SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 228
Descargar para leer sin conexión
MMooddeerraaddoorraa ddee TTrraadduucccciióónn
Emi_93
TTrraadduuccttoorraass
Kripipe
MewHiine
Evarg7
Eni
Emi_93
Pili
3lik@
Katiliz94
MMooddeerraaddoorraa ddee CCoorrrreecccciióónn
MewHiine
CCoorrrreeccttoorraass
Cande Cooper
Morin
EffyVas
Zipzap744
Mariis
Sthefynice
Armonía&paz
Alee Foster
RReeccooppiillaacciióónn yy RReevviissiióónn ffiinnaall
MewHiine
DDiisseeññoo
MewHiine
AAggrraaddeecciimmiieennttooss
ÍÍnnddiiccee
SSiinnooppssiiss
CCaappííttuulloo 11
CCaappííttuulloo 22
CCaappííttuulloo 33
CCaappííttuulloo 44
CCaappííttuulloo 55
CCaappííttuulloo 66
CCaappííttuulloo 77
CCaappííttuulloo 88
CCaappííttuulloo 99
CCaappííttuulloo 1100
CCaappííttuulloo 1111
CCaappííttuulloo 1122
CCaappííttuulloo 1133
CCaappííttuulloo 1144
CCaappííttuulloo 1155
CCaappííttuulloo 1166
CCaappííttuulloo 1177
CCaappííttuulloo 1188
PPrróóxxiimmoo lliibbrroo
SSoobbrree TTaarraa BBrrooww
IInnffoo.. RR&&RR..
CCrrééddiittooss
Cuando Emma despierta atada a una fría mesa de metal, solo tiene
un nombre en los labios: ¡Marshall! Lo que ella no espera es descubrir
que él es solo una de las muchas personas perturbadas de su pequeño
mundo que merecen morir lentamente.
Veinte años atrás, los científicos hicieron descubrimientos
importantes en el campo de la genética y con la posibilidad de perfeccionar a
los niños que se daban a luz.
Diez años atrás, el gobierno tomó una dura decisión, la tierra o las
personas.
Nueve semanas atrás, sus decisiones completaron el círculo.
Catorce días atrás, la verdadera cara de las mutaciones llegó a los
senderos del límite y otras áreas.
Ayer lo peor que podrían hacer le enseñó quién era.
Hoy ella viene por ellos y conoce la fortaleza que le han brindado.
Mañana ella planea destruirlo todo.
Y planea empezar con su propio creador. Con su
propio padre.
TTrraadduucciiddoo ppoorr EEvvaarrgg77
CCoorrrreeggiiddoo ppoorr AAlleeee FFoosstteerr
La música no hace que mi sueño sea mejor. Todo en mi sueño es gris, excepto
por la sangre. La roja sangre corriendo a lo largo. No conozco la canción que está
sonando, pero me hace sentir como si debiera estar soñando sobre niños jugando o
parejas bailando, como en las viejas películas que veía con la Abuela.
Es una canción feliz.
Oigo un quejido a través de la música y busco por los alrededores a Leo.
Sonrío cuando lo veo junto a mí, hasta que veo que tiene esa mirada preocupada en
sus ojos. Quiero decirle que todo va a estar bien, pero no estoy segura.
Viéndolo, sé que todo es un sueño. Esa comprensión duele. Me hace echar de
menos su descuidado rostro lobuno. El sueño empieza a doler más cuando su nariz
mojada se roza contra mí brazo, conmocionándome. Pero cuando estiro mi brazo
hacia él, el sueño ya no nos deja tocarnos. Nos mantiene alejados. Me hace tener
miedo por alguna razón.
Oigo a mi padre llamándome.
Me giro y miro atrás hacia él; está de pie junto a la tapa del búnker en el patio,
donde nos escondimos cuando todo hubo terminado.
— Em, te lo dije, es nosotros y ellos. Te dije que no confiaras en nadie. ― Sus
palabras suenan raras, como si estuviera debajo del agua.
Mis ojos se abren, haciendo que la luz me ciegue momentáneamente.
Miro alrededor de la habitación, mientras recuerdos del comienzo empiezan
a llenar las lagunas que tengo.
Odio que las cosas hayan cambiado.
Odio que mis reglas hayan cambiado… que yo haya cambiado.
Los meses gastados viviendo con los otros, me han envejecido más que los
años que pasé sola. Más que los años que pasé con mi papá. Los recuerdos de todo
todavía se sienten muy nuevos y frescos. Duelen, como si todo hubiera pasado
ayer, lo cual me asusta.
¿Cuánto tiempo me va a doler todo si mi niñez todavía me duele?
Miro alrededor a la austera habitación y siento a la oscuridad sentirse como
en casa. Sabía que se sentiría así al final. No puedes pasar tantos años sola como yo
y no esperar que el sentimiento venga a ti. He pasado demasiado tiempo sola en mi
cabeza para no saber que sería capaz de sentirlo, como lo siento ahora.
El sentimiento, que ha llegado finalmente, hace que mis adentros tiemblen un
poco. Casi una década sola, y había elegido venir ahora. Quizá porque las cosas no
parecían que pudieran empeorar.
El sentimiento es de mi muerte inminente.
Hoy voy a morir. Lo puedo sentir. Puedo sentirlo en el aire, como un cerdo
oliendo sus momentos finales antes de ser llevado al matadero.
Quema por dentro. Está desesperado por cambiar la forma en que mi vida va
a terminar. Odio que él no esté conmigo. Odio estar aquí. Odio concentrarme en
cada detalle, como si el siguiente verdaderamente fuera mi último momento. Ojalá
tuviera una de esas bolas que las gitanas tenían en las ferias. La que podía ver el
futuro. Ojalá supiera qué momento sería mi último.
Suspiro y busco una solución. No es como si no hubiera pasado horas
investigando cada detalle en el tiempo pasado en esta habitación. Algunas cosas
han sido atadas a la fría mesa de metal, como lo estoy yo ahora. Todo ello ha sido
gastado en esta habitación solitaria y fría, con un hombre que estoy planeando
matar.
Si tuviera que adivinar, diría que él tiene las mismas intensiones que yo. Se
siente como una carrera silenciosa entre nosotros, ser el que viva a través de esta
batalla silenciosa.
Hay cosas de las que estoy segura.
Primero, sé que voy a morir escapando. Estoy demasiado exhausta para hacer
una escapada perfecta. Sé que voy a morir hoy. Puedo sentirlo en el aire. Escaparé
hoy y moriré intentándolo, y ése es un mejor resultado que permanecer atada a
esta mesa con este hombre. He sido muy afortunada. Demasiado afortunada. Ya no
me quedan vidas. Mientras muera libre, con el viento en mi cara, no me importan
los demás detalles. Pero no moriré sujetada en esta mesa.
Segundo, Leo está cerca de mí. Me está buscando. Está caminando de un lado
a otro. Puedo sentir el frío del suelo en sus patas. Quizá sean las drogas que
pusieron en mí. Hacen que me sienta rara, espesa y neblinosa. Quizá sea el hecho
de que no tenga nada que hacer, excepto mirar fijamente el techo y a los diecinueve
agujeritos en el yeso directamente encima de mi cabeza. Forman una constelación.
No sé cuál; pero cuando acampaba en verano, sé que la he visto en el cielo. No sé
los nombres de las constelaciones, pero sé cuando las veré, y a qué me recuerdan.
Esa de ahí es un burro. Me recuerda a Will. Will, el asno.
Will, que tiene un bonito trasero1, como siempre dice Meg. Maldito chico.
Sonrío ligeramente, haciendo que mis agrietados labios sangren cuando lo hago. La
sangre baja por mi boca. Es lo único que he probado en algún tiempo.
Por último, sé que el malvado doctor meterá la pata. Hoy es el día. Justo como
presiento mi muerte, siento su agotamiento. Puedo verla. Él parece más tenso que
1
En el original usa la palabra “ASS” para referirse a “asno” y a “trasero”.
de normal. Está molesto por algo. Es humano después de todo. Me he pasado toda
una vida observando a los humanos. Somos de los que cometen. Cuando él lo haga,
lo mataré con cualquier medio que pueda.
Él se mueve por la habitación con una bata blanca y una máscara celeste.
Toca mis brazos y me empuja. Le gusta su trabajo. Puedo verlo en sus ojos
entrecerrados detrás de su máscara. Aprieta mi carne para tensarla y me clava con
extra-fuerza. Grité la primera vez, pero eso hizo que la sonrisa creciera en sus ojos.
Ya no grito para él.
Conspiro.
El minuto en que me desate, voy a estar clavándole esa aguja en su ojo. Su ojo
azul pálido, que creo que es lo más frío que he visto… más frío que un invierno en
las montañas.
No puedo evitar preguntarme sobre los otros chicos que han estado a su
cuidado, y en el golpe de la aguja. Hace que mi fuego se encienda. Mi ira.
No sé cuántos días/semanas he estado aquí. No he abandonado la habitación.
Me despierto atada a la cama. El primer doctor fue amable conmigo. Me llamaba
“cariño” y tenía ojos tristes. Me dejaba estar desatada más a menudo, drogada y
delicada, pero libre para deambular por la habitación y usar el baño. Se fue un día y
este tipo vino la siguiente vez que se abrió la puerta. He pasado más tiempo atada a
la mesa con él aquí.
Nadie más ha estado dentro de mi habitación.
Me decepciona que Marshall no esté aquí para verme. Voy a despellejarlo,
probablemente vivo. El cuchillo de despellejar de mi abuelita es el mejor. Puedo
imaginarme despellejándolo. Puedo imaginarme los gritos. Me hace feliz, lo que
asumo que no me hace mejor que el hombre torturándome con agujas. Estoy
cómoda con esa comparación.
Miro hacia atrás, hacia el doctor, no hay manera de que esté solo aquí. No
estamos solos. Tiene que haber otros. Mi piel se eriza imaginando lo que hay
bajando por los pasillos. ¿Qué horrores podrían estar esperándome?
Él palmea mi brazo y sonríe. — Eres una chica especial. Una chica muy
especial. —su voz es grave y rara, como si no hablase mucho y por eso está
embarrada.
No le respondo. No tiene idea de lo especial que soy.
Estoy esperando mi momento para mostrárselo.
Mis ojos se agitan cuando inyecta algo en mi brazo. Peleo, pero estoy
inconsciente antes de siquiera darme cuenta de lo que está pasando.
No sueño, pero oigo voces. —Emma. Necesito que te despiertes, Em.
Las voces hacen que fluyan lágrimas de mis ojos cerrados. La humedad de
ellos en mis mejillas se siente real. Las voces han sido mi constante en las pasadas
semanas. He imaginado las voces muy a menudo. Si sólo supieran dónde estoy. Si
sólo pudieran venir y salvarme. Si sólo fueran reales. Mi agotamiento es demasiado
grande como para escapar sola. Es por eso que voy a morir.
Las drogas se desvanecen ligeramente y abro mis ojos por la sorpresa. Ellos
vuelven a agitare, pero esta vez es el parpadeo inconstante de la luz la que los
hacen hacerlo. Odio la luz inconstante.
Las voces se han convertido en una alucinación. La cara detrás de la máscara
sonríe, pero no es él. Es ella. Son sus ojos y su cara y siento mis labios convertirse
en una sonrisa cuando ella vuelve a hablar. ―Tenemos que ser rápidas, Em. ¿Estás
bien? ―dice ella suavemente. Toca mi brazo y puedo jurar que es real.
Niego con mi cabeza mientras mis manos se estiran hacia ella, a pesar de no
ser capaz de moverme por las ataduras. Mis dedos tiemblan y se estiran; quieren
tocarla. Quieren la confirmación de que no es un sueño. Pero la puerta se abre y el
malvado doctor vuelve a entrar. Cierro mis ojos y finjo dormir, en caso de que ella
sea sólo un sueño, y él esté aquí para torturarme un poco más.
― ¿Qué estás haciendo aquí? ―su voz es un quejido frío.
Ella vuelve a hablar y mis latidos se aceleran en el monitor. ―Me pidieron que
viniera y consiguiera muestras de tejido.
― Les dije que no estoy listo. Se lo inyectaré pronto. Ahora, sal de aquí. ―dice
él como si tuviera un acento ahora.
La voz de ella está todavía sonando dentro de mi cabeza. Estoy frenética. No
quiero que ella me abandone. Miro a través de mis pestañas mientras ella sale de la
habitación. Mi corazón se hunde. Presiono con fuerza mis ojos y le dejo pensar a él
que estoy durmiendo. Ella era real. Está aquí por mí. Ellos han venido.
No puedo concentrarme en ellos viniendo por mí. Tengo que concentrarme
en el hecho de que ella volvió a irse y que, cuando él entró otra vez a la habitación,
tenía una bandeja de cosas en sus manos. Le echo un vistazo a través de mis
pestañas cuando lo oigo hacer cosas. Puedo ver la bandeja y me estremezco. Las
cosas en ella parecen nuevas y brillantes. El instrumental de su cruel intercambio.
Puedo imaginar el sentimiento de ellos en mis dedos. Tengo que bloquear los
pensamientos de ellos en mi piel.
Sus fríos dedos rozan mi brazo cuando me desata una de las esposas de cuero
que está alrededor de mi muñeca, y empieza a cambiar la aguja IV dentro de mí. No
estoy segura si creo en Dios y en los milagros, pero este momento se siente como
uno. Actúo como si estuviera volviéndome a dormir. Él me quita el tubo de goma y
me da la espalda. Está tarareando una canción espeluznante. Puede que no haya
sido espeluznante si alguien más la estuviera tarareando, pero él es espeluznante
en general.
Lo observo a través de mis pestañas. La pulsación en su cuello es lenta. Su
respiración es estable. Su espalda está hacia mí. No sabe que la chica que acaba de
estar aquí es mi forma de escapar. Volverá por mí y rezo para que no esté sola.
La adrenalina se mezcla con la esperanza que ella ha traído y el flujo de ira y
furia entran en un destello endiablado.
Moviéndome rápidamente, como un rayo, agarro su espalda y le hago perder
el equilibrio. Tiro del cuello de su bata de laboratorio hasta que su cuello está lo
suficientemente abajo para que pueda envolver mi flaco brazo alrededor de su
garganta y sujetarlo apretadamente contra mi pecho. Él se está sacudiendo y
pateando con sus pies. Algo afilado se me clava. Siento un flujo frío de algo, pero no
abandono mi agarre de su cuello con mi brazo. Su cuerpo está peleando duro. Está
entrando en pánico. Me araña con su aguja. Grito por primera vez en días de
apuñalamientos y dolor. Su garganta hace un sonido crujiente. Golpea la bandeja y
tira su mesa de trabajo con el pie antes de dejar de dar vueltas.
Él no queda flácido. Araña y clava sus dedos en mi brazo. Se da la vuelta y me
agarra, pero me estiro hacia atrás. Mi huesudo brazo es perfecto para hacer el
sonido que viene a continuación. Es un sonido de crujido en su garganta. Se
convierte en un sonido de chasquido y lo siento abandonar su cuerpo. Lo dejo ir. Mi
brazo está acalambrado. Duele estirarlo. Está sangrando y raspado.
Tomo mi primer aliento grande desde que él entró en la habitación. Mi
monitor del corazón se está volviendo loco. Saco las etiquetas de mi pecho,
haciendo que los bips se conviertan en un zumbido constante. Desato mi otro
brazo y me siento. Algo tira instantáneamente entre mis piernas. Aterrorizada por
lo que me voy a encontrar, llevo mis dedos lentamente entre mis piernas, donde el
camisón que estoy usando está abierto. No tengo ropa interior, deben de
habérmela quitado. El miedo y la repugnancia empiezan a hacer turnos en hacerse
más grandes en mi corazón, mientras siento el tubo que está saliéndome de allí
abajo. Mis dedos tiemblan. Mi brazo, donde había puesto la aguja, se está
entumeciendo. Tengo arcadas y me siento atontada cuando siento todo el aparato.
El tubo duele cuando lo muevo. Tiro lentamente e intento no dejar que mis manos
tiemblen. No duele quitarlo, pero me asusta, más que matar al hombre
machacando su tráquea. Me hago pis por toda la cama y el suelo cuando el tuvo
está completamente afuera. La cálida orina está corriendo por entre mis piernas.
Miro a la puerta y rezo para que éste no sea el momento en que ella regrese.
Desato mi pie y muevo mis piernas hasta el borde de la cama. Mi pis gotea
desde la cama hasta el suelo. La simple salpicadura y el sonido constante del
monitor cardíaco, hace más pequeña la habitación. Hacen que entre en pánico.
Arde entre mis piernas. No quiero saber lo que era eso ni lo que me han hecho.
Me empujo fuera de la cama, pero mi brazo está débil y vago. Mi visión está
poniéndose difusa. El suelo está frío contra mis pies. Mis piernas se sientes débiles
como las de un bebé venado. Mis primero pasos son raros y descoordinados.
Me lamo los labios y susurro: ―Anna, ― una calidez me inunda y me
estremezco, mirando fijamente a la puerta con debilidad.
Doy traspiés hasta la pared y me inclino para desconectar el monitor
cardíaco. Tengo que deslizarme hacia abajo por la pared para llegar a la cuerda.
Tiro de ella y el sonido se detiene. Quiero gritar, pero no puedo. No puedo volver a
levantarme. Lo que sea que me inyectó en el brazo me está haciendo sentir
enferma. Me arrastro por la pared hasta la bandeja de cosas. Saco un poco de
alcohol y lo derramo en mi brazo. Hago una mueva de dolor y casi grito. Los
arañazos están rojos y enfurecidos. Envuelvo un largo vendaje blanco y fino
alrededor de mi brazo y pego.
Luego me arrastro hacia donde su cuerpo yace muerto. Me quito mi oloroso
camisón y tiro de sus pantalones y de su bata. Me visto dolorosa y lentamente. Tiro
de mi cabello hacia atrás y lo meto dentro de la bata de laboratorio, como el payaso
del circo que una vez vi con la abuelita. Me pongo sus calcetines. Él yace allí en su
ropa interior y su camiseta interior. Está regordete. Miro a su cuerpo sustancioso.
Comparado con la piel y huesos que estoy acostumbrada a ver, él es enorme.
Gateo hacia la puerta y me preparo para el esfuerzo que estoy a punto de
hacer.
―Anna. ―vuelvo a susurrar. Ella no vuelve. ¿No escuchó la conmoción? ¿Está
bien? ¿También la han hecho cautiva? No tengo tiempo para reflexionar. Necesito
correr, pero como el presentimiento que tuve anteriormente, temo que no viviré.
Estoy demasiado cansada y demasiado enferma.
Uso el picaporte de la puerta para levantarme y ponerme de pie. Agotamiento
no es la palabra correcta. Me pongo de pie y me equilibrio. Siento los bolsillos
dentro de su bata. Necesito un inventario de lo que él tiene y de lo que necesito. La
tarjeta deslizante que está en su bolsillo derecho luce exactamente como la de la
granja.
Deseo que Anna, e incluso Will, viniesen. Me siento enferma y mi brazo
probablemente necesita puntos. Puedo sentirlo sangrar, empapar el vendaje. Miro
a la pequeña habitación e intento pelear contra el sentimiento de que todo es inútil
antes de que siquiera empiece. Quizá ella no era real.
―Ella estuvo aquí, Em. Contrólate. Anna estuvo aquí. El doctor está muerto
―susurré para mí misma. ―Hiciste una cosa hoy ―las palabras hacen que una
sonrisita cruce mis labios.
La abuelita siempre tenía listas. Ella tachaba las cosas todo el tiempo.
Volteo la mirada hacia él y veo la marca de verificación en mi mente. A veces
ella ponía “Ver Días de Nuestras Vidas” en la lista. Lo mirábamos y comíamos
palomitas o patatas fritas. Todos los días eran Días. Mi personaje favorito era Sami.
Cuando cumplí ocho, me permitieron empezar a verlo con ella.
Sujeto el frío picaporte de metal y obligo a mi mente a volver a mi propia
lista. “Morir libre con el viento sobre mi cara”, está bastante arriba en ella. Necesito
ser más positiva.
―Intenta no morir… todavía no ―digo con voz ronca y miro el picaporte de la
puerta. Cuando escucho el tirador llegar al final de su rotación, me detengo. Debí
haber esperado un segundo extra. Las drogas me están enloqueciendo. Estoy
hablando conmigo misma y cometiendo errores.
Miro alrededor. Recuerdos y habilidades están fluyendo por mi mente
mientras intento formular un plan.
¿Me quedo en la habitación y espero a que Anna vuelva? Necesito armas.
Miro atrás, al doctor muerto y vuelvo a girar el picaporte para cerrarlo. Voy a
trompicones hasta donde está su instrumental extendido por el suelo. Me agacho
como mejor puedo y levanto un par de cuchillos de plata del suelo. El frío metal en
mis dedos se siente asombroso, como imaginé que se sentiría. Hay bolsas de agua y
otras cosas. Las agarro, meto un par en mis bolsillos y vuelvo a la puerta. Vuelvo a
poner mi mano en la puerta y agarro el frío cuchillo con la otra. Respiro e imagino
cómo el bosque se va a sentir cuando esté en él otra vez. Su follaje y el aire frío del
bosque, mis ensoñaciones consisten en muy poco.
El frío metal y el blanco austero de la habitación me hace sentir expuesta y
desnuda. El pomo vuelve a girarse con facilidad. La abro un poco y echo una ojeada.
El pasillo no luce como pensé que luciría. Anna no está en ningún sitio, no hay
nadie. Esto no es como en las granjas reproductoras.
Las luces son tenues y parpadean. Me hacen dolorosamente consciente del
hecho de que ella probablemente no era real. Ella no estuvo realmente aquí.
Todavía estoy sola.
Los viejos tubos de luz parpadean como si estuviera pasando por algo
inestable. El generador de Brian era así. Las luces parpadeaban. El generador de la
abuelita también. Nunca lo usaba mucho, pero cuando lo hacía, temía la forma en
que el poder se sentía medio-encendido.
La luz del pasillo parece la misma.
Pero el pasillo en sí mismo no está inmaculado e inhóspito como la habitación
en la que estoy. Está sucio y vacío de vida. Bajo la mirada hacia el final del pasillo.
Nada se mueve. Puedo ver papeles en el suelo y las puertas cerradas. Parece como
si la gente hubiera huido en pánico, como todos los otros edificios que he visto.
Bajo la mirada hasta el otro final del pasillo para encontrarlo igual. Nada es de la
forma que creí que sería. No está limpio como las granjas reproductoras ni
organizadas. ¿Dónde estoy? ¿Cómo puede ser éste el sitio al que Marshall me trajo?
Tengo un mal presentimiento. ¿Qué si Anna era real? ¿Está a salvo? ¿Está
sola? Tengo arcadas cuando mi visión se enturbia. No tengo la fuerza para
ayudarla.
Silbo suavemente por si él está con ella. Nada se mueve ni hace un sonido.
Levanto la mirada para ver si hay cámaras o algo. Papá siempre odió las cámaras
de vídeo que grababan a todos sitios a los que fueras y qué comprabas. Él odiaba
ser grabado. Tenía teorías raras sobre las cámaras y la información que ellas
reunían. Sonrío débilmente cuando pienso en lo loco que pensé que estaba. Él
hubiera amado este lugar. Hubiera confirmado tantas cosas para él.
Mis primeros pasos se sienten forzados, como si estuviera metiéndome en el
agua. No puedo escuchar a la nada rodeándome. No sé si puedo oír correctamente.
Las luces parpadeantes están trabajando en mi contra. Están intentando
enloquecerme. Me retuerzo y me estremezco y sé que es demasiado tarde; ya estoy
loca.
Hay demasiado suspenso y lugar vacío en el pasillo. La transpiración está
resbalando por los lados de mi cara, haciéndome retorcerme y limpiarla. Las luces
parpadeantes hacen imposible conseguir una buena vista de todo. No veo nada
excepto a mí, los papeles y las puertas, pero los destellos no garantizan que esté
sola.
Pruebo en cada pomo a través del pasillo, pero están cerrados. El frío del
metal contra mis dedos es impactante. Siento que tengo fiebre. Él me ha inyectado
veneno y ahora me estoy muriendo.
Pongo una mano sobre la pared desigual para equilibrarme. Me lamo los
labios. Todo se siente lento y pronunciado. Las luces parpadean al mismo ritmo
que mi corazón late.
Miro alrededor de la esquina al final del pasillo. Otra vez, me encuentro sola
en un pasillo largo con papeles y desechos en el suelo.
Un dolor agudo me golpea en el estómago. Rompo una regla, no es que
importe, creo que las he roto todas a estas alturas.
Me doblo y grito. No puedo evitarlo. El dolor es agonizante. Se siente como si
mis adentros se movieran. Caigo de rodillas y me dejo caer a través del suelo.
Monto un trozo de papel como si fuera una alfombra mágica y agarro mi estómago
con mi mano izquierda.
Las luces parpadeantes están dentro de mis ojos ahora. Cuando los cierro,
puedo ver el centelleo y el pasillo. Incluso en mi mente, nada de este pasillo tiene
sentido. Excepto, quizá, las luces parpadeantes. El suministro de potencia irregular
tiene sentido.
Me muevo hacia delante sobre mis rodillas hasta que siento que puedo volver
a levantarme. Agarro el tirador de la puerta y me levanto. Mis piernas tiemblan e
intentan desplomarse. Me rehúso a caerme.
La pared está sujetándome completamente.
―Leo. ―susurro su nombre. Necesito su pelaje en mis dedos. Siempre
imaginé que sería lo último que tocaría. Las lágrimas están derramándose por mis
mejillas. Voy a morir sola en un pasillo con nada en mis dedos y sin viento sobre mi
cara.
El dolor es insoportable.
Me apoyo en un picaporte por una respiración, pero, en lugar de eso, caigo
dentro. El picaporte estaba destrabado. Golpeo el suelo y grito otra vez. Espero a
que los ocupantes de la habitación me ataquen. Espero al sonido de mi propio
desgarro.
No pasa nada.
Levanto la mirada y, en los destellos de luz del pasillo, veo algo que nunca
esperé. Jesús me está mirando con los brazos completamente abiertos. Está
sonriéndome y diciéndome que todo va a estar bien. Me arrastro dentro de la
habitación y pateo la puerta para cerrarla. Cuando la puerta se cierra, la luz nos
abandona.
Yo y Jesús, perfectos extraños, sentados solos en la oscuridad. No me
presento. Me conocerá lo suficientemente pronto.
TTrraadduucciiddoo ppoorr EEvvaarrgg77
CCoorrrreeggiiddoo ppoorr CCaannddee CCooooppeerr
En la oscuridad de la habitación cerrada, destellos de imágenes pasan frente a
mis ojos; recuerdos del principio.
En los destellos y fiebre, veo la TV donde Brian. Es vieja y pequeña. Cuando
llegamos allí, ni siquiera supe cómo encenderla. No había visto una TV así antes. El
abuelo había tenido una pantalla enorme y plana. Echo de menos al abuelo y a la
abuela.
Mi papá tuvo su rostro pegado a la redonda pantalla todo el tiempo que
estuvimos donde Brian escondiéndonos. Apenas lo hicimos allí. Recuerdo el pánico
y el caos. Recuerdo la forma en que me arrastró hacia el bosque, gritándome que
me diera prisa; teníamos que llegar donde Brian. Nos habíamos ido demasiado
tarde. Una horda estaba viniendo y teníamos que llegar a terreno alto y cortar a
través del bosque hacia donde Brian. Él gritó y yo intenté correr, pero mis piernas
dolían.
Una vez que llegamos al búnker, no importó cuán duro lo intenté, no podía
pelear contra el ansia de mirar las noticias. Eran muy espeluznantes y, aun así, mis
ojos no la abandonaban.
La misma mujer de las noticias estaba todos los días. Conocía su voz mejor
que la mía.―Hemos pasado el punto de necesidad de donaciones de sangre. El
público está más seguro quedándose en casa y esperando. Racionar y quedarse
dentro es su mejor apuesta en este momento. Ahora mismo, en el litoral oeste,
creemos que hay, al menos, un millón de casos de Fiebre del Dengue que está por
toda América. Ése es el número de casos reportados. No sabemos el número
exacto, ya que hay tantos intentando quedarse en casa y luchar contra ello, ―su
cara estaba cansada y el maquillaje no escondía el dolor en sus ojos. Su perfecto
pelo castaño estilo bob estaba brillante y limpio. Era la última persona limpia que
recordaba, antes de las granjas reproductoras.
Yo ya estaba sucia cuando la miraba en las noticias del búnker de Brian. Me
volví a mirar a papá. No me gustó la forma en que asintió, como si fuera parte de la
conversación de la mujer de las noticias. Lucía como un loco cuando me miró y
dijo: ―Nos iremos pronto, niña. Cuando el pánico se acabe.
Asentí y abracé mis rodillas con más fuerza hacia mi cuerpo. Miré a la mujer
de las noticias. Sus ojos azul oscuro estaban vidriosos. Imaginé que ella sabía algo,
pero no lo podía contar al resto de nosotros, como lo malo que realmente era.
Tragó con fuerza y continuó―: En otras noticias, Japón ha sido golpeado otra
vez por varios terremotos fuertes. Están entre los 4.3 y 7.5. Como todos sabemos,
la fiebre del Dengue es considerablemente peor en Asia, así que esto no podría
venir en peor momento para ellos. Varios pequeños maremotos ya han golpeado
Alaska y el Noroeste de Canadá. Los apagones de electricidad e inundaciones han
sido malos a lo largo de la costa noroeste. Canadá está sufriendo por sus propios
terremotos. La famosa isla Hot Springs2, en British, Columbia, está seca. Las aguas
termales murieron. En otras noticias, Nueva York y Nueva Jersey siguen bajo el
agua por la masiva inundación que dejaron los huracanes esta temporada. ―mi
estómago se hundió.
Brian apagó la TV y nos sentamos en el búnker en silencio. Papá había estado
diciendo que eso pasaría. Lo había estado diciendo por tanto tiempo como podía
recordar. Todos los nombres que le había llamado en mi cabeza, empezaron a
hacerme sentir mal. Recuerdo pensar cosas malas de él mientras me arrastraba a
lo largo de la ladera, gritándome que teníamos que llegar a terreno alto. La
carretera estaba bloqueada y otro maremoto estaba viniendo.
Brian dejaba mucho el búnker. Giraba el pomo y abría la puerta sellada en el
techo. Hacía un ruido como el Tupperware de la abuelita. Podía imaginar el mundo
de fuera. Las imágenes de las noticias eran aterrorizantes, pero todavía podía verlo
de la forma en que era cuando llegamos al búnker. Sólo Brian y mi papá llegaban a
salir. El único aire fresco que tenía era cuando abrían la puerta para irse. El viento
frío derribaba la escalera. Podía tener la piel de gallina y sentir entusiasmo al
mismo tiempo.
Odiaba el búnker. Comíamos comida enlatada y deshidratada y mirábamos la
pequeña TV. El pánico era justo como papá decía que sería. El metraje de las
noticias daba miedo: saqueos, bombardeos y países en guerra. Todos se culpaban
entre ellos por la fiebre del Dengue. Luego todos empezaron a bombardear áreas
para matar a los enfermos, que no estaban muriendo por la fiebre. Parecía que
nunca terminaría.
Pero luego lo hizo, cuando la TV dejó de funcionar. Cuando la electricidad y el
agua se apagaron, nos sentamos a la luz de las velas y pasamos los días
preguntándonos e imaginando. ¿Cómo sería estar allí fuera?
El día que abandonamos el búnker era un día malo. La TV no había
funcionado por dos semanas. Lo último que vi fue al presidente haciendo un
2 Aguas termales.
discurso y llorando. Me perdí la mitad de eso. Estaba durmiendo. Eso es todo lo que
había estado haciendo en el búnker. Desperté porque papá estaba empacando el
jeep y la puerta del búnker estaba abierta.
Cuando entramos al jeep, papá nos dijo a mí y a Brian su plan, otra vez.
Estaba tan apasionado contándolo por centésima vez como lo había estado la
primera. ―Entonces cruzaremos la autopista hasta la salida de Green Mountain y
tomamos el camino alternativo hasta que lleguemos a la base de la cordillera, donde
está la cabaña. Está a un día de caminata. Hay una vieja casa de granja allí, en la
base de la montaña en la que está la cabaña.
Estaba tan cansada del plan. Estaba tan cansada de su voz. Podría gritar de
frustración. Lo único que lo arreglaba era una copia de un libro que encontré
llamado Crepúsculo. Lo había leído tres veces en el búnker, siempre
preguntándome si alguna vez ella conseguía lo que quería.
Agarré el grueso libro para llevarlo conmigo al jeep y contuve los gritos que
obstruían mi garganta y me dejaron sin aliento.
Papá me miró.―Cuando la gente que vive en la granja muera, podemos ir y ver
lo que tenemos. Las granjas siempre tienen las mejores cosas. Comida enlatada y
deshidratada, por no mencionar a los mejores suministros de supervivencia. Cuerdas
y palas y extras de todo. Recuerda eso, Em. Somos nosotros y ellos ahora ―Lo había
oído tantas veces que podría haberlo asfixiado. Había momentos en que lo odiaba.
Brian miró hacia atrás, hacia mí e intentó sonreír como siempre hacía,
intentando hacerme sentir mejor. Papá nunca le echaba azúcar a nada. Quería que
supiera lo peor. Siempre me quería lista.
Brian no estaba de acuerdo. Él quería que fuera una niña pequeña. Pero
nunca había sido una niña. Siempre he sido más.
A veces peleaban por mí, como lo harían un papá y una mamá. Más de lo que
peleaban mamá y papá.
Nunca olvidaría el rostro de Brian mientras quitaba el pelo de mi cara y me
daba un chupa-chup. Él siempre tenía caramelos. Éste era rojo. En realidad no me
gustaba el rojo, pero lo tomé de todos modos.
Sonrió.― Será divertido estar en la cabaña, niña. Un montón de cosas que hacer
allí.
Puse mis ojos en blanco.
― ¿Divertido? Mi iPad, iPod, DSI, Xbox, e incluso ese estúpido libro electrónico
que la abuela me dio están muertos. ¿Qué es divertido allí? He estado en cabañas
cada verano durante cinco años. Sé qué hay que hacer en una cabaña. Nunca es
divertido.
Brian se rió.
Mi papá me miró por el retrovisor.
―Em, sabes que esas cosas son parte de un mundo que ya no existe. Tu
generación es blanda y débil. Un día me agradecerás por todo ese acampamiento. Te
lo puedo decir ahora, ninguna otra chica de tu edad ha ido a acampar desde que
tenía cinco.
Gruñí.
―Lo sé ―Y lo sabía. Las otras chicas en el campamento siempre pensaban que
yo era rara. Habían sido enviadas porque los otros campamentos de verano se
habían llenado y sus padres sólo necesitaban un lugar para que ellas fueran por
unas semanas. Yo, sin embargo, era casi capaz de enseñar los estúpidos cursos.
Disparar con arco y flecha, poner trampas, primeros auxilios y todo lo demás. Mi
cosa favorita era cuando aprendíamos a fabricar arcos y flechas.
Papá revisó el mapa una última vez antes de que condujéramos lejos del
búnker. Miré atrás una vez y lo eché de menos instantáneamente. El lugar que odié
todas esas semanas se había ido y, en su lugar, estaba lo desconocido.
El jeep podía conducir por encima de todos los… troncos, caminos rotos
donde las bombas habían caído, bultos que Brian me dijo que no mirase, todo.
Cubrí mis ojos y miré a través de mis dedos.
Había coches, camionetas, furgonetas y gente por todos lados cuando
llegamos a la autopista. La gente se había estado escondiendo al principio, pero
cuando la comida y los suministros empezaron a escasear, volaron hasta a ciudad.
Todos corrían.
El pánico se terminó cuando abandonamos el búnker. Lo que quedó, era
inimaginable. La carretera estaba rota por todos lados y bordeada con vehículos
quemados. Un enorme avión reactor quemado apoyado en un campo junto a una
vieja casa. Parecía un esqueleto, pero muy quemado. No pude evitar preguntarme
si alguien habría sobrevivido.
Afortunadamente, nosotros no teníamos que conducir a través de la ciudad.
La autopista era lo suficientemente mala. No podía imaginar la ciudad. Brian vivía
en el campo, en un pequeño pueblo en las afueras de una ciudad. Compró la casa
porque ya tenía construido un búnker por la Crisis de los Misiles Cubanos.
Mientras conducíamos, pasamos a gente rezagada a lo largo de la carretera
en pequeños grupos. Parecían rotos y medio muertos. Parecía una película.
―Cada una de esas personas probablemente tiene la fiebre, Em. Tienes que
recordar eso. Cada uno tiene el potencial para matarte ahora. Somos nosotros y ellos,
Em ―Cuantas más cosas veíamos, menos enojada era su voz. Apreté el libro sobre
mi pecho. Su voz era tranquila y evocadora. Como una narración de las cosas que
estaba viendo.
― El agua estará contaminada por mucho tiempo donde las bombas cayeron.
Los campos también.
Las caras manchadas de lágrimas y sucias de la gente que pasábamos me
hacían sentir asustada y enferma. Nunca me sentí más pequeña. Quería
acurrucarme en mí misma, abrazar mis rodillas y mecerme, pero no podía parar de
mirarlos. Los coches dados la vuelta. Viejos camiones quemados. Gente cargando
niños y bolsas. Gente arrastrando maletas sobre ruedas. Gente sujetándose las
manos y empujándose los unos a los otros para seguir. Gente.
―Míralos. Son idiotas. Todavía están agrupados. ―Apuntó a un grupito.
Vi a un hombre con ojos inyectados en sangre y supe por las fotos que papá
me había mostrado, que él tenía la fiebre. El hombre me miró. Sus ojos inyectados
en sangre parecían ver todo dentro de mí, todo mi miedo.
Una niñita, que parecía tener mi edad, estaba caminando sola. Por un
momento, juré que la conocía. Parecía perdida. Se giró para dar una vuelta y gritó y
nadie la ayudó. Caminaban a su lado y la ignoraban. Justo como hicimos nosotros.
Cuando condujimos junto a ella, mis ojos encontraron los suyos. Movió sus brazos
y, por un pequeño momento, juré que gritó mi nombre. Sus labios lo formaron
perfectamente. Sus ojos dejaron de sentir autocompasión y se hicieron
apasionados. Persiguió el jeep. Pero seguimos conduciendo de todas formas.
Éramos nosotros y ellos.
Nos quedamos atorados detrás de un enorme choque. Un camionero había
doblado y, entre el enorme vehículo de dieciocho ruedas y los camiones y coches,
no podíamos pasar. Dimos la vuelta y volvimos.
Papá y Brian pelearon. Los ignoré y fingí dormir.
Podía oír a los otros fuera del vehículo. Podía oír sus gritos y los llantos
cuando ralentizamos.
― Se están llevando a mujeres. Mira eso ―susurró papá, intentando esconder
su voz de mí, pero pude oírlo.
― No hay duda de que están buscando hembras sanas. Es justo como el Doctor
Fitzgerald dijo que sería ―Papá sonó engreído y asustado al mismo tiempo. Sus
susurros me asustaron. Contuve el aliento. Luego oí un golpe seguido de otro.
Luego nada.
― ¡Mierda! Le ha disparado, Bri. Le disparó en la cabeza. Tenemos que salir de
aquí ahora.
― Da la vuelta, hombre. Ve por allí. Sube a la colina ―Brian sonaba asustado, lo
que me asustó.
―Es el camino equivocado.
―A quién carajo le importa. ¡CONDUCE!
El jeep salió disparado y sentí un enorme golpe. Luego mi estómago se sintió
como si estuviera dando vueltas dentro de mí. Perdí el agarre del asiento y salí
volando. El grueso libro me golpeó en la cara. Mi cinturón de seguridad me sostuvo
y vi colores detrás de mis ojos cuando fui lanzada hacia atrás en el asiento. Ya no se
sentía cómodo. Se sentía duro y arañó mi piel.
Giramos una y otra vez y fuertes golpes llenaron el aire.
Los oí gritar y luego se detuvo. Luego era sólo yo gritando. Dejamos de
movernos, pero mis labios se quedaron abiertos y mi llanto estaba por todos lados.
Jadeé ligeramente y miré alrededor. Estaba patas arriba y colgando por el
cinturón de seguridad. Lo abrí, pero no me caí. La parte superior del jeep estaba
más cerca de lo que estaba antes. Podía ver sangre. Un poco era mía y un poco
venía del asiento delantero. Brian no estaba. Las ventanas no estaban. Oí un
quejido.
―Em. ―gimió papá.
Me estiré frenéticamente.―Papá. Papá. No puedo verte. ―su reposacabezas
estaba arriba y el jeep estaba doblado y desplomado a su alrededor. Me deslicé
para salir por la parte de atrás y me arrastré por el césped marrón y seco.
Había otros coches rodeándonos y en no mejores condiciones que el jeep. A la
distancia, podía ver otras personas, pero no muchas. Podía verlas mirando el
accidente y apuntándonos con los dedos.
―Em, los otros querrán nuestras cosas. Corre. ―susurró él con la voz ronca y
tosió.
Me metí por su ventana, que se había ido. Su cuerpo estaba atascado,
presionado por el jeep. Tiré del pomo de la puerta, pero no se movió. Grité y arañé
y golpeé el jeep, pero no se movió. Era demasiado pequeña y demasiado flaca y ni
siquiera podía abollar el metal. Toda mi ira, mi dolor y mi miedo ni siquiera arañó
la fría y dura puerta.
Lucía mal. Su cuerpo estaba patas arriba, pero no colgaba. El jeep estaba a
todo su alrededor, ajustado.
Volvió a gemir.
―Em. Corre. Puedes correr rápido y lejos, no te rindas. Toma esto y corre.
No me tendió nada para que tomase, pero su mano estaba colgando rara. Me
senté en el césped junto a él y lloré. Podía sentir la derrota.
Se lamió los labios y me miró con los ojos más aterrorizantes que he visto.
―Corre, Em. Corre y llega a la cabaña. Sube esa montaña que está a la derecha.
Trepa hasta que llegues a una carretera no pavimentada. Síguela hasta que llegues a
una vieja granja. Desde allí, está cruzando su cultivo de heno y sube por la montaña
detrás de su casa. A la derecha. ―sacó su mano doblada y agarró la mía. Podía sentir
sus dedos sonar cuando los dobló― Somos nosotros y ellos, Em. Todavía estoy
contigo. Puedes sentirlo, siempre lo sentirás. Pero, ahora mismo, necesito que seas
una niña valiente, la niña valiente que he entrenado justo para este momento. Corre y
no ayudes a nadie. No pidas ayuda. Todos miran por sí mismos ahora. Están todos
enfermos, Em. De alguna forma, están todos enfermos.
La sangre goteaba de su cabello por el corte por encima de su ojo. Negué con
la cabeza y lloré. Oí un camión detrás de mí.
Me gritó.― ¡CORRE, EM! ¡ESTÁN VINIENDO! ¡QUE NUNCA TE AGARREN, EM!
¡NUNCA!
Retrocedí sobre el césped y me puse sobre mis magulladas y maltratadas
piernas. Casi se doblan de miedo, pero hice lo que él dijo. Tragué mi llanto, me giré
y corrí. Corrí a través de la autopista y subí la colina con césped. Los pies hacían
sonidos detrás de mí, pero siempre había sido rápida, incluso desde niñita.
Oí el vehículo y los disparos. Oí a los otros. Supe que le habían disparado, si
había vivido lo suficiente.
Corrí y corrí hasta que vomité en el césped e, incluso entonces, corrí. Corrí
hasta que mis ojos veían cosas que no podían ser y oía a gente que sabía que estaba
muerta. Gente como mi padre. Lo sentí levantarme por la colina y gritándome para
que me diera prisa. Sentí su aliento en mi cara mientras gritaba y apretaba mi
mano.
Corrí hasta que vi la granja. Luego trepé y pasé a hurtadillas y me escondí en
las sombras de la oscuridad. Luego me senté sola en esas sombras, demasiado
aterrorizada para llorar. Demasiado aterrorizada para moverme. Pero sabía que la
comida y el agua estarían esperando en la cabaña. Toda la comida y el agua que
pudiera meter dentro de mí. El hambre roía mi espalda. Trastabillé por el campo
en la oscuridad. Llegué al otro lado y escalé uno de los árboles de allí. Su rugosa
corteza me recordó que estaba viva. Justo como él siempre dijo que sería, el dolor
me recordaba que todavía estaba viva.
Los destellos se detienen y los recuerdos se desvanecen, y estoy sola en la
oscura habitación con una estatua de Jesús sonriente. Y, otra vez, el dolor me
recuerda que todavía estoy viva, justo como lo hizo entonces en el gran árbol al
límite del campo.
TTrraadduucciiddoo ppoorr EEmmii__9933
CCoorrrreeggiiddoo ppoorr AAlleeee FFoosstteerr
Cuando despierto, el dolor se ha ido, pero me he orinado encima. La
orina está en todas partes. Mis pantalones están pegajosos y mojados. Huele a
óxido como la sangre, pero recuerdo haberme orinado. Recuerdo el dolor y la
presión y lo bien que se sintió dejar salir la orina. Me estoy convirtiendo en
uno de los infectados. Es lo que él puso en mi brazo. Lo sé. Me había orinado y
contraído. Pronto deambularé y ansiaré carne... o sólo moriré y seré devorada
por los demás infectados.
¿Dónde está Anna? ¿Ha venido por mí? ¿Ha sido capturada? Necesito ser
fuerte para salvarla, a menos que ella fuera realmente una alucinación.
La habitación es tan oscura que no puedo ver a Jesús, pero asumo que
todavía está aquí. Me pregunto si a él le dio asco que me hubiera orinado en el
suelo y que sea tan débil que no pueda moverme de mi propia suciedad.
Desearía que él fuera no una estatua de piedra, sino más bien un maniquí.
Necesito ropa nueva limpia. La imagen de haber sido infectada y deambular
por el mundo en una bata que robé de un maniquí de Jesús, me hace sonreír.
Agarro una de las bolsas de glucosa y jalo la clavija que hay en el fondo
de ella. Bebo el agua dulce hasta sentirme nauseabunda, y aún así me fuerzo a
beber un poco más. Vacío la bolsa y la dejo caer al suelo, donde luego bajo mi
cara y mis brazos. El frío del suelo de alguna manera es cómodo.
Mis ojos parpadean como las luces del pasillo y sé que volveré a perder
la consciencia otra vez.
No tengo sueños esta vez. No recuerdo nada más sobre lo anterior. Sólo
duermo y luego despierto. Cuando despierto otra vez, lamo mis labios. Se
sienten cortados y agrietados. La orina está seca y cuando muevo mis piernas,
se sienten atoradas en los pantalones. Estoy débil. Muy débil. Mi respiración
se siente forzada. Mi corazón no se siente como si estuviera latiendo del todo.
—Halla la puerta y encuentra a Anna—, me susurro a mí misma, y tal
vez a Jesús. Él es como Leo. Me hace menos loca, porque con él ahí, no estaría
hablando sola.
Me oprimo hacia mis rodillas y me arrastro hacia donde creo que está la
puerta. Tanteo a lo largo de la pared en busca del hueco donde la manilla
estará. El borde de la puerta me evade. ¿Se sellaría la habitación mientras
estuve dormida? Busco a Jesús en la oscuridad. Por lo que mi abuela dijo, se
supone que él sea mi luz en la oscuridad, pero incluso mis ojos animales no
funcionan en este lugar. No hay luz en esta habitación.
La pared se siente como si no tuviera final. Siento como si recorreré esta
pared en círculos, hasta que pierda el juicio y pase a arañazos a través de ella.
Me pregunto si estoy en el infierno. Estoy siendo castigada por los errores que
he cometido. No estoy realmente arrepentida por ninguno de ellos. Eso puede
ser un problema.
Me volteo y tanteo en busca de la estatua de Jesús. Nada se siente como
si fuera a pasar demasiado rápido. El aire de la habitación se siente como si su
oxígeno se hubiera succionado. Todo lo que queda es la contaminación que he
hecho con cada exhalación de pánico. Mis latidos se sienten como si hubieran
comenzado con un shock, y ahora mi corazón está haciendo un intento de
desgarrarse de mi pecho.
Es un ataque de pánico. Lo reconozco mientras mis dedos tocan la fría
estatua. Mis dedos se encuentran con el frío de su bata y caigo a sus pies
amontonada. Soy como sus seguidores. Los mismos que he visto salvar a los
niños que lloran en las calles. Los mismos que parecen amables y gentiles,
pero que de alguna manera sus ojos te hacen sentir no tan bien que digamos.
—Ayúdame—, susurro, agarrándome de su fría bata.
Oigo algo y levanto mi cabeza.
Al principio creo que es Jesús susurrando, haciéndome temblar. Estoy a
punto de convertirme en devota por los restantes segundos de mi vida,
cuando me doy cuenta que el viento viene desde la puerta. Me arrastro lejos
de Jesús, tanteando el suelo en busca del fondo de la puerta por donde entra el
aire. Es limpio y fresco.
Algo ha cambiado en el pasillo de afuera. ¿Anna?
Siento el ligero soplo de aire frío, al alcanzar mis manos la base de la
puerta.
La recorro con mis manos hacia la manilla y me aferro a ella con todas
mis fuerzas. Muevo el seguro de la puerta, hacia el mismo lado en que la
manilla se mueve. Se queda atascado.
Una voz le sigue al movimiento de la manilla. —Despejen aquí también.
— La vibración del movimiento me impacta. —Ella fue hacia arriba. Todo lo
demás está cerrado.
Casi brinco hacia atrás gritando. Pero me forcé a estar calmada. Apoyo
mis dedos en la puerta y espero. Están revisando el pasillo y buscándome.
Ellos saben que me he ido. No estoy sola. El médico no estaba solo. ¿Dónde
estaban cuando lo estaba matando? ¿Están buscando a Anna?
Otra voz llena el aire silente del pasillo. — ¡Maldita sea!, ¿sabes lo
importante que era ella? ¡Por Cristo! es una niñita.
¿Niñita? ¿Están hablando de mí? ¿Aún soy una niñita o es Anna a quien
han perdido? Mi corazón ya está en pánico por la llegada de los hombres, esto
no ayuda a calmarlo.
Trato de pensar, pero mi estómago está doliéndome demasiado. No sé
qué hacer. Si voy en busca de ellos, puede que guíe a los hombres hacia donde
están. Estoy enferma y, más bien moribunda, así que no es como que yo vaya a
ser de mucha ayuda.
Hago una pausa a mis pensamientos cuando escucho pasos otra vez. —
Tráela de vuelta o son tus vidas.
— ¿Y qué con el lobo?— un hombre pregunta.
Leo. Casi digo su nombre en voz alta.
Está vivo. Está cerca. Arde fuego en mi vientre, pero lo rechazo. Necesito
encontrarlo. Lo necesito.
Las voces se alejan de mí, aquietándose. —Ella está enferma, no sabe
dónde está él. No se preocupen por él… encuéntrenla.
Los perdí después de eso. El pasillo está silencioso nuevamente y el
viento se ha ido por debajo de la puerta.
Saco otra bolsa de mi bolsillo y halo la clavija. Me la bebo completa. Sabe
dulce y rancio y raro pero sé que estoy deshidratada y enferma. El veneno que
él me inyectó ha enfermado pero no me ha matado. Necesito reemplazar mis
fluidos.
Cierro mis ojos y presiono mi cara contra la puerta. Escucho atenta los
sonidos de las botas y las armas de fuego. Escucho atenta la respiración
cansada, como cuando buscas a alguien. No hay nada. Las voces de los
hombres han desaparecido. Los hombres que agitaron la puerta e intentaron
abrirla, se fueron. Es casi como si fueran inventos de mi imaginación, como
Anna.
Quiero abrir la manilla y echar un vistazo, pero mis reglas del juego
están restableciéndose lentamente y esperar es la más grande de ellas.
Volteo con mi espalda hacia la puerta, mi cara hacia Jesús, y me deslizo
por la puerta, Me siento y espero. La paciencia me ha mantenido viva todo
este tiempo, y no la traicionaré, o a mis instintos que me dicen que espere. La
ansiedad por encontrar a Leo casi me está llevando a través de la puerta. Pero
sé que él no vivirá si salgo por la puerta y me matan.
Solo quiero a mi lobo y el olor del bosque. Solo quiero ir a casa.
Extrañamente, no pienso en la cabaña en el bosque, cuando pienso en
casa. Eso me preocupa un poco. Pienso en Leo, Anna, Meg, Jake y Will, solo
que no en ese orden. Yo lo forcé en ese orden. Pienso en Will y Jake
constantemente, pero sé que Meg y Sarah son mi responsabilidad. Anna es lo
más cercano a una mejor amiga que he tenido. Siento calidez en mi corazón al
pensar en ellos. Quiero ir a casa y ellos son el hogar que reconoce mi
corazón. No necesito una cabaña para esconderme. Necesito a mis amigos. A
mi familia. Necesito más a Leo. Siento la ira y el odio creciendo en mí. Si le han
hecho daño a un solo pelo de su pelaje…
El pensamiento crea ira en mi interior. Los despellejaré vivos a todos,
hasta matarlos a todos. Incluso entonces, sé que no me sentiré satisfecha.
Recuerdo quién me está mirando en la oscuridad y siento que mi rostro
se sonroja por la vergüenza.
—Lo siento —le susurro al Jesús congelado.
Imagino que él conoce la venganza que deseo. Imagino que, en un punto
u otro, él ha sentido ese deseo. El deseo de acabar la miseria de otros
acabando con la vida de sus atormentadores. Atormentadores que mantienen
a todos de rehenes. Quiero preguntarle ahora cómo su padre pudo dejarnos a
esto, pero recuerdo lo que me dijo Meg. La maldad somos nosotros.
En este cuarto sus brazos están relajados y su rostro sonriente. Está
ofreciendo amor, y por eso lo hemos metido en el cuarto oscuro donde nadie
lo mira más. Aún así, incluso en la oscuridad, sus brazos están relajados.
Incluso en la oscuridad, él me ofrece algo… compañerismo.
Mis ojos se vuelven más pesados y me permito relajarme en la
oscuridad, no creo que escape de ella.
No sé cuánto tiempo ha pasado. Me despierto y abro los ojos, acostada.
Estoy más hambrienta de lo que lo he estado nunca, pero me siento
enferma. La bilis cae de mis labios. Toso lo más silenciosamente que puedo.
Me giro y me paro usando la puerta. Abro la cerradura lentamente y
escucho. No hay nada.
Espero un segundo más y abro la puerta silenciosamente. No hay nada
en el pasillo. Los papeles están allí pero las luces no parpadean. Las luces no
están encendidas. Hay una luz al final del pasillo, haciendo que le resto tenga
poca luz.
Escudriño, pero no veo nada. Doy mis primero pasos en la luz tenue del
pasillo. Mis pies se mueven por los papeles y el cemento frío. No puedo estar
en silencio. Por más que quiero moverme silenciosamente, estoy demasiado
cansada.
Me apoyo contra la pared y camino torpemente. Necesito encontrar a
Leo. Necesito agua y comida. Necesito tantas cosas. Se siente
desesperanzador. Nunca los encontraré. No a todas las cosas que necesito.
Mis bolsillos aún están llenos de bolsas de fluidos y el otro bolsillo tiene
el cuchillo que robé. Lo alcanzó cuidadosamente y lo saco del bolsillo.
Al final del pasillo, encuentro una puerta abierta. El aire fresco parece
estar llegando de allí. Dentro hay unas inmensas escaleras de cemento. Lloro
cuando las veo. Me empujo a las inmensas escaleras y comienzo a trepar por
ellas. Fuerzo mi mente a callarse y a subir. No permitiré que mi cerebro me
desanime o me diga que no puedo subir por ellas. Como dijo mi padre, soy una
chica fuerte. Puedo correr más rápido y más lejos. No puedo dejar que mi
mente me diga que no puedo hacerlo. Solo subo.
Es difícil y duele, pero en mi mente estoy en el bosque con Leo. Él está
de pie junto a mí. Mi arco está en mis dedos. Puedo sentir una ligera brisa en
mi rostro. Puedo sentir cosas en el aire. Libertad y paz.
El aire comienza a oler. Puedo oler personas y comida. Puedo oler los
pueblos. Mi cuerpo sabe que la comida está allí y empujo más lejos. Subo las
escaleras con ferocidad y fuerza que no sabía que me quedaba. Puedo sentir el
agua bajando por mi garganta parcheada. Puedo sentir la carne entre mis
dientes. Ni siquiera me importa qué clase de carne… solo carne rostizada que
deje un sabor de hecho a la parrilla en mi boca.
Las luces se vuelven más fuertes cada vez, cuando más alto subo.
Cuando llego a lo alto de las escaleras, lloro con más fuerza, pero mis ojos
están secos. Hay una puerta enorme. Tropiezo hacia ella y tomo la manija
plateada en mis manos. No me fijo qué hay detrás de ella. La atravieso. Salgo a
un callejón. Hay un contenedor de basura a mi lado. Luce como los de las
granjas reproductoras.
El edificio frente a mí es enorme y roto, como en las ciudades. El viento
está lleno de olores. Gente, comida, aguas residuales, polvo, y ciudad.
Recuerdo el olor de antes. Recuerdo lo de antes. Me vuelvo en círculos y me
doy cuenta de que estoy rodeada.
Los edificios rotos están por todas partes. Estoy en una ciudad real. Una
ciudad destruida.
—No. —susurro y miro alrededor, horrorizada.
Veo basura mi derecha y me encojo. Bajo la mirada hacia mí para ver
que los pantalones que robé están cubiertos de sangre y una mancha por la
orina. Estoy cubierta en sangre seca y vieja. Yo sacudo la cabeza en un tic y
caigo de rodillas. He estado sangrando de alguna parte. La sangre en mis
pantalones es vieja y seca. Es marrón y espesa. Mis manos también están
cubiertas. Está quebrada y descamada.
Me levanto y camino a lo largo del callejón. No veo gente, pero sé que los
infectados viven en las ciudades.
Soy como carnada viva. Apesto a sangre vieja y orina. Estoy demasiado
cansada para combatirlos o correr. Aprieto el cuchillo en mi mano y me
tambaleo.
Siento una mano en mi brazo. Sacudo débilmente al dueño. Veo a un
hombre con un viejo carrito de compras lleno de papel y mantas. Esboza una
sonrisa vieja.
—Entra. —dice él.
Comienzo a caer pero pone mi brazo sobre sus hombros y me empuja al
carrito. Agarro el metal con las manos y le dejo que me ayude a meterme. No
entiendo qué está haciendo, pero estoy cansada de caminar. Veo una cosa roja
volando por sobre mí y entonces veo algo. Hay un brillo rojo todo a mí
alrededor.
—Jesús me salvó. —digo yo. No sé por qué.
—Relájate niña. Solo échate. Ya casi estamos en casa.
Casa.
Esa palabra significa tantas cosas extrañas para mí.
El carrito se tambalea por el suelo y yo trato de imaginar cómo luce el
hogar para él.
TTrraadduucciiddoo ppoorr EEnnii
CCoorrrreeggiiddoo ppoorr MMaarriiiiss
La casa es una pequeña habitación rodeada de cemento. Es un pequeño
rincón tranquilo donde no escucho a los infectados, a los saqueadores o a los otros.
Él no sonríe.
—Hiciste un terrible desastre niña. El doctor era un hombre bastante
importante. Te están buscando. —Su voz es tranquila. Él me asusta.
Parpadeo y miro fijamente. Estoy perdida hasta que lo oigo.
—Emma.
Mi cabeza se mueve bruscamente alrededor. Me levantaría y correría hacia
ella también, pero no puedo moverme. Todavía estoy herida en muchas maneras,
pero la principal comienza a sanar en el segundo en que veo su rostro.
Ella se precipita hacia mí y envuelve sus delgados brazos a mí alrededor.
Entierra su cara en mi cabello.
Agarro su cuerpo tembloroso.
—Eres real —susurro.
Se echa hacia atrás, su rostro lleno de lágrimas y sus chispeantes ojos azules
sanan algunas grietas dentro de mí.
—Por supuesto, nunca te dejaría aquí. He estado buscándote por semanas. —
Me estremezco. — ¿Sarah, Meg?
Me interrumpe y sonríe débilmente.
—Únicamente tú desapareciste. Tú y Leo. Sarah y Meg están en el lugar
donde las dejamos, seguras. —No menciona el retiro. Esta siendo cuidadosa
alrededor de él. Suspira y continúa—: Me asusté mucho cuando no podíamos
encontrarte. Asumimos que te habían llevado. No sabíamos quién, pero vimos los
camiones irse.
Asiento y trato de ignorar la conmoción que todavía me paraliza.
—Marshall —digo en voz baja, echando un vistazo al hombre en la esquina.
Asiente.
—Will se imaginó que él os había traicionado a ti y a Leo. Que te vendió a los
militares. Regresamos al campamento, pero Marshall no estaba allí. Sus amigos
dijeron que Marshall lo hizo para liberar a las mujeres; eras la que ellos buscaban.
Eras un peligro para el campamento y te cambió por las mujeres sanas normales.
—Pone los ojos en blanco—. Está loco.
Asiento lentamente, quema y duele. Me intercambió por todas esas mujeres y
sus bebés.
Ella sonríe.
—¿Estás bien?
Quiero asentir y decirle que sí, pero no lo estoy. Puedo sentirlo. Me permití
ser fiel a mis sentimientos. Ella es mi nosotros. Niego con la cabeza y miro hacia
abajo.
Envuelve sus brazos a mí alrededor
—Lo estarás.
Mi sentido común esta desacelerándose, arrastrándose alrededor de mi
mente, revisando los hechos que tengo.
—¿Quién es él? —murmuro.
Se encoje de hombros.
—Me encontró, necesitaba que lo ayudara a encontrar a una chica. Nos dimos
cuenta bastante rápido que buscábamos a la misma chica. Me había separado de
los demás y me escondí. Luego, me encontró, y me mostró donde podía
encontrarte. Necesitaba que pretendiera que era una enfermera, pero entonces el
doctor me hizo irme antes de que pudiéramos rescatarte. —Se ríe suavemente—.
Entonces, claro, te escapaste por tu cuenta. Así que pensamos que estabas
escondida y esperando a que los militares se fueran. Cuando lo hicieron, vinimos
por ti. Fui por un lado y él por el otro. Él te encontró.
No es algo que hubiera hecho. No acepto ayuda de extraños. Es la diferencia
entre ella y yo.
Él mira alrededor y habla en voz baja.
— Tenemos que permanecer aquí por unos días más. Tuviste suerte de que te
yo te encontrase primero. Te busqué por todos lados.
Niego con la cabeza en la penumbra del pequeño espacio.
— ¿Quién eres?
— Un amigo. —Coge una lata y toma un bocado.
Miró a Anna pero ella niega con la cabeza
— Tienes que salir de la ciudad.
— ¿Dónde estamos? —No puedo saberlo a ciencia cierta desde la pequeña
habitación de hormigón. Es como una choza en un pueblo con tablones y paredes
de concreto.
—Spokane.
Me froto los ojos y trato de enfocarme en ellos.
—¿Dónde?
Anna se ríe
—Dije lo mismo. Estamos en Washington, por la costa oeste.
Estornudo y envuelvo los brazos a mí alrededor
—¿Cómo llegué aquí? ¿Por qué nos estás ayudando? ¿Cómo sucedió todo
esto? ¿Por qué Marshall me traicionó de esa manera? ¿Porque los desafié?
Anna se ve confundida, pero los ojos del hombre me miran con suspicacia. Él
pregunta con nerviosismo—: ¿Qué recuerdas?
Niego con la cabeza
—Nada. Marshall me traicionó y luego desperté en una mesa fría de metal.
Asiente y come de su lata. Anna me sostiene como si nunca pudiera dejarme
ir. Estoy bien con eso.
El agotamiento me está atacando de nuevo.
Él no me mira cuando habla
—Te ves hecha polvo, niña. Duerme. Tienes que abandonar la ciudad en un
par de días. Descansa ahora.
Sacudo la cabeza y lucho contra un bostezo.
—No, no estoy cansada.
Anna se ríe y mis ojos se cierran por sí solos.
Cuando me despierto de nuevo, el hombre está de pie, mirando alrededor de
una esquina de concreto cerrada con tablas. Anna está durmiendo a mi lado.
Parpadeo y siento la humedad entre mis piernas otra vez.
Oigo con claridad los ruidos de lo que sea que él este viendo. Contengo la
respiración, busco armas y posibilidades.
Sus ojos no dejan de mirar la esquina. Observa y espera. Los ruidos no se
acercan. Después de mucho tiempo, se da la vuelta y sonríe. Susurra—: Creo que
estamos bien. —Baja la mirada hacia la pila de sabanas en donde estamos
durmiendo. — ¿Te orinaste?
Estoy avergonzada y asustada. Bajo la mirada y asiento — Lo siento. No sé
que está mal conmigo.
Sacude la cabeza
— El catéter y un aborto involuntario. No es raro tener problemas de vejiga
después de eso. Sólo tomara un par de días para desaparecer.
Levanto la mirada. Lo conozco. Juro que lo hago.
Me pasa un cambio de ropa limpia y una botella de agua
— Límpiate. Esperaré por allí.
Tomo el pequeño bulto y frunzo el ceño
— ¿Por qué me estás ayudando?
Se ríe, es triste y débil. —Conozco a tu padre, demasiado bien.
— ¿Lo conoces? ¿Cómo? ¿De la tienda de alimentos saludables?
Sus ojos oscuros brillan. Niega con la cabeza —Lenny no era tu padre, Emma.
Era tu tío de lejos, supongo. —Se da la vuelta y se aleja dejándome con esa masiva
declaración.
Mi boca está abierta. No sé que decir o que hacer. Apesto a Orina y a sangre
vieja y oxidada, y Lenny no era mi padre. Espera, ¿dijo aborto?
He tenido días malos, muchos de ellos. A veces semanas. Este es el peor día.
Miro a Anna y estoy contenta de que al menos ella está durmiendo. No escuchó
todas esas palabras y las posibles mentiras que estaban en ellas.
No puedo detener las lágrimas que inundan mis ojos. Trataron de aislarme
del mundo. Intentaron protegerme de conocer la verdad. ¿Lenny no era mi padre?
Sacudo la cabeza, él era mi padre. Lo era.
Me sostengo sobre mis piernas débiles con espasmos bruscos y me quito la
ropa. Están pegadas a mi cuerpo y apestan.
Tomo el agua y me enjuago, lo mejor que puedo.
El peor día de mi vida. Al menos la tengo a ella y pronto tendré a Leo.
Escurro lo último del agua en mis labios agrietados y resecos y camino a
través de la entrada tapiada de la pequeña choza. Él está sentado en un bordillo en
una esquina. Realmente me dio el espacio que necesitaba para cambiarme y
limpiarme.
Estiro las piernas y siento como mi cuerpo vuelve a su lugar.
— ¿Dónde estamos? —susurro.
—En un estacionamiento multi-pisos. Así es como estacionábamos nuestros
autos en los viejos tiempos. Estos edificios fueron hechos para que las personas
guardaran sus autos mientras estaban en las ciudades. Este es el nivel superior.
Encontré esta pequeña choza hace un tiempo.
Me mira y sonríe. Sus ojos oscuros lucen cansados
—Así que, ¿qué parte quieres oír primero?
Niego con la cabeza
— ¿Aborto involuntario? —El tema del padre es irrelevante. Mi padre está
muerto. ¿Qué importa ya quién era? Nunca me mintieron acerca de quién era mi
madre.
Me entrega un paquete pequeño y señala—: Tenemos que empezar a
movernos. Hablamos y caminamos, ¿está bien?
Asiento
—Entonces déjame ir por ella. —Entro y hablo en voz baja —Anna, vamos
afuera.
Ella se queja
— ¿Tengo que hacerlo?
—Sí, date prisa. —La oigo revolverse. La dejo y voy de vuelta a donde esta él.
El concreto a nuestro alrededor está quebrado por las bombas y la decadencia. Es
como un edificio viejo viniéndose abajo. No me siento cómoda en absoluto. La luz
que se filtra es opacada por los arbustos y enredaderas. Le echo un vistazo y trato
de recordar de dónde lo conozco. — ¿Quién eres?
—Vincent Fitzgerald. Un amigo de tu padre. Tu verdadero padre. También
conocí a Lenny. Le advertí que se fuera. Me enteré de las granjas reproductoras, así
que le dije que se asegurara de llevarte lo más lejos posible. —Habla mientras
paseamos a través del estacionamiento en ruinas—, tu aborto espontáneo, en
realidad fue un aborto. Fue intencional. Nunca antes habían fecundado a alguien
como tú. La granja reproductora en la que estabas, ni siquiera sabían lo que tenían.
Frunzo el ceño.
— ¿Qué quieres decir? —Los ojos de Anna se iluminan. Mira de un lado al
otro entre nosotros, sobre todo porque llegó a media conversación.
Él sonríe.
—Tú. Eres diferente. Tu madre estaba casada con tu tío. Tu padre drogó a tu
madre y la dejó embarazada con el primero de los bebés Gen para el Programa
Semilla. Eres como los bebés de las granja. Usó su propia esperma para hacerte.
Ella no tenía idea de lo que estaba pasando.
No entiendo. Miro alrededor insegura. El cemento se está desmoronando y
las viejas manchas de sangre y restos me están volviendo loca. Esto no es
exactamente la clase de lugar para dar un paseo y charlar. Pero lo hacemos,
rodeamos las esquinas y caminamos sobre los escombros. Cada rincón parece
tener el mismo aspecto, concreto roto y paredes derrumbadas con ventanas
enormes sin vidrio.
Niego con la cabeza.
—Entonces, mi padre, Lenny, era mi tío. Mi tío, el que nunca conocí, era mi
padre, pero en realidad ¿soy un bebé de un tubo de ensayo como los bebés de las
granjas?
Asiente — Así es.
Miro a Anna, quien sonríe como Jake y me da un codazo —Eso explica
algunas cosas, ¿eh?
Frunzo el ceño y la ignoro.
— ¿Por qué me hicieron creer que Lenny era mi padre?
Él sacude la cabeza.
— ¿Sabes por qué nunca se te permitió ver a tu tío?
Asiento.
—Tuvo un romance con mi madre. Mi papá lo odiaba. Así que mis abuelos
también lo hacían.
Sacude la cabeza.
—No conozco la historia completa, sólo que ellos huyeron contigo. Lenny, tú
y sus padres. Lenny te crió. Todos ustedes vivieron, más o menos fuera de la red;
Michael no pudo encontrarte en ningún lugar. Lenny era bueno en eso.
Cierro mis ojos con frustración y confusión agitando mis manos.
—Bien, pero, ¿y el aborto espontáneo? ¿Por qué hicieron que perdiera el
bebé, si me fecundaron en las granjas reproductoras? Estoy perdida.
Completamente. Tengo los nervios de punta y mi cuerpo no es lo suficientemente
fuerte para la lucha, definitivamente tendríamos algo planeado si estuviéramos en
una ciudad.
Se detiene y me mira con tristeza.
—Experimentos. Los doctores querían ver cómo sería un bebé de
reproductora en un bebé Gen. El doctor del campamento en el que estabas con
Marshall, hizo una prueba de embarazo cuando regresaste allí. Supongo que es una
cosa de rutina para las chicas que dejan los campamentos de crianza, no es que
muchas lo hagan.
— Marshall nos dijo que el doctor descubrió que estabas embarazada.
Marshall sabía que eras especial, no sé como lo supo. De todos modos, el dijo que
no podía arriesgarte estando embarazada alrededor de todas esas personas. No
sabía que clase de niño tendrías, o que clase de embarazo.
— Marshall te llevó a nuestra unidad cuando se enteró. Habíamos trabajado
con él antes de que huyera. Se había mantenido en contacto con algunos de
nuestros doctores.
—Te habría salvado antes que los otros doctores estuvieran tan emocionados
por ver lo que podías producir. Eres una chica especial, Emma.
Suspiro, asqueada por todo.
—Eso me han dicho. Debería oír las tonterías sobre mí siendo un pájaro de
mal ahuero.
Estúpida mierda sobre el ave fénix. Estúpida mierda sobre padres. Estúpido
aborto.
Él apunta hacia la rampa oscura que desciende hasta el otro nivel.
—Vamos por ahí.
Anna agarra mi mano y la sostiene con fuerza.
Ignoro su calidez y dejo de caminar también.
—Necesito a mi lobo, antes de dejar la ciudad.
Su rostro se arruga.
—No podemos salvarlo. Están haciendo experimentos con los animales para
ver por qué algunos de ellos son inmunes.
Mis manos vuelan hasta su garganta y aprieto. Entrecierro mis ojos.
—Lo necesito.
Sus ojos sobresalen. Él asiente y lame sus labios.
—Esta es la razón por la que Marshall nos llamó. Tienes las tendencias de los
bebés Gen, ira incontrolable, comportamiento impulsivo, y fuerza irreal. Él tenía
miedo de dejarte con la gente del campamento, sobre todo embarazada.
Eso me lástima, el nombre de Marshall, y el hecho de que sea un bicho raro
que es un peligro para los rebeldes. Lo miro y bajo mi mano.
—Entonces no me molestes. O tu destino será el mismo que el suyo.
—Em, cálmate. Encontraremos a Leo. —Anna sostiene mi otra mano.
Él cruza el amplio espacio hacia el borde del edificio y mira a través de la
hierba de vid que cuelga sobre el concreto desmoronado. Señala hacia la parte más
alejada de la ciudad —Es por allí. Él estaba en un edificio diferente al tuyo. Justo
fuera de la ciudad, al otro lado de las áreas infectadas. —La vista es perturbadora.
Edificios destruidos, un montón de vegetación tupida y escombros.
Estoy perdida. Perdida en todo esto. Necesito la tranquilidad del bosque y el
pelaje de mi lobo. Suspiro y lo miro confundida.
— ¿Por qué nos estás ayudando?
Se ve herido. La pregunta lo lastima, creo.
—No teníamos derecho de experimentar con el ADN hasta ese punto. Los
bebés Gen invaden las nuevas ciudades. Son horribles. No pueden ayudarse a sí
mismos. Echamos a perder algo que ya era perfecto. Dios y Darwin tenían razón. La
selección natural era una necesidad y el hombre ya estaba hecho de la manera en
que debió haber sido.
De repente se ve absorto.
—La ciencia y la tecnología fueron el final de todo. Las creamos para que
todos viviéramos más de forma antinatural pero comimos alimentos
químicamente alterados y obtuvimos el cáncer. Vivimos vidas artificialmente
alteradas, acabamos los recursos naturales y contaminamos todo. —Me echa un
vistazo y suspira—, el año que decidieron poner en práctica el plan para salvar el
planeta, literalmente tuvieron que escoger entre el hombre y la tierra. Un gran
grupo de funcionarios se sentó en una habitación por veintiocho días y discutieron.
La tierra o el hombre. No puedo siquiera imaginar, tener que hacer una elección
como esa. Pero ellos la hicieron. Hicieron la elección y reiniciaron todo. Estaba a
bordo hasta hace poco. Ahora estoy en contra de todo aquello. Sí, tuvimos que
restaurar la tierra, no hay duda de ello. Pero los bebés Gen, los militares, los
criaderos y las granjas de trabajo están mal. No es la visión que compartieron con
nosotros originalmente. Dijeron que las seis ciudades se basarían en la creación de
personas que se preocuparan por el planeta. Construiríamos a partir de los
escombros y crearíamos armonía. —Se ve tan apasionado y destruido, todo al
mismo tiempo—, no hay armonía. Reunieron a los negros, asiáticos y
sudamericanos y los enviaron a casa. ¿A casa? Son americanos, por amor de Cristo.
Dios ayuda a cualquier persona con piel oscura, o incluso con una ligera inclinación
de los ojos, o cualquier clase de acento. —Suspira—, sin embargo, tal vez es mejor
allí. Quizás los lugares a los que fueron son mejores que este. —Se desploma y me
siento enferma. No por él. Por mí. Es un viejo amargado con una consciencia
culpable. Estoy jodida.
Suspiro y miro a Anna. También se ve perdida. Me apoyo contra la pared y
pienso en todo esto.
— ¿Así que estuve embarazada como por un minuto? ¿Mi lobo está siendo
retenido porque es inmune? ¿Soy un bebé mutante de una granja reproductora?
¿Mi padre es mi tío y mi tío es mi papá? —Lo miro—, ¿y estás enojado porque el
mundo está lleno de gente de mierda racista que miente y lastima a los otros?
Niega con la cabeza soltando una risita. —Eso es todo.
Anna se inclina a mi lado y cruza los brazos. — ¿Entonces su padre hizo lo de
los bebés de reproductoras?
Ella me mira.
Siento una nueva enfermedad. Mi propia carne y mi sangre son el motivo por
lo que todo esto está sucediendo.
Miro a Vincent frunciendo el ceño.
—¿Cómo lo detenemos?
Lame sus labios.
—Imposible. Pero me alegro de que no te tenga. Dios sabe lo que habría
hecho.
Lo miro y estudio su rostro. Él es débil. No va a ser de ninguna utilidad.
— ¿Sabes lo que debes hacer? Abandonar a las otras personas y ganarte una
vida a duras penas en algún lugar tranquilo —digo y bajo la mirada a mis pies
doloridos. Extraño mis botas. Me pregunto cuánto tiempo me tomara conseguir
unas nuevas.
Anna se ríe. —Conocemos un agradable lugar a donde puede ir. Pero en serio,
probablemente, no debería contarle a nadie esa aburrida historia del bebé-semilla.
Él se ríe, pero suena agotado.
— ¿Estás casado? —pregunto.
Niega con la cabeza.
—No. Ella se fue. Huyo para vivir en las montañas. —Nos sonríe
amargamente—. Para ganarse la vida a duras penas.
Anna le devuelve la sonrisa.
—Mujer inteligente. No puedo decir que la culpo. Pareces aburrido y bastante
lleno de mierda.
Se ríe de nuevo y me hace pensar en Jake. Le di a Anna una mirada de reojo.
—Has dicho que te separaste de los otros ¿A dónde fueron? ¿Quién estaba
allí?
Ella mantiene su sonrisa.
—Jake y Will. Hice que Meg se quedara atrás, ella estaba completamente
enojada. Dijo que ya tenía casi dieciséis años por lo que se le debería permitir que
decir. Le dije que no. Jake y Will fueron a buscar comida y algunos infectados
vinieron, así que corrí. No pude regresar por ellos, por lo que seguí buscándote.
Entonces me encontré con él.
Will y Jake estaban en la misma ciudad que yo. Están cerca. Eso hizo que mi
corazón se saltara un par de latidos.
Me quedo paralizada cuando oigo un ruido que no viene de nosotros. Vincent
me mira con pánico en sus ojos.
Presiono mi espalda a la pared y espero. Ellos hacen lo mismo.
Las voces hacen eco en las paredes rotas. No sé por cual dirección vienen.
No respiro. Escucho. Hombres hablando, riendo. Obviamente no están
infectados.
— ¿Cuántas armas tienes? —susurro.
Sacude la cabeza.
—No las suficientes.
Suspiro.
—Grandioso. ¿Tengo alguna clase de poderes mágicos como los superhéroes?
—mascullo y echó un vistazo más allá de la pared.
Tres hombres se apoyan en la pared de cemento en el área donde estábamos
caminando.
Vincent sacude la cabeza.
—No. Tu clase se cura rápido. Tienes una increíble fuerza y velocidad. Eso,
combinado con tu falta de control sobre tu temperamento, es obviamente
peligroso. Aprendes con rapidez y recuerdas mejor las cosas. Procesas las cosas
más rápido y sientes las cosas con mayor fuerza. Nada de eso va a sacarnos de este
lío.
Lo fulmino con la mirada.
— ¿Cómo eres un científico siendo tan estúpido? Pensaba que los científicos
eran los genios, pero no lo eres. Estás loco. Es por eso que Lenny te odiaba. ¿Por
qué harías algo como eso? Es estúpido.
Les echo un vistazo a los hombres alrededor de la esquina. De repente uno de
los tres ya no está. El latido de mi corazón se acelera un poco. ¿A dónde ha ido?
— ¿Un arma, un cuchillo, lo que sea? —susurro.
Saca una larga cuchilla desde atrás de su espalda. Aún me siento devastada,
pero el tener la cuchilla me hace sentir un poco mejor.
La agarro y miro a Anna.
—Quédate aquí con él.
Ella frunce el ceño.
—Puedo ayudarte.
Pongo los ojos en blanco.
—No esta vez, ¿de acuerdo?
Se ve enojada, pero parpadeó hacia él. Ella asiente. Sabe que tiene que
quedarse con él y asegurarse de que es de fiar. Realmente no quiero que ella este
cerca de algo. Podría infectarse. Prefiero ser yo.
Miro de nuevo a los hombres y veo que el tercer hombre está de regreso y se
sube el cierre de sus pantalones gruesos.
La calidez del verano esta sobre nosotros. Desearía poder cerrar mis ojos y
estar de vuelta en el charco de nadar en el retiro.
En lugar de ello, estoy en medio de una ciudad destruida, rodeada de malas
posibilidades. Me gustaría tener esas pistolas. Observo a los hombres por un
segundo y renuncio al mini plan que tenía. Lo abandono y señalo el camino
opuesto —Vamos por ese otro camino. Tienen armas.
—Podemos salir por el otro lado del estacionamiento, pero hay más
infectados por allí. Los he visto antes. —Él me da una mirada de soslayo.
Siento la molestia y el miedo saliendo de mí. Al menos alimenta el fuego
dentro de mí.
Él levanta la mano.
—Oye, sólo estoy diciendo. No va a ser fácil por ese camino. Cuando te traje
aquí, llegue por ese camino. —Señala hacia los hombres.
Sacudo mi cabeza.
—No vamos a tener oportunidad con ellos. —Me gustaría que pudiéramos
toparnos con Jake y Will. No me gusta no saber donde están. Se siente como si
estuvieran en mi lista de tareas pendientes.
Caminamos por otra esquina y bajamos a otro nivel, en donde hay más
oscuridad. El concreto roto y las vides espesas hacen que sea más difícil ver. Los
niveles por encima de nosotros se derrumbaron, en algún momento, e hicieron un
enorme desastre en la oscuridad donde estamos caminando. Me subo sobre un
gran pilar roto y trato de hacer funcionar mis ojos de animal. La oscuridad se
mueve, incluso cuando no hay nada allí. Odio este lugar. Extraño el bosque. Echo de
menos los pájaros.
Aquí en la oscuridad, nada te advierte. Espera a que te mueras para así poder
comerte también.
Mis pies aplastan y patean cosas que no puedo ver. Anna camina a mi lado, en
silencio. Sigue siendo la mejor compañera de caza que una chica pueda tener. Sus
pies detrás de nosotras son fuertes. Él me recuerda a Jake, tal vez no sea el mejor
en supervivencia.
Alejo mis pensamientos de ellos y escucho. Si los infectados, los otros o los
militares me atrapan, estoy muerta. Mi mejor oportunidad es quedarme tranquila.
Caminamos a lo largo de una pared en la oscuridad donde los autos están
estacionados, pareciendo esqueletos podridos. Algunos de ellos aplastados por los
escombros. Puedo ver desde la poca luz que se filtra a través de las vides en el
extremo más alejado del estacionamiento.
Le doy a Anna una mirada. Ella asiente y camina lentamente a través del
concreto roto hasta el borde, donde las vides son más espesas. Las aparta y echa un
vistazo mientras observo a Vincent. Casi la devoran; son tan densas, como un
bosque real.
Me mira y señala. Camino adelante, mirando a través de las vides
espeluznantes y los arbustos, y veo que estamos casi a nivel del suelo. Estamos solo
a un piso de arriba. El callejón por debajo de nosotros está plagado de infectados.
Ella retrocede y me mira.
Miro a nuestro alrededor. No podemos salir de nuestro escondite. Los coches
están podridos, y además, las calles son prácticamente intransitables. Echo un
segundo vistazo, notando que la parte situada más a la izquierda del callejón está
vacía. Los infectados se mueven lentamente, en comparación con nosotros. Nos
olerán, a menos que podamos obtener alguna clase de carnada.
Mi cerebro proyecta a los hombres. Ya están cerca del lado izquierdo del
estacionamiento.
Trago saliva y miro a Anna.
—Ya vuelvo. No se muevan a menos que tengan que hacerlo. Voy a hacer una
carnada.
Ella hace una mueca y asiente.
—Está bien. Me quedaré con él. —Gracias a Dios, no quiero tener una pelea
con ella. No quiero decirle que valoro mi vida menos que la de ella y que me niego a
dejar que tenga la fiebre.
Vincent parece confundido. Me doy la vuelta y corro, tan silenciosamente
como puedo, por la parte de atrás del estacionamiento y subo la rampa donde los
oigo. Me deslizo contra un carro destruido y espero.
—Un concierto de U2. Fui con mi novia. Tenía dieciocho y ella diecisiete.
Fumamos un montón de hierba y fuimos. Todo empezó alrededor de dos semanas
después. El mejor recuerdo. —Un hombre está hablando a la derecha sosteniendo
un rifle.
El otro hombre asiente.
—Muy bueno, hombre. Sí, el mío es una barbacoa. Nos imaginamos que la
última de la temporada. Todo mi equipo vino, nos emborrachamos y hablamos de
deportes y mierda. Mi esposa, su nombre era Trish. Hizo las mejores
hamburguesas del mundo. Me comí cuatro. Pensé que iba a morir.
Muerdo mi labio y espero. Puedo sentir mi estómago apretarse cuando
pienso en eso. Personas normales compartiendo recuerdos normales y estoy a
punto de matarlos. A menos que me maten primero. Debí haber muerto ayer y no
lo hice. Tengo un tiempo prestado y el mal presentimiento no me ha dejado
todavía.
Sus pies hacen sonidos de arañazos, ni siquiera son cuidadosos. No deben
estar en alerta máxima.
No deben estar buscándome.
Me deslizo a lo largo del coche y me siento en la parte de atrás, esperando
que pasen. El tercer tipo debe estar haciendo algo de nuevo. Es el primero por
quien voy.
Caminan más lejos, paseando y compartiendo. Los observo, esperando el
momento. Ambos están en buena forma, pero están en una mala posición, y sujetan
mal sus armas. No se están tomando en serio el asunto.
Me dan la espalda y se inclinan con desinterés. Me arrastro hacia el coche de
al lado. Es el último coche antes de la esquina. Los miro de nuevo. Todavía están
hablando y riendo. Frunzo el ceño. Los infectados están en un nivel alejado de ellos,
y ellos están hablando de la mierda que echan de menos. Comienzo a correr rápido
y silenciosamente. No es ni de cerca tan rápido como debe ser, pero tengo que
hacerlo.
Llego a la esquina y lo siento. El frío malvado se establece. Las frías
calculaciones empiezan a formarse en mi cerebro. El tercer hombre tiene que
morir. Necesito una carnada.
Miro hacia atrás alrededor de la esquina, pero los hombres siguen hablando.
Trago y camino hacia el borde donde está el hombre. Aún está allí. Él
también, luce como si no se estuviera tomándose en serio el trabajo. Está apoyado
en su arma, mordiéndose las uñas. ¿Quién entrena a esta gente? Tal vez mi
verdadero padre es demasiado confiado. Él no se siente amenazado. Me siento
enferma al pensar en eso. Mi propia familia participó de alguna manera. Mi padre
debió haber sido un científico también. Mi mamá debió haber sido una completa
idiota.
Me deslizo por la pared y me arrastro, apartando todos los pensamientos que
tengo. Mi estómago es una bola de nervios y mariposas, pero quiero esa arma. Este
lado del estacionamiento ha sido destruido completamente. Es una avalancha de
grava y concreto destrozado. Realmente sería el camino más fácil para venir.
Suspiro caminando sobre los escombros, hacia el suelo donde él está.
Finjo una cojera y me sostengo el estómago. El cuchillo está en la parte
trasera de mis pantalones, esperando.
Me quejo suavemente. No hay forma de que pueda acercarme sigilosamente a
él desde aquí. Subo al borde del concreto roto y me tropiezo con el escombro
desmoronado.
Sus ojos se levantan. El disgusto y la confusión se establecen. Frunce el ceño
mirándome.
—Detente.
Niego con la cabeza.
—Señor, por favor, ayúdeme. Comí algo que encontré y creo que estaba
dañado.
Hace una mueca con los labios.
—Detente, quédate donde estás —Levanta el arma y me apunta. Mi estómago
se tensa. Podría vomitar, estoy tan nerviosa.
Sacudo la cabeza.
—Mi padre es uno de los jefes militares. Me perdí y me escondí de los
infectados. Por favor, ayúdeme.
Sostiene con fuerza su arma y la sacude frente a mí.
—Deja de caminar, perra.
Me detengo y me agacho. No me gusta que me llamen perra. Sostengo mi
estómago y finjo unas arcadas. No tengo que hacer mucho esfuerzo. Usé esto una
vez.
Se acerca mucho más, lo suficientemente cerca.
— ¿Cuál es el nombre de tu padre?
— General…General… —hago como si fuera a vomitar y eructo.
Se acerca para escuchar mis palabras suaves. Me epujo y agarro el arma,
golpeándolo con ella y levanto el cañón. Lo golpeo en el pecho removiendo sus
dedos del gatillo. Saco la pistola y la giro.
Lo golpeo ligeramente en un lado de la cabeza.
Saco la cuchilla de mi bolsillo trasero, y con un solo movimiento, la deslizo a
través de su yugular. La limpio en sus pantalones y cae. Me echo el arma al hombro
y lo arrastro por el callejón tan rápido como puedo. Mis entrañas me están
matando.
Rodeo la esquina donde están los infectados. Los observo dando vueltas
alrededor mientras lo arrastro. Todavía está balbuceando y gorgoreando. Me
detengo y rebusco en sus bolsillos. Tiene una cuchilla pequeña, una botella de agua,
una foto que no dejo que mis ojos vean, y un montón de balas para el arma. Los
meto en mi bolsillo junto con el cuchillo y me levanto.
Miro alrededor. Los infectados están merodeando más abajo. Me agacho y
tomo un pedazo de concreto roto y lo arrojo por el callejón. Aterriza en medio de
varios de ellos. Lo miran y se agachan. Suspiro y cojo otro. Lo arrojo en el mismo
punto y golpeo a uno de los que están agachados.
Se levanta y mira con su rostro ensangrentado y sucio. Hace un gran gemido.
Me estremezco pero le lanzo otro pedazo. Los que están a su lado empiezan a
quejarse también. Me volteo y corro de vuelta al otro lado del edificio. Me falta el
aire, mis nervios están de punta, y estoy temblando, pero trato de permanecer
completamente inmóvil. Los altos gemidos se convierten en gritos irregulares
mientras se acercan al hombre muerto. Es la tercera vez que lo hago. Me destruye
por dentro, pero somos nosotros o ellos y no sé donde están todos los nuestros. No
sé si están a salvo.
Mis manos encuentran su camino a mis oídos cuando empiezan a rasgar. Mi
respiración es irregular como sus gargantas. No tengo tiempo para esperar y
esconderme. Me doy la vuelta y corro de vuelta por donde vine. Deslizo mi cuerpo
contra la pared donde me arrastré y me escondí. Los hombres ya deberían estar
aquí pero no los oigo. ¿Son realmente tan estúpidos, como para sentarse en un
estacionamiento rodeado de infectados y charlar? Estoy a punto de arrastrarme
por el concreto pero mi estómago hace su cosa que me hace detenerme y
esperar—como si supiera que algo que yo no. Me quedo inmóvil y espero.
— ¡George! —uno de los hombres grita por encima de mí, dentro del
estacionamiento.
—Maldita sea, George. ¿Dónde estás? —grita el otro hombre.
Mi piel se estremece. Trato de no pensar en la barbacoa y en lo que sea que
fuera U2. Trato de no imaginar sus recuerdos mientras tengo el rifle en mis manos.
Contengo el aliento y mi espalda, apretada contra la pared.
—¡Mierda! —grita un hombre y el escombro se empieza a mover. Se va
corriendo hacia la colina. El segundo hombre hace lo mismo. A medida que llegan a
la parte inferior de la colina y rodean la esquina hacia donde su amigo está siendo
devorado, trepo por ella. Corro, sin mirar atrás. Mis dedos se clavan en la pared
rota del estacionamiento, mientras regreso al nivel donde ellos estaban.
Oigo disparos cuando llego más allá de los autos. Estoy temblando y cansada
pero mi adrenalina se dispara. Mis pies golpean el concreto cuando rodeo la
esquina. Me detengo y echo un vistazo atrás. Nadie está siguiéndome. Respiro con
dificultad como los infectados. Probablemente esté infectada. Mi garganta
probablemente se convierta en ruinas.
Los disparos siguen sonando en el aire. Salto sobre el concreto y me arrastro
debajo de los pedazos rotos, mientras corro hacia donde Vincent y Anna están de
pie inmóviles en la oscuridad. Casi no los encuentro, pero ella tiene las vides
entreabiertas.
Él me mira y sacude la cabeza.
— ¿Qué eres? No eres como los otros niños Gen.
Frunzo el ceño. —Soy una chica. Una chica muy cabreada. — No tengo una
respuesta.
Él asiente. —Una chica.
Anna pone los ojos en blanco. —No la has visto con su lobo y una pistola en
cada mano, o mejor aún, su arco.
Trago, mi estómago todavía está ardiendo, y tengo que orinar de nuevo.
Aparto las vides y miro hacia los muertos infectados. Los hombres se están
multiplicando y disparándoles en la cabeza donde están tirados, por si acaso. Es la
primera cosa inteligente que les veo hacer.
—Necesito a mi lobo y tenemos que salir de aquí —susurro.
—No abandonaremos a Leo, Em —Anna frota mi brazo.
Asiento.
—Lo sé. Vamos a encontrar a Jake y a Will.
Ella traga y niega con la cabeza.
—Tenemos un lugar de encuentro fuera de la ciudad. —No dice nada más. Sé
que no lo hará, no en frente de él.
Los otros infectados han comenzado a entrar por las esquinas por donde
están los muertos. Ahora el lado izquierdo está lleno, pero el lado derecho del
estacionamiento está vacío. Él señala el callejón pequeño y estrecho. Asiento.
Corremos hacia el lado derecho y bajamos por los escombros y pilares rotos.
Cuando mis pies tocan el suelo otra vez, casi me derrumbo. Estoy sudando y
mi cuerpo no deja de temblar. Rodeamos la esquina. Uno de los infectados está
merodeando cerca del callejón. Pongo el dedo en el arma pero sé que atraerá a los
demás. Trago con fuerza y pongo mi camisa sobre mi cara. Me entra el pánico y
trato de idear otra opción pero no hay otra.
Miro atrás a Vincent y Anna.
—Quédense aquí. —Mirarla me pone enferma. No puedo dejar que este
alrededor de los infectados. Miro de nuevo hacia el gran hombre infectado y trato
de formar una especie de plan. Si lo consigo, también ella lo hará.
Las paredes de la ciudad se cierran sobre mí mientras busco otra salida.
Tomo un respiro profundo y trato de elaborar estrategias. Si no respiro y me
lavo inmediatamente, podría estar bien. Sé que me estoy mintiendo a mí misma
mientas saco la cuchilla y acecho al infectado. Es de talla grande, redondo y pesado.
Sin embargo, su piel ahora cuelga. Su cuerpo se devora a sí mismo. Vagan hasta que
no queda nada de ellos.
Sostengo mi camisa apretada a mi rostro con mi mano izquierda y me
arrastro hacia él.
Se da la vuelta y se balancea bruscamente. Me agarra pero salto hacia atrás.
Sus dientes marrones llenos de caries están rotos. Su boca está llena de una pasta
espumosa amarilla. Es como si su saliva casi se hubiera secado. Me da ganas de
vomitar y corto su garganta. Sus manos agarran mis brazos. Dejo caer la camisa y
agarro la otra cuchilla de mi bolsillo. Presiono el botón para que la cuchilla salga.
Sus dientes presionan hacia abajo en mí. Entierro la cuchilla de mi mano izquierda
en su sien. Sus ojos amarillos se amplían y luego cae. Miro a la sangre espesa y de
un color marrón oscuro en mí. El tinte verdoso y el olor me hacen vomitar. Lo miro
y entro en pánico. Comienzo a limpiarlo en su espalda frenéticamente.
—Agua, ¿tenemos agua? necesito algo para limpiarme. —Mi corazón está en
mi garganta. Mi respiración es entrecortada y rápida. Mi garganta arde. Lo tengo.
Ahora estoy enferma también. Mis ojos están borrosos.
Vincent se acerca a mí e inclina su cabeza.
—Los bebés de las reproductoras son inmunes. Naciste inmune. No es la cura.
Te dieron la vacuna.
Anna lo ignora y agarra el agua potable. Mantiene su cuerpo alejado mientras
comienza a verter agua sobre mí. He rasgado mi camisa y me froto la piel. Sé que es
demasiado tarde. Estoy infectada. Mi cabeza palpita.
—No, no. Estoy infectada. Míralo. Probablemente se metió por mi boca. Anna
apártate.
Vincent pasa junto a ella y me agarra por los hombros, sacudiéndome.
—No puedes entenderlo. Fuiste hecha inmune. No te puedes enfermar. Ni
siquiera puedes portarlo.
Lo miro.
—No. Naci una década antes de que esta mierda explotara. Los gérmenes
mutaron.
Él asiente.
— ¡Sí! Tu cuerpo es increíblemente fuerte. Fuiste hecha para vivir sanamente.
Sin costo para el gobierno. El plan para reducir la población y hacer que las
personas se enfermaran fue puesto en marcha antes de que nacieras.
—Tal vez pero puedo hacer que ella se enferme.
Estoy tratando de procesar todo esto. Inmune. Leo se comía a los infectados.
Mantenía mi distancia y no compartía, pero tuvo que haber habido momentos en
que él dejo algunos.
Las alcantarillas por las que me he arrastrado. Los muertos con los que he
dormido.
Nunca he estado realmente enferma. Sólo herida. Siempre me curo, excepto
cuando deje las granjas reproductoras. Estaba muy mal herida. Pienso en eso y
todavía siento dolor. Arrastrando a Anna y a Sarah por las montañas, con las
heridas que tenía, debí haber muerto. Muchas veces debí haber muerto. Hay
muchos momentos en los que debí haber muerto o infectarme.
Sin mencionar, que era una niña pequeña viviendo en los bosques, debí haber
muerto de eso. Supongo que él podría tener razón. Si tiene la razón en todo lo
demás. De cualquier manera, si estoy infectada o soy inmune, sólo el tiempo lo dirá.
Miro la sustancia espesa en mis manos y termino de limpiarlo en la ropa
sucia del hombre muerto.
Vincent me pasa una camisa limpia. La jalo sintiendo las lágrimas en mi
garganta. Todo este tiempo evitando a los infectados, ¿para qué?
Vincent agarra mi brazo y me arrastra hacia el callejón. Anna toma el arma y
camina por delante de nosotros. Nos tambaleamos y tropezamos a través de los
callejones hasta que llegamos a un edificio alto.
—Este es el final de la zona limpia —susurra.
Anna me mira; está preocupada. También lo estaría, si fuera ella. Hay una
posibilidad muy real de que le pase la infección, a pesar de que estoy manteniendo
las distancias.
Miro a Vincent y frunzo el ceño. Aún estoy tratando de procesar las todas las
cosas que me contó con reconocimiento y confusión.
Me mira frunciendo el ceño.
—A partir de aquí, va a ser mucho peor. Las patrullas se detienen aquí. Los
infectados son peor aquí adentro.
Siento el horror cubrir mi rostro. —¿Peor?
Asiente.
—Nosotros los doctores y científicos no entramos en esta parte de la ciudad.
Permanecemos en el lado donde están los guardias. Usamos esto como un lugar
para mantener a los infectados para experimentos. Ellos viven en las zonas
bloqueadas con barreras. Los que están detrás de nosotros atravesaron. Sucede de
vez en cuando. Es para eso que están los guardias. —Señala a un pequeño muro
construido con tablas y escombros. Bloqueando el callejón. Asomo la cabeza por
fuera del callejón a la derecha y luego a la izquierda. No hay nadie. Las calles están
vacías.
Continua—: Tu lobo está alrededor de ocho cuadras. Es en el borde la ciudad,
casi a las afueras. Se cruza el puente y se llega a una zona que todavía luce bien.
Solía ser un edificio de investigación médica. El nombre en el frente de la misma es
Luminarc. Pero el letrero es viejo y decrepito. Dice umina. U-M-I-N-A3. ¿Entiendes
lo que digo?
Lo observo y asiento —Nos dejas.
Se ríe.
—Sí. No voy a ir allí. Estarás a salvo de los militares allí. Es de los infectados y
posiblemente de los otros, de los que necesitas preocuparte.
No lo conozco, pero no quiero que vuelva allí. Agarro su mano, en un acto que
es totalmente incómodo para mí.
—Conozco la ubicación de un retiro. Puedes ir allí y descansar. Las personas
te ayudarán.
Niega con la cabeza.
—Tengo que regresar y ayudar en todo lo que pueda. Soy uno de los pocos en
el interior, que están tratando de detenerlo.
Frunzo el ceño.
—¿Por qué?
Su sonrisa curtida no llega a sus ojos.
3
Jerga informal que significa “Voy a…”
—Soy la mano derecha de tu padre. No sabe que no estoy de su lado.
Alzo las cejas.
—¿Vas a volver allí y vivir de esa manera? —Las palabras son torpes.
Asiente.
—Tengo que hacerlo. Soy la única esperanza para todas esas mujeres. La
instalación es bastante agradable.
— Estuve allí, fue un espectáculo de mierda.
Niega con la cabeza.
—El edificio donde estabas siendo retenida no era la instalación. Está más
abajo del camino, cerca a la parte más agradable de la ciudad que aún se mantiene
en pie. Mi vida allí es agradable. Se supone que debo estar en un convoy esta
semana. Los rebeldes están asegurándose de que sea destruido. Voy a ser el único
sobreviviente. Me dirijo allí ahora, en dirección opuesta a dónde vas.
Sus ojos son tan familiares y de repente lo entendí.
—Fuiste el primer doctor en la habitación con la mesa fría. ¿El que fue
amable conmigo?
Asiente.
—Era yo. Planeé sacarte de allí, pero necesitaba que el aborto se completara.
No podía liberarte al mundo estando embaraza. Lo siento.
Trago.
— ¿Por qué? —Anna se me acerca pero la miro frunciendo el ceño. —Mantén
tu distancia. Lo tengo en mí. Necesito jabón.
Da un paso hacia atrás mientras él nos ignora y continúa—: Ya vives con la
posibilidad de ser inestable. Tus emociones son tan intensificadas en comparación
con las de una chica normal. Es un problema con el ADN. No tienes emociones
normales. No sientes las cosas normalmente. Todo es más grande y más rápido en
tu mundo. No sabemos lo que alguien como tú haría. Tienes que tratar de no tener
un bebé nunca, Emma.
Baja la cabeza, como si estuviera avergonzado.
No tenía eso como una opción, no en el mundo en el que vivimos, pero sus
palabras me lastimaron. Me avergüenza que Anna las haya escuchado. Soy un bicho
raro. ¿Cuántas veces podría él decir las palabras no eres normal?
Siento que me ira aumenta, pero me obligo a mantener la calma. Miles de
destellos pasan detrás de mis ojos cuando lo veo todo.
Asiento. —Está bien.
Agarra mis brazos y los aprieta.
—Mereces ser libre. Tu padre es un monstruo. Huye y nunca regreses.
Mantente escondida bien lejos. Aléjate de las otras personas. No sabes cuando tu
cerebro cambie y te conviertas en unos de los bebés Gen en todos los sentidos. La
rabia y el comportamiento irracional es un efecto secundario. Tu padre no lo ve.
Está constantemente tratando de perfeccionarlos, pero sólo ve lo positivo,
negándose a ver lo negativo. Sé que has probado que no tienes el comportamiento
irracional, pero nunca se sabe. Es mejor prevenir.
Casi me contraigo, pensando en las veces que he hecho cosas que él llamaría
irracionales. ¿Lo pensaría? Puedo justificar todas las acciones en mi mente.
Inmediatamente me pregunto lo que Anna está pensando. No puedo mirarla.
Necesito a Leo.
— ¿Cómo va a volver? —Anna le pregunta, cambiando de tema.
Niega con la cabeza.
—No se preocupen por mí. Vayan por el lobo y váyanse. Eres única, Emma. Al
menos debes saber eso. Lo que hiciste allá atrás con los infectados y los hombres
armados, eres única. Los otros niños Gen son un desastre. Creo que eres lo que
habíamos planeado todo el tiempo.
Podría escupirlo.
—No me importa. Sólo quiero ir a casa. —No es la verdad. Quiero detener a
mi padre que es mi tío. Qué desastre.
Miro a ambos lados, porque así es como todavía cruzo las calles, y camino a
través de la carretera sucia y rota. Puedo oír a Anna siguiéndome con el arma. El
concreto destruido cruje bajo las botas de mierda que él me dio. Estoy exhausta y
ni siquiera hemos comenzado. Subo por la pared de basura en el lado de la
carretera y miro a la calle. Los infectados no están allí. Esperaba una multitud, pero
no veo ninguno. Miro atrás hacia él. Se despide con la mano. Se ve desesperado y
desanimado.
Lo odio. A él y todo lo que representa.
—Estúpido bastardo, —murmuro y saco mis cuchillos. Miro a Anna quien
sonríe y aprieta su agarre en el arma.
—No me importa lo que dijo; eres increíble, Em. —Me da un codazo y
empieza a bajar por la colina de escombros en la zona de los infectados.
—Gracias. —No me siento increíble. Me siento normal. Supongo que siempre
me sentí así y ahora tengo una razón para sentirme de esa manera.
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown
Born to fight-Tara Brown

Más contenido relacionado

Destacado

Final psychology project
Final psychology projectFinal psychology project
Final psychology projecttitanlax45
 
Till the end
Till the endTill the end
Till the endikubai
 
Practicing Veterans Law Part 1 @ NOSSCR
Practicing Veterans Law Part 1 @ NOSSCRPracticing Veterans Law Part 1 @ NOSSCR
Practicing Veterans Law Part 1 @ NOSSCRKatrina Eagle
 
primary care management of the returning veteran with PTSD
 primary care management of the returning veteran with  PTSD primary care management of the returning veteran with  PTSD
primary care management of the returning veteran with PTSDgreytigyr
 
The Road to VA Compensation Benefits
The Road to VA Compensation BenefitsThe Road to VA Compensation Benefits
The Road to VA Compensation BenefitsHubShout2
 

Destacado (6)

Final psychology project
Final psychology projectFinal psychology project
Final psychology project
 
Till the end
Till the endTill the end
Till the end
 
Practicing Veterans Law Part 1 @ NOSSCR
Practicing Veterans Law Part 1 @ NOSSCRPracticing Veterans Law Part 1 @ NOSSCR
Practicing Veterans Law Part 1 @ NOSSCR
 
Final paper
Final paperFinal paper
Final paper
 
primary care management of the returning veteran with PTSD
 primary care management of the returning veteran with  PTSD primary care management of the returning veteran with  PTSD
primary care management of the returning veteran with PTSD
 
The Road to VA Compensation Benefits
The Road to VA Compensation BenefitsThe Road to VA Compensation Benefits
The Road to VA Compensation Benefits
 

Similar a Born to fight-Tara Brown

Darkness athenea vadcke
Darkness   athenea vadckeDarkness   athenea vadcke
Darkness athenea vadckeDanon YM
 
Cien cepilladas antes de dormir. melisa p
Cien cepilladas antes de dormir. melisa pCien cepilladas antes de dormir. melisa p
Cien cepilladas antes de dormir. melisa pWilson Dumetat
 
Finding cinderella
Finding cinderellaFinding cinderella
Finding cinderellasky_fenix
 
Cuento me despierto.
Cuento me despierto.Cuento me despierto.
Cuento me despierto.Lily Cipres
 
El nino
El ninoEl nino
El ninogart74
 
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)MARYCIELO RODRIGUEZ
 
Copia_de_Cuando-No-Queden-Mas-Estrellas-Que-Contar-Maria-Martinez.pdf
Copia_de_Cuando-No-Queden-Mas-Estrellas-Que-Contar-Maria-Martinez.pdfCopia_de_Cuando-No-Queden-Mas-Estrellas-Que-Contar-Maria-Martinez.pdf
Copia_de_Cuando-No-Queden-Mas-Estrellas-Que-Contar-Maria-Martinez.pdfdani441537
 
Rebelde juana (- Mini Nouvelle - María Apellido-)
Rebelde juana (- Mini Nouvelle - María Apellido-)Rebelde juana (- Mini Nouvelle - María Apellido-)
Rebelde juana (- Mini Nouvelle - María Apellido-)María Apellido
 
Un misil en tu placard - Rafael Bejarano
Un misil en tu placard - Rafael BejaranoUn misil en tu placard - Rafael Bejarano
Un misil en tu placard - Rafael BejaranoSTAROSTA1000
 
Mi Otro Yo Viene De Otro - Rafael Bejarano
Mi Otro Yo Viene De Otro - Rafael BejaranoMi Otro Yo Viene De Otro - Rafael Bejarano
Mi Otro Yo Viene De Otro - Rafael BejaranoSTAROSTA1000
 
Oyd Vol I La Rosa Cobalto, Cap 2
Oyd Vol  I La Rosa Cobalto, Cap 2Oyd Vol  I La Rosa Cobalto, Cap 2
Oyd Vol I La Rosa Cobalto, Cap 2Blogtedoymialma
 
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)Tony669
 
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)César Rubiales
 

Similar a Born to fight-Tara Brown (20)

Darkness athenea vadcke
Darkness   athenea vadckeDarkness   athenea vadcke
Darkness athenea vadcke
 
Cien cepilladas antes de dormir. melisa p
Cien cepilladas antes de dormir. melisa pCien cepilladas antes de dormir. melisa p
Cien cepilladas antes de dormir. melisa p
 
Finding cinderella
Finding cinderellaFinding cinderella
Finding cinderella
 
Cuento me despierto.
Cuento me despierto.Cuento me despierto.
Cuento me despierto.
 
DEMIO
DEMIODEMIO
DEMIO
 
Los cuentos del Guayacán
Los cuentos del GuayacánLos cuentos del Guayacán
Los cuentos del Guayacán
 
El nino
El ninoEl nino
El nino
 
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)
 
Copia_de_Cuando-No-Queden-Mas-Estrellas-Que-Contar-Maria-Martinez.pdf
Copia_de_Cuando-No-Queden-Mas-Estrellas-Que-Contar-Maria-Martinez.pdfCopia_de_Cuando-No-Queden-Mas-Estrellas-Que-Contar-Maria-Martinez.pdf
Copia_de_Cuando-No-Queden-Mas-Estrellas-Que-Contar-Maria-Martinez.pdf
 
Rebelde juana (- Mini Nouvelle - María Apellido-)
Rebelde juana (- Mini Nouvelle - María Apellido-)Rebelde juana (- Mini Nouvelle - María Apellido-)
Rebelde juana (- Mini Nouvelle - María Apellido-)
 
Un misil en tu placard - Rafael Bejarano
Un misil en tu placard - Rafael BejaranoUn misil en tu placard - Rafael Bejarano
Un misil en tu placard - Rafael Bejarano
 
Mi Otro Yo Viene De Otro - Rafael Bejarano
Mi Otro Yo Viene De Otro - Rafael BejaranoMi Otro Yo Viene De Otro - Rafael Bejarano
Mi Otro Yo Viene De Otro - Rafael Bejarano
 
Capitulo 10
Capitulo 10Capitulo 10
Capitulo 10
 
Guardarme en tu corazón
Guardarme en tu corazónGuardarme en tu corazón
Guardarme en tu corazón
 
Oyd Vol I La Rosa Cobalto, Cap 2
Oyd Vol  I La Rosa Cobalto, Cap 2Oyd Vol  I La Rosa Cobalto, Cap 2
Oyd Vol I La Rosa Cobalto, Cap 2
 
Hoy
HoyHoy
Hoy
 
T
TT
T
 
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)
 
El esclavo
El esclavo El esclavo
El esclavo
 
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)
El+esclavo+(francisco+j.+ángel+real)
 

Último

diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcfdiagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcfDreydyAvila
 
EXPONENTES DEL MODERNISMO-VIRGINIA PRIETO.pdf
EXPONENTES DEL MODERNISMO-VIRGINIA PRIETO.pdfEXPONENTES DEL MODERNISMO-VIRGINIA PRIETO.pdf
EXPONENTES DEL MODERNISMO-VIRGINIA PRIETO.pdfVirginiaPrieto1
 
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to SecOrigen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to Secssuser50da781
 
Burger- la negación de la autonomia del arte en la vanguardia.pdf
Burger- la negación de la autonomia del arte en la vanguardia.pdfBurger- la negación de la autonomia del arte en la vanguardia.pdf
Burger- la negación de la autonomia del arte en la vanguardia.pdfAgusSonis
 
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxm
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxmSupremacia de la Constitucion 2024.pptxm
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxmolivayasser2
 
Cuadernillobdjjdjdjdjjdjdkdkkdjdjfujfjfj
CuadernillobdjjdjdjdjjdjdkdkkdjdjfujfjfjCuadernillobdjjdjdjdjjdjdkdkkdjdjfujfjfj
CuadernillobdjjdjdjdjjdjdkdkkdjdjfujfjfjLuisMartinez556504
 
Catálogo Mayo en Artelife Regalería Cristiana
Catálogo Mayo en Artelife Regalería CristianaCatálogo Mayo en Artelife Regalería Cristiana
Catálogo Mayo en Artelife Regalería Cristianasomosartelife
 
Geometría para alumnos de segundo medio A
Geometría para alumnos de segundo medio AGeometría para alumnos de segundo medio A
Geometría para alumnos de segundo medio APabloBascur3
 
LAVADO DE MANOS TRIPTICO modelos de.docx
LAVADO DE MANOS TRIPTICO modelos de.docxLAVADO DE MANOS TRIPTICO modelos de.docx
LAVADO DE MANOS TRIPTICO modelos de.docxJheissonAriasSalazar
 
Infografia de El Minierismo reflejado en la Arquitectura
Infografia de El Minierismo reflejado en la ArquitecturaInfografia de El Minierismo reflejado en la Arquitectura
Infografia de El Minierismo reflejado en la Arquitecturafrenyergt23
 
Presentación Foto Siluetas para curso de fotografía básica
Presentación Foto Siluetas para curso de fotografía básicaPresentación Foto Siluetas para curso de fotografía básica
Presentación Foto Siluetas para curso de fotografía básicakcajbonvm
 
Arribando a la concreción II. Títulos en inglés, alemán y español
Arribando a la concreción II. Títulos en inglés, alemán y españolArribando a la concreción II. Títulos en inglés, alemán y español
Arribando a la concreción II. Títulos en inglés, alemán y españolLuis José Ferreira Calvo
 
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza PinedaUnitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza PinedaEmmanuel Toloza
 
PROCESO ADMINISTRATIVO Proceso administrativo de enfermería desde sus bases, ...
PROCESO ADMINISTRATIVO Proceso administrativo de enfermería desde sus bases, ...PROCESO ADMINISTRATIVO Proceso administrativo de enfermería desde sus bases, ...
PROCESO ADMINISTRATIVO Proceso administrativo de enfermería desde sus bases, ...albertodeleon1786
 
PRÁCTICA 5 BQ METABOLISMO DE COLESTEROL Y TRIGLICÉRIDOS.ppt
PRÁCTICA 5 BQ  METABOLISMO DE COLESTEROL Y TRIGLICÉRIDOS.pptPRÁCTICA 5 BQ  METABOLISMO DE COLESTEROL Y TRIGLICÉRIDOS.ppt
PRÁCTICA 5 BQ METABOLISMO DE COLESTEROL Y TRIGLICÉRIDOS.pptsalazarangela643
 
como me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdf
como me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdfcomo me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdf
como me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdfleonar947720602
 
PRIMER EXAMEN_merged (3).pdfdsadsadasdasd
PRIMER EXAMEN_merged (3).pdfdsadsadasdasdPRIMER EXAMEN_merged (3).pdfdsadsadasdasd
PRIMER EXAMEN_merged (3).pdfdsadsadasdasdpachecojean639
 

Último (17)

diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcfdiagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
 
EXPONENTES DEL MODERNISMO-VIRGINIA PRIETO.pdf
EXPONENTES DEL MODERNISMO-VIRGINIA PRIETO.pdfEXPONENTES DEL MODERNISMO-VIRGINIA PRIETO.pdf
EXPONENTES DEL MODERNISMO-VIRGINIA PRIETO.pdf
 
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to SecOrigen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
 
Burger- la negación de la autonomia del arte en la vanguardia.pdf
Burger- la negación de la autonomia del arte en la vanguardia.pdfBurger- la negación de la autonomia del arte en la vanguardia.pdf
Burger- la negación de la autonomia del arte en la vanguardia.pdf
 
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxm
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxmSupremacia de la Constitucion 2024.pptxm
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxm
 
Cuadernillobdjjdjdjdjjdjdkdkkdjdjfujfjfj
CuadernillobdjjdjdjdjjdjdkdkkdjdjfujfjfjCuadernillobdjjdjdjdjjdjdkdkkdjdjfujfjfj
Cuadernillobdjjdjdjdjjdjdkdkkdjdjfujfjfj
 
Catálogo Mayo en Artelife Regalería Cristiana
Catálogo Mayo en Artelife Regalería CristianaCatálogo Mayo en Artelife Regalería Cristiana
Catálogo Mayo en Artelife Regalería Cristiana
 
Geometría para alumnos de segundo medio A
Geometría para alumnos de segundo medio AGeometría para alumnos de segundo medio A
Geometría para alumnos de segundo medio A
 
LAVADO DE MANOS TRIPTICO modelos de.docx
LAVADO DE MANOS TRIPTICO modelos de.docxLAVADO DE MANOS TRIPTICO modelos de.docx
LAVADO DE MANOS TRIPTICO modelos de.docx
 
Infografia de El Minierismo reflejado en la Arquitectura
Infografia de El Minierismo reflejado en la ArquitecturaInfografia de El Minierismo reflejado en la Arquitectura
Infografia de El Minierismo reflejado en la Arquitectura
 
Presentación Foto Siluetas para curso de fotografía básica
Presentación Foto Siluetas para curso de fotografía básicaPresentación Foto Siluetas para curso de fotografía básica
Presentación Foto Siluetas para curso de fotografía básica
 
Arribando a la concreción II. Títulos en inglés, alemán y español
Arribando a la concreción II. Títulos en inglés, alemán y españolArribando a la concreción II. Títulos en inglés, alemán y español
Arribando a la concreción II. Títulos en inglés, alemán y español
 
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza PinedaUnitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
 
PROCESO ADMINISTRATIVO Proceso administrativo de enfermería desde sus bases, ...
PROCESO ADMINISTRATIVO Proceso administrativo de enfermería desde sus bases, ...PROCESO ADMINISTRATIVO Proceso administrativo de enfermería desde sus bases, ...
PROCESO ADMINISTRATIVO Proceso administrativo de enfermería desde sus bases, ...
 
PRÁCTICA 5 BQ METABOLISMO DE COLESTEROL Y TRIGLICÉRIDOS.ppt
PRÁCTICA 5 BQ  METABOLISMO DE COLESTEROL Y TRIGLICÉRIDOS.pptPRÁCTICA 5 BQ  METABOLISMO DE COLESTEROL Y TRIGLICÉRIDOS.ppt
PRÁCTICA 5 BQ METABOLISMO DE COLESTEROL Y TRIGLICÉRIDOS.ppt
 
como me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdf
como me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdfcomo me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdf
como me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdf
 
PRIMER EXAMEN_merged (3).pdfdsadsadasdasd
PRIMER EXAMEN_merged (3).pdfdsadsadasdasdPRIMER EXAMEN_merged (3).pdfdsadsadasdasd
PRIMER EXAMEN_merged (3).pdfdsadsadasdasd
 

Born to fight-Tara Brown

  • 1.
  • 2.
  • 3. MMooddeerraaddoorraa ddee TTrraadduucccciióónn Emi_93 TTrraadduuccttoorraass Kripipe MewHiine Evarg7 Eni Emi_93 Pili 3lik@ Katiliz94 MMooddeerraaddoorraa ddee CCoorrrreecccciióónn MewHiine CCoorrrreeccttoorraass Cande Cooper Morin EffyVas Zipzap744 Mariis Sthefynice Armonía&paz Alee Foster RReeccooppiillaacciióónn yy RReevviissiióónn ffiinnaall MewHiine DDiisseeññoo MewHiine
  • 4. AAggrraaddeecciimmiieennttooss ÍÍnnddiiccee SSiinnooppssiiss CCaappííttuulloo 11 CCaappííttuulloo 22 CCaappííttuulloo 33 CCaappííttuulloo 44 CCaappííttuulloo 55 CCaappííttuulloo 66 CCaappííttuulloo 77 CCaappííttuulloo 88 CCaappííttuulloo 99 CCaappííttuulloo 1100 CCaappííttuulloo 1111 CCaappííttuulloo 1122 CCaappííttuulloo 1133 CCaappííttuulloo 1144 CCaappííttuulloo 1155 CCaappííttuulloo 1166 CCaappííttuulloo 1177 CCaappííttuulloo 1188 PPrróóxxiimmoo lliibbrroo SSoobbrree TTaarraa BBrrooww IInnffoo.. RR&&RR.. CCrrééddiittooss
  • 5. Cuando Emma despierta atada a una fría mesa de metal, solo tiene un nombre en los labios: ¡Marshall! Lo que ella no espera es descubrir que él es solo una de las muchas personas perturbadas de su pequeño mundo que merecen morir lentamente. Veinte años atrás, los científicos hicieron descubrimientos importantes en el campo de la genética y con la posibilidad de perfeccionar a los niños que se daban a luz. Diez años atrás, el gobierno tomó una dura decisión, la tierra o las personas. Nueve semanas atrás, sus decisiones completaron el círculo. Catorce días atrás, la verdadera cara de las mutaciones llegó a los senderos del límite y otras áreas. Ayer lo peor que podrían hacer le enseñó quién era. Hoy ella viene por ellos y conoce la fortaleza que le han brindado. Mañana ella planea destruirlo todo. Y planea empezar con su propio creador. Con su propio padre.
  • 6. TTrraadduucciiddoo ppoorr EEvvaarrgg77 CCoorrrreeggiiddoo ppoorr AAlleeee FFoosstteerr La música no hace que mi sueño sea mejor. Todo en mi sueño es gris, excepto por la sangre. La roja sangre corriendo a lo largo. No conozco la canción que está sonando, pero me hace sentir como si debiera estar soñando sobre niños jugando o parejas bailando, como en las viejas películas que veía con la Abuela. Es una canción feliz. Oigo un quejido a través de la música y busco por los alrededores a Leo. Sonrío cuando lo veo junto a mí, hasta que veo que tiene esa mirada preocupada en sus ojos. Quiero decirle que todo va a estar bien, pero no estoy segura. Viéndolo, sé que todo es un sueño. Esa comprensión duele. Me hace echar de menos su descuidado rostro lobuno. El sueño empieza a doler más cuando su nariz mojada se roza contra mí brazo, conmocionándome. Pero cuando estiro mi brazo hacia él, el sueño ya no nos deja tocarnos. Nos mantiene alejados. Me hace tener miedo por alguna razón. Oigo a mi padre llamándome. Me giro y miro atrás hacia él; está de pie junto a la tapa del búnker en el patio, donde nos escondimos cuando todo hubo terminado. — Em, te lo dije, es nosotros y ellos. Te dije que no confiaras en nadie. ― Sus palabras suenan raras, como si estuviera debajo del agua. Mis ojos se abren, haciendo que la luz me ciegue momentáneamente. Miro alrededor de la habitación, mientras recuerdos del comienzo empiezan a llenar las lagunas que tengo. Odio que las cosas hayan cambiado. Odio que mis reglas hayan cambiado… que yo haya cambiado. Los meses gastados viviendo con los otros, me han envejecido más que los años que pasé sola. Más que los años que pasé con mi papá. Los recuerdos de todo todavía se sienten muy nuevos y frescos. Duelen, como si todo hubiera pasado ayer, lo cual me asusta. ¿Cuánto tiempo me va a doler todo si mi niñez todavía me duele? Miro alrededor a la austera habitación y siento a la oscuridad sentirse como en casa. Sabía que se sentiría así al final. No puedes pasar tantos años sola como yo y no esperar que el sentimiento venga a ti. He pasado demasiado tiempo sola en mi cabeza para no saber que sería capaz de sentirlo, como lo siento ahora.
  • 7. El sentimiento, que ha llegado finalmente, hace que mis adentros tiemblen un poco. Casi una década sola, y había elegido venir ahora. Quizá porque las cosas no parecían que pudieran empeorar. El sentimiento es de mi muerte inminente. Hoy voy a morir. Lo puedo sentir. Puedo sentirlo en el aire, como un cerdo oliendo sus momentos finales antes de ser llevado al matadero. Quema por dentro. Está desesperado por cambiar la forma en que mi vida va a terminar. Odio que él no esté conmigo. Odio estar aquí. Odio concentrarme en cada detalle, como si el siguiente verdaderamente fuera mi último momento. Ojalá tuviera una de esas bolas que las gitanas tenían en las ferias. La que podía ver el futuro. Ojalá supiera qué momento sería mi último. Suspiro y busco una solución. No es como si no hubiera pasado horas investigando cada detalle en el tiempo pasado en esta habitación. Algunas cosas han sido atadas a la fría mesa de metal, como lo estoy yo ahora. Todo ello ha sido gastado en esta habitación solitaria y fría, con un hombre que estoy planeando matar. Si tuviera que adivinar, diría que él tiene las mismas intensiones que yo. Se siente como una carrera silenciosa entre nosotros, ser el que viva a través de esta batalla silenciosa. Hay cosas de las que estoy segura. Primero, sé que voy a morir escapando. Estoy demasiado exhausta para hacer una escapada perfecta. Sé que voy a morir hoy. Puedo sentirlo en el aire. Escaparé hoy y moriré intentándolo, y ése es un mejor resultado que permanecer atada a esta mesa con este hombre. He sido muy afortunada. Demasiado afortunada. Ya no me quedan vidas. Mientras muera libre, con el viento en mi cara, no me importan los demás detalles. Pero no moriré sujetada en esta mesa. Segundo, Leo está cerca de mí. Me está buscando. Está caminando de un lado a otro. Puedo sentir el frío del suelo en sus patas. Quizá sean las drogas que pusieron en mí. Hacen que me sienta rara, espesa y neblinosa. Quizá sea el hecho de que no tenga nada que hacer, excepto mirar fijamente el techo y a los diecinueve agujeritos en el yeso directamente encima de mi cabeza. Forman una constelación. No sé cuál; pero cuando acampaba en verano, sé que la he visto en el cielo. No sé los nombres de las constelaciones, pero sé cuando las veré, y a qué me recuerdan. Esa de ahí es un burro. Me recuerda a Will. Will, el asno. Will, que tiene un bonito trasero1, como siempre dice Meg. Maldito chico. Sonrío ligeramente, haciendo que mis agrietados labios sangren cuando lo hago. La sangre baja por mi boca. Es lo único que he probado en algún tiempo. Por último, sé que el malvado doctor meterá la pata. Hoy es el día. Justo como presiento mi muerte, siento su agotamiento. Puedo verla. Él parece más tenso que 1 En el original usa la palabra “ASS” para referirse a “asno” y a “trasero”.
  • 8. de normal. Está molesto por algo. Es humano después de todo. Me he pasado toda una vida observando a los humanos. Somos de los que cometen. Cuando él lo haga, lo mataré con cualquier medio que pueda. Él se mueve por la habitación con una bata blanca y una máscara celeste. Toca mis brazos y me empuja. Le gusta su trabajo. Puedo verlo en sus ojos entrecerrados detrás de su máscara. Aprieta mi carne para tensarla y me clava con extra-fuerza. Grité la primera vez, pero eso hizo que la sonrisa creciera en sus ojos. Ya no grito para él. Conspiro. El minuto en que me desate, voy a estar clavándole esa aguja en su ojo. Su ojo azul pálido, que creo que es lo más frío que he visto… más frío que un invierno en las montañas. No puedo evitar preguntarme sobre los otros chicos que han estado a su cuidado, y en el golpe de la aguja. Hace que mi fuego se encienda. Mi ira. No sé cuántos días/semanas he estado aquí. No he abandonado la habitación. Me despierto atada a la cama. El primer doctor fue amable conmigo. Me llamaba “cariño” y tenía ojos tristes. Me dejaba estar desatada más a menudo, drogada y delicada, pero libre para deambular por la habitación y usar el baño. Se fue un día y este tipo vino la siguiente vez que se abrió la puerta. He pasado más tiempo atada a la mesa con él aquí. Nadie más ha estado dentro de mi habitación. Me decepciona que Marshall no esté aquí para verme. Voy a despellejarlo, probablemente vivo. El cuchillo de despellejar de mi abuelita es el mejor. Puedo imaginarme despellejándolo. Puedo imaginarme los gritos. Me hace feliz, lo que asumo que no me hace mejor que el hombre torturándome con agujas. Estoy cómoda con esa comparación. Miro hacia atrás, hacia el doctor, no hay manera de que esté solo aquí. No estamos solos. Tiene que haber otros. Mi piel se eriza imaginando lo que hay bajando por los pasillos. ¿Qué horrores podrían estar esperándome? Él palmea mi brazo y sonríe. — Eres una chica especial. Una chica muy especial. —su voz es grave y rara, como si no hablase mucho y por eso está embarrada. No le respondo. No tiene idea de lo especial que soy. Estoy esperando mi momento para mostrárselo. Mis ojos se agitan cuando inyecta algo en mi brazo. Peleo, pero estoy inconsciente antes de siquiera darme cuenta de lo que está pasando. No sueño, pero oigo voces. —Emma. Necesito que te despiertes, Em. Las voces hacen que fluyan lágrimas de mis ojos cerrados. La humedad de ellos en mis mejillas se siente real. Las voces han sido mi constante en las pasadas
  • 9. semanas. He imaginado las voces muy a menudo. Si sólo supieran dónde estoy. Si sólo pudieran venir y salvarme. Si sólo fueran reales. Mi agotamiento es demasiado grande como para escapar sola. Es por eso que voy a morir. Las drogas se desvanecen ligeramente y abro mis ojos por la sorpresa. Ellos vuelven a agitare, pero esta vez es el parpadeo inconstante de la luz la que los hacen hacerlo. Odio la luz inconstante. Las voces se han convertido en una alucinación. La cara detrás de la máscara sonríe, pero no es él. Es ella. Son sus ojos y su cara y siento mis labios convertirse en una sonrisa cuando ella vuelve a hablar. ―Tenemos que ser rápidas, Em. ¿Estás bien? ―dice ella suavemente. Toca mi brazo y puedo jurar que es real. Niego con mi cabeza mientras mis manos se estiran hacia ella, a pesar de no ser capaz de moverme por las ataduras. Mis dedos tiemblan y se estiran; quieren tocarla. Quieren la confirmación de que no es un sueño. Pero la puerta se abre y el malvado doctor vuelve a entrar. Cierro mis ojos y finjo dormir, en caso de que ella sea sólo un sueño, y él esté aquí para torturarme un poco más. ― ¿Qué estás haciendo aquí? ―su voz es un quejido frío. Ella vuelve a hablar y mis latidos se aceleran en el monitor. ―Me pidieron que viniera y consiguiera muestras de tejido. ― Les dije que no estoy listo. Se lo inyectaré pronto. Ahora, sal de aquí. ―dice él como si tuviera un acento ahora. La voz de ella está todavía sonando dentro de mi cabeza. Estoy frenética. No quiero que ella me abandone. Miro a través de mis pestañas mientras ella sale de la habitación. Mi corazón se hunde. Presiono con fuerza mis ojos y le dejo pensar a él que estoy durmiendo. Ella era real. Está aquí por mí. Ellos han venido. No puedo concentrarme en ellos viniendo por mí. Tengo que concentrarme en el hecho de que ella volvió a irse y que, cuando él entró otra vez a la habitación, tenía una bandeja de cosas en sus manos. Le echo un vistazo a través de mis pestañas cuando lo oigo hacer cosas. Puedo ver la bandeja y me estremezco. Las cosas en ella parecen nuevas y brillantes. El instrumental de su cruel intercambio. Puedo imaginar el sentimiento de ellos en mis dedos. Tengo que bloquear los pensamientos de ellos en mi piel. Sus fríos dedos rozan mi brazo cuando me desata una de las esposas de cuero que está alrededor de mi muñeca, y empieza a cambiar la aguja IV dentro de mí. No estoy segura si creo en Dios y en los milagros, pero este momento se siente como uno. Actúo como si estuviera volviéndome a dormir. Él me quita el tubo de goma y me da la espalda. Está tarareando una canción espeluznante. Puede que no haya sido espeluznante si alguien más la estuviera tarareando, pero él es espeluznante en general. Lo observo a través de mis pestañas. La pulsación en su cuello es lenta. Su respiración es estable. Su espalda está hacia mí. No sabe que la chica que acaba de estar aquí es mi forma de escapar. Volverá por mí y rezo para que no esté sola.
  • 10. La adrenalina se mezcla con la esperanza que ella ha traído y el flujo de ira y furia entran en un destello endiablado. Moviéndome rápidamente, como un rayo, agarro su espalda y le hago perder el equilibrio. Tiro del cuello de su bata de laboratorio hasta que su cuello está lo suficientemente abajo para que pueda envolver mi flaco brazo alrededor de su garganta y sujetarlo apretadamente contra mi pecho. Él se está sacudiendo y pateando con sus pies. Algo afilado se me clava. Siento un flujo frío de algo, pero no abandono mi agarre de su cuello con mi brazo. Su cuerpo está peleando duro. Está entrando en pánico. Me araña con su aguja. Grito por primera vez en días de apuñalamientos y dolor. Su garganta hace un sonido crujiente. Golpea la bandeja y tira su mesa de trabajo con el pie antes de dejar de dar vueltas. Él no queda flácido. Araña y clava sus dedos en mi brazo. Se da la vuelta y me agarra, pero me estiro hacia atrás. Mi huesudo brazo es perfecto para hacer el sonido que viene a continuación. Es un sonido de crujido en su garganta. Se convierte en un sonido de chasquido y lo siento abandonar su cuerpo. Lo dejo ir. Mi brazo está acalambrado. Duele estirarlo. Está sangrando y raspado. Tomo mi primer aliento grande desde que él entró en la habitación. Mi monitor del corazón se está volviendo loco. Saco las etiquetas de mi pecho, haciendo que los bips se conviertan en un zumbido constante. Desato mi otro brazo y me siento. Algo tira instantáneamente entre mis piernas. Aterrorizada por lo que me voy a encontrar, llevo mis dedos lentamente entre mis piernas, donde el camisón que estoy usando está abierto. No tengo ropa interior, deben de habérmela quitado. El miedo y la repugnancia empiezan a hacer turnos en hacerse más grandes en mi corazón, mientras siento el tubo que está saliéndome de allí abajo. Mis dedos tiemblan. Mi brazo, donde había puesto la aguja, se está entumeciendo. Tengo arcadas y me siento atontada cuando siento todo el aparato. El tubo duele cuando lo muevo. Tiro lentamente e intento no dejar que mis manos tiemblen. No duele quitarlo, pero me asusta, más que matar al hombre machacando su tráquea. Me hago pis por toda la cama y el suelo cuando el tuvo está completamente afuera. La cálida orina está corriendo por entre mis piernas. Miro a la puerta y rezo para que éste no sea el momento en que ella regrese. Desato mi pie y muevo mis piernas hasta el borde de la cama. Mi pis gotea desde la cama hasta el suelo. La simple salpicadura y el sonido constante del monitor cardíaco, hace más pequeña la habitación. Hacen que entre en pánico. Arde entre mis piernas. No quiero saber lo que era eso ni lo que me han hecho. Me empujo fuera de la cama, pero mi brazo está débil y vago. Mi visión está poniéndose difusa. El suelo está frío contra mis pies. Mis piernas se sientes débiles como las de un bebé venado. Mis primero pasos son raros y descoordinados. Me lamo los labios y susurro: ―Anna, ― una calidez me inunda y me estremezco, mirando fijamente a la puerta con debilidad. Doy traspiés hasta la pared y me inclino para desconectar el monitor cardíaco. Tengo que deslizarme hacia abajo por la pared para llegar a la cuerda. Tiro de ella y el sonido se detiene. Quiero gritar, pero no puedo. No puedo volver a levantarme. Lo que sea que me inyectó en el brazo me está haciendo sentir
  • 11. enferma. Me arrastro por la pared hasta la bandeja de cosas. Saco un poco de alcohol y lo derramo en mi brazo. Hago una mueva de dolor y casi grito. Los arañazos están rojos y enfurecidos. Envuelvo un largo vendaje blanco y fino alrededor de mi brazo y pego. Luego me arrastro hacia donde su cuerpo yace muerto. Me quito mi oloroso camisón y tiro de sus pantalones y de su bata. Me visto dolorosa y lentamente. Tiro de mi cabello hacia atrás y lo meto dentro de la bata de laboratorio, como el payaso del circo que una vez vi con la abuelita. Me pongo sus calcetines. Él yace allí en su ropa interior y su camiseta interior. Está regordete. Miro a su cuerpo sustancioso. Comparado con la piel y huesos que estoy acostumbrada a ver, él es enorme. Gateo hacia la puerta y me preparo para el esfuerzo que estoy a punto de hacer. ―Anna. ―vuelvo a susurrar. Ella no vuelve. ¿No escuchó la conmoción? ¿Está bien? ¿También la han hecho cautiva? No tengo tiempo para reflexionar. Necesito correr, pero como el presentimiento que tuve anteriormente, temo que no viviré. Estoy demasiado cansada y demasiado enferma. Uso el picaporte de la puerta para levantarme y ponerme de pie. Agotamiento no es la palabra correcta. Me pongo de pie y me equilibrio. Siento los bolsillos dentro de su bata. Necesito un inventario de lo que él tiene y de lo que necesito. La tarjeta deslizante que está en su bolsillo derecho luce exactamente como la de la granja. Deseo que Anna, e incluso Will, viniesen. Me siento enferma y mi brazo probablemente necesita puntos. Puedo sentirlo sangrar, empapar el vendaje. Miro a la pequeña habitación e intento pelear contra el sentimiento de que todo es inútil antes de que siquiera empiece. Quizá ella no era real. ―Ella estuvo aquí, Em. Contrólate. Anna estuvo aquí. El doctor está muerto ―susurré para mí misma. ―Hiciste una cosa hoy ―las palabras hacen que una sonrisita cruce mis labios. La abuelita siempre tenía listas. Ella tachaba las cosas todo el tiempo. Volteo la mirada hacia él y veo la marca de verificación en mi mente. A veces ella ponía “Ver Días de Nuestras Vidas” en la lista. Lo mirábamos y comíamos palomitas o patatas fritas. Todos los días eran Días. Mi personaje favorito era Sami. Cuando cumplí ocho, me permitieron empezar a verlo con ella. Sujeto el frío picaporte de metal y obligo a mi mente a volver a mi propia lista. “Morir libre con el viento sobre mi cara”, está bastante arriba en ella. Necesito ser más positiva. ―Intenta no morir… todavía no ―digo con voz ronca y miro el picaporte de la puerta. Cuando escucho el tirador llegar al final de su rotación, me detengo. Debí haber esperado un segundo extra. Las drogas me están enloqueciendo. Estoy hablando conmigo misma y cometiendo errores.
  • 12. Miro alrededor. Recuerdos y habilidades están fluyendo por mi mente mientras intento formular un plan. ¿Me quedo en la habitación y espero a que Anna vuelva? Necesito armas. Miro atrás, al doctor muerto y vuelvo a girar el picaporte para cerrarlo. Voy a trompicones hasta donde está su instrumental extendido por el suelo. Me agacho como mejor puedo y levanto un par de cuchillos de plata del suelo. El frío metal en mis dedos se siente asombroso, como imaginé que se sentiría. Hay bolsas de agua y otras cosas. Las agarro, meto un par en mis bolsillos y vuelvo a la puerta. Vuelvo a poner mi mano en la puerta y agarro el frío cuchillo con la otra. Respiro e imagino cómo el bosque se va a sentir cuando esté en él otra vez. Su follaje y el aire frío del bosque, mis ensoñaciones consisten en muy poco. El frío metal y el blanco austero de la habitación me hace sentir expuesta y desnuda. El pomo vuelve a girarse con facilidad. La abro un poco y echo una ojeada. El pasillo no luce como pensé que luciría. Anna no está en ningún sitio, no hay nadie. Esto no es como en las granjas reproductoras. Las luces son tenues y parpadean. Me hacen dolorosamente consciente del hecho de que ella probablemente no era real. Ella no estuvo realmente aquí. Todavía estoy sola. Los viejos tubos de luz parpadean como si estuviera pasando por algo inestable. El generador de Brian era así. Las luces parpadeaban. El generador de la abuelita también. Nunca lo usaba mucho, pero cuando lo hacía, temía la forma en que el poder se sentía medio-encendido. La luz del pasillo parece la misma. Pero el pasillo en sí mismo no está inmaculado e inhóspito como la habitación en la que estoy. Está sucio y vacío de vida. Bajo la mirada hacia el final del pasillo. Nada se mueve. Puedo ver papeles en el suelo y las puertas cerradas. Parece como si la gente hubiera huido en pánico, como todos los otros edificios que he visto. Bajo la mirada hasta el otro final del pasillo para encontrarlo igual. Nada es de la forma que creí que sería. No está limpio como las granjas reproductoras ni organizadas. ¿Dónde estoy? ¿Cómo puede ser éste el sitio al que Marshall me trajo? Tengo un mal presentimiento. ¿Qué si Anna era real? ¿Está a salvo? ¿Está sola? Tengo arcadas cuando mi visión se enturbia. No tengo la fuerza para ayudarla. Silbo suavemente por si él está con ella. Nada se mueve ni hace un sonido. Levanto la mirada para ver si hay cámaras o algo. Papá siempre odió las cámaras de vídeo que grababan a todos sitios a los que fueras y qué comprabas. Él odiaba ser grabado. Tenía teorías raras sobre las cámaras y la información que ellas reunían. Sonrío débilmente cuando pienso en lo loco que pensé que estaba. Él hubiera amado este lugar. Hubiera confirmado tantas cosas para él. Mis primeros pasos se sienten forzados, como si estuviera metiéndome en el agua. No puedo escuchar a la nada rodeándome. No sé si puedo oír correctamente. Las luces parpadeantes están trabajando en mi contra. Están intentando
  • 13. enloquecerme. Me retuerzo y me estremezco y sé que es demasiado tarde; ya estoy loca. Hay demasiado suspenso y lugar vacío en el pasillo. La transpiración está resbalando por los lados de mi cara, haciéndome retorcerme y limpiarla. Las luces parpadeantes hacen imposible conseguir una buena vista de todo. No veo nada excepto a mí, los papeles y las puertas, pero los destellos no garantizan que esté sola. Pruebo en cada pomo a través del pasillo, pero están cerrados. El frío del metal contra mis dedos es impactante. Siento que tengo fiebre. Él me ha inyectado veneno y ahora me estoy muriendo. Pongo una mano sobre la pared desigual para equilibrarme. Me lamo los labios. Todo se siente lento y pronunciado. Las luces parpadean al mismo ritmo que mi corazón late. Miro alrededor de la esquina al final del pasillo. Otra vez, me encuentro sola en un pasillo largo con papeles y desechos en el suelo. Un dolor agudo me golpea en el estómago. Rompo una regla, no es que importe, creo que las he roto todas a estas alturas. Me doblo y grito. No puedo evitarlo. El dolor es agonizante. Se siente como si mis adentros se movieran. Caigo de rodillas y me dejo caer a través del suelo. Monto un trozo de papel como si fuera una alfombra mágica y agarro mi estómago con mi mano izquierda. Las luces parpadeantes están dentro de mis ojos ahora. Cuando los cierro, puedo ver el centelleo y el pasillo. Incluso en mi mente, nada de este pasillo tiene sentido. Excepto, quizá, las luces parpadeantes. El suministro de potencia irregular tiene sentido. Me muevo hacia delante sobre mis rodillas hasta que siento que puedo volver a levantarme. Agarro el tirador de la puerta y me levanto. Mis piernas tiemblan e intentan desplomarse. Me rehúso a caerme. La pared está sujetándome completamente. ―Leo. ―susurro su nombre. Necesito su pelaje en mis dedos. Siempre imaginé que sería lo último que tocaría. Las lágrimas están derramándose por mis mejillas. Voy a morir sola en un pasillo con nada en mis dedos y sin viento sobre mi cara. El dolor es insoportable. Me apoyo en un picaporte por una respiración, pero, en lugar de eso, caigo dentro. El picaporte estaba destrabado. Golpeo el suelo y grito otra vez. Espero a que los ocupantes de la habitación me ataquen. Espero al sonido de mi propio desgarro. No pasa nada.
  • 14. Levanto la mirada y, en los destellos de luz del pasillo, veo algo que nunca esperé. Jesús me está mirando con los brazos completamente abiertos. Está sonriéndome y diciéndome que todo va a estar bien. Me arrastro dentro de la habitación y pateo la puerta para cerrarla. Cuando la puerta se cierra, la luz nos abandona. Yo y Jesús, perfectos extraños, sentados solos en la oscuridad. No me presento. Me conocerá lo suficientemente pronto.
  • 15. TTrraadduucciiddoo ppoorr EEvvaarrgg77 CCoorrrreeggiiddoo ppoorr CCaannddee CCooooppeerr En la oscuridad de la habitación cerrada, destellos de imágenes pasan frente a mis ojos; recuerdos del principio. En los destellos y fiebre, veo la TV donde Brian. Es vieja y pequeña. Cuando llegamos allí, ni siquiera supe cómo encenderla. No había visto una TV así antes. El abuelo había tenido una pantalla enorme y plana. Echo de menos al abuelo y a la abuela. Mi papá tuvo su rostro pegado a la redonda pantalla todo el tiempo que estuvimos donde Brian escondiéndonos. Apenas lo hicimos allí. Recuerdo el pánico y el caos. Recuerdo la forma en que me arrastró hacia el bosque, gritándome que me diera prisa; teníamos que llegar donde Brian. Nos habíamos ido demasiado tarde. Una horda estaba viniendo y teníamos que llegar a terreno alto y cortar a través del bosque hacia donde Brian. Él gritó y yo intenté correr, pero mis piernas dolían. Una vez que llegamos al búnker, no importó cuán duro lo intenté, no podía pelear contra el ansia de mirar las noticias. Eran muy espeluznantes y, aun así, mis ojos no la abandonaban. La misma mujer de las noticias estaba todos los días. Conocía su voz mejor que la mía.―Hemos pasado el punto de necesidad de donaciones de sangre. El público está más seguro quedándose en casa y esperando. Racionar y quedarse dentro es su mejor apuesta en este momento. Ahora mismo, en el litoral oeste, creemos que hay, al menos, un millón de casos de Fiebre del Dengue que está por toda América. Ése es el número de casos reportados. No sabemos el número exacto, ya que hay tantos intentando quedarse en casa y luchar contra ello, ―su cara estaba cansada y el maquillaje no escondía el dolor en sus ojos. Su perfecto pelo castaño estilo bob estaba brillante y limpio. Era la última persona limpia que recordaba, antes de las granjas reproductoras. Yo ya estaba sucia cuando la miraba en las noticias del búnker de Brian. Me volví a mirar a papá. No me gustó la forma en que asintió, como si fuera parte de la conversación de la mujer de las noticias. Lucía como un loco cuando me miró y dijo: ―Nos iremos pronto, niña. Cuando el pánico se acabe.
  • 16. Asentí y abracé mis rodillas con más fuerza hacia mi cuerpo. Miré a la mujer de las noticias. Sus ojos azul oscuro estaban vidriosos. Imaginé que ella sabía algo, pero no lo podía contar al resto de nosotros, como lo malo que realmente era. Tragó con fuerza y continuó―: En otras noticias, Japón ha sido golpeado otra vez por varios terremotos fuertes. Están entre los 4.3 y 7.5. Como todos sabemos, la fiebre del Dengue es considerablemente peor en Asia, así que esto no podría venir en peor momento para ellos. Varios pequeños maremotos ya han golpeado Alaska y el Noroeste de Canadá. Los apagones de electricidad e inundaciones han sido malos a lo largo de la costa noroeste. Canadá está sufriendo por sus propios terremotos. La famosa isla Hot Springs2, en British, Columbia, está seca. Las aguas termales murieron. En otras noticias, Nueva York y Nueva Jersey siguen bajo el agua por la masiva inundación que dejaron los huracanes esta temporada. ―mi estómago se hundió. Brian apagó la TV y nos sentamos en el búnker en silencio. Papá había estado diciendo que eso pasaría. Lo había estado diciendo por tanto tiempo como podía recordar. Todos los nombres que le había llamado en mi cabeza, empezaron a hacerme sentir mal. Recuerdo pensar cosas malas de él mientras me arrastraba a lo largo de la ladera, gritándome que teníamos que llegar a terreno alto. La carretera estaba bloqueada y otro maremoto estaba viniendo. Brian dejaba mucho el búnker. Giraba el pomo y abría la puerta sellada en el techo. Hacía un ruido como el Tupperware de la abuelita. Podía imaginar el mundo de fuera. Las imágenes de las noticias eran aterrorizantes, pero todavía podía verlo de la forma en que era cuando llegamos al búnker. Sólo Brian y mi papá llegaban a salir. El único aire fresco que tenía era cuando abrían la puerta para irse. El viento frío derribaba la escalera. Podía tener la piel de gallina y sentir entusiasmo al mismo tiempo. Odiaba el búnker. Comíamos comida enlatada y deshidratada y mirábamos la pequeña TV. El pánico era justo como papá decía que sería. El metraje de las noticias daba miedo: saqueos, bombardeos y países en guerra. Todos se culpaban entre ellos por la fiebre del Dengue. Luego todos empezaron a bombardear áreas para matar a los enfermos, que no estaban muriendo por la fiebre. Parecía que nunca terminaría. Pero luego lo hizo, cuando la TV dejó de funcionar. Cuando la electricidad y el agua se apagaron, nos sentamos a la luz de las velas y pasamos los días preguntándonos e imaginando. ¿Cómo sería estar allí fuera? El día que abandonamos el búnker era un día malo. La TV no había funcionado por dos semanas. Lo último que vi fue al presidente haciendo un 2 Aguas termales.
  • 17. discurso y llorando. Me perdí la mitad de eso. Estaba durmiendo. Eso es todo lo que había estado haciendo en el búnker. Desperté porque papá estaba empacando el jeep y la puerta del búnker estaba abierta. Cuando entramos al jeep, papá nos dijo a mí y a Brian su plan, otra vez. Estaba tan apasionado contándolo por centésima vez como lo había estado la primera. ―Entonces cruzaremos la autopista hasta la salida de Green Mountain y tomamos el camino alternativo hasta que lleguemos a la base de la cordillera, donde está la cabaña. Está a un día de caminata. Hay una vieja casa de granja allí, en la base de la montaña en la que está la cabaña. Estaba tan cansada del plan. Estaba tan cansada de su voz. Podría gritar de frustración. Lo único que lo arreglaba era una copia de un libro que encontré llamado Crepúsculo. Lo había leído tres veces en el búnker, siempre preguntándome si alguna vez ella conseguía lo que quería. Agarré el grueso libro para llevarlo conmigo al jeep y contuve los gritos que obstruían mi garganta y me dejaron sin aliento. Papá me miró.―Cuando la gente que vive en la granja muera, podemos ir y ver lo que tenemos. Las granjas siempre tienen las mejores cosas. Comida enlatada y deshidratada, por no mencionar a los mejores suministros de supervivencia. Cuerdas y palas y extras de todo. Recuerda eso, Em. Somos nosotros y ellos ahora ―Lo había oído tantas veces que podría haberlo asfixiado. Había momentos en que lo odiaba. Brian miró hacia atrás, hacia mí e intentó sonreír como siempre hacía, intentando hacerme sentir mejor. Papá nunca le echaba azúcar a nada. Quería que supiera lo peor. Siempre me quería lista. Brian no estaba de acuerdo. Él quería que fuera una niña pequeña. Pero nunca había sido una niña. Siempre he sido más. A veces peleaban por mí, como lo harían un papá y una mamá. Más de lo que peleaban mamá y papá. Nunca olvidaría el rostro de Brian mientras quitaba el pelo de mi cara y me daba un chupa-chup. Él siempre tenía caramelos. Éste era rojo. En realidad no me gustaba el rojo, pero lo tomé de todos modos. Sonrió.― Será divertido estar en la cabaña, niña. Un montón de cosas que hacer allí. Puse mis ojos en blanco. ― ¿Divertido? Mi iPad, iPod, DSI, Xbox, e incluso ese estúpido libro electrónico que la abuela me dio están muertos. ¿Qué es divertido allí? He estado en cabañas
  • 18. cada verano durante cinco años. Sé qué hay que hacer en una cabaña. Nunca es divertido. Brian se rió. Mi papá me miró por el retrovisor. ―Em, sabes que esas cosas son parte de un mundo que ya no existe. Tu generación es blanda y débil. Un día me agradecerás por todo ese acampamiento. Te lo puedo decir ahora, ninguna otra chica de tu edad ha ido a acampar desde que tenía cinco. Gruñí. ―Lo sé ―Y lo sabía. Las otras chicas en el campamento siempre pensaban que yo era rara. Habían sido enviadas porque los otros campamentos de verano se habían llenado y sus padres sólo necesitaban un lugar para que ellas fueran por unas semanas. Yo, sin embargo, era casi capaz de enseñar los estúpidos cursos. Disparar con arco y flecha, poner trampas, primeros auxilios y todo lo demás. Mi cosa favorita era cuando aprendíamos a fabricar arcos y flechas. Papá revisó el mapa una última vez antes de que condujéramos lejos del búnker. Miré atrás una vez y lo eché de menos instantáneamente. El lugar que odié todas esas semanas se había ido y, en su lugar, estaba lo desconocido. El jeep podía conducir por encima de todos los… troncos, caminos rotos donde las bombas habían caído, bultos que Brian me dijo que no mirase, todo. Cubrí mis ojos y miré a través de mis dedos. Había coches, camionetas, furgonetas y gente por todos lados cuando llegamos a la autopista. La gente se había estado escondiendo al principio, pero cuando la comida y los suministros empezaron a escasear, volaron hasta a ciudad. Todos corrían. El pánico se terminó cuando abandonamos el búnker. Lo que quedó, era inimaginable. La carretera estaba rota por todos lados y bordeada con vehículos quemados. Un enorme avión reactor quemado apoyado en un campo junto a una vieja casa. Parecía un esqueleto, pero muy quemado. No pude evitar preguntarme si alguien habría sobrevivido. Afortunadamente, nosotros no teníamos que conducir a través de la ciudad. La autopista era lo suficientemente mala. No podía imaginar la ciudad. Brian vivía en el campo, en un pequeño pueblo en las afueras de una ciudad. Compró la casa porque ya tenía construido un búnker por la Crisis de los Misiles Cubanos. Mientras conducíamos, pasamos a gente rezagada a lo largo de la carretera en pequeños grupos. Parecían rotos y medio muertos. Parecía una película.
  • 19. ―Cada una de esas personas probablemente tiene la fiebre, Em. Tienes que recordar eso. Cada uno tiene el potencial para matarte ahora. Somos nosotros y ellos, Em ―Cuantas más cosas veíamos, menos enojada era su voz. Apreté el libro sobre mi pecho. Su voz era tranquila y evocadora. Como una narración de las cosas que estaba viendo. ― El agua estará contaminada por mucho tiempo donde las bombas cayeron. Los campos también. Las caras manchadas de lágrimas y sucias de la gente que pasábamos me hacían sentir asustada y enferma. Nunca me sentí más pequeña. Quería acurrucarme en mí misma, abrazar mis rodillas y mecerme, pero no podía parar de mirarlos. Los coches dados la vuelta. Viejos camiones quemados. Gente cargando niños y bolsas. Gente arrastrando maletas sobre ruedas. Gente sujetándose las manos y empujándose los unos a los otros para seguir. Gente. ―Míralos. Son idiotas. Todavía están agrupados. ―Apuntó a un grupito. Vi a un hombre con ojos inyectados en sangre y supe por las fotos que papá me había mostrado, que él tenía la fiebre. El hombre me miró. Sus ojos inyectados en sangre parecían ver todo dentro de mí, todo mi miedo. Una niñita, que parecía tener mi edad, estaba caminando sola. Por un momento, juré que la conocía. Parecía perdida. Se giró para dar una vuelta y gritó y nadie la ayudó. Caminaban a su lado y la ignoraban. Justo como hicimos nosotros. Cuando condujimos junto a ella, mis ojos encontraron los suyos. Movió sus brazos y, por un pequeño momento, juré que gritó mi nombre. Sus labios lo formaron perfectamente. Sus ojos dejaron de sentir autocompasión y se hicieron apasionados. Persiguió el jeep. Pero seguimos conduciendo de todas formas. Éramos nosotros y ellos. Nos quedamos atorados detrás de un enorme choque. Un camionero había doblado y, entre el enorme vehículo de dieciocho ruedas y los camiones y coches, no podíamos pasar. Dimos la vuelta y volvimos. Papá y Brian pelearon. Los ignoré y fingí dormir. Podía oír a los otros fuera del vehículo. Podía oír sus gritos y los llantos cuando ralentizamos. ― Se están llevando a mujeres. Mira eso ―susurró papá, intentando esconder su voz de mí, pero pude oírlo. ― No hay duda de que están buscando hembras sanas. Es justo como el Doctor Fitzgerald dijo que sería ―Papá sonó engreído y asustado al mismo tiempo. Sus
  • 20. susurros me asustaron. Contuve el aliento. Luego oí un golpe seguido de otro. Luego nada. ― ¡Mierda! Le ha disparado, Bri. Le disparó en la cabeza. Tenemos que salir de aquí ahora. ― Da la vuelta, hombre. Ve por allí. Sube a la colina ―Brian sonaba asustado, lo que me asustó. ―Es el camino equivocado. ―A quién carajo le importa. ¡CONDUCE! El jeep salió disparado y sentí un enorme golpe. Luego mi estómago se sintió como si estuviera dando vueltas dentro de mí. Perdí el agarre del asiento y salí volando. El grueso libro me golpeó en la cara. Mi cinturón de seguridad me sostuvo y vi colores detrás de mis ojos cuando fui lanzada hacia atrás en el asiento. Ya no se sentía cómodo. Se sentía duro y arañó mi piel. Giramos una y otra vez y fuertes golpes llenaron el aire. Los oí gritar y luego se detuvo. Luego era sólo yo gritando. Dejamos de movernos, pero mis labios se quedaron abiertos y mi llanto estaba por todos lados. Jadeé ligeramente y miré alrededor. Estaba patas arriba y colgando por el cinturón de seguridad. Lo abrí, pero no me caí. La parte superior del jeep estaba más cerca de lo que estaba antes. Podía ver sangre. Un poco era mía y un poco venía del asiento delantero. Brian no estaba. Las ventanas no estaban. Oí un quejido. ―Em. ―gimió papá. Me estiré frenéticamente.―Papá. Papá. No puedo verte. ―su reposacabezas estaba arriba y el jeep estaba doblado y desplomado a su alrededor. Me deslicé para salir por la parte de atrás y me arrastré por el césped marrón y seco. Había otros coches rodeándonos y en no mejores condiciones que el jeep. A la distancia, podía ver otras personas, pero no muchas. Podía verlas mirando el accidente y apuntándonos con los dedos. ―Em, los otros querrán nuestras cosas. Corre. ―susurró él con la voz ronca y tosió. Me metí por su ventana, que se había ido. Su cuerpo estaba atascado, presionado por el jeep. Tiré del pomo de la puerta, pero no se movió. Grité y arañé y golpeé el jeep, pero no se movió. Era demasiado pequeña y demasiado flaca y ni siquiera podía abollar el metal. Toda mi ira, mi dolor y mi miedo ni siquiera arañó la fría y dura puerta.
  • 21. Lucía mal. Su cuerpo estaba patas arriba, pero no colgaba. El jeep estaba a todo su alrededor, ajustado. Volvió a gemir. ―Em. Corre. Puedes correr rápido y lejos, no te rindas. Toma esto y corre. No me tendió nada para que tomase, pero su mano estaba colgando rara. Me senté en el césped junto a él y lloré. Podía sentir la derrota. Se lamió los labios y me miró con los ojos más aterrorizantes que he visto. ―Corre, Em. Corre y llega a la cabaña. Sube esa montaña que está a la derecha. Trepa hasta que llegues a una carretera no pavimentada. Síguela hasta que llegues a una vieja granja. Desde allí, está cruzando su cultivo de heno y sube por la montaña detrás de su casa. A la derecha. ―sacó su mano doblada y agarró la mía. Podía sentir sus dedos sonar cuando los dobló― Somos nosotros y ellos, Em. Todavía estoy contigo. Puedes sentirlo, siempre lo sentirás. Pero, ahora mismo, necesito que seas una niña valiente, la niña valiente que he entrenado justo para este momento. Corre y no ayudes a nadie. No pidas ayuda. Todos miran por sí mismos ahora. Están todos enfermos, Em. De alguna forma, están todos enfermos. La sangre goteaba de su cabello por el corte por encima de su ojo. Negué con la cabeza y lloré. Oí un camión detrás de mí. Me gritó.― ¡CORRE, EM! ¡ESTÁN VINIENDO! ¡QUE NUNCA TE AGARREN, EM! ¡NUNCA! Retrocedí sobre el césped y me puse sobre mis magulladas y maltratadas piernas. Casi se doblan de miedo, pero hice lo que él dijo. Tragué mi llanto, me giré y corrí. Corrí a través de la autopista y subí la colina con césped. Los pies hacían sonidos detrás de mí, pero siempre había sido rápida, incluso desde niñita. Oí el vehículo y los disparos. Oí a los otros. Supe que le habían disparado, si había vivido lo suficiente. Corrí y corrí hasta que vomité en el césped e, incluso entonces, corrí. Corrí hasta que mis ojos veían cosas que no podían ser y oía a gente que sabía que estaba muerta. Gente como mi padre. Lo sentí levantarme por la colina y gritándome para que me diera prisa. Sentí su aliento en mi cara mientras gritaba y apretaba mi mano. Corrí hasta que vi la granja. Luego trepé y pasé a hurtadillas y me escondí en las sombras de la oscuridad. Luego me senté sola en esas sombras, demasiado aterrorizada para llorar. Demasiado aterrorizada para moverme. Pero sabía que la comida y el agua estarían esperando en la cabaña. Toda la comida y el agua que pudiera meter dentro de mí. El hambre roía mi espalda. Trastabillé por el campo
  • 22. en la oscuridad. Llegué al otro lado y escalé uno de los árboles de allí. Su rugosa corteza me recordó que estaba viva. Justo como él siempre dijo que sería, el dolor me recordaba que todavía estaba viva. Los destellos se detienen y los recuerdos se desvanecen, y estoy sola en la oscura habitación con una estatua de Jesús sonriente. Y, otra vez, el dolor me recuerda que todavía estoy viva, justo como lo hizo entonces en el gran árbol al límite del campo.
  • 23. TTrraadduucciiddoo ppoorr EEmmii__9933 CCoorrrreeggiiddoo ppoorr AAlleeee FFoosstteerr Cuando despierto, el dolor se ha ido, pero me he orinado encima. La orina está en todas partes. Mis pantalones están pegajosos y mojados. Huele a óxido como la sangre, pero recuerdo haberme orinado. Recuerdo el dolor y la presión y lo bien que se sintió dejar salir la orina. Me estoy convirtiendo en uno de los infectados. Es lo que él puso en mi brazo. Lo sé. Me había orinado y contraído. Pronto deambularé y ansiaré carne... o sólo moriré y seré devorada por los demás infectados. ¿Dónde está Anna? ¿Ha venido por mí? ¿Ha sido capturada? Necesito ser fuerte para salvarla, a menos que ella fuera realmente una alucinación. La habitación es tan oscura que no puedo ver a Jesús, pero asumo que todavía está aquí. Me pregunto si a él le dio asco que me hubiera orinado en el suelo y que sea tan débil que no pueda moverme de mi propia suciedad. Desearía que él fuera no una estatua de piedra, sino más bien un maniquí. Necesito ropa nueva limpia. La imagen de haber sido infectada y deambular por el mundo en una bata que robé de un maniquí de Jesús, me hace sonreír. Agarro una de las bolsas de glucosa y jalo la clavija que hay en el fondo de ella. Bebo el agua dulce hasta sentirme nauseabunda, y aún así me fuerzo a beber un poco más. Vacío la bolsa y la dejo caer al suelo, donde luego bajo mi cara y mis brazos. El frío del suelo de alguna manera es cómodo. Mis ojos parpadean como las luces del pasillo y sé que volveré a perder la consciencia otra vez. No tengo sueños esta vez. No recuerdo nada más sobre lo anterior. Sólo duermo y luego despierto. Cuando despierto otra vez, lamo mis labios. Se sienten cortados y agrietados. La orina está seca y cuando muevo mis piernas, se sienten atoradas en los pantalones. Estoy débil. Muy débil. Mi respiración se siente forzada. Mi corazón no se siente como si estuviera latiendo del todo. —Halla la puerta y encuentra a Anna—, me susurro a mí misma, y tal vez a Jesús. Él es como Leo. Me hace menos loca, porque con él ahí, no estaría hablando sola. Me oprimo hacia mis rodillas y me arrastro hacia donde creo que está la puerta. Tanteo a lo largo de la pared en busca del hueco donde la manilla estará. El borde de la puerta me evade. ¿Se sellaría la habitación mientras estuve dormida? Busco a Jesús en la oscuridad. Por lo que mi abuela dijo, se
  • 24. supone que él sea mi luz en la oscuridad, pero incluso mis ojos animales no funcionan en este lugar. No hay luz en esta habitación. La pared se siente como si no tuviera final. Siento como si recorreré esta pared en círculos, hasta que pierda el juicio y pase a arañazos a través de ella. Me pregunto si estoy en el infierno. Estoy siendo castigada por los errores que he cometido. No estoy realmente arrepentida por ninguno de ellos. Eso puede ser un problema. Me volteo y tanteo en busca de la estatua de Jesús. Nada se siente como si fuera a pasar demasiado rápido. El aire de la habitación se siente como si su oxígeno se hubiera succionado. Todo lo que queda es la contaminación que he hecho con cada exhalación de pánico. Mis latidos se sienten como si hubieran comenzado con un shock, y ahora mi corazón está haciendo un intento de desgarrarse de mi pecho. Es un ataque de pánico. Lo reconozco mientras mis dedos tocan la fría estatua. Mis dedos se encuentran con el frío de su bata y caigo a sus pies amontonada. Soy como sus seguidores. Los mismos que he visto salvar a los niños que lloran en las calles. Los mismos que parecen amables y gentiles, pero que de alguna manera sus ojos te hacen sentir no tan bien que digamos. —Ayúdame—, susurro, agarrándome de su fría bata. Oigo algo y levanto mi cabeza. Al principio creo que es Jesús susurrando, haciéndome temblar. Estoy a punto de convertirme en devota por los restantes segundos de mi vida, cuando me doy cuenta que el viento viene desde la puerta. Me arrastro lejos de Jesús, tanteando el suelo en busca del fondo de la puerta por donde entra el aire. Es limpio y fresco. Algo ha cambiado en el pasillo de afuera. ¿Anna? Siento el ligero soplo de aire frío, al alcanzar mis manos la base de la puerta. La recorro con mis manos hacia la manilla y me aferro a ella con todas mis fuerzas. Muevo el seguro de la puerta, hacia el mismo lado en que la manilla se mueve. Se queda atascado. Una voz le sigue al movimiento de la manilla. —Despejen aquí también. — La vibración del movimiento me impacta. —Ella fue hacia arriba. Todo lo demás está cerrado.
  • 25. Casi brinco hacia atrás gritando. Pero me forcé a estar calmada. Apoyo mis dedos en la puerta y espero. Están revisando el pasillo y buscándome. Ellos saben que me he ido. No estoy sola. El médico no estaba solo. ¿Dónde estaban cuando lo estaba matando? ¿Están buscando a Anna? Otra voz llena el aire silente del pasillo. — ¡Maldita sea!, ¿sabes lo importante que era ella? ¡Por Cristo! es una niñita. ¿Niñita? ¿Están hablando de mí? ¿Aún soy una niñita o es Anna a quien han perdido? Mi corazón ya está en pánico por la llegada de los hombres, esto no ayuda a calmarlo. Trato de pensar, pero mi estómago está doliéndome demasiado. No sé qué hacer. Si voy en busca de ellos, puede que guíe a los hombres hacia donde están. Estoy enferma y, más bien moribunda, así que no es como que yo vaya a ser de mucha ayuda. Hago una pausa a mis pensamientos cuando escucho pasos otra vez. — Tráela de vuelta o son tus vidas. — ¿Y qué con el lobo?— un hombre pregunta. Leo. Casi digo su nombre en voz alta. Está vivo. Está cerca. Arde fuego en mi vientre, pero lo rechazo. Necesito encontrarlo. Lo necesito. Las voces se alejan de mí, aquietándose. —Ella está enferma, no sabe dónde está él. No se preocupen por él… encuéntrenla. Los perdí después de eso. El pasillo está silencioso nuevamente y el viento se ha ido por debajo de la puerta. Saco otra bolsa de mi bolsillo y halo la clavija. Me la bebo completa. Sabe dulce y rancio y raro pero sé que estoy deshidratada y enferma. El veneno que él me inyectó ha enfermado pero no me ha matado. Necesito reemplazar mis fluidos. Cierro mis ojos y presiono mi cara contra la puerta. Escucho atenta los sonidos de las botas y las armas de fuego. Escucho atenta la respiración cansada, como cuando buscas a alguien. No hay nada. Las voces de los hombres han desaparecido. Los hombres que agitaron la puerta e intentaron abrirla, se fueron. Es casi como si fueran inventos de mi imaginación, como Anna.
  • 26. Quiero abrir la manilla y echar un vistazo, pero mis reglas del juego están restableciéndose lentamente y esperar es la más grande de ellas. Volteo con mi espalda hacia la puerta, mi cara hacia Jesús, y me deslizo por la puerta, Me siento y espero. La paciencia me ha mantenido viva todo este tiempo, y no la traicionaré, o a mis instintos que me dicen que espere. La ansiedad por encontrar a Leo casi me está llevando a través de la puerta. Pero sé que él no vivirá si salgo por la puerta y me matan. Solo quiero a mi lobo y el olor del bosque. Solo quiero ir a casa. Extrañamente, no pienso en la cabaña en el bosque, cuando pienso en casa. Eso me preocupa un poco. Pienso en Leo, Anna, Meg, Jake y Will, solo que no en ese orden. Yo lo forcé en ese orden. Pienso en Will y Jake constantemente, pero sé que Meg y Sarah son mi responsabilidad. Anna es lo más cercano a una mejor amiga que he tenido. Siento calidez en mi corazón al pensar en ellos. Quiero ir a casa y ellos son el hogar que reconoce mi corazón. No necesito una cabaña para esconderme. Necesito a mis amigos. A mi familia. Necesito más a Leo. Siento la ira y el odio creciendo en mí. Si le han hecho daño a un solo pelo de su pelaje… El pensamiento crea ira en mi interior. Los despellejaré vivos a todos, hasta matarlos a todos. Incluso entonces, sé que no me sentiré satisfecha. Recuerdo quién me está mirando en la oscuridad y siento que mi rostro se sonroja por la vergüenza. —Lo siento —le susurro al Jesús congelado. Imagino que él conoce la venganza que deseo. Imagino que, en un punto u otro, él ha sentido ese deseo. El deseo de acabar la miseria de otros acabando con la vida de sus atormentadores. Atormentadores que mantienen a todos de rehenes. Quiero preguntarle ahora cómo su padre pudo dejarnos a esto, pero recuerdo lo que me dijo Meg. La maldad somos nosotros. En este cuarto sus brazos están relajados y su rostro sonriente. Está ofreciendo amor, y por eso lo hemos metido en el cuarto oscuro donde nadie lo mira más. Aún así, incluso en la oscuridad, sus brazos están relajados. Incluso en la oscuridad, él me ofrece algo… compañerismo. Mis ojos se vuelven más pesados y me permito relajarme en la oscuridad, no creo que escape de ella.
  • 27. No sé cuánto tiempo ha pasado. Me despierto y abro los ojos, acostada. Estoy más hambrienta de lo que lo he estado nunca, pero me siento enferma. La bilis cae de mis labios. Toso lo más silenciosamente que puedo. Me giro y me paro usando la puerta. Abro la cerradura lentamente y escucho. No hay nada. Espero un segundo más y abro la puerta silenciosamente. No hay nada en el pasillo. Los papeles están allí pero las luces no parpadean. Las luces no están encendidas. Hay una luz al final del pasillo, haciendo que le resto tenga poca luz. Escudriño, pero no veo nada. Doy mis primero pasos en la luz tenue del pasillo. Mis pies se mueven por los papeles y el cemento frío. No puedo estar en silencio. Por más que quiero moverme silenciosamente, estoy demasiado cansada. Me apoyo contra la pared y camino torpemente. Necesito encontrar a Leo. Necesito agua y comida. Necesito tantas cosas. Se siente desesperanzador. Nunca los encontraré. No a todas las cosas que necesito. Mis bolsillos aún están llenos de bolsas de fluidos y el otro bolsillo tiene el cuchillo que robé. Lo alcanzó cuidadosamente y lo saco del bolsillo. Al final del pasillo, encuentro una puerta abierta. El aire fresco parece estar llegando de allí. Dentro hay unas inmensas escaleras de cemento. Lloro cuando las veo. Me empujo a las inmensas escaleras y comienzo a trepar por ellas. Fuerzo mi mente a callarse y a subir. No permitiré que mi cerebro me desanime o me diga que no puedo subir por ellas. Como dijo mi padre, soy una chica fuerte. Puedo correr más rápido y más lejos. No puedo dejar que mi mente me diga que no puedo hacerlo. Solo subo. Es difícil y duele, pero en mi mente estoy en el bosque con Leo. Él está de pie junto a mí. Mi arco está en mis dedos. Puedo sentir una ligera brisa en mi rostro. Puedo sentir cosas en el aire. Libertad y paz. El aire comienza a oler. Puedo oler personas y comida. Puedo oler los pueblos. Mi cuerpo sabe que la comida está allí y empujo más lejos. Subo las escaleras con ferocidad y fuerza que no sabía que me quedaba. Puedo sentir el agua bajando por mi garganta parcheada. Puedo sentir la carne entre mis dientes. Ni siquiera me importa qué clase de carne… solo carne rostizada que deje un sabor de hecho a la parrilla en mi boca. Las luces se vuelven más fuertes cada vez, cuando más alto subo. Cuando llego a lo alto de las escaleras, lloro con más fuerza, pero mis ojos
  • 28. están secos. Hay una puerta enorme. Tropiezo hacia ella y tomo la manija plateada en mis manos. No me fijo qué hay detrás de ella. La atravieso. Salgo a un callejón. Hay un contenedor de basura a mi lado. Luce como los de las granjas reproductoras. El edificio frente a mí es enorme y roto, como en las ciudades. El viento está lleno de olores. Gente, comida, aguas residuales, polvo, y ciudad. Recuerdo el olor de antes. Recuerdo lo de antes. Me vuelvo en círculos y me doy cuenta de que estoy rodeada. Los edificios rotos están por todas partes. Estoy en una ciudad real. Una ciudad destruida. —No. —susurro y miro alrededor, horrorizada. Veo basura mi derecha y me encojo. Bajo la mirada hacia mí para ver que los pantalones que robé están cubiertos de sangre y una mancha por la orina. Estoy cubierta en sangre seca y vieja. Yo sacudo la cabeza en un tic y caigo de rodillas. He estado sangrando de alguna parte. La sangre en mis pantalones es vieja y seca. Es marrón y espesa. Mis manos también están cubiertas. Está quebrada y descamada. Me levanto y camino a lo largo del callejón. No veo gente, pero sé que los infectados viven en las ciudades. Soy como carnada viva. Apesto a sangre vieja y orina. Estoy demasiado cansada para combatirlos o correr. Aprieto el cuchillo en mi mano y me tambaleo. Siento una mano en mi brazo. Sacudo débilmente al dueño. Veo a un hombre con un viejo carrito de compras lleno de papel y mantas. Esboza una sonrisa vieja. —Entra. —dice él. Comienzo a caer pero pone mi brazo sobre sus hombros y me empuja al carrito. Agarro el metal con las manos y le dejo que me ayude a meterme. No entiendo qué está haciendo, pero estoy cansada de caminar. Veo una cosa roja volando por sobre mí y entonces veo algo. Hay un brillo rojo todo a mí alrededor. —Jesús me salvó. —digo yo. No sé por qué. —Relájate niña. Solo échate. Ya casi estamos en casa. Casa.
  • 29. Esa palabra significa tantas cosas extrañas para mí. El carrito se tambalea por el suelo y yo trato de imaginar cómo luce el hogar para él.
  • 30. TTrraadduucciiddoo ppoorr EEnnii CCoorrrreeggiiddoo ppoorr MMaarriiiiss La casa es una pequeña habitación rodeada de cemento. Es un pequeño rincón tranquilo donde no escucho a los infectados, a los saqueadores o a los otros. Él no sonríe. —Hiciste un terrible desastre niña. El doctor era un hombre bastante importante. Te están buscando. —Su voz es tranquila. Él me asusta. Parpadeo y miro fijamente. Estoy perdida hasta que lo oigo. —Emma. Mi cabeza se mueve bruscamente alrededor. Me levantaría y correría hacia ella también, pero no puedo moverme. Todavía estoy herida en muchas maneras, pero la principal comienza a sanar en el segundo en que veo su rostro. Ella se precipita hacia mí y envuelve sus delgados brazos a mí alrededor. Entierra su cara en mi cabello. Agarro su cuerpo tembloroso. —Eres real —susurro. Se echa hacia atrás, su rostro lleno de lágrimas y sus chispeantes ojos azules sanan algunas grietas dentro de mí. —Por supuesto, nunca te dejaría aquí. He estado buscándote por semanas. — Me estremezco. — ¿Sarah, Meg? Me interrumpe y sonríe débilmente. —Únicamente tú desapareciste. Tú y Leo. Sarah y Meg están en el lugar donde las dejamos, seguras. —No menciona el retiro. Esta siendo cuidadosa alrededor de él. Suspira y continúa—: Me asusté mucho cuando no podíamos encontrarte. Asumimos que te habían llevado. No sabíamos quién, pero vimos los camiones irse. Asiento y trato de ignorar la conmoción que todavía me paraliza. —Marshall —digo en voz baja, echando un vistazo al hombre en la esquina. Asiente. —Will se imaginó que él os había traicionado a ti y a Leo. Que te vendió a los militares. Regresamos al campamento, pero Marshall no estaba allí. Sus amigos
  • 31. dijeron que Marshall lo hizo para liberar a las mujeres; eras la que ellos buscaban. Eras un peligro para el campamento y te cambió por las mujeres sanas normales. —Pone los ojos en blanco—. Está loco. Asiento lentamente, quema y duele. Me intercambió por todas esas mujeres y sus bebés. Ella sonríe. —¿Estás bien? Quiero asentir y decirle que sí, pero no lo estoy. Puedo sentirlo. Me permití ser fiel a mis sentimientos. Ella es mi nosotros. Niego con la cabeza y miro hacia abajo. Envuelve sus brazos a mí alrededor —Lo estarás. Mi sentido común esta desacelerándose, arrastrándose alrededor de mi mente, revisando los hechos que tengo. —¿Quién es él? —murmuro. Se encoje de hombros. —Me encontró, necesitaba que lo ayudara a encontrar a una chica. Nos dimos cuenta bastante rápido que buscábamos a la misma chica. Me había separado de los demás y me escondí. Luego, me encontró, y me mostró donde podía encontrarte. Necesitaba que pretendiera que era una enfermera, pero entonces el doctor me hizo irme antes de que pudiéramos rescatarte. —Se ríe suavemente—. Entonces, claro, te escapaste por tu cuenta. Así que pensamos que estabas escondida y esperando a que los militares se fueran. Cuando lo hicieron, vinimos por ti. Fui por un lado y él por el otro. Él te encontró. No es algo que hubiera hecho. No acepto ayuda de extraños. Es la diferencia entre ella y yo. Él mira alrededor y habla en voz baja. — Tenemos que permanecer aquí por unos días más. Tuviste suerte de que te yo te encontrase primero. Te busqué por todos lados. Niego con la cabeza en la penumbra del pequeño espacio. — ¿Quién eres? — Un amigo. —Coge una lata y toma un bocado. Miró a Anna pero ella niega con la cabeza — Tienes que salir de la ciudad.
  • 32. — ¿Dónde estamos? —No puedo saberlo a ciencia cierta desde la pequeña habitación de hormigón. Es como una choza en un pueblo con tablones y paredes de concreto. —Spokane. Me froto los ojos y trato de enfocarme en ellos. —¿Dónde? Anna se ríe —Dije lo mismo. Estamos en Washington, por la costa oeste. Estornudo y envuelvo los brazos a mí alrededor —¿Cómo llegué aquí? ¿Por qué nos estás ayudando? ¿Cómo sucedió todo esto? ¿Por qué Marshall me traicionó de esa manera? ¿Porque los desafié? Anna se ve confundida, pero los ojos del hombre me miran con suspicacia. Él pregunta con nerviosismo—: ¿Qué recuerdas? Niego con la cabeza —Nada. Marshall me traicionó y luego desperté en una mesa fría de metal. Asiente y come de su lata. Anna me sostiene como si nunca pudiera dejarme ir. Estoy bien con eso. El agotamiento me está atacando de nuevo. Él no me mira cuando habla —Te ves hecha polvo, niña. Duerme. Tienes que abandonar la ciudad en un par de días. Descansa ahora. Sacudo la cabeza y lucho contra un bostezo. —No, no estoy cansada. Anna se ríe y mis ojos se cierran por sí solos. Cuando me despierto de nuevo, el hombre está de pie, mirando alrededor de una esquina de concreto cerrada con tablas. Anna está durmiendo a mi lado. Parpadeo y siento la humedad entre mis piernas otra vez. Oigo con claridad los ruidos de lo que sea que él este viendo. Contengo la respiración, busco armas y posibilidades. Sus ojos no dejan de mirar la esquina. Observa y espera. Los ruidos no se acercan. Después de mucho tiempo, se da la vuelta y sonríe. Susurra—: Creo que
  • 33. estamos bien. —Baja la mirada hacia la pila de sabanas en donde estamos durmiendo. — ¿Te orinaste? Estoy avergonzada y asustada. Bajo la mirada y asiento — Lo siento. No sé que está mal conmigo. Sacude la cabeza — El catéter y un aborto involuntario. No es raro tener problemas de vejiga después de eso. Sólo tomara un par de días para desaparecer. Levanto la mirada. Lo conozco. Juro que lo hago. Me pasa un cambio de ropa limpia y una botella de agua — Límpiate. Esperaré por allí. Tomo el pequeño bulto y frunzo el ceño — ¿Por qué me estás ayudando? Se ríe, es triste y débil. —Conozco a tu padre, demasiado bien. — ¿Lo conoces? ¿Cómo? ¿De la tienda de alimentos saludables? Sus ojos oscuros brillan. Niega con la cabeza —Lenny no era tu padre, Emma. Era tu tío de lejos, supongo. —Se da la vuelta y se aleja dejándome con esa masiva declaración. Mi boca está abierta. No sé que decir o que hacer. Apesto a Orina y a sangre vieja y oxidada, y Lenny no era mi padre. Espera, ¿dijo aborto? He tenido días malos, muchos de ellos. A veces semanas. Este es el peor día. Miro a Anna y estoy contenta de que al menos ella está durmiendo. No escuchó todas esas palabras y las posibles mentiras que estaban en ellas. No puedo detener las lágrimas que inundan mis ojos. Trataron de aislarme del mundo. Intentaron protegerme de conocer la verdad. ¿Lenny no era mi padre? Sacudo la cabeza, él era mi padre. Lo era. Me sostengo sobre mis piernas débiles con espasmos bruscos y me quito la ropa. Están pegadas a mi cuerpo y apestan. Tomo el agua y me enjuago, lo mejor que puedo. El peor día de mi vida. Al menos la tengo a ella y pronto tendré a Leo. Escurro lo último del agua en mis labios agrietados y resecos y camino a través de la entrada tapiada de la pequeña choza. Él está sentado en un bordillo en una esquina. Realmente me dio el espacio que necesitaba para cambiarme y limpiarme.
  • 34. Estiro las piernas y siento como mi cuerpo vuelve a su lugar. — ¿Dónde estamos? —susurro. —En un estacionamiento multi-pisos. Así es como estacionábamos nuestros autos en los viejos tiempos. Estos edificios fueron hechos para que las personas guardaran sus autos mientras estaban en las ciudades. Este es el nivel superior. Encontré esta pequeña choza hace un tiempo. Me mira y sonríe. Sus ojos oscuros lucen cansados —Así que, ¿qué parte quieres oír primero? Niego con la cabeza — ¿Aborto involuntario? —El tema del padre es irrelevante. Mi padre está muerto. ¿Qué importa ya quién era? Nunca me mintieron acerca de quién era mi madre. Me entrega un paquete pequeño y señala—: Tenemos que empezar a movernos. Hablamos y caminamos, ¿está bien? Asiento —Entonces déjame ir por ella. —Entro y hablo en voz baja —Anna, vamos afuera. Ella se queja — ¿Tengo que hacerlo? —Sí, date prisa. —La oigo revolverse. La dejo y voy de vuelta a donde esta él. El concreto a nuestro alrededor está quebrado por las bombas y la decadencia. Es como un edificio viejo viniéndose abajo. No me siento cómoda en absoluto. La luz que se filtra es opacada por los arbustos y enredaderas. Le echo un vistazo y trato de recordar de dónde lo conozco. — ¿Quién eres? —Vincent Fitzgerald. Un amigo de tu padre. Tu verdadero padre. También conocí a Lenny. Le advertí que se fuera. Me enteré de las granjas reproductoras, así que le dije que se asegurara de llevarte lo más lejos posible. —Habla mientras paseamos a través del estacionamiento en ruinas—, tu aborto espontáneo, en realidad fue un aborto. Fue intencional. Nunca antes habían fecundado a alguien como tú. La granja reproductora en la que estabas, ni siquiera sabían lo que tenían. Frunzo el ceño. — ¿Qué quieres decir? —Los ojos de Anna se iluminan. Mira de un lado al otro entre nosotros, sobre todo porque llegó a media conversación. Él sonríe.
  • 35. —Tú. Eres diferente. Tu madre estaba casada con tu tío. Tu padre drogó a tu madre y la dejó embarazada con el primero de los bebés Gen para el Programa Semilla. Eres como los bebés de las granja. Usó su propia esperma para hacerte. Ella no tenía idea de lo que estaba pasando. No entiendo. Miro alrededor insegura. El cemento se está desmoronando y las viejas manchas de sangre y restos me están volviendo loca. Esto no es exactamente la clase de lugar para dar un paseo y charlar. Pero lo hacemos, rodeamos las esquinas y caminamos sobre los escombros. Cada rincón parece tener el mismo aspecto, concreto roto y paredes derrumbadas con ventanas enormes sin vidrio. Niego con la cabeza. —Entonces, mi padre, Lenny, era mi tío. Mi tío, el que nunca conocí, era mi padre, pero en realidad ¿soy un bebé de un tubo de ensayo como los bebés de las granjas? Asiente — Así es. Miro a Anna, quien sonríe como Jake y me da un codazo —Eso explica algunas cosas, ¿eh? Frunzo el ceño y la ignoro. — ¿Por qué me hicieron creer que Lenny era mi padre? Él sacude la cabeza. — ¿Sabes por qué nunca se te permitió ver a tu tío? Asiento. —Tuvo un romance con mi madre. Mi papá lo odiaba. Así que mis abuelos también lo hacían. Sacude la cabeza. —No conozco la historia completa, sólo que ellos huyeron contigo. Lenny, tú y sus padres. Lenny te crió. Todos ustedes vivieron, más o menos fuera de la red; Michael no pudo encontrarte en ningún lugar. Lenny era bueno en eso. Cierro mis ojos con frustración y confusión agitando mis manos. —Bien, pero, ¿y el aborto espontáneo? ¿Por qué hicieron que perdiera el bebé, si me fecundaron en las granjas reproductoras? Estoy perdida. Completamente. Tengo los nervios de punta y mi cuerpo no es lo suficientemente fuerte para la lucha, definitivamente tendríamos algo planeado si estuviéramos en una ciudad. Se detiene y me mira con tristeza.
  • 36. —Experimentos. Los doctores querían ver cómo sería un bebé de reproductora en un bebé Gen. El doctor del campamento en el que estabas con Marshall, hizo una prueba de embarazo cuando regresaste allí. Supongo que es una cosa de rutina para las chicas que dejan los campamentos de crianza, no es que muchas lo hagan. — Marshall nos dijo que el doctor descubrió que estabas embarazada. Marshall sabía que eras especial, no sé como lo supo. De todos modos, el dijo que no podía arriesgarte estando embarazada alrededor de todas esas personas. No sabía que clase de niño tendrías, o que clase de embarazo. — Marshall te llevó a nuestra unidad cuando se enteró. Habíamos trabajado con él antes de que huyera. Se había mantenido en contacto con algunos de nuestros doctores. —Te habría salvado antes que los otros doctores estuvieran tan emocionados por ver lo que podías producir. Eres una chica especial, Emma. Suspiro, asqueada por todo. —Eso me han dicho. Debería oír las tonterías sobre mí siendo un pájaro de mal ahuero. Estúpida mierda sobre el ave fénix. Estúpida mierda sobre padres. Estúpido aborto. Él apunta hacia la rampa oscura que desciende hasta el otro nivel. —Vamos por ahí. Anna agarra mi mano y la sostiene con fuerza. Ignoro su calidez y dejo de caminar también. —Necesito a mi lobo, antes de dejar la ciudad. Su rostro se arruga. —No podemos salvarlo. Están haciendo experimentos con los animales para ver por qué algunos de ellos son inmunes. Mis manos vuelan hasta su garganta y aprieto. Entrecierro mis ojos. —Lo necesito. Sus ojos sobresalen. Él asiente y lame sus labios. —Esta es la razón por la que Marshall nos llamó. Tienes las tendencias de los bebés Gen, ira incontrolable, comportamiento impulsivo, y fuerza irreal. Él tenía miedo de dejarte con la gente del campamento, sobre todo embarazada.
  • 37. Eso me lástima, el nombre de Marshall, y el hecho de que sea un bicho raro que es un peligro para los rebeldes. Lo miro y bajo mi mano. —Entonces no me molestes. O tu destino será el mismo que el suyo. —Em, cálmate. Encontraremos a Leo. —Anna sostiene mi otra mano. Él cruza el amplio espacio hacia el borde del edificio y mira a través de la hierba de vid que cuelga sobre el concreto desmoronado. Señala hacia la parte más alejada de la ciudad —Es por allí. Él estaba en un edificio diferente al tuyo. Justo fuera de la ciudad, al otro lado de las áreas infectadas. —La vista es perturbadora. Edificios destruidos, un montón de vegetación tupida y escombros. Estoy perdida. Perdida en todo esto. Necesito la tranquilidad del bosque y el pelaje de mi lobo. Suspiro y lo miro confundida. — ¿Por qué nos estás ayudando? Se ve herido. La pregunta lo lastima, creo. —No teníamos derecho de experimentar con el ADN hasta ese punto. Los bebés Gen invaden las nuevas ciudades. Son horribles. No pueden ayudarse a sí mismos. Echamos a perder algo que ya era perfecto. Dios y Darwin tenían razón. La selección natural era una necesidad y el hombre ya estaba hecho de la manera en que debió haber sido. De repente se ve absorto. —La ciencia y la tecnología fueron el final de todo. Las creamos para que todos viviéramos más de forma antinatural pero comimos alimentos químicamente alterados y obtuvimos el cáncer. Vivimos vidas artificialmente alteradas, acabamos los recursos naturales y contaminamos todo. —Me echa un vistazo y suspira—, el año que decidieron poner en práctica el plan para salvar el planeta, literalmente tuvieron que escoger entre el hombre y la tierra. Un gran grupo de funcionarios se sentó en una habitación por veintiocho días y discutieron. La tierra o el hombre. No puedo siquiera imaginar, tener que hacer una elección como esa. Pero ellos la hicieron. Hicieron la elección y reiniciaron todo. Estaba a bordo hasta hace poco. Ahora estoy en contra de todo aquello. Sí, tuvimos que restaurar la tierra, no hay duda de ello. Pero los bebés Gen, los militares, los criaderos y las granjas de trabajo están mal. No es la visión que compartieron con nosotros originalmente. Dijeron que las seis ciudades se basarían en la creación de personas que se preocuparan por el planeta. Construiríamos a partir de los escombros y crearíamos armonía. —Se ve tan apasionado y destruido, todo al mismo tiempo—, no hay armonía. Reunieron a los negros, asiáticos y sudamericanos y los enviaron a casa. ¿A casa? Son americanos, por amor de Cristo. Dios ayuda a cualquier persona con piel oscura, o incluso con una ligera inclinación de los ojos, o cualquier clase de acento. —Suspira—, sin embargo, tal vez es mejor allí. Quizás los lugares a los que fueron son mejores que este. —Se desploma y me siento enferma. No por él. Por mí. Es un viejo amargado con una consciencia culpable. Estoy jodida.
  • 38. Suspiro y miro a Anna. También se ve perdida. Me apoyo contra la pared y pienso en todo esto. — ¿Así que estuve embarazada como por un minuto? ¿Mi lobo está siendo retenido porque es inmune? ¿Soy un bebé mutante de una granja reproductora? ¿Mi padre es mi tío y mi tío es mi papá? —Lo miro—, ¿y estás enojado porque el mundo está lleno de gente de mierda racista que miente y lastima a los otros? Niega con la cabeza soltando una risita. —Eso es todo. Anna se inclina a mi lado y cruza los brazos. — ¿Entonces su padre hizo lo de los bebés de reproductoras? Ella me mira. Siento una nueva enfermedad. Mi propia carne y mi sangre son el motivo por lo que todo esto está sucediendo. Miro a Vincent frunciendo el ceño. —¿Cómo lo detenemos? Lame sus labios. —Imposible. Pero me alegro de que no te tenga. Dios sabe lo que habría hecho. Lo miro y estudio su rostro. Él es débil. No va a ser de ninguna utilidad. — ¿Sabes lo que debes hacer? Abandonar a las otras personas y ganarte una vida a duras penas en algún lugar tranquilo —digo y bajo la mirada a mis pies doloridos. Extraño mis botas. Me pregunto cuánto tiempo me tomara conseguir unas nuevas. Anna se ríe. —Conocemos un agradable lugar a donde puede ir. Pero en serio, probablemente, no debería contarle a nadie esa aburrida historia del bebé-semilla. Él se ríe, pero suena agotado. — ¿Estás casado? —pregunto. Niega con la cabeza. —No. Ella se fue. Huyo para vivir en las montañas. —Nos sonríe amargamente—. Para ganarse la vida a duras penas. Anna le devuelve la sonrisa. —Mujer inteligente. No puedo decir que la culpo. Pareces aburrido y bastante lleno de mierda. Se ríe de nuevo y me hace pensar en Jake. Le di a Anna una mirada de reojo.
  • 39. —Has dicho que te separaste de los otros ¿A dónde fueron? ¿Quién estaba allí? Ella mantiene su sonrisa. —Jake y Will. Hice que Meg se quedara atrás, ella estaba completamente enojada. Dijo que ya tenía casi dieciséis años por lo que se le debería permitir que decir. Le dije que no. Jake y Will fueron a buscar comida y algunos infectados vinieron, así que corrí. No pude regresar por ellos, por lo que seguí buscándote. Entonces me encontré con él. Will y Jake estaban en la misma ciudad que yo. Están cerca. Eso hizo que mi corazón se saltara un par de latidos. Me quedo paralizada cuando oigo un ruido que no viene de nosotros. Vincent me mira con pánico en sus ojos. Presiono mi espalda a la pared y espero. Ellos hacen lo mismo. Las voces hacen eco en las paredes rotas. No sé por cual dirección vienen. No respiro. Escucho. Hombres hablando, riendo. Obviamente no están infectados. — ¿Cuántas armas tienes? —susurro. Sacude la cabeza. —No las suficientes. Suspiro. —Grandioso. ¿Tengo alguna clase de poderes mágicos como los superhéroes? —mascullo y echó un vistazo más allá de la pared. Tres hombres se apoyan en la pared de cemento en el área donde estábamos caminando. Vincent sacude la cabeza. —No. Tu clase se cura rápido. Tienes una increíble fuerza y velocidad. Eso, combinado con tu falta de control sobre tu temperamento, es obviamente peligroso. Aprendes con rapidez y recuerdas mejor las cosas. Procesas las cosas más rápido y sientes las cosas con mayor fuerza. Nada de eso va a sacarnos de este lío. Lo fulmino con la mirada. — ¿Cómo eres un científico siendo tan estúpido? Pensaba que los científicos eran los genios, pero no lo eres. Estás loco. Es por eso que Lenny te odiaba. ¿Por qué harías algo como eso? Es estúpido.
  • 40. Les echo un vistazo a los hombres alrededor de la esquina. De repente uno de los tres ya no está. El latido de mi corazón se acelera un poco. ¿A dónde ha ido? — ¿Un arma, un cuchillo, lo que sea? —susurro. Saca una larga cuchilla desde atrás de su espalda. Aún me siento devastada, pero el tener la cuchilla me hace sentir un poco mejor. La agarro y miro a Anna. —Quédate aquí con él. Ella frunce el ceño. —Puedo ayudarte. Pongo los ojos en blanco. —No esta vez, ¿de acuerdo? Se ve enojada, pero parpadeó hacia él. Ella asiente. Sabe que tiene que quedarse con él y asegurarse de que es de fiar. Realmente no quiero que ella este cerca de algo. Podría infectarse. Prefiero ser yo. Miro de nuevo a los hombres y veo que el tercer hombre está de regreso y se sube el cierre de sus pantalones gruesos. La calidez del verano esta sobre nosotros. Desearía poder cerrar mis ojos y estar de vuelta en el charco de nadar en el retiro. En lugar de ello, estoy en medio de una ciudad destruida, rodeada de malas posibilidades. Me gustaría tener esas pistolas. Observo a los hombres por un segundo y renuncio al mini plan que tenía. Lo abandono y señalo el camino opuesto —Vamos por ese otro camino. Tienen armas. —Podemos salir por el otro lado del estacionamiento, pero hay más infectados por allí. Los he visto antes. —Él me da una mirada de soslayo. Siento la molestia y el miedo saliendo de mí. Al menos alimenta el fuego dentro de mí. Él levanta la mano. —Oye, sólo estoy diciendo. No va a ser fácil por ese camino. Cuando te traje aquí, llegue por ese camino. —Señala hacia los hombres. Sacudo mi cabeza. —No vamos a tener oportunidad con ellos. —Me gustaría que pudiéramos toparnos con Jake y Will. No me gusta no saber donde están. Se siente como si estuvieran en mi lista de tareas pendientes.
  • 41. Caminamos por otra esquina y bajamos a otro nivel, en donde hay más oscuridad. El concreto roto y las vides espesas hacen que sea más difícil ver. Los niveles por encima de nosotros se derrumbaron, en algún momento, e hicieron un enorme desastre en la oscuridad donde estamos caminando. Me subo sobre un gran pilar roto y trato de hacer funcionar mis ojos de animal. La oscuridad se mueve, incluso cuando no hay nada allí. Odio este lugar. Extraño el bosque. Echo de menos los pájaros. Aquí en la oscuridad, nada te advierte. Espera a que te mueras para así poder comerte también. Mis pies aplastan y patean cosas que no puedo ver. Anna camina a mi lado, en silencio. Sigue siendo la mejor compañera de caza que una chica pueda tener. Sus pies detrás de nosotras son fuertes. Él me recuerda a Jake, tal vez no sea el mejor en supervivencia. Alejo mis pensamientos de ellos y escucho. Si los infectados, los otros o los militares me atrapan, estoy muerta. Mi mejor oportunidad es quedarme tranquila. Caminamos a lo largo de una pared en la oscuridad donde los autos están estacionados, pareciendo esqueletos podridos. Algunos de ellos aplastados por los escombros. Puedo ver desde la poca luz que se filtra a través de las vides en el extremo más alejado del estacionamiento. Le doy a Anna una mirada. Ella asiente y camina lentamente a través del concreto roto hasta el borde, donde las vides son más espesas. Las aparta y echa un vistazo mientras observo a Vincent. Casi la devoran; son tan densas, como un bosque real. Me mira y señala. Camino adelante, mirando a través de las vides espeluznantes y los arbustos, y veo que estamos casi a nivel del suelo. Estamos solo a un piso de arriba. El callejón por debajo de nosotros está plagado de infectados. Ella retrocede y me mira. Miro a nuestro alrededor. No podemos salir de nuestro escondite. Los coches están podridos, y además, las calles son prácticamente intransitables. Echo un segundo vistazo, notando que la parte situada más a la izquierda del callejón está vacía. Los infectados se mueven lentamente, en comparación con nosotros. Nos olerán, a menos que podamos obtener alguna clase de carnada. Mi cerebro proyecta a los hombres. Ya están cerca del lado izquierdo del estacionamiento. Trago saliva y miro a Anna. —Ya vuelvo. No se muevan a menos que tengan que hacerlo. Voy a hacer una carnada. Ella hace una mueca y asiente.
  • 42. —Está bien. Me quedaré con él. —Gracias a Dios, no quiero tener una pelea con ella. No quiero decirle que valoro mi vida menos que la de ella y que me niego a dejar que tenga la fiebre. Vincent parece confundido. Me doy la vuelta y corro, tan silenciosamente como puedo, por la parte de atrás del estacionamiento y subo la rampa donde los oigo. Me deslizo contra un carro destruido y espero. —Un concierto de U2. Fui con mi novia. Tenía dieciocho y ella diecisiete. Fumamos un montón de hierba y fuimos. Todo empezó alrededor de dos semanas después. El mejor recuerdo. —Un hombre está hablando a la derecha sosteniendo un rifle. El otro hombre asiente. —Muy bueno, hombre. Sí, el mío es una barbacoa. Nos imaginamos que la última de la temporada. Todo mi equipo vino, nos emborrachamos y hablamos de deportes y mierda. Mi esposa, su nombre era Trish. Hizo las mejores hamburguesas del mundo. Me comí cuatro. Pensé que iba a morir. Muerdo mi labio y espero. Puedo sentir mi estómago apretarse cuando pienso en eso. Personas normales compartiendo recuerdos normales y estoy a punto de matarlos. A menos que me maten primero. Debí haber muerto ayer y no lo hice. Tengo un tiempo prestado y el mal presentimiento no me ha dejado todavía. Sus pies hacen sonidos de arañazos, ni siquiera son cuidadosos. No deben estar en alerta máxima. No deben estar buscándome. Me deslizo a lo largo del coche y me siento en la parte de atrás, esperando que pasen. El tercer tipo debe estar haciendo algo de nuevo. Es el primero por quien voy. Caminan más lejos, paseando y compartiendo. Los observo, esperando el momento. Ambos están en buena forma, pero están en una mala posición, y sujetan mal sus armas. No se están tomando en serio el asunto. Me dan la espalda y se inclinan con desinterés. Me arrastro hacia el coche de al lado. Es el último coche antes de la esquina. Los miro de nuevo. Todavía están hablando y riendo. Frunzo el ceño. Los infectados están en un nivel alejado de ellos, y ellos están hablando de la mierda que echan de menos. Comienzo a correr rápido y silenciosamente. No es ni de cerca tan rápido como debe ser, pero tengo que hacerlo. Llego a la esquina y lo siento. El frío malvado se establece. Las frías calculaciones empiezan a formarse en mi cerebro. El tercer hombre tiene que morir. Necesito una carnada. Miro hacia atrás alrededor de la esquina, pero los hombres siguen hablando.
  • 43. Trago y camino hacia el borde donde está el hombre. Aún está allí. Él también, luce como si no se estuviera tomándose en serio el trabajo. Está apoyado en su arma, mordiéndose las uñas. ¿Quién entrena a esta gente? Tal vez mi verdadero padre es demasiado confiado. Él no se siente amenazado. Me siento enferma al pensar en eso. Mi propia familia participó de alguna manera. Mi padre debió haber sido un científico también. Mi mamá debió haber sido una completa idiota. Me deslizo por la pared y me arrastro, apartando todos los pensamientos que tengo. Mi estómago es una bola de nervios y mariposas, pero quiero esa arma. Este lado del estacionamiento ha sido destruido completamente. Es una avalancha de grava y concreto destrozado. Realmente sería el camino más fácil para venir. Suspiro caminando sobre los escombros, hacia el suelo donde él está. Finjo una cojera y me sostengo el estómago. El cuchillo está en la parte trasera de mis pantalones, esperando. Me quejo suavemente. No hay forma de que pueda acercarme sigilosamente a él desde aquí. Subo al borde del concreto roto y me tropiezo con el escombro desmoronado. Sus ojos se levantan. El disgusto y la confusión se establecen. Frunce el ceño mirándome. —Detente. Niego con la cabeza. —Señor, por favor, ayúdeme. Comí algo que encontré y creo que estaba dañado. Hace una mueca con los labios. —Detente, quédate donde estás —Levanta el arma y me apunta. Mi estómago se tensa. Podría vomitar, estoy tan nerviosa. Sacudo la cabeza. —Mi padre es uno de los jefes militares. Me perdí y me escondí de los infectados. Por favor, ayúdeme. Sostiene con fuerza su arma y la sacude frente a mí. —Deja de caminar, perra. Me detengo y me agacho. No me gusta que me llamen perra. Sostengo mi estómago y finjo unas arcadas. No tengo que hacer mucho esfuerzo. Usé esto una vez. Se acerca mucho más, lo suficientemente cerca. — ¿Cuál es el nombre de tu padre?
  • 44. — General…General… —hago como si fuera a vomitar y eructo. Se acerca para escuchar mis palabras suaves. Me epujo y agarro el arma, golpeándolo con ella y levanto el cañón. Lo golpeo en el pecho removiendo sus dedos del gatillo. Saco la pistola y la giro. Lo golpeo ligeramente en un lado de la cabeza. Saco la cuchilla de mi bolsillo trasero, y con un solo movimiento, la deslizo a través de su yugular. La limpio en sus pantalones y cae. Me echo el arma al hombro y lo arrastro por el callejón tan rápido como puedo. Mis entrañas me están matando. Rodeo la esquina donde están los infectados. Los observo dando vueltas alrededor mientras lo arrastro. Todavía está balbuceando y gorgoreando. Me detengo y rebusco en sus bolsillos. Tiene una cuchilla pequeña, una botella de agua, una foto que no dejo que mis ojos vean, y un montón de balas para el arma. Los meto en mi bolsillo junto con el cuchillo y me levanto. Miro alrededor. Los infectados están merodeando más abajo. Me agacho y tomo un pedazo de concreto roto y lo arrojo por el callejón. Aterriza en medio de varios de ellos. Lo miran y se agachan. Suspiro y cojo otro. Lo arrojo en el mismo punto y golpeo a uno de los que están agachados. Se levanta y mira con su rostro ensangrentado y sucio. Hace un gran gemido. Me estremezco pero le lanzo otro pedazo. Los que están a su lado empiezan a quejarse también. Me volteo y corro de vuelta al otro lado del edificio. Me falta el aire, mis nervios están de punta, y estoy temblando, pero trato de permanecer completamente inmóvil. Los altos gemidos se convierten en gritos irregulares mientras se acercan al hombre muerto. Es la tercera vez que lo hago. Me destruye por dentro, pero somos nosotros o ellos y no sé donde están todos los nuestros. No sé si están a salvo. Mis manos encuentran su camino a mis oídos cuando empiezan a rasgar. Mi respiración es irregular como sus gargantas. No tengo tiempo para esperar y esconderme. Me doy la vuelta y corro de vuelta por donde vine. Deslizo mi cuerpo contra la pared donde me arrastré y me escondí. Los hombres ya deberían estar aquí pero no los oigo. ¿Son realmente tan estúpidos, como para sentarse en un estacionamiento rodeado de infectados y charlar? Estoy a punto de arrastrarme por el concreto pero mi estómago hace su cosa que me hace detenerme y esperar—como si supiera que algo que yo no. Me quedo inmóvil y espero. — ¡George! —uno de los hombres grita por encima de mí, dentro del estacionamiento. —Maldita sea, George. ¿Dónde estás? —grita el otro hombre. Mi piel se estremece. Trato de no pensar en la barbacoa y en lo que sea que fuera U2. Trato de no imaginar sus recuerdos mientras tengo el rifle en mis manos. Contengo el aliento y mi espalda, apretada contra la pared.
  • 45. —¡Mierda! —grita un hombre y el escombro se empieza a mover. Se va corriendo hacia la colina. El segundo hombre hace lo mismo. A medida que llegan a la parte inferior de la colina y rodean la esquina hacia donde su amigo está siendo devorado, trepo por ella. Corro, sin mirar atrás. Mis dedos se clavan en la pared rota del estacionamiento, mientras regreso al nivel donde ellos estaban. Oigo disparos cuando llego más allá de los autos. Estoy temblando y cansada pero mi adrenalina se dispara. Mis pies golpean el concreto cuando rodeo la esquina. Me detengo y echo un vistazo atrás. Nadie está siguiéndome. Respiro con dificultad como los infectados. Probablemente esté infectada. Mi garganta probablemente se convierta en ruinas. Los disparos siguen sonando en el aire. Salto sobre el concreto y me arrastro debajo de los pedazos rotos, mientras corro hacia donde Vincent y Anna están de pie inmóviles en la oscuridad. Casi no los encuentro, pero ella tiene las vides entreabiertas. Él me mira y sacude la cabeza. — ¿Qué eres? No eres como los otros niños Gen. Frunzo el ceño. —Soy una chica. Una chica muy cabreada. — No tengo una respuesta. Él asiente. —Una chica. Anna pone los ojos en blanco. —No la has visto con su lobo y una pistola en cada mano, o mejor aún, su arco. Trago, mi estómago todavía está ardiendo, y tengo que orinar de nuevo. Aparto las vides y miro hacia los muertos infectados. Los hombres se están multiplicando y disparándoles en la cabeza donde están tirados, por si acaso. Es la primera cosa inteligente que les veo hacer. —Necesito a mi lobo y tenemos que salir de aquí —susurro. —No abandonaremos a Leo, Em —Anna frota mi brazo. Asiento. —Lo sé. Vamos a encontrar a Jake y a Will. Ella traga y niega con la cabeza. —Tenemos un lugar de encuentro fuera de la ciudad. —No dice nada más. Sé que no lo hará, no en frente de él. Los otros infectados han comenzado a entrar por las esquinas por donde están los muertos. Ahora el lado izquierdo está lleno, pero el lado derecho del estacionamiento está vacío. Él señala el callejón pequeño y estrecho. Asiento. Corremos hacia el lado derecho y bajamos por los escombros y pilares rotos.
  • 46. Cuando mis pies tocan el suelo otra vez, casi me derrumbo. Estoy sudando y mi cuerpo no deja de temblar. Rodeamos la esquina. Uno de los infectados está merodeando cerca del callejón. Pongo el dedo en el arma pero sé que atraerá a los demás. Trago con fuerza y pongo mi camisa sobre mi cara. Me entra el pánico y trato de idear otra opción pero no hay otra. Miro atrás a Vincent y Anna. —Quédense aquí. —Mirarla me pone enferma. No puedo dejar que este alrededor de los infectados. Miro de nuevo hacia el gran hombre infectado y trato de formar una especie de plan. Si lo consigo, también ella lo hará. Las paredes de la ciudad se cierran sobre mí mientras busco otra salida. Tomo un respiro profundo y trato de elaborar estrategias. Si no respiro y me lavo inmediatamente, podría estar bien. Sé que me estoy mintiendo a mí misma mientas saco la cuchilla y acecho al infectado. Es de talla grande, redondo y pesado. Sin embargo, su piel ahora cuelga. Su cuerpo se devora a sí mismo. Vagan hasta que no queda nada de ellos. Sostengo mi camisa apretada a mi rostro con mi mano izquierda y me arrastro hacia él. Se da la vuelta y se balancea bruscamente. Me agarra pero salto hacia atrás. Sus dientes marrones llenos de caries están rotos. Su boca está llena de una pasta espumosa amarilla. Es como si su saliva casi se hubiera secado. Me da ganas de vomitar y corto su garganta. Sus manos agarran mis brazos. Dejo caer la camisa y agarro la otra cuchilla de mi bolsillo. Presiono el botón para que la cuchilla salga. Sus dientes presionan hacia abajo en mí. Entierro la cuchilla de mi mano izquierda en su sien. Sus ojos amarillos se amplían y luego cae. Miro a la sangre espesa y de un color marrón oscuro en mí. El tinte verdoso y el olor me hacen vomitar. Lo miro y entro en pánico. Comienzo a limpiarlo en su espalda frenéticamente. —Agua, ¿tenemos agua? necesito algo para limpiarme. —Mi corazón está en mi garganta. Mi respiración es entrecortada y rápida. Mi garganta arde. Lo tengo. Ahora estoy enferma también. Mis ojos están borrosos. Vincent se acerca a mí e inclina su cabeza. —Los bebés de las reproductoras son inmunes. Naciste inmune. No es la cura. Te dieron la vacuna. Anna lo ignora y agarra el agua potable. Mantiene su cuerpo alejado mientras comienza a verter agua sobre mí. He rasgado mi camisa y me froto la piel. Sé que es demasiado tarde. Estoy infectada. Mi cabeza palpita. —No, no. Estoy infectada. Míralo. Probablemente se metió por mi boca. Anna apártate. Vincent pasa junto a ella y me agarra por los hombros, sacudiéndome.
  • 47. —No puedes entenderlo. Fuiste hecha inmune. No te puedes enfermar. Ni siquiera puedes portarlo. Lo miro. —No. Naci una década antes de que esta mierda explotara. Los gérmenes mutaron. Él asiente. — ¡Sí! Tu cuerpo es increíblemente fuerte. Fuiste hecha para vivir sanamente. Sin costo para el gobierno. El plan para reducir la población y hacer que las personas se enfermaran fue puesto en marcha antes de que nacieras. —Tal vez pero puedo hacer que ella se enferme. Estoy tratando de procesar todo esto. Inmune. Leo se comía a los infectados. Mantenía mi distancia y no compartía, pero tuvo que haber habido momentos en que él dejo algunos. Las alcantarillas por las que me he arrastrado. Los muertos con los que he dormido. Nunca he estado realmente enferma. Sólo herida. Siempre me curo, excepto cuando deje las granjas reproductoras. Estaba muy mal herida. Pienso en eso y todavía siento dolor. Arrastrando a Anna y a Sarah por las montañas, con las heridas que tenía, debí haber muerto. Muchas veces debí haber muerto. Hay muchos momentos en los que debí haber muerto o infectarme. Sin mencionar, que era una niña pequeña viviendo en los bosques, debí haber muerto de eso. Supongo que él podría tener razón. Si tiene la razón en todo lo demás. De cualquier manera, si estoy infectada o soy inmune, sólo el tiempo lo dirá. Miro la sustancia espesa en mis manos y termino de limpiarlo en la ropa sucia del hombre muerto. Vincent me pasa una camisa limpia. La jalo sintiendo las lágrimas en mi garganta. Todo este tiempo evitando a los infectados, ¿para qué? Vincent agarra mi brazo y me arrastra hacia el callejón. Anna toma el arma y camina por delante de nosotros. Nos tambaleamos y tropezamos a través de los callejones hasta que llegamos a un edificio alto. —Este es el final de la zona limpia —susurra. Anna me mira; está preocupada. También lo estaría, si fuera ella. Hay una posibilidad muy real de que le pase la infección, a pesar de que estoy manteniendo las distancias. Miro a Vincent y frunzo el ceño. Aún estoy tratando de procesar las todas las cosas que me contó con reconocimiento y confusión.
  • 48. Me mira frunciendo el ceño. —A partir de aquí, va a ser mucho peor. Las patrullas se detienen aquí. Los infectados son peor aquí adentro. Siento el horror cubrir mi rostro. —¿Peor? Asiente. —Nosotros los doctores y científicos no entramos en esta parte de la ciudad. Permanecemos en el lado donde están los guardias. Usamos esto como un lugar para mantener a los infectados para experimentos. Ellos viven en las zonas bloqueadas con barreras. Los que están detrás de nosotros atravesaron. Sucede de vez en cuando. Es para eso que están los guardias. —Señala a un pequeño muro construido con tablas y escombros. Bloqueando el callejón. Asomo la cabeza por fuera del callejón a la derecha y luego a la izquierda. No hay nadie. Las calles están vacías. Continua—: Tu lobo está alrededor de ocho cuadras. Es en el borde la ciudad, casi a las afueras. Se cruza el puente y se llega a una zona que todavía luce bien. Solía ser un edificio de investigación médica. El nombre en el frente de la misma es Luminarc. Pero el letrero es viejo y decrepito. Dice umina. U-M-I-N-A3. ¿Entiendes lo que digo? Lo observo y asiento —Nos dejas. Se ríe. —Sí. No voy a ir allí. Estarás a salvo de los militares allí. Es de los infectados y posiblemente de los otros, de los que necesitas preocuparte. No lo conozco, pero no quiero que vuelva allí. Agarro su mano, en un acto que es totalmente incómodo para mí. —Conozco la ubicación de un retiro. Puedes ir allí y descansar. Las personas te ayudarán. Niega con la cabeza. —Tengo que regresar y ayudar en todo lo que pueda. Soy uno de los pocos en el interior, que están tratando de detenerlo. Frunzo el ceño. —¿Por qué? Su sonrisa curtida no llega a sus ojos. 3 Jerga informal que significa “Voy a…”
  • 49. —Soy la mano derecha de tu padre. No sabe que no estoy de su lado. Alzo las cejas. —¿Vas a volver allí y vivir de esa manera? —Las palabras son torpes. Asiente. —Tengo que hacerlo. Soy la única esperanza para todas esas mujeres. La instalación es bastante agradable. — Estuve allí, fue un espectáculo de mierda. Niega con la cabeza. —El edificio donde estabas siendo retenida no era la instalación. Está más abajo del camino, cerca a la parte más agradable de la ciudad que aún se mantiene en pie. Mi vida allí es agradable. Se supone que debo estar en un convoy esta semana. Los rebeldes están asegurándose de que sea destruido. Voy a ser el único sobreviviente. Me dirijo allí ahora, en dirección opuesta a dónde vas. Sus ojos son tan familiares y de repente lo entendí. —Fuiste el primer doctor en la habitación con la mesa fría. ¿El que fue amable conmigo? Asiente. —Era yo. Planeé sacarte de allí, pero necesitaba que el aborto se completara. No podía liberarte al mundo estando embaraza. Lo siento. Trago. — ¿Por qué? —Anna se me acerca pero la miro frunciendo el ceño. —Mantén tu distancia. Lo tengo en mí. Necesito jabón. Da un paso hacia atrás mientras él nos ignora y continúa—: Ya vives con la posibilidad de ser inestable. Tus emociones son tan intensificadas en comparación con las de una chica normal. Es un problema con el ADN. No tienes emociones normales. No sientes las cosas normalmente. Todo es más grande y más rápido en tu mundo. No sabemos lo que alguien como tú haría. Tienes que tratar de no tener un bebé nunca, Emma. Baja la cabeza, como si estuviera avergonzado. No tenía eso como una opción, no en el mundo en el que vivimos, pero sus palabras me lastimaron. Me avergüenza que Anna las haya escuchado. Soy un bicho raro. ¿Cuántas veces podría él decir las palabras no eres normal? Siento que me ira aumenta, pero me obligo a mantener la calma. Miles de destellos pasan detrás de mis ojos cuando lo veo todo.
  • 50. Asiento. —Está bien. Agarra mis brazos y los aprieta. —Mereces ser libre. Tu padre es un monstruo. Huye y nunca regreses. Mantente escondida bien lejos. Aléjate de las otras personas. No sabes cuando tu cerebro cambie y te conviertas en unos de los bebés Gen en todos los sentidos. La rabia y el comportamiento irracional es un efecto secundario. Tu padre no lo ve. Está constantemente tratando de perfeccionarlos, pero sólo ve lo positivo, negándose a ver lo negativo. Sé que has probado que no tienes el comportamiento irracional, pero nunca se sabe. Es mejor prevenir. Casi me contraigo, pensando en las veces que he hecho cosas que él llamaría irracionales. ¿Lo pensaría? Puedo justificar todas las acciones en mi mente. Inmediatamente me pregunto lo que Anna está pensando. No puedo mirarla. Necesito a Leo. — ¿Cómo va a volver? —Anna le pregunta, cambiando de tema. Niega con la cabeza. —No se preocupen por mí. Vayan por el lobo y váyanse. Eres única, Emma. Al menos debes saber eso. Lo que hiciste allá atrás con los infectados y los hombres armados, eres única. Los otros niños Gen son un desastre. Creo que eres lo que habíamos planeado todo el tiempo. Podría escupirlo. —No me importa. Sólo quiero ir a casa. —No es la verdad. Quiero detener a mi padre que es mi tío. Qué desastre. Miro a ambos lados, porque así es como todavía cruzo las calles, y camino a través de la carretera sucia y rota. Puedo oír a Anna siguiéndome con el arma. El concreto destruido cruje bajo las botas de mierda que él me dio. Estoy exhausta y ni siquiera hemos comenzado. Subo por la pared de basura en el lado de la carretera y miro a la calle. Los infectados no están allí. Esperaba una multitud, pero no veo ninguno. Miro atrás hacia él. Se despide con la mano. Se ve desesperado y desanimado. Lo odio. A él y todo lo que representa. —Estúpido bastardo, —murmuro y saco mis cuchillos. Miro a Anna quien sonríe y aprieta su agarre en el arma. —No me importa lo que dijo; eres increíble, Em. —Me da un codazo y empieza a bajar por la colina de escombros en la zona de los infectados. —Gracias. —No me siento increíble. Me siento normal. Supongo que siempre me sentí así y ahora tengo una razón para sentirme de esa manera.