la esperanza de que volverá a salvarle de nuevo: Is 49, 14.- Decía Sión: “Yahveh me ha abandonado, el Señor se ha olvidado de mí”. Es el lamento del pueblo desterrado en Babilonia que se siente abandonado y olvidado por Dios. Is 51, 9-13.- ¡Despierta, despierta, revístete de poderío, oh brazo de Yahveh! ¡Despierta como en los días de antaño, igual que en las generaciones pasadas! ¿No eres Tú el que partió a Ráhab, el que atravesó al Dragón? ¿No eres Tú el que secó el Mar, las aguas del gran Océano, el que trocó en camino el lecho del mar para que pasasen los rescatados? Los redimidos de Yahveh volverán, entrarán en Sión entre aclamaciones, y habrá alegría eterna sobre sus cabezas. ¡Regocijo y alegría les acompañarán! ¡Adiós, el penar y los suspiros! Yo,
  • 8. 8 Yo soy tu Consolador. ¿Por qué tienes miedo del mortal, del hombre comparable al heno? Olvidaste a Yahveh, tu Hacedor, el que extendió los cielos y asentó los cimientos de la tierra; y sentías pavor todo el día ante la furia del opresor, en cuanto se aplica a destruir. ¿Dónde está esa furia del opresor? Dios se presenta como el Hacedor, que modela los Cielos y la Tierra, Dueño y Creador de todo cuanto existe, Consolador del pueblo en su destierro. ¡Todavía no ha sido escrito el relato de la creación! Is 40, 8-13.- La hierba se seca, la flor se marchita, mas la Palabra de nuestro Dios permanece por siempre. Súbete a un alto monte, alegre mensajero para Sión; clama con voz poderosa, alegre mensajero para Jerusalén, clama sin miedo. Di a las ciudades de Judá: “Ahí está vuestro Dios”. Ahí viene el Señor Yahveh con poder, y su brazo lo sojuzga todo. Ved que su salario le acompaña, y su paga le precede. Como pastor pastorea su rebaño: recoge en brazos los corderitos, los lleva en su regazo y trata con cuidado a las paridas. ¿Quién midió a puñados los mares o calculó a palmos la dimensión del cielo, o puso en una anega el polvo de la tierra? ¿Quién pesó con la romana los montes y los cerros con la balanza? ¿Quién abarcó el Espíritu de Yahveh y le aconsejó lo que había de hacer? El texto comienza hablando de un Dios que como un Pastor cuida y protege a su pueblo, pero da un salto enorme, para presentarlo de manera indirecta como Dios creador, Dueño y Soberano de todo, provocando al hombre: ¿Quién le aconsejó lo que había de hacer? Is 40, 21-28.- ¿No lo sabíais? ¿No lo habíais oído? ¿No se os dijo desde un principio? ¿No os lo dieron a entender desde que se fundó la tierra? Él habita en el orbe terrestre, sus habitantes le parecen saltamontes. Él expande los cielos como un toldo, y los despliega como una tienda habitable. Él aniquila a los tiranos, y reduce a la nada y a los gobernantes de la tierra. Apenas los han plantado, apenas sembrados, apenas arraiga en tierra su esqueje, cuando sopla sobre ellos y se secan, y el vendaval como tamo se los lleva. ¿Con quién me asemejaréis?, ¿con quién me compararéis?, dice el Santo. Alzad a lo alto los ojos y ved: ¿quién ha creado estas cosas? El que hace salir por orden al ejército celeste, y llama a cada estrella por su nombre. Gracias a su esfuerzo y al vigor de su energía, no falta ni una. ¿Por qué dices, Jacob, por qué andas hablando, Israel: “Mi comportamiento está oculto a Yahveh, a Dios se le pasa mi derecho”? ¿No lo sabes, no lo has oído que Yahveh es un Dios eterno, creador de los confines de la tierra? No se cansa ni se fatiga, su inteligencia es inescrutable. Yahveh como el Creador del cielo y de la tierra, Dios soberano cuya fuerza no tiene límites. Ante la incomprensión del pueblo, que se siente abandonado por Dios, aparece una respuesta: Si Dios puede decidir el fin de todo es porque todo tiene en Él su principio. Él mantiene el cosmos en su orden. Su fuerza no tiene límites y es capaz de aniquilar a los tiranos con un soplo de su boca.
  • 9. 9 Is 45, 7-13.- Yo modelo la luz y creo la tiniebla, Yo hago la dicha y creo la desgracia, Yo soy Yahveh, el que hago todo esto. Destilad, cielos, como rocío de lo alto, derramad, nubes, la victoria. Ábrase la tierra y produzca salvación, y germine juntamente la justicia. Yo, Yahveh, lo he creado. ¡Ay de quien litiga con su Hacedor, la vasija de barro con quien la moldea! ¿Dice la arcilla al alfarero: “¿Qué haces?”, o le acusa: “Tu obra no está hecha con destreza?”. ¡Ay del que dice a su padre!: “¿Qué has engendrado?”, y a su madre: “¿Qué has dado a luz?”. Así dice Yahveh, el Santo de Israel y su modelador: “¿Vais a pedirme señales acerca de mis hijos y a darme órdenes acerca de la obra de mis manos? Yo hice la tierra y creé al hombre en ella. Yo extendí los cielos con mis manos y doy órdenes a todo su ejército. Yo le he suscitado2 para la victoria y he allanado todos sus caminos. Él reconstruirá mi ciudad y enviará a mis deportados sin rescate y sin recompensa”, dice Yahveh Sebaot. Ante la queja de su pueblo, Yahveh responde de forma provocadora: ¿Quién eres tú para poner en duda mis designios? El texto muestra la trascendencia de Dios, creador de todo cuanto existe y hacedor del hombre. Sus planes son inescrutables para el hombre, comparado con una vasija en manos del alfarero. Pero al mismo tiempo da al hombre una respuesta, una promesa de salvación y de justicia que se hará patente con la llegada de Ciro, pero que es una creación de Yahveh (cf. Is 41). San Jerónimo, sustituyendo los términos abstractos del hebreo justicia y salvación por Justo y Salvador, presenta el texto en clave mesiánica: Ciro es una prefiguración de Cristo. Is 51, 3.- Cuando haya consolado Yahveh a Sión, haya consolado todas sus ruinas y haya trocado el desierto en Edén y la estepa en Paraíso de Yahveh, regocijo y alegría se encontrarán en ella, alabanza y son de canciones. El Señor consuela a Sión, levanta sus ruinas, hace su desierto semejante a Edén, y su estepa a un jardín del Señor, habrá gozo y alegría, resonar de canciones. La promesa de Dios permite a Israel mirar al futuro con esperanza. Dios los va a volver a llevar a Edén, al Paraíso que creó en un principio para ellos, es decir, va a recrearlos. La creación es presentada de forma escatológica. El vínculo de unión entre la creación y la escatología es el designio salvífico de Dios. Dios no creó a su pueblo para la muerte, sino para la Vida. El verbo que el Deuteroisaías emplea para hablar de la creación de Yahveh es ‫א‬ ָּ‫ָּר‬‫ב‬ (bārā’), que significa creó (cf. Is 43, 18-19; 48, 6-8). Ya no se trata de un verbo que, como en los mitos babilónicos o en la acción del Demiurgo platónico, significa modelar. Es un verbo que significa crear algo sin contar con un elemento preexistente. Por eso habla también de crear por la Palabra. Yahveh llama a los cielos y estos comparecen ante Él: Sí, es mi mano la que fundamentó la tierra y mi diestra la que extendió los cielos. Yo los llamo y todos se presentan. (Is 48, 13). 2 Se refiere a Ciro, Rey de Persia (cf. Is 41, 2), que permitió al pueblo volver a Jerusalén y reconstruir el Templo.
  • 10. 10 El profeta exhorta a Israel a no tener miedo, porque su Dios es el que creó los cielos. Presenta pues la creación como un acontecimiento salvífico. En Is 44, 24, Yahveh se presenta a sí mismo como tu Salvador y tu Creador. c) Jeremías: También Jeremías devuelve la esperanza a Israel basándose en el poder creador de Dios: Jr 31, 35-37.- Así dice Yahveh, el que da el sol para alumbrar el día, y gobierna la luna y las estrellas para alumbrar la noche, el que agita el mar y hace bramar sus olas, cuyo nombre es Yahveh Sebaot: Si estas normas llegasen a fallarme – oráculo de Yahveh – también la prole de Israel dejaría de ser para mí nación a perpetuidad. Así dice Yahveh: Si pudieran medirse los altos cielos y sondearse las hondas bases de la tierra, entonces también Yo renegaría de todo el linaje de Israel por todo cuanto hicieron – oráculo de Yahveh –. En este texto la creación está expresando la alianza de Dios con su pueblo. Aparece Dios como aquel que mantiene en su existencia a todo lo creado, y expresa la alianza en los siguientes términos: mientras Él siga manteniendo el mundo en la existencia, Israel seguirá siendo su pueblo. Jr 32, 17-22.- ¡Ay, Señor Yahveh! He aquí que Tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y tenso brazo: nada es extraordinario para ti, el que hace merced a millares, que se cobra la culpa de los padres a costa de los hijos que les suceden, el Dios grande, el Fuerte, cuyo nombre es Yahveh Sebaot, grande en designios y rico en recursos, que tiene los ojos fijos en la conducta de los humanos, para dar a cada uno según su conducta y el fruto de sus obras; Tú que has obrado señales y portentos en Egipto, hasta hoy, y en Israel y en la humanidad entera, y te has hecho un nombre, como hoy se ve; y sacaste a tu pueblo Israel de Egipto con señales y prodigios y con mano fuerte y tenso brazo y con gran aparato, y les diste esta tierra que habías jurado dar a sus padres: tierra que mana leche y miel. En este texto aparece la relación entre la creación y la historia de la salvación. Yahveh es el Dios grande y poderoso que por su poder creó todo cuanto existe y que cumple la alianza que juró a Israel al salir de Egipto dándole la Tierra Prometida. El recuerdo de los grandes prodigios obrados por Dios en el Éxodo es presentado como una promesa de liberación para el pueblo. Dios, que los entrega en manos de sus enemigos a causa de sus pecados, es el Dios grande, el Fuerte, que igual que sacó a Israel de Egipto en medio de grandes signos y prodigios. Él liberará a su pueblo y le dará de nuevo una tierra. d) En síntesis: Podríamos decir que la fe de Israel en la creación, elaborada en el momento más trágico de su historia, queda expresada en los siguientes puntos:  La creación está conectada con la esperanza escatológica: Dios que nos creó nos salvará.
  • 11. 11  Es presentada como expresión de la historia de la salvación: El Dios que creó todo cuanto existe es el mismo que guía providentemente la historia de Israel.  Está expresando la alianza: Mira al cielo y cuenta las estrellas, si puedes contarlas. Así será tu descendencia (Gn 15, 5). Dios que tiene poder para crear todas las estrellas del cielo dará a Abraham una descendencia incontable.  La naturaleza entera, en tanto que creación, está vinculada a la Palabra divina: Dijo Dios… y existió. Todas las cosmogonías: babilonias, griegas, egipcias, hindúes… comienzan con un caos. En el texto bíblico en el principio no está el caos, ni un destino o una ley inflexible, sino Dios. 2.1.2.- Los salmos: Los salmos son la oración que brota de la contemplación de la creación: esta nos mueve a la alabanza, nos hace cantar a Dios. Para un israelita, la creación entera forma parte de una oración litúrgica. En el Cántico de los tres jóvenes (Dn 3, 52-90), un salmo maravilloso que se encuentra en el interior del Libro del profeta Daniel, el salmista, el hombre, es un maestro de ceremonias que invita a toda la creación a bendecir al Señor. En algunos salmos, el salmista coloca a la creación en plena acción litúrgica de alabanza a Dios: Rezuman los pastos del páramo y las colinas se orlan de alegría, las praderas se cubren de rebaños y los valles se visten de mieses que aclaman y cantan (Sal 65, 13-14). Las mieses (los campos de cereales ya en fruto) están secas, y al pasar el viento se mueven y silban. El salmista se queda maravillado porque descubre que con su movimiento y su sonido las mieses están dando gloria a Dios, lo alaban y cantan para Él. Veamos ahora algunos salmos que cantan la creación de Dios: Salmo 8: ¡Señor, Dios nuestro, qué glorioso es tu nombre en toda la tierra! Tú que asientas tu majestad sobre los cielos, por boca de chiquillos, de niños de pecho, cimientas un baluarte frente a tus adversarios, para acabar con enemigos y rebeldes. Al ver tu cielo, hechura de tus dedos, la luna y las estrellas que pusiste, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el hijo de Adán para que de él te cuides?
  • 12. 12 Apenas inferior a un dios lo hiciste, coronándolo de gloria y de esplendor; señor lo hiciste de las obras de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies: ovejas y bueyes, juntos, y hasta las bestias de campo, las aves del cielo, los peces del mar que circulan por las sendas de los mares. ¡Señor, Dios nuestro, qué glorioso es tu nombre en toda la tierra! El salmista se asombra, se maravilla de la creación, y, ante tanta hermosura y tanta grandeza, se pregunta: ¿qué es el hombre? Busca un lugar para él. La respuesta es impresionante: el hombre es la cumbre, el centro de la creación, Dios lo ha coronado de gloria y esplendor, lo ha hecho señor de lo creado y ha sometido todo bajo sus pies. Este salmo es anterior al relato del Génesis, y ya el hombre es corona de la creación. En el primer capítulo del Génesis, Dios va creando todo lo que existe, y el culmen es el hombre. Salmo 90: De Moisés, hombre de Dios. Señor, Tú has sido para nosotros un refugio de edad en edad. Antes de ser engendrados los montes, antes de que naciesen tierra y orbe, desde siempre hasta siempre Tú eres Dios. Tú devuelves al polvo a los hombres, diciendo: “¡Volved, hijos de Adán!”. Porque mil años a tus ojos son un ayer que pasó, una vigilia en la noche. Tú los sumerges en un sueño, a la mañana son hierba que brota: brota y florece por la mañana, por la tarde está mustia y se seca. Pues tu cólera nos ha consumido, nos ha anonadado tu furor. Has puesto nuestras culpas ante ti, nuestros secretos a la luz de tu rostro. Bajo tu cólera declinan todos nuestros días, como un suspiro consumimos nuestros años.
  • 13. 13 Vivimos setenta años, ochenta con buena salud, mas son casi todos fatiga y vanidad, pasan rápido y nosotros volamos. ¿Quién entiende el golpe de tu ira?, ¿quién percibe la fuerza de tu cólera? ¡Enséñanos a contar nuestros días, para que entre la sabiduría en nuestro corazón! ¡Vuelve, Señor! ¿Hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. Sácianos de tu amor por la mañana, y gozaremos y cantaremos de por vida. Alégranos por los días que nos humillaste, por los años en que conocimos la desdicha. ¡Que tus siervos vean tu acción, y tus hijos tu esplendor! ¡La dulzura del Señor sea con nosotros! ¡Consolida Tú la acción de nuestras manos! El salmo habla de la caducidad del hombre: Tú devuelves al polvo a los hombres diciendo: “Volved, hijos de Adán”. Esa referencia al polvo aparecerá también en Gn 3, 19: Comerás el pan con el sudor de tu rostro hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado, porque eres polvo y al polvo tornarás. Aparecerá también en el relato yahvista de la creación del hombre: Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente (Gn 2, 7). Frente a la caducidad del hombre, el salmo presenta la grandeza de Dios soberano, que no está condicionada por nada. Crea al hombre de la nada y lo levanta del polvo. Salmo 136: ¡Aleluya! ¡Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Dad gracias al Dios de los dioses, porque es eterno su amor. Dad gracias al Señor de los señores, porque es eterno su amor. Al único que ha hecho maravillas, porque es eterno su amor. Al que hizo el cielo con sabiduría, porque es eterno su amor. Al que asentó la tierra sobre las aguas, porque es eterno su amor. Al que hizo las grandes lumbreras, porque es eterno su amor; el sol para regir el día, porque es eterno su amor; luna y estrellas que rigen la noche, porque es eterno su amor.
  • 14. 14 Al que hirió en sus primogénitos a Egipto, porque es eterno su amor; y sacó a Israel de entre ellos, porque es eterno su amor; con mano fuerte y tenso brazo, porque es eterno su amor. Al que partió en dos el Mar de los Juncos, porque es eterno su amor; e hizo pasar por medio a Israel, porque es eterno su amor; y hundió en él al faraón con sus huestes, porque es eterno su amor. Al que guio a su pueblo en el desierto, porque es eterno su amor. Al que hirió a grandes reyes, porque es eterno su amor; y dio muerte a reyes poderosos, porque es eterno su amor; a Sijón, rey de los amorreos, porque es eterno su amor; y a Og, rey de Basán, porque es eterno su amor. Y dio sus tierras en herencia, porque es eterno su amor; en herencia a su pueblo Israel, porque es eterno su amor. Al que se acordó de nosotros, humillados, porque es eterno su amor; y nos libró de nuestros adversarios, porque es eterno su amor. Al que da pan a todo viviente, porque es eterno su amor. ¡Dad gracias al Dios de los cielos, porque es eterno su amor! Este es un salmo de alabanza. Habla de la creación y de la naturaleza y de cómo esta hace referencia a Dios como a su Creador soberano. La contemplación de la naturaleza nos habla de Dios creador y de la Soberanía divina. La belleza de la creación nos abre los poros hacia la Soberanía creadora de Dios. Podemos ver en los salmos que la fe bíblica en la creación no empieza cuando se componen los relatos, sino que estos son el culmen de una fe transmitida a lo largo de los años y presente ya en otros escritos. 2.1.3.- Los libros sapienciales: Tras los esbozos que aparecen en los profetas y en los salmos, los libros sapienciales aportan a la tematización de la creación dos rasgos importantes: a) La fe bíblica comienza a expresarse en términos del pensamiento heleno, usando una nueva terminología y concepción del mundo, concepción que algunos autores consideran dualista, sobre todo en el Libro de la Sabiduría. El autor de este libro pone en confrontación directa el pensamiento judío con el helenismo, manejando unas categorías que no domina, y que a veces traicionan su pensamiento auténtico (cf. 9, 15; 11, 17), pero que resultan desmentidas por el conjunto de los pasajes del libro.
  • 15. 15 La última parte del libro (capítulo 19) rememora la salvación de Israel de manos de Egipto. Se vuelve así a la idea nuclear de la teología veterotestamentaria de la creación: La creación es preludio, marco y fundación de la alianza. Así el autor acaba testimoniando la honda raigambre bíblica de su pensamiento. b) Se expresa la creación en términos de orden y medida. Dios crea con inteligencia, por lo que hay una sabiduría intelectiva en todo cuanto existe. El orden y la medida que posee la Creación tiene su origen en Dios y conducen hacia Él a la inteligencia creada, es decir, al hombre. La literatura sapiencial surge a partir del siglo IV a. C., encontrando su pleno desarrollo en el II a. C. Está muy influida por el contexto heleno que domina el Mediterráneo: Alejandro Magno conquista toda la cuenca del Mediterráneo imponiendo la cultura griega por doquier. El paradigma de la vida para la cultura griega es la sabiduría. En Israel se impone también la cultura griega. Los griegos afirman que la sabiduría es la plenitud del hombre, y ridiculizan a Israel y a sus costumbres. Frente a esta invasión pagana, el pueblo hebreo reacciona defendiendo la verdadera Sabiduría, superior a la sabiduría simplemente humana de los griegos: la Sabiduría de la Torá. En los libros sapienciales la Sabiduría divina va a aparecer como la fuente de la que mana toda sabiduría. Ella es la que crea orden y medida. Por eso aparecerán elementos de medida a la hora de presentar la creación. Veamos algunos textos: Job 28, 12-28.- Mas la Sabiduría, ¿de dónde viene?, ¿cuál es la sede de la Inteligencia? Ignora el hombre su sendero, no se le encuentra en la tierra de los vivos. Dice el Abismo: “No está en mí”, y el Mar: “No está conmigo”. No se puede dar por ella oro fino, ni comprarla a precio de plata, ni evaluarla con el oro de Ofir, el ágata preciosa o el zafiro. No la igualan el oro ni el vidrio, ni se puede cambiar por vaso de oro puro. Corales y cristal ni mencionarlos, mejor es pescar Sabiduría que perlas. No la iguala el topacio de Kus, ni con oro puro puede evaluarse. Mas la Sabiduría, ¿de dónde viene?, ¿cuál es la sede de la Inteligencia? Se oculta a los ojos de todo ser viviente, se hurta a los pájaros del cielo. La Perdición y la Muerte dicen: “De oídas sabemos su renombre”. Solo Dios su camino ha distinguido, solo Él conoce su lugar. (Porque Él otea hasta los confines de la tierra, y ve cuanto hay bajo los cielos.) Cuando dio peso al viento y aforó las aguas con un módulo, cuando a la lluvia impuso ley y un camino a los giros de los truenos, entonces la vio y le puso precio, la estableció y la escudriñó. Y dijo al hombre: “Mira, el temor del Señor es la Sabiduría, huir del mal, la Inteligencia”. Frente a la supuesta sabiduría del hombre, de los filósofos, Job afirma que el hombre no conoce su camino. La Sabiduría no procede del hombre, no se puede adquirir ni comprar: es preciosa, pero no es un bien material, no reside en la materia. El único que conoce la sabiduría es Dios, porque Él es su origen, él es el que ha mensurado, ha dado límites a todo lo que
  • 16. 16 existe, al mar, a los cielos. La verdadera sabiduría no es la humana, la de los filósofos, sino el Temor de Dios. El hombre piadoso, en el que reside la Sabiduría de Dios, ese es el verdadero sabio. Eclesiástico 24, 3-6.- Yo salí de la boca del Altísimo, y cubrí como niebla la tierra. Yo levanté mi tienda en las alturas, y mi trono era una columna de nube. Sola recorrí la redondez del cielo, y por la hondura de los abismos paseé. Las ondas del mar, la tierra entera, todo pueblo y nación era mi dominio. La Sabiduría aparece como un Ser espiritual, está personificada, tiene una cierta entidad. Los Santos Padres verán más tarde en ella al Espíritu Santo. Proverbios.- 3, 19-20.- Con la Sabiduría fundó Yahveh la tierra, consolidó los cielos con inteligencia; con su ciencia se abrieron los océanos y las nubes destilan el rocío. Todo cuanto ocurre obedece a la Sabiduría de Dios, al designio divino. Job 38, 1 – 42, 6: Yahveh respondió a Job desde el seno de la tempestad y dijo: « ¿Quién es este que empaña el Consejo con razones sin sentido? Ciñe tus lomos como un bravo: voy a interrogarte, y tú me instruirás. ¿Dónde estabas tú cuando fundaba Yo la tierra? Indícalo, si sabes la verdad. ¿Quién fijó sus medidas?, ¿lo sabrías?, ¿quién tiró el cordel sobre ella? ¿Sobre qué se afirmaron sus bases?, ¿quién asentó su piedra angular, entre el clamor a coro de las estrellas del alba y las aclamaciones de todos los Hijos de Dios? ¿Quién encerró el mar con doble puerta cuando del seno materno salía borbotando; cuando le puse una nube por vestido y del nubarrón hice sus pañales; cuando le tracé sus linderos y coloqué puertas y cerrojos? Le dije: “hasta aquí llegarás, no pasarás, aquí se estrellará el orgullo de tus olas”. ¿Has mandado, una vez en tu vida, a la mañana, has asignado a la aurora su lugar, para que agarre a la tierra por los bordes y de ella sacuda a los malvados? Ella se trueca en arcilla de sello, se tiñe lo mismo que un vestido. Se quita entonces su luz a los malvados, y queda roto el brazo que se alzaba. ¿Has penetrado hasta las fuentes del mar?, ¿has circulado por el fondo del Abismo? ¿Se te han mostrado las puertas de la Muerte?, ¿has visto las puertas del país de la Sombra? ¿Has calculado las anchuras de la tierra? Cuenta, si es que sabes, todo esto. ¿Por dónde se va a la morada de la luz?, y las tinieblas, ¿dónde tienen su sitio?, para que puedas llevarlas a su término, guiarlas por los senderos de su casa. Si lo sabes, ¡es que ya habías nacido entonces, y bien larga es la cuenta de tus días! ¿Has llegado a los depósitos de nieve? ¿Has visto las reservas de granizo que yo guardo para el tiempo de angustia, para el día de batalla y de combate? ¿Por qué camino se reparte la luz, o se despliega el solano por la tierra? ¿Quién abre un canal al aguacero, a los giros de los truenos un camino, para llover sobre tierra sin hombre, sobre el desierto donde no hay un alma, para abrevar a las soledades desoladas y hacer brotar en la estepa hierba verde? ¿Tiene padre la lluvia?, ¿quién engendra las gotas de rocío? ¿De qué seno sale el hielo?, ¿quién da a luz la escarcha del cielo, cuando las aguas se aglutinan como piedra y se congela la superficie del abismo? ¿Puedes tú anudar los lazos de las Pléyades o desatar las
  • 17. 17 cuerdas de Orión? ¿Haces salir la Corona a su tiempo?, ¿conduces a la Osa con sus crías? ¿Conoces las leyes de los Cielos?, ¿aplicas su fuero en la tierra? ¿Levantas tu voz hasta las nubes?, la masa de las aguas, ¿te obedece? ¿A tu orden los relámpagos parten, diciéndote: “Aquí estamos”? ¿Quién puso en el ibis la sabiduría?, ¿quién dio al gallo inteligencia? ¿Quién tiene pericia para contar las nubes?, ¿quién inclina los odres de los cielos, cuando se aglutina el polvo en una masa y los terrones se pegan entre sí? ¿Cazas tú acaso la presa a la leona?, ¿calmas el hambre de los leoncillos, cuando en sus guaridas están acurrucados, o en los matorrales al acecho? ¿Quién prepara su provisión al cuervo, cuando sus crías gritan hacia Dios, cuando se estiran faltos de comida? ¿Sabes cuándo hacen las rebecas sus crías?, ¿has observado el parto de las ciervas?, ¿has contado los meses de su gestación?, ¿sabes la época de su alumbramiento? Entonces se acurrucan y paren a sus crías, echan fuera su camada. Y cuando ya sus crías se hacen fuertes y grandes, salen al desierto y no vuelven más a ellas. ¿Quién dejó al onagro en libertad y soltó las amarras del asno salvaje? Yo le he dado la estepa por morada, por mansión la tierra salitrosa. Se ríe del tumulto de las ciudades, no oye los gritos del arriero; explora las montañas, pasto suyo, en busca de toda hierba verde. ¿Querrá acaso servirte el buey salvaje, pasar la noche junto a tu pesebre? ¿Atarás a su cuello la coyunda?, ¿rastrillará los surcos tras de ti? ¿Puedes fiarte de él por su gran fuerza?, ¿le confiarás tu menester? ¿Estás seguro de que vuelva, de que en tu era allegue el grano? El ala del avestruz, ¿se puede comparar al plumaje de la cigüeña y del halcón? Ella en tierra abandona sus huevos, en el suelo los deja calentarse; se olvida de que puede aplastarlos algún pie, o cascarlos una fiera salvaje. Dura para sus hijos cual si no fueran suyos, por un afán inútil no se inquieta. Es que Dios la privó de sabiduría, y no le dotó de inteligencia. Pero en cuanto se alza y se remonta, se ríe del caballo y su jinete. ¿Das tú al caballo la bravura?, ¿revistes su cuello de tremolante crin? ¿Le haces brincar como langosta? ¡Terror infunde su relincho altanero! Piafa de júbilo en el valle, con brío se lanza al encuentro de las armas. Se ríe del miedo y de nada se asusta, no retrocede ante la espada. Va resonando sobre él la aljaba, la llama de la lanza y el dardo. Hirviendo de impaciencia la tierra devora, no se contiene cuando suena la trompeta. A cada toque de trompeta responde con relinchos, olfatea de lejos el combate, las voces de mando y los clamores. ¿Acaso por tu acuerdo el halcón emprende el vuelo, despliega sus alas hacia el sur? ¿Por orden tuya se remonta el águila y coloca su nido en las alturas? Pone en la roca su mansión nocturna, su fortaleza en un picacho. Desde allí acecha a su presa, desde lejos la divisan sus ojos. Sus crías lamen sangre; donde hay muertos, allí está». Y Yahveh se dirigió a Job y le dijo: « ¿Tiene más que decir el censor de Shadday? ¡Que responda el acusador de Dios! ». Job respondió a Yahveh: « He hablado a la ligera: ¿qué replicaré? Mejor si me tapo la boca con la mano. Hablé una vez, no responderé; dos veces y nada añadiré ». Yahveh respondió a Job desde el seno de la tempestad y dijo: « Si eres valiente, cíñete los lomos: voy a preguntarte y tú me instruirás. ¿De verdad quieres violar mi derecho, condenarme para quedar absuelto? ¿Tienes un brazo tú como el de Dios?, ¿truena tu voz
  • 18. 18 como la suya? ¡Cíñete pues de majestad y de grandeza, revístete de gloria y de esplendor! ¡Derrama la explosión de tu cólera, con una mirada humilla al arrogante! ¡Con una mirada abate al orgulloso, aplasta en el sitio a los malvados! ¡Húndelos juntos en el suelo, cierra sus rostros en el calabozo! ¡Y yo mismo te rendiré homenaje, por la victoria que te da tu diestra! Mira a Behemot, criatura mía, como tú. Se alimenta de hierba como el buey. Mira su fuerza en sus riñones, en los músculos del vientre su vigor. Atiesa su cola igual que un cedro, los nervios de sus muslos se entrelazan. Tubos de bronce son sus vértebras; sus huesos, como barras de hierro. Es la primera de las obras de Dios: su autor le procuró su espada; los montes le aportan un tributo, y todas las fieras que retozan en ellos. Bajo los lotos se recuesta, en escondite de cañas y marismas. Los lotos le recubren con su sombra, los sauces del torrente le rodean. Si el río va bravo, no se inquieta, firme está aunque un Jordán le llegue hasta la boca. ¿Quién, pues, podrá prenderle por los ojos, taladrar su nariz con punzones? Y a Leviatán, ¿le pescarás tú a anzuelo, sujetarás con un cordel su lengua? ¿Harás pasar por su nariz un junco?, ¿taladrarás con un gancho su quijada? ¿Te hará por ventura largas súplicas?, ¿te hablará con timidez? ¿Pactará contigo un contrato de ser tu siervo para siempre? ¿Jugarás con él como con un pájaro, o lo atarás para juguete de tus niñas?, ¿traficarán con él los asociados?, ¿se le disputarán los mercaderes? ¿Acribillarás su piel de dardos?, ¿clavarás con el arpón su cabeza? Pon sobre él tu mano: ¡al recordar la lucha no tendrás ganas de volver! ¡Sería vana tu esperanza porque su vista sola aterra! No hay audaz que lo despierte, ¿y quién podrá resistir ante él? ¿Quién le hizo frente y quedó salvo? ¡Ninguno bajo la capa de los cielos! Mencionaré también sus miembros, hablaré de su fuerza incomparable. ¿Quién rasgó la delantera de su túnica y penetró en su coraza doble? ¿Quién abrió las hojas de sus fauces? ¡Reina el terror entre sus dientes! Su dorso son hileras de escudos que cierra un sello de piedra. Están apretados uno a otro, y ni un soplo puede pasar entre ellos. Están pegados entre sí y quedan unidos sin fisura. Echa luz su estornudo, sus ojos son como los párpados de la aurora. Salen antorchas de sus fauces, chispas de fuego saltan. De sus narices sale humo, como de un caldero que hierve junto al fuego. Su soplo enciende carbones, una llama sale de su boca. En su cuello se asienta la fuerza, y ante él cunde el espanto. Son compactas las papadas de su carne: están pegadas a ella, inseparables. Su corazón es duro como roca, resistente como piedra de molino. Cuando se yergue, se amedrentan las olas, y las ondas del mar se retiran. Le alcanza la espada sin clavarse, lo mismo la lanza, jabalina o dardo. Para él el hierro es solo paja, el bronce, madera carcomida. No le ahuyentan los disparos del arco, cual polvillo le llegan las piedras de la honda. Una paja le parece la maza, se ríe del venablo que silba. Debajo de él tejas puntiagudas: un trillo que va pasando por el lodo. Hace del abismo una olla borbotante, cambia el mar en pebetero. Deja tras sí una estela luminosa, el abismo diríase una melena blanca. No hay en la tierra semejante a él, que ha sido hecho intrépido. Mira a la cara a los más altos, es rey de todos los hijos del orgullo ». Job respondió a Yahveh: « Me doy cuenta que todo lo puedes, que eres capaz de cualquier proyecto. Era yo el que empañaba tu designio con razones sin sentido. Sí, hablé sin pensar de maravillas que me superan y que ignoro.
  • 19. 19 (Escucha, deja que Yo hable: voy a interrogarte y tú me instruirás.) Yo te conocía solo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos. Por eso me retracto y me arrepiento en el polvo y la ceniza ». Esta perícopa es todo un desarrollo de la medida, el orden, la razón divina. Job pide explicaciones a Dios y este le responde: Como Yo no sé lo que tengo que hacer, voy a preguntarte y tú me dirás. ¿Tiraste tú el cordel del mundo? Esta es una imagen plástica de carácter antropomórfico. Se presenta a Dios como si fuera un albañil que marca la medida para hacer el mundo. Dios aparece también como el que mantiene todo en la existencia, de ahí el reproche a Job: ¿Has diseñado tú el ciclo de la naturaleza? 2.1.4.- El Segundo libro de los Macabeos: La “creatio ex nihilo”: No podemos pasar al siguiente punto sin hacer referencia al Segundo Libro de los Macabeos, que nos presenta un texto esencial, el colofón final de la tematización de la fe israelita en Dios creador de todo. El contexto, del que ya hemos hablado, es el proceso de helenización de toda la Cuenca del Mediterráneo iniciado por Alejandro Magno, quien impone la cultura helénica en todo el imperio. Israel se acompleja de su propia fe. Antíoco IV Epífanes llevó hasta el límite este afán helenizador: ridiculizó a Israel y a sus costumbres, obligó a todo el mundo a adoptar la cultura griega e incluso mandó colocar una estatua de Zeus Olímpico en el Templo de Jerusalén, en el lugar del Sancta Sanctorum. En medio de esta persecución, siete hermanos son apresados junto con su madre y torturados por orden del rey para obligarles a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. Durante la tortura de sus hijos, la madre les exhortaba a perseverar en la fe diciéndoles: “Yo no sé cómo aparecisteis en mis entrañas, ni fui yo quien os regaló el espíritu y la vida, ni tampoco organicé yo los elementos de cada uno. Pues así el Creador del mundo, el que modeló al hombre en su nacimiento y proyectó el origen de todas las cosas, os devolverá el espíritu y la vida con misericordia, porque ahora no miráis por vosotros mismos a causa de sus leyes”. Antíoco creía que se le despreciaba a él y sospechaba que eran palabras injuriosas. Mientras el menor seguía con vida, no solo trataba de ganarle con palabras, sino hasta con juramentos le prometía hacerle rico y muy feliz, con tal de que abandonara las tradiciones de sus padres; le haría su amigo y le confiaría altos cargos. Pero como el muchacho no le hacía ningún caso, el rey llamó a la madre y la invitó a que aconsejara al adolescente para salvar su vida. Tras de instarle él varias veces, ella aceptó el persuadir a su hijo. Se inclinó sobre él y burlándose del cruel tirano, le dijo en su lengua patria:
  • 20. 20 “Hijo, ten compasión de mí que te llevé en el seno por nueve meses, te amamanté por tres años, te crie y te eduqué hasta la edad que tienes (y te alimenté). Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra y, al ver todo lo que hay en ellos, sepas que a partir de la nada (ex nihilo) lo hizo Dios y que también el género humano ha llegado así a la existencia. No temas a este verdugo, antes bien, mostrándote digno de tus hermanos, acepta la muerte, para que vuelva yo a encontrarte con tus hermanos en la misericordia (2M 7, 22-29). La madre hace una doble referencia a la creación: primero a la creación personal de sus hijos y luego a la creación entera, que Dios creó de la nada. Afirma que ella no hizo nada, ni sabe cómo llegaron a este mundo, pero tiene fe (v. 29) en que Dios los devolverá a la vida. Se conecta creación con salvación, Dios aparece como Alfa y Omega. Se vincula la esperanza en la Vida eterna a la creación: Dios tiene poder para devolverte la vida, porque ya te la ha dado una vez. En 2M 7, 28 es la primera vez que aparece el término ex nihilo, que luego se hará clásico en la teología. Dios crea todo de la nada. Cuando los cristianos tienen que discutir con los filósofos griegos sobre la creación (los griegos defendían la eternidad de la naturaleza), los cristianos usarán la expresión creatio ex nihilo. 2.1.5.- Los relatos de la creación: Tenemos dos relatos de la creación distintos porque pertenecen a dos tradiciones distintas:  Gn 1, 1 – 2, 4a se corresponde con la fuente sacerdotal.  Gn 2, 4b-25 se corresponde con la tradición yahvista. La fe bíblica en la creación ha tenido distintas expresiones, tematizaciones, recorridos. Existía un material previo presente en las tradiciones de las distintas tribus, que expresaba de formas diversas su creencia en un Dios creador, y que fue recogido por los autores bíblicos a la hora de redactar el texto. Pero los textos bíblicos, redactados por manos humanas, son al mismo tiempo revelación de Dios, que se sirve de personas concretas insertadas en una cultura específica con tradiciones propias para transmitir su mensaje de salvación al hombre. Partiendo de este presupuesto, podemos afirmar en la fe que los relatos de la creación están en la Biblia, no porque los autores se hayan puesto de acuerdo para ofrecer una explicación del origen de todo (esta nunca fue su primera intención), sino porque Dios mueve el corazón, la inteligencia y la voluntad, porque quiere comunicar un mensaje a su pueblo.  Los dos textos tienen en común:  La creación soberana del mundo por parte de Dios.  El hombre aparece como una creación singular dentro del mundo.  Hay una igualdad raíz entre todos los hombres.  También existe una unidad raíz para todo el género humano.
  • 21. 21 Podemos ver la pedagogía de Dios con su pueblo: en el momento en que Israel está exiliado, sin tierra, sin Templo, sin futuro, al borde de la extinción, surge la ley de la ataraxia (imperturbabilidad, serenidad): El pueblo vive un momento drástico en que, para asegurar su pervivencia, para salvar sus costumbres, la Ley, se prohíben los matrimonios con no judíos. El pueblo se encierra en sí mismo. Y justo en ese momento, Dios les entrega la Revelación del relato de la creación, en el que se subrayan fuertemente la igualdad y la unidad de todos los pueblos. Esta apertura aparece también en la Promesa hecha por Dios a Abraham. Le promete tres cosas: una tierra, una descendencia y ser padre de muchos (en griego πολλῶν, con sentido de totalidad) pueblos. Esta palabra, no volverá a ser usada hasta que Jesucristo encomiende a sus discípulos el anuncio del Evangelio a la multitud, a muchos (πολλῶν) pueblos. En la Alianza con Abraham, Dios estaba preparando ya la Alianza Nueva y Eterna, sellada no con sangre de machos cabríos, sino por la preciosa Sangre del Verbo eterno de Dios (cf. Hb 9, 12), derramada por muchos (πολλῶν) hombres para el perdón de los pecados. Las promesas que Dios hizo a Israel en Abraham, son heredadas por la multitud de los pueblos de la tierra, que reciben la filiación divina por la regeneración en el baño del Bautismo, de forma que “ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si sois de Cristo, ya sois descendencia de Abraham, herederos según la Promesa” (Gal 3, 28-29). a) Gn 1,1 – 2,4a.- Pertenece a la tradición sacerdotal (s. VI a.C.). Presenta las siguientes características: a1) Recoge los datos culturales de su tiempo y de su entorno: habla de las estrellas, de las aguas, de la luna, del sol… Hay una valoración del mundo celeste, porque Israel, en su estancia en Babilonia ha aprendido la importancia de los astros (los caldeos dan culto a los astros). Sin embargo, el relato, desde el primer momento subraya la soberanía (todo le pertenece) y la libertad de Dios sobre todo lo que existe. Los astros y las fuerzas de la tierra no son divinidades, todo ha sido creado por Dios y por tanto, le pertenece. a2) Dios no crea por una necesidad ni interna ni externa (obediencia a las leyes), sino que todo lo crea libremente. Dios crea porque quiere. a3) La creación se manifiesta en su bondad: y todo era bueno. Dios va rubricando, firmando, la bondad de todo lo que va creando. Hay una bondad natural en todo cuanto existe en el momento de la creación, antes del pecado, cuando todavía no ha sido herida por este. a4) Dios es Creador de todo cuanto existe. Ese Dios soberano se expresa básicamente en tres elementos:  La utilización del verbo ‫א‬ ָּ‫ָּר‬‫ב‬ (bārā’).- Este aparece en la Biblia empleado solamente por Dios para las acciones divinas. Está vinculado a una iniciativa incondicionada por parte de Dios, es decir, Dios crea sin depender de nada anterior, sin materia preexistente: al principio creó (‫א‬ ָּ‫ָּר‬‫ב‬). ‫א‬ ָּ‫ָּר‬‫ב‬ no solo aparece en este relato: también se utiliza para la alianza,
  • 22. 22 pero siempre aparece vinculado al sujeto Dios. Aporta la idea de la creatividad, la creación es una acción creativa y libérrima.  Dios como Creador del cielo y de la tierra.- Tenemos aquí un arco complexivo, es decir, una expresión que nombrando los extremos, designa a todo lo que es abarcado en medio de estos. A medida que van avanzando los días habrá una enumeración de criaturas, aunque todas están comprendidas en la creación de cielo y tierra. Algunas traducciones omiten la palabra caos, sustituyéndola por masa informe (sin forma). Sin embargo, en el texto original hebreo aparece esta palabra. Cuando se habla de Dios creador aparece el caos como un elemento residual de las cosmogonías paganas babilonias, en las que este era el elemento precedente a la creación. En todas se presenta el punto de inicio centrado en el caos, una materia prima informe que toma forma por la acción de los dioses. Unas veces es un trabajo de elaboración: trabajan con él hasta darle orden, cargando las montañas sobre sus hombros. Otras el caos los atrapa y tienen que luchar contra él. Al vencerlo, nace el mundo actual. Los hebreos residentes en Babilonia y Egipto conocen estas leyendas. No adoptan ninguna, pero por contacto con el mundo pagano incorporan una referencia que se infiltra en el libro del Génesis: el caos. Pero ese caos no está al principio. Aparece después de la creación. Además Dios no lucha contra el caos, ni trabaja con él. Dios crea con la Palabra. Existe una soberanía de Dios, una libertad absoluta.  La creación por la Palabra.- La Palabra es propia de las personas. Un Dios que crea por la Palabra es un Ser personal. En su primera acción, Dios se manifiesta como Persona. Un ser que crea por la Palabra es también un ser inteligente. La creación no es absurda. La afirmación del nominalismo no es revelada: Dios, que crea con la Palabra, opera con sabiduría. El Libro de la Sabiduría subraya que Dios es el que ha puesto peso y medida: Pero Tú regulaste todo con medida, número y peso (Sb 11, 20b). También en el Libro de Job aparece esta idea: ¿Quién puede aleccionar a Dios? (Jb 21, 22); ¿Quién le señaló el camino a seguir?, ¿quién le diría: “Has hecho mal”? (36, 23). Todo lo ha hecho con su Sabiduría. Otro atributo de Dios, creador por la Palabra, es la voluntad. Dios dice porque quiere decir. La creación es una expresión, una manifestación de su voluntad. Todo cuanto existe es porque Dios lo quiere. El existir es el fruto del amor de Dios. El ser de las cosas manifiesta su amor. Dios rubrica lo creado diciendo que todo es bueno. Esta bondad proviene de la voluntad creadora de Dios. Antes del pecado todo está ordenado, no existen desequilibrios. Y todo tiene una intención. La intención de Dios en la creación es un destino salvífico, un designio divino que en el momento de la creación se
  • 23. 23 corresponde con la complacencia divina y con la vida del hombre: La gloria de Dios es el hombre que vive y su vida consiste en la visión de Dios3, dirá san Ireneo. a5) La Palabra es performativa.- En filosofía del lenguaje se denomina performativa a las palabras que realizan aquello que dicen. Un ejemplo sencillo de palabra performativa es la de un novio que le dice a su novia: ¡Te quiero! Al pronunciar estas palabras, no solo le está comunicando que la quiere, sino que además le hace llegar por la palabra la realidad de su amor. La misma palabra tiene poder constitutivo de la existencia. En el caso de la creación, esta Palabra va a crear todo cuanto existe, va a ser protagonista de la historia de la salvación, que se va a realizar con un pueblo: Israel. Dios lo ha elegido, y su elección es performativa. Esta Palabra va a llegar hasta Jesús. Jesús enseñaba con autoridad. La autoridad de Jesús viene de que su Palabra es performativa. Dice al paralítico: ¡Levántate!, y este se levanta (cf. Mt 9, 6-7; Mc 2, 11-12; Lc 5, 24-25; Jn 5, 8-9). Dice al espíritu inmundo: ¡Sal de él!, y el demonio sale (cf. Mc 1, 25; 9, 25; Lc 4, 35). Y lo hace porque quiere. Le dice al leproso: ¡Quiero, queda limpio!, y al instante queda limpio de su lepra (cf. 8, 3; Mc 1, 41; Lc 5, 13. No lo hace Él, su Palabra lo realiza. En el momento de la última Cena: Esto es mi Cuerpo (Mt 26, 26; Mc 14, 22; Lc 22, 19; 1Co 11, 24): Palabra performativa que el sacerdote prolonga en la historia. Si Dios es la Palabra, todo cuanto existe tiene un dinamismo propio: el de la respuesta. Dios es el que llama a la existencia y todo cuanto existe es una respuesta a la Palabra de Dios. La vida entera es una respuesta de alabanza a Dios, a su Palabra. Y esto es un elemento constitutivo de la existencia, no accesorio. a6) Creación estructurada.- A lo largo del relato Dios va componiendo de manera gradual un escenario gigantesco en el que las cosas se ordenan de menor a mayor: solo cuando está completada la construcción de todo el entorno aparece el ser humano coronando la existencia. Esta presencia del ser humano como señor de toda la creación es fruto de nuestro ser propio: somos creados a imagen y semejanza de Dios. El hombre no es una pieza más de la creación. Hay un salto con respecto a todo lo creado anteriormente. El texto presenta una creación con orden, estructura y sentido, de forma que el hombre no aparece al final como último, sino como la corona que da sentido a todo lo anterior. Podríamos poner como ejemplo de este esquema una visita del obispo: los preparativos no son un conjunto caótico de elementos puestos al azar, sino que todo se prepara en vistas a la llegada del obispo, de forma que cuando este llega da sentido a todo lo que se ha hecho anteriormente. a7) La bondad de lo creado.- El texto subraya una y otra vez la valoración que hace Dios de lo creado. El hecho de que diga una y otra vez que era bueno, muestra la complacencia de Dios: el ser creado de las criaturas es una creación en bien, en bondad. Esta creación en bien 3 San Ireneo de Lyon, Adversus Hæreses, 4, 20, 7.
  • 24. 24 se prolongará a lo largo de la historia de la salvación como destino salvífico. La bondad forma parte de todo ser creado, que es creado en bondad y no está destinado a la muerte ni a perderse. Hay un destino de bien. San Pablo tiene los textos más claros con respecto al destino salvífico de la creación: La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. (Rm 8, 19-22). Para el católico, el mundo no es un continente de basura y podredumbre que solo contiene miseria y destrucción y que no interesa a Dios. La creación, todo cuanto existe, la realidad creada, tiene un ser bondadoso y un destino salvífico. La realidad no es una envoltura que se tira en la resurrección. Hay un destino salvífico de todo cuanto existe, de la realidad creada. a8) El significado del descanso sabático.- El Sabbat judío no es el día de la ausencia de trabajo, un día vacío en el que no se hace nada, sino un día para la alabanza de Dios y la dignidad del hombre. Es el día del encuentro del hombre con Dios. En el día séptimo, dedicado a la alabanza divina, el hombre realiza y vive su dignidad más plena. La creación tiene un carácter ascendente que no culmina el sexto día con la creación del hombre, sino el día séptimo, el día del encuentro del hombre con Dios, en el que este eleva su dignidad en la alabanza divina. De ahí el aforismo de san Ireneo: La gloria de Dios es el hombre que vive y su vida consiste en la visión de Dios4. Esto se realiza el día séptimo. El hombre encuentra su vida en la alabanza de Dios y la vida del hombre es la alabanza de Dios: San Ignacio de Loyola5, en los ejercicios espirituales, afirma que el hombre ha sido creado para alabar a Dios. ¡Proclama mi alma la grandeza del Señor!, exclama María contemplando la obra de Dios en Ella. El séptimo día no es un día como los otros, en el que Dios hace algo y luego termina: es el día de la plenitud, el tiempo de la vida del hombre, el día en que el hombre va a vivir. Dios lo ha creado para que viva en el séptimo día. El pecado romperá este plan de Dios sobre el hombre. Tras el pecado, el séptimo día va a quedar como la promesa, que Israel vivirá en el Sabbat. Pero con Cristo, al séptimo día le seguirá el octavo, el día de la resurrección, al que no le sucede ningún otro día. Todo lo que ocurre desde la resurrección forma parte del octavo día, la Nueva Alianza, el tiempo de la resurrección. Jesús censura el sábado porque quiere darle su sentido pleno con su resurrección. b) Gn 2, 4b-25.- Este texto se vincula a la tradición yahvista y es hipotéticamente anterior al precedente en la historia (siglos IX-X). Presenta las siguientes características: b1) Dios hace al hombre soberano de la creación.- Según los estudiosos, el texto está estructurado siguiendo la plantilla de la alianza y el vasallaje. Viene a ser una duplicación de 4 Ibíd., 4, 20, 7. 5 Cf. Ignacio de LOYOLA, Ejercicios espirituales, punto 23.
  • 25. 25 lo que ya hemos leído en el primero, pero con una función introductoria de la historia del pecado. Es el relato marco para poder hablar del mal en el mundo, cosa que no pudo hacerse en el primer relato. Este nos dejaba a Dios en el séptimo día junto al hombre. Había una insuficiencia, no permitía hablar acerca del origen del pecado en el mundo. Entonces, los autores usan una tradición preexistente para explicarlo. Esta es una explicación exegética de la existencia de este segundo texto. Pero a nivel creyente este texto forma parte de una Revelación de Dios al hombre, que le hace conocer lo necesario para alcanzar la salvación. Aparece la estructura de alianza en vasallaje. Nosotros estamos habituados a hablar de alianza: Dios hace un pacto con el hombre, se compromete, hay una elección libre de la que Dios es garante y el hombre es solo un beneficiario. Esto no es exactamente lo que ocurre en este texto. Efectivamente en el texto están Dios y el hombre, y hay una evocación de pacto. Pero se dan toda una serie de rasgos que no aparecerán en ninguna alianza posterior y que nos recuerdan a la ley medieval del vasallaje. El sistema feudal medieval, basado en la ley del vasallaje, funcionaba de la siguiente manera: Un gran señor confiaba parte de sus territorios a una serie de caballeros, que lo administraban con potestad absoluta. Lo único que tenían que hacer a cambio es mantener su fidelidad hacia el Señor. Cada caballero era completamente autónomo. En realidad la idea del pacto de vasallaje es una forma de explicar esta alianza. El sistema feudal no existía aún en cuanto tal en aquel tiempo, no surgirá hasta la Edad Media, como consecuencia de la cristianización de la sociedad en todas sus estructuras. El autor del relato, al escribirlo tenía en mente probablemente los pactos realizados por los gobernantes sumerios, que se repartían el territorio y actuaban en ellos de manera soberana. Cuando aparecía alguno con gran poder, se ponía a la cabeza de todos los demás, y estos, a cambio de su lealtad, mantenían la soberanía en sus respectivos territorios. El concepto teológico que subyace en el relato es el de un Dios soberano que crea a un hombre soberano. Dios no es un tirano que crea a un hombre esclavo. Él hace al hombre gobernador soberano de un territorio, y como soberano, responsable. El árbol del que no puede comer forma también parte de su responsabilidad. b2) Aparece la presencia de Dios y del hombre.- En los versículos 16 y 17 Dios está evocado el pacto: Yo te doy todo, pero la restricción a la que tú te obligas es esta. Y Dios le entrega un territorio (v. 15). El texto dice que Dios forma a Adán y lo coloca en un territorio, le entrega el Paraíso, en el que Adán va a ser completamente autónomo. b3) Dios creador es Dios artesano.- En esta ocasión la creación de Dios no aparece como creación por la Palabra, sino como creación de las manos de Dios, al modo del alfarero. Dios no nos crea en serie, no es una planta de producción en cadena. Cada cosa que existe es depositaria de una acción amorosa específica de Dios. Dice san Juan de Ávila: ¡Cuánto amor de Dios hay en el ojo de una aguja!
  • 26. 26 Las cosas no están en su lugar porque la mecánica interna de las leyes físicas les permita estar. En todo cuanto existe hay un empeño del amor de Dios, todo forma parte del depósito amoroso de Dios. Todos somos fruto de una acción cuidadosa y querida de Dios. No somos arrojados al mundo por accidente. Somos fruto del amor de Dios. b4) Antropocentrismo.- Todo lo creado tiene como centro al hombre. En el primer relato el hombre es culmen de la creación. En este es el punto en torno al cual se va constituyendo el resto. Lo primero que se crea es el hombre. Dios toma barro y hace al hombre. Luego dice: No es bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle una ayuda adecuada (v. 18), y crea a los animales, las plantas… Pero como nada era suficiente para él, crea a la mujer. Todo lo crea en referencia al hombre. Podríamos poner un ejemplo visual para comprender la idea: Tengo un cuadro que me gusta mucho, de modo que lo coloco en mi habitación y luego decoro todo el resto en consonancia con el cuadro. Este antropocentrismo viene reforzado además por el hecho de que el hombre es constituido interlocutor de Dios. Dios le da al hombre la dignidad del tú. Dios habla con el hombre y el hombre habla con Dios. Una vaca o una cabra no tienen constitución de tú. El diálogo del hombre con Dios es efectivo: Dios responde al hombre: Me siento solo, y Dios se mueve según su petición. Dios no es refractario, sino que responde. Gn 2, 16-17 nos muestra que el hombre tiene la libertad de hacer o no hacer. Es un tú efectivo con plena libertad y voluntad. b5) El hombre es receptor del amor providente de Dios.- El fin de la vida del hombre es su plenitud, su felicidad. El hombre está sujeto a un designio salvífico: la relación amorosa de Dios. b6) El hombre aparece como Señor y Soberano de la creación.- Un tirano hace esclavos, pero Dios no actúa así: Él hace al hombre soberano dándole la potestad de dar nombres, de cuidar y trabajar la tierra. Un Dios que es soberano no crea esclavos, sino a gente también soberana, libre. Dios hace al hombre señor. Mediante la afirmación de Dios como soberano por encima de lo creado, el hombre es liberado de dos amenazas que lo han perseguido y lo siguen persiguiendo: el dominio de las fuerzas ocultas sobre él y el carácter divino, idolátrico de la naturaleza. Cuando Dios pone al hombre como dueño efectivo de lo creado, lo pone por encima de todo, de forma que ya no está condicionado por fuerzas ocultas del carácter que sean ni por fuerzas de la naturaleza consideradas como divinas. Las palabras del relato de la creación: Dios crea el sol, la luna… resonaban en los oídos de Israel devolviéndoles la confianza y llamándolos a la fe en Dios. Los judíos, en el exilio, eran marginados, esclavos, pero veían a los egipcios adorando al sol, a la luna, a las estrellas. Su Dios, en cambio, era el creador de los astros, el creador de los dioses del pueblo opresor. De la misma forma, en el destierro, el pueblo deportado veía como Babilonia adoraba a la luna y las estrellas. Que el Dios de los hebreos creara todos los astros les daba la libertad de saber que su Dios era el Creador de todos los ídolos paganos.
  • 27. 27 La creencia en un Dios creador libera al hombre de todos sus temores y supersticiones. Todo lo que existe es creación de Dios, son criaturas al servicio del hombre soberano, no divinidades. En nuestros días, el hombre ha hecho desaparecer a Dios de su vida y de su existencia. Pero el hombre es homo religiosus, la idea de un ser superior forma parte de su constitución. Así, al desaparecer la idea de un Dios creador que libera al hombre de la creencia en otros poderes, esta deja lugar a la reaparición de la superstición. Dice Gabriel Marcel: Cuando se deja de creer en Dios se empieza a creer en cualquier cosa. Fruto de haber dejado de creer en Dios aparecen creencias y temores a poderes ocultos, oscuros, que pueden cambiar el ritmo, el rumbo de la vida de las personas. El relato del Génesis, poniendo al hombre como señor soberano de todo lo creado libera al hombre de todas las cosas que pudieren condicionar su existencia. b7) El hombre es libre y responsable.- Y Dios impuso al hombre este mandamiento: “De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio” (Gn 2,16-17). Dios reafirma al hombre en su responsabilidad y en su libertad. Si Dios quitara el árbol de la ciencia del jardín, estaría negando al hombre su libertad y su responsabilidad, ya que este no tendría la posibilidad de elegir. Con este árbol Dios abre al hombre la conciencia de su libertad y le hace tener responsabilidad (entendida etimológicamente, como capacidad de respuesta ante algo). En la creación por la Palabra, el hombre se erige en interlocutor de Dios. El hombre es el tú de Dios. Pero para responder a Dios, para ser responsable, el hombre necesita libertad. Si el hombre no es responsable, no responde. El árbol abre al hombre a la conciencia de su libertad y al ejercicio de su responsabilidad. b8) El hombre tiene solidaridad con todo cuanto existe.- Ha sido tomado del polvo de la tierra. Este es su origen primero. El ser polvo marca una solidaridad del ser humano con toda la creación, que no ha sido constituida en el tú de Dios, en lo que se refiere al carácter material de nuestro ser, a nuestra pobreza existencial, fragilidad y precariedad. b9) El singular respeto entre el hombre y la mujer.- Se establecen relaciones de igualdad, dignidad y correspondencia. La mujer, tomada del costado del hombre, nacida de su naturaleza, comparte con este una misma dignidad. Hay también una correspondencia: la mujer es el principio de alteridad del hombre, hueso de sus huesos y carne de su carne (cf. Gn 2, 23). Es un ayuda adecuada gracias a la cual el hombre ya no está solo (cf. Gn 2, 18). En efecto el hombre, rodeado de animales, no encuentra una ayuda adecuada. Solo la mujer le aporta el hecho de descubrir su humanidad, descubrirse a sí mismo y alcanzar su plenitud. Hay un darse, una donación mutua entre ambos.
  • 28. 28 b10) La condición creatural del eros.- El pecado deja marcado todo cuanto existe, pero eso no significa que la atracción mutua del hombre y la mujer no sea buena. El eros es la gramática de esta relación entre el hombre y la mujer y es puesta por Dios. 2.1.6.- Conclusiones de índole teológica: a) Dios no tiene principio, es Creador soberano y absoluto de todo cuanto existe. b) Dios tiene un carácter personal. Todo lo crea a través de la Palabra, que es propia de las personas. Que Dios cree por la Palabra significa que se revela como Persona. El ser Persona implica intencionalidad y voluntad, por tanto, todo cuanto existe depende de un plan inteligente diseñado por Dios. La creación no es improvisada, tiene un diseño, un orden y una finalidad. c) Dios es creador de todo cuanto existe. La creación entera está por debajo de Dios. Se corresponde con el orden de lo intramundano. La Biblia afirma que todo es creado por Dios, pero no dice cómo lo creó. Aquí queda abierta legítimamente la puerta a la investigación humana que trata de saber el cómo de la creación. La pretensión humana de saber no es mala. Lo que es malo es la pretensión de suplantar a Dios (Babel). Que el hombre busque conocer no contradice el plan de Dios. Newton afirmaba que Dios escribió el universo en caracteres matemáticos para que nosotros lo pudiéramos leer. Por tanto, a la hora de estudiar la creación tenemos que partir siempre de que la Biblia nos narra una Verdad salvífica, que no es un libro de física. d) El antropocentrismo: El hombre creado a imagen y semejanza de Dios es la cúspide y el centro de la creación. Tiene un estatuto singular: a imagen y semejanza. Dios le da la soberanía sobre todo lo creado. e) Relación de igualdad, dignidad y correspondencia. Dios no hace al hombre y la mujer como dos, sino el uno para el otro, en reciprocidad. f) La creación responde desde su origen al plan de Dios: un plan salvífico. Dios ha creado el universo no para que lo tengamos que padecer, sino para que tenga plenitud, para que lo vivamos en plenitud. g) Todo lo que existe se corresponde con la bondad del amor de Dios. 2.2.- Recomprensión en Cristo de la fe veterotestamentaria: Los Evangelios recogen la fe veterotestamentaria del pueblo de Israel en la creación. Jesús no corrige la fe veterotestamentaria, la recoge, de modo que encontramos en los Evangelios una continuidad con la fe de Israel en la creación. Salvo el prólogo del Evangelio de Juan, todas las demás afirmaciones del Evangelio sobre la creación las podría hacer cualquier personaje del Antiguo Testamento.
  • 29. 29 A lo largo del Nuevo Testamento la creación es presentada en dos claves:  Por una parte podemos encontrar la continuidad de la comunidad cristiana con la fe veterotestamentaria, que la hace suya.  Por otra parte esta comunidad recibe un dato nuevo que no proviene del pensamiento humano, sino de la Revelación divina: todo cuanto ocurrió en la creación tiene como epicentro a Cristo. Nada de la creación puede entenderse sin Cristo. La creación entera tiene un sello cristológico. 2.2.1.- Elementos de continuidad en la fe veterotestamentaria: Podemos dividir los elementos de continuidad del Nuevo Testamento con la fe de Israel en Dios creador en varios grupos: 1er grupo.- Estos textos están marcados por la afirmación de un Dios creador de todo: Mt 11, 25.- En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños”. Hch 4, 24.- Al oírlo, todos a una elevaron su voz a Dios y dijeron: “Señor, tú que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos”. Estos dos textos son muy interesantes porque afirman al Dios creador de todo en un contexto de alabanza. En el primero es Cristo quien alaba a Dios creador. En el segundo es la comunidad cristiana la que lo hace tras la liberación de los apóstoles. Mt 25, 34.- Entonces dirá el Rey a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”. El texto nos muestra a un Dios que crea con un fin, que ha creado al hombre para hacerle participar de su Reino. Hch 7, 49-50.- El cielo es mi trono y la tierra el escabel de mis pies. Dice el Señor: ¿Qué Casa me edificaréis? O ¿cuál será el lugar de mi descanso? ¿Es que no ha hecho mi mano todas estas cosas? Hch 14, 15-17.- Amigos, ¿por qué hacéis esto? Nosotros somos también hombres, de igual condición que vosotros, que os predicamos que abandonéis estas cosas vanas y os volváis al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra, el mar y cuanto en ellos hay, y que en las generaciones pasadas permitió que todas las naciones siguieran sus propios caminos; si bien no dejó de dar testimonio de sí mismo, derramando bienes, enviándoos desde el cielo lluvias y estaciones fructíferas, llenando vuestros corazones de sustento y alegría...
  • 30. 30 Hch 17, 24-28a.- El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, que es Señor del cielo y de la tierra, no habita en santuarios fabricados por manos humanas. Rm 4, 17.- Como dice la Escritura: “Te he constituido padre de muchas naciones”: padre nuestro delante de Aquel a quien creyó, de Dios que da la vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que sean. Hay una confesión muy interesante porque hace referencia a la creatio ex nihilo: Si hubiera algo antes de la creación Dios no sería el Creador soberano, y su acto creador no sería libre. Rm 8, 18-25.- Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros. Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. Y no solo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo. Porque nuestra salvación es en esperanza; y una esperanza que se ve, no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se ve? Pero esperar lo que no vemos, es aguardar con paciencia. 1Co 10, 26.- Pues del Señor es la tierra y todo cuanto contiene. Ef 3, 8-9.- A mí, el menor de todos los santos, me fue concedida esta gracia: la de anunciar a los gentiles la inescrutable riqueza de Cristo, y esclarecer cómo se ha dispensado el Misterio escondido desde siglos en Dios, Creador de todas las cosas. 1Tim 6, 13-14.- Te recomiendo en la presencia de Dios que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que ante Poncio Pilato rindió tan solemne testimonio, que conserves el mandato sin tacha ni culpa hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Ap 10, 6.- Entonces el Ángel que había visto yo de pie sobre el mar y la tierra, levantó al cielo su mano derecha y juró por el que vive por los siglos de los siglos, el que creó el cielo y cuanto hay en él, la tierra y cuanto hay en ella, el mar y cuanto hay en él: “¡Ya no habrá dilación!”. 2º grupo: En estos textos aparece Dios como dueño absoluto de la creación: Mt 28, 18-20.- Jesús se acercó a ellos y les habló así: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Se conecta el momento presente con el principio y con el final.
  • 31. 31 2Co 4, 6.- Pues el mismo Dios que dijo: “De las tinieblas brille la luz”, ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo. Dios aparece como Dueño de la luz. 2P 3, 5.- Porque ignoran intencionadamente que hace tiempo existieron unos cielos y también una tierra surgida del agua y establecida entre las aguas por la Palabra de Dios. Hb 1, 3.- El cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su sustancia, y el que sostiene todo con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. Estos cuatro textos subrayan específicamente la posesión, el señorío de Dios sobre todo cuanto existe. 3er grupo: Estos textos subrayan la providencia de Dios, es decir, el gobierno del mundo. Dios sostiene y cuida amorosamente todo cuanto existe, es el garante de su existencia. El Dios que creó todo lo sostiene en la existencia. Mt 6, 25-34.- Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero Yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal. Lc 11, 50.- Por eso dijo la Sabiduría de Dios: Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo. Lc 12, 24.- Fijaos en los cuervos: ni siembran, ni cosechan; no tienen bodega ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves! Jn 17, 5. 24.- Ahora, Padre, glorifícame Tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. Padre, los que tú me has dado, quiero que donde Yo esté estén también
  • 32. 32 conmigo, para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo. En este texto se conecta el principio con el momento presente. Rm 11, 33-36.- ¡Oh abismo de riqueza, de sabiduría y de ciencia el de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! En efecto, ¿quién conoció el pensamiento de Señor? O ¿quién fue su consejero? O ¿quién le dio primero que tenga derecho a la recompensa? Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. ¡A Él la gloria por los siglos! Amén. Nadie ha aconsejado a Dios para que haga la creación. Ella es Designio (hay una intencionalidad) y camino de Dios soberano. Rm 4, 17.- Como dice la Escritura: “Te he constituido padre de muchas naciones”: padre nuestro [Abraham] ante Dios a quién creyó, que da la vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que sean. Dios es el que llama lo que no es para que sea. 2Co 4, 6.- Pues el mismo Dios que dijo: “Del seno de las tinieblas brille la luz”, la ha hecho brillar en nuestros corazones, para iluminarnos con el conocimiento de la gloria de Dios que está en el rostro de Cristo. La creación por la Palabra hace resplandecer el nombre de Dios. Lc 11, 50.- Por eso dijo la Sabiduría de Dios: “Les enviaré profetas y apóstoles. A algunos los matarán y perseguirán, para que se pidan a esta generación cuentas de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo”. Todo se encamina hacia una meta, que es una justicia sobre todo lo que ha ocurrido. Dios aparece como Garante que pedirá cuentas, que hará justicia. Lc 12, 24.- Fijaos en los cuervos: ni siembran ni cosechan, no tienen bodega ni granero, pero Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves! (paralelo de Mt 6, 26). 4º grupo: Textos en los que aparece el carácter epifánico de la creación. Dios no crea un universo mudo, sino un universo que habla de Él: Rm 1, 18-25.- En efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de
  • 33. 33 hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles. Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén. 2Co 4, 6.- Pues el mismo Dios que dijo: “Del seno de las tinieblas brille la luz”, la ha hecho brillar en nuestros corazones, para iluminarnos con el conocimiento de la gloria de Dios que está en el rostro de Cristo. Las cosas hablan de Dios. Todo ha sido creado para alabar, bendecir y dar gracias a Dios. Dice san Ignacio de Loyola: El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma; y las otras cosas sobre la faz de la tierra son creadas para el hombre y para que le ayuden a conseguir el fin para el que es creado6. La naturaleza de lo Creado no está encerrada en sí misma, sino abierta a Dios. Joseph Ratzinger lo explica de la siguiente forma: El cosmos también ora, también él espera la salvación. Precisamente esta dimensión cósmica es esencial en la liturgia cristiana. Tal dimensión no se realiza exclusivamente en el mundo hecho por el propio hombre. Siempre es liturgia cósmica – el tema de la creación es parte integrante de la oración cristiana. Esta pierde su grandeza si olvida esta referencia7. En esta liturgia cósmica, el movimiento de todo cuanto existe es un movimiento de alabanza a Dios, no un movimiento absurdo. Esta idea proviene de los salmos. Ya vimos cuando tratamos el tema de la creación en los salmos, cómo el salmista se maravillaba al descubrir que las mieses alababan a Dios con su silbido. Dios no crea una creación ciega ni muda, sino que la crea para alabarlo, este es su carácter epifánico. Dios es la verdad última de lo que las cosas son. La Escritura nos hace descubrir la constitución de las cosas en Dios. 2.2.2.- La absoluta y radical novedad del Nuevo Testamento: El acontecimiento Cristo: a) La creación en los sinópticos: La predicación de Jesús está centrada en la proclamación del Reino de Dios como realidad que ya está presente. De forma colateral a esta afirmación central aparecen afirmaciones acerca de la creación: 6 Ibíd., punto 23. 7 Joseph RATZINGER, EL Espíritu de la Liturgia. Una introducción, Ediciones Cristiandad, Madrid, 20074 , p. 110.
  • 34. 34  A raíz de las parábolas, de algunos sermones y respuestas suyas, vemos que Cristo enfoca la creación con relación al plan originario de Dios: Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: “¿Puede el marido repudiar a la mujer?”. Él les respondió: “¿Qué os prescribió Moisés?”. Ellos le respondieron: “Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla”. Jesús les dijo: “Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre” (Mc 10, 2-9).  Cristo habla de la creación desde la verdad originaria de Dios. Ahí tenemos ya un lugar desde el que se sitúa el Señor: no se sitúa en el devenir histórico como un profeta más. Al hablar de la verdad originaria al principio de la creación se sitúa al inicio, reivindica para sí de manera espontánea su lugar al inicio. Por eso los judíos reaccionan ante sus palabras: “¿Eres Tú acaso más grande que nuestro padre Abraham, que murió? También los profetas murieron. ¿Por quién te tienes a ti mismo?”. Jesús les respondió: “En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy”. Entonces tomaron piedras para tirárselas, pero Jesús se ocultó y salió del Templo (Jn 8, 53. 58s).  Dios aparece en la creación en un sentido activo, dinámico: Es el quien sustenta a la creatura. Lo creado aparece en un sentido pasivo: Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? (Mt 6, 26). Lo creado aparece en pasivo como receptor y Dios aparece en su dinamismo: es Dios el que se ocupa de ellos.  Aparece marcada la creación por las ideas de orden y finalidad. La realidad creada no se comporta ni casualmente ni accidentalmente. No se comporta de un modo incierto. Se encamina hacia un fin concreto: la salvación: Y Yo cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí. Cristo se coloca como recapitulación de todo cuanto existe: Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo (Mt 25, 34b). La historia no es incierta: tiene un fin, un destino salvífico.  Especial relevancia de la singularidad del Sábado: En lo que se refiere a la creación, el tema del Sábado es presentado como consumación y santificación de la obra redentora de Dios. El Sábado es cuando todo lo que existe alcanza su plenitud, su Verdad última. Por eso Jesús viene a darle su auténtico sentido: Él les dijo: “¿Quién de vosotros que tenga una sola oveja, si esta se cae en un hoyo en Sábado, no la agarra y la saca? Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es lícito hacer bien en Sábado (Mt 12, 11s). Y les dijo: “El Sábado ha sido
  • 35. 35 instituido para el hombre y no el hombre para el Sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es Señor del Sábado” (Mc 2, 27s).  El sentido del Sábado es la consumación, la plenitud de la Vida con mayúsculas. Los milagros, las curaciones hechas en Sábado son signo de la instauración de todo cuanto existe, no solo los hombres, en la realidad salvífica que trae Cristo: el Reino de Dios.  La soberanía de Dios: solo Dios es Señor de cuanto existe, solo a Él se le debe adoración y culto. Nada puede rivalizar con la soberanía de Dios, ni siquiera el cumplimiento de la Ley.  La bondad originaria de cuanto existe. En la predicación de Cristo todo cuanto existe es obra de Dios, y por esto tiene un carácter inicial, originario, de bondad. Esto tiene especial importancia cuando la predicación rabínica había dividido la creación en puro e impuro. La aplicación de la Ley había hecho esta distinción. Cristo responde que todo cuanto existe tiene una bondad original, que no queda anulada por la mancha del pecado.  El lugar que ocupa el mal en la predicación de Jesús. Él no niega la existencia del mal, pero este no aparece como equiparable al bien: los demonios aparecen siempre por debajo del Señor y no tienen potestad ninguna, fuerza ninguna contra la Palabra de Dios, no hay una lucha: Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: “¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres Tú: el Santo de Dios”. Jesús le conminó diciendo: “¡Cállate y sal de él!”. Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él (Mc 1, 23-26).  Las fuerzas del mal están bajo el poder de Dios y le obedecen. El anuncio de Cristo nos hace ver que no hay dos principios antagónicos coeternos, sino bondad de Dios. Existe el mal, sí, pero el señorío está en manos de Dios, del bien. Esto es liberador. El mal es una perversión, una ausencia, solo tiene el poder que nosotros le confiemos. En el relato de las tentaciones del Evangelio según san Lucas, el Demonio mostró a Jesús todos los Reinos del Mundo, y le dijo el Diablo: “Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque me la han entregado a mí, y yo se la doy a quien quiero. Si, pues, me adoras, toda será tuya” (Lc 4, 6s). Si el demonio tiene potestad sobre mi voluntad es porque yo se la he dado. El pecado va a comportar una herida, un daño, pero no una anulación de la bondad originaria. Por muy repugnante, asquerosa y despreciable que sea la mancha del pecado en el hombre, este seguirá siendo siempre depositario de la bondad divina. Ninguna criatura puede considerarse como mala. Hay una lucha entre el bien y el mal, sí, pero no entre un Dios bueno y un Dios malo, sino entre las fuerzas del bien y las de las tinieblas. La soberanía, el poder, están en manos de Dios, al que todo está sometido. La misericordia de Dios llega hasta a Lucifer, a quien no quita la existencia. Porque Dios le ama, Lucifer sigue en la existencia.