El viaje de autodescubrimiento de Aster. Un cuento sobre traumas de la infancia y un desenlace inspirado en el Realismo Mágico.
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Trabajo historia sobre el Renacimiento en la arquitectura
DEMIO
1.
2. Abre los ojos y siente su presencia inundando el cuarto. La
cama es suave y grande, la necesidad de soñar siempre fue la
primordial. El cuarto abarrotado de utensilios para la vida
diaria absorbe su propio espacio haciéndolo sentir pequeño.
Una bicicleta pegada a un zapatero con zapatos. Una mesa chata
color marrón pegada a la pared sosteniendo un microondas y una
sartén eléctrica sin lavar. La compañía de ese televisor del-
gado sobre el armario que hace ruido en las noches para poder
dormir. Ese frigobar que sostiene comida, no solo dentro sino
encima. En la esquina, una guitarra descansa con la desgracia
de no haber sido desenfundada desde que Aster comenzó a sentir-
se triste.
Aster escucha una una voz cantando una melodía. La voz no sale
de afuera del cuarto y adentro solo está él con la televisión
+++Tocan a la puerta de su inconsciente y él atiende sin
chistar.+++
3. Un cuarto oscuro es el nuevo escenario. Luces de neón brillan
en lo negro del espacio, sin revelar alguna prominencia que
pueda indicar compañía. Aster siente ese vacío muy familiar.
Contempla el brillo de los focos de neón. De pronto, estos des-
tellan con la suficiente potencia para cegarlo momentáneamen-
te. En cuanto se recupera, divisa la forma de un niño acercán-
dose. La iluminación no deja distinguir más nociones que tamaño
y forma.
El niño está rascándose el codo derecho con la mano izquierda,
mientras agacha la cabeza para encontrar el punto de la pica-
zón. Mueve su brazo rascador de manera rítmica y gentil.
El neón destella nuevamente y un nuevo personaje aparece. Ella
está agachada tratando de ayudar al niño con su molestia. Su
mirada parece hipnotizar al niño, quien la ve pasmado.
La luz vuelve a parpadear y el niño ha crecido. La mujer que
lo mira fijamente le coge la mano con ternura. El hombre se la
quita rápidamente y comienza a besarla con pasión. Ella no duda
en su actuar y su cuerpo se pega al de él rozando sus partes
suaves. Él la agarra con más fuerza de la cintura y baja sere-
namente su mano reptante cogiendo el glúteo de la mujer con
vigor. Ella sigue reaccionando al momento, pero él con un movi-
miento evasivo retira su cara del beso para observar su rostro.
Como preguntándose: ¿Qué estoy haciendo?
+++Abre los ojos con desesperación de pesadilla regresando al plano
real, coge una polera y sale de la casa golpeando la puerta con
fuerza.+++
4.
5. La puerta sonó como un disparo y al salir ya nada era igual.
Miró sus manos que ya temblaban por el frío y tropezando con su
propio paso se puso a observar. Quiere caminar desde Principal
con Angamos hasta las primeras cuadras de Aramburú; tomando
Gálvez Barrenechea hasta Parque Sur, y desde Parque Sur bajar
hasta la Vía Expresa.
Aster fuma en ocasiones especiales.
Pone el cigarro en su boca y lo cubre del viento. Gira la rueda,
pisa el pulsador y sale una llama diminuta y azul. Quema la su-
perficie de la punta del cigarro y aspira ayudando al fuego.
Bota un poco de humo y aspira una vez más, absorbiendo lo sufi-
ciente para sentirse contaminado.
6. Mira al horizonte desenfocando la luminaria amarilla de Galvez
Barrenechea. No hay nadie en la calle, los semáforos solo tin-
tinean el ámbar. Pocos carros son los que quieren desembocar
en Angamos.
Pasa una camioneta del Serenazgo interrumpiendo la tranquili-
dad de Aster con su alarmante azul. Esa asociación de la preo-
cupación con las luces azules que tiene la camioneta, proba-
blemente se deba a los pocos carros patrulleros patrullando en
San Diego cuando fue niño. Eran de visita esporádica, pero
cuando eran, eran malas noticias.
Un hombre encapuchado camina en su dirección a lo lejos. Aster
se da cuenta de que salir a esa hora en San Diego no era buena
idea. Siempre había visto algún drogadicto agresivo o peleas
de borrachos calmadas por la noche. Nunca nadie se interponía
en los golpes, nadie paraba los gritos, "déjenlos ser” era
siempre la consigna.
El hombre encapuchado dobla en la esquina.
Los pasos son más rítmicos por cada inhalación y la calle
parece segura. Recuerda al niño que vio en su alucinación.
Aspira nuevamente para hacer una pausa.
Vuelve al escenario de las luces de neón. Esta vez hay una
persona a la que solo se le distingue en forma. Aster no lo
identifica, pero le parece muy conocido.
+++Ya en Parque Sur, tocan la puerta de su inconsciente y Aster
ahora se sentía más curioso.+++
+++La silueta saluda y Aster abre los ojos volviendo al plano
real.+++
7.
8. Esa fue la primera vez que vi a Demio.
Cuando pude ver esos ojos, algo se encendió en mi. Pasaron
por mi cabeza imágenes de esas pesadillas de niño, donde
bajaba las escaleras corriendo mientras mi familia almorzaba
y llegaba alguien igual al papito. Todos trataban de prote-
germe para que no lo viera y yo no entendía nada. Era porque
el papito ya estaba sentado en la mesa.
Demio era igual que yo. Él era mejor que yo. En su sonrisa se
leía que podía entender todo lo que yo era y seré. Su cons-
ciencia era mucho más desarrollada que la mía y parecía venir
a controlarme. Sus pies rozaban el piso con elegancia mien-
tras sus manos sentían las hojas de los árboles. Sus ojos pro-
fundos se comían a los míos y los capturaba en su inmensidad.
Mi lógica me obligaba a replantear mis preguntas, no podía
conectar plenamente con mis sentidos. Hasta que simplemente
me dejé atraer por su gravedad.
En ese momento sentí como dejé de cargar al mundo en mis hom-
bros. Mi corazón latía fuerte y lento. Dejé que me abrace y
sentí sus dedos en mi espalda explorando cada falta de luz en
mi ser. Los conocía, los abrazaba junto a mi.
A pesar de lo cerca que estuve a él nunca sentí sus latidos.
Debe ser por eso que me dormí tan rápido.
9. En mis sueños, yo era un bebé que disfrutaba la sensación de
la mecedora. Sentía el ir y venir de algo que parecían olas
y comencé a escuchar el mar. Me dejé llevar. Estuve indefini-
damente en la sensación más placentera que tendré en la vida.
Me sentía sabio. Sentía que amaba.
Me sentí mareado, pero sin darme tiempo para lamentos, Demio
se paró a mi lado y me dijo esto:
+++De pronto todo se desarmó y caí en el cuarto negro.+++
"He esperado tanto este día,
Para sentir nuestra alma
en un limbo perpetuo
y con un sol que salva.
¡Que se juzgue el destino!
Si es nuestro camino
te llevo conmigo.
Soy sombra, tu sombra,
el grito que nombra,
tu ángel vigía,
tu luna de día,
tu cara, tu sello,
tu ausencia de sueño,
tu padre, tu madre,
tu único dueño.
La risa que suena en tu cuarto
y da miedo."
tu voz y la mía se hagan compañía.
10. Me apoyé sin consuelo sobre su brazo y derramé las lágrimas que
tenía que derramar. Sentía que le debía fidelidad a este ser re-
dentor. Mi lógica se acomodó e inferí que cada uno tiene una re-
presentación superior, la versión perfecta de uno mismo. Me
convenció de que viviría dentro de esa gloriosa sensación si lo
seguía. Prefería indudablemente vivir la eternidad ahí, a
seguir siendo un humano que no iba a ser determinante dentro del
curso de la historia. Encontré algo que me llenaba. Había encon-
trado el cielo. Las lágrimas no dejaban de salir de mis ojos y
mis nervios no me dejaban hablar.
De repente, fui cegado por un destello y un cosquilleo subió por
mi espalda y explotó en mi cabeza, dejándome absorto en la sen-
sación. Encontré paz.
Vi al niño jugando solo. Lo vi sonreír. Tenía un muñeco en cada
mano y los interpretaba diferenciándolos. En ese momento recor-
dé lo feliz que era inventando mundos, usando mi propia imagina-
ción para no sentirme solo.
Cuando no necesitaba a nadie más, yo era infinito.
11. Miré hacia arriba y noté que seguía abrazado al brazo de Demio.
Sin embargo, había comido del fruto que él no me quería dar y
lo sabía todo.
Demio me llevaba del brazo a ver cómo la mujer mecía al bebé en
su cuna. Se acercó a ella, le palmeó el hombro dos veces y ésta
se retiró. Él ocupó su lugar y comenzó a mecer al bebé con más
velocidad. Al bebé no parecía importarle. Tomó mi antebrazo y
me volteó. Yo estaba abstraído en mi comprensión.
Ahí estaba el niño sobándose el codo con la cabeza gacha. Demio
se acercó, le dijo unas palabras que no llegué a escuchar y el
niño explotó de emoción. El niño lo abrazó. Entendí que Demio
buscaba hacerme pensar que yo le debía todo a él. Así que en la
impotencia del recordar lo superior que era ese ser, solo cerré
los ojos y sollocé. No llegué a advertir que Demio estaba muy
cerca, cuando plantó sus labios en los míos y me besó como si
yo fuera el amante que había esperado toda su vida.
12.
13. Con ese beso él estaba sellando el trato. Poco tardé en notar que
había algo en su cercanía que me era muy familiar. Eso lanzó una
chispa que alumbró recuerdos.
La última ánima que me encargaron antes de conocer a Aster fue la
del minotauro.
¡Qué momentos con el minotauro! ¡Cuánto corrimos juntos!
Nunca había usado mi forma física por tanto tiempo. Nadie me había
caído mejor que ese pobre infeliz. Nos parecíamos tanto.
Una lástima que decidiera morir tan pronto.
A pesar de lo poco que conversamos sé que fue entendiendo cada uno
de los secretos del universo viendo mis ojos y solo quiso apurar
su destino.
En este humano sentía ese entendimiento. Parecía que su alma había
recorrido los lugares más hermosos de este plano y ya no encontra-
ba placer en su forma actual. Ahora estaba buscando trascender y
yo había decidido ayudarlo a ser libre de verdad. Quería quitarle
la venda y enseñarle este gran reloj del que somos parte. Podía
ser como yo.
Mientras pensaba en liberarlo, Aster accionaba cada vez más su
boca. Sentía su lengua juguetear con mi paladar y sus dientes
rozar con los míos.
14. +++Me regresó al lugar que yo ocupaba en su inconsciente.
¡Él me había dirigido ahí! ¡Era imposible!+++
Comenzó a morderme el labio inferior con violencia. Lo aparté
de mi empujándolo, pero este ya había abierto una ranura en mi
labio de la que goteaba sangre.
Me sentí confundido a un nivel existencial. Su ritus reflejaba
superioridad. Me di cuenta que ya todo estaba perdido, su cons-
ciencia había asimilado demasiado.
Me miró condescendientemente y extrañeza era lo único que encon-
traba en mi cara. Parecía que quería cambiar de papeles conmigo,
parecía que había entendido mi naturaleza y quería ser lo que
yo era. Su seguridad era tanta que me dejó aturdido. Se me
acercó y frotó con su mano mi codo izquierdo. En un santiamén
todo había cambiado.
Las luces estaban más rojas de lo que recordaba. El cuarto ahora
parecía más pequeño, me sentía agobiado. Comencé a respirar con
dificultad. Una especie de granizo comenzó a menguar el cuarto.
Miraba el granizo con desesperación. Gritaba implorando, pero
era en vano. No podía creer que su rol en el universo era más im-
portante que el mío.
Fue ahí cuando mi rostro se congeló. Me pregunté si había algo
que regía el universo. Osé cuestionar mi realidad. ¿Solo era una
pieza desechable o realmente era parte importante del orden uni-
versal?
Ya no encontraba argumento que me pueda convencer de alguna de
las dos opciones así que acepté mi curso y fui uno nuevamente.
15.
16. Aster está parado en medio de Parque Sur. Sus manos tiemblan
llenas de culpa. Hay un peso menor en su cuerpo, pero un calor
desesperante. Los pensamientos ya no aparecen de manera fluida.
Una sensación de soledad que no había sentido antes recorre su
cuerpo.
Sigue su camino por Aramburú dando pasos cansinos. Sus ojos en-
treabiertos y cansados hacen que la luminaria lo choque como un
relámpago.
Las luces de neón en su color violeta original parpadean mostran-
do la silueta del niño.
Aster se siente desprotegido, nuevo, extraño. No sabe a donde
pertenece ni qué es. Las luces parpadean y aparece otro niño
idéntico al primero.
+++Cierra los ojos para descansarlos y aparece en el cuarto de
Demio.+++
+++El impacto hace que regrese a Aramburú.+++
17. Está avanzando por inercia con los ojos bien abiertos.
Ahí aparece otro niño, otro, otro y otro más. Los seis niños se
distinguen entre los destellos y parecen mirar a Aster.
Aster se desabrocha el pantalón para retirarlo. Antes, saca la
billetera, abre el monedero, coge dos monedas, de cincuenta cén-
timos y dos soles, las guarda en su puño derecho y tira la bille-
tera. Retira cada pie de cada zapatilla dejándolas a su paso y
termina de sacarse el pantalón, que es desechado de la misma
manera.
Mientras tanto, la imagen de los niños bailando se apodera cada
vez más de su inconsciente.
Para ese momento Aster era solamente una acción, ya no un ser
con libre albedrío. La danza se hace aún más insoportable y él
acelera su paso violentamente. Cruza Paseo de la República y
llega a la puerta de la Estación Aramburú del Metropolitano
La estación está cerrada.
Aster se sienta en la puerta abrazando sus rodillas.
El calor se vuelve insoportable y para mitigarlo se quita el
polo.
Los niños no dejan de aparecer y cada uno baila una danza frené-
tica.
+++Otro parpadeo lo regresa a Aramburú.+++
+++Parpadea y esto lo hace volver al cuarto oscuro.+++
+++Regresa al cuarto oscuro con otro parpadeo.+++
+++De vuelta, en Aramburú, el calor sigue incrementando.+++
18.
19. Esa noche no fue diferente a las demás.
Soltó sus piernas y se tiró para atrás mirando al cielo. Una
lágrima cayó por su sien derecha, pero su cara mantenía una
sola posición neutra. Se levantó, arrojó las monedas que
tenía en su mano y caminó por Aramburú. Recogió su billetera,
pantalón y zapatillas, y se fue colocando cada uno.
Pensó en el niño que estaba solo en medio de las luces.
Encontró su polo y se lo puso antes de llegar a Parque Sur.
Caminó por Gálvez Barrenechea.
Demio abrazó al niño, levantándolo del suelo.
Aster llegó al cuarto.
Demio se dirigió a la cuna que estaba a unos pasos.
Aster se echó en la cama.
Demio meció la cuna cuidadosamente observando al niño
dentro de ella.
Aster escuchó las olas y sintió el mar. Fue la sensación más
placentera de su vida.
Vio a Demio caminar hacia el niño.