La civilización mesopotámica se desarrolló entre importantes ríos como el Tigris y el Éufrates. Crearon estados organizados gobernados por poderosos jefes que se apoyaban en aparatos burocráticos y castas militares y sacerdotales. Desarrollaron una agricultura y comercio prósperos que les permitieron construir obras arquitectónicas monumentales y avanzar en conocimientos astronómicos y matemáticos.