2. Los sacramentos son el medio por el cual
encontramos a Cristo en la Iglesia, nos
unimos a Él y recibimos su Gracia.
Su fuerza proviene del misterio pascual de
Cristo y de su vida.
Ellos crean nuestra identidad cristiana al
recibir la vida verdadera como don de Dios,
esto no es un privilegio sino una misión que
nos lleva a anunciar el gran amor del
crucificado.
3. 1. DE INICIACIÓN CRISTIANA: Son aquellos en
donde la participación en el misterio de Cristo
es más fuerte.
a) Bautismo: Nacemos en el agua y en el
Espíritu.
b) Eucaristía: Cristo nos nutre con su Cuerpo y
Sangre.
c) Confirmación: Fructifica la vida recibida en
el Bautismo.
2. DE CURACIÓN: Son aquellos en donde
experimentamos la misericordia infinita de
Dios.
a) Penitencia: Nos sana de las heridas del
pecado.
b) Unción de los enfermos: Confiere una
gracia especial al que experimenta
enfermedad o vejez.
3. DE SERVICIO A LA COMUNIDAD: Son
aquellos en donde vivimos en la comunidad
nuestra misión dentro de la Iglesia.
a) Matrimonio: Bendición del amor filial de
pareja a imagen del amor de Cristo a su
Iglesia.
b) Orden Sacerdotal: Perpetúa la misión de
Cristo en la Iglesia confiriendo poder sagrado.
4. Su dignidad:
Iniciación en la fe.
Son incorporados a la Iglesia.
Nacen a la vida como hijos de Dios.
Conmemora y actualiza el Misterio
Pascual.
Importancia:
Por no haber llegado a la edad de la
discreción, no pueden tener ni
expresar una fe personal, por ello
son bautizados en la fe de la misma
Iglesia, proclamada por los padres,
padrinos y demás presentes.
Funciones y Ministerios:
Pueblo de Dios: la misión de la Iglesia,
es comunicar por los sacramentos la vida
de Cristo a nuevos miembros y ayudarles
a alcanzar la madurez y plenitud de esa
vida.
Los Padres: Garantizar la educación en
la fe bautismal, conduciendo al niño al
conocimiento de Dios.
Los Padrinos: Representan a la familia y
a la Iglesia madre. Ayuda a los padres
para que el niño profese la fe y la
exprese en su vida. Requisitos: a)
Madurez; b) Tener sacramentos de
iniciación y c) Ser católicos.
Ministros (obispo, presbítero y
diácono): Preparar y ayudar con medios
pastorales a los padres y padrinos;
administrar el sacramento al niño.
Nota: En caso de peligro de muerte,
cualquier fiel, y aun cualquier hombre
con la intención requerida, puede, y
debe, conferir el Bautismo.
5. Requisitos:
El agua debe ser natural y limpia.
La fuente bautismal o recipiente debe ser
limpio y estético.
Bautizar con agua bendecida para este fin.
Tanto el rito de la inmersión (muerte y
resurrección de Cristo) como el rito de la
infusión pueden utilizarse.
Palabras para conferir el Bautismo en la Iglesia
latina son: “Yo te bautizo en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.
Disponer un lugar adecuado para la celebración
de la Liturgia de la Palabra.
El bautisterio debe estar reservado al
sacramento y ser digno (tener claro que allí los
cristianos renacen del agua y el Espíritu Santo).
Que el cirio pascual se conserve en el
bautisterio y durante la celebración del
Bautismo esté encendido, para poder encender
en él los cirios de los bautizados.
Nunca se celebre dos veces el sacramento en el
mismo día y en la misma iglesia.
Se debe anotar, cuidadosamente y sin demora,
en el libro de bautismos los nombres de los
bautizados, del ministro, de los padres y
padrinos, del lugar y del día
Tiempo:
Si un niño se encuentra en peligro de muerte.
Los padres comunicarán lo antes posible al
párroco su intención de bautizar al niño (antes
de nacer), para su preparación adecuada.
Debe celebrarse dentro de las primeras semanas
siguientes al nacimiento del niño.
Establecer el tiempo del bautismo de niños
cuyos padres todavía no estén preparados para
profesar la fe ni aceptar la responsabilidad de
educar a sus niños en la fe cristiana.
Para manifestar la índole pascual del Bautismo,
se encarece la celebración de éste en la Vigilia
pascual o en domingo (Resurrección del Señor).
En la cuaresma no se celebre dicho sacramento,
para que la Vigilia pascual y el día de
Resurrección sean el “día bautismal”.
Lugar:
Debe celebrarse en el templo parroquial, que
debe tener su fuente bautismal.
En las casas particulares no se celebre el
Bautismo, fuera del caso de peligro de muerte.
En las clínicas no se celebre el Bautismo salvo
en caso de necesidad. Pero siempre comunicarlo
al párroco y preparar a los padres previamente.
Si los niños dificultan el recogimiento para la
escucha de la Palabra de Dios, es conveniente
que sean llevados a un lugar aparte por otra
persona diferente a los padres y padrinos.
6. Preparación:
Finalidad: Que el pueblo de Dios sea
consciente de su misión, tanto en: la
celebración; su preparación y cuidado
posterior
Catequesis: Momentos aptos:
a) En cuaresma: preparación del misterio
pascual;
b) El domingo (Liturgia de la Palabra en
torno al Bautismo);
c) En la celebración de otro sacramento de
iniciación;
d) En ocasiones extraordinarias: misiones
populares, ejercicios espirituales, cursillos,
etc., (renovar la conciencia bautismal);
e) En una buena celebración del Bautismo,
preparada y participada por todos.
Preparación de padres y padrinos:
Diálogo prebautismal:
a) Reflexionar sobre las motivaciones de la
petición del Bautismo (verdadero ejercicio
de fe);
b) Preparar el rito: intervenciones de los
padres y padrinos y su significado;
c) Realizar una catequesis del sacramento;
d) Catequesis general que busca una
educación de la fe y no sólo una mera
instrucción sobre la fe;
e) Padres descristianizados: evangelizar o
sensibilizar para una posterior
evangelización.
Cursillo para futuros padres: a nivel
parroquial o zonal, para padres que
esperan un hijo.
Garantía: Una educación cristiana del
niño.
7. Celebración del Bautismo:
A. Aspectos comunitarios:
Que sea comunitaria y con participación activa
(Iglesia Madre).
Los padres y padrinos, con los familiares y amigos,
deben tomar conciencia de que son parte integrante
de la comunidad Parroquial.
El canto enriquece la celebración: aviva la
unanimidad de los asistentes, fomenta la oración
comunitaria y expresa la alegría pascual.
B. Dinámica del Rito
Consta de cuatro partes:
a) Rito de acogida: Comienza por la recepción de
los niños, por medio de la signación en la frente de
los niños, hecha por los padres y por el celebrante.
* La petición del Bautismo por los padres como la
aceptación de las responsabilidades que esto lleva,
deben aparecer como una verdadera profesión de fe
ante la comunidad reunida.
b) Liturgia de la Palabra: Se realiza antes del
sacramento para que avive la fe de los padres y
padrinos y de todos los presentes, y se ruegue en la
oración común por el fruto del sacramento.
Comprende: lecturas, homilía, silencio, oración de
los fieles, oración en forma de exorcismo, y la
unción con el óleo de los catecúmenos o la
imposición de manos.
c) Celebración del Sacramento: Comprende:
* Una oración solemne del celebrante, que,
recordando la historia de la salvación e invocando a
Dios, bendice el agua o recuerda su bendición.
* Renuncia de los padres y padrinos a Satanás y la
profesión de fe (actualización de su bautismo);
* aprobación del celebrante y de la comunidad y la
última interrogación a los padres y padrinos;
* rito de la ablución con agua (inmersión o infusión),
invocando a la Santísima Trinidad;
* ritos complementarios: la crismación, que significa
el sacerdocio real del bautizado y su agregación al
pueblo de Dios; la vestidura blanca; el cirio
encendido y el “effeta” (ábrete) propuesto ad
libitum (a voluntad).
d) Ritos de conclusión:
* Monición del celebrante: prefigura la futura
participación en la Eucaristía.
* Se dice ante el altar el Padre Nuestro;
* Por último, para que la gracia de Dios descienda
sobre todos, se bendice a las madres, a los padres y
a todos los asistentes.
La celebración del Bautismo dentro de la Misa no es
una manera de dar más solemnidad externa al acto,
sino un modo mejor de significar el carácter eclesial
del Bautismo y su relación con la Eucaristía.
8. La Educación de la Fe de los Bautizados:
* La fe es don de Dios: es recibida en el Bautismo, y
para que no quede estéril requiere respuesta del
hombre.
* La fe es conocimiento: la catequesis posterior
ayudará a penetrar cada vez más en el Misterio
divino, a la par que el niño crece y se desarrolla.
* La fe es conversión: empieza cuando se descubre y
acepta a Cristo como salvación de Dios, y termina
con el encuentro último y definitivo con Él
Responsables de la educación de la fe:
a) La Familia: La realiza por el testimonio de vida
cristiana de los padres. La experiencia del amor
incondicional con que los niños deben ser amados
por sus padres, y el amor profundo con que éstos se
aman entre sí, es para los niños un signo vivo del
amor de Dios Padre.
b) La Escuela: a través del documento conciliar
sobre la educación cristiana (“Gravissimum
educationis momentum”) y la Comisión Episcopal de
Enseñanza, dan valiosas normas sobre objetivos,
métodos y agentes de la educación en la Escuela
Católica.
c) La Parroquia: esta en contacto estrecho y en
actitud de servicio con los padres y maestros en todo
momento, pero de manera especial cuando se
realiza la catequesis de iniciación a la vida, la
Primera Comunión, la Confirmación, la salida de
escolaridad, la entrada en el mundo de los adultos…
Actualización del bautismo a lo largo de la
vida del cristiano:
* Al celebrar los otros dos sacramentos de iniciación
cristiana (Primera comunión y confirmación),
conviene que preceda la renovación de las promesas
del Bautismo.
* De manera especial se ha de renovar el Bautismo
en la celebración anual de la Pascua, precedida por
la cuaresma.
* En Cuaresma, como tiempo en el que la Iglesia
prepara el Bautismo de los catecúmenos y recuerda
el de todos los fieles.
* Siempre que en la Iglesia el cristiano tome una
nueva responsabilidad (los padres ante el Bautismo
de sus hijos, en el matrimonio, la profesión religiosa
o el orden sacerdotal).
* Por último, por medio de conmemoraciones o
celebraciones de la Palabra en circunstancias
especiales: aniversario del Bautismo, ejercicios
espirituales, jornadas de estudio, etc.
9. Su dignidad:
Es el sacramento de los sacramentos.
Los otros sacramentos se ordenan a la eucaristía
y encuentran en ella su plenitud.
Es memorial sacramental del Misterio de Cristo
para la salvación del mundo confiado a la
Iglesia.
Importancia:
Este sacramento es constituido por la acción de
Cristo, presente como anfitrión de la Cena
desde el comienzo y a lo largo de toda la
celebración, en diálogo con la asamblea.
Es acción de gracias sobre el pan y el vino que
hace memoria del cuerpo entregado por
nosotros en la muerte de Jesús, de este cuerpo
que es fuente de vida, que se entrega en favor
de la vida de los demás.
Funciones y Ministerios:
Asamblea: Los fieles bautizados que conforman
la asamblea están llamados a unirse en alabanza
y acción de gracias en el canto y en la palabra
recitada; a escuchar atentamente la Palabra de
Dios, a ejercer su sacerdocio bautismal en
oración por la Iglesia, por el mundo y por todos
los necesitados en la Oración Universal; en la
plegaria eucarística y su participación culmina
con la recepción del Cuerpo y la Sangre del
Señor.
Ministros (obispo y presbítero): Actúan en la
liturgia en función de Cristo mismo, en favor de
su pueblo, pronunciando las plegarias más
sagradas de nuestra fe, presidiendo la
celebración de los misterios sagrados,
explicando la Palabra de Dios y alimentando al
pueblo de Dios con el cuerpo y la sangre de
Cristo.
Diáconos: En la celebración, proclaman el
Evangelio y ayudan al obispo y al sacerdote en
el ejercicio de sus deberes sagrados.
Laicos: Ponen su tiempo y su talento al servicio
de la asamblea litúrgica: acólitos (servidores
del altar), lectores, ministros extraordinarios de
la Eucaristía, miembros del coro, músicos, los
que realizan la limpieza y organización del
templo, entre otros.
10. Celebración Eucarística:
A. Ritos Iniciales: Prepara un buen terreno en
que se sembrará la Palabra del día (despertar,
sensibilizar, convocar y provocar).
a) Entrada y Saludo:
* Procesión de entrada: En las solemnidades y
fiestas, e incluso domingos, puede haber procesión
de entrada;
* Canción de alabanza y adoración;
* El sacerdote besa el altar que representa a Cristo;
* Se hace la señal de la cruz (Trinidad Santa);
* Saludo del sacerdote al pueblo e introducción
breve al pueblo al sentido de la misa del día.
b) Acto penitencial: Nos reconocemos pecadores y
pedimos perdón a Dios de todos nuestros pecados,
aunque si son graves, debemos acudir a la confesión.
c) Gloria: Se recita o canta los domingos y fiestas o
solemnidades del año, excepto en Cuaresma y
Adviento.
d) Oración Colecta: En ella se recogen los deseos de
los fieles y el sacerdote, como intercesor, los ofrece
al Padre por medio de Jesús en unión con el Espíritu
Santo.
B. Liturgia de la Palabra: Para escuchar
atentamente la palabra de Dios, debemos tener
la actitud de escucha del profeta Samuel que
dijo: Habla, Señor, que tu siervo escucha (1Sam
3, 9).
a) Lecturas y salmos: La primera lectura suele ser
de los profetas o Hechos en pascua y la segunda,
llamada apostólica, suele tomarse de los apóstoles.
Entre la primera y la segunda lectura, se recita o
canta el salmo responsorial, que también es palabra
de Dios.
b) El Evangelio – Homilía: Leído por el sacerdote o
por un diácono. Después de leer, el sacerdote besa
el libro para manifestar su respeto y amor por la
palabra de Dios. Los fieles, que estaban de pie, se
sientan para escuchar la homilía.
c) Credo o profesión de fe: Tiende a que todo el
pueblo congregado responda a la palabra de Dios. Se
llama así porque resume fielmente la fe que los
apóstoles transmitieron desde el principio.
d) Oración de los fieles – oración universal:
Peticiones que hace la asamblea en favor de toda la
Iglesia y de toda la humanidad.
11. Celebración Eucarística:
C. Liturgia Eucarística: Proclamamos la muerte
del Señor (pasado); celebramos su resurrección
(está vivo) y esperamos su regreso (porvenir).
a) Presentación de las ofrendas: En las misas de los
domingos o fiestas suele hacerse la procesión de las
ofrendas. Prepara los corazones para unirse con la
única ofrenda, la de Nuestro Señor.
b) Prefacio: Se alaba y se agradece a Dios por la
creación, la redención y la santificación.
c) Santo: En cada misa nosotros cantamos con los
ángeles y los santos y todas las criaturas este himno
de alabanza a nuestro Dios.
d) Epíclesis: Invocamos al Espíritu Santo para que
descienda sobre estos dones y también haga
presente a Cristo entre nosotros.
e) Institución y Consagración: Renovar los gestos de
la Cena es renovar los gestos de Cristo en su muerte
y resurrección, rehacer el don que hizo de sí mismo.
f) Intercesión: El sacerdote y toda la Asamblea
interceden por el Papa, obispos, Rezamos por los
miembros de la Iglesia (vivos y muertos). Se invoca a
María, a los apóstoles y a los santos para que vengan
en nuestra ayuda.
D. Rito de la Comunión: Para escuchar
atentamente la palabra de Dios, debemos tener
la actitud de escucha del profeta Samuel que
dijo: Habla, Señor, que tu siervo escucha (1Sam
3, 9).
a) Padrenuestro: Pedimos el pan, el perdón para
acercarnos a la mesa con sentimiento de conversión.
b) Rito de la Paz: Es anuncio de una paz ya
adquirida por Cristo, pero que está aún por hacer y
que será definitiva y plena al final de los tiempos.
c) Fracción del Pan: Resume un poco la vida de
Cristo y lo que debe ser también la nuestra: un
romperse por los demás, un entregarse totalmente a
su servicio.
d) Rito de Comunión: Es el momento más
importante y sublime de cada día, porque es el
momento de mayor unión con Dios por medio de la
humanidad de Jesús. Por Jesús llegamos al Padre en
unión con el Espíritu Santo.
12. Celebración Eucarística:
E. Rito de la Conclusión: Último saludo,
bendición y envío para dispersarnos de nuevo a
la misión y continuar en la vida de cada día lo
que acabamos de celebrar.
a) Oración después de la comunión: El sacerdote se
une a toda la Iglesia y manifiesta su agradecimiento
al Padre por los dones recibidos, pidiendo que los
frutos de la Eucaristía sean eficaces par llevarnos a
vivir siempre con Él en el cielo.
b) Bendición final: El sacerdote que ha bendecido
al pueblo en nombre de Dios trino, se retira,
besando el altar como al principio, dejándole un
beso a Jesús como agradecimiento por haberle
permitido celebrar la gran maravilla de la Eucaristía.
c) Canto de despedida: Termina la celebración con
el canto de despedida, mientras se retira el
sacerdote del altar. Objetos de la Credencia
(Extensión del Altar):
Cáliz
Patena
Purificador
Corporal
Palia
Hostia
Vinajeras
Agua y vino
Lavabo y Manutergio
Copón
Incensario
Naveta e Incienso
Acetre e hisopo
Lo que hay que preparar:
Objetos del presbiterio:
Altar: Mesa Eucarística (mantel, Velas,
crucifijo, flores)
Sagrario (Cirio)
Imágenes (Virgen y Santos)
Ambón: Mesa de la Palabra (Leccionarios)
Sede: del Presidente
Atril: (Misal Romano)
Bautisterio (Cirio Pascual – Agua bendita)
Custodia: Adoración del Santísimo
13. Su dignidad:
El día de la fiesta de Pentecostés, el Espíritu
Santo descendió realmente, de un modo
extraordinario, sobre los Apóstoles reunidos con
María, Madre de Jesús, y con los demás
discípulos: quedaron tan llenos de El, que,
inflamados por el soplo divino, comenzaron a
proclamar las maravillas de Dios.
Importancia:
Con este sacramento los renacidos en el
Bautismo reciben el don inefable, el mismo
Espíritu Santo, por el cual “son enriquecidos con
una fuerza especial” (LG n. 11) y marcados por
el carácter del mismo sacramento, “quedan
vinculados más perfectamente a la Iglesia”.
Son más estrictamente obligados a difundir y
defender con la palabra y las obras la propia fe
como auténticos testigos de Cristo.
Funciones y Ministerios:
Pueblo de Dios: Ayuda a preparar a los
bautizados para recibir la Confirmación
(catequistas, padrinos y miembros de la Iglesia
local), manifestando su fe con los frutos que ha
producido en ellos el Espíritu Santo.
Los Padres: Preparándoles a una fructuosa
recepción de los sacramentos de Confirmación y
la Eucaristía, por medio de su participación
activa en la celebración de los sacramentos.
El Padrino o Madrina: Debe tener madurez,
pertenecer a la Iglesia Católica y tener los
sacramentos de iniciación. Lo lleva, lo presenta
al ministro para la unción sagrada y lo ayuda a
cumplir fielmente las promesas del Bautismo,
según el Espíritu Santo que ha recibido. Es
conveniente que el padrino del Bautismo, si está
presente, sea también el de la Confirmación.
Así, se manifiesta la unión entre el Bautismo y
la Confirmación, y se hace más eficaz el
ministerio y la misión del padrino.
Ministros (obispo y presbítero): Deben procurar
que todos los bautizados lleguen a la plena
iniciación cristiana y se preparen con cuidado.
Procurarán que el padrino sea espiritualmente
idóneo para el oficio que recibe.
Obispo: La recepción del Espíritu Santo por el
ministerio del Obispo demuestra más
estrechamente el vínculo, que une a los
confirmados a la Iglesia y el mandato recibido
de dar testimonio de Cristo entre los hombres.
14. Celebración del Sacramento:
Se realiza normalmente dentro de la Misa, para
que se manifieste su conexión con toda la
iniciación cristiana, que alcanza su culmen en la
Comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo.
Es el ministro de la Confirmación quien celebra
la Misa y la concelebra con los presbíteros que
le acompañan para la administración del
sacramento.
Cuando es administrada sin Misa, debe preceder
una celebración sagrada de la Palabra de Dios.
De la escucha de la Palabra de Dios proviene la
multiforme acción del Espíritu Santo sobre la
Iglesia y sobre cada uno de los bautizandos o
confirmandos, y se manifiesta la voluntad del
Señor en la vida de los cristianos.
En un libro especial el párroco inscribirá los
nombres de: ministros, confirmados, padres y
padrinos, día y lugar de la Confirmación y hace
la anotación en el libro de bautizados.
Este sacramento se confiere mediante la unción
del crisma en la frente, que se hace con la
imposición de manos, y mediante las palabras
“accipe signaculum doni spiritus sancti” (recibe
por esta señal el don del espíritu santo).
Momentos de la Celebración:
Imposición de manos: Hecha por el Obispo y los
sacerdotes concelebrantes, actualiza el gesto
bíblico, con el que se invoca el don del Espíritu
Santo de un modo muy acomodado a la
comprensión del pueblo cristiano.
Unción del Santo Crisma y palabras: Significa
el efecto del don del Espíritu Santo. El
bautizado, signado por la mano del Obispo con
el aceite aromático, recibe el carácter
indeleble, señal del Señor, al mismo tiempo que
el don del Espíritu, que le configura más
perfectamente con Cristo y le confiere la gracia
de derramar “el buen olor” entre los hombres.
15. Requisitos:
Se requiere estar bautizado. Además, si el fiel
tiene ya uso de razón, se requiere que esté en
estado de gracia, instruido y dispuesto a
renovar las promesas bautismales.
En Adultos:
Un catequesis adecuada y una convivencia
eficaz y suficiente con la comunidad cristiana,
para que reciban la ayuda necesaria y puedan
adquirir la formación idónea.
Dar testimonio de vida cristiana y ejercer su
apostolado y así su deseo de participar en la
Eucaristía sea sincero.
En caso de muerte:
Si se presenta peligro de muerte o cualquier
otra grave dificultad, los niños sean confirmados
en su tiempo oportuno, incluso antes del uso de
razón, para que no se vean privados del bien del
sacramento.
Cuando se ha de administrar este sacramento en
peligro de muerte a un fiel con uso de razón,
procúrese que en la medida de lo posible, se
haga una conveniente preparación espiritual.
Lo que hay que preparar:
Objetos del presbiterio: Se requieren los mismos
elementos para la Celebración Eucarística (Ver
diapositiva).
Objetos de la Credencia (Extensión del Altar):
Igual que para la Celebración Eucarística, pero se le
adiciona:
• El Santo Crisma.
• Agua y jabón para lavarse las manos después de
la unción de los confirmandos.
16. Su dignidad:
Jesús inició su misión en la tierra
predicando penitencia y diciendo:
“Arrepentíos y creed en el Evangelio”
(Mc 1, 15)
«Todo viene de Dios, que nos
reconcilió con Él por medio de Cristo,
y nos confió el ministerio de la
reconciliación» (2 Cor 5, 18).
«Quiso también por medio de Él
reconciliar consigo todas las cosas,
tanto las de la tierra como las del
cielo, pacificándolas por la sangre de
su cruz» (Col 1, 20).
Importancia en la Historia de la Salvación:
Cristo:
Exhortaba a los hombres a la penitencia, para que
abandonando la vida de pecado se convirtieran de
todo corazón a Dios (Cf. Lc 15). Acogió a los
pecadores para reconciliarlos con el Padre (Cf. Lc
5, 20.27-32; 7, 48).
Signo de que tenía poder de perdonar los pecados,
curó a los enfermos de sus dolencias (Cf. Mt 9, 2-
8).
“fue entregado por nuestros pecados y resucitado
para nuestra justificación” (Cf. Rom 4, 25).
Instituyó el sacrificio de la Nueva Alianza en su
sangre derramada para el perdón de los pecados
(Cf. Mt 26, 28).
Después de resucitar, envió el Espíritu Santo a los
apóstoles para que tuvieran la potestad de
perdonar o retener los pecados (Cf. Jn 20, 19-23);
recibieron la misión de predicar en su nombre la
conversión y el perdón de los pecados a todos los
pueblos (Cf. Lc 24, 47).
La Iglesia nunca ha dejado de exhortar a los
hombres a la conversión, para que abandonando el
pecado se conviertan a Dios, tampoco de resaltar
por medio de este sacramento la victoria de Cristo
sobre el pecado; al igual que a través del
bautismo, al proclamar en el credo: “reconocemos
un solo bautismo para el perdón de los pecados”.
En la Eucaristía, ofreciendo nuevamente el cuerpo
que fue entregado por nosotros y la sangre
derramada para el perdón de los pecados.
17. La Iglesia es santa y al mismo tiempo está siempre
necesitada de purificación:
Es santa: «…Cristo amó a la Iglesia y se entregó
Él mismo por ella, a fin de santificarla por
medio del agua del bautismo y de la palabra,
para prepararse una Iglesia gloriosa sin mancha
ni arruga ni cosa parecida, sino santa y
perfecta» Ef. 5, 25-27.
Es pecadora: mientras Cristo, «santo, inocente,
inmaculado» (Hb 7,26), no conoció el pecado
(cf. 2 Co 5,21), sino que vino únicamente a
expiar los pecados del pueblo (cf. Hb 2,17), la
Iglesia encierra en su propio seno a pecadores, y
siendo al mismo tiempo santa y necesitada de
purificación, avanza continuamente por la senda
de la penitencia y de la renovación. LG n. 8.
Partes del Sacramento:
El pecador, movido por el Espíritu Santo, acude al
sacramento de la Penitencia, y debe convertirse de todo
corazón a Dios.
a) Contrición: Es un dolor del alma y un detestar del
pecado cometido con propósito de no pecar en
adelante. Esta conversión debe penetrar en lo más
íntimo del hombre para que le ilumine cada día más
plenamente y lo vaya uniendo cada vez más a Cristo.
b) Confesión: Nace del verdadero conocimiento de sí
mismo ante Dios y de la contrición de los propios
pecados. La confesión, por parte del penitente,
exige la voluntad de abrir su corazón al ministro de
Dios; y por parte del ministro, un juicio espiritual
mediante el cual, pronuncia la sentencia de
absolución o retención de los pecados.
c) Satisfacción: La verdadera conversión se realiza
con la satisfacción por los pecados, el cambio de
vida y la reparación de los daños . Conviene que la
pena impuesta sea realmente remedio del pecado
cometido y, de algún modo, renueve la vida.
d) Absolución: Al pecador que manifiesta su
conversión al ministro de la Iglesia en la confesión
sacramental, Dios le concede su perdón por medio
del signo de la absolución y así el sacramento de la
Penitencia alcanza su plenitud.
Por medio de este sacramento, el Padre acoge al hijo que
retorna a él, Cristo toma sobre sus hombros a la oveja
perdida y la conduce nuevamente al redil y el Espíritu
Santo vuelve a santificar su templo o habita en él con
mayor plenitud, y así, participar con más fervor que antes
en la mesa del Señor.
18. Necesidad y utilidad de este sacramento:
A aquellos que por el pecado grave se separaron
de la comunión con el amor de Dios, el
sacramento de la Penitencia les devuelve la vida
que perdieron.
Para recibir con frutos el remedio que nos
aporta este sacramento, el fiel debe confesar al
sacerdote todos y cada uno de los pecados
graves que recuerde después de haber
examinado su conciencia.
El uso frecuente y cuidadoso de este sacramento
es también muy útil en relación con los pecados
veniales. deben esforzarse para que, al acusar
sus culpas veniales, se vayan conformando más y
más a Cristo, sean cada vez más dóciles a la voz
del Espíritu y con ello haya una entrega cada
vez más fiel al servicio de Dios y de los
hermanos.
Funciones y Ministerios:
La Iglesia: Llama a la penitencia por la
predicación de la Palabra de Dios; intercede por
los pecadores y ayuda al penitente con atención
y solicitud maternal, para que reconozca y
confiese sus pecados, y así alcance la
misericordia de Dios.
Ministros (presbíteros): Llaman a los fieles a la
conversión por la predicación de la Palabra de
Dios y atestiguan e imparten a éstos el perdón
de los pecados en nombre de Cristo y con la
fuerza del Espíritu Santo.
Ejercicio pastoral:
Conocer las enfermedades de las almas y a
aportarles los remedios adecuados.
Ejercitar sabiamente la función de juez
(discernimiento del espíritu).
Muéstrese siempre dispuesto a confesar a los
fieles cuando éstos lo piden razonablemente.
Función paternal: Al acoger al pecador
penitente y guiarle hacia la luz de la verdad.
Conociendo los secretos de la conciencia de su
hermano, está obligado a guardar rigurosamente
el secreto sacramental por razón de su oficio.
Penitente: Cuando debidamente preparado se
acerca a este saludable remedio y confiesa sus
pecados, alcanza su plena realización con las
palabras de la absolución, pronunciadas por el
ministro en nombre de Cristo. Así, experimenta
y proclama la misericordia de Dios en su vida.
19. Celebración del Sacramento:
Lugar de la Celebración: Se administra en el
lugar y en la sede que se determinan por el
derecho.
Tiempo de la celebración: Puede celebrarse en
cualquier tiempo y día. Sin embargo, es
conveniente que los fieles conozcan el día y la
hora en que está disponible el sacerdote para
ejercer este ministerio. El tiempo de Cuaresma
es el más apropiado para celebrar el
sacramento.
A. Rito para la reconciliación:
Preparación del sacerdote y del penitente:
Con la oración: El sacerdote invoque el Espíritu
Santo para recibir su luz y caridad; el penitente
compare su vida con el ejemplo y los
mandamientos de Cristo y pida a Dios el perdón
de sus pecados.
Acogida del penitente: El sacerdote acoja al
penitente con caridad fraternal; ambos hacen el
signo de la cruz; el sacerdote le invita con una
breve fórmula a la confianza en Dios; aquél
indicará oportunamente su situación y también
el tiempo de la última confesión.
Lectura de la Palabra de Dios: Por ella el
cristiano es iluminado en el conocimiento de sus
pecados y es llamado a la conversión y a la con-
fianza en la misericordia de Dios.
Confesión de los pecados y aceptación de la
penitencia: Inicia con el Acto de Contrición; el
sacerdote le ayudará y exhortará al
arrepentimiento; le ofrecerá oportunos consejos
para empezar una nueva vida; el sacerdote
impone una penitencia que sirve de expiación
de sus pecados, ayuda para la vida nueva.
Oración del penitente y absolución del
sacerdote: El penitente manifiesta su contrición
y el propósito de una vida nueva por medio de
una oración y el sacerdote impone sus manos y
dice la absolución : «yo te absuelvo de tus
pecados, en el nombre del padre , y del hijo, y
del espíritu santo» haciendo la señal de la cruz
sobre el penitente.
20. Su dignidad:
«¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los
presbíteros de la Iglesia, y que recen sobre él,
después de ungirlo con óleo, en el nombre del
Señor. Y la oración de fé salvará al enfermo, y
el Señor lo curará, y, si ha cometido pecado, lo
perdonará. (St 5, 14-15)” .
Importancia:
Se administra a los gravemente enfermos
ungiéndolos en la frente y en las manos con
aceite de oliva debidamente bendecido o, según
las circunstancias, con otro aceite de plantas.
Puede ser repetido si el enfermo, que ha reci-
bido la Unción, ha recaído de nuevo en la
enfermedad, o también si durante la misma
enfermedad el peligro se hace más serio.
I. La Enfermedad Humana y su significación en el
Misterio de Salvación:
Los cristianos no solamente conocen, por las
propias palabras de Cristo, el significado y el
valor de la enfermedad de cara a su salvación y
la del mundo, sino que se saben amados por el
mismo Cristo que en su vida tantas veces visitó
y curó a los enfermos..
Aun cuando la enfermedad se halla
estrechamente vinculada a la condición del
hombre pecador, no siempre puede considerarse
como un castigo impuesto a cada uno por sus
propios pecados (cf. Jn 9,3).
En la Iglesia, los enfermos, con su testimonio,
deben recordar a los demás el valor de las cosas
esenciales y sobrenaturales y manifestar que la
vida mortal de los hombres ha de ser redimida
por el misterio de la muerte y resurrección de
Cristo.
No basta sólo que el enfermo luche contra la
enfermedad, sino que los médicos y todos los
que de algún modo tienen relación con ellos han
de hacer, intentar y disponer todo lo que
consideren provechoso para aliviar el espíritu y
el cuerpo de los que sufren.
21. Sacramentos que hay que dar a los enfermos:
A. La Unción de los enfermos: El hombre, al
enfermar gravemente, necesita de una especial
gracia de Dios, para que, dominado por la angustia,
no desfallezca y sometido a la prueba, no se debilite
su fe.
Celebración: Previa imposición de manos por el
sacerdote, se proclama la oración de fe y se unge al
enfermo con el óleo santo: con este rito se significa
y confiere la gracia del sacramento: Ayudado en su
salud; fortalecido por la confianza en Dios, contra
las tentaciones del enemigo y la angustia de la
muerte.
Confiere: Fortaleza para luchar contra sus males;
conseguir la salud si conviene para su salvación
espiritual; el perdón de los pecados y la plenitud de
la Penitencia cristiana.
Se administra a:
los fieles que, por enfermedad o avanzada edad,
vean en grave peligro su vida.
un enfermo que va a ser operado, por causa de
una enfermedad grave.
los ancianos, cuyas fuerzas se debilitan
seriamente, aun cuando no padezcan una
enfermedad grave.
los niños, que comprendan el significado de este
sacramento. En la duda si han alcanzado el uso de
razón, se les debe administrar el sacramento.
aquellos enfermos que, habiendo perdido el uso
de los sentidos y el conocimiento, cuando estaban
en uso de sus facultades lo hayan pedido.
No se administra a:
Un enfermo que ya ha muerto.
a quienes persistan obstinadamente en un pecado
grave manifiesto.
Ministro de la Unción de los enfermos:
Sólo el sacerdote es el ministro propio de a Unción
de los enfermos.
Cosas que se necesitan para celebrar la Unción:
El óleo sagrado.
Fórmula: Por esta Santa Unción y por su
bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la
gracia del Espíritu Santo, para que, libre de tus
pecados, te conceda la salvación y te conforte en
tu enfermedad.
22. Sacramentos que hay que dar a los enfermos:
B. El Viático: El fiel, robustecido con el Viático de
Cuerpo y Sangre de Cristo, es protegido por la garan-
tía de la resurrección, según las palabras del Señor:
“El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida
eterna y yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6,54).
Debe recibirse en la misa para que el enfermo pueda
comulgar bajo las dos especies, ya que, la comunión
en forma de viático ha de considerarse como signo
de la participación en el misterio que se celebra en
el sacrificio de la misa.
Están obligados a recibirlo todos los bautizados que
pueden comulgar. Todos los fieles que se hallan en
peligro de muerte, sea por la causa que fuere.
Conviene que el fiel durante la celebración del
Viático renueve la fe de su Bautismo.
Ministro del Viático:
El sacerdote es el ministro ordinario del viático.
Ministro extraordinario.
Diácono.
C. El rito continuo: Por el cual el enfermo puede
recibir la fuerza de los sacramentos de la
Penitencia, de la Unción y de la Eucaristía en forma
de Viático, cuando el fiel se encuentra como de
improviso en peligro de muerte.
Si urge el peligro de muerte y no hay tiempo de
administrarle los tres sacramentos en el orden que
se acaba de indicar, se le administrará primero: la
confesión, luego el viático y por último la unción.
23. Oficios y ministerios cerca de los enfermos:
En el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, si padece
un miembro, padece con él todos los demás
miembros .
De ahí que sean muy dignas de alabar la piedad
hacia los enfermos y las obras de caridad y mutuo
auxilio para remediar las necesidades humanas .
igualmente, todos los esfuerzos científicos para
prolongar la vida.
Por eso conviene que todos los bautizados ejerzan
este ministerio de caridad mutua en el Cuerpo de
Cristo, tanto en la lucha contra la enfermedad y en
el amor a los que sufren como en la celebración de
los sacramentos de los enfermos.
La familia de los enfermos y los que, desde
cualquier nivel los atienden, tienen una parte
primordial en este ministerio reconfortador:
Fortalecer a los enfermos con palabras de fe y
con oraciones en común;
Exhortarlos para que asociándose libremente a
la pasión y muerte de Cristo, colaboren al bien
del pueblo de Dios;
Avisar al párroco y preparar al enfermo con
palabras prudentes y afectuosas para que pueda
recibir los sacramentos en el momento
oportuno.
24. Su dignidad:
La alianza matrimonial, por la que el hombre y la
mujer se unen entre sí para toda la vida recibe su
fuerza y vigor de la creación, pero además, para
los fieles cristianos, se eleva a una dignidad más
alta, ya que se cuenta entre los Sacramentos de la
nueva alianza. «De tal manera que ya no son dos,
sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha
unido que no lo separe el hombre» Mt. 19, 6.
Importancia:
Por su propia naturaleza, la misma institución del
Matrimonio y el amor conyugal se ordenan a la
procreación y educación de la prole, y con ellas se
coronan logrando su cima (los hijos son el don más
excelente del Matrimonio y contribuyen al bien de
los mismos padres).
Cristo, al hacer una nueva creación y renovarlo
todo, quiso restituir el Matrimonio a la forma y
santidad originales y, además, elevó este
indisoluble pacto conyugal a la dignidad de
Sacramento, para que significara más claramente
y remitiera con más facilidad al modelo de su
alianza nupcial con la Iglesia .
“Pues de la misma manera que Dios en otro tiem-
po salió al encuentro de su pueblo con un pacto de
amor y fidelidad, ahora el Salvador de los
hombres” (GE n.48) se ofrece a la Iglesia como
esposo, cumpliendo en su misterio pascual la
alianza con ella.
Por el sacramento del Matrimonio los cónyuges
cristianos significan el misterio de unidad y de
amor fecundo entre Cristo y la Iglesia (Cf. Ef 5, 25)
y participan de él.
Los cónyuges cristianos, iguales en dignidad, con
la mutua entrega y el amor indiviso, que mana de
la fuente divina de la caridad, se esfuercen por
fortalecer y fomentar su unión matrimonial. De
modo que, asociando a la vez lo divino y lo
humano, en la prosperidad y en la adversidad,
perseveren fieles en cuerpo y alma (GE n.48-50),
permaneciendo absolutamente ajenos a todo
adulterio y divorcio (GE n. 49).
El Matrimonio deseado, preparado, celebrado y
vivido cotidianamente a la luz de la fe, es aquel
“que la Iglesia une, que la oblación confirma, que
la bendición refrenda, que los ángeles proclaman,
que el Padre tiene por válido... ¡Qué preciosa la
unión entre dos fieles que tienen una misma
esperanza, un mismo modo de vida y de servicio!
(Tertuliano).
25. Oficios y Ministerios:
Pueblo de Dios: Toman parte de varias maneras: en
la preparación espiritual de los novios: en la
celebración del rito, siendo testigo de la fe y
manifestando el amor de Cristo al mundo.
Los Padrinos: Debe ser una pareja casada por la
Iglesia Católica. Son un modelo a seguir, y serán
encargados de acompañarlos y aconsejarlos en la
nueva vida de casados.
Ministros (obispo y presbítero): Les compete la
preparación y celebración del Matrimonio:
a) instruyendo a los fieles acerca del significado
del Matrimonio y de los deberes de los cónyuges y
padres cristianos;
b) a los novios que se dispongan para la santidad
y obligaciones de su nuevo estado con tiempo
suficiente para fortalecer su fe;
c) cuando no tenga la Confirmación, lo recibirán
antes de ser admitidos al Matrimonio, con el fin
de completar la iniciación cristiana;
d) en la celebración litúrgica donde se ponga de
relieve que los cónyuges manifiestan el misterio
de la unidad y del amor fecundo entre Cristo y la
Iglesia y participan del mismo;
e) con la ayuda a los casados, para que ellos,
observando y protegiendo fielmente la alianza
conyugal, alcancen una vida familiar cada día
más santa y más plena;
f) Antes de la celebración, constar que nada se
opone a su celebración válida y lícita.
Diácono: Puede, con autorización del párroco o
del Ordinario, presidir la celebración del
Sacramento (Cf. CDC, can. 1111) sin excluir la
bendición nupcial.
26. Celebración del Sacramento:
Preparación: Tiene un carácter comunitario, que
aconseja la participación de la comunidad
parroquial. Se pueden celebrar varios Matrimonios al
mismo tiempo o realizarse en la asamblea dominical.
La celebración del Sacramento se ha de
preparar cuidadosamente con los que van a
casarse: se escogerán las lecturas de la Sagrada
Escritura que serán explicadas en la homilía; la
fórmula con que expresarán el mutuo
consentimiento; los formularios para la bendi-
ción de los anillos, para la bendición nupcial,
para las intenciones de la plegaria universal y
para los cantos.
se celebrará normalmente dentro de la Misa.
El párroco, atendiendo tanto a las necesidades
pastorales como al modo con que participan en
la vida de la Iglesia los novios o los asistentes,
juzgará si es mejor proponer la celebración del
Matrimonio dentro o fuera de la Misa.
En tiempo de Cuaresma, el párroco advertirá a
los esposos que tengan en cuenta la naturaleza
peculiar de aquel día. En ningún caso se
celebrará el Matrimonio el Viernes Santo en la
Pasión del Señor ni el Sábado Santo.
Ritos a emplear:
En la celebración sin Misa, el rito debe
realizarse después de la liturgia de la palabra.
Cuando el Matrimonio se celebra dentro de la
Misa, se utiliza la Misa ritual “por los esposos”.
27. Momentos de la Celebración:
la liturgia de la palabra: Resalta la importancia
del Matrimonio cristiano en la historia de la
salvación y sus funciones y deberes de cara a la
santificación de los cónyuges y de los hijos.
Interrogatorio, consentimiento de los
contrayentes y su confirmación: Que pide y
recibe el que legítimamente asiste al
Matrimonio.
Venerable oración: En la que se invoca la
bendición de Dios sobre la esposa y el esposo.
Bendición y entrega de los anillos: asperja los
anillos y los entrega a los esposos.
Bendición y entrega de Arras: Sirve para
expresar la comunidad de vida y de bienes que
se establece entre los esposos.
Bendición e Imposición del Lazo o Velación y
nupcial
Comunión eucarística: De los esposos y de los
demás presentes, con la cual se nutre sobre
todo su caridad y se elevan a la comunión con el
Señor y con el prójimo.
Firma del acta de Matrimonio: Terminada la
Misa, los testigos y el sacerdote o diácono
firman el acta de matrimonio.
28. Celebración del Sacramento:
Lo que hay que preparar:
Objetos del presbiterio: Se requieren los mismos
elementos para la Celebración Eucarística (Ver
diapositiva).
Objetos de la Credencia (Extensión del Altar):
Igual que para la Celebración Eucarística, pero se le
adiciona:
• El Ritual Romano.
• Los anillos para los esposos.
• Las arras.
• El acetre con agua bendita y el hisopo.
• Un cáliz con suficiente hostias para la comunión
bajo las dos especies.
29. Su dignidad:
Por la Ordenación sagrada se confiere a los
presbíteros aquel sacramento que, “mediante la
unción del Espíritu Santo, marca a los
sacerdotes con un carácter especial. Así están
identificados con Cristo Sacerdote, de tal
manera que pueden actuar como representantes
de Cristo Cabeza” (PO n. 2).
Importancia:
Como sinceros cooperadores del Orden
episcopal, llamados a servir al pueblo de Dios,
forman, junto con su Obispo, un único
presbiterio dedicado a diversas funciones (LG n.
28).
Participando, en el grado propio de su
ministerio, del oficio del único Mediador, Cristo
(1Tm 2, 5), anuncian a todos la palabra divina.
Su oficio sagrado lo ejercen, sobre todo, en la
asamblea eucarística.
Importancia:
Desempeñan con sumo interés el ministerio de
la reconciliación y del alivio en favor de los
fieles penitentes o enfermos, y presentan a Dios
Padre las necesidades y súplicas de los fieles.
Ejerciendo en la medida de su autoridad el
oficio de Cristo, Pastor y Cabeza, reúnen la
familia de Dios como una fraternidad, animada
con espíritu de unidad, y la conducen a Dios
Padre por medio de Cristo en el Espíritu.
30. Oficios y ministerios:
Pueblo de Dios: Acompañar con sus oraciones a los
candidatos al presbiterado. Háganlo principalmente
en la oración universal de la Misa y en las preces de
Vísperas.
Deben ser invitados los clérigos y otros fieles, de
manera que asistan a la celebración en el mayor
número posible. Principalmente han de ser invitados
todos los presbíteros de la diócesis a la celebración
de las Órdenes.
Candidatos: Deben prepararse con la oración en
retiro practicando ejercicios espirituales al menos
durante cinco días.
Obispo: El Obispo es el ministro de la sagrada
Ordenación. Conviene que sea el Obispo de la
diócesis quien confiera la Ordenación de presbíteros
a los diáconos.
Presbíteros: Imponen las manos a los candidatos
juntamente con el Obispo “a causa del espíritu
común y semejante del clero.
Saludan con el beso de paz a los hermanos recién
ordenados como señal de acogida en el presbiterio y
concelebran la liturgia eucarística juntamente con el
Obispo y los ordenados.
Colaborador del Obispo (formador de lo
candidatos): Pide en nombre de la Iglesia la colación
del Orden y responde a la pregunta sobre la dignidad
de los candidatos.
31. Celebración del Sacramento:
Se realiza en la iglesia catedral o en las iglesias de
aquellas comunidades de las que son oriundos
algunos de los candidatos, o en otra iglesia de gran
importancia.
Celébrese la Ordenación con la asistencia del mayor
número posible de fieles en domingo o día festivo, a
no ser que razones pastorales aconsejen otro día.
La Ordenación tiene lugar, una vez terminada la
liturgia de la palabra y antes de la eucarística.
Proclamado el Evangelio, la Iglesia local pide al
Obispo que ordene a los candidatos.
La oración universal se omite, porque las letanías
ocupan su lugar. En ellas todos imploran la gracia de
Dios en favor de los candidatos.
Por la imposición de las manos del Obispo y la
Plegaria de Ordenación, se les confiere a los
candidatos el don del Espíritu Santo para su función
presbiteral.
Junto con el Obispo, los presbíteros imponen las
manos a los candidatos para significar su recepción
en el presbiterio.
Después de la Plegaria de Ordenación se revisten los
ordenados con la estola presbiteral y con la casulla
para que se manifieste visiblemente el ministerio
que desde ahora van a ejercer en la liturgia.
32. Otros Signos:
La unción de las manos: Se significa la peculiar
participación de los presbíteros en el sacerdocio
de Cristo.
La entrega del pan y del vino en sus manos: Se
indica el deber de presidir la celebración
Eucarística y de seguir a Cristo crucificado.
El beso de paz del Obispo: Pone en cierto modo
el sello a la acogida de sus nuevos colaboradores
en su ministerio.
Los presbíteros saludan con el beso de paz a los
ordenados para el común ministerio en su
Orden.
Los ordenados ejercen por primera vez su
ministerio en la liturgia eucarística
concelebrándola con el Obispo y con los demás
miembros del presbiterio. Los presbíteros recién
ordenados ocupan el primer lugar.
Celebración del Sacramento:
Lo que hay que preparar:
Objetos del presbiterio: Se requieren los mismos
elementos para la Celebración Eucarística (Ver
diapositiva).
Objetos de la Credencia (Extensión del Altar):
Igual que para la Celebración Eucarística, pero se le
adiciona:
• El libro de la Ordenación;
• Casullas para cada uno de los ordenandos;
• El gremial;
• El Santo Crisma;
• Agua y jabón para lavarse las manos después de
la unción.
